lunes, 8 de octubre de 2018

Monográfico: introducción al debate sobre la economía en el comunismo






Presentación de la introducción al debate y al estudio sobre la economía en el comunismo



La pertinencia del debate

    La actividad habitual en una reunión de formación o en un grupo de lectura marxista está encaminada en gran medida a que los participantes lleguen a conocer cuáles son las reglas con las que funciona el modo de producción capitalista y cuáles son las limitaciones y desequilibrios con los que inevitablemente nos topamos en las sociedades que -como la nuestra- se rigen por él. Cuando en estas reuniones un o una camarada, quizás el más nuevo o la más sincera, expresa su incapacidad para imaginar cómo se podría llevar a cabo determinada cosa de otra manera o pregunta inocentemente cuál sería la manera comunista de hacerlo, las respuestas más usuales suelen ser generalidades o evasivas.

    Desde que se publicó El capital los marxistas disponemos de un fino marco de comprensión y crítica del modo de producción capitalista, podemos explicar sus crisis y tendencias de forma más satisfactoria que cualquier otra teoría económica, hemos desarrollado una teoría del estado burgués, incluso nos hemos dotado de una completa teoría revolucionaria. Sin embargo, no es nada habitual oír hablar hoy día en cualquier ámbito marxista de posibles modelos alternativos propios.


    En alguno de los textos de la bibliografía se valoran posibles motivos para que esto sea así (Kliman, 2006). Podemos subrayar la importancia de dos de ellos. Por un lado, para determinado grupo de edad, la convivencia durante décadas con países que eran identificados -empezando por sí mismos- como comunistas, derivaba en que hubiera pocas dudas de que el comunismo debía ser lo que quiera que esos países hicieran, incluso sin tener una conciencia muy profunda de cómo o con qué éxito hacían esos países para planear, producir y distribuir el producto social. Esto trajo como consecuencia que el deslizamiento en pocos años de esos países hacia un capitalismo salvaje convirtiera para mucha gente la confianza más despreocupada en el desconcierto y el desaliento más absolutos. Por supuesto, a las generaciones posteriores, las que formaron su conciencia tras la caída de la Unión Soviética, la historia les había dejado escrito que no había alternativas viables al capitalismo.
   
El otro gran motivo para que no se discuta de modelos alternativos al capitalismo hunde sus raíces en las prácticas históricas de organizaciones y pensadores marxistas. Es muy probable que estas prácticas hayan estado relacionadas en algunos casos con el motivo anterior: no se podía hablar de un comunismo mejor porque eso podría ser interpretado como una crítica debilitadora de los regímenes realmente existentes. Pero el tiempo transcurrido desde la caída de la Unión Soviética ha sido suficiente para que podamos pensar que debe haber algo más. Quizás Andrew Kliman dé con la clave cuando señala que este silencio tiene un fuerte anclaje en la interpretación que se ha hecho de la prevención de Marx hacia los modelos de futuro. Si es así, el propio Kliman se encarga de intentar relajar esta postura.
   
 Es cierto que Marx cargó durante toda su vida contra las respuestas fáciles, las propuestas utópicas, las propuestas que no eran más que capitalismo maquillado o las que pretendían imponer a la clase trabajadora desde fuera la solución trazada por una vanguardia. Su trabajo se centraba en la tarea invalorable y rigurosa de analizar científicamente el capitalismo, identificar sus limitaciones intrínsecas y dejar en evidencia la necesidad de su superación. Esta certeza debía ser un detonante en manos de una clase obrera que cobraba conciencia de sí misma y confiaba en sus fuerzas crecientes y en el poder de la ciencia y la razón.
   
 Pero si debemos adaptar nuestros métodos de lucha a la realidad cambiante del momento, la situación en el siglo XXI ha cambiado en un aspecto muy relevante respecto a la del siglo XIX: los trabajadores de hoy día piensan que la alternativa al capitalismo ya se ha probado y no ha funcionado. En estos momentos no hay en la mente de estos trabajadores un horizonte de lucha que desemboque en una sociedad no capitalista, están convencidos de que el límite son las reformas. Para volver a colocar al comunismo en el horizonte de alternativas posibles no basta con demostrar el carácter explotador e inestable del capitalismo, hay que demostrar que existe una alternativa y que es creíble. Para ello hay que dar un primer paso: volver a abrir el debate entre los propios comunistas; construir o confrontar opciones y variantes, de manera distendida pero seria, siendo sinceros con la complejidad de la tarea y tajantes con su necesidad, sacando provecho de los errores aprendidos y de las nuevas posibilidades técnicas. Exigirnos el rigor que Marx aplicaba no es ningún impedimento para pensar y debatir.
  
  En cualquier caso, y dado el criterio de reserva que siguió Marx, surge la duda de si existe apoyo para vislumbrar algo así como su lectura del comunismo. Sus citas explícitas más famosas, en especial el famoso pasaje de la Crítica al Programa de Gotha tienen bastante trasfondo -como veremos luego-, pero son textos muy breves. Sin embargo, frente a esta ausencia de textos explícitos, dos de los autores coinciden en señalar abiertamente que es posible encontrar destellos de la idea de Marx sobre el comunismo a partir de sus escritos sobre el capitalismo. Veámoslo con sus palabras:
   
 “Todo el mundo sabe que Marx escribió poco sobre la sociedad socialista, mucho menos que sobre la capitalista; pero cuando lo hizo, no lo hizo tanto en el texto al que todo el mundo se refiere al tratar este tema, y que no era sino un corto escrito donde en realidad se debatía el programa político de un determinado partido socialista [N. del E.: Crítica del Programa de Gotha], sino en el interior de sus trabajos teóricos fundamentales, donde la reflexión básica versaba sobre la sociedad capitalista. Todas las ideas de Marx sobre el comunismo y el socialismo deben entenderse en ese contexto y analizarse sobre la base de su teoría de la sociedad capitalista, que él expuso sobre todo en El capital (1867, 1885, 1894, incluido su volumen cuarto, que es la historia de las Teorías de la plusvalía: Marx, 1862-3), y en los trabajos preparatorios que condujeron a él, en especial la Contribución a la crítica de la economía política (Marx, 1859) y los Grundrisse (1857-58)” (Guerrero, 2007)

   
 “Incluso más importante que las afirmaciones explícitas de Marx sobre la nueva sociedad lo es la fuerza global de su crítica de la economía política. Aún siendo cierto que dedicó su energía teórica a ‘el análisis crítico de los hechos presentes, en lugar de escribir recetas … para las cocinas del futuro’ (epílogo a la segunda edición de El Capital), la crítica que él practicaba no era la mera crítica social negativa. Era un camino hacia lo positivo. Él ayudó a clarificar lo que es el capital y cómo opera, y mostró que las alternativas de izquierdas fallarían mientras se limitaran a combatir las manifestaciones exteriores en lugar de al capital mismo. Al hacer esto, ayudó a clarificar lo que la nueva sociedad no debe y no puede ser – lo que ya es tanto como decirnos bastante sobre lo que debe ser y será. ‘Toda negación es determinación’ (Marx, borrador del Vol. II de El Capital).” (Kliman, 2004)

    Así, con más posibilidades en nuestras manos, presentamos una modesta relación de textos, actuales y en castellano, que tratan de aportar reflexiones, destellos, técnicas o modelos sobre el comunismo en Marx. Y decir el comunismo en Marx no es una redundancia, pues deja fuera falsas propuestas no marxistas como el socialismo de mercado, la mera propiedad estatal de los medios de producción (necesaria pero no suficiente) (Nieto, Catalá, 2016) o la ausencia de control efectivo de los trabajadores. En cualquier caso, creemos que sería de aplicación general la advertencia que el propio Guerrero realiza sobre su trabajo: “el enfoque que utilizaremos en nuestro análisis se inspira en la teoría de Marx, pero lo hace de la única manera legítima en que creemos que es posible hacer esto, es decir, presentándolo al mismo tiempo como una determinada interpretación personal que el autor ofrece de esa teoría, sin pretender que sea la única posible”. Es decir, las propuestas que nos hacen estos autores son una invitación a empezar el trabajo y la discusión, algo que se pone de manifiesto en determinadas discrepancias entre ellos; en ningún caso hay que considerarlo una propuesta cerrada para adoptar ciegamente.


Manos a la obra


    La idea de hacer el monográfico de formación sobre este tema surgió tal y como se cuenta al principio de este documento. Una de estas veces en la que alguien plantea, al estudiar un aspecto del capitalismo, que no ve muy claro cómo se podría hacer de otra manera, un par de camaradas recordaron haber leído un libro reciente que dedicaba su último capítulo a presentar para el debate ciertas propuestas para una sociedad comunista basada en criterios marxistas (Nieto, 2015). Uno de ellos se comprometió a preparar una exposición sobre el tema y, tras recopilar material más variado, la sesión inicialmente planeada se convirtió unos meses más tarde en un monográfico de seis sesiones con un debate muy participativo. En esta sección os presentamos alguno de los puntos clave de estas reuniones por si os pueden ser de ayuda para organizarlas en vuestro grupo o para abordar la lectura en solitario.

    Lo primero que hay que aclarar es que una sesión de este tipo abre las puertas a muchos aprendizajes colaterales. Y afrontarlos desde un punto de vista constructivo (con el interés de estar planeando la economía que a ti te interesa) hace a los participantes más receptivos a captar determinados conceptos generales que cuando se hace a partir de la crítica al capitalismo. Por ejemplo, el objetivo de la ciencia económica -resolver cómo la sociedad produce y distribuye los medios con los que se regenera-, o la idea del excedente -que no es exclusivo del capitalismo si queremos que esa sociedad tenga más comodidades o trabaje menos en el futuro-, son conceptos que se fijan solos si los asimilas como un objetivo del modelo de economía que tú mismo estas construyendo.


    El texto de Nieto es muy didáctico en este sentido al relacionar todas estas categorías con decisiones que la sociedad comunista debe resolver democráticamente. Así entramos en la planificación de alto nivel, donde decidimos cómo repartir el producto anual neto entre inversión, servicios públicos y consumo; reparto que da pie a explicar estos conceptos y las posibilidades de jugar con ellos según queramos orientar nuestra economía. Pasa igual con la duración de la jornada laboral o la edad de jubilación, factores que afectan al volumen de la fuerza de trabajo de que se dispone en un momento dado para resolver el trabajo social deseado. En este punto ya se enfrentan los participantes con las primeras decisiones difíciles, pues comprueban que todas las variables están relacionadas y que, por ejemplo, sacrificar la partida de inversión para conseguir una jornada laboral más corta supone renunciar a los planes de crecimiento que permitirían el desarrollo que deseábamos para el año próximo. Se rompe así la falsa ilusión de una liberación del capitalismo para hacer cada uno -el individuo o su grupo- “lo que le dé la gana” (problema planteado en Kliman 2006) y se introduce el concepto de plan colectivo y democrático.
   
En el aspecto técnico de la planificación, Nieto se remite a los trabajos de Cockshott y Cottrell, dos académicos galeses que llevan treinta años defendiendo la viabilidad de la planificación económica socialista apoyada en la capacidad de cálculo y las comunicaciones actuales. Aunque su trabajo tiene un fuerte componente matemático, tienen la rara habilidad de escribir para la divulgación entre la gente normal, y no solo para que les entiendan otros intelectuales. Frente al mecanismo ciego del mercado, sus modelos permiten planificar de acuerdo a los medios materiales con los que se cuenta al empezar, a las horas de trabajo disponibles socialmente e, incluso, con respecto a variables tales como la minimización del impacto ambiental. No solo eso, la planificación potenciada por la técnica actual tiene además una característica que desmonta un tópico en su contra: durante la duración del período cubierto por el plan se están recibiendo señales continuas de las preferencias de los consumidores, lo que permite reaccionar sobre la marcha y hacer ajustes dinámicos y finos de la producción para adaptar la previsión a la demanda real.

    Además, los textos de Cockshott y Cottrell tienen un añadido muy interesante, y es que se apoyan continuamente en ejemplos de problemas reales de la economía soviética para investigar cuál podría ser su causa más probable y comprobar si su propuesta los evitaría. Consiguen hacerlo de una forma bastante ecuánime, explicando qué problemas se debían a los medios de la época, qué figuras se dieron cuenta -en muchos casos técnicos, matemáticos o economistas anónimos-, cómo intentaron solucionarlos y con qué resultados, etc. En cualquier caso, y dado que es un tema que mucha gente tiene ganas de tratar, en las sesiones que se realizaron hubo que recordar en varias ocasiones a los participantes que el objetivo era explorar posibles modelos de comunismo futuro, intentando buscar el balanceo que permitiera aprender del pasado sin quedarse en él. No en vano, Marx solo vivió la experiencia de la Comuna de París, de la cual extrajo numerosas enseñanzas; nosotros partimos de un conjunto de experiencias mucho más amplio y complejo, con modelos muy distintos como los de la URSS, Yugoslavia, China, etc.

    Uno de los problemas que más preocupa a los economistas marxistas, y que ha sido constatado en la práctica, es el del incremento de la productividad y de la innovación. El capitalismo no tiene que hacer nada especial para favorecer esta carrera, está implícita en la lógica que lo gobierna: la competencia entre capitalistas les lleva a intentar reducir costes aplicando tecnología ahorradora de trabajo. En el capitalismo y en el comunismo la clase beneficiada será distinta, pero el interés en estas dos variables es igual de vital. El ahorro en tiempo de trabajo del capitalista incrementa su beneficio privado al vender más, mientras condena a más trabajadores al desempleo. En la sociedad comunista el trabajo cada vez más automatizado redundaría, según la decisión de la sociedad, en mayor tiempo libre para los trabajadores (rebaja de la jornada laboral o de la edad de jubilación), en más artículos de consumo o en desviar los recursos para aumentar la disponibilidad de otros bienes o nivelar el desarrollo de otras regiones.

    Este interés por el incremento de la productividad, el ahorro de tiempo de trabajo y el fomento de la innovación es el que lleva a Diego Guerrero a presentar una propuesta en la que el plan global deja más libertad a los niveles de decisión inferiores: los representados por empresas y trabajadores. Para ello, comienza aclarando determinados conceptos que parecen, equivocadamente, asociados al capitalismo, como es el concepto de empresa. Guerrero nos presenta un sistema en el que las empresas socialistas se pueden crear o quebrar (siendo sus trabajadores reubicados en otras empresas) y están en continua innovación por diferenciarse unas de otras en la producción al menor coste en horas de trabajo. Un sistema en el que hay inversión disponible para aquellas ideas que superan un estudio de viabilidad y proponen nuevas líneas de productos con demanda social potencial o para tecnologías que ahorran trabajo. Guerrero se apoya en la medición y remuneración de costes en horas de trabajo -de lo que hablaremos luego- para explicar porqué su sistema no desarrolla el mercado ni la explotación. En cualquier caso, esta propuesta no es sustitutiva de la defendida por Nieto, Cockshott y Cottrell, sino que la corrige en varios aspectos y aboga por un balanceo distinto de la planificación.

    Antes de abandonar el tema de la planificación hagamos una precisión. Nunca debemos olvidar que el cometido de la planificación es el de proporcionar las herramientas con las que evaluar la viabilidad de los objetivos que, democráticamente, queremos marcarnos y, tras su aprobación, disponer los recursos necesarios y medir el cumplimiento. La planificación no es un fin en sí misma. En concreto, no es tarea de la planificación ni del cuerpo técnico que ayuda a desarrollarla el plantear ellos mismos los objetivos que hay que perseguir. Los objetivos son decisión democrática de toda la ciudadanía, o sea, de los trabajadores, “pues en el comunismo se identifican trabajador y ciudadano” (Guerrero). Si no, caeríamos en un sistema en el que “el socialismo es reducido a ingeniería social por un Poder situado por encima de la sociedad. Una vez más, no se trata de negar que el socialismo efectivo requiera una planificación global […]; pero la reducción del socialismo a la producción planificada es algo totalmente diferente.” (Draper, 2016; énfasis en el original). Si no supiéramos establecer y defender esta distinción acabaríamos bajo el control de una burocracia o de una tecnocracia.

    El caso de la productividad y la innovación es uno los múltiples problemas que los asistentes plantean durante la sesión. En algunos casos las preguntas se exponen con un poco de vergüenza, pues pueden parecer tópicos, como la pregunta de qué hacemos con los que no quieran trabajar. Sin embargo, un economista marxista de renombre como Kliman no menosprecia la pregunta: “El problema del fingimiento del tiempo y esfuerzo de trabajo es muy difícil de resolver.” (Kliman 2006). En conjunto, entre todos los autores se aportan muchos enfoques con los que abordar estos problemas y otros, muchas veces dando la vuelta al argumento y demostrando que algunas de estas dudas surgen de trasladar tramposamente al comunismo la forma de pensar del capitalismo.

    Antes de terminar este repaso, no queremos dejar de subrayar dos puntos comunes a todas las propuestas presentadas.

    Todos los autores incluyen en sus textos algún desarrollo sobre el tránsito de una sociedad capitalista a una comunista. Todos siguen el enfoque marxista de la caracterización del Estado actual como un Estado de clase, cuya superación requiere de la ruptura revolucionaria. Kliman (2004) lo hace desde un punto de vista más filosófico, planteando la imposibilidad teórica de un socialismo que se geste poco a poco dentro de un capitalismo que siempre tiene ambición global. Por su parte, tanto Nieto como Guerrero explican además las fases en que tradicionalmente se divide ese postcapitalismo: a) la fase de inestabilidad sería una fase -necesariamente corta- en la que las fuerzas de las antiguas clases aún combaten abiertamente contra la nueva sociedad; en ella los trabajadores tendrán que elegir de forma táctica a quién se combate y con quién se establecen alianzas temporales; b) el comunismo de transición es la fase que tradicionalmente se ha llamado con el nombre de socialismo (paso previo al comunismo), una fase en la que el comunismo como tal aún no se da, pues sigue activo el conflicto con los restos materiales y mentales de la antigua sociedad; y c) la anterior fase de transición debe dar lugar a un desarrollo de los medios de producción y a una interiorización del nuevo sistema que posibiliten la llegada al comunismo puro. Las características definitivas de ese sistema comunista final dependerá en gran medida de lo que aprendan y experimenten aquellos a los que les toque ponerlo en marcha; por lo que respecta a nuestro ámbito de acción, los modelos que aquí presentamos se enmarcan dentro de la fase b, la de comunismo de transición o socialismo. Además de contar con la explicación detallada que ofrecen los textos de la bibliografía, recordamos que los escritos en los que Marx y Engels caracterizan el Estado burgués sí son abundantes y explícitos. Se puede encontrar una recopilación en la sección de formación del EEC.

    Por último, señalar un elemento que, pese a estar presente en el breve párrafo de Marx que todo el mundo menciona, no ha podido ser puesto en práctica todavía en ninguna experiencia real que se haya denominado socialista. Y es un elemento que todos los autores aquí recogidos incluyen en sus propuestas actuales. Nos estamos refiriendo a realizar la contabilidad social, la planificación y el pago a los trabajadores en horas de trabajo, no en dinero. Cuando tuvieron lugar las primeras discusiones de los economistas soviéticos en los años 20 del siglo pasado, la cuestión se despachaba en segundos: para los medios técnicos de aquella época la idea era de ciencia ficción. En su lugar, se siguió manejando el dinero y, mientras la planificación se centraba en materias primas y bienes de producción, se llevó a cabo en especie. Hoy en día, la computación y las comunicaciones permitirían por primera vez realizar esa propuesta a una escala global. La lista de implicaciones, incertidumbres y posibilidades se desgrana en los textos recomendados y no vamos a resumirla aquí, pero ya el hecho de eliminar el fetichismo del dinero y sacar a la superficie que lo que aporto y recibo de la sociedad es tiempo de trabajo, mío y de otros, abre vías que a cualquier marxista le gustaría explorar.

    Una vez hecha esta exposición genérica y abierta, creemos que queda patente que no tienen sentido las críticas que acusan de vanguardismo a la propuesta de iniciar ya la reflexión y el debate sobre la futura sociedad comunista (recogidas en Kliman 2004). Dejar a la espontaneidad del día después de la revolución el comenzar a pensar sobre cómo organizar la economía no es antivanguardismo, sería más bien crear el caldo de cultivo para que en ese momento se desarrollen el oportunismo, el caudillismo o la vuelta al mercado. Este momento es tan bueno como cualquier otro para “empezar a desarrollar el necesario análisis comparativo entre la sociedad capitalista y la postcapitalista, o comunista, puesto que una comprensión de las diferencias básicas que resultan de dicha comparación es uno de los bagajes más importantes que debe conocer cualquier ciudadano interesado en la superación efectiva del capitalismo, al menos si quiere contribuir a la construcción social positiva sabiendo hacia dónde se dirigen sus esfuerzos y los de sus iguales, en vez de hacerlo a ciegas” (Guerrero, 2007)

    Comisión de Formación del EEC. Septiembre de 2018.


Bibliografía

    Los textos están listados -y enlazados si ha sido posible- en la página web del monográfico salvo mención en contra. Además, muchas de las obras aquí recogidas tienen a su vez una extensa bibliografía que permite ampliar mucho las lecturas, aunque gran parte de ese otro material suele estar en inglés.

Draper, Hal. El socialismo desde abajo. 2016. Maia ediciones. No incluido en el monográfico.

Guerrero, Diego. 2007. Valores, precios y mercados en el postcapitalismo.

Guerrero, Diego. Valores, precios y mercado en el postcapitalismo. Una interpretación económica del comunismo en Marx. Parte 1 y parte 2. Revista Laberinto, nº 25, 26 y 27. 2007- 2008

Kliman, Andrew. 2004. Alternativas al Capitalismo: ¿Qué Ocurre Tras la Revolución?.
- 2006. No solo con la política.







Lecturas básicas

Las citas de Marx

Como se explica en la introducción, Marx no dejó textos completos que delinearan una propuesta de modelo de economía y sociedad comunistas. En la propia introducción y en los textos de los autores recomendados encontrarás los motivos que pudieron llevar a Marx a actuar así. No obstante, también encontrarás varios autores que defienden que es posible encontrar información dispersa en toda su obra, en muchos casos como reverso de su crítica a la economía política -es decir, de su crítica al capitalismo-.

Aún así, hay unos párrafos en dos obras importantes en los que Marx sí que se muestra explícito al respecto. En varios de los documentos recomendados veremos las grandes implicaciones de estos pequeños extractos cuando se ponen a la luz de la obra completa del autor. Algunos de los autores también tratarán de evaluar si las experiencias de socialismo que se han dado en el mundo desde principios del siglo XX tuvieron la capacidad y la voluntad de ajustarse a los criterios esbozados en estos párrafos.

Marx, Karl. El capital, libro I, capítulo 1. 1867. Traducción de Pedro Scaron. Editorial Siglo XXI. Accesible en versión electrónica de la UCM.

El siguiente fragmento de El capital se da en el contexto de un repaso a los medios de producción anteriores al capitalismo, como vislumbre de una alternativa futura a este:

"Imaginémonos finalmente [...] una asociación de hombres libres que trabajen con medios de producción colectivos y empleen, conscientemente, sus muchas fuerzas de trabajo individuales como una fuerza de trabajo social. [...] El producto todo de la asociación es un producto social. Una parte de éste presta servicios de nuevo como medios de producción. No deja de ser social. Pero los miembros de la asociación consumen otra parte en calidad de medios de subsistencia. Es necesario, pues, distribuirla entre los mismos. El tipo de esa distribución variará con el tipo particular del propio organismo social de producción y según el correspondiente nivel histórico de desarrollo de los productores. [...] supongamos que la participación de cada productor en los medios de subsistencia esté determinada por su tiempo de trabajo. Por consiguiente, el tiempo de trabajo desempeñaría un papel doble. Su distribución, socialmente planificada, regulará la proporción adecuada entre las varias funciones laborales y las diversas necesidades. Por otra parte, el tiempo de trabajo servirá a la vez como medida de la participación individual del productor en el trabajo común, y también, por ende, de la parte individualmente consumible del producto común. Las relaciones sociales de los hombres con sus trabajos y con los productos de éstos, siguen siendo aquí diáfanamente sencillas, tanto en lo que respecta a la producción como en lo que atañe a la distribución. [...]  La figura del proceso social de vida, esto es, del proceso material de producción, sólo perderá su místico velo neblinoso cuando, como producto de hombres libremente asociados, éstos la hayan sometido a su control planificado y consciente. Para ello, sin embargo, se requiere una base material de la sociedad o una serie de condiciones materiales de existencia, que son a su vez, ellas mismas, el producto natural de una prolongada y penosa historia. evolutiva." (énfasis añadido)


Marx, KarlCrítica al programa de Gotha. 1875. UCM

Ocho años más tarde, Marx realiza en este texto una crítica del programa del naciente partido obrero unificado de Alemania. Ante las propuestas confusas o suavizadas del sector lassalleano, Marx opta por esbozar en un párrafo los grandes rasgos de una contabilidad social basada en el tiempo de trabajo, pero no en el valor. Es muy recomendable leer el texto completo, pues solo siguiendo la crítica que va construyendo Marx alrededor del texto original se alcanza a comprender la radicalidad de su propuesta.

"el productor individual obtiene de la sociedad —después de hechas las obligadas deducciones— exactamente lo que ha dado. Lo que el productor ha dado a la sociedad es su cuota individual de trabajo. Así, por ejemplo, la jornada social de trabajo se compone de la suma de las horas de trabajo individual; el tiempo individual de trabajo de cada productor por separado es la parte de la jornada social de trabajo que él aporta, su participación en ella. La sociedad le entrega un bono consignando que ha rendido tal o cual cantidad de trabajo (después de descontar lo que ha trabajado para el fondo común), y con este bono saca de los depósitos sociales de medios de consumo la parte equivalente a la cantidad de trabajo que rindió. La misma cantidad de trabajo que ha dado a la sociedad bajo una forma, la recibe de ésta bajo otra distinta."

Los trabajos actuales

Nieto, Maxi. Catalá, Lluis. Reabriendo el debate sobre la planificación socialista de la economía. 2016. Revista de economía crítica, nº 21.

Se puede decir que es una suerte contar en nuestro idioma con uno de los pocos estudioso que, a nivel internacional, ha asumido la tarea de investigar y defender en nuestros días la planificación socialista. Maxi Nieto publicó en 2015 el libro Cómo funciona la economía capitalista (Ed. Escolar y Mayo, 2015). Incluía un apéndice en el que sintentizaba las ideas de Marx sobre la sociedad y economía comunista, analizaba a la luz de ellas los socialismos "reales" y las supuestas alternativas socialdemócratas del pasado siglo y, por último, presentaba una nueva propuesta que aprende de los errores del pasado y aprovecha las nuevas posibilidades técnicas. El artículo que aquí enlazamos es un resumen de ese apéndice centrado en el último de los tres puntos -y quizás un poco suavizado para una difusión académica o generalista-.


En palabras de Nieto: "Hemos indicado ya en qué sentido el análisis de Marx del funcionamiento del modo de producción capitalista [...] es un análisis que proporciona también los fundamentos para desarrollar una alternativa emancipadora que, sobre las bases de la propiedad colectiva de las condiciones de producción, sea capaz de hacer realidad el autogobierno de la sociedad, o como apunta el Manifiesto, 'la conquista de la democracia'. Pero para que el comunismo marxista no devenga mera especulación utópica, el reto que se le plantea en el contexto de las sociedades complejas actuales es demostrar que se trata de una alternativa no solo deseable [...] sino también institucionalmente viable, explicando cómo podría funcionar otro sistema de producción y asignación de recursos sin repetir los errores de experiencias pasadas." (Ciber-comunismo, 2018, Ed. Trotta. Énfasis en el original.)


La propuesta de Nieto se declara seguidora en el aspecto técnico del trabajo de Cockshott y Cottrell (ver siguiente texto recomendado), y se encarga de presentar para la discusión colectiva un "marco social y político de individuos libres e iguales, sin servidumbres ni opresiones de ningún tipo y donde nadie disponga de mayor capacidad de decisión que ningún otro [...]. La clave institucional de este proyecto liberador  es la propiedad social [...] sobre los medios de producción, pues solo sobre la base de una producción altamente socializada es posible dominar el mecanismo económico de asignación [...] así como disponer colectivamente del excedente social, todo lo cual ha de permitir regular de manera consciente el proceso económico global mediante un plan." (ibid.)


Cottrell, Allin. Cockshott, Paul. Computadores y democracia económica. Revista de economía institucional, vol 10, nº 19.

Cockshott (economista) y Cottrell (economista e informático) merecen nuestro reconocimiento a su perseverancia. Desde la segunda mitad de los años 80 vienen defendiendo de forma regular y actualizada las posibilidades y virtudes de la planificación socialista aliada con los avances de la computación y las comunicaciones. Hacer esto en la época de Gorbachov ya era ir a contracorriente, pero haber mantenido y mejorado este discurso durante todas estas décadas de apisonadora neoliberal y descrédito del socialismo es digno de respeto.

Tienen el mérito de escribir sobre temas difíciles -como son la economía, las matemáticas y la computación- de una forma divulgativa. Además, un aliciente en su obra es que hacen un análisis equilibrado y constructivo de la experiencia de la Unión Soviética. Exponen con franqueza los problemas que allí se daban, lo que es imprescindible para poder avanzar, pero también evalúan siempre los progresos y las limitaciones materiales o técnicas, lo que permite comprender por qué algo puede no funcionar en un momento o en una forma dada, sin que ello implique una imposibilidad intrínseca.

El texto que aquí presentamos sirve para introducirse en su propuesta. Si se desea profundizar, su primer libro publicado sobre el tema fue el famoso Hacia un nuevo socialismo, que se publicó por primera vez en 1993 (disponible en castellano por cortesía de la Universidad de Glasgow).

Guerrero, Diego. Valores, precios y mercado en el postcapitalismo. Una interpretación económica del comunismo en MarxParte 1 y parte 2. Revista Laberinto, nº 25, 26 y 27.

Ya incluímos a Diego Guerrero en la lista de autores recomendados cuando hablamos de El capital y la ley del valor. Este texto que presentamos ahora en dos partes tiene un tono más técnico que divulgativo, pero aún así hemos considerado conveniente incluirlo por dos motivos. Primero, porque en su introducción abre el debate general por vías más ámplias que las normalmente aceptadas cuando se habla de socialismo. En segundo lugar, porque se centra en uno de los aspectos más importantes -y, sin embargo, minusvalorado- cuando se piensa en la sociedad comunista: la importancia de la búsqueda de la productividad y de la innovación (no confundir con el productivismo).

Guerrero entra en un terreno que podría parecer provocador: el papel de las empresas en el socialismo. Y lo hace con todo el cuidado de que su planteamiento no se confunda con el socialismo de mercado, el modelo yugoslavo ni la convivencia del mercado con el plan. En realidad, en lo que está haciendo hincapie es en la máxima descentralización de la planificación tal y como se ha presentado en los textos de los autores anteriores. Así, en palabras de Guerrero: "En nuestra opinión, lo que se mantiene y debe mantener en la fase C-I [fase de transición del capitalismo al comunismo. N.del.E] no es el mercado sino una forma descentralizada de gestión de la demanda y de la planificación, que no es sino un «sistema de decisión descentralizada» que debe ser compatible con el sistema de decisión centralizada en que consiste la clásica planificación. Pero como son evidentes los parecidos entre esa descentralización y el mercado, algo que de entrada no es fácil de aceptar por los marxistas mayoritarios, hay que explicar por qué razón lo que proponemos no es encontrar un nombre con el fin de disfrazar una oculta defensa del mercado."


Bibliografía ampliada

Kliman, Andrew. Dos textos publicados en su página web: Alternativas al capitalismo (2004)  y  No sólo con la política (2006) y traducidos por nosotros mismos. En cada uno de los textos puedes encontrar el enlace al original en inglés.

En estos dos artículos, el economista Andrew Kliman no propone un modelo concreto de economía y sociedad comunista, sino que intenta argumentar la necesidad y la forma de abrir la discusión. Bajo su punto de vista, la negativa de los comunistas a iniciar este debate -una negativa que analiza y critica- deja a la sociedad sin motivo por el que luchar, sin modelo de sociedad por la que reemplazar la actual. Pero, desde su perspectiva materialista, a Kliman no le vale cualquier propuesta. No minimiza la dificultad de la tarea, y plantea unos requerimientos específicos que cualquier modelo a discutir debiera superar. No se trata ya de dejar a un lado idealismos o utopías, sino de construir una sociedad sin clases ni explotación que se sustente a largo plazo sin inestabilidades internas que la hagan volver al capitalismo. En su opinión -como en el caso del resto de autores-, la crítica de Marx al capitalismo nos da una base sólida para comenzar la discusión.


Lebowitz, Michael. Lecciones de la autogestión yugoslava. 2004. Ponencia para el Encuentro Mundial de Solidaridad con la Revolución Bolivariana en Caracas.

En los textos del resto de los autores se hace un análisis crítico de los problemas económicos y sociales que se desarrollaron en la Unión Soviética a medida que el sistema de planificación burocrático debía pasar de la producción de bienes primarios a la producción de bienes de consumo. En la antigua Yugoslavia se ensayó un sistema muy diferente que dio lugar a otro tipo de problemas no menos serios. Dado que esta experiencia no aparece explicada en ninguno de los textos, enlazamos a un breve guión de Lebowitz que presenta de manera muy resumida las características y la evolución del modelo yugoslavo.


Cottrell, Allin. Nieto, Maxi. Ciber-comunismo. 2018. Ed. Trotta.

Este libro de reciente aparición supone ya una colaboración directa entre Nieto y Cottrell. No hay mucho material nuevo. En lo referente a la fundamentación política y económica, Nieto pone en limpio la propuesta que realizó en el apéndice de su libro de 2015. En la parte de la propuesta técnica, no se vuelven a repetir las explicaciones detalladas que aparecen en Hacia un nuevo socialismo o en el artículo Computadores y democracia económica, pero sí se hace mención a tecnologías de reciente aparición que no hacen sino reforzar la viabilidad de la planificación que Cockshott y Cottrell ya veían factible hace treinta años. Donde el libro sí que aporta novedades es en la potente respuesta que ambos autores dedican a la escuela de economía austriaca, que desde los años veinte del pasado siglo intenta demostrar que la planificación económica no es apta para gestionar una economía avanzada.

Varios autores. Teoría del estado en el marxismo. EEC.

Si lees los textos de Kliman o de Maxi Nieto, te darás cuenta de la importancia que juega el análisis del papel del Estado como soporte del capitalismo. Ambos autores argumentan que la nueva sociedad debe surgir necesariamente de bases revolucionarias, pues no es posible una transición gradual del capitalismo al comunismo. No en vano el fragmento más explícito de Marx aparece en un texto, la Crítica al programa de Gotha, en el que se cuestiona un programa de partido que quiere navegar entre dos aguas. En la sección de nuestra web que dedicamos a formación sobre la teoría del estado en el marxismo podrás encontrar los textos clave sobre el tema.


Guerrero, Diego. Valores, precios y mercado en el postcapitalismo. Una interpretación económica del comunismo en MarxParte 1 y parte 2. Revista Laberinto, nº 25, 26 y 27. 2007- 2008

 Parte 1  Cita de la página 10

“Recuérdese que este sistema distributivo no es el que corresponde a la sociedad C-II que tenía en mente Marx en famosa crítica del programa de Gotha, sino a la sociedad C-I, una sociedad comunista que se organiza a partir de las condiciones capitalistas de las cuales ha nacido y en la que no se ha sobrepasado todavía «el estrecho horizonte del derecho burgués». Para decirlo con las palabras de Marx: si estuviéramos en C-II la norma imperante sería «De cada cual, según su capacidad, a cada cual, según sus necesidades», pero en C-I todavía regirá una norma inferior, menos desarrollada, que reza así: «De cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo» (Marx, 1875).”


Rosa Luxemburgo. La socialización de la Sociedad o ¿Cuál es el bolchevismo? (Diciembre de 1918)





“El concepto de valor intrínseco de Marx”: Andrew Kliman



Andrew Kliman




La caída de la tasa de ganancias y el fracaso de la producción capitalista. Entrevista


07/04/2013







David Harvey y Andrew Kliman.

Un debate entre dos modos de entender la teoría de las crisis y el alcance y la vigencia de la ley del descenso tendencial de la tasa de ganancia de K. Marx

Índice de contenidos
 Un debate entre dos modos de entender la teoría de las crisis y el alcance y la vigencia de la ley del descenso tendencial de la tasa de ganancia de K. Marx…   1

Teoría de la crisis y la caída de la tasa de ganancia, por David Harvey…  2

Harvey contra Marx sobre las crisis del capitalismo, parte 1: malinterpretando a Marx, por Andrew Kliman….19

Harvey contra Marx sobre las crisis del capitalismo, parte 2: malinterpretando la rentabilidad, por Andrew Kliman… 27

La naturaleza del capital – una respuesta a Andrew Kliman, por David Harvey…   34


Harvey contra Marx sobre las crisis del capitalismo, parte 3: una réplica, por Andrew Kliman.  … 40



“El rechazo de Marx a la teoría laboral del valor”: David Harvey






V. I. LENIN. EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN


Karl Marx “Glosas Marginales Al Tratado de Economía Política de Adolph Wagner”



Karl Marx y Friedrich Engels: Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Los Cuadernos de París 1844.Los Anales franco-alemanes. En defensa de la libertad(Los artículos de La Gaceta Renana 1842-1843). Escritos de Juventud 1835-1844. Nueva Gaceta Renana (1848-1849). Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política de Karl Marx. (1857-1858) Grundrisse Tomo 1,2 y 3. Contribución a la Contribución a la Crítica de la Economía Política 1858-1859 y bibliografía complementaria.



K. Marx, El Capital  

TOMO I "El proceso de producción del capital"    

TOMO II "El proceso de circulación del capital"  

TOMO III "El proceso global de la producción capitalista"       



Carlos Marx, Teoría sobre la plusvalía Tomo I


Carlos Marx, Teoría sobre la plusvalía Tomo II


[1861-1863] Karl Marx. Teorías sobre la plusvalía III


Carlos Marx “Teorías sobré la plusvalía”
















No hay comentarios:

Publicar un comentario