Biografía breve de ANDREU NIN
Wilebaldo Solano
Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Nota editorial. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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I Los años fecundos del
sindicalismo revolucionario. . . . . . . . .13
II Nin en la URSS y en la
Internacional Comunista. . . . . . . . . .23
III El retorno a España y el período de la República. . . . . . . . . .31
IV El papel de Nin en la revolución española. . . . . . . . . . . . . .
.47
V La represión contra el POUM y el asesinato de Nin. . . . . . . .57
VI La larga marcha por la verdad. . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .69
Estudio bibliográfico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . .89
https://bataillesocialiste.files.wordpress.com/2008/02/solano-biografia-breve-de-andreu-nin-2006.pdf
Este texto, fechado en París en mayo de 1970, fue el primer ensayo biográfico publicado sobre Andreu Nin. Su primera edición apareció en catalán, como prefacio a la obra de Andreu Nin Els moviments d´emancipació nacional (París, Edicions Catalanes de París, 1970) y tuvo una importante difusión clandestina en Cataluña, Valencia y Baleares. Posteriormente ha sido editado como folleto en castellano (Barcelona, Vicente Álvarez Editor, 1977), catalán (Barcelona, Ediciones POUM, 1977), inglés y francés. La versión anotada que aquí publicamos está tomada del libro El POUM en la Historia
Andreu Nin, una de las figuras más importantes del movimiento marxista
revolucionario de España, nació en El Vendrell (Tarragona) el 4 de febrero del
año 1892. Su padre era un modesto zapatero y su madre una campesina de la
"vila regalada" que olía a "garrofa i vi novell", como dijo
el gran poeta catalán Josep Carner. El Vendrell es una pequeña ciudad con mucha
personalidad, que se enorgullece de haber dado a Cataluña varios hombres de
prestigio internacional. Entre ellos se destacan el gran músico Pau Casals y el
escritor y militante revolucionario Andreu Nin.
Los padres de Andreu tenían una fuerte pasión por su hijo e hicieron
muchos sacrificios para darle una carrera. El niño sobresalió enseguida en la
escuela local, lo cual facilitó su entrada en la Escuela Normal de Tarragona.
Terminados sus estudios, el joven maestro se trasladó a Barcelona, donde se
instaló en vísperas de la guerra mundial de 1914. Nin llegó a la capital catalana
en un momento de gran efervescencia política, social y cultural. Era la época
del renacimiento del catalanismo y del ascenso fulgurante del sindicalismo
revolucionario.
La neutralidad en la guerra mundial fue excelente para la burguesía
catalana. Los negocios montados o reforzados con los capitales repatriados de
Cuba y Filipinas prosperaron rápidamente. El desarrollo del capitalismo
determinó una fuerte inmigración. El proletariado de Barcelona y de los demás
centros industriales de Cataluña, creció y se consolidó gracias a la aportación
humana de millares de campesinos procedentes de Andalucía, Levante y Aragón. La
expansión industrial dio un impulso considerable a la concentración y
organización de la clase trabajadora. Así las cosas, la dinámica natural de la
lucha de clases se convirtió en el elemento decisivo de la vida política y
social catalana. Como tantos otros jóvenes de su generación, Andreu Nin se
sintió atraído por el catalanismo de izquierda y por el movimiento obrero. El
novel maestro, que tenía ya convicciones bastante firmes en diversos dominios,
no quiso ser un maestro nacional corriente y entró en la Escuela
Horaciana, una institución laica y anarquizante fundada algunos años antes por
el antiguo obrero textil Pablo Vila. Pero aunque su vocación pedagógica era uno
de los componentes más significativos de su personalidad, no tardó en
orientarse hacia el periodismo. Durante un cierto tiempo fue redactor de El
Poble Català, diario republicano y catalanista de izquierda animado por
Pere Corominas. El maestro y periodista se reveló pronto orador de talento. El
propio Josep Pla ha reconocido en un panfleto denigratorio, publicado en 1958,
que "parlava bé, amb una indubtable estampa de orador y amb un innegable
respecte pel sentit comú i la sintaxi, qualitats que mes aviat foren
excepcionals en la historia de la nostra moderna oratoria".
El periodismo y la propaganda hablada acapararon cada vez más a Nin.
De El Poble Català pasó a La Publicitat, inspirada
por el abogado republicano y catalanista Amadeo Hurtado, y de La
Publicitat a la agencia Fabra, que dirigía otra figura del catalanismo
republicano, Claudio Ametlla. Ahora bien, sus actividades periodísticas se
desarrollaban en un clima de intensa agitación social y política dominada por
el sindicalismo revolucionario. La huelga general revolucionaria de agosto de
1917, las luchas implacables entre la patronal catalana y los trabajadores de
la CNT y, finalmente, la revolución rusa le conmovieron profundamente. Y si
bien perteneció durante unos meses al Partido Socialista y colaboró con Antonio
Fabra Rivas en las tareas de redacción de La Internacional, no
tardó en abrazar la causa del sindicalismo revolucionario. El socialismo había
nacido en Barcelona, pero no había logrado arraigar. El movimiento obrero
estaba casi enteramente controlado por la CNT y solamente el sindicalismo
revolucionario era capaz de movilizar a las grandes masas proletarias y de
defender vigorosamente los intereses de la clase trabajadora.
Los años
fecundos del sindicalismo revolucionario
En 1918, Nin dejó la Agencia Fabra y organizó el Sindicato de Profesiones
Liberales de la CNT. Su talento, su abnegación y sus cualidades morales le
situaron en la plana mayor del sindicalismo revolucionario. Fue amigo íntimo de
Salvador Seguí (1), al que siempre consideró como la personalidad más
relevante del movimiento obrero español, y colaboró estrechamente con Ángel
Pestaña, Evelio Boal, David Rey, Manuel Buenacasa, Joaquín Maurín y demás
dirigentes sindicales de aquel tiempo.
La CNT celebró su II Congreso nacional en diciembre de 1919, en
el Teatro de la Comedia de Madrid. Los representantes de más de 700.000 obreros
organizados examinaron esencialmente dos problemas: el de la unidad sindical
con la UGT y el de la adhesión a la Internacional Comunista, fundada meses
antes en Moscú. Teniendo en cuenta la situación de España y las características
de su movimiento obrero, la revolución de octubre victoriosa tuvo repercusiones
formidables en nuestro país. Entre 1917 y 1921, la solidaridad con la
revolución rusa y la cuestión de la III Internacional dominaron todos los debates
de las organizaciones obreras. Recordando esa época, Manuel Buenacasa escribió
más tarde en El movimiento obrero español: "¿Quién en España
—siendo anarquista— desdeñó el motejarse a sí mismo bolchevique?"(2).
Nin desempeñó un papel capital en el congreso de La Comedia. Defendiendo
con energía la adhesión a la III Internacional declaró: "Yo soy un
fanático de la acción, de la revolución; creo en los actos más que en las
ideologías lejanas y en las cuestiones abstractas. (...) Soy un admirador de la
revolución rusa porque ella es una realidad. (...) Soy partidario de la Tercera
Internacional porque ella es una realidad, porque por encima de las ideologías
representa un principio de acción, un principio de coexistencia de todas las
fuerzas netamente revolucionarias que aspiran a implantar el comunismo de una
manera inmediata. Por esta razón, yo, que he pertenecido al Partido Socialista
hasta el día en que éste acordó en su congreso permanecer en la II
Internacional, os anuncio a todos vosotros, compañeros de España, que sigo
siendo revolucionario; que desde el día en que el Partido Socialista Español
acordó persistir en sus normas anticuadas, me di de baja en él para luchar con
vosotros en el puro terreno de la lucha de clases"(3).
El congreso de La Comedia se pronunció por las tesis de Nin y de sus
compañeros y decidió "declarar que se adhiere provisionalmente a la
Internacional Comunista por el carácter revolucionario que la informa".
Poco después, el comité nacional de la CNT designó una delegación de tres
militantes que debía trasladarse a Moscú. Pero solamente Ángel Pestaña (4)
pudo llegar a la URSS a finales de junio de 1920, donde se pronunció por la
creación de la Internacional Sindical Roja (ISR) y firmó
el llamamiento del II Congreso de la Internacional Comunista con Lenin, Trotsky
y Bujarin.
Entre 1919 y 1921, Andreu Nin militó activamente en el seno de la CNT.
Fueron quizás, por lo menos en Cataluña, los años más duros del movimiento
sindicalista y obrero español. El fin de la Guerra Mundial había modificado la
situación económica. La burguesía ya no conseguía los locos beneficios
del período 1914-1918. La patronal catalana, acosada por un movimiento obrero
poderoso y combativo, había organizado sus Sindicatos Libres [en 1919]. Sus pistoleros, protegidos por
las autoridades civiles y militares, asesinaban a los militantes obreros más
destacados. Salvador Seguí, Evelio Boal, Canela y otros cayeron
acribillados a balazos por los pistoleros del Libre. A la muerte de Evelio
Boal, en marzo de 1921, Andreu Nin le sustituyó en la secretaría general de la
CNT. Nin y Canela fueron víctimas de un atentado. Canela fue asesinado y Nin se
salvó porque se arrojó al suelo en cuanto se dio cuenta de la presencia de los
pistoleros. Nin fue encarcelado varias veces y, como los demás dirigentes de la
CNT, tuvo que actuar frecuentemente en una clandestinidad llena de peligros. En
tan dramático período, la influencia de Nin resultó decisiva en la orientación
y en las tareas de la CNT.
En abril de 1921 se celebró clandestinamente un pleno nacional de la CNT.
Los dirigentes rusos habían invitado a la CNT a enviar una delegación al III Congreso de la Internacional Comunista
y al congreso de fundación de la Internacional Sindical Roja, organización que
debía reunir en su seno a los sindicatos revolucionarios del mundo. El pleno
aceptó las invitaciones y nombró una delegación formada por Andreu Nin, Joaquín
Maurín, Hilario Arlandis y Jesús Ibáñez. Aunque después del regreso de Pestaña
de Moscú los adversarios de la III Internacional se habían reforzado considerablemente,
la decisión del pleno fue respetada.
Maurín ha explicado que Nin y él hicieron el viaje juntos y sin pasaporte
(5). En París fueron acogidos
por Pierre Monatte, director de La Vie Ouvriere, semanario
sindicalista-comunista y una de las figuras más prestigiosas del movimiento
obrero francés (6). Monatte les facilitó el paso de la frontera
franco-alemana sin documentación. En Berlín, Maurín y Nin se pusieron en
relación con la organización anarcosindicalista alemana, dirigida por Rudolf
Rocker y Fritz Kater y con el joven escritor Theodor Plivier, famoso años más
tarde [por obras como Stalingrado]. Según Maurín, la "policía
alemana se encontraba un tanto excitada buscando a los españoles sospechosos,
con motivo de la recompensa de un millón de pesetas prometida por el gobierno
español a quien facilitara la captura de los terroristas que, en marzo de ese
año, mataron en Madrid a Eduardo Dato, presidente del Consejo de
Ministros" (7). En consecuencia, hubo que extremar las
precauciones. La embajada de la URSS preparó la documentación. Los delegados,
que pasaron como repatriados rusos, hicieron un viaje complicado:
fueron a Stettin, donde subieron a un barco alemán que los llevó hasta Reval,
en donde un tren especial les condujo a Petrogrado. De allí se trasladaron a
Moscú.
Era el verano de 1921. Los bolcheviques habían vencido en la Guerra
Civil. El Ejército Rojo, creado por Trotsky sobre la base de las milicias
obreras, había hecho frente victoriosamente a las tropas blancas y a los
intervencionistas extranjeros. Pero la situación económica era enormemente difícil.
El fracaso de la revolución alemana tras la insurrección espartaquista había
alejado la perspectiva de la revolución europea. Lenin y Trotsky lo sabían,
como lo sabían asimismo todos los que habían levantado en Europa la bandera del
bolchevismo.
Nin, Maurín, Arlandis e Ibáñez eran muy jóvenes y llegaban a Moscú
representando a una gran organización obrera, a diferencia de otros delegados,
que pesaban muy poco en sus respectivos países. Así las cosas, fueron recibidos
con simpatía y calor por los dirigentes revolucionarios rusos. El gran escritor
Víctor Serge describió en un artículo titulado "Adiós a Andreu Nin",
publicado en 1937 en una revista francesa (8), la llegada de la
delegación en estos términos: "Nin llega de Barcelona. Es joven, delgado,
con una abundante cabellera ondulada, una mirada alegre detrás de sus gafas,
una voz bien timbrada y que revela, ya, la firmeza. Nin me explica que no es
anarquista sino rigurosamente sindicalista. Ninguna utopía en su pensamiento;
su única preocupación es conquistar y organizar la producción. Nos encontramos
en el congreso, en el Kremlin, en la sala de columnas de la Casa de los
Sindicatos. Nin, su blusa blanca desabrochada en el cuello, su perfil acusado,
su cordialidad. Por la noche volvemos a encontrarnos en la habitación de
Maurín, en el Hotel Lux, para hablar de arte, del Ejército Rojo, del terror
rojo, de organización, para agitar todos los problemas. Estamos realmente en el
corazón de los grandes problemas. No se trata de palabras, se trata de vidas; las
nuestras primero, que hemos comprometido".
En un acto de homenaje a Andreu Nin que se celebró en París en 1954,
Alfred Rosmer, una de las personalidades más íntegras del movimiento obrero
francés y de la Internacional Comunista, se refirió también a la llegada a
Moscú de la delegación sindicalista española: "Uno de los episodios
reconfortantes del congreso fue precisamente la llegada de la delegación
española, formada por Andreu Nin, Maurín, Arlandis e Ibáñez. En 1920, la CNT
había estado representada por Pestaña, llegado a Moscú con un mandato de su
organización, cuyo reciente congreso había votado la adhesión a la IC y se
había pronunciado en favor de la dictadura del proletariado. Pero Pestaña
pertenecía a la categoría de dirigentes sindicalistas que estaban paralizados
por la crítica anarquista: en Moscú había sufrido la influencia de los
anarquistas rusos, que eran violentamente hostiles al régimen soviético, y se
había marchado adversario de la ISR, de la propia Internacional que deseaba y
había contribuido a fundar. La nueva delegación llegada a Moscú en junio de
1921 era de otro tipo; encarnaba a una nueva generación de sindicalistas, menos
inclinados a las discusiones interminables y mejor preparados para comprender
el sentido de la revolución de octubre. Los cuatro eran jóvenes, serios y
modestos; conquistaron enseguida la simpatía de los delegados. Las
intervenciones de Nin en el congreso llamaron mucho la atención. Apareció ya
como un jefe, si se entiende por tal a la persona capaz de tomar decisiones. El
secretario de la ISR era Lozovsky. Este comprendió enseguida el valor
excepcional de Nin. Cuando la CNT acordó finalmente no dar su adhesión a la
ISR, Lozovsky decidió incorporar a Nin al Secretariado de la Internacional.
Prácticamente, Nin se convirtió en el secretario adjunto de la ISR. Su
influencia se hizo rápidamente determinante. Era un trabajador infatigable y,
allí, tenía la posibilidad de completar su conocimiento del movimiento obrero
internacional. En el III Congreso, los delegados se quedaron maravillados al
ver a Nin presentar una comunicación en todas las lenguas habladas por los
delegados, incluso el ruso"(9).
En su ensayo Sobre el comunismo en España, Joaquín Maurín confirma las impresiones
de Víctor Serge y Alfred Rosmer: "La delegación de la CNT jugó un papel de
primer orden en el desarrollo del congreso, del que Nin fue uno de los líderes
(...). Nin, Arlandis, Ibáñez y Maurín —ninguno de ellos era comunista entonces—
estaban fundamentalmente de acuerdo y actuaban formando un team"
(10). La delegación solicitó la libertad de los anarquistas rusos
detenidos al jefe de la Cheka (Dzerzhinsky) y al propio Lenin. Los delegados
tuvieron entrevistas y discusiones con Lenin, Trotsky, Zinoviev, Kamenev,
Radek, Rikov y otros dirigentes bolcheviques. Maurín, Arlandis e Ibáñez
regresaron a España. En un pleno de la CNT celebrado en Lérida, en octubre de
1921, Maurín dio cuenta de la gestión de la delegación en Moscú y su informe
fue aprobado por unanimidad. Pero en junio de 1922, la conferencia de la CNT
que se reunió en Zaragoza decidió, bajo la influencia de los anarquistas, la
ruptura con la Internacional Sindical Roja. Nin salió para España en
septiembre, pero fue detenido en Berlín a petición del gobierno de Madrid, que
quería implicarle en la causa que se seguía por el asesinato de Dato, en el que
no había tenido participación alguna. La demanda de extradición fue denegada
por el gobierno alemán y Nin recobró la libertad en enero de 1922. Una vez
libre, se trasladó a Moscú para proseguir su labor en la secretaría de la
Internacional Sindical Roja.
Nin en la
URSS y en la Internacional Comunista
Andreu Nin vivió en Moscú cerca de nueve años, desde el verano de 1921 hasta
1930. Según Rosmer testimonio de valor indiscutible, esos nueve años fueron de
una gran importancia para su formación personal. Su vida de entonces estuvo
estrechamente ligada a la de la Internacional Sindical Roja. Por eso, quizás
convenga citar de nuevo a Rosmer para decir, sobre todo hoy, que la ISR no fue
"una máquina de guerra impuesta por Moscú para provocar escisiones en el
seno de las organizaciones sindicales del mundo, contrariamente a lo que se
dice con frecuencia. Respondía a una necesidad esencial, al deseo profundo de
los trabajadores en todos los países. Al igual que la Internacional Socialista,
la Federación Sindical Internacional se había hundido en 1914. Los dirigentes
de sus secciones se habían ligado de tal modo a la política de guerra de sus
gobiernos que el resentimiento de que fueron víctimas alcanzó a la propia
organización sindical. Era —decían ciertos militantes— una forma de
organización superada. Había que preparar otra. Como se sabe, Lenin no
compartía este criterio. Nosotros, los sindicalistas revolucionarios, tampoco.
A nuestro modo de ver, no había que abandonar los sindicatos, dejándolos a
merced de los dirigentes reformistas, sino arrancar su dirección a estos
últimos mediante una lucha diaria, por los medios que ofrecía la democracia
sindical. En 1920 estábamos seguros de nosotros mismos, llenos de confianza y
de fe. Los sindicalistas revolucionarios de España y de Italia habían votado
sin reservas la adhesión a la III Internacional y allí en donde los jefes
reformistas habían logrado mantenerse, minorías decididas y crecientes
permitían vislumbrar la formación próxima de una potente y auténtica
Internacional Sindical, mediante la reunión de todas las fuerzas nuevas
alrededor del Consejo Provisional creado en Moscú en junio de 1920" (11).
Basándose en su experiencia en la CNT, Nin tenía el mismo punto de vista.
Todos los testimonios que hemos podido recoger —incluyendo el del propio Nin
durante la revolución española— confirman que se consagró, con el entusiasmo
que solía poner en todo, a su labor en la Internacional Sindical Roja. Sus
excelentes relaciones con Salomon Lozovsky y con MijaiI Tomsky, secretario de
los Sindicatos Rusos, así como con Lenin, Trotsky, Bujarin y Zinoviev, le
facilitaron considerablemente su labor. Las colecciones de las revistas La
Internacional Sindical Roja, La Internacional Comunista y La
Correspondencia Internacional de aquellos años dan una idea del
inmenso trabajo que realizó Nin. En efecto, en esas revistas pueden encontrarse
excelentes trabajos magníficamente documentados, sobre los temas más diversos:
"La I Internacional en España", "La lucha por la unidad de los
países latinos", "La crisis económica y el movimiento sindical",
"Las cuestiones de organización en el movimiento sindical francés",
"La huelga de los mineros ingleses (1926)", etc. Por lo demás, Nin
publicó varios folletos sobre problemas sindicales en francés, alemán y ruso.
Era la época privilegiada y gloriosa de la libertad creadora. No había
llegado todavía la era de los funcionarios y de los burócratas. Las discusiones
eran libres y las luchas de tendencias se desarrollaban en un clima de
camaradería y de respeto mutuo. Según Rosmer, la actividad de Nin en la ISR se
desenvolvió sin dificultades hasta 1924. Luego —citamos una vez más a Rosmer—
"la bolchevización (12) impuesta por Zinoviev tuvo
repercusiones en la ISR, pero ésta pudo preservarse de aquélla durante un
cierto tiempo. Más las cosas empeoraron al cabo de poco tiempo. Los hombres que
Zinoviev había colocado en los lugares responsables eran ignorantes que sólo se
distinguían por su servilismo. Entonces, Nin desplegó una intensa actividad e
hizo viajes frecuentes a Italia, a Alemania, en donde fue detenido. Cuando
Stalin se convirtió en dictador absoluto la actividad de Nin se hizo cada vez
más difícil, ya que nuestro llorado camarada se incorporó a la Oposición. Le
apartaron progresivamente del trabajo activo. Sin embargo, Lozovsky, no vaciló
nunca en consultarle, en examinar con él los problemas del momento" (13).
Tanto en los buenos tiempos como en las horas difíciles, Nin no limitó
sus actividades a la tarea en la Internacional Sindical Roja. Siguió siempre
con interés y pasión los acontecimientos en España. Colaboró regularmente
en Lucha Social de Lérida y en La Batalla de
Barcelona, periódicos fundados por Maurín y Bonet y órganos de los Comités
Sindicalistas Revolucionarios, que mantenían enhiesta la bandera de la
revolución rusa y de la III Internacional. Durante varios años, en Moscú, su
hogar estuvo abierto a todos los representantes comunistas y en general a todos
los visitantes españoles. Entre ellos, desde ese monumento de versatilidad que
se llama Josep Pla, hasta Francesc Maciá (14) y José Bullejos,
secretario general del Partido Comunista de España durante varios años. A todos
les sirvió de intérprete y de intermediario eficaz cerca del gobierno soviético
y de la Internacional Comunista.
Josep Pla hizo un viaje a la URSS en 1924. En Moscú tuvo largas
conversaciones con Nin, que, naturalmente, el escritor ampurdanés describió a
su manera en su tercera serie de Homenots, publicada en 1958, es
decir, cuando la sumisión al franquismo no permitía aún hacer pinitos liberales.
La verdad es que Josep Pla fue muy influido por Nin y que los artículos que
publicó a su retorno de Rusia en La Publicitat de Barcelona,
recogidos más tarde en un libro, eran muy favorables a la URSS y contribuyeron
a que muchos jóvenes de Cataluña se orientaran hacia el comunismo. Podemos
asegurar que los presos políticos que se encontraban en la cárcel de Barcelona
los leían con avidez, sorprendidos y entusiasmados. Poco después, Pla consagró
un libro a hacer el panegírico de Cambó (15), el líder de la burguesía
catalana...
En 1925, el grupo catalanista emigrado que dirigía en Francia Francesc
Maciá decidió reclamar el concurso de la Internacional Comunista y del gobierno
soviético para provocar un movimiento revolucionario que terminara con la
dictadura de Primo de Rivera y la Monarquía de Alfonso XIII. La delegación del
Partido Comunista Español en París organizó el viaje. Maciá llegó a Moscú el 24
de octubre de 1925, donde permaneció hasta el 28 de noviembre. Una vez más, Nin
actuó como intérprete e intermediario del jefe catalanista. Nin organizó la
entrevista con Zinoviev, por aquel entonces jefe del gobierno de la URSS, y
preparó otra con Trotsky, que no llegó a celebrarse porque el fundador del
Ejército Rojo se encontraba fuera de la capital. Maciá solicitó una ayuda
inmediata para preparar una acción como la que tuvo lugar poco tiempo después
en Prats de Molló. Los dirigentes de la Internacional Comunista manifestaron su
simpatía por la causa de Cataluña, pero propusieron una acción política precedida
de una gran campaña de propaganda. Maciá se marchó de Moscú bastante
disgustado, pero encantado con Nin, que se había desvivido para facilitar sus
gestiones.
A principios de 1925, el Partido Comunista de España estaba prácticamente
desarticulado. Sus principales dirigentes se encontraban en la cárcel y la
organización había sido reducida a la impotencia por la represión de la
dictadura de Primo de Rivera. En esas condiciones, los presos de la cárcel de
Barcelona solicitaron que se constituyera una dirección en París con el objeto
de reorganizar el partido. La Internacional Comunista confió la tarea a Andreu
Nin, quien se trasladó a París, donde fue detenido, condenado a un mes de
prisión y expulsado de Francia. Nin realizó otras misiones de esta naturaleza.
En enero de 1924, el mismo día de la muerte de Lenin, se encontraba en Roma,
reunido con el comité central del Partido Comunista de Italia, en calidad de
delegado especial del comité ejecutivo de la Internacional Comunista. Sobre él
recayó también la tarea de organizar la primera conferencia sindical
latinoamericana.
Todos los que le conocieron en aquellos tiempos comprobaron que Nin se
había adaptado perfectamente a la vida de Rusia. Casado con una joven militante
rusa, Olga, Nin había tenido dos hijas, Ira y Nora, hablaba y escribía la
lengua del país, admiraba los grandes clásicos y los estudiaba a fondo, en sus
raros períodos de descanso, con la intención de traducirlos al catalán y al
castellano. Y, por encima de todo, estaba literalmente enamorado del pueblo
ruso, y elogiaba sin cesar su espontaneidad, su humanidad, su sencillez y su
entusiasmo revolucionario. Los bailes, la música, las canciones, la poesía
popular le conmovían fuertemente. Y en todas estas cualidades y aspectos creía
encontrar ciertos rasgos de los pueblos de Cataluña y España. Internacionalista
intransigente y apasionado, Nin se rebelaba contra el cosmopolitismo de
los snobs revolucionarios. Su estancia y su labor en la URSS y en
el movimiento comunista internacional las concibió siempre como una
contribución a la causa de la revolución mundial, de la emancipación de la
clase obrera, pero sabía que sus raíces estaban en Cataluña, en España, y en el
fondo, se preparaba para desempeñar su papel en la futura revolución española.
Cuando se abrió la lucha de tendencias en el Partido Comunista de la
URSS, Nin se colocó sin vacilaciones al lado de la Oposición. Como escribió
Víctor Serge, era de los que reclamaban en el Partido bolchevique el derecho a
pensar, a hablar, y una reforma capital del régimen, con el objeto de
restablecer la democracia obrera (16). Una gran parte de los
funcionarios se inclinaron ante los poderosos del momento. Como en tantas otras
circunstancias de su vida, Nin escogió la vía difícil e ingrata de la resistencia
a la burocratización y a la opresión. Él, que tenía el orgullo de haber sido
uno de los primeros que habían levantado en España la bandera de Octubre, ligó
su suerte a los que se oponían a la tesis antimarxista del "socialismo en
un solo país (17)" y combatían por mantener el espíritu auténtico
del bolchevismo.
Miembro del Partido Comunista de la URSS, diputado del Soviet de Moscú,
dirigente de la ISR, Nin aprobó la Plataforma de la Oposición y participó en
casi todas las actividades de esta última, y en particular en la gran
manifestación de 1927. En 1926, cuando la Oposición creó una Comisión
Internacional para defender sus ideas en el mundo entero, Nin ocupó un puesto
dirigente en ella, junto con Radek, Kapitonov, Serge y Stepanov (futuro agente de
Stalin en España). Al iniciarse las exclusiones, las depuraciones y las
deportaciones, Nin fue eliminado del Secretariado de la ISR y sometido a
estrecha vigilancia en el Hotel Lux de Moscú. Según Víctor Serge y Rosmer, su
calidad de español y su prestigio en el movimiento comunista internacional le
salvaron de la deportación. Stalin no se atrevía todavía a perseguir a los
militantes extranjeros.
Víctor Serge ha relatado en sus Memorias de un revolucionario que Nin no perdió su buen humor
y sus esperanzas en los momentos más sombríos. En plena represión,
"enviaba paquetes a los perseguidos, acumulaba fichas sobre Marx, traducía
a Pilniak al catalán..."(18). Rosmer ha dicho que "en las
vacaciones forzosas que le impusieron, Nin prosiguió sus estudios y sus
trabajos, en particular un libro de respuesta a una obra de Cambó, dirigente de
la burguesía catalana sobre las dictaduras. España vivía entonces
bajo la dictadura de Primo de Rivera (19). Esta dictadura era frágil. ¿Cuándo y
cómo caería? Tal era la cuestión que se planteaba Cambó, quien temía que el
movimiento de masas que iba a barrer a la dictadura se encaminara hacia la
revolución socialista. Para contestar a Cambó, Nin escribió Las dictaduras de nuestro tiempo. El
prefacio de la edición catalana de dicha obra llevaba la fecha siguiente:
Moscú, marzo de 1930 (20). Pero la traducción castellana
apareció con un prólogo a esa edición fechado el 16 de octubre de 1930 (21).
En el intervalo de esas fechas Nin se había visto obligado a salir de
Rusia. El año de 1930 fue el año del gran viraje estaliniano, el año en que
Stalin comenzó a desembarazarse de los derechistas (22)
que le habían apoyado hasta entonces. Desde 1929, Nin pensaba que su tarea en
la URSS había concluido y que su puesto estaba en España, donde se iniciaba un
nuevo proceso revolucionario. En consecuencia, pidió que se le autorizara a
trasladarse a su país. Los burócratas dieron largas al asunto. Nin se
impacientaba y pidió consejo a Víctor Serge. El autor de El nacimiento
de nuestra fuerza (23), que había vivido en Barcelona durante
la Primera Guerra Mundial trabajando con Salvador Seguí, compartía las
esperanzas y la desesperación de Nin. En el curso de una visita a Serge, en
Leningrado, Nin tomó su decisión de enviar una carta al comité central escrita
en tal tono que no tendrían más remedio que meterle en la cárcel o dejarle
salir de allí (24). El comité central optó por expulsarlo de la URSS,
pero no autorizó la salida de su mujer y de sus hijas. En vista de ello, Olga
Nin escribió una carta a Lozovsky amenazando con matarse si no la dejaban
partir con su marido.
Los burócratas terminaron por ceder. Nin y su familia cruzaron la
frontera rusa y llegaron a París, sin dinero, naturalmente, donde fueron
acogidos por sus amigos franceses. Pero no se detuvieron mucho tiempo en la
capital de Francia. Unas semanas antes, en Leningrado, Nin había dicho a Víctor
Serge: "La revolución española será terriblemente complicada" (25).
Por eso mismo, Nin tenía prisa en llegar a su Barcelona proletaria.
El
retorno a España y el período de la República
Andreu Nin llegó a Barcelona en octubre de 1930, un mes antes de la
primera huelga general organizada por la CNT (prodigiosamente reconstituida) y
dos meses antes de la insurrección de Jaca y la huelga general de diciembre (26).
La dictadura de Primo de Rivera había sido barrida el 28 de enero. El gobierno
del general Berenguer intentaba salvar a la monarquía del desastre (27).
La revolución española había comenzado. Globalmente, el movimiento obrero
reaparecía con una pujanza y un dinamismo extraordinarios.
Nin tenía 38 años y estaba en plena madurez intelectual. Llegaba provisto
de una vasta cultura y de una rica experiencia del movimiento obrero
internacional. Pero se le planteaban dos graves problemas: ganarse la vida e
insertarse en el movimiento obrero español. El primero lo resolvió como pudo,
iniciando una agotadora labor de traducción de los clásicos rusos al catalán y
al castellano. Por suerte, la traducción de las obras de León Trotsky y el
prestigio que le dio enseguida la publicación de Las dictaduras de
nuestro tiempo constituyeron para él un gran alivio y le abrieron las
puertas de varias editoriales importantes. El segundo se revela sumamente
complicado. Nin mantenía estrecha relación con Trotsky y pertenecía a la
dirección de la Oposición de Izquierda. Pero en España las cosas no eran nada
simples. En una carta a Trotsky, que se encontraba entonces en Prinkipo
(Turquía), Nin escribía refiriéndose al movimiento comunista: "Tenemos
actualmente: 1) el partido oficial [comunista], que no tiene fuerza efectiva
alguna y cuya autoridad entre las masas es nula; 2) las federaciones comunistas
de Cataluña y de Valencia que han sido excluidas del Partido y que, en realidad,
con los grupos más influyentes de Asturias y de otros lugares, constituyen de
hecho un partido independiente; 3) el Partido Comunista catalán, que tiene un
buen equipo dirigente y cuenta con una cierta influencia entre los obreros del
puerto de Barcelona y domina el movimiento obrero de Lérida; 4) la Oposición de
Izquierda, que en Cataluña no tiene ninguna fuerza" (28).
Durante los primeros meses, Nin mantuvo excelentes relaciones con Joaquín
Maurín, su camarada y amigo desde 1918, y con la Federación Comunista
Catalano-Balear. En su correspondencia con Trotsky asumió la defensa de Maurín
presentándolo como "un camarada muy inteligente y sobre todo muy
honesto" (29), con ideas próximas a las de la Oposición de
Izquierda. En enero de 1931, Nin se planteaba el problema de ingresar en la
Federación Catalana y escribía a Trotsky que "Andrade y Lacroix, los
mejores elementos que tenemos en España, comparten mi punto de vista" (30). Después
de una conferencia muy sonada de Nin en el Ateneo Enciclopédico de Barcelona,
la Federación Catalana le invitó a incorporarse a sus filas, en mayo de 1931,
poco después de la proclamación de la República. Pero cuando Nin se disponía a
responder positivamente, recibió a su regreso de un viaje a Madrid y Asturias,
una comunicación que le produjo una extraordinaria sorpresa. Nin contestó en
estos términos: "Vuestra respuesta evasiva demuestra que mis sinceros
deseos de contribuir a la indispensable unificación de las fuerzas comunistas
no han encontrado en vosotros el eco que merecían". Luego, tras la
publicación de la plataforma del Bloque Obrero y Campesino, organización de
masas animada por la Federación Catalana, y la conferencia de Maurín en el Ateneo
de Madrid, seguida de otra en que Nin polemizó con el dirigente del BOC, las
relaciones se rompieron. Las conferencias del Ateneo de Madrid, que era
entonces el principal foro político de España, demostraron ante el país que
Nin, autor de Las dictaduras de nuestro tiempo, y Maurín, autor
de Los hombres de la dictadura (31), eran los dos
elementos más valiosos del movimiento comunista en España. Pero,
desgraciadamente, iban a marchar por caminos separados hasta la creación de la
Alianza Obrera.
Sin abandonar sus trabajos literarios, Nin se consagró a la organización
de la Izquierda Comunista, sección española de la Oposición de Izquierda
Internacional (trotskista). La Izquierda Comunista era una pequeña organización
de valiosos cuadros, que comenzó a publicar en junio de 1931 una revista
teórica importante, Comunismo, la cual alcanzó bastante prestigio.
Más tarde, lanzó un semanario, El Soviet, dirigido por Nin.
En Comunismo y en las ediciones del semanario aparecieron una
buena parte de los ensayos políticos que Nin escribió entre 1931 y 1934. La
Izquierda Comunista, de acuerdo con la estrategia general de la Oposición
Internacional, se fijaba como objetivo la reforma de la Internacional y de los
partidos comunistas. Esta estrategia dificultó su progresión y su desarrollo.
Por lo demás, al militar en una pequeña organización, Nin (junto con sus
camaradas) no pudo desempeñar durante varios años el papel que le correspondía.
Aparte de la actividad política militante, Nin pronunció numerosas
conferencias en los Ateneos obreros de Asturias y en los Ateneos obreros y
populares de Cataluña. Sus espléndidos cursos de Economía Política y de
Historia del Movimiento Obrero en el Ateneo Enciclopédico de Barcelona
contribuyeron eficazmente a la formación marxista de la joven generación de la
época. Desgraciadamente, no fueron taquigrafiados, y sólo los recordamos los
que tuvimos la suerte de seguirlos. Nin alternó esta actividad con la redacción
de numerosas obras y folletos: El proletariado español ante la revolución (32), Las
organizaciones obreras internacionales (33), Los Soviets: su origen, desarrollo y funciones (34), Manchuria y el imperialismo (35), Reacción y Revolución(36), Els
moviments d'emancipació nacional (37). Al mismo tiempo, publicó
importantes ensayos políticos en Leviatán, revista socialista
dirigida por Luis Araquistain, y en la prensa de la Oposición de Izquierda
Internacional y redactó prefacios para varios libros, como La situación
real de Rusia (38), de León Trotsky y Crítica del
Sindicalismo (39), de Plejanov. Además, tradujo directamente
del ruso al castellano numerosos artículos y libros de Trotsky, en particular
la monumental Historia de la Revolución Rusa (40).
El análisis de las obras políticas de Nin, que habrá que recoger un día
para ilustración de la joven generación revolucionaria, nos llevaría demasiado
lejos. Nos limitaremos, pues, a lo que nos parece más importante. Las dos obras
fundamentales de Nin son, evidentemente, Les dictadures dels nostres dies y Els
moviments d'emancipació nacional. Ambas fueron escritas en catalán, cosa
que merece ser subrayada puesto que la literatura marxista en dicho idioma es
limitadísima. Les dictadures dels nostres dies es un análisis del fascismo y de las
formas de dominación del capitalismo contemporáneo y, en su tiempo, constituyó
una réplica marxista contundente a Les Dictadures, libro de
Francesc Cambó. El escritor francés Daniel Guerin ha explicado recientemente
que se inspiró en la versión francesa de la obra de Nin, realizada por Pierre
Naville y todavía inédita, para preparar su popular libro Fascismo y
gran capital. Els moviments d'emancipació nacional es un libro, único en su género, en el que
se estudian y critican las distintas posiciones de los clásicos del marxismo y
de las principales corrientes del movimiento obrero ante el espinoso problema
de las nacionalidades. Nin lo escribió en Barcelona entre agosto y octubre de
1934, y fue publicado por vez primera por las Ediciones Proa en 1935 (41).
El autor se proponía escribir un segundo volumen en el que pensaba hacer un estudio
completo de la cuestión de las nacionalidades en España. La Guerra Civil
impidió que este proyecto se realizara y nos privó de una obra que tendría hoy
un valor inapreciable. Tampoco pudo escribir Nin un libro sobre el que
reflexionó durante mucho tiempo y para el cual acumuló numerosos materiales: la
biografía de Salvador Seguí, en la que se proponía mostrar la importancia
del Noi del Sucre en el movimiento sindicalista de los años
veinte.
La actividad propiamente literaria de Andreu Nin se concentró en la
traducción al catalán y al castellano de los grandes clásicos rusos, por los
que sentía una verdadera devoción. También le faltó tiempo para llevar a cabo
sus ambiciosos proyectos en este dominio. Sin embargo, pudo traducir varias
obras de Tolstoi, Dostoievsky, Turgueniev y Chejov. Cuando se produjo la
insurrección militar-fascista tenía un contrato con la editorial Aguilar para
traducir al castellano las obras cumbre de la literatura rusa. Sus traducciones
al catalán (algunas de ellas reeditadas estos últimos años en Barcelona) son
auténticas creaciones y quedarán como verdaderos modelos en la literatura
catalana. Hasta Josep Pla se ha visto obligado a reconocer, como tantos otros,
que "Nin te una plaça molt distinguida en el moviment literari del nostre
pais" y que sus traducciones de Tolstoi y Dostoievsky "son les
millors que d'aquests autors s'han produit en un idioma d'arrel no eslava, en
aquest cas en un idioma llatí". Pero Nin no se conformaba con su labor de
traductor de calidad y preparaba varios ensayos de crítica literaria sobre
Chejov, Turgueniev, Tolstoi y otros grandes escritores rusos. Las imperiosas
exigencias de la vida política en el movimiento obrero no le permitieron dar
cima a tan interesante tarea.
El nacimiento de la Alianza Obrera en enero de 1934 abrió una nueva fase
en la vida de Andreu Nin. Desde antes de la victoria del fascismo en Alemania,
la Izquierda Comunista y el Bloque Obrero y Campesino habían combatido
enérgicamente la política de Stalin que consistía entonces en proclamar que la
socialdemocracia y el fascismo eran hermanos gemelos, rechazando
así el frente único obrero contra Hitler y sus epígonos. Después de la
capitulación sin lucha del movimiento obrero alemán, en pleno bienio
negro, con todas las amenazas que suponía la coalición Lerroux-Gil Robles,
surgió en Cataluña un gran movimiento unitario inspirado por el Bloque Obrero y
Campesino. Este movimiento cristalizó en la Alianza Obrera, formada por la UGT
(Vila Cuenca), la Unió Socialista de Catalunya (Martínez Cuenca), la Izquierda
Comunista (Andreu Nin), el Bloque Obrero y Campesino (Joaquín Maurín), el
Partido Socialista Obrero Español (Rafael Vidiella), los Sindicatos de
Oposición de la CNT (Angel Pestaña), la Federación de Sindicatos excluidos de
la CNT (Pedro Bonet) y la Unió de Rabassaires (J. Calvet).
A partir de entonces, Nin encontró un marco de trabajo y de acción en
consonancia con su talento y su dinamismo. La Alianza Obrera, en la que no
figuraba ni la CNT ni el insignificante Partido Comunista, organizó una gran
campaña de agitación y de propaganda. Nin tuvo la posibilidad de dirigirse a
millares de trabajadores y de hacer valer sus posiciones y sus ideas. La tesis
del frente único obrero caló hondo en todo el país. El ejemplo de Cataluña fue
seguido en Asturias, arrastrando a la propia CNT, en Valencia y, finalmente, en
Madrid. Por lo demás, el trabajo en común en la Alianza Obrera limó las
diferencias entre el Bloque Obrero y Campesino y la Izquierda Comunista y
planteó el problema de la unificación de los marxistas revolucionarios en
términos concretos.
Cuando la amenaza fascista se precisó, el movimiento obrero organizó la
respuesta: la revolución de octubre de 1934. En la histórica conferencia de las
organizaciones catalanas de la Alianza Obrera que se celebró en el Centro de
Dependientes de Barcelona el 4 de octubre, Maurín y Nin, que por cierto
polemizaron sobre las consignas que debían lanzarse, aparecieron como los
dirigentes indiscutibles del movimiento obrero. La Alianza Obrera organizó grandes
manifestaciones y promovió la huelga general en toda Cataluña. El movimiento
fracasó porque la Generalitat capituló sin resistencia y porque la CNT no quiso
movilizar sus fuerzas. Nin estuvo al frente de las manifestaciones y los
militantes del Bloque Obrero y Campesino y de la Izquierda Comunista animaron
la última resistencia armada en los alrededores de Barcelona. Después del
fracaso del movimiento, Nin tuvo que sumirse en la clandestinidad, en la que
dirigió el periódico clandestino L´Estrella Roja.
La lección fundamental del fracaso de Octubre no ofrecía dudas. Nin la
resumió así en un artículo de L´Estrella Roja: "Le ha faltado al ejército revolucionario un Estado Mayor con
jefes capaces, estudiosos y experimentados. Sin partido revolucionario no hay
revolución triunfante" (42). A partir de ese
momento, Nin consagró todas sus energías a la formación de dicho partido. En el
curso de las discusiones que se entablaron en la Alianza Obrera surgieron dos
posiciones. Unos eran partidarios de crear una fuerza reducida a Cataluña sobre
la base de una plataforma híbrida (y en primer lugar el pequeño Partido
Comunista); otros, Nin entre ellos, preconizaban la fusión de los marxistas
revolucionarios en un partido de tipo peninsular: el Bloque Obrero y Campesino
y la Izquierda Comunista. Tras un largo período de discusión y de trabajo en
común, estas dos organizaciones se fusionaron y crearon el Partido Obrero de
Unificación Marxista (POUM). El congreso de unificación se
celebró en Barcelona en septiembre de 1935. Nin y Maurín redactaron las tesis
del nuevo partido y escribieron el folleto Qué es y qué quiere el Partido Obrero de Unificación Marxista (43), en el que se popularizaban las
posiciones fundamentales de la nueva formación política.
El POUM no se presentó como una cristalización definitiva, sino como el
primer esfuerzo coherente hacia la creación del gran partido de la revolución.
En sus filas volvieron a encontrarse, en virtud de la lógica que supone siempre
la consecuencia, los que habían introducido el marxismo en Cataluña y los
principales fundadores del comunismo en España, Joaquín Maurín y Andreu Nin,
Juan Andrade y Luis Portela, Julián Gorkin y Luis García Palacios, Pedro Bonet
y David Rey. Como es natural, esto dio un gran prestigio al nuevo partido,
nacional e internacionalmente. Por otra parte, como los marxistas
revolucionarios estaban divididos en múltiples tendencias y fracciones en
Europa y América, el POUM surgió como un ejemplo de cohesión.
A este respecto, es necesario decir que la unificación fue facilitada y
estimulada por la ruptura de la Izquierda Comunista con la Liga Comunista
Internacionalista dirigida por León Trotsky. El movimiento trotskista
internacional estaba en plena crisis. Como su influencia era mínima en el
movimiento obrero real, Trotsky preconizaba el ingreso en los partidos
socialistas, con el objeto de radicalizar sus tendencias de izquierda e influir
más eficazmente a las masas trabajadoras. En el número de Comunismo de
septiembre de 1934, Nin y sus camaradas declararon: "La garantía del
futuro reside en el frente único, pero también en la independencia orgánica de
la vanguardia del proletariado. De ninguna manera, por un utilitarismo
circunstancial, podemos fundirnos en un conglomerado amorfo, llamado a romperse
al primer contacto con la realidad. Por triste y penoso que nos resulte,
estamos dispuestos a mantenemos en estas posiciones de principio que hemos
aprendido de nuestro jefe, aun a riesgo de tener que andar parte de nuestro
camino hacia el triunfo separados de él."
En realidad, Nin y la Izquierda Comunista habían tenido diversos
conflictos políticos y orgánicos con Trotsky y la Oposición Internacional. El
viraje trotskista de 1934 hacia la socialdemocracia, agravó las divergencias.
Para Nin y sus compañeros, no podía tratarse de ingresar como fracción en el
Partido Socialista. El único camino factible y eficaz era la fusión con el
Bloque Obrero y Campesino, la otra tendencia marxista revolucionaria, con el
objeto de crear un polo solvente y con raíces en la clase trabajadora. La
experiencia inmediata confirmó que su posición era justa. El POUM fue enseguida
el primer partido obrero en Cataluña y, sobre la base de los núcleos que
poseían las dos organizaciones, progresó rápidamente en Levante, Extremadura,
Asturias, Galicia, Vizcaya y Madrid. Y aunque no dispuso de mucho tiempo para
implantarse sólidamente en ciertos lugares de España, conquistó un puesto
indiscutible en el movimiento obrero español.
El POUM se diferenció inmediatamente de todas las otras fuerzas obreras con
posiciones teóricas y políticas sumamente claras. Para él, el año 1936 era
"el año crucial" (44). La revolución española era una
revolución de tipo democrático-socialista. El dilema era tajante: socialismo o
fascismo. La clase trabajadora tenía que tomar el poder y no podía hacerlo
pacíficamente, sino por medio de la insurrección armada. La revolución exigía
la unidad de la clase trabajadora, es decir, la Alianza Obrera, que había hecho
sus pruebas en 1934 en Asturias. España tenía que estructurarse bajo la forma
de una Unión Ibérica de Repúblicas Socialistas. Ante el fracaso de las
Internacionales existentes, había que ir hacia la unidad socialista
revolucionaria mundial sobre nuevas bases.
Andreu Nin, que aportó una contribución notable a la elaboración de la
política del partido, fue designado director de La Nueva Era, la revista teórica del
POUM, y ocupó un puesto destacado en el comité ejecutivo de éste. Más tarde,
cuando los sindicatos de Lérida, Tarragona y Gerona excluidos de la CNT por
estar dirigidos por militantes poumistas, y otros sindicatos autónomos, se
fusionaron en la Federación Obrera de Unidad Sindical (FOUS), Nin fue elegido
secretario general de esta nueva organización. El antiguo secretario general de
la CNT y dirigente de la Internacional Sindical Roja volvió a sus actividades
de líder sindicalista, para las que estaba mejor preparado que nadie. La FOUS
no fue una maniobra de escisión sindical, como pretendieron algunos entonces.
En primer lugar federó a centenares de sindicatos dispersos, que no tenían
sitio en la CNT o la UGT, Y además su perspectiva era la unificación de todas
las organizaciones en una sola central sindical (45). Durante el año
1935 y los primeros meses de 1936, Nin, absorbido por sus responsabilidades
políticas y sindicales, se vio obligado a abandonar casi completamente sus
trabajos literarios.
A comienzos de 1936, la ofensiva frentepopulista iniciada por Moscú y los
estalinistas redujo considerablemente el papel de las Alianzas Obreras. Los
socialistas fueron cediendo a la corriente, y al convocarse las elecciones del
16 de febrero, establecieron un bloque electoral con los partidos republicanos (46).
El POUM mantuvo la tesis del frente obrero. Pero en vísperas de la campaña
electoral se encontró ante la disyuntiva de incorporarse al bloque electoral
que enarbolaba la bandera de la liberación de los 30.000 presos (resultado de
la represión de la revolución de octubre de 1934) o separarse del movimiento de
masas y romper con las demás organizaciones obreras. Optó por el primer término
de la alternativa. Enemigo del cretinismo parlamentario, y también del
cretinismo antiparlamentario, el POUM concibió su participación en la campaña
electoral como un medio de llevar a cabo su propaganda revolucionaria entre las
masas trabajadoras. "Esta posición es justa —se había dicho en Qué
es y qué quiere el POUM—. Lenin aceptaba los pactos circunstanciales con la
burguesía radical. Pero de esta posición a la que últimamente ha puesto en
marcha la Internacional Comunista — Frente Popular— que encadena el movimiento
obrero a la burguesía, media un abismo" (47).
La Comisión Electoral de Madrid designó a Andreu Nin candidato a diputado
por Teruel, ciudad en donde el POUM no tenía influencia, y rechazó las
peticiones que se le formularon en el sentido de incluirlo en las candidaturas
de Castellón o de Asturias, lugares en los que Nin era popular y los poumistas
gozaban de fuerza y de prestigio. La comisión electoral de Cataluña hizo mil
maniobras para que solamente hubiera un diputado del POUM por Cataluña, que fue
Joaquín Maurín, elegido en Barcelona (48). Lérida, la fortaleza del
partido, no pudo tener un diputado del POUM. Estos mezquinos trucos
burocráticos impidieron que Nin representara a los trabajadores en el
Parlamento de 1936. Sin embargo, Nin participó en los grandes mítines de masas
defendiendo las posiciones revolucionarias y el programa del POUM. Luego,
en La Nueva Era explicó el sentido de las elecciones (49).
Después de la victoria electoral, el POUM dio por terminado su compromiso y
prosiguió su política con plena independencia.
La táctica del POUM fue globalmente beneficiosa y no fue criticada por
nadie, salvo por León Trotsky que, mal informado, escribió que el partido de
Nin se había incorporado al Frente Popular. Cuando fue publicado su artículo,
en el que por cierto se ignoraba toda la experiencia del bolchevismo tan
magistralmente explicada por Lenin en El izquierdismo, enfermedad
infantil del comunismo, los estalinistas llevaban a cabo una gran campaña
contra el POUM acusándolo de ser un "enemigo del Frente Popular". Nin
no contestó al desafortunado artículo de Trotsky porque los hechos se habían
encargado de hacerlo.
León Trotsky LA REVOLUCIÓN
ESPAÑOLA (1930-1939)
Publicado en mayo de 1938: Programa de Transición: La agonía del capitalismo y las
tareas de la IV Internacional
El papel
de Nin en la revolución española
Al producirse la insurrección militar-fascista, Joaquín Maurín se
encontraba en Galicia, asistiendo a un pleno del POUM que se celebró en
Santiago de Compostela. En la noche del 18 al 19 de julio, cuando el POUM
movilizó sus fuerzas para hacer frente a la agresión, Nin asumió la dirección
política del partido. En un discreto piso del Distrito V de Barcelona, tomó,
con los demás miembros de la dirección del POUM, las medidas que se imponían
para coordinar la lucha y en particular para asegurar la relación con el comité
militar, instalado en la plaza del Arco del Teatro, en la parte baja de las
Ramblas, y con los militantes que combatían en las calles de Barcelona
encabezados por José Rovira, Manuel Grossi, Germinal Vidal... Allí confluyeron
numerosas delegaciones de toda Cataluña para aportar informaciones y reclamar
armas y directivas políticas. Vencida la insurrección militar-fascista y en
ausencia de Maurín, para quien había comenzado su larga y patética odisea por
el territorio dominado por los franquistas, Nin fue designado secretario
político del POUM. Desde esos días, hasta su detención por la policía
estalinista el 16 de junio de 1937, sobre él recayeron las más altas
responsabilidades políticas.
En el movimiento obrero de Cataluña y en la política catalana en general
había muy pocos hombres que pudieran compararse con Nin. Su prestigio era muy
grande dentro y fuera del POUM. De ahí que se requiriera su concurso para las
tareas más diversas. No fue miembro del Comité de Milicias de Cataluña, el
segundo poder frente a la Generalitat superada por el proceso revolucionario,
el poder auténtico durante los primeros meses, porque el POUM quiso que se
consagrara a las tareas generales de dirección política. Pero pasó a formar
parte del Consejo de Economía de Cataluña, el organismo encargado de
estructurar la industria colectivizada y de establecer los primeros elementos
de la planificación, en el que, por cierto, desempeñó un papel de primer orden.
En un gran mitin celebrado en Valencia a comienzos de agosto, Nin declaró:
"Asistimos en España a una profunda revolución social. Yo, que he conocido
la revolución rusa, puedo deciros: nuestra revolución es más profunda que la
que conmovió a Rusia en 1917" (50). Así era, en efecto, y sobre
todo en Cataluña. Nin destacó en ese discurso y en otros pronunciados en
Barcelona y Lérida que la concepción poumista de la revolución
democrático-socialista había sido confirmada por los hechos: las masas
trabajadoras habían resuelto en "un abrir y cerrar de ojos" los
problemas pendientes de la revolución democrática (militar, religioso, agrario,
de las nacionalidades, etc.) y habían abierto simultáneamente la fase de la
revolución socialista. La teoría de la revolución
permanente esbozada por Marx en 1848 y completada por Trotsky en 1905 era
verificada una vez más por la vida. El problema del poder se convertía en la
cuestión central, especialmente en Cataluña, donde el peso y la influencia
decisivos de la CNT y el POUM y la cuestión nacional habían elevado el proceso
revolucionario a su más alto nivel.
Cuando el propio Companys, presidente de la Generalitat, reconoció que el
poder pertenecía a la clase obrera e indicó a los dirigentes anarquistas que
estaba dispuesto a retirarse, el POUM, que había establecido un poder obrero
auténtico en Lérida, donde ejercía una influencia predominante, afirmó
claramente su posición: "...es preciso, hoy más que nunca la formación de
un Gobierno obrero, es decir, integrado por representantes de todos los
partidos de clase e incluso de organizaciones sindicales (...). Es evidente que
semejante Gobierno no podría tener más que un carácter provisional,
preparatorio del nuevo estado de cosas. Un gobierno debe ser la expresión de
las amplias masas obreras, campesinas y de milicianos, que han edificado la
victoria, y que tenga por misión establecer las bases de la nueva democracia
proletaria (51)." Pero este punto de vista,
que era el de Nin, no fue aceptado por nadie. Los dirigentes de la CNT,
secundados por las demás organizaciones, se contentaron con formar al lado del
Consell de la Generalitat, el Comité de Milicias y el Consejo de Economía. Nin
y el POUM quedaron en una posición minoritaria.
Este primer retroceso tenía que determinar otros y sentar las condiciones
para el restablecimiento de los órganos del poder burgués. La dualidad de
poderes se mantuvo durante varios meses y se reflejó incluso en el primer
Consell de la Generalitat con participación obrera que se constituyó el 26 de
septiembre de 1936. Tras apasionadas discusiones, el POUM decidió participar en
dicho Consell. Sus condiciones fueron que hubiera una mayoría obrera y que se
definiese un programa socialista. La interpretación de Nin, que fue teorizada
después por Landau y Molins i Fábrega, era que el "Consejo de la
Generalidad presenta una mezcla de órganos de dualidad de poder. Pero semejante
combinación no puede ser duradera. O bien las fuerzas revolucionarias tomarán
el poder, o bien las fuerzas de las cuales el estalinismo catalán es el
portavoz desplazarán de la Generalidad a los elementos molestos del
doble poder". Se trataba, según ellos de un tipo original, no duradero, de
transición revolucionaria (52).
Andreu Nin fue nombrado consejero de Justicia. En su primera declaración
política proclamó que la lucha "no está entablada, como creen algunos,
entre democracia burguesa y fascismo, sino que el dilema está planteado entre
fascismo o socialismo" (53). Todo el mundo reconoció entonces que
Nin era la personalidad más brillante del Consejo de Cataluña.
Independientemente de sus intervenciones políticas, de sus esfuerzos para
llevar a los trabajadores anarquistas a una comprensión del problema del poder,
es decir, a la necesidad de pasar de la "fase transitoria" a un
gobierno de las organizaciones obreras, Nin extendió a toda Cataluña los
tribunales populares que el POUM había establecido ya en Lérida. Los tribunales
populares estaban formados por un representante de cada organización,
estructura más democrática que la del Consell de la Generalitat y que
garantizaba una mayoría obrera decisiva. En una declaración hecha
inmediatamente después de su constitución, Nin dijo que "la característica
esencial de su funcionamiento consiste en ser un tribunal de clase que instaurará
la justicia de la clase obrera, un tribunal verdaderamente revolucionario y de
clase" (54). Los tribunales populares terminaron con los excesos
absurdos y con las justicias particulares que se habían ejercido en los
primeros tiempos. Importa decir también que Nin se encontró frecuentemente ante
problemas de una enorme gravedad. Los tribunales, aunque operaban dando todas
las garantías, se mostraban severos y dictaban bastantes sentencias de muerte.
Nin, fue, a su vez severo, pero justo y humano. Muchos indultos de pena de
muerte fueron concedidos por intervención suya y en pleno acuerdo con Lluís
Companys.
No es posible terminar este capítulo sin indicar que Nin hizo aprobar un
decreto concediendo, por vez primera en España, la plenitud de derechos cívicos
y políticos a los jóvenes a partir de los 18 años, reivindicación de todas las
organizaciones de la juventud obrera y, en particular, de la Juventud Comunista
Ibérica. Y es preciso decir también que los discursos revolucionarios de Nin
provocaron numerosas protestas del gobierno republicano-socialista-comunista de
Valencia y de varias embajadas extranjeras. En este dominio, todas las
presiones que se ejercieron sobre él, fueron rechazadas categóricamente por
Nin. Cuando el Consell de la Generalitat recibió a Antonov-Ovseenko, cónsul de la URSS en
Barcelona, Nin pronunció un discurso en ruso y en catalán en el que afirmó la
solidaridad profunda y completa de los combatientes de julio de 1936 con la
revolución de octubre. Antonov-Ovseenko, el hombre que bajo la dirección de
Trotsky tomó el Palacio de Invierno en octubre de 1917, había militado en la
Oposición trotskista con Nin, y tras una vergonzosa capitulación, aparecía en
Barcelona como representante de Stalin. Como predijo Víctor Serge, era su
última función política. A su regreso a Moscú, fue ejecutado como tantos otros
enviados rusos a España.
En agosto de 1936, en plena efervescencia revolucionaria, llegaron a
España las primeras noticias de la nueva ola represiva que se desarrollaba en
la URSS y especialmente la del proceso y ejecución de Zinoviev, Kamenev y
Smirnov. Nadie se sintió tan afectado como Nin, que había colaborado por
espacio de varios años con las víctimas. Por iniciativa suya, el comité ejecutivo del POUM reemplazó el editorial de La
Batalla del 28 de agosto por una declaración en la
que se decía: "Somos socialistas revolucionarios, marxistas. En nombre del
socialismo y de la clase obrera revolucionaria, protestamos enérgicamente
contra el monstruoso crimen que acaba de perpetrarse en Moscú". Y añadía
que Trotsky (al que Moscú atacaba con verdadero frenesí) "es para
nosotros, al lado de Lenin, uno de los grandes jefes de la Revolución de
Octubre, y un gran escritor socialista revolucionario. Injuriado y perseguido,
le expresamos nuestra solidaridad revolucionaria, sin ocultar por eso nuestras
discrepancias con algunas de sus apreciaciones".
La enérgica y valiente declaración de solidaridad con la vieja guardia
bolchevique (nadie, ni siquiera los anarquistas, se atrevió a hacer algo
semejante) marcó el comienzo de la ofensiva estalinista contra Nin y el POUM.
Los periódicos del Partido Comunista y del PSUC justificaron los crímenes de
Stalin que Jrushov iba a denunciar veinte años después y comenzaron a propagar
toda una serie de calumnias contra los que se solidarizaban con los compañeros
de Lenin. A partir de la llegada de Antonov-Ovseenko a Barcelona, los
estalinistas reclamaron la expulsión de Nin del Consell de la Generalitat. El
principal elemento molesto del doble poder, el elemento
revolucionario, estorbaba. Como es natural, las fuerzas pequeño-burguesas se
solidarizaron con las exigencias de Stalin. Por su parte, los dirigentes de la
CNT se inclinaron ante la maniobra.
El 12 de diciembre, Nin fue excluido del Consell de la Generalitat. Unos
días después, el comité central del POUM aprobó una resolución política
redactada por Nin en la que se concluía así: "Las consignas fundamentales
del momento, pues, son: disolución del parlamento burgués. Asamblea
Constituyente de delegados de comités de fábrica, representantes campesinos y delegados
del frente. Gobierno obrero y campesino. Democracia obrera" (55).
En este sentido fue orientada toda la acción del POUM en los meses sucesivos.
En sus artículos y discursos, Nin se dirigió especialmente a los trabajadores
anarquistas, explicándoles que las fuerzas contrarrevolucionarias levantaban la
cabeza por doquier y que se imponía un frente revolucionario CNT-FAI-POUM para
modificar el rumbo de los acontecimientos y hacer frente a la presión combinada
y concordante de la política de Stalin y de las maniobras del capitalismo
inglés y francés, artífices de la política de no intervención, que,
como se sabe, dejó las manos libres a Hitler y Mussolini. Desgraciadamente,
este frente sólo cristalizó bajo una forma limitada, en el terreno de la
juventud. En febrero de 1937 se constituyó en Barcelona el Frente de la
Juventud Trabajadora Revolucionaria sobre la base de las Juventudes Libertarias
y la Juventud Comunista Ibérica, organización juvenil del POUM. Nin siguió
atentamente el acontecimiento, aconsejando y estimulando a sus jóvenes
camaradas. El Frente de la Juventud Trabajadora Revolucionaria inquietó mucho a
los estalinistas en la medida en que surgió como un modelo de lo que había que
realizar en el terreno general del movimiento obrero. La campaña de calumnias
arreció. En un gran mitin de la Juventud Comunista Ibérica celebrado en el
Price de Barcelona, Nin, después de abordar el problema de la solidaridad
revolucionaria entre las generaciones, contestó así: "El camarada Solano
os ha leído diversos fragmentos periodísticos que muestran hasta dónde se ha
llegado. Yo lamento no tener en este momento en la mano un ejemplar de la
publicación de la División Marx [del PSUC], en el que aparece
una caricatura en la cual estoy del brazo del general Franco, juntamente con un
artículo del mismo tono, donde se dice que yo no he tenido que trabajar nunca,
porque siempre he cobrado de Hitler (...). Estoy ya curtido en las luchas
políticas, y por esto no me siento enojado contra mis calumniadores: cuando se
llega a estos extremos, lo que se siente es pena por los calumniadores. Y mayor
pena todavía si se tiene en cuenta que el miserable que ha escrito esto es el
primero que no lo cree. En mi larga actuación, habré cometido errores. Pero los
canallas calumniadores, que vengan aquí a señalarme una sola deserción, una
sola traición, en mis veinticinco años de servicios a la causa de la revolución
proletaria" (56).
Los acontecimientos se precipitaron: el 25 de abril, Nin pronunció una
importante conferencia en la Sala Mozart de Barcelona sobre "El problema del poder en la revolución"
(57), conferencia que junto con las tesis políticas para el congreso del POUM,
constituye uno de sus documentos políticos más sustanciales. Unos días después,
el 3 de mayo, los estalinistas organizaron la provocación del asalto a la
Telefónica para destituir al comité obrero que controlaba las comunicaciones.
Los trabajadores tomaron las armas y cubrieron Barcelona de barricadas. La
misma noche, una delegación del comité ejecutivo del POUM se entrevistó con el
comité regional de la CNT. Nin subrayó la importancia de los acontecimientos y
reclamó una acción común inmediata. Era la hora del Frente Obrero
Revolucionario. Los dirigentes de la CNT estaban muy contentos de que los
trabajadores "hubieran enseñado los dientes" y esperaban obtener de
Companys, por la vía de la negociación, modificaciones importantes en la
composición del... Consell de la Generalitat. Nin y sus compañeros salieron de
la reunión escandalizados de la miopía y del oportunismo de los dirigentes
cenetistas. Al día siguiente, La Batalla publicó una
declaración del POUM y la JCI en la que se decía: "Las barricadas de la
libertad han vuelto a surgir en todos los lugares de la ciudad. El espíritu del
19 de julio se ha apoderado nuevamente de Barcelona. La mayoría de los pueblos
de Cataluña se han hecho eco del gesto de la capital (...). Hay que vivir
alerta con el fusil en la mano. Hay que mantener este magnífico espíritu de
resistencia y de lucha, garantía de nuestro triunfo (...). Para esto: dimisión
de Rodríguez Salas, comisario de Orden
Público y responsable directo de estas provocaciones. Anulación de los decretos
de orden público. El orden público en manos de la clase trabajadora. Frente
Obrero Revolucionario de las organizaciones que acepten el triunfo sobre el
fascismo en el frente y la victoria de la Revolución en retaguardia. Creación
de Comités de Defensa de la Revolución en todas las barriadas, en todas las
poblaciones y en todos los lugares de trabajo" (58).
Los comités de defensa de la revolución se organizaron en todas partes.
La lucha se prolongó varios días. Pero todos los esfuerzos del POUM para
estructurar los comités y resolver el problema del poder fracasaron. Los
principales dirigentes de la CNT llegaron de Valencia e invitaron a sus
militantes, por la radio, a deponer las armas incondicionalmente. Los
"Amigos de Durruti", un pequeño grupo anarcosindicalista que adoptó
posiciones parecidas a las del POUM, no fue capaz de coordinar la acción y
ofrecer una alternativa política. En tales condiciones, y teniendo en cuenta el
clima contra la Cataluña revolucionaria que estaba creando la propaganda
frentepopulista y estalinista en el resto de España, Nin y sus compañeros se
vieron obligados a dar la orden de retirada "evitando una acción
desesperada que pudiese degenerar en un putsch y tuviese como
consecuencia el aplastamiento total de la parte más avanzada del
proletariado" (Nin en el comité central del POUM) (59).
La
represión contra el POUM y el asesinato de Nin
La actitud del POUM y de Nin fue criticada después por
intelectuales diletantes e irresponsables, como el norteamericano Felix Morrow. Sin
embargo, la mayor parte de los observadores políticos revolucionarios que se
encontraban en Cataluña comprendieron que el POUM se había encontrado en una
situación bastante parecida a la de los bolcheviques durante las jornadas de
julio de 1917 en Rusia (60). En tales condiciones, no cabía proceder de
otra forma. El 12 de mayo, el comité central del POUM aprobó un documento (61), redactado por Nin, en el que se
hacía un análisis completo de las Jornadas de Mayo, se explicaba que el poder
había estado al alcance de la mano, pero que el POUM no disponía de la fuerza
suficiente para asumirlo por sí solo, contra las demás organizaciones obreras y,
concretamente, contra la CNT. La perspectiva seguía siendo la misma:
reforzamiento del partido, comités de defensa de la revolución, Frente Obrero
Revolucionario, gobierno obrero y campesino.
Como sólo el POUM asumió francamente sus responsabilidades, es lógico que
la ofensiva se dirigiera contra él. Los agentes de Stalin en España ocuparon la
vanguardia en esta operación. Sin embargo, no pudieron disolver inmediatamente
al POUM, ni llevar a cabo el tipo de represión que preparaban. Pasó más de un
mes (y los días contaban entonces mucho más que en tiempos normales) durante el
cual el POUM se preparó para la posible clandestinidad. Finalmente, el 16 de
junio, la GPU (policía rusa) descubrió un complot y detuvo a
Andreu Nin y a otros dirigentes y militantes del POUM operando a espaldas del
propio gobierno republicano. La prensa silenció los hechos el 17 de junio. El
18, los periódicos publicaron una nota de la Jefatura Superior de Policía de
Barcelona (controlada por los estalinistas) con el título siguiente: "Ha
sido descubierto en nuestra ciudad un importante servicio de espionaje."
En esa nota se decía: "Llegados de la capital de la República unos agentes
especiales, ayudados eficazmente por agentes de nuestra ciudad, han conseguido
descubrir completamente, y de una manera rapidísima, todo el extenso y complicado
engranaje de esta red de espionaje. En el curso de este importantísimo servicio
han sido practicadas un considerable número de detenciones, entre las que cabe
destacar las de un contingente peligrosísimo de ciudadanos extranjeros y
personalidades de un determinado partido político. La declaración de los
detenidos, así como la documentación hallada en los registros efectuados aquí,
ha corroborado de una manera fulminante la culpabilidad de los individuos
detenidos. Los nombres de los detenidos, como los detalles de cómo funcionaba
este servicio de espionaje, no pueden darse todavía a la publicidad, hasta que
las diligencias que la policía está practicando estén totalmente
terminadas" (62). Era una nota policiaca clásica. Se
trataba de preparar el clima para justificar la infamia y, naturalmente, salían
los extranjeros y los espías. La gente pensó lo
lógico en aquellas circunstancias, es decir, que se trataba de elementos
fascistas. La sorpresa fue mayúscula cuando el 22 de junio —¡seis días
después!— los periódicos estalinistas publicaron otra información con
los títulos siguientes: "Del servicio de espionaje descubierto estos
últimos días. Los principales complicados se hallaban en las esferas dirigentes
del POUM. Andreu Nin y otras personalidades conocidas, detenidos" (63).
La cosa estaba perfectamente clara. Los estalinistas no se atrevían a
proceder políticamente contra el POUM, ni siquiera esgrimiendo el pretexto de
las Jornadas de Mayo, y recurrían al "complot de espionaje". Era el
mismo método que se aplicaba en la URSS contra los oposicionistas y que se iba
a poner en práctica, en los años 1945-1952, en todos los países de Europa del
Este bajo el signo de la democracia popular. Lluís
Companys, Presidente de la Generalitat de Cataluña, protestó ante el gobierno
de Valencia y recibió a varias delegaciones del POUM. Zugazagoitia e Irujo,
ministros de Gobernación y de Justicia respectivamente, recibieron igualmente a
delegaciones del POUM y a Olga Nin y declararon que todo había sido tramado por
la policía rusa y sus cómplices en España. El comité nacional de la CNT y
varios dirigentes socialistas y anarquistas exigieron explicaciones. Pero la
cobardía imperante era tan grande que casi nadie se atrevía a enfrentarse con
los verdaderos conspiradores, que operaban a sus anchas, como en país
conquistado. Jesús Hernández ha referido en su libro Yo fui un ministro de Stalin (64)
que el propio José Díaz, secretario general del Partido Comunista, protestó
ante lo sucedido en una reunión de dirigentes estalinistas. Según él, los
agentes de Stalin en España, Togliatti, Codovila y Stepanov (antiguo trotskista
y amigo de Nin en Moscú) estaban al corriente de todo, y las operaciones fueron
dirigidas por el general Alexander Orlov, jefe de la NKVD rusa en España, y su
amanuense español, el coronel Antonio Ortega, Director General de Seguridad
impuesto por los comunistas.
La formidable campaña de calumnias que se desarrolló después de la
detención de Nin y sus camaradas se inspiró en un informe del Comisario General
de Policía de Madrid al Director General de Seguridad en el que se explicaba
que se había descubierto una red de espionaje en la capital dirigida por el
falangista Fernández Golfín, la cual estaba en "relación con el POUM"
(65). Las pruebas esenciales consistían en un plano milimetrado de
Madrid destinado a facilitar la acción de la artillería franquista en el que
figuraba un mensaje cifrado de Golfín al general Franco en el que se decía:
"En cumplimiento de su orden, fui yo mismo a Barcelona para entrevistarme
con el miembro directivo del POUM N." (66); y varios documentos
groseramente falsificados y atribuidos a un falangista de Gerona que trabajaba
efectivamente para el espionaje franquista. Todos estos materiales eran tan
burdos que el tribunal que juzgó a los dirigentes del POUM en 1938 los descartó
sin la menor vacilación. Sin embargo, durante muchos meses sirvieron para
alimentar la infame campaña de denigración de los estalinistas y fueron
recogidos y comentados en un libro que se publicó en varios idiomas, Espionaje
en España (67), y que fue distribuido profusa y gratuitamente
en España y en el extranjero. Ese libro pertenece a la literatura estalinista
que ya nadie recuerda y que fue enterrada después del XX Congreso del Partido
Comunista de la URSS. Sus autores no se atrevieron a descubrirse y utilizaron
el seudónimo de Max Rieger. Ahora bien, tuvieron la habilidad de
publicarlo con un prólogo del escritor católico José Bergamín (68).
La detención de Nin y de sus compañeros suscitó una gran campaña de
protesta dentro y fuera de España. En nuestro país, los militantes del POUM y
de la JCI cubrieron los muros de las ciudades con letreros que decían:
"Gobierno Negrín, ¿dónde está Nin?", interrogante que se formulaban
millares y millares de trabajadores y de soldados que combatían en los frentes.
Al cabo de unos días, los dirigentes estalinistas reaccionaron y ordenaron a su
policía que escribiera debajo de dichos letreros: "En Salamanca o en
Berlín". Nin se encontraba en una prisión particular de Alcalá de Henares,
en manos de la GPU. A comienzos de julio salió el primer periódico clandestino
del POUM, Juventud Obrera, órgano de la Juventud Comunista Ibérica,
en el que se denunciaba la represión y se reclamaba la liberación inmediata de
Nin y de todos los militantes detenidos. Poco después, La Batalla se
incorporaba a la campaña. Algunas semanas más tarde, en un mitin celebrado en
el Olimpia de Barcelona el 21 de julio, Federica Montseny, dirigente de la CNT,
reclamaba que se explicara dónde se encontraban Nin y los demás dirigentes del
POUM. Por su parte, los periódicos anarcosindicalistas, en particular los de
Madrid, exigían explicaciones al gobierno y a los dirigentes comunistas.
En el extranjero, la campaña tomó vastas proporciones. En París, se formó
un "Comité de Defensa de Nin y los presos del POUM" por iniciativa de
Víctor Serge y Marceau Pivert y con la colaboración de numerosos intelectuales
de izquierda y varias organizaciones obreras. Una delegación de dicho comité se
presentó en la embajada de España. Un diplomático prometió "garantías de
justicia" para todos los detenidos, pero cuando se planteó el caso de Nin
añadió "con un pequeño gesto desesperado" (según el testimonio de
Víctor Serge): "En cuanto a Nin...". Sus interlocutores preguntaron:
"En cuanto a Nin... ¿qué?". El secretario de embajada contestó:
"Nada, nada, no sé nada, no puedo decir nada." El aviador socialista
Edouard Serre, en aquel momento director de "Air France", que había
prestado buenos servicios a la República Española y a los rusos, más
expeditivo, se trasladó a la embajada de la URSS para pedir que se salvara a
Nin. A su regreso explicó al Comité de Defensa que el embajador, Suritz, le
había recibido muy bien y le había comprendido perfectamente. Le aconsejó:
"Redacte enseguida un breve informe, lo transmitiré" (69).
En cuanto supo la detención de Nin, Víctor Serge escribió en sus Carnets:
"He comprendido enseguida que Andrés, detenido, estaba perdido (la
psicosis de los rusos)." Evidentemente, no se trataba de psicosis, sino de
las consecuencias de una cierta experiencia de los métodos estalinistas. Nin no
era simplemente secretario político del POUM. Era también el ex-secretario
general adjunto de la Internacional Sindical Roja, el compañero y amigo de
Lenin, Trotsky, Zinoviev, el ex-dirigente de la Oposición de Izquierda rusa, el
bolchevique en una época en que los dirigentes bolcheviques eran detenidos y
asesinados en la URSS. No era pura casualidad que Nin hubiera sido detenido en
el mismo mes en que Tujachevsky y el Estado Mayor del Ejército Rojo eran
fusilados como "agentes de Hitler". El terrible presagio de Víctor
Serge iba a confirmarse muy pronto pese a que la campaña internacional se
extendía y a que varias delegaciones obreras extranjeras llegaban a España para
tratar de salvar a Nin.
Después de su detención Nin fue trasladado a Valencia y de allí a Madrid
y Alcalá de Henares. Treinta y tres años después de su muerte, no sabemos
todavía cómo fue asesinado ni dónde fue enterrado. Han circulado muchas
hipótesis sobre el particular, pero nadie ha aportado pruebas absolutamente
convincentes susceptibles de confirmarlas (70). Hasta el presente, sólo
Jesús Hernández, miembro del buró político del Partido Comunista de España y
ministro de Instrucción Pública durante la Guerra Civil, ha dado una versión
que merece ser tomada en consideración en su libro Yo fui un ministro
de Stalin. Según Hernández, "Orlov y su banda secuestraron a Nin con
el propósito de arrancarle una confesión voluntaria en la que
debería reconocer su función de espía al servicio de Franco. Expertos los
verdugos en la ciencia de quebrar a los prisioneros políticos,
en obtener espontáneas confesiones, creyeron encontrar en la
enfermiza naturaleza de Andreu Nin el material adecuado para brindar a Stalin
el éxito apetecido" (71). Pero el plan fracasó. Nin resistió increíblemente.
Las bárbaras torturas que le aplicaron no le llevaron al desplome moral y
físico de algunos de los más destacados colaboradores de Lenin (72).
Murió sin claudicar, fiel a las ideas y a las convicciones que había defendido
durante toda su vida de revolucionario.
Jesús Hernández asegura que el comandante Carlos (Vittorio
Vidali, senador comunista por Trieste [fallecido en 1983]) propuso el plan que
la GPU aplicó seguidamente: "Simular un rapto por agentes de la
Gestapo camuflados en las Brigadas Internacionales, un asalto
a la casa de Alcalá, y una nueva desaparición de Nin. Se diría
que los nazis lo habían liberado, con lo cual se demostrarían los
contactos que Nin tenía con el fascismo nacional e internacional" (73).
La verdad es que la prensa estalinista dio una versión de este tipo, versión
que nadie creyó. Hernández agrega que unos días después del crimen, los agentes
de Stalin en España (Stepanov, Togliatti, Codovila y Gerö) transmitieron un
mensaje a Moscú en el que se leía: "Asunto A.N. resuelto por procedimiento
A."(74).
Sea como fuere, lo cierto es que la resistencia de Nin a sus verdugos
desarticuló los planes de la GPU y de sus colaboradores españoles. Una confesión de
Nin habría creado una situación dramática para el POUM y sus dirigentes
encarcelados. Sobre esa base, se hubiera podido operar como en la URSS y
mostrar al mundo que en España también había traidores trotskistas y
que éstos reconocían sus crímenes. En el fondo la operación contra
Nin y el POUM era una tentativa de justificar a posteriori los
procesos de Moscú. Pero gracias al sacrificio heroico de Nin, no pudo montarse
en España un proceso de Moscú. Los dirigentes del POUM se
presentaron orgullosamente ante el tribunal, colocaron a la cabecera del
banquillo de los acusados un ramo de flores en homenaje a Nin, rechazaron
vigorosamente todas las acusaciones calumniosas del fiscal y defendieron con
energía su honor de revolucionarios. El tribunal no tuvo más remedio que
retirar las acusaciones de espionaje. La sentencia que dictó, en la
que se reconocía explícitamente la personalidad revolucionaria del POUM y de
sus dirigentes, no pudo ser publicada porque lo prohibió... la censura del
gobierno Negrín.
El asesinato de Andreu Nin y la represión contra el POUM suscitaron una
inmensa conmoción en España y en el mundo entero. Las fuerzas revolucionarias
del mundo y los escritores de izquierda más prestigiosos se solidarizaron con
las víctimas y los perseguidos. En varios países se publicaron folletos y
libros sobre el drama y entre ellos merece destacarse el Homenaje a Cataluña del
escritor inglés George Orwell. León Trotsky, que había sido particularmente
injusto en su polémica con Nin y que, a su vez, iba a sucumbir tres años
después por orden de Stalin, declaró el 8 de agosto de 1937: "Nin es un
veterano e incorruptible revolucionario. Defendía los intereses del pueblo
español y combatía a los agentes de la burocracia soviética (...). Éste es su
único crimen. Y lo pagó con su vida" (75). Marceau Pivert dijo que
Nin era "el símbolo de la Revolución Española sacrificada a los cálculos
imperialistas del Este y del Oeste" (76). En 1954, Albert Camus
escribió que "la muerte de Andreu Nin señala un viraje en la tragedia del
siglo XX, que es el siglo de la revolución traicionada" (77). El
viejo revolucionario francés Pierre Monatte nos dijo en una ocasión que estaba
convencido de que Nin sería un día uno de los "símbolos más puros del
renacimiento del socialismo en España". Ese día se acerca a pasos
agigantados.
Pocos meses antes de su asesinato, en el mitin organizado por la Juventud
Comunista Ibérica en el Price de Barcelona, Nin dijo con asombrosa lucidez:
"Porque recordamos la tradición revolucionaria del leninismo, se nos
quiere eliminar como se elimina en Moscú a la vieja guardia bolchevique. Entre
la campaña de calumnias de aquí y la campaña de calumnias de Moscú hay una
íntima ligazón. Se destruye físicamente a los bolcheviques. Se proyecta nuestra
destrucción física porque somos fieles a la revolución. Pero se engañan los que
así piensan" (78). La verdad —que para Nin era tan revolucionaria
como para Gramsci, su camarada y amigo en Moscú y en la clandestinidad
italiana— no ha triunfado todavía, pero se ha ido abriendo paso dolorosamente
en la URSS, en las democracias populares y en España. Las
fuerzas que estaban en pleno ascenso en los años treinta y cuarenta, el
fascismo y el estalinismo, han sido destruidas o se encuentran en el ocaso. La
propia dictadura franquista se descompone a ojos vista.
Andreu Nin, militante y escritor marxista, nació en Cataluña, se formó en
la URSS y en el movimiento revolucionario internacional, consagró todo su
aliento y todas sus fuerzas a la causa de la revolución española y murió en
Alcalá de Henares, firme e inflexible ante sus verdugos, que eran los de toda
una generación de combatientes intrépidos por la causa del socialismo. Cuando
murió sólo tenía 45 años. Había dedicado los mejores veinticinco años de su
vida a la clase trabajadora. Su vida, su obra y su muerte constituyen un
ejemplo de fidelidad, de dignidad y de coraje para la nueva generación
revolucionaria que se yergue por doquier contra todas las formas de explotación
y opresión.
Notas
de la Fundación Andreu Nin
1. Salvador
Seguí (1887-1923), conocido como El noi del Sucre fue
secretario nacional de la CNT y uno de los máximos exponentes del movimiento
obrero catalán del primer cuarto del siglo XX. Tuvo una destacada participación
en la huelga general de 1917 y en el conflicto de La Canadiense (1919). Unos
pistoleros de los llamados Sindicatos Libres le asesinaron en 1923.
2. Manuel
Buenacasa, El movimiento obrero español 1886-1926 (Historia y crítica),
Madrid, Ediciones Júcar, 1977, p. 50.
3. Confederación
Nacional del Trabajo, Memoria del Congreso celebrado en el Teatro de la
Comedia los días 10 al 18 de diciembre de 1919, Barcelona, Tipografía
Cosmos, 1932.
4. Angel
Pestaña (1886-1937) fue uno de los máximos dirigentes de la CNT en el período
1917-1922. Como se señala en el texto, asistió al II Congreso de la IC como
representante de la CNT y, a su regreso a España, se pronuncia en contra de su
adhesión, exponiendo sus razones en el célebre "Informe de mi estancia en
la URSS", donde sostiene que hay que educar a los trabajadores para la
libertad y no para la tiranía. Evoluciona en el seno de la CNT durante los años
veinte hacia posiciones más moderadas y críticas de las acciones violentas de
la FAI, firma en 1931 el Manifiesto de los Treinta que
ocasiona su cese como miembro del Comité Nacional de CNT y su expulsión de la
organización. Funda en 1933 el Partido Sindicalista, que formaría parte del
Frente Popular, en cuyas listas obtuvo escaño en 1936 por la provincia de Cádiz.
Durante la guerra civil fue nombrado subcomisario general de Guerra y se hizo
cargo de la Junta de Recepción y Distribución de Material de Guerra. Su
pensamiento sindical y político está recogido en la recopilación Trayectoria
sindicalista (Madrid, ediciones Tebas, 1974).
Joaquín Maurín Hacia la segunda revolución
6. Pierre
Monatte (1881-1960), prestigioso dirigente sindicalista revolucionario francés,
dirigió La Vie Ouvrière, de orientación antibelicista. Se afilió en
1923 al PCF y dirigió la CGT hasta su ruptura con Moscú y su retorno al
sindicalismo independiente en 1925, año en que fundó La Revolution
Prolétarienne, encabezando una corriente de izquierda antiestalinista. El
libro Syndicalisme révolutionnaire et communisme (Les Archives
de Pierre Monatte, présentées par Jean Maitron et Colette Chambelland, Ed.
Masperó, París, 1968) resume su importante actividad en el seno del movimiento
obrero francés.
7. Joaquín
Maurín, o.c., pp. 256-257.
8. Este
artículo fue publicado originalmente en La Révolution Prolétarienne,
nº 253, de 25 de agosto de 1937 (una versión inglesa está recogida en The
Serge-Trotsky Papers, a cargo de D. Cotterill, London, Pluto Press, 1994,
pp. 144-147).
9. Intervención
de Alfred Rosmer en el homenaje internacional a Nin celebrado en París el 24 de
junio de 1954. El texto de su intervención fue publicado en el nº 123 de La
Batalla, de 25 de julio de 1954.
10.
Joaquín Maurín, o.c., p. 260.
11.
Intervención en el acto de 24 de junio de 1954, nº
123 de La Batalla de 25 de julio de 1954.
12.
Zinoviev, presidente de la IC, propugnó a partir de
su V Congreso (1924) su bolchevización, extendida a los partidos
nacionales. La excusa para ello era la necesidad de extirpar las raíces
anarcosindicalistas o socialistas originarias de esas organizaciones.
13.
La Batalla nº 123, 25 de julio de
1954.
14.
Francesc Maciá (1859-1933), militar de carrera,
inició su vida política como diputado por Solidaritat Catalana en 1907. Formó
parte del ala radical de la Asamblea de Parlamentarios reunida en Barcelona
durante la crisis de 1917, proponiendo que ésta se transformase en Convención y
llamase al armamento del pueblo. En 1922 fundó Estat Català, partido
nacionalista catalán de orientación radical. Marchó al exilio al producirse la
dictadura de Primo de Rivera, animando numerosas acciones para derribarla y
formando parte de numerosos comités. En octubre-noviembre de 1925 se produce su
viaje a Moscú y las entrevistas con Bujarin y Zinoviev mencionadas en el texto.
Al regresar del exilio a principios de 1931, participa en la fundación de
Esquerra Republicana de Catalunya, cuya presidencia asume. Maciá proclamó el 14
de abril de 1931 la República catalana, pero tres días después, ésta se
convirtió en gobierno de la Generalitat de Cataluña, de la que Maciá fue su
primer presidente. Falleció en el ejercicio del cargo, siendo reemplazado por
Lluís Companys.
15.
Francesc Cambó (1876-1947) fue uno de los actores
principales de la política catalana del primer cuarto de siglo. Dirigente de la
LLiga regionalista, de carácter conservador, fue concejal de Barcelona,
diputado en las Cortes y uno de los dirigentes de la coalición Solidaritat
Catalana. Tras la huelga general de 1917 moderó más su ideario y entró en el
gobierno de Maura. Aprobó el golpe militar del general Primo de Rivera y volvió
a la política al proclamarse la República reorganizando la LLiga catalana
(nuevo nombre de la LLiga regionalista) y siendo nuevamente diputado en 1933.
Dio apoyo financiero a la rebelión militar en 1936 y se distanció del régimen
de Franco tras la Guerra Civil. Autoexiliado, falleció en Buenos Aires.
16.
Víctor Serge, "Adiós a Andreu Nin", en D.
Cotterill, o.c., p. 145.
17.
El socialismo en un solo país es la
teoría de Stalin de que una sociedad socialista puede construirse dentro de las
fronteras de un solo país, aportaciónincorporada al programa y a la
táctica de la Internacional Comunista. Fue formulada por primera vez por Stalin
a finales de 1924, polemizando con la teoría de la revolución permanente de
Trotsky, tras la publicación de un artículo en Pravda (20 de
diciembre de 1924) donde defendió por vez primera que la victoria del
socialismo en un solo país es perfectamente posible y probable. Una amplia
crítica de esta teoría fue desarrollada por Trotsky en La Internacional
Comunista después de Lenin.
18.
Víctor Serge, Memorias de un revolucionario,
México, Ediciones El Caballito, 1974, p. 315.
19.
En 1923 el general Primo de Rivera dió un golpe
militar e instauró su dictadura, siendo rey Alfonso XIII, hasta enero de 1930,
fecha en que se vio obligado a dimitir por la creciente oposición popular y la
retirada de apoyo de sectores importantes de la burguesía y del ejército.
Durante su mandato hubo una fuerte represión del movimiento obrero,
especialmente de la CNT y de los grupos comunistas, todavía poco implantados en
España.
20.
Andreu Nin, Les dictadures dels nostres dies,
LLibreria Catalonia, Barcelona, 1930.
21.
Andreu Nin, Las dictaduras de nuestro tiempo,
traducción del catalán de Rafael Marquina, Madrid, Ediciones Hoy, noviembre de
1930 (la edición española más reciente en Editorial Fontamara, Barcelona,
1977).
22.
Bujarin, el líder de la Oposición de Derecha, se
había alineado en 1923 con Stalin. A partir de 1927 se iniciaron sus
divergencias con éste, especialmente tras la expulsión de la Oposición de
Izquierda. Durante 1928-1929 los estalinistas iniciaron una campaña contra
los derechistas, coincidiendo con su giro ultraizquierdista en
política interior y exterior.
23.
Víctor Serge, El nacimiento de nuestra
fuerza, Madrid, Ediciones Hoy, abril 1931.
24.
Según Víctor Serge, "para conseguir que le
dejaran irse a España que estaba en revolución, dirigió al CC un verdadero
ultimatum, escrito con tinta intrépida" (Memorias de un revolucionario,
o.c., p. 315).
25.
Víctor Serge, "Adiós a Andreu Nin", en D.
Cotterill, o.c., p. 146.
26.
Tras la firma del pacto de San Sebastián (agosto de
1930) se acordó con la colaboración de socialistas y de la CNT la preparación
de una huelga general precedida de un pronunciamiento militar republicano. La
falta de coordinación hizo que la guarnición de Jaca se sublevara días antes
del 15 de diciembre, fecha convenida para toda España, lo que impidió el éxito
de la operación. Los jefes de la sublevación de Jaca, los capitanes Fermín
Galán y Angel García Hernández, fueron fusilados y encarcelados los dirigentes
del Comité de Huelga (en su mayoría futuros ministros del gobierno provisional
republicano).
27.
Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera
(enero de 1930), Alfonso XIII nombró a Dámaso Berenguer (1878-1953), que era
jefe de su Casa Militar, presidente del gobierno, cargo del que dimitió en
febrero de 1931 dada la creciente oposición política y social. Fue sustituido
por el almirante Aznar, cuyo gobierno convocó las elecciones municipales del 12
de abril de 1931, tras cuyos resultados se proclamó la II República.
28.
Carta de Andreu Nin a Trotsky de 23 de octubre de
1930. La correspondencia Nin-Trotsky (1930-1932) puede consultarse en La
Revolution Espagnole (1936-1939), supplément a Études Marxistes nº
7-8, París, 1969, p. 79.
29.
Carta de Andreu Nin a Trotsky de 2 de noviembre de
1930,La Revolution Espagnole (1936-1939), supplément a Études
Marxistes nº 7-8, París, 1969, p. 80 (incluida en la obra de Pierre
Broué La revolución española (1931-1939), Barcelona, Ediciones
Península, 1977, p. 161).
30.
La Revolution Espagnole (1936-1939)",
o.c., p. 80.
31.
Joaquín Maurín, Los hombres de la dictadura,
Madrid, Cenit, 1930 (la edición española más reciente, con prólogo de Luis
Portela, en Editorial Anagrama, Barcelona, 1977).
32.
A. Nin, El proletariado español ante la
revolución, Barcelona, Biblioteca Proletaria, 1931.
33.
A. Nin, Las organizaciones obreras
internacionales, Madrid, Dédalo, 1932 (edición española más reciente en
Ediciones de la Torre, Madrid, 1977).
34.
A. Nin, Los Soviets: su origen, desarrollo y
funciones, Valencia, Cuadernos de Cultura LXV, 1932.
35.
A. Nin, Manchuria y el imperialismo,
Valencia, Cuadernos de Cultura LI, 1932.
36.
A. Nin, Reacción y revolución,
Barcelona, 1934.
37.
A. Nin, Els moviments d'emancipació nacional,
Barcelona, Edicions Proa, 1935.
38.
León Trotsky, La situación real de Rusia (La
plataforma de la Oposición), Barcelona, Editorial Apolo, 1931.
39.
G. Plejanov, Crítica del Sindicalismo,
Madrid, M.Aguilar editor, 1934.
40.
L. Trotsky, Historia de la revolución rusa
(La revolución de febrero), Madrid, Cenit, 1931.
41.
Existe una versión castellana inédita de Wilebaldo
Solano. La primera edición en castellano de Los movimientos de
emancipación nacional fue publicada por Editorial Fontamara
(Barcelona, 1977), que también editó la mayor parte de los artículos
divulgativos de Nin sobre "el problema nacional" en el volumen La
cuestión nacional en el estado español (Andreu Nin, Barcelona, 1977).
42.
A. Nin, "Las lecciones de Octubre. Es necesario un
partido revolucionario del proletariado", L´Estrella
Roja, 1 diciembre 1934 (incluido en la recopilación de textos de Nin
publicado con el título de Por la unificación marxista, Madrid,
Castellote editor, 1978, p. 447).
43.
Este folleto presentado por el comité ejecutivo del
POUM se empezó a distribuir en marzo de 1936 por las ediciones de La
Batalla. Fue reeditado en París en 1972 como suplemento de La
Batalla. Puede consultarse en la recopilación de documentos del POUM La
revolución española en la práctica (introducción y selección de Víctor
Alba), Madrid, Ediciones Júcar, 1977, pp. 29-51.
44.
Así se decía en La Batalla de 3 de
enero de 1936.
45.
Posteriormente la FOUS ingresaría en la UGT. Véase
el artículo de Nin "¿Por qué los sindicatos de la FOUS ingresan en la
UGT?", publicado en La Batalla de 23 de septiembre de
1936 (incluido en Por la unificación marxista, o.c., p. 513 y ss.).
46.
Dicho pacto fue firmado por los partidos
republicanos (Izquierda Republicana y Unión Republicana), el PSOE (en
representación también de la UGT y las JJSS), el PCE, el Partido Sindicalista
de Angel Pestaña y el POUM. La coalición electoral obrero-republicana obtuvo el
58% de los escaños, la derecha el 26% y el resto el centro. La izquierda se vio
favorecida por el mismo sistema electoral que le perjudicó en 1933.
48.
Maurín fue elegido en la lista del Front
d´Esquerres, pacto sellado en Barcelona el 4 de febrero de 1936 que se
solidarizaba expresamente con el programa de la coalición del Frente Popular.
El Front estaba formado por ERC, Acció Catalana Republicana, Partit
Nacionalista Republicá d´Esquerra, Unió Socialista de Catalunya, Partit Català
Proletari, Partit Comunista de Catalunya, Unió de Rabassaaires, PSOE y POUM.
49.
A. Nin, "Después de las elecciones del 16 de
febrero", La Nueva Era, segunda época, nº 2, febrero 1936
(incluido en La Nueva Era. Antología de una revista revolucionaria.
1930-1936 (introducción y selección de Víctor Alba, Madrid, Ediciones
Júcar, 1977).
50.
En términos similares sobre la profundidad de la
revolución española respecto a la rusa se refirió en su discurso en el Gran
Price de Barcelona (6 de septiembre de 1936), incluido en Andreu Nin, Los
problemas de la revolución española, Madrid, Ruedo Ibérico, 1977, p. 175.
51.
La Batalla, 6 de agosto de 1936 (Pierre Broué, La revolución española (1931-1939),
o.c., pp. 199-200).
La
revolución y la guerra de España. Pierre Broué- Emile Témine
52.
Para Kurt Landau: "en oposición al carácter
reaccionario del gobierno Largo Caballero, el Consejo de la Generalitat de
Cataluña presenta un tipo original, aunque no duradero, de régimen de
transición revolucionario pequeño-burgués (Wolf Bertram, La revolución
española de 1936 y la revolución alemana de 1917-1918, según referencia de
Pierre Broue, o.c., p. 85)
53.
Conferencia de Andreu Nin en Radio POUM sobre los
tribunales populares y la justicia revolucionaria, publicado en La
Batalla de 17 de octubre de 1936 (incluida en la recopilación Por
la unificación marxista, o.c., p. 537)
54.
La Batalla, 15 de octubre de 1936.
55.
"Resoluciones aprobadas en el pleno ampliado
del Comité Central del POUM celebrado en Barcelona los días 12 al 16 de
diciembre de 1936", Barcelona, Editorial Marxista, 1936 (incluido en La
revolución española en la práctica, o.c., p. 108).
56.
"Viejos y jóvenes", discurso pronunciado
en el mitin de la Juventud Comunista Ibérica (POUM) celebrado en el Gran Price
de Barcelona el 30 de enero de 1937 y reseñado en Juventud Comunista (Andreu
Nin, Los problemas de la revolución española, o.c., p.188).
57.
La Révolution Espagnole, o.c., p.
133 y ss.
58.
La Batalla, 4 de mayo de 1937.
59.
La Batalla, 13 de mayo de 1937,
resumen de la resolución del comité central del POUM (citado por Burnett
Bolloten, La guerra civil española: revolución y contrarrevolución,
Madrid, Alianza Editorial, 1989, p. 700). El texto de la resolución de 12 de
mayo de 1937 del comité central del POUM, sobre el significado y alcance de las
Jornadas de Mayo frente a la contrarrevolución, puede consultarse en la recopilación
de Víctor Alba, La revolución española en la práctica (Documentos del
POUM), Madrid, Ediciones Júcar, 1977, p. 155 y ss.
60.
La referencia a las Jornadas de Julio evoca
las manifestaciones armadas de primeros de julio de 1917 en San Petersburgo.
Esas manifestaciones fueron el resultado del creciente descontento de las masas
populares, obreros y soldados, ante las noticias de una importante ofensiva
militar, la progresiva desintegración de la disciplina militar y la negativa de
mencheviques y socialistas-revolucionarios a romper con los partidos burgueses
y asumir el poder apoyándose en los soviets. Los bolcheviques
valoraron que todavía no estaban maduras las condiciones para la insurrección,
debido al desigual desarrollo del proceso revolucionario en el resto de Rusia,
pero participaron en las manifestaciones para no abandonar a los trabajadores
en su previsible derrota y favorecer una retirada lo más ordenada posible que
permitiera preparar posteriormente la lucha por el poder.
62.
Max Rieger, Espionaje en España,
Barcelona, Ediciones Unidad, 1938, pp. 25, 26 y 33.
63.
En Las Noticias del 22 de junio de
1937 (reproducido en Max Rieger, o.c., pp. 26, 27 y 34).
64.
J. Hernández, Yo fui un ministro de Stalin,
Madrid, G. del Toro editor, 1974.
65.
Recogido en el informe de la Dirección General de
Seguridad de 19 de agosto de 1937, a petición del Juez Especial, que llegó al
citado Juzgado el 8 de septiembre (El proceso del POUM (junio 1937-octubre
1938). Documentos judiciales y policiales , Barcelona, Editorial
Lerna, 1989, pp. 111-114).
66.
Transcripción del supuesto texto cifrado (El
proceso del POUM, o.c., p. 113).
67.
Max Rieger, Espionaje en España (prefacio
de José Bergamín, traducción de Lucienne y Arturo Perucho), Barcelona,
Ediciones Unidad, 1938.
68.
José Bergamín (1895-1983) perteneció a la llamada
generación de 1927 y fue autor de numerosos libros de poesía y ensayo. En 1933
fundó la revista Cruz y Raya, de notable influencia en los círculos
literarios. Católico militante, durante la Guerra Civil fue un fiel compañero
de viaje del Partido Comunista. Entre otras cosas en el prólogo de
José Bergamín a Espionaje en España se dice que "la
organización trotskista española del POUM se reveló por la traición de mayo de
1937, como una eficacísima instrumentación fascista dentro del territorio
republicano (...). Los sucesos de mayo en Barcelona, revelaron al POUM y a sus
directivos como un pequeño partido que traicionaba. Pero la discriminación de
estos sucesos ha demostrado que no era tal partido sino una organización de
espionaje y colaboración con el enemigo; es decir, no una organización en
convivencia con el enemigo, sino del enemigo mismo, una parte de la
organización fascista internacional en España (...). Defender al trotskismo
español, como a los trotskistas españoles procesados por delitos tales, es
pasarse al enemigo; y cuando eso se hace debe tenerse la sinceridad moral de
decirlo". Por otra parte Bergamín señala: "No hace mucho tiempo
algunos intelectuales franceses pedían por telégrafo, con ansiosa urgencia, al
gobierno popular español, medidas que garantizasen la defensa de tales
procesados. Pedían formalidades jurídicas. A un gobierno que,
prácticamente, las lleva con exceso y que, en este caso concreto, lo viene
demostrando, diríamos que exageradamente". Y ya en la parte final Bergamín
concluye que "la guerra española dio al trotskismo internacional al servicio
de Franco, su verdadera figura visible de caballo de Troya".
69.
Víctor Serge, Memorias de un revolucionario,
o.c., p. 389.
70.
Como se ha señalado en la nota inicial, este texto
fue escrito en 1970. En este mismo libro se incluye el texto "La larga
marcha por la verdad sobre Andreu Nin", escrito en 1993, donde se analizan
las revelaciones obtenidas a partir de materiales localizados en los archivos
de la Internacional Comunista y del propio KGB, que fueron dados a conocer al
mundo por el documental Operación Nikolai.
71.
J. Hernández, o.c., p. 178.
72.
J. Hernández, o.c., p. 179.
73.
J. Hernández, o.c., p. 181.
74.
J. Hernández, o.c., p. 183.
75.
León Trotsky, "El asesinato de Andreu Nin por
los agentes de la GPU" (8 de agosto de 1937), incluido en L.
Trotsky, La revolución española, vol. 2, Barcelona, Editorial
Fontanella, 1977, p. 130-132. Se incluye el texto completo en anexo documental
de este libro. Existe texto no totalmente coincidente en Cotteril, o.c., pp.
143-144, que hace referencia a que Nin defendía "los intereses del pueblo
catalán y español".
76.
Intervención de Marceau Pivert en el homenaje
internacional a Nin celebrado el 24 de junio de 1954 en el Museo Social de
París. Texto recogido en La Batalla nº 123, de 25 de julio de
1954.
77.
Carta de Albert Camus excusando su asistencia al
homenaje internacional a Nin celebrado el 24 de junio de 1954 en el Museo
Social de París. El texto completo del mensaje, que fue publicado en La
Batalla nº 123, de 25 de julio de 1954, es el siguiente:
"Estimados camaradas: Por razones familiares, no me será posible estar en
París a fines de junio. Espero, pues, que me excusaréis de no poder estar a
vuestro lado el día del mitin. La indignación que he sentido siempre ante el
asesinato de Andreu Nin se ha acrecentado después de la lectura del libro de
Jesús Hernández [Se refiere a Yo fui un ministro de Stalin]. La
seudorevolución estaliniana asesinó ese día al verdadero espíritu
revolucionario. Es por eso que la muerte de Andreu Nin señala un viraje en la
tragedia del siglo XX, que es el siglo de la revolución traicionada. Decid todo
esto de mi parte y creed en mis sentimientos fraternales."
78.
El discurso, pronunciado el 30 de enero de 1937 está
incluido en A. Nin, Los problemas de la revolución española, o.c.,
pp. 185 y ss.
Edición digital de la Fundación Andreu Nin, 1998
Los crímenes de Stalin. Nikita Khrushchev Informe Secreto al XX Congreso
del PCUS, 25 de febrero de 1956
EL PROCESO CONTRA EL POUM. (Un episodio de la revolución española)
La represión y el proceso contra el POUM Ignacio Iglesias
Primera campaña de difamaciones y calumnias, en la que se identificaba al
POUM con el fascismo internacional, se intensificó desde finales de 1936 y en
los primeros meses de 1937
El terror estalinista en Barcelona 1938 (Agustín Guillamón)
Julián Gorkin
Declaración íntegra de Julián Gorkin en el proceso contra el POUM
Andrés Nin La concepción marxista del poder y la revolución española
Primera
vez publicado: En La Batalla, 14 de marzo de
1937.
Andreu Nin Un revolucionario en el recuerdo
EL POUM EN LA HISTORIA
Wilebaldo Solano
Operación Nikolai. El secuestro y asesinato de Nin (1992) M. D. Genovès
: Doblado al castellano.
Recordando a Andreu Nin a 75 años de su muerte
La larga marcha por la verdad sobre Andreu Nin
REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCION EN ESPAÑA. LA GUERRA CIVIL
León Trotsky LA REVOLUCIÓN
ESPAÑOLA (1930-1939)
Trotski y el POUM: un balance
Andreu Nin.
El significado y alcance de las jornadas de mayo de 1937 frente a la
contrarrevolución
Andreu Nin y
Joaquín Maurín: vidas paralelas, por Wilebaldo Solano
Escritos de
Andreu Nin y Joaquín Maurín durante la II República. ¿Revolución
democrático-burguesa o revolución democrático-socialista?
Andrés Nin.
El marxismo y los movimientos nacionalistas
Andreu Nin
(1914-36) La cuestión nacional en el estado español
Verdades elementales. Andreu Nin Por
la unificación marxista
Fuente:
Andreu Nin Por la unificación marxista. Miguel Castellote, Editor 1978, edición
bilingüe
Conferencia de Andrés Nin en radio
P.O.U.M. sobre los tribunales populares y la justicia revolucionaria.
La Batalla
17 octubre 1936. Nº 69
Fuente:
Del libro
Andreu Nin Por la unificación marxista
Miguel
Catellote, Editor- 1.978 (Escritos políticos- Edición bilingüe)
Andrés Nin
Mitin en el Gran Price en honor de Joaquín Maurín
Intervención de Andreu Nin del día 25 de Octubre de 1936.
Andreu Nin.
El proletariado español ante la revolución. 1931
Andrés Nin. Los problemas de la revolución española
1936 El problema de la unidad marxista [POUM]
Extracto de El Programa del POUM (1936)
El problema
de la unidad marxista
Desafortunadamente el gran partido socialista revolucionario necesita la
revolución qui todavía no existe en España ...
Tampoco lo es el Partido Comunista Español Partido Bolchevique de nuestra
revolución. Como una sección oficial de la asignatura Internacional
Comunista a las fluctuaciones de la política exterior del Estado soviético, que
está obligado a actuar, no selon las necesidades del movimiento revolucionario
en nuestro país, apuntar con las necesidades de la diplomacia soviética qui son
con frecuencia contradictoria ...
El Partido Obrero de Unificación Marxista, el producto de la fusión del
Bloque Obrero y Campesino y la Izquierda Comunista, considera que no es
factible trabajar críticas hacia la entrada de todos los marxistas en un
partido ya existente. El problema no es uno de entrada o meta absorbente
de unidad revolucionaria marxista. Es necesario formar un nuevo partido
revolucionario a través de la fusión marxista.
El Partido de los Trabajadores Considera Que la acuerdos básicos para la
consecución de la unidad marxista revolucionario son las siguientes:
Primero: La
revolución española es una especie de socialista democrático. El dilema es
el socialismo o el fascismo. La clase obrera no tomará el poder mediante
la insurrección armada tranquila meta.
Segundo: Una
vez que se logra el poder habrá una dictadura transitoria del
proletariado. Los órganos de poder será Alianzas Obreras. La
dictadura del proletariado presuposiciones democracia Las mayoría de los
trabajadores de ancho y completos. El partido revolucionario no deberías y
no puede sofocar la democracia obrera.
Tercero: La
necesidad de la Alianza Obrera nivel local y nacional. La Alianza Obrera
necesariamente debe pasar por tres etapas: En primer lugar, como el órgano del
Frente Unido por lo que ambas acciones defensivas y ofensivas, tanto legales
como ilegales. En segundo lugar, el líder de la insurrección; y en
tercer lugar, un instrumento de poder.
Cuarto: El
reconocimiento del problema de las nacionalidades. España se convertirá en
una Unión Ibérica de Repúblicas Socialistas.
Quinto: En el
primer período de una solución democrática al problema de la tierra. La
tierra para el que la trabaja.
Sexto: Frente
a la transformación de la guerra de la guerra imperialista en guerra
civil. No teniendo confianza en la Sociedad de Naciones qui est Frente
Unido del imperialismo.
Séptimo: El
partido unido permanecerán fuera del Segunda y la Tercera Internacional,
qui-tiene dos fracasaron, y luchará por tierra unidad revolucionaria socialista
está construido nuevas bases.
Octava: Defensa
de la URSS, pero no por los medios de políticas de TIC de pactos con los países
capitalistas, a través de la acción de clase obrera revolucionaria meta
internacional. El derecho a criticar a los líderes de la política qui de
la URSS son contraproducentes para la marcha de la revolución mundial.
Noveno: Un
estado estacionario del centralismo democrático en el partido unificado
Resolución
del Comité Ejecutivo del POUM en los procesos de Moscú
Resolución
publicada en La Batalla , el 28 de agosto de 1936. [Seguido
más bajo de dos documentos fotográficos del campo en Francia]
En medio de
las tareas revolucionarias que nos impone la actualidad, nos encontramos
sorpresa la noticia del juicio y ejecución en Moscú de Zinoviev, Kamenev,
Evdokimov, Smirnov y otros bolcheviques, número 16 en total, de las vieja
guardia. El comité ejecutivo del POUM no puede pasarlo por
alto. Guardar silencio es equivalente a declarar cómplice.
Tras la
muerte de Lenin, Stalin, secretario general del Partido Comunista de la URSS,
sobre la base de una enorme pirámide burocrática seleccionado y adecuado para
su propósito, inaugurado un curso de política que le llevó a una dictadura
personal. Este curso podría prevalecer sin liquidación previa en la
política interna como la política exterior - ambos son mutuamente comandante -
los principios y el carácter esencial de la revolución de octubre.
En el
interior, la dictadura del proletariado, sobre la base de la democracia obrera
- democracia soviética - fue sustituido por la dictadura de la burocracia, en
detrimento, por lo tanto, los obreros y campesinos, iniciativas privadas y
libertades, y en perjuicio de la causa del socialismo, lo cual puede lograrse
mediante el desarrollo progresivo de las condiciones de vida materiales y
espirituales de las masas productoras.
En política
exterior, burocrático Internacional Comunista se ha transformado, en un
instrumento de la revolución mundial en un mero auxiliar del gobierno
soviético, combinaciones diplomáticas más preocupados por los gobiernos
imperialistas que las necesidades revolucionarias de las masas.
Esta
liquidación de los caracteres esenciales del mes de octubre Stalin no sólo
condujo a un abandono total de los principios del socialismo revolucionario,
sino también el exterminio físico de la vieja guardia bolchevique, la
exterminación sistemática y gradualmente preparado con todos los medios que
poner en sus manos. Los ensayos monstruosas Moscú y su trágico curso son
el corolario de este proceso de liquidación política y física, que debe
atribuirse al suicidio de Tomski y persecución que se abren contra Bujarin,
Pyatakov y Radek. antiguos colaboradores de Lenin, los grandes militantes
de octubre, deja único que puede eclipsar a Stalin, del mismo modo que se
mantiene en casi ningún Internacional Comunista de los fundadores de los
partidos comunistas.
Debido a que
estamos viviendo en España un proceso revolucionario de gran importancia
nacional e internacional, tenemos en el corazón, y consideramos un deber
ineludible para asimilar la vasta experiencia rusa, para evitar que se renueva
resultante negativo para la revolución proletaria y el socialismo.
Expresamos
nuestros enemigos implacables, en nombre del marxismo revolucionario, de
cualquier dictadura personal o burocrático, que la dictadura no puede
justificarse en virtud de los principios socialistas. Apoyamos -
inevitable porque una necesidad histórica transitoria exige - la dictadura del
proletariado, como parte de una democracia que funcione perfectamente que pueda
reconciliar lucha por la libertad y las tendencias correctas con la unidad de
acción de la clase obrera.
Es posible
que haya quienes, por falta de argumentos y defensas legítimas, están
acostumbrados a simplemente cultivar el epíteto, una declaración de esa
resolución nos ocupamos de los trotskistas. No somos trotskistas y no
admitimos la existencia del trotskismo. Trotsky es para nosotros, junto
con Lenin, uno de los grandes líderes de la Revolución de Octubre y un gran
escritor socialista revolucionario. Ya que es calumniado y perseguido,
queremos expresar nuestra solidaridad revolucionaria, sin ocultar la razón por
nuestras diferencias en algunos de sus evaluaciones.
Los
socialistas revolucionarios marxistas. En el nombre del socialismo y la
clase obrera revolucionaria, protestamos enérgicamente contra el monstruoso
crimen que acaba de perpetrado en Moscú.
En Moscú se
disparó en circunstancias monstruosas que todo el mundo sabe, Zinoviev,
Kamenev, Smirnov y otros activistas bolcheviques. Nuestro comité ejecutivo
ya ha hablado sobre este tema con claridad, con toda honestidad revolucionaria,
sin querer, al igual que otros grupos y periódicos de los trabajadores,
convirtiéndose en cómplices de un crimen por su silencio.
Trotsky, el
compañero de Lenin, el gran organizador del Ejército Rojo, podría ser disparado
por la sencilla razón de que no se encuentra en Rusia bajo el gobierno de
Stalin. A pesar de ello, se persigue de manera sistemática y
cruelmente. En los últimos años, su vida es una molestia. Hoy en día,
se encuentra con un peligro real. Se requiere la expulsión o el descenso
en un campo de concentración. Es tratado como un criminal. Crece a su
asesinato.
Nosotros,
los que no son trotskistas y Trotsky tener diferencias de opinión, creemos que
un crimen que se está cometiendo contra él y exigir el fin de este escándalo
internacional. La clase obrera española, la clase obrera catalán, no puede
incurrir en pena de tolerar tal escándalo. Persuadido de interpretar sus
sentimientos, exigimos que Trotsky ofrece un refugio en Cataluña, bajo la
protección de la clase obrera revolucionaria.
Sabemos
dónde se realizará la resistencia a esta generosa oferta.
Contra esta
resistencia, vamos a luchar con toda nuestra energía para la realización de
este gran deber de la solidaridad revolucionaria.
Ver
también:
- Los procesos de Moscú odiosas , Marcel Valiere (febrero
de 1937)
- Los ensayos de la brujería en Moscú , Friedrich Adler (1936) pdf
Documentos
adicionales :
- los hombres para Call
- Comunicado leído por André
Breton en la reunión "La verdad acerca de los procesos de Moscú"
Polémica Joaquín Maurín y Santiago Carrillo: Problemas de la unificación
marxista revolucionaria 1933-1935
[El marxismo en España (1919-1939)] Historia del BOC y del POUM
Juan Andrade El marxismo y los problemas de la revolución española. Lenin
y el Leninismo
Juan Andrade Apuntes para una historia del PCE
Andreu Nin y
Joaquín Maurín: vidas paralelas, por Wilebaldo Solano
Escritos de
Andreu Nin y Joaquín Maurín durante la II República. ¿Revolución
democrático-burguesa o revolución democrático-socialista?
Andrés Nin.
El marxismo y los movimientos nacionalistas
Andreu Nin
(1914-36) La cuestión nacional en el estado español
Víctor Alba. La revolución española en la práctica. Documentos del POUM
CIRCULAR DEL
COMITÉ CENTRAL A LA LIGA COMUNISTA (KARL MARX)
Marx y la
Teoría de la Revolución Permanente
Rosa
Luxemburgo. La Revolución en Alemania de noviembre de 1918 y la Revolución en
Rusia de octubre de 1917
V. I. Lenin:
Cinco años de la revolución rusa y perspectivas de la revolución mundial
(capitalismo de Estado)
La URSS: de
la revolución socialista al capitalismo de Estado
V. I. Lenin:
Las tareas del proletariado en la presente revolución ("Tesis de
abril")
Vladimir
Ilich Lenin. Las tareas del proletariado en la revolución actual [También
conocido como Las Tesis de Abril]
Lenin y
Trotsky: la consigna los Estados Unidos de Europa, el socialismo en un solo
país y el capitalismo de Estado
Rosa
Luxemburgo: Utopías pacifistas - Estados Unidos de Europa 1911
Rosa
Luxemburgo. La Revolución Rusa
Karl Marx La
guerra civil en Francia- La Comuna de París