En un lugar de la infamia, de cuyo nombre no quiero acordarme,
no ha mucho tiempo que vivía un Hidalgo de los de pluma fácil, sueldo
bondadoso, serviciales modales y una gorra de madero por espíritu profesional
cuando la ocasión lo requiere...
Es, pues, de saber, que este sobredicho Hidalgo, los ratos que
estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a escribir reportajes
criminalizadores con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el
ejercicio de su profesión, y aun la más mínima decencia moral que en ella
hubiera; y llegó a tanto su desfachatez y desatino en esto, que no dudó en
escribir cuantas historias fueran necesarias para señalar con su dedo a quienes
osan no callar ante los abusos del poder político, económico y policial del
momento, sin pararse a pensar si con ello estaba allanando el camino para
procesar y llevar ante los tribunales, incluso a la cárcel, a personas de carne
y hueso, en cuyas vidas quedarán marcadas para siempre esas experiencias, con
sus dolorosos recuerdos, pese a no haber hecho más que defender la dignidad de
un pueblo.
Imagine el lector cuán ingenioso y eficaz resultaba en su labor
nuestro querido Hidalgo, que hasta aquellos cuerpos y fuerzas de seguridad del
estado para los que escribía al dictado, no tuvieron más remedio que así
reconocerlo, premiándolo por tan valiente dedicación en más de una ocasión. Policía Municipal de Madrid, primero, y Guardia Civil, en lo sucesivo, hubieron de rendirse sin remedio a
semejante talento para el lacayismo y el lamebotismo al poderoso, y la
consecuente e inevitable manipulación sobre la verdad de los hechos. Escribir
en consonancia a lo que te ordenan desde una Subdelegación del Gobierno, desde
el Gobierno mismo, o desde cualquier comisaría y/o cuartelillo de turno, no es
tarea fácil para quien estudió periodismo. De periodista a chivato, o de
chivato a periodista, de periodista a propagandista del régimen, o de
propagandista del régimen a periodista, siempre con la verdad del gobierno y la
policía como única fuente fiable para la validez y/o veracidad de todo
conocimiento, así pasaba la vida nuestro querido Hidalgo, no dudando en
mostrarse orgulloso de ello.
Era un Hidalgo, eso sí, al que la nobleza no le había llegado por vía del
saber, sino de la más respetable forma posible para un sujeto de sus
pretensiones y formas, esto es, por la bondad de costumbres. Siguiendo con la
no menos noble tradición del ABC, rincón de la prensa cavernícola a cuya
tradición periodística debía su título nobiliario, y en cuyas portadas asomaron
antaño, con fervor y admiración, felicitaciones al cumpleaños de Hitler, alabanzas al golpe de estado y a la dictadura de Franco o parabienes al Golpe de estado de Pinochet en Chile, nuestro Hidalgo no dudó en poner su trabajo al servicio
de la lucha contra los malvados rojos, fuente de todo problema y de todo
malestar que asole en cualquier lugar del mundo a la humanidad.
Si para ello había que criminalizar y echar basura mediática
sobre todo un movimiento, el 15-M, en el momento álgido de las protestas,
reproduciendo las informaciones policiales al respecto, mejor dicho, los
inventos policiales al respecto, y sembrando la duda sobre los organizadores
y/o participantes del mismo, se hacía. “Atracadores infiltrados en el 15-M”, en realidad, un buen título para
hacer saber a la sociedad que entre esos que dicen ser manifestantes pacíficos,
lo que abundan son sucios okupas y malolientes antisistema, que pretenden
perturbar la paz de una ciudad como Madrid, y hacer perder dinero a honrados
comerciantes, con lo que no se merecen menos que procesos judiciales y cárcel.
Sobre todo si, con el devenir de los acontecimientos, los sucios
okupas se dedican a expandirse por la ciudad y, ocultando sus antecedentes
policiales –datos a los cuales nuestro Hidalgo tiene acceso de primera mano-,
van okupando edificio tras edificio tras edificio tras edificio, hasta que la valiente y valerosa defensora de la ley, Cristina
Cifuentes, decidiese pararles los pies.
Si para ello había que escribir sobre el pasado de violencia y
delincuencia de un joven llamado Alfon, al que las hordas rojas querían
convertir en un mártir de la libertad solo por estar encarcelado sin juicio y
sin pruebas inculpatorias en su contra, en un régimen penitenciario propio de
los más crueles y despiadados delincuentes como es el FIES, se hacía. Con unos
datos, claro está, que solo podían provenir directamente de la mesa de una tal
Cristina Cifuentes, o de los cuerpos policiales al servicio de ésta, pero a los
que nuestro valiente Hidalgo hacía pasar como si de verdades absolutas e
incuestionables se trataran. Alfón, el héroe antifascista: atraco, agresión
sexual y drogas, o «"Alfon" es violento y con un alto grado
de peligrosidad», o
“La policía atribuye a Alfon métodos de Kale Borroka”, fueron algunos de los nada
tendenciosos ni manipulares reportajes que nuestro Hidalgo dejó para la
posteridad, esos mismos por los que luego acabará recibiendo sus bien merecidos
premios.
Los saboteadores de Metros “ miembros activos del 15-M” –por supuesto-, los usuarios de
espacios sospechosos de ser madriguera de antisistemas, como La Tabacalera, o los
antisistemas que se dedican a poner bombas en Catedrales –aunque también podría haber
sido un simple perturbado: nunca un ciudadano de bien-, no se han librado
tampoco de los elaborados relatos que nuestro Hidalgo ha ido escribiendo
durante estos últimos dos años, a la orden y con los datos que le iban
proporcionando sus amigos policías, o sus contactos directos con la mismísima
subdelegada del Gobierno en Madrid. A resaltar, no es para menos, el día en que
nuestro afamado escribiente, de tan altas dotes imaginativa y servicial,
descubrió al mundo el plan de veinte grupos antisistema, que venían a reunirse en Lavapiés y
Vallekas –esos barrios de rojos malvados, obvio-, y que pretendían agitar
Madrid un 23 de febrero, con intenciones golpistas. Bukaneros, La asociación
estudiantil Contrapoder, La Coordinadora Antifascista de Madrid, Izquierda
Castellana, los comunistas de Estrella Roja, los okupas de La Traba, los
anticapitalistas de Yesca, La Plataforma, Iniciativa Comunista, Colectivos de
Jóvenes Comunistas, nadie se salva de la maldad roja, según nuestro Hidalgo.
Por supuesto, en su afán por no dejar títere con cabeza, en su
lucha contra todo aquello que pudiera perturbar la paz de los cementerios en
los que tan a gusto viven el señor Hidalgo y los suyos entre 6 millones de
parados, 40.000 familias desahuciadas al año, un 25% de pobreza infantil, casi
dos millones de familias sin ningún tipo de ingresos, y sospechas más que
fundadas de que los mismos que alimentan diarios como el ABC a base de
publicidad institucional y de suscripciones al diario de diferentes
instituciones públicas, se lo han estado llevando crudo y a manos llenas,
quienes han osado no callarse y estar en primera línea de acción ejerciendo el
derecho humano a la información, denunciando los abusos policiales y
atreviéndose a dar la cara ante la violencia del estado para que el mundo
entero pueda ser conocedor del modo de actuar que tienen los CFSE en España, la
forma con la que, a base de represión y violencia, están tratando de silenciar
a quienes protestan contra las políticas de recortes sociales, la pérdida de
derechos laborales o el saqueo del dinero público para ponerlo en manos de
banqueros usureros y estafadores y ladrones varios, también debían ser
señalados. No sabemos si a iniciativa propia de nuestro Hidalgo –lo dudamos- o
a petición expresa de la propia policía o la subdelegación del gobierno, pero
debían ser señalados.
Así, en el colmo del delirio mediático y la fantasía represiva,
en la más cuidada forma de atacar el corazón mismo de las coberturas
independientes a las protestas ciudadanas, nuestro querido Hidalgo nos
informaba –es un decir- de que en tales protestas, según los datos que le
habían pasado sus amigos policías, se habían estado infiltrando personas que, haciéndose pasar por fotoperiodistas –pero sin ser periodistas-, se
habían dedicado a enfrentarse con la policía, a generar violencia y a llamar a
la pelea contra los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, mientras se
amparaban en su condición de falsos periodistas. El reportaje fue publicado a
mediados de abril tanto en la web como en la edición en papel del ABC. Ya estaban
en la diana.
Poco más de un mes después, porque la realidad, en estos casos,
siempre supera a la ficción, la misma policía que había suministrado dicha
“información” a nuestro Hidalgo se planta en la casa de dos de estos supuestos
“falsos periodistas infiltrados” para llevárselos detenidos. Operación "caza al fotoperiodista" finalizada.
Nuestro Hidalgo, una vez más, podía sentirse orgulloso de su trabajo.
Como ya se sabrá, a estos detenidos se los acusa de enfrentarse
y agredir a la policía, así como de lanzar calumnias sobre la labor de los
policías –estos sí- infiltrados en las manifestaciones, a los que los detenidos
habrían acusado de ser incitadores de la violencia y de iniciar los altercados
por los que ahora los detenidos están siendo procesados. Curiosamente,
casualidades de la vida en este maravilloso mundo de fantasía literaria que
venimos narrando, los detenidos han sido dos personas relacionadas con las
informaciones publicadas por nuestro amado Hidalgo. La una, Raúl Capín,
justamente aparecía en una de las fotografías que ilustraban el reportaje de
nuestro Hidalgo en la edición en papel del diario madrileño. La otra, Adolfo
Luján, aunque no aparecía en el reportaje, nada más y nada menos que osó enfrentarse a nuestro Hidalgo a través de twitter a cuenta de la
publicación de tal reportaje, acusándolo de falta de rigurosidad y dejándolo en
evidencia y ridículo con la aportación de algunos datos sobre algunos de estos
fotoperiodistas a los que tan alegremente nuestro Hidalgo atacaba. Y todo ello
después de fotografiar a policías infiltrados.
Ambos, sea como fuere, están ahora detenidos y pasando la noche
en una comisaría, privados de libertad, acusados de justamente aquello que
nuestro Hidalgo apuntaba hace algo más de un mes en su profético y
visionario texto. Casualidades de la vida, ya ven.
Todo un síntoma, no me dirán lo contrario, de cómo funciona esto
que llaman democracia en este rincón al Oeste del Reino de la mar salá que
llaman Hispania. La policía indica a la prensa a quien señalar. La prensa
señala. La policía detiene. La justicia, la justicia, bueno, ya veremos de qué
parte está. Aunque tampoco se debe esperar mucho, a la vista de lo ocurrido en
otros casos similares años atrás. Desde ayer todos los que trabajamos o
colaboramos en medios independientes, somos también ya oficialmente parte del
enemigo a perseguir y castigar, a encarcelar, si fuese necesario. No quieren
testigos incómodos, como bien apunta el abogado de uno de los detenidos Rafa Mayoral.
Aunque yo, eso sí, pase lo que pase, quedaré satisfecho y ufano
de haber sido capaz de, pese a saber de tus contactos policiales, de tu relación
con el poder político, de tu tendencia a no pestañear cuando señalas para que
puedan ensañarse judicialmente con alguien al punto de hundir su vida en una
cárcel pese a no haber hecho nada realmente punible merecedor de tal destino y
su inhumano tratamiento, y el peligro que, en consecuencia, sobre mí puede caer
desde este mismo momento por ello, poder criticar con saña el fruto
criminalizador y represor de tus escritos, Don Carlos, pues no ha sido otro mi
deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas
historias de los reportajes poliperiodísticos que escribes al dictado del
poder, lo que, a día de hoy, te garantiza fama, dinero y premios, sin duda
alguna. Vale.
Pero quién sabe lo que te podrá traer mañana. Porque igual un día
el poder cambia de clase.
Twitter artículos y vídeos relacionados
Deteniendo al autor de esta foto
RaulLibertad. Escrache a Posadas donde a Raul
quitan brazalete
Detenidos dos fotógrafos habituales en
manifestaciones, acusados de "agredir a la Policía"
No hay comentarios:
Publicar un comentario