viernes, 1 de marzo de 2013

Beppe Grillo y el populismo victimista anti-política (artículos relacionados)



Por Shangay Lily

 


Los resultados electorales de Italia ya han confirmado los temores más alarmistas: Bersani, un comunista vendido a la socialdemocracia más tercera vía o pro-financiera (pacto con el tecnócrata Monti, incluido), ha hundido las posibilidades de una izquierda deseando volver a sus raíces, Berlusconi ha vuelto a beneficiarse de la corrupción y Beppe Grillo ha conseguido bloquear la vieja escuela de octogenarios que asfixian la política italiana. Europa teme un contagio y que verdaderamente esta sea la solución al paradigma de los corruptos y creadores de la crisis gobernando y la izquierda paralizada sin soluciones.

El espectacular ascenso de partido 5 estrellas del cómico antipolítica Beppe Grillo tiene asustado a más de un analista político. En todas las interpretaciones que he leído se olvidan de baremar el factor esencial en el éxito de estas peligrosas retóricas tercerposicionistas: la soberbia victimista del electorado europeo que cada vez es más burgués y autocomplaciente a la vez que indolente y reaccionario.

Me explico: cuando hablo de victimismo, me refiero a la estrategia tomada de la industria del entretenimiento de convertir al electorado en una perenne víctima de sus gobiernos, sin responsabilidad alguna en lo que pasa, por más que hayan votado a los que gobiernan, y cuyo único cometido, cual si de red social se tratase, es criticar todo y a todos y quejarse (enorme diferencia con protestar).

Las anti-políticas neofascistas están promoviendo muchísimo esta hipócrita actitud de la ciudadanía que favorece la destrucción de la política seria, con todas sus complicaciones y enrevesadas contradicciones, y el encumbramiento de mesias mentirosos llenos de promesas absurdas, imposiblemente simplistas e incluso divertidas. Saben que, como con la tele, la ciudadanía no quiere pensar, no quiere analizar, no quiere tener que estudiar en profundidad nada (aproximadamente el 99% jamás se ha leído un programa electoral); quieren que se lo den todo masticadito, inmediato, listo para consumir. Como cuando van a comprar y les hacen la pelota para que compren su producto que les va a arreglar la vida.

Pero la política no es un producto. La política no se compra dejándose convencer por un dependiente engañoso. La política se hace entre todos, es responsabilidad de todos cada uno tiene su papel.

Es muy cómodo echarle la culpa de todo a los políticos y ni mencionar nuestra responsabilidad en el mapa político actual. Es muy cómodo jugar a revolucionario anti-sistema y cuando lo que hemos hecho (como ocurrió con el 15M) es reforzar la derecha más rancia, la banca y el sistema que decíamos atacar, lavarse las manos, salirse del juego y jugar entonces al contertulio criticatodo que se cree juez y no parte.

El populismo victimista tan útil para el neofascismo sabe cómo retroalimentar esta cómoda actitud de la ciudadanía capitalista.

Hablando con un querido amigo italiano, periodista y bastante ducho en política, me queda claro que Italia es el reino del voto útil: nadie vota a quien le gusta, sino a quien puede evitar que ganen los que no le gustan.

Este extraño razonamiento me daba Caro Amico para justificar que va a votar a un racista neofascista como Beppe Grillo (que pretende prohibir la entrada de gitanos rumanos y que a los hijos de emigrantes se les dé la nacionalidad) en lugar de al excomunista Bersani, que sería su elección lógica (Caro Amico es muy de izquierdas). “Es que no me da la gana de seguir votando a octogenarios. Italia es un país de política octogenaria en la que no se permite acceder a la candidaturas a los jóvenes, como ha ocurrido en el Partido Democrático que ha impedido que consiga ser candidato Matteo Renzi, el alcalde de Florencia, un joven que gustaba muchísimo a la gente y perdió las primarias por poquísimo. Porque todo los viejunos del partido, gente que lleva 50 años en el parlamento, se coligaron para que el carcamal de Bersani ganase. Encima, Bersani ya ha anunciado un pacto con Monti; con lo cual estaría votando a Monti”.

Por lo menos sólo va a votar a Grillo para el senado (no se puede presentar a presidente por una condena por homicidio involuntario de 3 personas en un accidente), “Para el Congreso voto a Izquierda, Ecología y Libertad, que su presidente, Nichi Vendola, es marica; aunque es un maricón católico, tímido con las bodas gays, un hombre que se ha vuelto de régimen también, pero supergay, incluso su pareja salió en un anuncio para él“, me consuela Caro Amico tras mi disgusto porque vaya a votar a Grillo.

Yo no creo en estos suicidios políticos como única solución para salir de los paradigmas. El anarcocapitalismo lleva años potenciando esta auto-destrucción del sistema democrático y sus mecanismos de control en pos de un nuevo sistema más desregularizado. En el fondo es el neoliberalismo. Por eso crecen las engañosas consignas entre lso jóvenes de voto directo a personas en lugar de partidos (nadie parece plantearse quién controla a esas personas sin un partido fuerte del que dependan), sin partidos fuertes o bipartidismo (nadie se plantea quién controla a un maremagnum de pequeños partidos que van saltando de ideología en ideología en mil pactos con derecha e izquierda que sólo responde a intereses puntuales sin dirección ni previsibilidad). Esta política privada tiene mucho éxito entre las nuevas generaciones educadas en el capitalismo y su “no sacrifiques nada, compra cada deseo en el momento y endéudate”. Con esas promesas imposibles de simplificación política nos estamos endeudando. Deuda democrática que no se podrá pagar. Deuda que populistas prefascistas como Beppe Grillo ofrecen con usurera generosidad.

Así se explica el éxito de esta nueva generación de prefascistas populistas a la que en España podríamos adherir el discurso pastiche-oportunista de la tránsfuga profesional Rosa Díez, a personajes con delitos prescritos como Esperanza Aguirre o al exconvicto Mario Conde. En otros tiempos habrían sido definidos de buscavidas que se van a beneficiar de la falta de control democrático de esta nueva anti-política (privatización de la política) que muchos proponen como solución a la corrupción del sistema… infelices.

 




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