Basado
en una charla dada por Larry Holmes, Primer Secretario del Partido Workers
World-Mundo Obrero, en una reunión del liderazgo el 20 de octubre.
El
trabajo de masas y el trabajo político e ideológico deben basarse en una
comprensión común de las formas en que la totalidad de la crisis global actual
del sistema capitalista ha cambiado la dinámica de la lucha de clases a nivel
mundial.
La
base analítica para tal entendimiento común no es algo nuevo para muchos/as
revolucionarios/as. En los últimos años se ha escrito sobre ella; WW-MO ha
publicado varios libros sobre el tema. El desarrollo de la crisis capitalista y
sus consecuencias para la lucha de clases es un proceso vivo. En consecuencia,
una evaluación marxista de ello también debe ser un trabajo continuo.
Tener
una comprensión de las características de lo que hemos denominado “el
capitalismo en un callejón sin salida” es un punto de partida. Por si solo este
entendimiento no proporciona un modelo de cómo los/as revolucionarios/as deben
responder a todos los acontecimientos de la lucha de clases diaria contra el
capitalismo y el imperialismo. Pero no puede haber discusión sobre qué hacer si
no estamos reaccionando a la misma crisis.
“El
capitalismo de bajos salarios” y “El capitalismo en un callejón sin salida”,
escritos por el compañero Fred Goldstein son considerados ejemplares por
muchos/as en el movimiento progresista, e incluso por algunos miembros de la
clase dominante. Goldstein muestra cómo la producción capitalista y la división
del trabajo están globalizadas; por qué la crisis de sobreproducción
capitalista es permanente; por qué la tecnología que se ha utilizado para
desplazar y empobrecer a los/as trabajadores/as, será no obstante, uno de los
grandes clavos en el ataúd del capitalismo y cómo el papel del capital
financiero ha crecido en relación a la producción de las cosas y los servicios
útiles a la sociedad.
Pero,
¿qué pasa con el significado político e ideológico de estos cambios para la
lucha de clases?
Sin
una comprensión común de la imagen global y la forma en que han cambiado las
normas de la lucha de clases en todo el mundo, muchas fuerzas progresistas
serán como pequeñas embarcaciones en una terrible tormenta, navegando en
círculos porque no son capaces de ver a través de la lluvia. Para adaptarse a
las necesidades de la lucha de clases hoy, se necesita ser capaz de ver y
cambiar las concepciones que se han vuelto obsoletas.
A
lo largo de las formaciones revolucionarias, hay diferentes niveles de conciencia,
diferentes experiencias y puntos de vista de lo que es más importante hacer.
Estas incluyen algunos que se consideran a sí mismos comunistas revolucionarios
y tienen una visión del mundo similar a la nuestra.
Un
punto decisivo en la lucha de clases
Todas
las organizaciones que invierten en la lucha de clases se han acostumbrado, en
un grado u otro, a las normas que rigen en gran medida, el curso de la lucha de
clases a nivel mundial y la lucha por el socialismo y el comunismo. Estas
normas superficialmente, parecían ser inalterables durante mucho, mucho tiempo.
Sin embargo, estas normas han llegado a un punto decisivo. ¿Cuáles son estas
normas?
En
un sentido relativo, la dinámica de la lucha de clases está en constante
cambio. La clase capitalista siempre está librando una lucha en contra de
los/as trabajadores y de los/as oprimidos. La única variación es el alcance y
la intensidad de los ataques capitalistas. Del mismo modo en un sentido
relativo, la clase obrera, sus organizaciones y sus organizaciones de
vanguardia también están cambiando constantemente.
Pero
incluso con estos cambios constantes hasta hace muy poco, las normas de la
lucha de clases no parecen haber sido afectadas. ¿Qué significaría un cambio en
las normas de la lucha de clases? Desde la perspectiva de la clase obrera, las
normas cambiarían si hubiera un cambio sustancial, generalizado y constante en
la voluntad de la clase obrera de participar en la lucha de clases, junto con
un aumento igualmente fundamental en la conciencia de clase, la conciencia
política e incluso la ideológica de amplios sectores de la clase obrera.
Es
evidente que, a pesar de las tremendas luchas en Wisconsin, Chicago y Carolina
del Norte, no se puede decir hasta el momento que la clase obrera en su
conjunto, haya roto con las viejas normas. Por otra parte, la escalada en la
ofensiva de la clase dominante capitalista contra la clase obrera en la mayor
parte del mundo ya no puede ser descrita como fases meramente episódicas de
explotación y opresión más profunda. Por el contrario, el nivel actual del
asalto capitalista no tiene precedentes, es generalizado, más o menos
permanente y en aumento.
La
norma principal que persiste obstinadamente, pero no puede persistir
indefinidamente, es que la evolución ideológica de la clase obrera y sus
organizaciones todavía se encuentra muy por detrás de la evolución de la crisis
del sistema capitalista. La contradicción entre el desarrollo económico y la
conciencia política nunca ha sido mayor de lo que es hoy. Pero eso también está
cambiando.
La
convención de la AFL-CIO en Los Ángeles mostró que el movimiento obrero
organizado [en EE.UU.] se esfuerza por llegar a un acuerdo con la realidad de
que las normas de la lucha de clases han cambiado. En particular, hay una
conciencia de que el movimiento obrero organizado no puede sobrevivir
defendiendo solo a una parte cada vez menor de la clase obrera contra la
ofensiva capitalista.
Hay
por lo menos el comienzo de la comprensión de que el destino del movimiento
sindical depende en gran parte de su capacidad para abrazar plenamente – en lo
que respecta tanto a la organización como al programa – el hecho de que un
porcentaje mucho mayor del clase obrera no está organizada y que cada vez una
parte más grande de la clase trabajadora está desempleada o marginalmente
empleada.
La
principal lección de la reciente convención de la AFL-CIO fue que mostró a
parte de su liderazgo, que el movimiento sindical en su forma actual sería
destruido por el capitalismo mundial si no se hace un cambio fundamental.
Sin
embargo, las propuestas planteadas en la convención de LA fueron, como mucho,
medias tintas e insuficientes para extender el alcance de los sindicatos a las
decenas de millones de trabajadores/as oprimidos que necesitan ser organizados
y movilizados. Más importante aún, no hubo ningún indicio en la convención de
que el movimiento sindical se mueva en una dirección anticapitalista, de
organización de masas, y clasista, lejos de las inhibiciones impuestas por el
Partido Demócrata liderado por capitalistas.
Algunos
sindicalistas muy buenos y militantes creen que si el sindicalismo fuera más
militante y rechazara el sindicalismo empresarial y la colaboración de clases,
se podrían remediar todos los problemas. Esto es cierto por supuesto, pero es
sólo una parte de la verdad.
La
otra parte de la verdad la resumió nada menos que Karl Marx, cuando habló hace
más de 150 años sobre la dirección que el movimiento obrero debe tomar
eventualmente:
“Aparte
de sus propósitos originales, [los sindicatos] deben ahora aprender a actuar
deliberadamente como centros organizadores de la clase obrera para su completa
emancipación. Deben ayudar a todo movimiento social y político que tienda en
esta dirección. Deben considerarse y actuar como abanderados y representantes de
toda la clase obrera”. Extraído de un documento escrito por Karl Marx en
1866 titulado “Los sindicatos: su pasado, presente y futuro”.
Perspectiva
revolucionaria y la lucha de clases
El
ataque a los conductores de autobuses escolares de Boston por la antisindical
empresa Veolia con sede en Francia, es un ejemplo del final de las normas en la
lucha de clases. La grave situación de los/as trabajadores y los/as oprimidos
en Detroit es otro.
Hay
una contradicción inherente entre un programa de lucha mínimo y el programa
máximo que esta crisis exacerba.
Ya
se trate de la lucha contra la destrucción de los sindicatos o de la lucha de
los/as trabajadores para ganar el derecho básico a organizarse en el sur, como
marxistas revolucionarios nunca podemos perder de vista el hecho de que nuestra
clase no puede conseguir victorias en la lucha o que sus necesidades sociales
se realicen bajo el capitalismo.
De
hecho, una característica distintiva de la actual crisis capitalista – aunque
sea una característica general y fluida a la que puede haber y habrá muchas
excepciones – es que mientras más profunda y permanente sea la crisis económica
capitalista, más probable es que la lección más importante que la clase obrera
obtenga, es que todo el sistema capitalista debe ser abolido. Esta es una
conclusión inevitable de que los sectores importantes de nuestra clase y sus
organizaciones de vanguardia tienen que llegar, aunque sea desigualmente. Esta
conclusión es la revelación ideológica central.
Si
no hay una perspectiva revolucionaria, sin un objetivo socialista, la lucha de
clases se convierte en un callejón sin salida para nuestra clase.
Al
mismo tiempo, los/as revolucionarios deben involucrarse en la lucha del día, ya
sea local o internacional, y participar en la lucha con el entusiasmo, la
táctica y la energía necesaria para llevar la lucha hasta su límite – ganando a
veces incluso.
Pero
el resultado de cualquier lucha es temporal. Esto es cierto si los/as
trabajadores salen temporalmente victoriosos o si nuestra clase sufre una
derrota temporal. Todo es temporal, porque la lucha continúa y va y viene, al
menos hasta que el capitalismo se haya depositado con seguridad en el basurero
de la historia.
Ni
que decir, la crisis del capitalismo en un callejón sin salida obliga a los/as
revolucionarios presentar el programa máximo de la revolución socialista. Igual
de importante es que las destrezas para orientar la lucha de clases desde un
nivel menor a uno superior – una tarea que requiere una gran experiencia para
llevarla a cabo – siempre deben ser refinadas, revisadas y renovadas.
Una
cosa obvia que puede deducirse de los cambios en la dinámica de la lucha de
clases global, es no permitir que cualquier subdivisión de nuestra clase –
sobre una base geográfica, organizada, no organizada o cualquier otra – -libre
su propia batalla con el establecimiento capitalista que más que nunca está
centralizado (centralizado por el mayor papel global del capital financiero).
Incluso donde no se pueda efectuar una solidaridad generalizada de clase, tiene
que ser dado a conocer que la estrategia de la lucha contra un sinnúmero de
batallas por separado con el capital es una estrategia perdedora para nuestra
clase.
La
lucha ideológica por el comunismo no puede ser disminuida o totalmente olvidada
en medio de la lucha diaria de masas.
Entre
un programa mínimo y uno máximo, se pueden desarrollar las reivindicaciones de
transición, así como los objetivos que tejan un puente entre los dos
extremos. La solidaridad de clase y el internacionalismo de la clase
obrera se convierten en algo más que consignas, son decisivas en este
periodo. Lo mismo sucede con la necesidad de aumentar la organización de
masas de nuestra clase en el nivel político más alto.
Si
hubiera habido una gran pancarta en el escenario de la convención de la AFL-CIO
— una bandera que reflejara que la única forma de que la lucha de los/as
trabajadores triunfe, es destruyendo el capitalismo – eso habría sido una gran
contribución al movimiento por un mundo socialista.
La
construcción de asambleas populares y asambleas de los/as trabajadores es útil
porque las asambleas impulsan la necesidad de organización de clase masiva. La
característica más insidiosa de la crisis capitalista mundial es que plantea,
de la manera más nítida y más decisiva, una crisis política para el movimiento
obrero. ¿Qué crisis? La más simple: si la perspectiva no es que nuestra clase
se organice tanto en la base más amplia y más ideológica posible dadas las
circunstancias, la crisis capitalista se utilizará para enfrentar a
trabajador/a contra trabajador /a en una escala cada vez mayor.
Incluso
si las asambleas de trabajadores/as no se entienden completamente, la
concepción de una asamblea de trabajadores/as, automáticamente, intuitivamente,
será vista por muchos/as como ideológica. Se entenderá como un audaz intento de
organizar a la clase obrera sobre una base más ideológica y política, además de
organizarse por las demandas básicas y en defensa contra los ataques.
No
se puede luchar contra el capitalismo sobre la base de una vieja concepción del
sindicalismo en la lucha de clases, de confiar en las reformas capitalistas, o
en una política que aborde sólo una parte de nuestra clase.
Con la nueva
época de crisis global ¿Sobre qué deberían estar pensando lxs revolucionarixs?
ENGELS, MARX
Y LOS SINDICATOS*
Oscar
Cornblit
Este trabajo
es un relato breve de las relaciones que desarrollaron Friedrich Engels y Karl
Marx con los sindicatos, así como también de sus opiniones acerca de éstos.
Como se verá en el texto, ambas sufrieron pronunciados vaivenes a lo largo de
la existencia de ellos.
La fuente
primaria fundamental utilizada han sido las cartas intercambiadas entre Engels
y Marx, además de la correspondencia que mantuvieron con otras personas. Han
sido publicadas en la colección de obras completas de dichas autores:
Marx-Engels Werke, citada abundantemente en las páginas que siguen. La
colección es una fuente excelente de información para conocer las ideas de
ambos autores
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