Por
Néstor Kohan - La Haine :: Más articulos de esta
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Con los
compañeros que hoy están presos acusados de "antisemitas" por
protestar contra la invasión a Gaza hemos desarrollado una escuela de formación
política piquetera
[Artículo
publicado en La Haine el 24 de mayo de 2009, que reproducimos ahora por su
actualidad.]
A la
memoria de Simón Radowitzky y Raymundo Gleyzer
Los
hechos
Se sabe.
Salió publicado en la tapa de Clarín y en varios canales de
televisión. En Argentina hubo un acto pequeñísimo —algunos pocos cientos de
personas que no llegaban al medio millar— en conmemoración del estado de Israel
organizado por la embajada de ese país junto con el gobierno porteño de la
derecha neoliberal clásica vinculada al empresario Mauricio Macri. Un
pequeñísimo grupo de manifestantes —que no llegaba a dos decenas— intentaron
disentir con el sionismo repartiendo volantes en el acto y se armó una
trifulca. Represión policial. Los manifestantes críticos del sionismo golpeados
y presos. Una brutal campaña mediática para ilegalizar a la izquierda
piquetera. La acusación central: “antisemitismo”. Persecución, allanamientos,
encarcelamientos, judicialización. Intento de eliminar planes sociales,
cuestionamientos a todo el movimiento piquetero no oficialista.
Bajo presión
de la embajada del estado de Israel y de la embajada de los Estados Unidos en
Argentina, el gobierno de Cristina Kirchner y los jueces allanan un local
piquetero en la provincia de Buenos Aires, encarcelan a otros diez militantes
además de los que ya estaban presos por el acto. Histeria mediática que acusa a
toda la izquierda no institucional—principalmente de origen marxista— de...
“antisemita”.
¿Quién
escribe y quién opina?
Algunos
antisemitas disimulan y esconden sus prejuicios con el ajetreado y manoseado
“tengo un amigo judío”. Yo no tengo un amigo judío. Simplemente parte de mi
familia fue torturada y masacrada por los genocidas nazis (genocidio que no
tuvo nada de “holocausto”.
No fue “un
castigo de Dios”, sino una empresa política bien mundana y terrenal, planeada y
ejecutada en forma burocrática a partir de un proyecto de reordenamiento y
contrarrevolución capitalista, de factura europeo occidental pero cuyas
pretensiones imperialistas apuntaban a todo el planeta). Y si mi familia no
hubiera sufrido ese genocidio en carne propia igual tendría derecho a opinar.
Nuestro
vínculo con los presos
Conocemos a
muchos de ellos y ellas. Con algunos hemos compartido militancia, formación
política y estudio durante años y años, décadas. En barrios de la periferia de
la provincia de Buenos aires, Argentina. También en escuelas de formación
política del Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil. Igualmente en actividades
conjuntas junto a los pueblos originarios e indígenas de Bolivia. Nos conocemos
bien, principalmente con los compañeros del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR).
Ellos
asistieron a nuestra Cátedra Che Guevara durante años. En la Universidad
Popular Madres de Plaza de Mayo, primero, en el Hotel Bauen, después.
Precisamente
en el local que fue allanado por la policía, conocido en el barrio de Florencio
Varela (uno de los más humildes de la provincia de Buenos Aires) como el
cabildo de Castelli, con estos compañeros que hoy están en prisión acusados de
“antisemitas” hemos desarrollado una escuela de formación política piquetera y
barrial. Lo hicimos en forma totalmente gratuita, absolutamente voluntaria, sin
cobrar jamás un solo peso.
Con la gente
de los barrios leíamos y estudiábamos a Antonio Gramsci y al Che Guevara. ¡Gravísimo!
¡Terrible! También discutíamos sobre historia argentina. Mirábamos con la gente
de los barrios, amas de casa, obreros ocupados, obreros desocupados, muchachos
y chicas humildes, de la clase trabajadora, películas. Por ejemplo vimos y
discutimos “Los traidores” de Raymundo Gleyzer (¿Quiénes hoy encarcelan a estos
compañeros se habrán sentido aludidos por esa película?). Incluso alguna vez
con estos compañeros hicimos un taller de filosofía en los barrios donde, junto
con trabajadores y trabajadoras, amas de casa y muchos jóvenes analizamos el
capítulo séptimo del libro Cosmos del investigador, profesor y astrónomo de la
NASA (institución norteamericana..., señor embajador de los Estados Unidos...
Sí, norteamericana... ¡horror!), Carl Sagan: “El espinazo de la noche”.
¡Gravísimo! ¡Peligro! ¿Clases de filosofía en los barrios? ¿En medio de la
calle de barro? ¿En medio de los chicos corriendo y con los perros ladrando
alrededor? ¡Inconcebible! ¡Gravísimo! La filosofía es para los niños de la
elite, no para la gente humilde y los trabajadores de los barrios.
¡Terroristas!¡Inadaptados! ¡Autoritarios! ¿Cómo se les ocurre socializar el
saber? ¡Subversivos! ¡Deberíamos volver a hablar en latín y que la cultura sea
para pocos! ¡Loquitos sueltos!
La
demonización mediática es tremenda. Presentan a estos compañeros como si fueran
oscuros y monstruosos “terroristas” de las películas más baratas de Hollywood.
Los conocemos bien. Si no fuera trágico... nos daría risa. Es más, ya nos
reiremos juntos cuando estos compañeros salgan de la cárcel...
¿El estado de Israel defiende al pueblo judío?
¿Los acusan
de “antisemitas”? ¿Israel protege al pueblo judío? ¿La embajada de Israel y la
embajada yanqui en Argentina son los «papás» del pueblo judío?
El estado de
Israel habla hoy en nombre de las víctimas del genocidio nazi, de los
sobrevivientes y de sus familias. Para legitimarse, se autopostula “protector”
de los judíos y representante de los familiares y las víctimas del nazismo.
Pensemos un poco. Hagamos memoria.
Si Israel
nos protegiera, no entiendo porque el estado de Israel fue un aliado estrecho y
fiel de Videla y Massera, dictadores simpatizantes de Adolf Hitler (como todas
las Fuerzas Armadas argentinas, según lo demuestra el documental «Panteón
militar» del historiador y periodista Osvaldo Bayer). El general Videla era un
católico ultramontano, que preconizaba la guerra contrainsurgente como si fuera
una guerra santa contra los ateos marxistas. Todos los manuales de la escuela
secundaria de aquella época así lo prueban. El almirante Massera, a su vez, era
integrante de la logia neonazi P2. ¿Por qué el estado de Israel tenía una
alianza tan estrecha con esta dictadura militar?
En su época
el Movimiento Judío por los Derechos Humanos (MJDH) había calculado que de los
30.000 desaparecidos y desaparecidas en Argentina, aproximadamente entre 1.500
y 2.000 eran de origen judío. Una proporción bastante mayor (en realidad
corresponde a 16 veces más) si se la compara con la relación cuantitativa de la
comunidad judía con el conjunto de la población total de nuestro país. No fue
casual.
Eso se
explica al menos por dos razones. En primer lugar, por la activa militancia del
judaísmo progresista y de izquierda en las organizaciones revolucionarias
argentinas (incluyendo las político-militares PRT-ERP, FAR, Montoneros y otras
similares). En segundo lugar, por el carácter brutalmente antisemita de los
militares argentinos. Hay numerosísimos testimonios, por ejemplo en el Nunca
más (un libro que no tiene posiciones de “ultraizquierda” precisamente... ya
que el prólogo de Ernesto Sábato fortaleció la tristemente célebre “teoría de
los dos demonios”) sobre el ensañamiento especial de los torturadores militares
con los prisioneros y secuestrados de origen judío, las torturas “especiales”,
las marchas nazis que les hacían escuchar en las cámaras de tortura, etc.,etc.
El general Camps, jefe policial que se responsabilizó de la desaparición y
asesinato de 5.000 prisioneros, era un confeso antisemita. Su odio a los judíos
lo expresaba cada vez que podía. No era el único, sólo uno de los más conocidos
y cínicos.
¿Qué hizo el
estado de Israel para proteger no ya a los 30.000 desaparecidos y desaparecidas
en general, sino especialmente a los 1.500 ó 2.000 desaparecidos judíos?
Según
reconoce Pinjas Avivi, el entonces cónsul de la embajada del estado de Israel
en Argentina (entre 1978 y 1981), cuando acompaña al periodista Jacobo Timerman
(uno de los pocos, quizás el único, que logró salvarse) al aeropuerto de Ezeiza
le pide... no que denuncie a la dictadura y las tremendas torturas que
sufrió... ¡sino todo lo contrario...! “Le pedí que no atacara al gobierno
militar porque corría peligro nuestro trabajo” (Página 12, 8/9/2001). El
funcionario israelí reconoce que este tipo de actitud respondía a que: “no
queríamos dañar las relaciones diplomáticas entre Israel y la Argentina”. El
mismo funcionario reconoce que “hubo detenidos que rechazaron nuestra ayuda.
Ellos nos espetaron: «Ustedes son colonialistas, genocidas y conquistadores. No
queremos vuestra ayuda. Ustedes son peores que los generales»”
(http://www.hagshama.org.il [1/2/2000]). Iosi Sarid, uno de los diputados de
Israel del Frente de Izquierda Meretz reveló que en los archivos de la
cancillería israelí y en el ministerio de Defensa de Israel hay pruebas que
niegan la versión acerca de la supuesta “ignorancia” del estado israelí
respecto a las masivas desapariciones, secuestros y torturas de judíos en
Argentina, “pruebas que se trataron entonces de ocultar para no molestar a las
«buenas relaciones», y entre ellas la venta de armas” (18/11/2003, www.wzo.org.il).
La
colaboración del estado de Israel —venta de armas, votos de la dictadura a
favor de Israel en Naciones Unidas, etc.— con la dictadura militar, genocida y
antisemita del general Videla no fue una excepción. Lo mismo hizo con otros
regímenes fascistas o de extrema derecha como los de Augusto Pinochet (que
usaba el uniforme nazi) en Chile, Anastasio Somoza en Nicaragua o el régimen
neonazi del apartheid en Sudáfrica. Todos estrechos aliados, como Israel, de la
cabeza madre de la serpiente extremista, el estado norteamericano: USA. ¿Una
casualidad?
¿El apoyo
entusiasta a Somoza tenía que ver con “la defensa del judaísmo”? Comandos
israelíes hoy combaten a la insurgencia marxista de las FARC-EP o asesoran a
los narco-militares de Uribe en las selvas y montañas de Colombia... ¿para
“defender a los judíos”? ¿Cuáles son los judíos que viven en las montañas o
selvas de Colombia? ¡Queremos conocerlos para compartir algunas comidas o mirar
juntos algunas películas de Woody Allen!
Cuando el
famoso intelectual estadounidense Noam Chomsky (de origen judío, quien vivió
varios años en Israel y se marchó sumamente decepcionado y amargado) afirma que
las FARC-EP de Colombia no son terroristas y que, en cambio, la política
oficial del estado de Israel es de extrema derecha, no sólo en medio Oriente
sino en todo el mundo... ¿será acaso un “terrorista antisemita”?
Lejos de la
tradición humanista de Sigmund Freud, Albert Einstein y Karl Marx que supiera
defender el entrañable escritor judío Isaac Deutscher, hoy Israel hace culto de
la limpieza étnica y la discriminación, construye un muro de intolerancia (por
el que nadie se “ofende” como ocurriera hipócritamente con el muro de
Berlín...), legaliza la monstruosidad de la tortura (llamándola con el mismo
eufemismo del que hacen gala los “demócratas” norteamericanos..
“interrogatorios fuertes”) y practica sobre los demás lo mismo que alguna vez
sufrió en carne propia el pueblo judío. Como bien alertó en su época el
pensador judío Martín Buber: “Deberemos enfrentar la realidad que Israel no es
inocente ni redentora. Y que en toda su creación, y expansión, nosotros como
judíos hemos causado lo que hemos sufrido históricamente: una población de
refugiados en la diáspora”.
Como alguna
vez escribió en su libro Ser judío el filósofo judío y marxista argentino León
Rozitchner: “¿Qué extraña inversión se produjo en las entrañas de ese pueblo
humillado, perseguido, asesinado, como para humillar, perseguir y asesinar a
quienes reclaman lo mismo que los judíos antes habían reclamado para sí mismos?
¿Qué extraña victoria póstuma del nazismo, qué extraña destrucción inseminó la
barbarie nazi en el espíritu judío? ¡Qué extraña capacidad vuelve a despertar
en este apoderamiento de los territorios ajenos, donde la seguridad que se
reclama lo es sobre el fondo de la destrucción y dominación del otro por la
fuerza y el terror? Se ve entonces que cuando el estado de Israel enviaba sus
armas a los regímenes de América Latina y de África, ya allí era visible la
nueva y estúpida coherencia de los que se identifican con su propios
perseguidores. Los judíos latinoamericanos no lo olvidamos. No olvidemos
tampoco Chatila y Sabra”.
¿Quién es
el enemigo?
¿Nos
permiten un consejo? A los muchachos del MOSSAD y las Fuerzas Armadas de
Israel, humildemente, les sugerimos que si lo que buscan es adrenalina y
venganza por los feroces asesinatos nazis del pasado contra el pueblo judío...
pues bien... entonces... ¿por qué no planificar y prepararse para atacar en
forma mortífera y demoledora a las grandes empresas europeas y estadounidense
que se enriquecieron con el genocidio nazi? Como bien explica el formidable
libro Negocios son negocios. Los empresarios que financiaron el ascenso de
Hitler al poder del escritor judío Daniel Muchnik, el nazismo no fue una
“anomalía”.
Los jerarcas
políticos, militares e ideológicos del nazismo son conocidos: Hermann Göring,
Joseph Goebbels, Ernst Röhm, Alfred Rosemberg, Ulrich F.J.von Ribbentrop,
Heinrich Himmler, Rudolf Hess, Gottfried Feder, Josef Mengele, entre otros.
Mucho menos lo son, en cambio, los empresarios beneficiarios-cómplices, socios
de intereses, aliados o colaboracionistas del nazismo en Alemania.
La lista es
larga y Muchnik la recorre minuciosamente. Entre otros incluye a las empresas
Siemens (eléctrica), a BMW y Volkswagen (automotrices), a Fritz Thyssen
(industrial siderúrgico que murió en 1951 en Buenos Aires), a Gustav Krupp
(dueño del gigante del acero alemán), a Ernst Heinkel (desde 1938 “führer
económico-militar”) y a Emil Kirdorf (empresario del carbón). Estos
empresarios, recuerda amargamente Muchnik, aun habiendo utilizado mano de obra
esclava de los prisioneros judíos, comunistas o gitanos salieron airosos de los
juicios de Nuremberg... ¿Una mera casualidad?
¿Acaso hoy
en día —vuelve a preguntarse Muchnik— no siguen operando con total impunidad
empresas de origen nazi (derivadas de la IG Farben, que fabricaba el raticida
de las cámaras de gas) como la Bayer, la Hoesch o la BASF, demandadas por
sobrevivientes del genocidio nazi?
Muchnik
aporta entonces una cantidad enorme de datos sobre la colaboración sistemática,
los negocios o incluso la simpatía ideológica que mantuvieron con Hitler—aún
durante la segunda guerra mundial— empresas como la General Motors (asociada
con IG Farben), la General Electric, la Brown Boveri (filial de Westing House),
el británico Unilever, la Shell, la United Steel, el Chase Manhattan Bank de
Rockefeller, la Standard Oil, la TEXACO, la ITT (la del golpe de estado de 1973
en Chile), el National City Bank, el grupo editorial Bertelsman, dueño de RCA y
accionista mayoritario de American On Line (el principal proveedor de Internet
de EEUU) y la Ford. ¡Todos ellos se llenaron de dinero con el nazismo y hoy, en
pleno siglo XXI, siguen abultando sus cuentas bancarias y sus acciones con
total impunidad!.
Ahí tendrían
que atacar y dirigir su violencia mortal, muchachos de MOSSAD y las Fuerzas
Armadas de Israel, no a los refugiados palestinos, no a las escuelas
palestinas, no a los hospitales palestinos, no a las familias palestinas... El
enemigo tampoco son los piqueteros de Argentina, la insurgencia de Colombia,
los negros de Sudáfrica. El enemigo son las grandes empresas que amasaron
fortunas con el nazismo.
¿Se
confundieron de enemigo, muchachos, o ustedes son amigos y cómplices de ese
enemigo? Lean ese libro, “desinformados” muchachos del MOSSAD...
¿Los
revolucionarios son “terroristas antisemitas”?
La
literatura sionista, la gran prensa del poder (monopólico), la embajada de los
Estados Unidos y la embajada de Israel han logrado construir un gran sofisma.
Todo revolucionario es... “un terrorista”. Si cuestiona la política de estado
de Israel o Estados Unidos es, además, un “terrorista antisemita”.
¿Cómo
llamarían los dirigentes sionistas y los monopolios de (in)comunicación a uno
de los principales fundadores de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) de
la Argentina de los años ‘70, el militante de origen judío y comunista Marcos
Osatinsky? Marcos Osatinsky no sólo era guevarista, promovía una opción
político-militar, era aliado de Cuba y defendía la causa palestina. Estuvo
prisionero por la dictadura militar en la cárcel de Rawson, se fugó en tiempos
de la “masacre de Trelew”, pasó por el Chile de Salvador Allende y llegó a
Cuba, donde además de hacer trabajo voluntario se fotografió con Mario Robi
Santucho y otros revolucionarios antiimperialistas de aquella época. Este gran
revolucionario de origen judío hoy está desaparecido. ¿Marcos era un
“terrorista antisemita”?
¿Cómo
llamarían los dirigentes sionistas y los monopolios de (in)comunicación al
joven obrero judío libertario Simón Radowitzky que a comienzos de siglo
ajustició con un explosivo al feroz coronel de la policía Ramón Falcón, luego
de que este último masacrara a obreros indefensos en un acto por el primero de
mayo en una plaza porteña? Simón Radowitzky fue castigado con más de dos
décadas de torturas, vejámenes y reclusión en las peores cárceles del sur
argentino, tras cuya deportación a Montevideo marchó a combatir con las armas
en la mano en los batallones internacionalistas en la guerra civil española.
¿Simón era un “terrorista antisemita”?
¿Cómo
llamarían los dirigentes sionistas y los monopolios de (in)comunicación a
Teresa Israel, joven abogada de guerrilleros y militantes populares? Esta joven
judía comunista abogada de presos políticos, una de las más audaces que
incursionó en el tenebroso cuartel militar de Campo de mayo denunciando las
torturas a los detenidos, se metía en los años ’70 en los cuarteles para
intentar salvar la vida de los revolucionarios secuestrados y torturados por
los militares argentinos (aliados del estado de Israel). Hoy está desaparecida.
Muchos centros culturales y barriales llevan el nombre de Teresa, joven judía
revolucionaria. ¿Teresa era una “terrorista antisemita”?
Cómo
llamarían los dirigentes sionistas y los monopolios de (in)comunicación a
Raymundo Gleyzer, joven militante judío, primero comunista y luego combatiente
del guevarista Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército
Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). En casa familiar de Raymundo se fundó el
teatro IFT, uno de los baluartes culturales del judaísmo progresista argentino,
hoy ubicado en el barrio de Once. Raymundo, brillante y apasionado, dirigió el
grupo Cine de la Base y fue el gran cineasta de la insurgencia argentina, amiga
de la causa palestina. ¿Raymundo era un “terrorista antisemita”?
La lista de
ejemplos sigue y es incontable. No sólo de Argentina sino de toda América
Latina y el mundo.
¿El joven
dirigente uruguayo Jorge Zabalza, que comenzó militando en la agrupación judía
Hashomer Hatzair, visitó Israel, vivió en un kibbutz y luego al regresar se
convirtió en uno de los comandantes y uno de los nueve rehenes históricos en
Uruguay pertenecientes al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros,
organización amiga de la causa palestina? ¿El «tambero», como lo llaman en
Uruguay, es un “terrorista antisemita”?
¿Y Mauricio
Rozencof, igualmente judío, otro de los fundadores de Tupamaros en Uruguay?
¿Era un “terrorista antisemita”?
Y Enrique
Oltusky, joven militante judío cubano, que se convirtió en estrecho colaborador
del comandante Ernesto Che Guevara (Oltusky, junto con su amigo Orlando
Borrego, fue el organizador de las Obras Completas del Che conocidas por el
título El Che en la revolución cubana. Los tres, Oltusky, Borrego y Guevara,
estudiaron juntos El Capital en Cuba). Como su jefe Guevara, Oltusky era amigo
de la causa palestina. ¿Era Enrique un “terrorista antisemita”?
Y si nos
vamos aún más para atrás... ¿El joven guerrillero socialista Mordejai
Anielevich, que mientras los grandes popes del sionismo negociaban con los
nazis, organizaba en el guetto de Varsovia el único camino para enfrentar a los
fachos, es decir, la lucha armada... ¿Era un “terrorista antisemita”?
La
criminalización macartista de los revolucionarios —especialmente de aquellos
que tienen o asumen posiciones radicalizadas— y la falacia de homologarlos con
el brutal y monstruoso antisemitismo de origen nazi no reviste el menor
análisis histórico. Únicamente a condición de borrar, no sólo la heroica
resistencia palestina sino incluso la propia historia de honor y valentía del
judaísmo revolucionario y socialista —impulsor de la lucha armada— se puede
aceptar la propaganda oficial del MOSSAD, el estado de Israel y la embajada de
Estados Unidos.
¿La
izquierda piquetera “antisemita”?
Todavía hoy
sigue sin resolverse el atentado a la AMIA. Mientras la dirigencia oficial del
sionismo se abrazaba con los políticos del sistema y aplaudía al presidente
Carlos Saúl Menem, todo el mundo sabía que había una “pata local” en el
atentado. Atentado que no se hizo en los barrios donde viven los judíos ricos,
chetos y millonarios sino en el barrio de Once, uno de los más populares de la
ciudad de Buenos Aires (precisamente el mismo barrio donde a principios del
siglo XX tuvo lugar la “semana trágica”, cuando los hijos y los “niños bien” de
los empresarios y las bandas parapoliciales salían a reprimir obreros
insurrectos y a cazar “judíos-bolcheviques”, vejando mujeres y niños y
asesinando a mansalva en nombre de “la patria”). En la “pata local”· del
atentado a la AMIA, todo el mundo sospechaba que había puesto su garra sucia y
corrupta la policía de la provincia de Buenos Aires, popularmente conocida como
“la bonaerense”. También se sospechó que los militares carapintadas —ex
instructores en contrainsurgencia en las escuelas yanquis del canal de Panamá—
habían colaborado.
Pero a
nadie, absolutamente a nadie, ni siquiera a los más delirantes o fantasiosos,
se le ocurrió que el movimiento piquetero estuvo mezclado con el atentado a la
AMIA.
¿Por qué
entonces ese odio y esa histeria que ahora vemos en todos los monopolios de la
incomunicación contra la izquierda piquetera?
Pedimos
permiso para contar una anécdota. Resulta que hace unos años, una de las
organizaciones de víctimas del atentado a la AMIA, los compañeros de APEMIA,
organizaron un acto en la calle Corrientes y Pasteur, barrio de Once, Capital
Federal de Argentina. Hubo bastante concurrencia. Cuando un trabajador morocho
y muy humilde del Polo Obrero intentó subir al estrado a solidarizarse con las
familias de las víctimas, algunos sionistas que estaban en el público
comenzaron a insultarlo, abuchearlo e intentaron echarlo. Casi nos agarramos a
golpes.
¿Por qué ese
odio de clase? ¿Al sionismo le interesa el pueblo judío o en realidad defiende
sus propios intereses, incluso contra los propios judíos? Si de verdad le
interesara el bienestar de los judíos NUNCA, repito, NUNCA hubiera apoyado una
dictadura antisemita como la de Videla y Massera.
¿El
sionismo nos protege?
Pido permiso
para contar otra anécdota personal, esta de la adolescencia. Resulta que en la
escuela secundaria militábamos en el centro de estudiantes. Algunos de nuestros
amigos eran judíos, otros católicos y un compañero era de origen árabe, aunque
de fe católica. Sin renegar de nuestro origen, nosotros éramos (y somos) ateos.
Sin embargo, aprovechando el “día del perdón” (no nos ponían inasistencia),
faltamos a clase, como gran parte de los adolescentes intentando escapar de la
disciplina escolar. Junto con los de apellido judío también faltaron nuestros
amigos de origen católico y el de origen árabe. ¿Qué se encontró la barra de
amigos al día siguiente al regresar a clase? En cada uno de nuestros bancos de
madera había pintada una inmensa cruz svástica (nazi) de color rojo con cada
uno de nuestros nombres. La primera reacción, instintiva, fue irnos a los
puños. Pero rápidamente, pensando políticamente, como militantes del centro de
estudiantes hicimos una denuncia pública de este gravísimo hecho antisemita.
Como dirigentes del centro de estudiantes recorrimos muchísimos diarios. Nadie
publicó nada. El único periódico que publicó la denuncia fue Nueva Presencia,
órgano periodístico que había sido en tiempos dictatoriales baluarte cultural
de la resistencia popular. Dirigido por el periodista Herman Schiller (a Herman
lo conocimos personalmente muchos años después militando con las madres de
plaza de mayo), Nueva presencia le dio lugar en sus páginas a la colorida
familia de la izquierda argentina, judía y no judía.
Inmediatamente
después de la denuncia vinieron a la escuela dirigentes sionistas. No recuerdo
ahora si eran de la OSA o de la DAIA. Pero era un dirigente entonces de peso y
renombre. Vino a averiguar y a pedir explicaciones por el hecho antisemita. El
rector de la escuela, facho disfrazado de liberal, jurista legitimador de los
golpes de estado y columnista del diario de extrema derecha La Prensa, nos
llamó a los estudiantes agredidos y también al agresor (quien vino junto con su
padre) que había pintado las cruces nazis. En medio de la discusión, el rector
le dice al dirigente sionista, señalándome con el brazo extendido: “Porque este
estudiante es marxista y milita en el fascismo rojo”. Automáticamente al
dirigente sionista se le cruzaron los ojos. Se olvidó al instante del joven
neonazi, de las cruces svásticas, de la agresión antisemita y empezó a
insultarme. Yo no entendía nada. ¿No venía a defendernos de los nazis?
¿Nosotros no éramos los atacados? ¡No! Para el dirigente sionista, que no era
un muchacho ignorante sino un alto dirigente del sionismo argentino, era más peligroso
un estudiante marxista judío que un nazi que pintaba svásticas...
¡¡¡Increíble!!! En aquella época yo era muy chico. No entendí nada. La
situación me parecía un absurdo y absolutamente ridícula. De agredido y
denunciante yo había terminado siendo acusado... ¡Nada menos que por otro
judío! Años después lo comprendí muy bien...
¿Los
palestinos nos odian?
¿Los
palestinos nos odian? No es cierto. Gravísimo error confundir judaísmo con
sionismo. Confusión que resulta falsa a todas luces, si se la esgrime en
defensa del estado de Israel como si se lo hace en contra de Israel. La
resistencia palestina —al menos en sus vertientes y organizaciones más lúcidas,
las que provienen de un tronco antiimperialista laico y socialista— lucha
contra la política de estado de Israel, no contra todos los judíos en general.
Si se me
permite, quisiera contar una tercera anécdota para ilustrar este pensamiento.
Cuando se
inauguró la Escuela Nacional «Florestan Fernandes», cerca de San Pablo, a
iniciativa del Movimiento sin Tierra (MST) de Brasil, allí nos encontramos
militantes de muchas partes del mundo, todos unidos por las mismas banderas y
los mismos ideales, los más nobles que ha conocido la humanidad hasta el
momento. Había, entre muchísima otra gente, judíos no israelíes. También había
marxistas israelíes. Igualmente estaban presentes madres palestinas. Estas
últimas vestidas con sus pañuelos y túnicas tradicionales. Todavía recuerdo con
una emoción indescriptible el inmenso abrazo internacionalista y fraterno que
estas madres nos dieron a todos y todas por igual, incluyendo a los judíos no
israelíes y a los marxistas de Israel, sabiendo perfectamente quien era cada
uno. No me lo contó nadie. No lo leí en ningún libro. No lo vi en ninguna
película. Ese abrazo entrañable, afectuoso y fraternal de palestinas y judíos,
palestinos y judías, simbolizó para nosotros un adelanto de cómo se podría
vivir y convivir si este mundo cruel y mezquino, no lo gobernaran el
imperialismo y las burguesías, con todo su abanico de primitivismo político,
odio racial, opresión nacional y fanatismo religioso sino los pueblos
organizados sobre un proyecto socialista de alcance mundial. No es un sueño
delirante, es algo posible y al alcance de la mano, con la condición de
sacarnos de encima a los dueños del poder burgués, del mercado, del capital y
de la guerra fraticida.
Por todo
esto, les pedimos a los señores defensores del sionismo que hagan toda la
propaganda que quieran y se les antoje, pero...
¡Basta ya!
¡No la hagan en nuestro nombre!
¡No usen la
memoria de nuestros abuelos y bisabuelos torturados, perseguidos, y masacrados
por el nazismo para fines mezquinos, egoístas e indefendibles!
¡Viva la
causa de los hermanos y hermanas palestinas!
¡Viva el
socialismo!
¡Libertad a
todos los presos y presas políticas!
23 de
mayo de 2009
¿Antisemitismo?
25-05-2009
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