La fuente aquí 2 de Agosto de 2020
"En los
80 podían ir a la universidad, elegir cualquier carrera profesional, escoger
pareja libremente o aspirar a cargos políticos"
República Democrática de
Afganistán
(1978-1992) en castellano
República Democrática de
Afganistán (1978-1992) en inglés.
Partido Democrático Popular
de Afganistán en
inglés
En
Afganistán, la campaña “¿Dónde está mi
Nombre?” pretende abolir la ley que prohíbe hacer público el nombre propio
de una mujer. Hasta esos extremos llega la opresión, a niveles de esclavitud,
que todavía sufren las mujeres afganas tras 19 años de ocupación de las fuerzas
de EE.UU y la OTAN. Sin embargo, la historia del país revela que las afganas
gozaron de grados de libertad e igualdad que hoy parecen inimaginables ¿Cómo
fue posible un retroceso tan brutal?
Por TITA
BARAHONA / REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Hace pocos
días la BBC daba la noticia de que una mujer afgana inició tres años atrás una campaña denominada
“Where Is My Name?” (Dónde está mi nombre). Dicha campaña
pretende acabar con la ley islamista que prohíbe usar el nombre de una
mujer en público o en documentos oficiales por la creencia de que ello
atenta contra el honor de la familia (léase de los varones de sus familias).
En
la actual sociedad afgana, las mujeres están despojadas de identidad.
Ni sus rostros, bajo el burka, son visibles; ni sus nombres
pueden llegar a oídos ajenos. Sólo se permite referirse a ellas en relación
a su “amo”: la hija de..., la esposa de..., la hermana de...
Invasión estadounidense de Afganistán (2001-2021) o Guerra de Afganistán
(2001-2021)
Lo que la
BBC ni ningún otro medio corporativo nos cuenta es que las mujeres afganas
fueron una vez libres y que fue la intervención de EE.UU y la OTAN la que puso
fin a esas libertades
La noticia de la BBC relata cómo una mujer fue al médico con
síntomas de COVID-19 y cuando el marido vio su nombre escrito
en la receta, la golpeó. Añade el medio británico que la campaña está surtiendo
efecto, ya que el actual presidente de Afganistán, Ashraf
Ghani, ha ordenado a
la Autoridad Central del Registro Civil que estudie la
posibilidad de enmendar la ley para que el nombre de las mujeres
pueda incluirse en los documentos de identidad de sus hijos y en los
certificados de nacimiento.
Lo que la BBC ni
ningún otro medio corporativo nos cuenta es que las mujeres afganas fueron una
vez libres y que fue la intervención de EE.UU y la OTAN la que
puso fin a esas libertades.
Hace 19 años, cuando George W. Bush ordenó la ocupación militar
de Afganistán tras los atentados del 11-S, se nos hizo creer que la
intervención de las fuerzas de la OTAN, en particular, era para
proteger a las mujeres afganas. En las semanas previas a la invasión, la
televisión nos bombardeó con imágenes del sufrimiento de las mujeres bajo la
ley talibán. Nunca nos dijeron cómo llegaron a imponerse esas leyes
draconianas a finales del siglo XX.
Fundamentalismo (1992-2001)
o Estado
Islámico de Afganistán
Es cierto que Afganistán ha sido durante buena parte de su
historia una pieza apetecible de los imperios de oriente y occidente, a los que
los afganos siempre han logrado resistir a pesar de su fragmentación en multitud
de etnias que, no obstante, comparten una organización tribal
rígidamente patriarcal y fuertemente influida por los mullahs (líderes
religiosos), enemigos de cualquier intento de secularización. Este último fue
un factor clave que jugó a favor de los intereses estratégicos de las potencias
extrajeras.
Los
vaivenes históricos de los derechos de las mujeres en Afganistán
En los inicios del siglo XX la situación de las mujeres era
sensiblemente mejor que en la actualidad. Al menos entonces podían
heredar propiedad y divorciarse. Mayores avances se dieron bajo el
reinado de Amanulá Khan (1919-29), monarca que proclamó la independencia de Afganistán como
“protectorado” del Imperio Británico.
Tercera guerra anglo-afgana. Carta de Amanullah a Lenin
Sin embargo, las relaciones amistosas de Amanulá con la Unión Soviética chocaron con los intereses
geopolíticos de los británicos en la región. Por otro lado, sus políticas
modernizadoras respecto al estatuto de las mujeres le ganaron la enemistad
de los líderes religiosos, que dominaban las extensas zonas rurales.
Así, mediante una operación -que se repetiría un siglo después-, la inteligencia británica dio apoyo militar
a la oposición religiosa para
derrocar al monarca en 1929 y sustituirlo por el conservador Mohamed Nadir Shah (1929-1933) (aquí). El nuevo mandatario abolió muchas de
las reformas favorables a las mujeres realizadas durante el reinado anterior.
La situación volvió a dar un giro con la subida al trono de Mohamed Zahir Shah (1933-73) (aquí). En 1941 se
establecía en Kabul la primera escuela femenina de secundaria.
En 1959 se permitió a las mujeres salir descubiertas y en
1964 la Constitución les otorgó el derecho al voto. Un año
después se fundaba la Organización Democrática de las Mujeres Afganas.
Había que seguir luchando, ya que los avances se concentraban mayormente en la
capital, Kabul, mientras que en el medio rural las mujeres seguían, de hecho,
sometidas a las leyes tribales.
En la década de los 60, el marxismo revolucionario comenzó a
extenderse y en 1965 culminó en la formación del Partido Democrático Popular
de Afganistán (PDPA), que pronto
se escindiría en dos facciones rivales (khalq y Parcham).
Al principio, el partido formó parte del gobierno secular de Mohamed Doud Khan (1973-1978). El asesinato en 1978 de Mir Akbar Khyber, líder de la facción Parcham del PDPA, desencadenó una serie de acontecimientos que llevaron
al PDPA a la toma del poder el 27 de abril de ese año, en lo
que se conoce como la Revolución Saur. ( aquí )
En la
década de 1980, el 50 por ciento de los estudiantes de la universidad de Kabul
eran mujeres. Podían seguir cualquier carrera profesional, trabajar, alistarse
en el ejército, salir a la calle desveladas, conducir
En plena Guerra Fría entre EE.UU y la URSS,
para desacreditar la independencia de la que pasó a
llamarse República Democrática de
Afganistán, se la tildó
de ser un “títere soviético”. Sin embargo, la Unión Soviética no
tenía ninguna intención de promover una revolución socialista en Afganistán. De
hecho, aunque aportó 104 millones de dólares para ayuda al desarrollo del nuevo
Estado, que contrató también técnicos soviéticos para construcción de
infraestructuras, la contribución de Occidente fue mayor: 121
millones, la mitad de los cuales llegaron del Banco Mundial,
que Estados Unidos aumentó con otros 300 millones.
ESTUDIANTES
DE AMBOS SEXOS EN LA UNIVERSIAD DE KABUL, EN LOS AÑOS 80 DEL PASADO SIGLO XX
En
la agenda de la República Democrática de
Afganistán,
los derechos de las mujeres fueron una prioridad, especialmente en el terreno de la
educación. En la década de 1980, el 50 por ciento de los estudiantes de la
universidad de Kabul eran mujeres. Podían seguir cualquier
carrera profesional, trabajar, alistarse en el ejército, salir a la calle
desveladas, conducir, escoger pareja libremente y aspirar a cargos políticos.
Hubo 7 mujeres en el Parlamento. Fue un período que se recuerda como la
edad dorada, aunque fuese en los medios urbanos donde tuvo su mayor
plasmación.
Se habría necesitado más tiempo para ganar las zonas rurales donde
el dominio de los mullahs seguía vigente y en creciente
enemistad hacia la joven república, especialmente por su política
secularizadora y en favor de los derechos de las mujeres. Esta animadversión
pronto sería de nuevo utilizada por poderosos intereses foráneos.
Entre 1979 y 1989 tuvo lugar la ofensiva
de los Muyahidines (yihadistas afganos), en lo que
normalmente se conoce como “la Guerra Afgano-Soviética” (1978-1992) debido a la involucración del ejército rojo.
No obstante este es un nombre engañoso, porque oculta el hecho de que
fue una guerra diseñada, instigada y dirigida por Estados Unidos. Hubo, en
efecto, intervención militar de la URSS, a pesar de que el primer
ministro soviético, Alexei Kosygin, se mostró contrario a ayudar a la
joven república a repelir la ofensiva yihadista. Pero no fue una “invasión”,
como sostiene la propaganda estadounidense. Meses antes de que el ejército
soviético interviniera a finales de 1979, la administración Carter y su consejero de Seguridad Nacional, Zbigniew Bzrezinski (aquí), habían iniciado, ya en 1978, un
plan -contenido en la “Doctrina Carter”- para reclutar y entrenar muyahidines.
Operación Ciclón, Doctrina Carter, aquí, Doctrina Carter en google.
Lo que se
conoce como “la Guerra Afgano-Soviética” fue, en realidad, una guerra
diseñada, instigada y dirigida por Estados Unidos
Como antaño hiciera el Imperio Británico, EE.UU, con la ayuda
del dinero saudí y las agencias de inteligencia
paquistaníes, financió y armó a los que llamarían “luchadores
por la libertad” contra su archi-rival, la Unión Soviética. El
ex-Secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates (aquí), lo expresó claramente en 1999:
“La CIA ha tenido grandes éxitos en la acción
encubierta. Quizás la más consecuente de todas fuese Afganistán, donde la CIA canalizó billones de dólares en
suministros y armas a los muhayidines, y así la resistencia pudo combatir
al ejército soviético hasta igualarlo y finalmente forzar su decisión política
de retirada”.
El control del petróleo afgano no era un motivo menor.
La CIA usó sus contactos en Arabia Saudita para
reclutar a un joven de nombre Bin
Laden -alias
Tim Osman- que coordinase a las células yihadistas en Afganistán. Otro agente
clave fue el narco-traficante Hulbuddin Hekmatyar (Gulbudin Hekmatiar, aquí), un sádico torturador que, además, tenía como
pasatiempo arrojar ácido a los rostros de las mujeres. El presidente Reagan lo
recibía en la Casa Blanca en 1985.
Guerra de Afganistán
(1978-1992)
La guerra promovida por EE.UU se cobró la vida de millones de
afganos y miles de soldados soviéticos. El experimento de democracia popular en
Afganistán llegó a un trágico final en 1992 con
la caída del gobierno de Kabul. A partir de entonces reinó el caos
en todo el país y camparon a sus anchas quienes habían sido adoctrinados en una
variante extrema y distorsionada del Islam en las madrasas financiadas por
EE.UU. Los estudiantes de estas madrasas llegaron a ser conocidos como
los Talibanes.
La historia a partir de aquí es de todas conocidas. Bajo la ley talibán
las mujeres fueron reducidas a esclavas gracias al apoyo proporcionado por
EE.UU a sus opresores.
Feministas
burguesas y movimientos pseudo-revolucionarios
Afganistán inauguró
asimismo una pauta que se repetiría más tarde en otros lugares: utilizar a
ciertos grupos feministas como instrumentos del imperialismo estadounidense.
En 1977 se había formado la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (ARMA) bajo el liderazgo de Meena Kewshwar Kamal (aquí). La ARMA se opuso desde sus inicios a las
políticas progresistas de la República Democrática de Afganistán. Digamos
que estaba por los derechos de las mujeres pero no por la igualdad social. Meena
se alineó con la doctrina Carter contra la “marioneta soviética” de Kabul.
Esto le valió el generoso apoyo del gobierno francés de Francois
Mitterand.
En 1981, Meena fue invitada a París a asistir
al congreso del Partido Socialista de Francia. Viajó por toda Europa reuniéndose
con cargos oficiales y recibió las bendiciones de grupos trostkistas en
Francia y Gran Bretaña así como de varias organizaciones y
publicaciones anarquistas. Una estrategia que hoy resulta muy
familiar, pues también se ensayó en Libia y Siria, por
ceñirnos sólo a Oriente Medio.
Hoy la ARMA ha cambiado de enemigo: ya no es la “marioneta
soviética”. No obstante, aunque obviamente aborrece la situación en que se
hallan sus compatriotas afganas, la organización sigue fiel a la propaganda
estadounidense al querer hacernos creer que el estilo de vida libre de las
mujeres fue destruido por la Unión Soviética, cuando, de hecho, fue
resultado del apoyo de EE.UU a los yihadistas.
Es curioso cómo ningún partido autocalificado de izquierdas ha
preguntado nunca a la presidenta de ARMA cómo fue que no se enteraron en su día
del apoyo que EE.UU le estaba brindando a los muhayidines, o por qué su organización estuvo a
mesa puesta en los países occidentales mientras la CIA actuaba
bajo cuerda con Bin Laden y los fundamentalistas islámicos
contra el gobierno de Kabul.
https://en.wikipedia.org/wiki/Anahita_Ratebzad#/media/File:Anahita.png
Si pueden encontrarse numerosas entradas en Internet de Meena Kewshwar Kamal, lo contrario sucede con Anahita
Ratebzad,(y aquí) una de las fundadoras de la democracia secular de
Afganistán. Ella ha sido prácticamente borrada de la historia. Ratebzad estudió medicina en la Universidad
de Kabul antes de convertirse en miembro del Parlamento junto con otras tres
mujeres en 1965. Fue ministra de educación bajo el gobierno de la
República Democrática y, desde ese cargo, impulsó los
programas de educación igualitaria entre los sexos. En un viaje oficial a
Europa, Margaret Thatcher rehusó entrevistarse con ella.
La
cruda realidad
Guerra de Afganistán
(2001-2021) , Anexo: Bajas españolas en Afganistán
Los 19 años de ocupación y guerra en Afganistán se
han cobrado la vida de millones de afganos y otros tantos se han visto
obligados al exilio. Hoy la esperanza media de vida no alcanza los 50 años y
sólo el 36% de la población está alfabetizada. En cuanto a las mujeres,
el 87% de ellas son analfabetas, hasta el 80% están
sometidas a matrimonios forzados, incluso las niñas. No tienen
recursos económicos ni acceso a servicios sanitarios básicos. El 90% sufre
depresión. La media de hijos por mujer supera los 6; su mortandad en el parto es de las más altas del mundo. Si
en España mueren 4 madres por cada 100.000 nacidos (datos de 2007), en
Afganistán la cifra escala a las 638.
La violación y otros abusos sexuales no están penados para
quienes los cometen. En estos casos es a ellas a quienes se encarcela
acusadas de delitos contra la moral, así como también a las que huyen de
sus casas por malos tratos. Esta es la
democracia y la libertad que iban a traer Estados Unidos y
sus aliados de la OTAN a Afganistán, de cuyas
mujeres, con burka y esclavizadas, ya no se acuerdan quienes aplaudieron la
ocupación para "liberarlas". Las afganas no tienen nombre ni dentro
ni fuera de su país. Pero nosotras -y ellas- tenemos memoria.
Referencias:
- Gearóid Ó
Colmáin, “When Afgan Women were Free”, American Herald Tribune, 8 marzo 2016.
- Paul Fitzgerald y Elizabeth Gould, Invisible
History: Afghanistan’s Untold Story, San Francisco: City Lights Books,
2009.
- Julie Lévesque, "From Afghanistan to Syria:
Women’s Rights, War Propaganda and the CIA", Globalresearch, 4 abril 2013.
https://canarias-semanal.org/art/31164/afganistan-las-mujeres-de-nuevo-como-propaganda-otanista
Lo que
nunca le contaron sobre la opresión de las mujeres afganas: una vez tuvieron
nombre
Referencias:
"¿Dónde está mi nombre?" Campaña contra el anonimato de las
mujeres afganas
24/08/2017
WhereIsMyName:
las mujeres afganas hacen campaña por el derecho a revelar sus nombres
25 de julio
de 2020
https://www.bbc.com/news/world-asia-53436335
Laleh Osmany https://en.wikipedia.org/wiki/Laleh_Osmany
LAS MUJERES AFGANAS CONQUISTAN SU DERECHO A UN NOMBRE
EL PAÍS EMPEZARÁ POR FIN A RECONOCER DE FORMA OFICIAL LA IDENTIDAD
INDIVIDUAL DE LAS MUJERES
07/09/2020
Where is my
name?: Qué busca (y qué ha conseguido) este movimiento de mujeres afganas
14/09/2020
https://www.womennow.es/es/noticia/where-is-my-name-mujeres-afganas/
¿Dónde está mi nombre?
16/09/2020
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