jueves, 16 de mayo de 2013

Las dos caras de la permanente campaña de represión, acoso y derribo contra el SAT





 

Por Pedro Antonio Honrubia Hurtado Miércoles, 15 de Mayo de 2013 04:04

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“La lucha es el único camino”, afirman los militantes y activistas del SAT en cada movilización que llevan a cabo. Algo que el poder sabe tan real como la vida misma. Por ello, tras las recientes movilizaciones, la maquinaria mediática y represiva se ha puesto de nuevo en movimiento...

No es nada nuevo. Todo aquello que molesta al poder económico es sistemáticamente agredido por los diferentes brazos ejecutores que dicho poder tiene para ejercer su represión contra quienes osan desafiarlo: Policías, jueces, políticos capitalistas y medios de comunicación. Es más, a medida que alguno de estos movimientos va alcanzando mayor repercusión social, los ataques se recrudecen y todos y cada uno de estos elementos represores entran en acción coordinadamente. En ocasiones, además, ayudados por quienes, aun no formando parte de dicho poder económico, ven amenazados sus intereses por la acción revolucionaria.

Esto es algo que ha pasado decenas de veces a lo largo de las últimas décadas en diferentes lugares del mundo, y es, justamente, lo que de un tiempo a esta parte viene sucediendo con el SAT. El sindicato andaluz no solo es, pese a su lucha pacífica, el sindicato más represaliado de Europa (500.000 euros en multas y peticiones de cárcel, en diferentes procesos abiertos contra decenas de militantes, que superan los 60 años en total), sino ahora también uno de los más difamados y calumniados por los medios de comunicación al servicio de la burguesía.

Acoso y derribo contra el SAT por atreverse a denunciar y luchar por cambiar la realidad de Andalucía

Desde que el pasado verano el sindicato pusiera encima de la mesa un debate que el poder había tratado de silenciar por todos los medios –el del hambre-, los ataques mediáticos, judiciales y policiales no han hecho más que aumentar. Nada más y nada menos que, con sus acciones en varios supermercados, de los cuales sacaron algunos carros de comida y productos de primera necesidad con la intención de ser repartidos entre familias necesitadas, la realidad de un pueblo, el andaluz, asolado por el paro y abandonado en manos de los terratenientes, se hizo patente ante los ojos de muchas personas. El hambre resultó que no era solo una historia de aquellas que nuestros abuelos nos contaban recordando los años de la postguerra, sino una realidad que en estos mismos momentos, en pleno siglo XXI, afecta a miles de familias en Andalucía. El debate abierto por el SAT con sus acciones, así lo puso de manifiesto. “No somos un sindicato de extrema izquierda, somos el resultado de la extrema necesidad”, repite con frecuencia, parafraseando a Diamantino García, Diego Cañamero, Portavoz nacional del sindicato.

Andalucía, con casi un millón y medio de desempleados, con cientos de miles de familias que no cuentan con ningún ingreso, con miles de desahucios ejecutados al año, y, en definitiva, con una realidad social más propia de un país subdesarrollado que de una nación dizque europea, descubrió de repente que las luchas entre jornaleros y terratenientes, entre obreros y patrones, entre ricos y pobres, no eran simples historias de tiempos pasados, sino una realidad viva y en movimiento que organizaciones como el SAT están dispuestas a realizar.

Que el 2% de los propietarios posean más del 50% de la tierra cultivable, que las principales subvenciones fueran a parar a manos de estos grandes propietarios a cambio de no generar prácticamente ningún tipo de riqueza, ni de empleo, para el pueblo andaluz, dejó de ser el argumento que allá por los 70 movió las luchas en el campo andaluz en busca de una nunca realizada reforma agraria, y volvió a convertirse en la fuerza que mueve la lucha del SAT en la actualidad, de punta a punta del territorio andaluz. La realidad de una nación expoliada, que se desangra entre el desempleo y la emigración mientras unas pocas familias hacen del conjunto de esta tierra su particular cortijo, volvió de nuevo a primera línea mediática, impulsada por la lucha del SAT en las ocho provincias andaluzas, y con el apoyo de buena parte de la población.

Crecimiento y consolidación del SAT en toda Andalucía

No obstante, el propio poder económico, en su intento por criminalizar y arrinconar al SAT, ha puesto las luchas por la tierra y por la justicia social en el centro del debate político, y ha conseguido dar al SAT una fuerza y una influencia social que supera incluso lo que muchos de sus militantes hubieran podido imaginar tan solo unos años atrás, años en los que las acciones del sindicato eran sistemáticamente silenciadas por los medios de comunicación y el sindicato apenas si era conocido por el global de la población andaluza.

Nuevas Uniones Locales del SAT nacen en diferentes puntos de Andalucía casi cada mes, y su presencia se ha extendido ya desde el campo a la ciudad, contando con una presencia considerable en capitales como Sevilla, Málaga, Cádiz, Almería, Córdoba, Jaén o Granada, además de en diferentes comarcas de tales provincias, donde las luchas obreras y jornaleras son el pan de cada día. Mollina, Estepona, la Cuenca Minera del Río Tinto, La Carolina, Motril, Lebrija, son solo algunos de los últimos rincones donde el SAT se ha implantado a la luz del impulso que el sindicato viene tomando actualmente.

Prácticamente no pasa ya un día sin que el sindicato realice alguna acción, acto o convocatoria en algún pueblo o ciudad de Andalucía, relacionada con la lucha por la tierra, la denuncia de las políticas de recortes que están llevando al pueblo a la miseria, o la solidaridad con las luchas de otros movimientos y organizaciones, políticas y sindicales, en diferentes lugares del mundo, tanto dentro como fuera del estado español. Sus principales dirigentes, Sánchez Gordillo y Diego Cañamero, se han convertido en personajes conocidos en toda Andalucía, y colectivos en lucha acuden a buscar el apoyo y la solidaridad del SAT ante el abandono de los sindicatos mayoritarios, tal y como ha ocurrido recientemente con los trabajadores del Ayuntamiento de la Línea de la Concepción (Cádiz), tras casi nueve meses sin cobrar sus nóminas, o con los trabajadores de un invernadero en la provincia de Almería cuyo propietario se ha dado a la fuga dejando a deber varias nóminas a los trabajadores y con la campaña a medio realizar.

El SAT se ha convertido en un referente de lucha tanto dentro como fuera de Andalucía. En Cataluña, en Euskal Herria, en Madrid, en Castilla, en Murcia, los actos de apoyo y solidaridad con el SAT han sido una constante desde que en el verano la actual campaña de acoso y derribo contra el sindicato tomara fuerza.

¿Qué tendrán esos luchadores y luchadoras de Andalucía que tanto molestan al Gobierno español?

A su vez, intrigados por lo que estaba ocurriendo en Andalucía, medios de todo el mundo se han acercado a conocer la realidad de Marinaleda, así como las luchas del sindicato, y en países tan distintos como EEUU y Venezuela, pasando por Alemania, Francia, Dinamarca, Reino Unido, etc., se han realizado extensos reportajes, tanto en prensa como en televisión, que han puesto en conocimiento público y generalizado los logros del movimiento jornalero en estos últimos 30 años, pero, sobre todo, la realidad de un movimiento popular andaluz, cada vez más extenso, que, pese a ser todavía minoritario, está decidido a no resignarse y a luchar hasta las últimas consecuencias.

¿Qué tendrán estos luchadores andaluces para que nada más y nada menos que dos Ministros del Gobierno español salieran a pedir que se actuara policial y judicialmente contra ellos por el simple hecho de haber sacado unos pocos carros llenos de comida de unos supermercados, mientras la corrupción a gran escala campa a sus anchas por el estado, sin que parezca que esos mismos Ministros tengan intención de actuar con tanta rigidez contra ella? Debieron preguntarse los periodistas de todos esos países que cubren la realidad del estado español para diferentes medios de todo el mundo. Y las respuestas no tardaron en emerger.

Lo que tienen, pudieron entender pronto, es el ejemplo de años de lucha en los que, con una coherencia ideológica irrenunciable, han conseguido desafiar al poder establecido, y, entre otras cosas, han conseguido dar vida al único pueblo del estado español, Marinaleda, que, en medio de la crisis, roza el pleno empleo, garantiza vivienda, trabajo y servicios sociales básicos a todos sus ciudadanos, además de no haber vivido un solo caso de desahucio en estos cuatro años donde han sido cientos de miles las familias que han perdido sus casas en el conjunto del estado. Peligroso ejemplo para estos tiempos de estafa generalizada contra el pueblo, que llaman crisis.

Tan peligroso que el poder económico, así como las diferentes manifestaciones del régimen político capitalista que gobierna el estado español a través del bipartidismo PP-PSOE, no podía permitirse que fuese de conocimiento general sin que sobre él se sembrara la sombra de la duda y la sospecha. Informaciones de todo tipo destinadas a echar por tierra el ejemplo que supone Marinaleda, así como la lucha de los militantes y dirigentes del SAT, comenzaron a inundar redes sociales y medios de comunicación burgueses. Informaciones sesgadas y parcializadas, cuando no directamente inventadas, sobre el sueldo de Sánchez Gordillo, los concejales del Ayuntamiento de Marinaleda, o los trabajadores del mismo, reportajes sobre las ayudas y subvenciones que recibe dicho Ayuntamiento, el impago a los trabajadores de la cooperativa de “El Humoso” o supuestas irregularidades cometidas por sus dirigentes, se han convertido en habituales a través de estos canales comunicativos.

Difamaciones y manipulaciones contra el SAT que se convierten en tópicos para borregos sin ganas de cambiar nada

Poco importa que el propio Gordillo haya explicado repetidamente como reparte los ingresos que recibe para cobrar finalmente exactamente lo mismo que cobra cualquier otro trabajador de Marinaleda, que los rumores sobre el sueldo –inexistente- de los concejales o la policía local –inexistente- de Marinaleda se hayan mostrado falsos con las pruebas en la mano, o que el volumen de subvenciones que recibe el Ayuntamiento de esta localidad sevillana se haya podido demostrar que no es muy diferente a las ayudas públicas que reciben, de las diferentes administraciones, muchas otras pequeñas localidades andaluzas y españolas, y en volumen total significativamente menor a la mayoría de ellas, los bulos han calado en una parte de la sociedad, aquella ya de antemano dispuesta a resignarse a la explotación y la miseria como forma de vida del pueblo andaluz, y se repiten con frecuencia en conversaciones, tertulias y noticias donde el SAT y sus dirigentes son parte de la información. Al final, claro está, es de lo que se trataba.

Afirmaciones como que Marinaleda es un pueblo que vive de las subvenciones, que la cooperativa de El Humoso es deficitaria, que los dirigentes del SAT cobran sueldos de escándalo mientras los militantes de base malviven del PER o similar, y, más recientemente, que son los propios militantes del antiguo SOC quienes están denunciando las ayudas e irregularidades en las que incurren tanto el actual SAT como sus dirigentes, se han convertido ya en tópicos manejados como verdades absolutas por el discurso de la derecha, así como repetidas, a través de la prensa capitalista y las redes sociales, por quienes ven en el SAT una amenaza, ya sea por atacar sus intereses económicos o de clase, ya sea por el ejemplo que dan como luchadores incansables que no se venden al poder ni se arrodillan ante nadie.

A más ataques, más acciones en favor del pueblo andaluz y sus históricas reivindicaciones

No obstante, pese a todo ello, el SAT ha sabido dar cumplida respuesta. A los ataques recibidos tras los acontecimientos de los supermercados, el sindicato respondió realizando una marcha obrera que recorrió, en diferentes etapas, las ocho provincias andaluzas, y que contaron con el apoyo y participación de miles de andaluces y andaluzas, militantes y no militantes del sindicato. Aquellas marchas se caracterizaron por la realización de diferentes  “acciones sorpresa” en cada una de las etapas, a través de las cuales se denunció a los diferentes responsables de la actual estafa a las clases trabajadoras que llaman crisis. Estas acciones, totalmente pacíficas, entre las que se incluyeron la ocupación simbólica de bancos, supermercados, propiedades de grandes terratenientes y empresas explotadoras como Zara, acabaron con más de 50 detenidos. Decenas de policías acompañaron las marchas.

Posteriormente se han abierto procesos judiciales contra Cañamero, Sánchez Gordillo, y varias decenas más de activistas del SAT, con excusas tales como la participación en piquetes durante diferentes huelgas, la ocupación de la Finca “Las Turquillas”, los acontecimientos vividos en El Coronil (Sevilla) durante la reciente Huelga de basuras, o, simplemente, por la participación en las mencionadas acciones sorpresa durante las marchas obreras. Algunas de ellas ya han sido archivadas por la justicia (acción en Zara de Granada, ocupación simbólica del Palacio de Moratalla durante la marcha por la provincia de Córdoba, etc.), aunque las restantes, la mayoría de ellas, siguen abiertas a la espera de la realización de los diferentes juicios, o, en algunos casos, a la espera de que se conozca la sentencia de los juicios ya realizados. Pese a lo cual la campaña de lucha del sindicato no ha cesado un solo instante, todo lo contrario.

Somos un sindicato de militantes, no un sindicato de afiliados”, decía recientemente un joven militante del SAT en el acto de presentación del sindicato en Estepona. Esta militancia se ha podido ver durante las últimas semanas en la (re) ocupación de la finca de “Las Turquillas” en Osuna, en la de la finca de “La Rueda” en Jódar, o en la marcha a la Finca de “Las Peñuelas” en Sierra de Yeguas.

La lucha por la tierra, como expresión  no solo de una reivindicación laboral y económica, sino de la propia identidad del pueblo andaluz –tal cual expresaba, citando a Isidoro Moreno, en una entrevista a Kaosenlared otro joven militante del sindicato andaluz-, ha vuelto a ocupar un lugar central en la estrategia de lucha del sindicato. Con ella se vuelve a pretender que las tierras andaluzas se pongan en manos de los jornaleros y jornaleras de Andalucía, como forma de acabar con el desempleo masivo que asola a numerosas comarcas andaluzas, rodeadas de tierras en manos de la Junta, el estado o los terratenientes, a las que no se les saca el provecho necesario para la generación de trabajo y riqueza en favor del pueblo. Los ejemplos de “El Humoso” en Marinaleda, así como el más reciente de la ocupación y puesta en producción de la finca de “Somonte”, en Palma del Río, mueven y dan fuerza a estos actos.

La tierra pa´ quien la trabaja: Andalucía no se vende

La lucha es el único camino”, afirman los militantes y activistas del SAT en cada movilización que llevan a cabo. Algo que el poder sabe tan real como la vida misma. Por ello, tras todas estas recientes movilizaciones, la maquinaria mediática y represiva se ha puesto de nuevo en movimiento. El campamento “Dignidad” que el SAT había montado desde el 1 de Mayo en “Las Turquillas” fue desalojado el pasado domingo, una vez que los jornaleros se atrevieron a plantar melones, lechugas y sandías en la propiedad de los militares. Un ejército de Guardias Civiles espera la llegada de los  jornaleros cada vez que estos anuncian una jornada de trabajo en la finca de “La Rueda”, y la movilización en la Finca de “Las Peñuelas” ha sido respondida con una serie de artículos en los diarios El País y La Razón en los que poco menos que se acusa a los activistas y militantes del SAT actual de traicionar la lucha histórica del SOC.

Curiosamente, esta movilización en la Sierra de Yeguas, lejos de representar lo que tales medios han tratado de hacer ver, supone el más claro ejemplo de que la lucha del actual SAT se basa en una coherencia ideológica a la que el sindicato no está dispuesto a renunciar bajo ninguna circunstancia.

El País y La Razón han tratado de acusar al sindicato de marchar contra “compañeros cooperativistas”, que llevan trabajando una parte de la finca desde hace 20 años. Estos “compañeros cooperativistas”, algunos de ellos, dicen estos medios del capital, militantes actuales del SAT, aspiran a quedarse en propiedad con las tierras, actualmente en manos de la Junta de Andalucía. Algo a lo que el SAT se opone, en tanto que las reivindicaciones del sindicato pasan por acuerdos con las administraciones para hacer uso de las tierras por parte de los jornaleros y jornaleras, no para quedarse con ellas en propiedad.

La movilización se realizó, pues, tanto para denunciar la venta de estas tierras, como para exigir que se pongan en manos de los jornaleros y jornaleras más hectáreas de la misma, que permitan generar una mayor producción y carga de trabajo en beneficio de más familias de la comarca. A esto es a lo que la prensa del régimen llama “marcha contra compañeros”. Y nosotros llamamos coherencia.

El lema “la tierra para el que la trabaja”, no quiere decir que esta tenga que pasar a ser propiedad de los jornaleros y jornaleras, sino que ha de ser puesta al servicio del trabajo de los mismos, sin que haya de por medio relaciones de explotación laboral o estén en manos de un cacique.

Esa es la visión que el SAT, como antes el SOC, viene defendiendo desde hace décadas, y que ahora sigue defendiendo con la misma claridad y en los mismos términos. “La tierra no tiene dueño, la tierra es un don de la naturaleza”, repiten Gordillo, Cañamero, y los demás dirigentes del SAT, cada vez que son preguntados por el problema de la tierra en Andalucía. Algo que, una vez más, parece no ser del agrado de quienes ven en el SAT una amenaza a sus intereses.

Los artículos publicados tanto por El País como por La Razón en estas últimas semanas, tanto los que hablan directamente de la marcha a “Las Peñuelas”, como otros simultáneos que hablan sobre asuntos relacionados con Marinaleda y El Humoso, comparten sospechosamente una serie de argumentos que alguien, de entre esos “compañeros cooperativistas”, parece haberles proporcionado para atacar al actual SAT y a sus dirigentes, a ambos medios por igual. Argumentos que inciden en los tópicos anti-SAT, y anti-Marinaleda, así como de ataque a los dirigentes más conocidos del sindicato, ya mencionados unos párrafos más arriba.

Tal vez esa sea la manera que algunos, en su afán por comprar una tierra pública y ponerla bajo su titularidad, hayan encontrado para honrar la lucha del SOC: servir argumentos al enemigo de clase para que éste pueda utilizarlos no solo para atacar la acción del SAT en este caso concreto, sino la actividad y la lucha del sindicato en general, en ese y en todos los rincones de Andalucía.

Desde luego, no parece ser la mejor manera de contribuir a luchar por el pueblo andaluz y a combatir los efectos del desempleo y el subdesarrollo estructural en el que, desde hace siglos, vive inserto el campo andaluz. Tampoco a luchar contra los terratenientes o en favor de la reforma agraria en Andalucía. Sí, en cambio, es ideal para que la campaña de acoso y derribo contra el SAT siga su curso, cada vez de manera más descarada y por medios más visibles.

Las dos caras de la represión contra el sindicato

Una campaña, no obstantes, que, lejos de hundir la lucha del sindicato, todo apunta a que está contribuyendo, para desgracia de quienes la impulsan y promueven, a que éste sea cada vez más conocido y respetado tanto dentro como fuera de Andalucía, principalmente por el ejemplo que da en todas y cada una de sus luchas como sindicato de clase y “a pie de tajo”, así como por la coherencia ideológica que pone de manifiesto en todas y cada una de sus acciones, especialmente en aquellas, como esta de la Sierra de Yeguas, donde los principios históricos de la lucha jornalera se anteponen a cualquier otra cuestión.

Tales son, pues, las dos caras de la represión contra el SAT. Una que se manifiesta en forma de multas, detenciones, juicios y ataques mediáticos, con las nada deseables consecuencias que ello acarrea en la vida de los militantes y activistas afectados, y la otra que, pese a todo, está consiguiendo que el SAT haya pasado en poco menos de un año de ser un sindicato prácticamente desconocido más allá de sus territorios históricos, y entre un público conocedor de las luchas históricas del SOC, a ser un referente para miles y miles de personas tanto dentro como fuera de Andalucía, y, en especial, un ejemplo de resistencia contra el capital que ahora ya es de conocimiento generalizado por casi la totalidad del pueblo andaluz, tanto en el campo, como en la ciudad, tanto en la lucha jornalera, como en las luchas urbanas.

Seguro que, pese a todo, pese a lo desagradable de sus situaciones personales, las personas afectadas por la represión contra el SAT no pueden dejar de sentirse orgullosas por ello. Ellxs son la verdadera alma del SAT, el auténtico ejemplo de la coherencia y la dignidad que, en tiempos como estos, necesitan tanto el pueblo andaluz como la clase obrera en su conjunto.

Ya quisieran poder decir lo mismo quienes con tanta saña atacan al sindicato.

 

 

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