Al artículo le he añadido algunos enlaces,
como el libro Acabad ya con esta crisis.
19/11/2013
No dicen que el problema es la
concentración en pocas manos (gran capital y capital financiero parasitario) de
las riquezas producidas por el trabajo humano
Con matices ligeramente diferentes pero
con rasgos ideológicos similares, Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco
Mundial y Paul Krugman (formador de opinión que difunde sus ideas desde el año
2000 en su columna bisemanal del «New York Times») ambos consagrados con el
premio «Nóbel» de Economía, son dos de los principales mentores en materia
económica de la «progresía» a escala mundial. Tienen en común que critican
algunos efectos y, a veces, aspectos del sistema vigente pero se abstienen de
criticar al sistema mismo.
I. Joseph Stiglitz, muy
solicitado en tribunas académicas y políticas de todo el mundo, recibió en
2001, junto con Akerlof y Spence, el llamado Premio Nobel de Economía (en
realidad Premio en Ciencias Económicas del Banco de Suecia creado en Memoria de
Alfred Nóbel) por su contribución a la teoría de la asimetría de la
información, que sostiene que las fallas del mercado capitalista no se deben a
la inexistencia en la práctica de una competencia «pura y perfecta» («la mano
invisible del mercado») sino que es el resultado de una información asimétrica
e imperfecta que, dice, podría “tener profundos efectos en la forma en la que
se comporta la economía”.
Escribe Stiglitz:
…”Durante doscientos años los
economistas utilizaron modelos económicos simples que asumían que la
información es perfecta, por ejemplo, que todos los participantes tienen el
mismo transparente conocimiento de los factores relevantes. Ellos sabían que la
información no era perfecta, pero tenían la esperanza de que un mundo con
moderadas imperfecciones en la información sería semejante a un mundo con
información perfecta. Nosotros mostramos que esa noción estaba mal
fundamentada: incluso las pequeñas imperfecciones en la información podrían
tener profundos efectos en la forma en la que se comporta la economía (nuestro
el subrayado). El Comité del Premio Nobel citó nuestro trabajo acerca de la
"asimetría de la información", un aspecto de las imperfecciones
causadas por el hecho de que distintas personas en un mismo mercado saben
distintas cosas. Por ejemplo: el vendedor de un auto puede saber más sobre su
auto que el comprador; quien compra un seguro puede saber más sobre sus
posibilidades de tener un accidente (tales como la forma en la que maneja) que
quien vende el seguro; un trabajador quizá sepa más acerca de sus habilidades
que un patrón potencial; la persona que pide prestado tal vez sepa más sobre
sus posibilidades de pagar un préstamo que quien otorga el crédito. Pero las
asimetrías de la información son sólo una faceta acerca de las imperfecciones
de la información, y todas ellas -incluso cuando son pequeñas- pueden tener
fuertes consecuencias.” ( http://www.project-syndicate.org/commentary/asymmetries-of-information-and-economic-policy/spanish
En la misma línea de pensamiento,
Stiglitz también formuló con Shapiro la teoría del salario de eficiencia y
explica la existencia del desempleo por las deficiencias en la estructura
informativa del empleo. (http://links.jstor.org/sici?sici=0002-828 )
Entre otras cosas, Stiglitz sostiene que
la productividad está principalmente determinada por el nivel del salario del
trabajador (el empleador tiende a pagar un salario más elevado a fin de
incentivar al trabajador a ser más productivo: salario de eficiencia). Si bien es
cierto que un salario más elevado motiva al trabajador no hay que ser muy
experto para saber que no es el salario el que determina la productividad sino
a la inversa: la productividad (bienes o servicios producidos por hora
trabajada) es uno de los determinantes del nivel del salario: por eso un
trabajador calificado que produce más valor por hora trabajada que un
trabajador manual sin calificación gana más que este último.
Cabe agregar que la productividad ha
aumentado enormemente en los últimos decenios, como consecuencia del progreso
técnico y del aumento de la intensidad en el trabajo y de la jornada laboral y
sin embargo los salarios reales no han seguido – ni aproximadamente- el mismo
ritmo de crecimiento. Esto vale también para los cuadros profesionales, cuyos
salarios se mantienen congelados y sus condiciones de trabajo no cesan de
deteriorarse.
No hace falta haber recibido el premio
“Nóbel” del Banco de Suecia para darse cuenta que no es la asimetría de la
información o la información imperfecta la causa de los males del sistema
capitalista (entre ellos el desempleo). Las víctimas del sistema saben –o
deberían saber- que las verdaderas causas son la concentración en pocas manos
(gran capital y capital financiero parasitario) de las riquezas producidas por
el trabajo humano.
Con el aumento de la productividad el
desempleo tiende a aumentar y no a disminuir por la sencilla razón que menos
trabajadores activos pueden producir más bienes y servicios.
Es la política que prefiere el gran
capital para aumentar su tasa de beneficio y mantener una alta tasa de
desocupación que presiona a la baja el salario real de los trabajadores
activos. Una prueba de la ineficacia de las teorías y de los métodos de
Stiglitz para analizar la economía real es un informe que elaboró en 2002,
encomendado por los grupos financieros Fannie Mae y Freddie Mac, donde afirmó
que la actividad de dichos grupos, que garantizaban los préstamos hipotecarios
concedidos por los Bancos a clientes poco solventes, no implicaban
prácticamente ningún riesgo para el sistema bancario. Según Stiglitz el riesgo
era del orden de entre uno y medio millón y uno y tres millones (sic). Concluia el Informe: This analysis shows that, based
on historical data, the probability of a shock as severe as embodied in the
riskbased capital standard is substantially less than one in 500,000 – and may
be smaller than one in three millions. Given the low probability of the stress
test shock occurring, and assuming that Fannie Mae and Freddie Mac hold
sufficient capital to withstand that shock, the exposure of the government to
the risk that the GSEs will become insolvent appears quite low.» (Implications
of the New Fannie Mae and Freddie Mac Risk-based Capital Standard. Joseph E.
Stiglitz, Jonathan M. Orszag and Peter R. Orszag).
Contra las «previsiones» de Stiglitz,
basadas en modelos matemáticos, las políticas de Fannie Mae y Freddie Mac
contribuyeron en buena medida a desencadenar la crisis financiera que dura
hasta hoy.
II. Paul Krugman, otra figura mediática muy apreciada y
citada por la “progresía”, fue miembro del Consejo de Asesores Económicos
(Council of Economic Advisers) de la administración de Reagan de 1982 a 1983.
En 1999 fue consultor en el Consejo Asesor de Enron, el gigante transnacional
de la energía que quebró en 2001 reconociendo una deuda de 40 mil millones de
dólares y dejando en la calle a su personal (12000 personas), al que, por
añadidura, despojó del capital previsional de su jubilación, invertido en
acciones de la propia empresa.
Desde el año 2000 Krugman tiene una
columna bisemanal en el New York Times y recibió el premio «Nóbel» de economía
en 2008. En 2012 publicó un libro titulado «Acabad ya
con esta crisis». y Acabad ya
con esta crisis. Subrayamos esta. Es decir no se trata
de acabar con las crisis en general, con su cortejo de concentración de las
riquezas y expansión de la miseria, sino de acabar con esta crisis.
El enfoque de Krugman aparece claro en
la Introducción (Y ahora ¿qué hacemos?) de su libro. Allí dice que muchos se
preguntan « ¿Cómo ha pasado esto ?» Y que él, en cambio se pregunta: «Y ahora
¿qué hacemos ?». Y continúa: «Cada vez que leo artículos, académicos o de
opinión, que analizan lo que deberíamos hacer para prevenir futuras crisis
financieras…me despiertan cierta impaciencia». Más claro imposible: salir del
pozo actual como fuere, pero sin cuestionar el sistema.
Comentando este libro de Krugman,
Michael Hudson escribe: “Por desgracia, la incapacidad de Krugman para contemplar
el problema económico de hoy como una cuestión de deflación de la deuda refleja
su fracaso (que sufre la mayoría de los economistas, a buen seguro) a la hora
de reconocer la necesidad de reducciones de la deuda, de reestructurar el
sistema bancario y financiero, y de volver a transferir los impuestos del
trabajo a las ganancias de la propiedad, de la renta económica y de los precios
de activos (de “capital”). El efecto de este estrecho conjunto de
recomendaciones consiste en defender el statu quo y, pese a su reputación como
liberal, eso convierte a Krugman en conservador… Haciendo uso de la
prestidigitación neoclásica de dar gato por liebre, restringe el significado de
“reforma estructural” en el sentido de los economistas de la Escuela de Chicago
que culpan al desempleo actual por ser “estructural,” en el sentido de que los
trabajadores ocupan empleos que no corresponden a su formación. Con ello se
desvía la atención de los apremiantes problemas que son genuinamente
estructurales».
Esta “explicación” de Krugman sobre las
causas del desempleo se relaciona con la teoría del “salario de eficiencia” de
Stiglitz, mencionada más arriba, que explica la existencia del desempleo por
las deficiencias en la estructura informativa del empleo.
En el curso de su libro, Krugman, con un
estilo de serie B estadounidense, acumula sofismas y datos falsos.
Por ejemplo en el párrafo “Comprender
las tasas de interés”, en la página 147 de la edición argentina escribe:
“Recordemos que, como vimos en el Capítulo 2, la trampa de liquidez se produce
cuando, incluso con tipos de interés cero, los residentes del mundo, en su
conjunto (el subrayado es nuestro), no están dispuestos a comprar tantos bienes
como están intentando producir. O, lo que es equivalente: la cantidad que la
gente desea ahorrar – es decir los ingresos que no desean gastar en consumo
corriente - es superior a la cantidad que las empresas están dispuestas a
invertir”.
En este párrafo Krugman mete en la misma
bolsa al ahorro familiar (que en las clases modestas tiende a ser inexistente)
y al capital financiero improductivo y parasitario (que alcanza cifras
siderales) con el denominador común de “residentes del mundo” para intentar
ocultar la raíz de las crisis: la transferencia de la mayor parte de las
riquezas producidas por el trabajo humano al gran capital, al financiero en
particular, que se ha acentuado enormemente en los últimos treinta años. (A
Krugman le “impacienta” que se hable de las crisis en general).
Su presunta preocupación por la situación
de las clases populares queda al descubierto cuando en el párrafo “El problema
esencial en Europa” (páginas 192 y siguientes) escribe que para hacer más
competitiva la economía (por ejemplo de España, véase pág. 182 de su libro) hay
que reducir los salarios manteniéndose en la zona euro o salir del euro y
devaluar la moneda nacional. Según Krugman, en este último caso los salarios
reales no caerían. Sólo se devaluarían con relación al euro. Todo el mundo
sabe, menos Krugman, que una devaluación de la moneda nacional afecta
negativamente el nivel del salario real, pues no existen economías nacionales
cerradas.
Comenta Hudson: “El punto ciego de
Krugman con respecto a la deuda general hace descarrilar también la teoría del
comercio. Si Grecia abandona el euro y devalúa su moneda (el dracma), por
ejemplo, las deudas cifradas en euros o en otra divisa fuerte aumentarán de
modo proporcional. De manera que Grecia no puede marcharse sin repudiar sus
deudas en la en la litigiosa economía global de hoy. Sin embargo, Krugman cree
en el viejo sinsentido neoclásico según el cual todo lo que se necesita es la
“devaluación” para rebajar el coste laboral interno. Es como si se mostrase
indiferente al sufrimiento que impone esa austeridad, como la que sufrieron los
países latinoamericanos a manos de los planes de austeridad desde 1970 en
adelante. Los costes se pueden “poner bajo control ajustando los tipos de
cambio”. El problema es sencillamente, por lo tanto, una cuestión de tipos de
cambio (que se traduce al poco en costes laborales). La depreciación de la
moneda reducirá (según la teoría del comercio de Krugman) los costes laborales
y otros costes internos hasta un punto en que los gobiernos puedan exportar lo
bastante no sólo para cubrir sus importaciones sino pagar sus deudas en divisas
extranjeras (que se dispararán en términos de moneda local)».
Krugman insiste con la necesidad de
aumentar el gasto gubernamental y en su libro (ver pág. 250) no parece desdeñar
como “solución” el llamado “keynesianismo armado” es decir una carrera
armamentista o la guerra. Que practican periódicamente las grandes potencias.
Un análisis crítico de las ideas de
Stiglitz y Krugman puede verse en Paulo Nakatani y Rémy Herrera, Crise financiere ou… de surproduction? http://www.ucm.es/info/ec/jec12/archivos/A1FUNDAMENTOS%20ECONOMIA%20CRITICA/ORAL/NAKATANI-HERRERA/NAKATANI-HERRERA.pdf - http://www.lahaine.org/index.php?p=36958
Sobre Stiglitz también puede leerse de
Jean-Marie Harribey: Commission Stiglitz: l'économie, la montagne et la souris.
http://alternatives-economiques.fr/blogs/harribey/2009/09/16/commission-stiglitz-l%E2%80%99economie-la-montagne-et-la-souris/
Stiglitz: la economía, la montaña y el ratón
Sobre Krugman puede leerse: de Michael Hudson, Las anteojeras económicas de Paul Krugman, Theleme, 13/06/2012
Sobre Krugman puede leerse: de Michael Hudson, Las anteojeras económicas de Paul Krugman, Theleme, 13/06/2012
Las anteojeras económicas de Paul Krugman
Michael Hudson 11/06/12
y
http://www.lahaine.org/index.php?p=62230 13/06/12. El mismo texto en inglés: www.nakedcapitalism.com 14/05/12; de Vincenç Navarro Por qué Paul Krugman está equivocado en sus
recetas para España. en SistemaDigital, 15 de abril de 2010. Y en el blog de
economía del profesor Rafael Hernández Núñez, La incapacidad intelectual de un
Nóbel de economía.
CALPU
Paul Krugman:
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Polémica con Paul Krugman y su último libro
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Por
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