Por Nega
(LCDM) Lunes, 16 de Julio de
2012
¿Qué está ocurriendo? ¿La policía se une al pueblo en sus
reivindicaciones?
Decía Balzac que «los Gobiernos pasan, las sociedades mueren, la
policía es eterna». Eterna parece la ingenuidad y la candidez de algunas
personas en las últimas veinticuatro otras. En verdadero estado de histeria
colectiva o enajenación mental transitoria trataban de agarrarse a cualquier
clavo ardiendo: «mirad un policía sonríe en la foto», eso que es que están de
nuestro lado y quieren la revolución o «mirad se han quitado los cascos», está
claro, están de nuestra parte. Que disparates de esta índole provengan de la
gente normal, esa gente que comenzó a movilizarse a raíz del 15M es hasta
cierto punto lógico y de esperar, lo que me inquieta es que gente militante,
gente que viene de luchas anteriores, caiga en ese juego y hable en términos de
una hipotética revolución de los claveles a la española, obviando claro está,
la naturaleza de las fuerzas de seguridad españolas (herederas directas del
franquismo político y sociológico), obviando el proceso histórico y en
definitiva trazando un análisis de la realidad distorsionado, ingenuo y
sobretodo muy peligroso.
La famosa acampadita de funcionarios no es más que una protesta
corporativa organizada por un grupo llamado FUE (Funcionarios Unidos de
España), un grupo que huele tanto a derecha rancia que tira para atrás,
banderas españolas incluidas. La diferencia (para los que no lo entiendan)
entre una lucha obrera o social y una lucha corporativa es que las primeras
buscan una mejora general y colectiva mientras la segunda, la corporativa,
busca únicamente una mejora individual y concreta, la de un grupo de personas
muy delimitado. Y eso es lo que ha ocurrido: los que el miércoles reprimían a
palos a los mineros y disparaban a bocajarro contra mujeres y ancianos o
desahuciaban a otra familia a porrazos, se han quedado sin paga extra de
navidad y no podrán comprarle la Play 3 a su hijo. Y ahora con más cara que
espalda y todo el cinismo del mundo, piden que les apoyemos en su lucha, en su
lucha por la paga.
Soy una persona que sabe perdonar y me considero en posesión de
una alta categoría moral, la misma que me diferencia de ellos. Pero mi perdón
no es un cheque en blanco y por su puesto tiene contrapartidas, que pueden
resumirse en que los afiliados del SUP:
·
Denuncien
en el Juzgado y en Asuntos Internos a los compañeros que se extralimitan en las
manifestaciones, esos que disparan a bocajarro (y no hacia el suelo como indica
la ley) contra menores, mujeres y ancianos.
·
Denuncien
también a los superiores que avalan sistemáticamente el incumplimiento de la
ley que supone la no identificación en manifestaciones.
·
Denuncien
a los compañeros que falsean los atestados y las pruebas, para justificar las
detenciones indiscriminadas y las agresiones; que dejen de mirar para otro
lado.
Sólo entonces me plantearé que son compañeros y que
estamos en la misma lucha, pero yo, a diferencia de parte de la izquierda
sofisticada, no creo en cuentos de hadas y estoy seguro que esto no va a
ocurrir. Lo que sí sé, es que los mismos descerebrados que anoche se quitaban
el casco por orden directa de la inefable Cristina Cifuentes, mañana se lo
pondrán para reprimir salvajemente a mineros, a estudiantes o a trabajadores en
huelga. Tenemos una policía que bate el récord de denuncias en el contexto
europeo por parte de organizaciones como Human Rights o Amnistía Internacional,
esa misma policía que asesinó a Íñigo Cabacas, esa misma policía de tintes
definitivamente psicópatas que apaleó a los alumnos del Lluís Vives en Valencia
y nos llamó «el enemigo», esa misma policía que confraterniza con las
manifestaciones nazis o de extrema derecha (en las que nunca hay detenciones o
disturbios y sí apretones de manos), esa misma policía a la que le vemos
llaveros con el águila franquista o que decora sus lecheras con banderas de
España y cruces célticas nazis, esa misma policía que golpea a periodistas para
impedir que informen de los excesos, esa misma policía que sistemáticamente
incumple la ley al no identificarse en manifestaciones, esa misma policía que,
asumiendo el discurso de la extrema derecha, habla de los manifestantes de
izquierdas en términos de «guarros», esa misma policía que tortura en comisaría
a jóvenes independentistas o rebeldes y en los CIE’s directamente asesina a
inmigrantes sin papeles. En definitiva, esa policía española (incluidas la
ertzaintza y los mossos de esquadra) profundamente política. Es un hecho
probado y constatado mil veces que nuestras fuerzas de seguridad del estado son
profundamente políticas, en infinidad de ocasiones han manifestado sus
posiciones. Lo que algunos ingenuos no aciertan a ver es que su posición dentro
del eje político se encuentra muy a la derecha, por eso ayer se quitaron los
cascos y con los mineros disparaban escopetazos echando espuma por la boca.
La lectura es peligrosísima: uno podría pensar que reprimen
porque sencillamente no tienen margen de maniobra y se dedican a obedecer
órdenes de los de arriba, porque es su trabajo, porque es su obligación y no
pueden cuestionarse nada. Pero que anoche se quitaran los cascos para no
reprimir a los suyos no es ningún halo de esperanza que indique que se van a
unir al pueblo como preconizan algunos ingenuos sino todo lo contrario: pone de
manifiesto que están dispuestos a incumplir la ley si tienen que defender sus
posiciones, unas posiciones que ha quedado demostrado a lo largo de esta
espiral de movilizaciones, se encuentran muy a la derecha del espectro
político. Y eso es terrible y motivo de preocupación.
Pero es el drama de la izquierda transformadora, al carecer de
proyecto político se agarran a un clavo ardiendo, aunque ese clavo queme y
huela a podrido: huele a maniobra de la extrema derecha para hacerse con el
poder y frenar la ola de movilizaciones, huele a UPyD y huele a República de
Weimar. Tan mal huele que hasta los militares han dado un puñetazo sobre la
mesa, y esos mismos ingenuos que vuelven a obviar el pasado antidemocrático de
nuestras fuerzas armadas, saludan ese puñetazo sobre la mesa creyendo que son
de los nuestros y no haciendo un análisis preciso de la realidad: los militares
en este país no se van a movilizar en aras del pueblo sino en aras de cortar de
raíz esta ola de movilizaciones que amenaza el estatus quo dominante.
Esos que ven sonreír a un policía y hablan de "crisis del
régimen" siempre fueron muy ingenuos, buenas personas y por ello ingenuas
en extremo. Son los mismo que abrazaron el 15M sin concesiones ni perspectiva
crítica, son los mismos que enarbolan la bandera del pragmatismo extremo e
inmovilista que nos dice «molaría otra cosa pero es lo que hay» tantas veces
escuchado en La Tuerka, son los mismos que se creyeron el cuento de la
revolución en Libia, son los mismos que ven en el 15m posibilidades rupturistas
con el régimen, y un largo etcétera. Los mismos que tanto ansían el cambio que
ven una manifestación y se ciegan sin plantearse quién la convoca o cuáles son
sus objetivos. En tiempos de bonanza económica, la mayoría de las
manifestaciones son de izquierdas; en tiempo de crisis aguda y de legitimidad
del régimen, las manifestaciones pueden albergar monstruos. Lo que
verdaderamente me inquieta es que, tras la irrupción de los mineros, parecía
que la espiral de movilizaciones se había radicalizado, parecía que mover y
levantar las manitas y regalar flores a la policía había envejecido de golpe,
parecía que la gente se posicionaba y empezaba a cuestionarse que violencia no
es tirar una piedra sino rescatar bancos con dinero público mientras se ahoga a
las clases populares, etc. Y justo en ese preciso momento, las tesis más
desclasadas del 15M (la policía también es el pueblo, deben unirse, son
trabajadores como tú, etc) vuelven a emerger de golpe y con una fuerza arrolladora
en tan solo veinticuatro horas únicamente cuando un puñado de policías
municipales se manifiestan porque les quitan la paga y los antidisturbios se
niegan a apalear a sus compañeros. El que tenga ojos en la cara, que mire, el
que no puede seguir haciéndose pajas mentales.
Y que no cuenten conmigo, yo siempre estaré con los que estuve
el miércoles en la marcha minera: trabajadores, estudiantes, mineros,
precarios, funcionarios solidarios, profesores, yayoflautas... nunca con el
brazo armado del capitalismo.
A.C.A.B.
Leído 14812 veces
La policía antidisturbios denuncia la excesiva musculatura de
los mineros asturianos
Antidisturbios
disparan contra mujer durante la marcha minera en Madrid 11/07/12
Represión al
SAT
SINDICATO ANDALUZ DE
TRABAJADORES.-SEVILLA-06/09/2009
CARGA
POLICIAL EN LA ESTACIÓN (Carga policial contra trabajadores de SANTANA
en la crisis del 94)
No hay comentarios:
Publicar un comentario