Publicado
el 28 Oct 2016
Espacio de
Encuentro Comunista
El Estado y
sus gobiernos de turno consolidan la represión política contra nuestra clase
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Le he añadido algunos enlaces al
artículo y artículos complementarios. Las observaciones sobre Raúl
Capín, y su relación con La Plataforma
en Defensa de la Libertad de Información (PDLI) lo he descubierto
poniendo su nombre en google. Esta Plataforma pertenece a George Soros.
Financiación
En la
actualidad, parte de las actividades de la Plataforma en Defensa de la Libertad
de Información (PDLI) cuentan con el apoyo financiero de la Open Society Foundation (OSF) (@opensociety) y el International Press Institute (IPI) (@globalfreemedia), organizaciones
con una amplia trayectoria de apoyo a iniciativas en España y el resto del
mundo a favor de la transparencia y el acceso a la información, el periodismo
de datos, la cobertura sobre Derechos Humanos, o el fortalecimiento del
activismo y la sociedad civil.
Introducción
y contexto político:
El Ministro De Guindos lanzó
el globo sonda hace poco de que el próximo gobierno recortará 5.500 millones. Pero Bruselas exige en realidad mucho más. Antes
de 2018 deberán haberse alcanzado los objetivos de reducción del déficit al
3,1% del PIB que marcan los intereses del capital establecidos por Bruselas.
Ello supone, de momento, recortes por alrededor de 15.000 millones de euros, ya
que la reducción de cada punto del déficit (estamos en el 4,6%) equivale
aproximadamente a 10.000 millones menos en gasto social. Pero el objetivo es
alcanzar el déficit cero; así que sobre las cifras apuntadas aún quedan unos 31.000
millones más por recortar. A ello deben unirse las reclamaciones de Bruselas de
que se eleven productos del IVA reducido al general.
De momento, vamos sabiendo que habrá recortes en 2017 por al menos 550
millones de euros en el gasto sanitario y farmacéutico según lo previsto en el Plan Presupuestario enviado
por el Gobierno de España a la Comisión Europea. El acuerdo de no disponibilidad de
gasto de 2.000 millones de euros en este mismo año 2016, aunque sin concretar
de qué partidas “no se dispone”, es un modo de hacer recortar con otro nombre.
La inversión pública bajará en 2017, según el citado Plan enviado a Bruselas,
al 2,09% del PIB, al menor nivel de la serie histórica iniciada en 1995.
La caída de las expectativas de
crecimiento mundial y en Europa, el ascenso de la deuda soberana en España que
ya supera el billón de euros (1.102.114 millones) y se sitúa por encima del
100% (100,16) del PIB y la tendencia a la ralentización de la economía orientan
sobre el modo en que se van a poner las cosas. El agotamiento del fondo de
reserva de las pensiones plantea ya una situación insostenible para los futuros
y actuales candidatos a la jubilación, cuya paga extra en Diciembre de 2017
podrían no recibir.
Estos son sólo algunos de
los datos que vamos conociendo de los próximos recortes del inmediato nuevo
gobierno del PP. No cabe hacerse demasiadas ilusiones respecto a que un
gobierno en minoría vaya a limitar el alcance de aquellos. España es hace
tiempo un país sin soberanía nacional, no sólo en lo político y en defensa sino
de modo muy particular en lo económico. Además, el PSOE, tras su golpe interno,
amparado en el falso argumento de defender el interés general del país,
arrimará su hombro a las políticas antisociales que recaerán contra la clase
trabajadora. Todo ello se hará recurriendo a un falso tira y afloja en el que
el PP hará como en la mentira de las rebajas de las tiendas: inflará el nivel
de los recortes por encima de los que realmente aplicará y el PSOE y el resto
de la oposición, incluida Podemos y sus socios, harán como que le arrancan
concesiones.
El gobierno y su partido envalentonados, saben que tienen al conjunto de la
“oposición” desarbolada y con mecanismos para hacerles comer en su mano (la
reforma de la Ley de Estabilidad
Presupuestaria). Por
muy en minoría que esté, sabe que puede presionar sobre los límites de gasto de
Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, jugando a abrir ligeramente la mano (del
0,3% al 0,7 del PIB) pero con una fiscalización mucho mayor que la que
actualmente viene aplicando. El PSOE ya ha decidido no tocar las propuestas del
PP sobre dicha Ley y Unidos Podemos duda de si abstenerse o votar no por
aquello de que tiene cuatro ayuntamientos emblemáticos para él, tres de ellos
muy endeudados (Madrid, Barcelona y Cádiz).
En esta situación, nadie espere otra cosa que brindis al sol de quienes antes
proclamaban “esa idiotez que decíamos
cuando éramos de extrema izquierda de que las cosas se cambian en la calle y no
en las instituciones es mentira” y que ahora, declarándose “fuerza plebeya” hablan de “luchar, crear, poder popular” y de “cavar una trinchera en la sociedad”. Las
veletas carecen de dirección propia: van hacia donde sopla el viento, algunas a
la velocidad de las aspas de un ventilador y siempre en función de los
intereses personales de un grupo de aventureros sin escrúpulos ni convicción
alguna.
Las políticas de austeridad que se apliquen se notarán en las economías de las
familias trabajadoras. La herida se hará más profunda porque, sobre la
situación de millones de parados, de personas empobrecidas, de gente que lo
está pasando mal, recaerá ahora una nueva vuelta de tuerca que se aplicará en
un plazo especialmente corto, lo que intensificará su efecto social.
La calle hoy es un encefalograma casi plano, salvo algunas luchas dignas pero
aisladas, pero los nuevos recortes traerán la constatación, que ya se palpa en
el ambiente, de que la ilusión de la recuperación económica, al menos para la
clase trabajadora, no era otra cosa que burda propaganda que los hechos pondrán
en su lugar. Los sindicatos del régimen, CCOO y UGT, intentarán repetir por
enésima vez la pantomima de protestas de viva voz, muy impostadas, harán alguna
manifestación muy de su estilo, en plan procesiones sin combatividad alguna,
destinadas a parar el chorro de clientela que van perdiendo por el camino de su
complicidad con el capital y sus gobiernos de turno y algunos sectores a su
izquierda calentarán la calle con movilizaciones más radicales. Lo que pueda
pasar a posteriori es difícil de prever, dado que la historia no está escrita.
Veamos lo que recoge la web de CCOO: “El secretario general de CCOO, en la
jornada “Repensar el sindicato” apuntó la necesidad de democratizar las
relaciones industriales, ampliando la participación en las empresas como la que
existe en otros países europeos, y la participación institucional y el diálogo
social. “Hay que regular la participación el diálogo social para no depender
del humor y la simpatía del gobierno de turno - dijo-, y si no que digan que
quieren modificar el artículo 7 de la
Constitución””. Para
quien tenga dificultad de interpretar qué significan las palabras del
secretario general de CCOO, baste decirle que ello significa apuntalar aún más
el papel de los sindicatos mayoritarios como una de las patas del régimen capitalista, como garante de la
paz social. “Defendió también la
financiación pública “con luz y taquígrafos” de los sindicatos porque
“gestionan interese de toda la sociedad”. Blanco y en botella.
Sin embargo,
el envalentonamiento del próximo gobierno del PP tendrá consecuencias en las
movilizaciones y luchas en la calle.
Las reformas del Código
Penal y de la Ley de Protección de la
Seguridad Ciudadana
no se produjeron, avanzada ya una larga etapa de la crisis capitalista, por
casualidad. La crisis capitalista continúa sin dar respuesta a claves muy
importantes: ¿Qué hacer con la deuda, en España y a nivel mundial? ¿Cómo
resolver la situación de un comercio internacional que se contrae? ¿Porqué la
inversión productiva no crece en España más que en el ladrillo y en el turismo?
¿Qué hacer con los millones de parados y con los asalariados que tienen sueldos
de miseria y no levantan el consumo más que coyunturalmente y no de forma
sostenida?
En este contexto, una crisis capitalista mundial, con nuevos nubarrones que
avisan del recrudecimiento de la misma, y una democracia burguesa que se
deslegitima a pasos agigantados van a requerir nuevas dosis de represión porque
una parte de las víctimas de la crisis del capital volverán a retomar la calle,
espoleadas por nuevos recortes y medidas de austeridad en salarios, pensiones y
prestaciones de desempleo que cada vez cubren a menos “beneficiarios”.
Esa
represión va a ser política y de clase porque el Estado, su principal ejecutor,
gobierne quien gobierne, respetando las reglas de juego del capital y de su
arquitectura legal, es el de una clase social concreta: la burguesía
capitalista.
El Estado
son sus instituciones judiciales, sus tres administraciones (central,
autonómica y municipal), sus aparatos policiales y su legislación creada ad hoc
con el objetivo de reprimir una clase social a otra.
Y reforzando la acción represora del Estado aparecen otros dos agentes que la
aplican y la extienden. El primero y más poderoso el propio empresario que, con
legislación en mano o sin necesidad de ella, convierte la empresa y las
relaciones de poder que se estructuran y manifiestan en su interior (relaciones
sociales de producción) en un mandarinato en el que la propiedad de la empresa
y sus directivos secuaces imponen unas condiciones que, muy lejos de la
literatura oficial sobre la acción sindical en la empresa, convierte el ordeno
y mando en la forma habitual de relación con los empleados.
Cualquier aspecto que cuestione las reglas del juego en la empresa es
amonestado o sancionado. La representación colectiva de los intereses de los
trabajadores se convierte en la mayoría de los casos en una ficción y, cuando
se intenta ejercer de verdad, la persecución al sindicalista suele ser la norma
general.
El segundo agente represor son los medios de comunicación del capital, privados
o públicos (cuando son del Estado obedecen a la naturaleza de clase burguesa de
éste). La función de estos medios es doble. Por un lado, criminalizan las
resistencias contra el capital, señalando como violenta a la protesta. Por el
otro, cumplen una tarea de desmovilización, acusando a quienes luchan de poner
en peligro una recuperación económica que los trabajadores no vemos por ningún
lado. El objetivo es lograr no sólo el acatamiento de las políticas antiobreras
sino la autocensura del que protesta siquiera de palabra.
Por tanto, cualquier lucha antirrepresiva ha de partir de esos dos conceptos
clave: la represión es de una clase social contra otra. La represión es
política porque quienes impulsan esos recortes y aplican sus dictados de
austeridad toman una decisión que es política y quienes la impugnan adoptan y
asumen una postura política al hacerlo.
O partimos
de una posición de clase contra clase o se cae en un democratismo
pequeñoburgués que defiende las libertades en genérico, sin concretar para qué
han de servir y quienes necesitan de ellas por encima de todos los demás grupos
sociales.
Es obvio que como clase trabajadora necesitamos de un marco muy amplio e
irrestricto de las libertades burguesas, por lo que es fundamental luchar por
la derogación de los actuales Código Penal y Ley de Protección de la Seguridad
Ciudadana. Necesitamos ese marco porque la represión aleja a nuestra clase de
la lucha, y su extrema debilidad organizativa, de identidad de clase y de
conciencia de la necesidad de luchar lo requieren para poder levantar su
resistencia; porque, no nos engañemos, en las circunstancias actuales apenas
podemos plantearnos otros objetivos que no sean los de intentar organizar la
resistencia y la reconstrucción organizativa. Pero, a su vez, nuestra clase no
se fortalecerá si no defiende sus propios intereses al margen de los intereses
de otras clases y se niega a dejarse guiar por los reformismos prosistema. La
experiencia del PSOE en el gobierno desde la transición política, la “ilusión
democrática” del 15M y las propuestas vacías de Podemos ya son más que
suficientes experiencias de lo que cabe esperar de los “progres” que venden
ideología pequeñoburguesa de clase media.
Es necesario
definir qué es represión política y de clase hoy.
Cuando se habla de ella, la respuesta más inmediata es mencionar a quienes
estuvieron a punto de ser condenados (como los 8 de Airbus) o a los que hoy
están presos (Alfon, Andrés Bódalo, entre otros). Esos que hoy están presos son
presos políticos, por mucho que diga el Estado español y todas sus
instituciones que en este país no los hay. Lo son porque los motivos por los
que han sido encarcelados son políticos, independientemente de los montajes
policiales y la fabricación de pruebas falsas para llevarlos a prisión.
Pero también son represión política y de clase las multas -qué pueden llegar hasta
los 600.000 €- que la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana (conocida
como Ley Mordaza) ha creado ex novo para reprimir la protesta social y a los
periodistas alternativos que son testigos molestos y gráficos de la violencia
policial en las calles (caso de Raúl Capín, multado con 1.260 €).
Represión política de clase es que el Ayuntamiento “del cambio” de Madrid abra
y tramite un expediente sancionador, lo que equivale a la imposición de multas
por valor de 1.600 euros, a los trabajadores del Hotel Marriott que protestaban
por un ERE que pendía sobre las cabezas de 55 de ellos ¿Razón esgrimida por el
Ayuntamiento presidido por la señora Carmena para la multa? Por “hacer mucho
ruido” e incumplir la Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica
y Térmica. Y todo por usar megafonía, silbatos y sirenas. El talante y la
sensibilidad de la señora Carmena es el mismo que el de su predecesora la
señora Botella y el del superpoli Fernández Díaz, cuando en su día propusieron
un manifestódromo en Madrid, un apartheid para la protesta social, que bien
podrían haber situado en El Cerro de los Locos de la Casa de Campo.
Represión política de clase es amedrentar al trabajador que protesta en la
empresa por unas condiciones de trabajo inadecuadas, agotadoras o peligrosas o
amenazar con el despido, que en muchos casos acaba ejecutándose porque hoy ya
casi no hay despidos improcedentes, por intentar crear una candidatura sindical
que no es del gusto de la empresa.
Y por
supuesto, represión política de clase es amenazar desde la empresa a los
trabajadores que van a huelga. Crear miedo entre los trabajadores a defender
sus derechos es una forma de ejercer la represión política de clase.
Pero hay una represión política de clase fundamental que, a menudo, olvidamos.
No tener trabajo supone el riesgo de ser condenado a la marginación social,
verse aislado de la lucha de los trabajadores ocupados de nuestra clase, tener
que concentrarse en el primer y fundamental objetivo de encontrar un nuevo empleo,
a menudo con salarios y condiciones de trabajo indignos, autolimitarse en la
lucha por temor a que la implicación en la misma pueda llegar a ser conocida
por las empresas potencialmente contratantes.
No nos olvidamos de los miembros de nuestra clase inmigrantes. Se ejerce
represión política de clase cuando se persigue y criminaliza e impide ganarse
la vida a los manteros por parte de Ayuntamientos como el de Madrid o el de
Barcelona, exponentes de a dónde alcanza “lo nuevo” en política. Y se ejerce
también en los CIES, auténticas prisiones pero sin garantías jurídicas para el
preso. En ninguno de los dos casos encontraremos clases medias sino
trabajadores y personas de muy escasos recursos. Es cínico limitar la crítica a
la situación de ambos colectivos a una cuestión de ausencia de derechos humanos
o de represión ene genérico, sin más.
El diferente acceso a la justicia es otra forma de marcar que “aún hay clases”
y de ejercer la represión política de clase cuando las clases medias y altas logran
su defensa jurídica mediante abogados caros y “de probada solvencia”
(encausados en procesos por corrupción) y la clase trabajadora con limitados
recursos ha de conformarse con los abogados de oficio, lo que representa
reprimir la pobreza.
No basta con asumir una posición de
respuesta política y de clase frente a la represión
Hemos señalado la necesidad de dar una perspectiva antiopresiva a la lucha
necesaria por mantener abiertas las posibilidades de combate en libertad de la
clase trabajadora. Ésta es una perspectiva que, lo que conocemos como “la
izquierda”, nunca asumirá, porque no es una corriente política de clase sino
pequeñoburguesa.
En cualquier
caso quienes creemos en la lucha de clases vamos a seguir actuando en esa misma
clave y creemos necesario dar ya un paso.
Es urgente
superar cualquier visión parcelada, particular, aislada y descontextualizada de
la represión política de clase.
La atomización de las solidaridades en múltiples plataformas de cada
encarcelado dificulta el logro de la libertad de nuestros compañeros presos por
luchar por los derechos de los trabajadores. A su vez, esa dispersión de
plataformas hace que cada una de ellas no defienda con la misma energía la
libertad de todos los demás reclusos por las mismas causas.
Apremia la
necesidad de que cada plataforma mantenga conexión permanente con el resto, de
tal forma que los apoyos particulares alcancen un nivel general de exigencia
por la libertad de nuestros presos políticos de clase.
Todas las
plataformas existentes por la libertad de nuestros prisioneros por ejercer la
lucha de clases debieran exigir ya la consideración de los organismos
internacionales de que nuestros reclusos sean considerados presos políticos.
Por este motivo desde el Espacio de Encuentro Comunista (EEC) creemos que urge
constituir un grupo militante dispuesto a potenciar la unidad de acción de las
mismas y a generar conciencia de que la represión política que hoy se ejerce
desde el Estado burgués y sus aliados tiene un carácter de clase y ha de ser
respondida igualmente desde una posición de clase, y no genéricamente
antirrepresiva.
Dicho grupo debiera servir también para permear dentro del EEC la posición de
clase de nuestra organización y la expresión de la misma en las luchas de las
que participamos. Éste debiera mantener un papel de acompañamiento externo a
dichas plataformas, acudiendo a las convocatorias de las mismas que defiendan
cada reivindicación concreta para trasladar a ellas la necesidad de unidad de
acción entre todas e intentar que asuman una posición de clase en las luchas.
Por encima de la reivindicación inmediata de cada caso concreto más sangrante
es indispensable que seamos capaces de hacer visible lo que representa la
represión política de clase en toda su extensión, de modo que nos sea posible
influir sobre sectores alejados de la lucha más decidida lo que significa la
represión desde el grado máximo, la pérdida de libertad, hasta el supuestamente
mínimo, la pérdida de la voz ante lo injusto y opresivo.
Sólo si somos capaces de poner ante los ojos de nuestra clase lo que significa
no atreverse a ser, hablar o a manifestarse, tener miedo a las represalias, ser
perseguido por defender nuestros derechos o acabar en la cárcel, lograremos extender
nuestra voz más allá de nuestras familias y nuestros más próximos y hacer que
traspasen el acero de la puerta del silencio al que nos han condenado
No basta con asumir una posición de
respuesta política y de clase frente a la represión
Es urgente
superar cualquier visión parcelada, particular, aislada y descontextualizada de
la represión política de clase. La atomización de las solidaridades en
múltiples plataformas de cada encarcelado dificulta el logro de la libertad de
nuestros compañeros presos por luchar por los derechos de los trabajadores. A
su vez, esa dispersión de plataformas hace que cada una de ellas no defienda
con la misma energía la libertad de todos los demás reclusos por las mismas
causas.
Se hace necesario que cada plataforma se
conecte con el resto, de tal forma que los apoyos particulares alcancen un
nivel general de exigencia por la libertad de nuestros presos políticos de
clase.
Por este
motivo desde el Espacio de Encuentro Comunista (EEC) hemos constituido un grupo
militante dispuesto a potenciar la unidad de acción de las mismas y a generar
conciencia de que la represión política que hoy se ejerce desde el Estado
burgués y sus aliados tiene un carácter de clase y ha de ser respondida
igualmente desde una posición de clase, y no genéricamente antirrepresiva. Te
invitamos a participar en ella, poniéndote en contacto con nosotros a través de
nuestro correo electrónico: encuentrocomunista@yahoo.es
Por encima
de la reivindicación inmediata de cada caso concreto más sangrante es
indispensable que hagamos visible lo que es la represión política de clase en
toda su extensión para influir sobre sectores alejados de la lucha más decidida
lo que es la represión, desde el grado máximo, la pérdida de libertad, hasta el
supuestamente mínimo, la pérdida de la voz ante lo injusto y opresivo.
Sólo si
somos capaces de poner ante los ojos de nuestra clase lo que significa no
atreverse a ser, hablar o a manifestarse, tener miedo a las represalias, ser
perseguido por defender nuestros derechos o acabar en la cárcel, lograremos
extender nuestra voz más allá de nuestras familias y nuestros más próximos y
hacer que traspasen el acero de la puerta del silencio al que nos han condenado.
LOS PRÓXIMOS RECORTES IRÁN
ACOMPAÑADOS DE MÁS REPRESIÓN POLÍTICA CONTRA NUESTRA CLASE
Una vez
conformado el nuevo gobierno con la abstención/ apoyo-activo del PSOE,
comenzará el nuevo plan de recortes al salario en todas sus dimensiones. Los
cálculos más optimistas hablan de no menos de 5.000 millones. España un país
sin soberanía económica tendrá que aplicar las nuevas “recomendaciones” la UE.
Lo veremos en los próximos días.
La nueva
propuesta de CC.OO-UGT de un nuevo Pacto Social en lo que ellos denominan “un
nuevo marco de concertación y diálogo” queda meridianamente claro, en la
práctica, la aceptación de esa política de ajuste. En Última Propuesta Sindical
nos hablan de aceptar el pago de la deuda: “El gobierno debería apoyarse en el
Parlamento y en la sociedad para negociar con Bruselas la senda de
consolidación fiscal (consiguiendo, al menos, un año adicional)” 1. Blanco y en botella. Vienen a
decir: no nos negamos a pagar pero dennos más tiempo.
Por parte de
los “nuevos socialdemócratas”, que no son “ni de izquierdas ni de derechas”,
que nadie espere otra cosa que brindis al sol de quienes antes proclamaban “esa
idiotez que decíamos cuando éramos de extrema izquierda de que las cosas se
cambian en la calle y no en las instituciones es mentira” 2.
y que ahora, declarándose “fuerza plebeya” hablan de “ luchar, crear,
poder popular” 3 y de “cavar una trinchera en la sociedad”. En el caso de la
muerte de la anciana de Reus. Podemos sólo arremete contra las consecuencias y
no contra las causas. Es evidente que hay que pedir responsabilidades por esta
muerte, pero el problema no es la pobreza energética sino la pobreza en general
y esta está determinada por la ausencia de un ingreso regular y suficiente
Pero el envalentonamiento del próximo
gobierno del PP tendrá consecuencias en las movilizaciones y luchas en la calle.
Las reformas
del Código Penal y de la Ley de Protección de la
Seguridad Ciudadana no se
produjeron por casualidad.
Una crisis
capitalista mundial, con nuevos nubarrones que avisan de su recrudecimiento, y
una democracia burguesa que se deslegitima rápidamente, requerirá más represión
porque un sector de las víctimas de la crisis del capital volverá a la calle,
espoleado por nuevos recortes y austeridad en salarios, pensiones y
prestaciones de desempleo que cada vez cubren a menos “beneficiarios”
Esa
represión va a ser política y de clase porque el Estado, su principal ejecutor,
gobierne quien gobierne respetando las reglas de juego del capital y de su
arquitectura legal, es el de una clase social concreta: la burguesía
capitalista.
El Estado son
sus instituciones judiciales, sus tres administraciones (central, autonómica y
municipal), sus aparatos policiales y su legislación, creada con el objetivo de
que una clase social reprima a otra.
Reforzando
la acción represora del Estado, los empresarios convierten la empresa en un
mandarinato en el que cualquier aspecto que cuestione las reglas del juego es
amonestado o sancionado. La representación colectiva de los intereses de los
trabajadores se convierte en ficción y, cuando se intenta ejercer de verdad, la
persecución al sindicalista es la norma general.
Los medios
de comunicación del capital, privados o públicos, criminalizan las resistencias
contra el capital, acusando a la protesta de violenta. y buscan la
desmovilización, culpando a quienes luchan de poner en peligro una recuperación
económica que los trabajadores no vemos por ningún lado. Quieren que acatemos
las políticas antiobreras y nos autocensuremos incluso la palabra.
Cualquier
lucha antirrepresiva ha de partir de dos conceptos clave: la represión es de
una clase social contra otra y es política porque quienes impulsan y aplican la
austeridad toman una decisión política. Quienes la impugnamos adoptamos y
asumimos una postura política al hacerlo.
O partimos
de una posición de clase contra clase o caemos en un democratismo
pequeñoburgués que defiende las libertades en genérico, sin concretar para qué
han de servir y quiénes necesitan de ellas por encima de todos los demás grupos
sociales.
Nuestra
clase no se fortalecerá si no defiende sus propios intereses al margen de los
intereses de otras clases y se niega a dejarse guiar por los reformismos
prosistema. La experiencia del PSOE en el gobierno desde la transición
política, la “ilusión democrática” del 15M y las propuestas vacías de Podemos
son más que suficientes para saber qué cabe esperar de los “progres” con su
ideología de clase media
¿Qué es represión política y
de clase hoy?
Cuando se
habla de ella, la respuesta más inmediata es mencionar a quienes estuvieron a
punto de ser condenados (como los 8 de Airbus), a los que hoy están presos (Alfon, Andrés Bódalo, Nahuel entre otros) o a quienes pueden
ingresar en prisión (Pedro Galeano, por participar en una huelga
general, Raquel Tenias, por participar en las Marchas por
la Dignidad en 2014). Quienes hoy están presos son presos políticos, por mucho
que diga el Estado español y todas sus instituciones que en este país no los
hay. Lo son porque los motivos por los que han sido encarcelados son políticos
Pero también
son represión política y de clase las multas -qué pueden llegar hasta los
600.000 €- que la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana (conocida como
Ley Mordaza) ha creado ex novo para reprimir la protesta social y a los
periodistas alternativos que son testigos molestos y gráficos de la violencia
policial en las calles (caso de Raúl Capín, multado con 1.260 €).
“La
Plataforma en Defensa de la libertad de Información (PDLI) es una plataforma de
George Soros. Se puede ver aquí y aquí.”
Represión
política de clase es que el Ayuntamiento “del cambio” de Madrid tramite multe
con 1.600 euros a los trabajadores del Hotel
Marriott que protestaban por un ERE que pendía
sobre las cabezas de 55 de ellos ¿Razón esgrimida por el Ayuntamiento presidido
por la señora Carmena para la multa? Por “hacer mucho ruido” e incumplir la
Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica y Térmica. El talante
y la sensibilidad de la señora Carmena es el mismo que el de su predecesora la
señora Botella, que en su día propusó un manifestódromo en Madrid, un apartheid
para la protesta social.
Represión
política de clase es amedrentar al trabajador que protesta en la empresa por
condiciones de trabajo inadecuadas, agotadoras o peligrosas o amenazar con el
despido (ya casi no hay despidos improcedentes,) por crear una candidatura
sindical contraria al gusto de la empresa.
Represión
política de clase es que la empresa amenace a los trabajadores que van a la
huelga. Crear miedo entre los trabajadores a defender sus derechos es ejercer
la represión política de clase.
Hay una
represión política de clase fundamental que solemos olvidar. No tener trabajo
supone el riesgo de ser condenado a la marginación social, verse aislado de la
lucha de los trabajadores ocupados, tener que concentrarse en el objetivo
fundamental de encontrar un nuevo empleo, autolimitarse en la lucha por temor a
que la implicación en la misma pueda llegar a conocerse por las empresas
potencialmente contratantes.
Los inmigrantes
son miembros de nuestra clase. Se ejerce represión política de clase cuando se
persigue, criminaliza e impide ganarse la vida a los manteros por Ayuntamientos
como el de Madrid o el de Barcelona, exponentes de a dónde llega “la nueva
política”. Se ejerce también en los CIES, prisiones sin garantías jurídicas
para el preso. En ninguno de los dos casos encontraremos
Rosell
pide proteger a los sindicatos para evitar movimientos "asamblearios"
27/05/2015
1. SECRETARIO DE RELACIONES INSTITUCIONALES DE CCOO
"Si el
Gobierno de Rajoy no cambia el talante, las protestas tomarán de nuevo la
calle"
17 de
Noviembre de 2016
2. Pablo Iglesias: “esa idiotez que decíamos cuando
éramos de extrema izquierda de que las cosas se cambian en la calle y no en las
instituciones es mentira”
Pablo
Iglesias: esa idiotez que decíamos cuando éramos de extrema izquierda...
Cambio
político en España por Pablo Iglesias, cursos de verano UCM de El Escorial
3. Pablo Iglesias pasa del "Sí se puede" al
lema "luchar, crear, poder popular"
17/10/2016
Populismo
El concepto
de populismo deriva de pueblo y literalmente denomina a la estrategia de las corrientes políticas que
buscan el apoyo de las clases populares.1 Se trata de un concepto difícil
de definir con exactitud, con el que se designan realidades diferentes.2 El uso del calificativo
«populista» se hace habitualmente en contextos políticos y de manera peyorativa, sin que del término se desprenda
por sí mismo una evidente identificación ideológica, sino estratégica —dentro del espectro izquierda-derecha—.3
3 "... la geografía izquierda-derecha no
funciona; ... ese estilo plebeyo que algunos han definido como populismo de
izquierdas es clave para construir los elementos agregadores para que se
produzca un cambio político" (Pablo
Iglesias, entrevista en El Mundo, 17 de mayo de 2015). Slavoj
Zizek, Contra la tentación populista
Pablo
Iglesias. 'El populismo de izquierdas es
clave para el cambio'
17/05/2015
Frente
Popular o Frente Único Proletario y el Populismo de Podemos
Deutsche
Bank pone en su lista de partidos populistas: a Podemos y a la Coalición
Radical de izquierda (Syriza)
La cara
oculta del populismo y la derecha
Podemos o
cómo llenar el vacío. De Perry Anderson a Gemma Galdon
'Understanding
Podemos' (“Comprender a Podemos”), el documento de Pablo Iglesias que devora la
City londinense.
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