DESPUÉS DEL
MODELO TURCO… LA COPIA ESLAVA
Por Andrew
Korybko 28 DE FEBRERO DE 2014
El
ministro polaco de Relaciones Exteriores, Radek Sikorski, con los tres
principales dirigentes de la oposición ucraniana, en Kiev.
Como celoso
servidor de los intereses de Estados Unidos, Polonia está desempeñando
oficialmente, en su relación con Ucrania, el papel del turco de guardia. Al
igual que Turquía, utilizada como trampolín para el envío de hombres y medios a
los terroristas que operan en Siria, Polonia está prestando el mismo tipo
de apoyo en el caso de Ucrania.
El primer
ministro de Polonia, Donald Tusk, declaró el 22 de febrero de 2014 que su país
ya estaba garantizando los cuidados necesarios a los opositores
heridos en Kiev y que se había ordenado al ministerio del Interior polaco y a
las fuerzas armadas que reforzaran esa ayuda poniendo varios hospitales a la
disposición de esos elementos [1]. El
ministro de Salud confirmó los contactos entre Varsovia y los rebeldes de Kiev
para «organizar los cuidados [médicos] a los heridos ucranianos».
De lo
anterior se desprende que Polonia extendió de hecho en cerca de
500 kilómetros dentro del territorio ucraniano la zona sobre la cual
pretende ejercer su influencia, tanto a través de la acción
clandestina como mediante la diplomacia. En Ucrania, los servicios de
inteligencia de Polonia no se limitan a «ayudar a los heridos
ucranianos» [de los grupos terroristas]. Razón de más para suponer que
las regiones ucranianas fronterizas con Polonia –Lvov y Volyn– están
más expuestas aún a la influencia de Varsovia. Casualmente o no, el hecho
es que la región de Lvov ya trató de declararse independiente. Al igual
que Varsovia –que lo hizo en el pasado y lo está haciendo actualmente–, Ankara
ejerció su influencia dentro del territorio sirio en el momento más álgido de
la crisis que sacude ese país árabe. No podemos olvidar que Turquía
también ha albergado y prestado ayuda médica en su propio territorio a los
combatientes (terroristas) heridos en Siria.
Para
entender mejor cómo se ha aplicado el método de intervención de «dirección
desde la retaguardia», es importante analizar aquí la similitud entre las
relaciones que Polonia y Turquía mantienen con sus respectivos vecinos –Ucrania
y Siria.
En primer
lugar, la estrategia de «dirección desde la retaguardia» ha sido
definida como «un apoyo militar de Estados Unidos, que se mantiene en
la sombra y deja a otros los eslóganes y la propaganda». Es esa la
estrategia adoptada para las guerras que se libran en teatros de operaciones
donde, por diversas razones, Estados Unidos prefiere
no implicarse abiertamente. Se basa esa estrategia en el uso
de aliados, de «caciques» regionales a quienes se confía
la misión de avanzar en la consecución de objetivos geopolíticos y
geoestratégicos de Estados Unidos a través de un dispositivo
de guerra asimétrica, mientras que Washington redespliega sus propias
fuerzas en Asia, donde quiere llevar a cabo ante China una disuasión de
tipo convencional.
En el
escenario europeo, al igual que en el Medio Oriente,
es Estados Unidos quien mueve los hilos. Polonia y Turquía son para
Washington las mejores marionetas que podía soñar, dirigidas ambas contra
sus respectivas vecinas: Ucrania y Siria. Los estadounidenses se
encargan principalmente del entrenamiento de las bandas de «oposición»
y de la labor de inteligencia. Por su parte, Polonia y Turquía hacen
el trabajo que se les asigna aportando un respaldo directo al despliegue
de esos grupos dentro del territorio de los países atacados.
En Ucrania,
Estados Unidos ha estado infiltrando ONGs durante más de 10 años para
penetrar la plaza, asignándoles –entre otras cosas– 5 000 millones de
dólares para «ayudar el país a instaurar instituciones democráticas» [2]. En la
campaña desatada contra Kiev, la NED (National Endowment for Democracy) [3]
desempeñó un importante papel en hacer que la opinión pública
ucraniana se tragara una reedición del engañoso video Kony 2012,
utilizado como pretexto para reforzar la presencia militar de
Estados Unidos en África central [4].
En el caso de Siria, los aterradores reportajes de «Danny» en
la CNNfueron utilizados de la misma manera, en 2012,
para desacreditar al régimen de Damasco [5].
Pero la
similitud no termina ahí.
Tanto
Polonia como Turquía son Estados situados en las fronteras de la OTAN. Polonia
es presentada como «el más importante de todos los países
fronterizos de la Alianza en términos de poderío económico, político y
militar». Polonia y Turquía, comparadas con sus vecinos –Ucrania y Siria–
presentan un importante interés geoestratégico y una aplastante
superioridad en el plano demográfico. Ambos países padecen además de
un complejo de inferioridad provocado por su gloria imperial perdida
(en el caso de Polonia, pérdida de su unión con Lituania y, en el caso de
Turquía, pérdida del imperio otomano). También comparten una larga frontera
terrestre con los países que están en el colimador de «una transición
democrática». Y tienen en común importantes lazos culturales y
políticos con sus vecinos, vínculos heredados de los imperios
desaparecidos, que se remontan a épocas lejanas, muy anteriores
al inicio de sus crisis respectivas. Todo lo anterior confiere a Polonia y
Turquía cartas de gran importancia para intervenir en el futuro campo de
batalla, de manera oficial o no, y para realizar operaciones
de inteligencia.
En Polonia y
en Turquía existen también importantísimas instalaciones militares. La US
Air Force dispone de una gran base aérea en Incirlik (sur de
Turquía) donde también hay un importante radar del sistema de defensa
antimisiles posicionado en el este. Por su parte, Polonia puso a disposición de
Estados Unidos la base aérea de Lask y un puesto avanzado de la defensa
antimisiles en el noreste de su territorio, cerca de Kaliningrado.
Cuando se
observa el desarrollo de la campaña de los sublevados, que están cumpliendo en
Ucrania una misión ya previamente establecida, salta a la vista una evidencia
extremadamente inquietante: los métodos de los fascistas ucranianos
se parecen cada vez más a los de los yihadistas que operan en Siria.
Al igual que en Damasco, en 2011, donde francotiradores bien ubicados
(posteriormente identificados como rebeldes) disparaban al azar contra
la multitud, una lluvia de balas se abatió sobre
los civiles en Kiev, donde incluso un reportero de la televisión
rusa Russia Today se vio bajo fuego.
El reclamo
de independencia de Lvov puede compararse con la declaración de autonomía de
los kurdos del norte de Siria. En ambos casos se trata de regiones
colindantes con el Estado que se inmiscuye en los asuntos internos de su
vecino, por cuenta del amo estadounidense.
Aparece
también el mismo paralelismo en la toma de control –por los rebeldes ucranianos
y sirios– de los puestos fronterizos que les garantizan el contacto con
el Estado que los respalda. Para Ankara y Varsovia,
esas acciones tienen el evidente mérito de facilitar el envío de
armas, hombres y medios a los terroristas cuyo surgimiento han
estimulado. Y cuando los sublevados ya no logran mantener
el control de las zonas fronterizas, recurren al saqueo de las
instalaciones de las fuerzas gubernamentales de las que han logrado apoderarse
y roban armas, ya sea arrebatándoselas a los miembros de las fuerzas del
orden que logran capturar o asaltando edificio oficiales [6]. En el
caso de Siria, los yihadistas acostumbran a secuestrar gente que utilizan
como rehenes y a perpetrar ejecuciones sumarias. Sus émulos ucranianos van
por el mismo camino, como lo demuestra la captura de
60 policías en Kiev.
Los ejemplos
mencionados demuestran claramente que las operaciones de desestabilización
emprendidas en Ucrania y Siria siguen un plan bien establecido.
Estados Unidos está al mando de las operaciones y aplica su estrategia de
«dirección desde la retaguardia». Manipula para ello a Estados
traumatizados por el derrumbe de los imperios de los que algún día formaron
parte. Apunta hacia territorios de gran importancia para los intereses de
Estados Unidos, situados allí donde Washington prefiere no intervenir
directamente, mantener en secreto su propio papel y poder negar
fácilmente su propia implicación.
Existe
también otra práctica que se extiende cada vez más: la utilización de
grupos extremistas regionales fanatizados para orquestar a través de ellos
un trabajo de desestabilización a largo plazo. En el Medio Oriente se
recurre a los islamistas radicales para organizar y exportar el caos.
En Ucrania, el equivalente local de los wahabitas a los que se
recluta para la realización de ciertas operaciones parecen ser –cada vez
más frecuentemente– los grupos de extrema derecha, léase nazis. Ucrania puede
perfectamente convertirse en campo de entrenamiento para otros grupos de la
extrema derecha europea. Es de temer además que los grupos de facciosos
que actualmente operan en Ucrania decidan vender su experiencia
al mejor postor en los demás Estados europeos.
Así como
Turquía amamantó a los extremistas islámicos mediante el apoyo de Ankara
a los grupos que luchan en Siria, Polonia flirtea hoy muy
peligrosamente con la extrema derecha nacionalista ucraniana, como
lo demuestran sus declaraciones de apoyo a los grupos que
recurren a la violencia y su reciente decisión de evacuar y ayudar a los
heridos de los sublevados, sin entrar a mencionar por el momento las
demás formas de respaldo que se han mantenido en secreto y cuya
importancia aún se desconoce.
Los
extremistas islamistas se han salido del control de quienes antes
los manejaban, convirtiéndose ahora en un peligro para todo el Medio
Oriente. De la misma manera, los grupos nacionalistas de extrema derecha
pueden acabar haciéndose incontrolables en Ucrania y poniendo
en peligro toda la Unión Europea.
Cuando se
establece la comparación entre Polonia y Turquía y entre Ucrania y Siria,
no queda más remedio que reconocer que el concepto de «primavera árabe»
se ha extendido ahora, mucho más profundamente de lo que parece, al panorama
europeo.
Fuente: Oriental Review
Nota
de Oriental Review:
La feroz campaña anti-Assad que Turquía ha venido orquestando durante los 3 últimos años ha provocado en ese país un verdadero desastre político. El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan se esfuerza actualmente por reequilibrar su política, evidentemente desafortunada, hacia Siria. Está tratando de recuperar respaldo regional y de reconquistar el favor de la opinión pública luego de la caída de su popularidad, resultado de su calamitosa implicación en la tragedia siria. Su más reciente visita a Teherán es una muestra del espectacular cambio de actitud del gobierno turco, tanto en su manera de razonar como en cuanto a la manera de abordar la cuestión siria. Todo parece indicar que Turquía ha aprendido las amargas lecciones de su experiencia y que ha entendido lo caro que resulta hacerles el juego a otros gobiernos cuando se trata de las relaciones con sus propios vecinos. ¿Será Polonia capaz de reevaluar de la misma manera el papel que está desempeñando en la terrible crisis ucraniana? Eso está por ver.
La feroz campaña anti-Assad que Turquía ha venido orquestando durante los 3 últimos años ha provocado en ese país un verdadero desastre político. El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan se esfuerza actualmente por reequilibrar su política, evidentemente desafortunada, hacia Siria. Está tratando de recuperar respaldo regional y de reconquistar el favor de la opinión pública luego de la caída de su popularidad, resultado de su calamitosa implicación en la tragedia siria. Su más reciente visita a Teherán es una muestra del espectacular cambio de actitud del gobierno turco, tanto en su manera de razonar como en cuanto a la manera de abordar la cuestión siria. Todo parece indicar que Turquía ha aprendido las amargas lecciones de su experiencia y que ha entendido lo caro que resulta hacerles el juego a otros gobiernos cuando se trata de las relaciones con sus propios vecinos. ¿Será Polonia capaz de reevaluar de la misma manera el papel que está desempeñando en la terrible crisis ucraniana? Eso está por ver.
[1]
«Poland
on standby to receive Ukraine’s wounded» por Mathew Day, The
Telegraph, 20 de febrero de 2014. En
castellano
[2]
“Remarks by Victoria Nuland at the U.S.-Ukraine
Foundation Conference”, por Victoria Nuland, Voltaire
Network, 13 de diciembre de 2013.
[3]
«La NED, vitrina legal
de la CIA», por Thierry Meyssan,Однако/Red Voltaire, 11 de
octubre de 2010.
[4] Kony
2012 es un video de propaganda de la asociación Invisible
Childrendestinado a promover el arresto del jefe del Ejército de Liberación
del Señor, Joseph Kony. Más de 100 millones de personas pudieron verlo a
través de internet, principalmente en Estados Unidos. Basado en
afirmaciones simplificatorias y otras manipulaciones, ese video impresionó
emocionalmente a un gran público.
[5]
«Danny» era el nombre de un activista sirio, corresponsal de los canales
de televisión al-Jazeera y CNN en Baba Amro,
barrio asediado de la ciudad siria de Homs. «Danny» era
en realidad un delincuente remunerado por los servicios de
inteligencia de Qatar para hacer creer que el gobierno sirio estaba
bombardeando a la población de Homs. Durante 3 meses utilizó todo tipo de
trucos para que los telespectadores de al-Jazeera y CNNcreyeran
que estaban oyendo y viendo bombardeos que nunca existieron en la vida
real.
[6]
“Rioters seize over 1500 guns in Ukraine mayhem
–security services”Russia Today, 19 de
febrero de 2014.
Polonia
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