Gramsci y el
Marx desconocido (I, II, III y IV)
22-10-2013
“Se trata de ‘usar’ a Gramsci, no sólo de citarlo.” (Raúl Mordenti)
“El progreso
de la Técnica y de la Ciencia es en la sociedad capitalista
el
progreso en el arte de estrujar sudor.”
(Vladimir
Illich Ulianov, “Lenin”, 1913)
“La
selección de un nuevo tipo de obrero posibilita, mediante
la
racionalización tayloriana de los movimientos,
una
producción relativa y absolutamente mayor
que
antes, con la misma fuerza de trabajo.”
(Antonio
Gramsci, 1931)
Americanismo:
¿crítica radical al Stalinismo?: la atención intensa y prolongada de Gramsci sobre la
temática del Americanismo solo puede ser comprendida desde su intento de volver
al Marx auténtico y recuperado. La genial fórmula gramsciana puede ser
esquematizada de la siguiente manera: Taylorismus+Fordismus=Americanismo.
Gramsci destaca, sobre la vulgarización economicista y tosca del Dia-Mat,
de nuevo la primacía lógica de la producción en el Capitalismo. La Kritik marxiana
de la economía política (burguesa), hay que recordarlo, es un doble mandoble:
consistía, por una parte, en la consecuente aplicación de la Teoría del
Valor-Trabajo al desarrollo capitalista sobre la base de las categorías
económicas fetichistas dadas; y, por otra parte, en el desenmascaramiento de
esas categorías poniendo de manifiesto su carácter de meras “relaciones de
clase y explotación” (en absoluto neutrales) peculiares de un modo de
producción determinado, el burgués. La injusticia se concentra en el núcleo de
las relaciones de producción y allí se define, desde allí se despliega. Pero
Gramsci no solo habla de América (EE.UU.) o de Europa, no solo intenta aplicar
las herramientas de la Kritik de Marx a la táctica y
estrategia del Partido Comunista italiano, a los problemas del desarrollo
capitalista italiano, sino simultáneamente observa negativamente los
desarrollos de construcción del Socialismo en Rusia. Paradójicamente, los
mecanismos de contratendencia del Capital (que ignoran per definitionem el
elemento humano), como el Taylorismo, llegaban importados acríticamente al
mismo país de los Soviets, en esas fechas ya bajo el régimen político
stalinista maduro. Frederick Winslow Taylor y sus colegas, pioneros en la
organización científica del trabajo, mostraron al Capital la forma de reducir
el propio trabajo a un control tan estricto y sistemático que, supuestamente,
la disciplina del trabajador ya no sería un problema. Se podía anular el
carácter revolucionario de la doble valencia de la fuerza-trabajo. Afirmaron
incluso una suerte de “revolución mental” (de conciencia) implícita en su
reorganización del trabajo que sentaría toda una época de Pax burguesa
(se reduciría cero la intensidad de los desafíos en la producción) y al mismo
tiempo, en consonancia, un creciente aumento de la riqueza nacional. El aspecto
decisivo del Taylorismo, en palabras del propio Taylor, fue descrito como “la
acumulación deliberada por parte de los empresarios de la gran cantidad de
conocimientos tradicionales, que en el pasado estaban en la cabeza de los
trabajadores y en sus cualificaciones físicas y destreza, que habían adquirido
durante años de experiencia.” [1] Se socavaba el poder del
proletariado artesanal, basado en la superioridad de sus conocimientos sobre su
trabajo en relación con el patrón, y se estableció un dualismo entre los
artesanos que manejaban las máquinas y un continuo de obreros descualificados
controlados por un enjambre de capataces y supervisores. Hubo tres grandes
consecuencias para los trabajadores: la primer es el divorcio de los sistemas
técnicos y sociales de control de la fábrica; la segunda es que cuanto más
racionalizada estaba la empresa, mayor era el caos y la precariedad de la vida
del proletariado (desaparecían los privilegios artesanales: valor de la
cualificación progresiva, estabilidad de empleo, normas del sindicato de
oficio, tarifas estándares); y la tercera que el poder oligopolista de la nueva
empresa proporcionaba a ésta una nueva capacidad para administrar los precios
(valor de cambio) basándose en el plan capitalista a largo plazo. La
contratendencia del capital segmento dentro de la fábrica al proletariado,
generó dos tipos de reacciones obreras, dos morfologías en la lucha de clases,
que a menudo tendieron a fundirse o cruzarse: una procedía de los amenazados
artesanos (generalmente en cuestiones de gerenciamiento de la producción) y la
otra de los nuevos peones descualificados y operarios fordistas (generalmente
huelgas salariales puras, el salario se transformaba en una variable
independiente). Como Gramsci señalaría en sus Quaderni “se
crea un tipo nuevo de obrero, monopolizado mediante salarios altos”. Taylor fue
la vanguardia articulada y consciente de los esfuerzos contratendenciales de la
burguesía más avanzada, tanto que a mediados de los 1920’s los elementos
esenciales de sus propuestas habían sido acogidos favorablemente en casi todas
las industrias. El kit básico de estos elementos eran tan sencillos,
contrarrevolucionarios como profundos: 1) la planificación y organización
centralizada de las sucesivas fases de fabricación; 2) el análisis sistemático
de cada operación productiva; 3) la instrucción y supervisión minuciosa de cada
trabajador en la realización de su tarea concreta; 4) política salarial
cuidadosamente pensada para inducir al obrero a hacer lo que se le decía y
ordenaba. [2] Todas estas medidas contratendenciales minaron la
autonomía tradicional de la figura obrera del artesano, destruyeron para
siempre el sindicalismo basado en oficios, removió la vieja composición de
clase e inauguró un nuevo ciclo de luchas en el cual los nuevos obreros-masa
deberían crear nuevas formas de confrontación y subversión.
Lenin
“taylorizado”: el
inefable Bujarín, incuestionable gran timonel del Marxismo vulgarizado en la
época, acompañado política y administrativamente en las sombras por Stalin,
decía sin tapujos ya en 1923 que “debemos adicionar el Americanismo al
Marxismo”; Stalin en 1924 ya celebraba la tecnología y el Management del
Americanismo (con su disciplina laboral y su división del trabajo) como un
punto cardinal en el nuevoDia-Mat que se estaba codificando.
Stalin, ingenioso con los slogans, lo definía como: “el impulso revolucionario
ruso más la eficiencia americana”, nada menos que este híbrido ideológico sería
“la esencia del Leninismo en el trabajo del Partido y del
Estado”; [3] ya en 1932, hablando del élan vitalde todo
bolchevique, Stalin exigía su adecuada mezcla con el espíritu práctico
americano, llegando a sostener que “tradición en la industria y en la praxis
productiva (de EE.UU.) tienen algo más de democratismo, lo que no se puede
decir de los viejos países capitalistas de Europa, donde el espíritu señorial
de la aristocracia feudal sigue viva.” Y eso que Stalin no conocía los EEUU y
no leía en inglés. El Taylorismo incluso había sido traducido a la jerga
burocrática, se le denominaba pomposamente como Nauchnaiia organizatsiia truda ,
o sea: “Organización Científica del Trabajo”, popularmente conocida como NOT.
Coherente con su amor por el Americanismo sans phrase, Stalin
inauguró una planta de automóviles y camiones Ford en 1929 (importándose
planificadores, técnicos y administradores); [4] hasta el viejo anticomunista
y antisemita recalcitrante de Henry Ford cambió su postura desconfiada y
reaccionaria frente a la URSS. [5] Trotsky afirmaba que la palabra
más popular entre el campesinado de la NEP era sin dudas la palabra “Ford”.
Muchas fábricas soviéticas fueron construidas por diseñadores e ingenieros
norteamericanos. El futuro sistema de explotación “taylorista-stajanovista” del
Stalinismo ya había nacido. Incluso en la misma URSS se estableció oficialmente
la idea que Henry Ford y sus ideas complementaban de manera perfecta los
aportes de Karl Marx. [6] Entre la superestructura naciente del
régimen stalinista y el establecimiento de una contratendencia capitalista en
la economía se desarrolló un nexo vital y necesario y aparentemente contra
natura. Y el consentimiento, gran hallazgo del Gramsci ordinenovista,
tesis fundamental que mantuvo hasta el final de su vida, comienza precisamente
en la producción, en la fábrica. Pero: ¿qué tenía que decir sobre el Taylorismo
el mismo Lenin?
Lenin ya
había entrevisto la importancia de esta nueva contratendencia para el nuevo
ciclo de acumulación del capital, habiendo criticado al Taylorismo tan temprano
como en 1913 en un artículo titulado “El sistema científico de
explotación”; [7] nuevamente escribió contra el nuevo régimen en 1914
en otro artículo: “ “El sistema Taylor: esclavización del Hombre por la
Máquina”. [8] En el primero de ellos reconoce, como lo hará Gramsci
más tarde, que el Capitalismo norteamericano está “ a la cabeza de todos”, por
lo tanto el Americanismo se presenta modelo ideal para las burguesías europeas
en cuanto a “los últimos métodos de explotación del obrero”. El Taylorismus es
definido por Lenin como un sistema de extraccción racional que consiste en
“exprimir al obrero hasta extraerle el triple de trabajo en una jornada de la
misma duración que antes”, se agotan “despiadadamente sus fuerzas, se succiona
con triplicada velocidad cada gota de la energía nerviosa y muscular del
esclavo asalariado. ¿Qué el obrero morirá antes? ¡Hay muchos esperando en los
portones de la fábrica!”. Lenin parafraseaba el libro original de Taylor y
deducía sus consecuencias en la lucha de clases: “el capitalista reduce sus
gastos a menos de la mitad. Sus ganancias crecen. ¡La
burguesía, entusiasmada, no se cansa de ensalzar a Taylor!”. Conclusión de
Lenin: “Máxima explotación según todas las reglas de la Ciencia…”. Al año
siguiente volvió sobre la candente cuestión, al parecer por las señales de
introducción en el gran industria rusa del Taylorismo. Lenin enfoca su análisis
desde el punto de vista de las contratendencias del Capital tal como las
entendía Marx en los momentos de crisis y la Ley del valor-trabajo: “la
competencia, que se agudiza en forma especial en épocas de crisis… obliga a inventar
constantemente infinidad de nuevos medios para reducir el costo de producción.
Pero la dominación del Capital convierte esos medios en instrumento para una
mayor explotación de los obreros. Uno de esos medios es el sistema Taylor.” El
Taylorismo no solo rediseña los métodos de trabajo strictu senso sino
a los mismos medios de producción, incluso la misma fábrica se remodela de
arriba abajo, ajustándose a esta nueva “aceleración productiva”. Lenin señala
que “todos estos colosales perfeccionamientos se introducen en detrimento del
obrero, pues conducen a mayor opresión y explotación de éste, y con ello
limitan la distribución racional y sensata del trabajo dentro de la
fábrica”. El fin del sistema científico de trabajo es claro para Lenin:
“el Capital organiza y regula el trabajo dentro de la fábrica con el fin de
aumentar la explotación de los obreros, de multiplicar sus ganancias. Pero en
el conjunto de la producción social sigue reinando y creciendo el caos que
conduce a la crisis…” Lenin en este sentido no clama en el desierto ni está a
contracorriente: era la opinión generalizada en las alas izquierdas de la
Socialdemocracia europea anterior a 1914 que el Taylorismo era “la más moderna
y despiadada forma de explotación capitalista” inventada hasta el momento. [9] En
1916, en su exilio en Suiza, Lenin tuvo la oportunidad de leer una traducción
del libro de Taylor,Shop Management, libros sobre el sistema taylorista
y de varios artículos de sus colaboradores (como Frank Gilbreth); Lenin tomará
numerosas notas sobre el sistema taylorista, modificando algunas de sus
opiniones anteriores. [10] El Taylorismo en una situación de crisis
terminal y quiebra económica como el de la posguerra rusa post-1917, el output
industrial era un tercio del de 1913, podía resultar útil en algunos de sus
elementos bajo hegemonía socialista para la acumulación primitiva. Las
opiniones de Lenin “taylorizado” se verán reflejadas, por ejemplo, en “Las
Tareas inmediatas del poder soviético”, del 24 de mayo de 1918, donde señala en
el apartado “El aumento de la productividad del trabajo” que “en toda
revolución socialista, una vez resuelto el problema de la conquista del poder
por el proletariado y en la medida en que se va cumpliendo en lo fundamental la
tarea de expropiar a los expropiadores y aplastar su resistencia, va
colocándose necesariamente en primer plano una tarea cardinal: la de crear un
tipo de sociedad superior a la del capitalismo, es decir, la tarea de aumentar
la productividad del trabajo y, en relación con esto (y para esto), dar al
trabajo una organización superior”, para subrayar a continuación que “que el
proceso de formación de las nuevas bases de la disciplina laboral sea muy
largo… la vanguardia más consciente del proletariado de Rusia se ha planteado
ya la tarea de fortalecer la disciplina en el trabajo… se debe poner a la orden
del día la aplicación práctica y el ensayo de la remuneración por unidad de
trabajo realizado el aprovechamiento de lo mucho que hay de científico y
progresista en el sistema Taylor.” Sin sonrojarse, anticipando los resultados a
los que llegaría en 1921 el asesor taylorista de Trotsky, Keelly, Lenin afirma
que “el ruso es un mal trabajador comparado con los de las naciones
adelantadas”, por lo que “la tarea que el Poder soviético debe plantear con
toda amplitud al pueblo es la de aprender a trabajar. La última palabra el
capitalismo en este terreno -el sistema Taylor-, al igual que todos los
progresos del capitalismo, reúne toda la refinada ferocidad de la explotación
burguesa y varias conquistas científicas de sumo valor concernientes al estudio
de los movimientos mecánicos durante el trabajo, la supresión de movimientos
superfluos y torpes, la adopción de los métodos de trabajo más racionales, la
implantación de los sistemas óptimos de contabilidad y control, etc.” No solo
se queda allí, sino anunciando el reinado de Gastev, propone “organizar en
Rusia el estudio y la enseñanza del sistema Taylor, su experimentación y
adaptación sistemáticas.” ¿Y si hay resistencias obreras al sistema taylorista-fordista?
Lenin afirma que es un parche momentáneo hasta el establecimiento en la
conciencia de la emulación socialista: “Al mismo tiempo, y con el propósito de
elevar la productividad del trabajo, hay que tener presentes las peculiaridades
del periodo de transición del capitalismo al socialismo que reclaman, por un
lado, el establecimiento de las bases de la organización socialista de la
emulación y, por otro, la aplicación de medidas coercitivas para que la
consigna de la dictadura del proletariado no quede empañada por una
blandenguería del poder proletario en la práctica.” [11] Para el
Lenin de 1918 el Taylorismo, “propiamente aplicado e inteligentemente aplicado”
por la clase obrera misma, muy importante pre-condición que estará ausente en
el futuro, aumentaría la eficiencia del trabajo, haciendo crecer el profit que
ahora iría a la acumulación socialista. En un discurso ante el primer Congreso
del Consejo Superior de Economía Nacional, el Sovnarkhozy ,
propuso un grado más: endurecimiento de la disciplina laboral y la introducción
del pago por piezas (pieces rates) basado en el rendimiento individual, una
noción de gestión científica taylorista que no había encontrado amplio apoyo
entre los dirigentes sindicales y en la fracción anti-taylorista del partido.
Además se complementó con la creación de la figura gerencial del director de
fábrica, los futuros “gerentes rojos”, menoscabando y paralizando el control
obrero en la producción que se había extendido espontáneamente a lo largo de
1917 y 1918. [12]
Mucho antes
León Trotsky se había transformado en uno de los nuevos “conversos” acríticos
al Taylorismo como fórmula mágica para recuperar la productividad, sin
detenerse en los detalles y las salvaguardas de Lenin; en un fecha tan temprana
como mayo de 1919 había contactado con un discípulo de Taylor, un ingeniero y
consultor industrial, personaje muy peculiar llamado Royal Keely, al que
contrató para aplicar el nuevo método en la URSS. La ortodoxia de Taylor
consistía en dos momentos diferenciados, ordenados en secuencias obligatorias e
irreversibles, dos caras de la misma moneda: el primero de observación y
estudio de las condiciones laborales, del tiempo de trabajo autóctono que
descubría los métodos y las herramientas adecuadas, así como el estilo laboral
rutinario del obrero promedio. Los trabajos debían ser estudiados, los
movimientos analizados y medidos en tiempo (incluso con cinematógrafo), y las
experiencias de los trabajadores en el lugar de trabajo (interrupciones,
retrasos, pausas involuntarias, períodos de descanso) desconstruidas y
disecadas. De aquí se deducía una performance standard local y regional, basada
en el análisis del tiempo de trabajo real, en lugar del tradicional método
intuitivo de cuánto se espera que produzcan los obreros. Los incentivos, el
pago por cumplir el plan de pago por pieza, no comenzaba hasta que no se
hubiera establecido científicamente esta performance standard objetiva. Keely
pasó dos largos años in situ estudiando las fábricas rusas, la
cultura laboral y los métodos de trabajo autóctonos. En su informe final a
Trotsky documentó que el 50% del tiempo de trabajo productivo en la industria
rusa se perdía por la ética artesanal, holgazanería y simulación, una cifra
astronómica, que excedía todos los cálculos promedios de Taylor para la
industria norteamericana. [13] Taylor había denunciado la economía
moral de los trabajadores artesanos, su código ético de conducta laboral,
calificándola como “Soldiering” (restricción a la producción eficiente). El
problema de cómo aumentar la productividad de la mano de obra, las campañas de
“racionalización” y las controversias a que daban lugar (acusaciones de
Taylorismo y Fordismo, repulsa al trabajo a destajo y resistencia a la creación
de una burocracia paralela a una aristocracia obrera) fueron corrientes desde
los primeros días de la URSS. Lenin, obligado por la rampante crisis de hambre
de 1921, a la que se le sumó una serie de explosivas insurrecciones campesinas
(Ucrania, Tambov, Urales, Siberia), huelgas fabriles en las principales
ciudades (incluidas Petrogrado y Moscú), coronadas por la rebelión de
Kronstadt, enterró definitivamente el Comunismo de Guerra y a un aislado
partido bolchevique encerrado en las grandes ciudades. [14] En medio
de una ola de arrestos masivos y la implantación de la Ley marcial, el partido bolchevique implanta la NEP como única
salida improvisada al desastre. No es casualidad que en plena NEP, en 1922, se produzca la fundación del Instituto Central
del Trabajo dirigido por Goltsman y Gastev, el “Taylor ruso”, dedicado al
estudio del Taylorismo, llamado “NOT” por su traducción como “Nauchnaya
Organizatsiya Truda”. La oposición de izquierda anti-taylorista formó como
respuesta crítica un contragrupo dirigido por Kerzhentsev que también usaba
irónicamente las simbólicas iniciales NOT [15] ; no es casualidad que
al mismo tiempo que se reforzaba la implantación del Taylorismo en 1922,
surgieran dos grupos de oposición de inspiración obrera como respuesta: “La
Verdad Obrera” de Bagdánov y el “Grupo de Trabajadores” de Miasnikov, que
denominaban sarcásticamente a la NEP como “Nueva Explotación del Proletariado”.
Entre sus simpatizantes se encontraba David Riazanov, sindicalista,
especialista y editor de las obras completas de Marx. [16] Lenin muere
en 1924, Trotsky jamás abandonó su entusiasmo por el Taylorismo (y por la
militarización de la fuerza de trabajo in toto) incluso hasta poco
antes de su forzoso exilio. Pero la paradoja es que el Taylorismo, al que Lenin
calificaba como un nuevo grado de sofisticación de la “esclavitud capitalista”,
al que pretendía introducir con cautela y salvaguardas como “educador de
trabajadores” bajo control obrero, en realidad un nueva vuelta de tuerca en la
contratendencia del Capital, se implantaba ahora acríticamente en la Patria del
Proletariado, al mismo tiempo que se consolidaba la superestructura del régimen
stalinista.
Destajo
en la Patria del Socialismo: La lucha sucesoria en torno a la dirección del Partido
Bolchevique como sabemos la ganó la dupla Bujarin-Stalin. La NEP instaurada por
Lenin había revigorizado, con su reinstalación de mecanismos capitalistas, la
suspensión de la colectivización agraria y la propiedad estatal de los sectores
pesados de la industria, a la economía soviética, que para 1926 ya había recuperado
los niveles de 1913. La productividad industrial también había mejorado
notablemente. Pero no había solución al alto paro industrial y al juvenil, y se
había producido un desfasaje entre el crecimiento de la productividad y el
crecimiento de la fuerza de trabajo industrial. La insurgencia obrera no cedía
a pesar de las medidas disciplinarias, lo métodos draconianos y la
represión. [17] Gramsci reconocería que el “intento progresista” de
implantar el Americanismo y el Fordismo “sea iniciado por una u otra fuerza
social no carece de consecuencias fundamentales: las fuerzas subalternas, que
deberían ser 'manipuladas’ y ‘racionalizadas’ según los nuevos fines, resisten
necesariamente.” El debate dentro del partido bolchevique venía de lejos:
Gramsci precisamente señala que “este desequilibrio entre teoría y práctica (en
los bolcheviques sobre la cuestión del Americanismo)… ya se había manifestado
anteriormente, en 1921.”, es decir en el agrio debate sobre el rol de los
sindicatos en el Xº Congreso del partido bolchevique. Pero el debate venía de
más atrás todavía. Efectivamente ya a mediados de 1918, después de la crisis de
Brest-Litovsk, se colocó en el centro del debate soviético el problema de la
productividad, la disciplina laboral y medidas draconianas para reglar la
producción, eliminación del control obrero (el 68% de todas las fábricas de
Rusia estaban controladas por comités, y en el 100% en aquellas con más de
doscientos trabajadores) estableciéndose una polémica regulación del trabajo
donde se introducía el gerente, la cuota por pieza (idea taylorista) y el
trabajo a destajo. La oposición de izquierda bolchevique criticó estas medidas,
las citas son del propio Lenin en su polémica de 1918, que definían esta
política laboral oficial como “destinada a implantar la disciplina entre los
obreros bajo la insignia de la ‘autodisciplina’, a la introducción del servicio
laboral para los obreros… al trabajo a destajo, el hecho de alargar el día de
trabajo, etc.”, y argumentaba que “la introducción de la disciplina laboral
junto con la restauración de la dirección capitalista en la producción… amenaza
con esclavizar a la clase obrera y excita el descontento, no solamente en las
capas atrasadas, sino en la vanguardia del proletariado.”; se afirmaba en la
prensa de la oposición (socialrevolucionaria y menchevique de izquierda, cuya
libertad de expresión tuvo efímera vida) que “bajo la bandera de la
restauración de las fuerzas productivas, se está intentando abolir la jornada
de ocho horas e introducir el trabajo a destajo y el Taylorismo.” Lo que estaba
en cuestión era el mismo concepto del Taylorismo, las diferencias salariales,
la burda copia de la división del trabajo capitalista y hacer de nuevo al
obrero un apéndice de la máquina y el cronómetro. ¿Era éste el Hombre Nuevo?
¿Lenin tachaba con el codo lo que había escrito en El Estado y la
Revolución? El resultado fue una ola de protestas obreras, choques armados
y huelgas parciales a lo largo de la primavera de 1918 en las principales
regiones industriales que concluyeron con la huelga general del 2 de julio. La
vanguardia de los trabajadores la conformaban trabajadores de armamento y de
locomotoras, que habían sido un apoyo vital a los bolcheviques en octubre de
1917. [18] La resistencia obrera a la nueva “racionalización”
taylor-fordista y la respuesta represiva continuaron a lo largo de
1919. [19]Entre las consignas más comunes, se encontraba precisamente la
de devolver el dominio en la fábrica y el Management de la
producción a los comités de obreros y en especial contra los altos salarios de
funcionarios del partido, directores de fábrica (los odiados glavki’s),
especialistas y técnicos. [20] La tensión no se resolvió, aunque se
apaciguó con una mezcla del palo y la zanahoria: una amplia represión (que
incluyó ejecuciones sumarias) [21] acompañó la instauración de la
NEP, aumentos salariales en las escalas inferiores y la lenta desmilitarización
del servicio laboral. Se amenazaba con la expulsión del partido a quienes se
solidarizaran con cualquier huelguista. [22] El enemigo elemental del
trabajador industrial ruso era el Taylorismo “rusificado” a base de bajos
salarios (cuando la política salarial de Ford eran precisamente los altos
salarios), la explotación extensiva y el desempleo producto de la “racionalización”
capitalista de la fábrica. El peor de los mundos posibles para un obrero. Entre
julio y septiembre de 1923 estalla una nueva oleada de huelgas con la primera
huelga de masas que se tiene noticia desde octubre de 1917, en la industria
pesada en Karkhov y Sormovo, movimiento espontáneo y desorganizado que el
propio Stalin calificó como “una ola de intranquilidad y de huelgas que ha
barrido en agosto algunas regiones de la República”. [23] Gramsci fue
testigo directo de la resistencia obrera desde abajo: estaría en Moscú, uno de
los epicentros de la protesta, [24] desde mayo de 1992 hasta
diciembre de 1923, además Moscú era el centro nacional de la Oposición de
Izquierda que publicitaba y apoyaba en muchos casos a los huelguistas. Se había
llegado a tal extremo que constituía un grave riesgo para el régimen soviético
implantar a rajatabla la política laboral de reorganización taylorista y
racionalización industrial. El proletariado se encontraba en una situación de
revuelta y fermento pre-revolucionario. El futuro para el obrero industrial
parecía negro: más trabajo a destajo, sueldos en descenso y la amenaza
automática de castigo o desempleo. [25] El nuevo Moloch se llamaba
ahora “acumulación socialista”. [26] Se dejó para un etapa futura la
cuestión laboral, la profundización de la productividad, la racionalización
extrema y la culminación del Taylorismo.
En 1925 la
oposición de izquierda, que se hacía eco del creciente descontento proletario a
diferencia de su actitud en 1923, enumeró seis características respecto a la
situación de la clase obrera en la URSS que eran más propias de un régimen de capitalismo de estado que de un sistema de transición al
Socialismo: 1) pago de jornales por trabajo a destajo (viejo recurso del
Capital) y sistemas tayloristas de pago por pieza; 2) relación de dominación
entre gerentes y obreros; 3) grandes masas de desempleados (ejército industrial
de reserva clásico); 4) métodos de contratación y despido de trabajadores; 5)
frecuencia de conflictos industriales; 6) uso general de las horas
extraordinarias (abandono de la jornada de ocho horas). [27] Stalin
abogó en esas fechas no por revisar el sistema laboral en crisis sino por una
dura campaña “que terminase con el absentismo en las fábricas y talleres, para
elevar la productividad de la mano de obra y para fortalecer la disciplina
laboral en nuestras empresas”. En la primavera de 1925 es el momento de la
insurgencia obrera: se produjeron nuevamente grandes huelgas inéditas por fuera
de los sindicatos oficiales, de los órganos del partido bolchevique, de las
agencias económicas en la región industrial de Ivanovo-Vosnesenk, síntomas de
una lucha aún mayor que abarcaba ya uno de cada seis sindicatos estatales.
Ivanovo (que había encabezado la huelga más extensa de la clase obrera contra
el régimen de Kerenski), [28] megacentro textil ruso, vive una serie
creciente de movilizaciones, huelgas de hambre, huelgas de brazos caídos,
ralentización del trabajo, radicalización de las asambleas de fábrica,
sabotajes en la producción, ataques a los managers tayloristas
de las fábricas (llamados “industriales rojos” en la jerga de clase), atentados
contra las autoridades locales, y la creación de una amplia literatura política
subversiva. En todos los pronunciamientos del partido y de los sindicatos se
machacaba sobre la supuesta necesidad de aumentar la producción y se insistía
en que era primordial que la mano de obra trabajara con más intensidad y con
más eficacia con la aplicación del Taylorismo y el Fordismo. En 1926 se produjo
la última huelga obrera que pudo aparecer de manera positiva y sin censura en
la prensa soviética, de aquí en más en la URSS no existiría por decreto el
fenómeno denominado “huelga” en ningún medio informativo. [29]
La
NEP queda oficialmente liquidada en 1928, Stalin decide la colectivización forzosa y al mismo tiempo
acelerar la implantación del Taylorismo saltándose la fase previa de estudio de
los tiempos de trabajo indispensable para el mismo Taylor. Mientras en 1926 el
60% de los trabajadores estaban bajo un sistema de pago por pieza y métodos
tayloristas rusificados, en 1931 ya eran el 75% del total. [30] El
sistema de explotación laboral bajo el Stalinismo se componía de esta manera,
en su madurez, de Taylorismo rusificado, Stakhanovismo y una minoría de “trabajadores
de choque” (los llamados udarniks ) que supuestamente
anticipaban la futura ética socialista. Además Stalin pretende introducir
elementos de planificación totalmente ausentes hasta el momento, copiando las
posturas de Trotsky que criticó en la lucha fraccional de 1923, en el primer
Plan Quinquenal, recurriendo a otra herramienta taylorista: el diagrama de
Gantt. [31] El presidente del Consejo Supremo de Economía Nacional de
la URSS (VSNKH, o Vesenkah), G. K. Ordjonikidzé, invitó
personalmente a uno de los popularizadores de la teoría de Gantt en EEUU, el
ingeniero emigrado ruso Walter N. Poliakov (que había aplicado la técnica en la
fabricación de locomotoras), quién estuvo en la URSS entre 1929 y 1931. Gracias
a la actividad de Poliakov por primera vez el Taylorismo, unido al
gerenciamiento del aparato burocrático y la vigilancia policial sobre los
trabajadores, reinaba en todos los rincones de la URSS. La respuesta instintiva
de los trabajadores rusos fue de fiera resistencia al Taylorismo, iniciada en
el sector textil, clave en el Primer Plan Quinquenal (1928-1932) para generar
los surplus necesarios para el desarrollo de la industria
pesada. La rama textil será de manera experimental uno de los primeros sectores
industriales en aplicar a rajatabla los métodos de Taylor “rusificados”, el
pago por pieza y el trabajo a destajo. La reacción obrera no se hizo esperar
nuevamente y una nueva ola de insurgencia obrera surgió en los núcleos
industriales: en el climax, abril de 1932, más de 20.000 obreros textiles se
declararon en abierta huelga, declarando las condiciones de trabajo
“explotadoras” y “coercitivas”. [32] En 1930
ya habían comenzado las purgas de Stalin por “sabotaje industrial” que
diezmaron al partido taylorista, pero es en 1937 (con el fracaso del segundo
Plan quinquenal) en que se produce la gran purga: se acusa a un “Centro
antisoviético de reserva” (sic) de “una intensa actividad saboteadora
extremadamente perjudicial para nuestra economía”, se obliga a los directores
de fábrica (los “gerentes rojos”), administrativos, ingenieros y técnicos,
planificadores, el alma del Taylorismo soviético, a autoculparse de sabotaje
industrial, espionaje y terrorismo. Se suceden desapariciones, ejecuciones,
exilios forzados y el suicidio de Ordjonikidzé, cabeza del Gosplan y
comisario popular de la Industria Pesada, el que había invitado a Poliakov y
logrado adaptar el Taylorismo a las condiciones rusas. El sino del Scientific
Management en la URSS no podía ser más siniestro: otro símbolo del
Taylorismo radical, Gastev, sería detenido en 1939 y ejecutado por orden de
Stalin en 1941. [33] El llamado “Segundo proceso de Moscú” se
iniciará el 23 de enero de 1937, a los acusados (“agentes
nipo-germano-trotskistas”) que lleguen a los tribunales, se los acusa de hacer
estallar las minas, incendiar fábricas químicas, ralentizar la producción
industrial, descarrilar trenes, fabricar productos defectuosos, envenenar el
trigo, bloquear el pago por piezas de los obreros para irritarlos y llevarlos a
la huelga… “Catástrofes” del Socialismo en un solo país, reales y comprobables,
consecuencia del desastre en la planificación stalinista, en la falta de
calificación laboral, en la corrupción de la Nomenklatura, la mala
alimentación de la fuerza de trabajo, la superexplotación y el trabajo forzado
de presos, [34] la falta de respeto por la higiene y las normas de
seguridad y por la pésima aplicación de más avanzado sistema de explotación
inventado por el Capital. Se había aplicado lo peor del Taylorismo, y se había
dejado de lado su “lado bueno”: el estudio científico y objetivo de las
características locales del trabajo, la gratificación del obrero-masa y la
comunidad de intereses entre patrón-obrero generado por los altos salarios. De
todas maneras, el Americanismo era una amarga e irreversible realidad en la
URSS, resistida y combatida desde abajo, y pocos se hacían la pregunta
elemental (entre ellos Gramsci) si era compatible el Taylorismo-Fordismo con
una economía de transición al Socialismo.
No solo
Gramsci lo había notado en su viaje los cambios profundos que afectaban al país
de los Soviets. Cuando el gran escritor austriaco Joseph Roth viaje entre 1926
y 1927 a la URSS, como un bolchevique más o menos convencido, ya bajo el
dominio del régimen de Stalin, escribirá sorprendido que el país se encuentra
en un proceso de total “americanización”, señalando que se busca, con el
Taylorismo, “una Técnica de producción perfecta” y masiva, no importando el
coste social, como si la Tecnología fuera un elemento neutro, pero lo que no
pueden comprender los dirigente soviéticos es que “una consecuencia de estas
aspiraciones es que, inconscientemente, se adaptan al espíritu de
América”. [35] El teórico marxista Walter Benjamin, en la misma época
que Roth residiendo en Moscú, reconocía que el régimen “trata de suspender en
el interior la actividad del comunismo militante, empeñándose en lograr una paz
social a plazo fijo, a ‘despolitizar’ la vida burguesa en la medida de lo
posible… intentando suprimir la dinámica del proceso revolucionario dentro de
la vida estatal”, y que el “Capitalismo de Estado” (así
le denominaba Benjamin) implantaba la idea que la Técnica “es lo
sagrado: no hay nada que se tome más en serio que la Técnica; la metamorfosis
era obvia: el sistema apuntaba a “la transformación del trabajo revolucionario
en trabajo técnico,”, trabajar con intensidad la última versión de la Técnica
burguesa (Taylorismo, Fordismo) era en la naciente ideología stalinista
“revolucionario”. [36] Del otro lado de Europa, el escritor portugués
Fernando Pessoa, un inteligente conservador revolucionario, criticaba la
importación acrítica en el Bolchevismo ruso de la “industrialización à
la Americana”; [37] y no es de extrañar que el filósofo
reaccionario Martin Heidegger, ya en 1935, igualara sin más a la URSS y su
Capitalismo de Estado con Amerika, afirmando que se sostenían sobre
el mismo principio metafísico, “ese furor funesto por la Técnica desencadenada”
norteamericana; en 1938 afirmaba que el Bolchevismo en su variante stalinista
(para Heidegger era simplemente “Marx aplicado”) no es más que un artículo
injertado, una mercadería exportada de la América fordista al Ost eslavo-asiático,
y con ella se introduce de contrabando a Asia su Machenschaft, el
“Maquinismo”, la aplicación sucesiva de Taylorismo y Fordismo; en 1942, ya en
plena guerra total en el Este, ante la avalancha infinita de material y hombres
con que se enfrentaba el IIIº Reich en el Este, Heidegger concluirá que “el
Bolchevismo no es más que una variación del Americanismo”. [38]Seguramente
Gramsci cambiaría el término “Bolchevismo” por el más certero de “Stalinismo”.
Lo cierto es que las reflexiones gramscianas sobre el “Americanismo”, la gran
innovación contratendencial del Capitalismo que Marx no había visto y que Lenin
no ha podido preveer en sus consecuencias a mediano plazo, se vuelven complejas
y productivas a la sombra de su retorno al Marx auténtico. Y la
recuperación-retorno de Gramsci sobre el Marx rehabilitado, es simultáneamente
una crítica in pectore al proceso de regresión que se vivía en
la URSS, que Gramsci podía haberlo comprobado in situ en su estadía
en 1922-1923. No era ningún espejismo: hacia 1935 la mayoría de los
trabajadores soviéticos producían bajo el sistema taylorista “rusificado”, y
finalmente al Taylorismo toscamente importado por Gastev (copiado en su lado
exclusivamente de explotación intensiva) se le unió el mecanismo auténticamente
stalinista de Stakhanov (la explotación extensiva, la eliminación práctica de
la jornada de ocho horas) [39] . La fórmula perversa del Capitalismo
de Estado estaba completa.
Gramsci,
más allá de Lenin: El Americanismo era un contragolpe doble: para contrarrestar
eficientemente la caída tendencial de la ganancia y al mismo tiempo bloquear el
desafío en la producción del obrero artesano del siglo XIX modificando la
composición de clase. Era una recomposición burguesa. La hegemonía, tanto en Lenin
como en Gramsci, nace de la fábrica. A Gramsci en la prisión no se le escapa la
dimensión profunda, gracias a su recuperación del Marx auténtico y su propia
formación “ordinenuovista”, de esta ruptura época que denomina “histórica”.
Declara, a contrariisdel Stalinismo, que “la Ley tendencial de la
disminución de la tasa de beneficio estaría, pues, en la base del
‘Americanismo’”; el nuevo obrero-masa del Fordismo, el “gorila amaestrado” como
le denominaba Taylor (y que Gramsci recuerda en varios pasajes de los Quaderni)
se configura desde la idea-fuerza taylorista: “desarrollar al máximo en el
hombre trabajador la parte maquinal, destruir el viejo nexo psico-físico del
trabajo profesional calificado que exigía una cierta participación de la
inteligencia, de la iniciativa, de la fantasía del trabajador, para reducir las
operaciones de producción al aspecto físico únicamente.” Las contratendencias
del Capital no son nuevas, señala Gramsci, y todas buscan “crear, con una
rapidez inaudita y con una conciencia de los fines nunca antes vista en la
Historia, un nuevo tipo de trabajador y de hombre.” Y no solo eso: se dará “una
selección forzada y una parte de la vieja clase trabajadora será
implacablemente eliminada del mundo de la producción y del mundo tout
court.” [40]La eliminación no solo es física sino además ideológica:
el Taylorismo anuncia un nuevo nivel inédito en la lucha de clases. Interesante
que Gramsci discrepe con el “militar-taylorista” Trotsky (y por elevación con
el “ultrataylorista” Stalin) sobre este punto en particular, afirmando que dar
la supremacía a la industria y a los métodos industriales americanos, “acelerar
en métodos coercitivos la disciplina y el orden en la producción, de adecuar
los hábitos a las necesidades del trabajo”, sin las condiciones materiales de
EE.UU., “habría desembocado inexorablemente en una forma de ‘Bonapartismo’…”,
las soluciones propuestas por Trotsky “eran erróneas, aunque sus preocupaciones
eran justas… el modelo militar se había convertido en un prejuicio funesto, los
ejércitos de trabajo fracasaron.” El Americanismo no podía simplemente ser
importado y adoptado sin más, ya que en él se encuentran indisolublemente
unidos “modos de vida” (reproducidos por el mismo estado) con los nuevos
métodos de trabajo. Como para Gramsci el consentimiento comienza en la
producción, la hegemonía se construye desde la fábrica (“L’egemonia nasce dalla
Fabbrica”), la reproducción y ampliación del Americanismo a toda la sociedad se
transforma lentamente en una función del estado (funzione di Stato), en
“ideología estatal” (ideologia statale), en parte de su reproducción ampliada,
ya que una vez establecida, para que la clase dominante pueda ejercerla a
voluntad no se necesita más que “una cantidad mínima de intermediarios
profesionales de la política y de la ideología.” El Taylorismo para Gramsci no
es otra cosa que “una coacción sobre las masas trabajadoras para conformarlas a
las necesidades de la nueva industria”, y subraya, con un eco inconfundible en
lo que sucede en la URSS, que “la adaptación a los nuevos métodos de trabajo no
puede producirse sólo por coerción: el aparato de coerción necesario para
obtener tal resultado costaría ciertamente más que los altos
salarios.” [41] Tampoco Gramsci tiene dudas de la esencia oculta del
Americanismo: “La ley de la Tendencia Decreciente descubierta por Marx estaría,
pues, en la base del Americanismo, o sea: del ritmo acelerado en el progreso de
los métodos de trabajo y de producción y de modificación del tipo de obrero
(tipo di operaio).” [42] Es el teorema de primera aproximación de
Marx, así le llama Gramsci a la Ley marxiana, [43] el que nos permite
entender críticamente al Taylorismo y al Fordismo, que en suma simplemente son
“un intento de superar esta primera aproximación” marxista. Como mecanismo de
contratendencia “la industria Ford exige una discriminación, una calificación,
en sus obreros que las otras industrias todavía no exigen, un tipo de
calificación de nuevo género, una forma de consumo de fuerza de trabajo y una
cantidad de fuerza consumida en el mismo tiempo medio que son más gravosas y
más extenuantes que en otras partes”, [44] por lo
que Gramsci duda incluso de la autodenominación ideológica burguesa de
“racional” y “científico” de un método sofisticado de explotación, y mirando la
experiencia soviética se pregunta “si el tipo de industria y de organización
del trabajo y de la producción propio de Ford es 'racional’, esto es, si puede
y debe generalizarse o si por el contrario se trata de un fenómeno morboso que
hay que combatir con la fuerza sindical y con la legislación.” Si la respuesta
es que es racional (más progresivo que su anterior figura, el obrero artesano)
y debe generalizarse, tal como se hizo en la URSS, y se intenta en Europa,
Gramsci señala que “no puede suceder únicamente con la ‘coerción’, sino sólo
con una combinación de coerción (autodisciplina) y de persuasión, también bajo
la forma de altos salarios, o sea de posibilidades de mejor nivel de vida, o
quizá, más exactamente, de posibilidades de realizar el nivel de vida adecuado
a los nuevos modos de producción y de trabajo”. Precisamente lo contrario de su
implantación acrítica en la URSS. El Americanismo importado mecánicamente
ignora que éste “exige un ambiente determinado, una estructura social determinada
(o la voluntad decisiva de crearla) y un determinado tipo de estado. El estado
es el Estado Liberal”, con lo que Gramsci establece la conexión en la Kritik entre
Economía-Política, ya que el Taylorismo no es sino la otra cara de la
forma-estado basada en la lógica de la “libre iniciativa y del individualismo
económico que conduce con sus propios medios, como ‘sociedad civil’,
por su propio desarrollo histórico, al régimen de concentración industrial”.
Pero tanto en la URSS (como en la Italia fascista) faltan los elementos básicos
de este ambiente capitalista determinado. Gramsci no duda en definir que “toda
la ideología fordiana de los altos salarios es un fenómeno derivado de una
necesidad objetiva (necessità obbiettiva) de la industria moderna que ha alcanzado
un determinado grado de desarrollo y no un fenómeno primario (lo que sin
embargo no exime del estudio de la importancia y las repercusiones que la
ideología puede tener por su cuenta).” La fantasía burguesa que el nuevo
obrero-masa del Taylorismo sea finalmente un mero “gorila amaestrado” entre
relaciones de producción racionalizadas representa en realidad, como lo
demuestra su despliegue conflictivo en Europa y en la misma URSS, “un límite en
una cierta dirección” [45] . La respuesta al tema de la productividad
creciente y a la velocidad en la cadena de producción era una cuestión
determinada únicamente por la capacidad de resistencia de los trabajadores, no
existía ningún kantiano “imperativo técnico”. La recomposición de clase del
obrero artesanal al obrero-masa, auténtica revolución pasiva, abría para
Gramsci una nueva etapa en la morfología de la lucha de clases, no su fin. No
es un momento absoluto, no es el Fin de la Historia, ya que aunque puede
mantener en pie una opresión y una determinada hegemonía, no puede impedir que
ella sola pueda sostenerse sin el ejercicio de un permanente trabajo de control
en la fábrica. Las nuevas tareas políticas a las que nos enfrentamos con el
Americanismo son el generar una anti-revolución pasiva. (Continuará)
Notas
[1] Taylor, Frederick, W.; “Testimony”, en: Scientific
Management. Comprising Shop Management. The Principles of Scientifica
Management. Testimony before the special House Comitee; Harper & Row,
New York, 1947, p. 49.
[2] Taylor, Frederick W.; “Shop Management”,
en: Transactions of the American Society of Mechanical Engineers,
Nº 24, 1903, pp. 1337-1456.
[3] Stalin,
I.; Sochineniia, VI, pp. 187–8, abril-mayo de 1924 (en ruso).
[4] La
historia de la introducción del “Americanismo” en la URSS de Bujarin y Stalin
en la obra de Thomas P. Hughes: American Genesis: A Century of
Invention and Technological Enthusiasm, 1870-1970, capítulo “Lenin, Taylor
and Ford”, University of Chicago Press, Chicago, 2004, p. 250 y ss.
[5] Véase: Watts, Steven; The People's Tycoon:
Henry Ford and the American Century; Random House, New York, 2009, p. 345 y
ss.
[6] La
tesis, aparecida en forma de artículo en 1927 con el título “Marx y Ford”,
pertenecía al abanderado de la introducción del Taylorismo capitalista en la
URSS, el “trabajador-poeta” y ultra-taylorista Aleksei Gastev, apoyado por
Lenin y Trotsky en sus inicios, fue ejecutado por orden de Stalin en 1939. Véase
el trabajo de Mark R. Beissinger: Scientific Management, Socialist
Discipline and Soviet Power; I. B. Tauris, London, 1988. Gastev en su exilio político en
Francia había trabajado en la fábrica Renault, que había introducido el
Taylorismo en la línea de producción con gran resistencia obrera.
[7] En: Pravda,
Nº 60, 13 de marzo de 1913, con el pseudónimo “W.”; en español: Lenin; “Un
sistema ‘científico’ de máxima explotación”; en: Obras Completas;
Tomo XIX, Akal, Madrid, 1977, pp. 195-196.
[8] En: Put
Pravdy Nº 35, 13 de marzo de 1914, con el pseudónimo “M. M.”; en
español: Lenin; “El sistema Taylor: esclavización del Hombre por la Máquina”;
en: Obras Completas; Tomo XXI, Akal, Madrid, 1977, pp. 52-54. Este
texto recién se descubrió en 1959 entre los materiales en el Archivo Histórico
Central del Estado, en el que la policía zarista reunía las confiscaciones a
las agrupaciones políticas.
[9] Véase: Traub, R.; “Lenin and Taylor: the fate
of ‘scientific management’ in the (early) Soviet Union”, en: Telos,
Vol. 37, 1978, pp. 82-92.
[10] Sobre
Lenin en su exilio político en Suiza: Kudriavtsev, A. S.; Las
direcciones de Lenín en Ginebra, Editorial Progreso,
Moscú, 1977.
[11] Lenin,
V. I.; Obras; Tomo VIII, Progreso, Moscú, 1973, p. 45 y ss.
[12] El
primer Congreso del Sovnarkhozy se realizó entre el 26 de mayo
y el 4 de junio de 1918, reflejando las preocupaciones por el liderazgo
bolchevique entre los trabajadores y el campesinado, la política de
nacionalizaciones; se componía de 252 delegados de importantes instituciones
soviéticas (VSNKh, Sovnarkom, sindicatos, cooperativas de
trabajadores, etc.); la tesis “taylorista” de Lenin (que dejaban de lado el
programa bolchevique), defendidas por Miliutin, se enfrentaron a las del ala
izquierda, defendidas por Osinski (pseudónimo de Valerián Obolenski), ganando
por mayoría la primera (veinticinco a favor, siete en contra, trece abstenciones)
contra la posición “antitaylorista” (nueve a favor; doce abstenciones); el alto
número de abstenciones, incluso con la presencia magnética de Lenin a favor de
una de las tesis, nos habla del desconcierto ideológico en el núcleo
bolchevique.
[13] Hughes, T. P. ; American Genesis: A
Century of Invention and Technological Enthusiasm, 1870-1970, Viking, New
York, 1989, p. 257 y ss. El
informe tuvo su efecto disciplinario inmediato: la “simulación laboral” fue
castigada en la URSS con duras penas a partir de 1921. Keely fue detenido sin
cargos en la URSS cuando intentó salir hacia los EEUU, acusado de espía pasó
dos años en un Gulag; finalmente dejó la URSS por presiones diplomáticas y
escribió en varias revistas americanas las condiciones laborales desastrosas de
la URSS, la explotación a destajo, la falta de alimentos, las carencias de
repuestos industriales, la censura generalizada y el poder de la policía
secreta.
[14] Véase:
Malle, Silvana; The Economic Organization of War Communism 1918-1921;
Cambridge University Press, Cambridge, 2002; Lee, Stephen, J.; Lenin
and Revolutionary Russia; Routledge, London, 2003, cap 7 “The Bolshevik
Regime 1918-1924”, p. 96 y ss.; Avrich, Paul; Kronstadt 1921; Proyección,
Buenos Aires, 1973; Getzler, Israel; Kronstadt 1917-1921: The Fate of a
Soviet Democracy; Cambridge University Press, Cambridge, 2002; sobre la
rebelión de Tambov, la Antonovshchina: Singleton, Seth; “The Tambov
Revolt, 1920-1921”; en: Slavic Review 25:3 (September 1966):
pp. 497-512; Singleton cita un informe de la CHEKA que contabiliza 118
levantamientos campesinos solamente entre enero y febrero de 1921, p. 499.
[15] Una
ironía, ya que not en ruso significa literalmente “echar el
bofe”, es decir: esforzarse o trabajar demasiado en hacer una cosa.
[16] Véase: Avrich, Paul; “Bolshevik Opposition
to Lenin: G. T. Miasnikov and the Workers' Group”, en: Russia Review;
Vol. 43, 1984; pp. 1-29. Gavril
Miasnikov fue juzgado en 1927, exiliado, escapó a Francia, donde trabajó en
diversas fábricas, en 1945 fue llevado por la NKVD a la URSS y ejecutado el 16
de noviembre; su figura será rehabilitada en 2004. Sobre Riazanov nos
permitimos remitir a nuestro esbozo biográfico: “David
Riazanov: Humanista, Editor de Marx, Disidente rojo”, de 2013.
[17] Sobre
el periódo de luchas obreras después despues de la muerte de Lenin, en plena
lucha por el control del partido, véase el trabajo de Vladimir Brovkin: Rusia
after Lenin. Politics, Culture and Society,
1921–1929 , Routlegde, London and New York, 1998,
especialmente el capítulo 8, “The proletariat against the vanguard”, p. 173 y
ss.
[18] Véase: William G. Rosenberg, “Russian Labor
and Bolshevik Power After October”; en: Slavic Review, 1985, 44,
no. 2, pp. 213-238;
[19] Véase: Brovkin, Vladimir; “Workers' Unrest
and the Bolsheviks' Response in 1919”; en: Slavic Review, Volume
49, Issue 3 (Autumn, 1990), pp. 350-373. En EEUU sucedió lo mismo durante la re-organización
taylorista-fordista de la producción entre 1900 y 1920, por lo que hay que
señalar que los líderes bolcheviques “filotayloristas” tenían una imagen muy
distorsionada y benévola del éxito civilizatorio del Americanismo; las oleadas
de huelgas entre 1910 y 1913 y entre 1916 y 1922 resistiendo a la introducción
del cronómetro y al pago según rendimiento siguen siendo sin precedentes en la
historia de la clase obrera norteamericana.
[20] Véase: Rosenberg , W. G.; “ Workers and Workers ’ Control in
the Russian Revolution ”, History
Workshop, Vol. 5 (1978), pp. 89-97.
[21] Por ejemplo en la represión de la huelga en
la gran fábrica de Putilov en Petrogrado, véase: Leggett, George; The
Cheka: Lenin's political police: the All-Russian Extraordinary Commission for
combating Counter-revolution and Sabotage, December 1917 to February 1922;
Clarendon Press, Oxford, 1981, p. 313 y ss.
[22] Por
ejemplo: las cifras oficiales hablan en 1924 de 267 huelgas (99 en empresas del
estado); una media que se mantenía desde 1922; véase: Carr, E. H.; El
Socialismo en un solo país 1924-1926, I; Alianza Universidad, Madrid,
1974, p. 404 y ss.; las luchas generalmente se planteaban entre un Bloc de
tres, una triple alianza de gerentes (glavki) de fábrica, partido y
sindicatos contra la clase obrera industrial.
[23] El
jefe de la OGPU Yagoda informaba perosnalmente a Stalin que existía “un fuerte
deterioro de la situación en la industria y el colapso de la producción en
numerosas ramas”, situación acompañada por “el pago atrasado de los salarios,
fuerte aumento de los precios, y sueldos bajos para los trabajadores.”; las
estadísticas señalan que en julio de 1923 más de 100 empresas se encontraban en
huelga; en agosto ya eran 140 con más de 80.000 trabajadores; véase: “GPU
Deputy Chair Yagoda, To: Comrade Stalin’s Secretariat, Comrade Mekhlis, Kratkii
Obzor Politekonomicheskogo polozheniya respubliki” (1 July-15 September, 1923),
RTsKhIDNI, Doc. 177.
[24] En
Moscú durante 1922, año en el que Gramsci llegó a la ciudad, el número promedio
de huelgas alcanzó la cifra de quince por mes, y las manifestaciones callejeras
de descontento fueron ese año de setenta; véase: “Politsostoyanie goroda Moskvy
i Moskovskoi gubernii” (November-December 1922), RTsKhIDNI, Doc. 176, pp. 1–5.
[25] Si
los trabajadores amenazaban con una huelga para llamar la atención sobre sus
reclamos, se les acusaba de romper la disciplina sindical, se les castigaba
dándoles la baja del sindicato, lo que significaba el despido automático de la
fábrica y la imposibilidad de conseguir un nuevo trabajo. En caso de huelga la
policía política, la CHEKA o la OGPU, intervenía al instante, deteniendo a
cabecillas e instigadores, utilizando la fuerza sin contemplaciones.
[26] Término
popularizado por Trotsky. Por ejemplo Trotsky justificaba no solo la depresión
salarial y la racionalización taylorista de la industria sino incluso el
despido de trabajadores “sobrantes” como un aporte necesario a la sagrada
acumulación primitiva del Socialismo, como lo hizo en duodécimo congreso del
Partido Bolchevique en abril de 1923.
[27] Carr,
E. H.; El Socialismo en un solo país 1924-1926, I; Alianza
Universidad, Madrid, 1974, p. 411.
[28] Sobre la vanguardia obrera en Ivanovo a lo
largo de 1917: Koenker, Diane P./ Rosenberg, William G.: Strikes and
Revolution in Russia, 1917; Princeton University Press, New Jersey, 1989,
pp.292–298; también : Mandel, Daniel: “October in the Ivanovo-Kineshma
Industrial Region,”; en:Revolution in Russia: Reassessments of 1917, ed.
Edith Regain Frankel, Jonathan Frankel, and Baruch Knei-Paz; Cambridge
University Press, England, 1992, pp. 157–187.
[29] Por
ejemplo, Pravda a partir de noviembre de 1923 se limitará a
reflejar y repetir la voz oficial del comité central o del Politburo.
[30] Las cifras en: Polakov, W.N.; “Myths and
realities about Soviet Russia”, en: Harvard Business Review, Vol.
11, 1932, pp. 1-13.
[31] Derivado
del nombre de su creador, Henry Laurence Gantt; discípulo de Taylor, siendo
colaborador el estudio de una mejor organización del trabajo industrial. Sus
investigaciones se centraron en el control y planificación de las operaciones
productivas mediante uso de técnicas gráficas, entre ellas el llamado carta o
diagrama de Gantt, popular en toda actividad que indique planificación en el
tiempo de trabajo.
[32] Véase: Rossman, Jeffrey, J.; Worker
Resistence under Stalinism. Class and Revolution on the Shop Floor, Harvard
University Press, Cambridge, Massachusetts, and London, 2005, p. 6 y ss. Sobre la “cuestión obrera” bajo el
Stalinismo, véase el notable trabajo de la “obrerista” Rita Di Leo:Operai e
fabbrica in Unione Sovietica; De Donato, Bari, 1973, que analiza el
descontento laboral, el resentimiento de clase y los problemas de gestión de la
fábrica a indirectamente través de cartas de trabajadores a la prensa oficial.
[33] Véase:
Chanvier, J.-M. ; “URSS: l’ère du ‘management’ ou les nouvelles formes
d’organisation du travail”; en: Les Temps Modernes, Vol. 31, 1975,
pp. 203-9.
[34] Se
estima que para 1938 alrededor de 9 millones de personas fueron asignadas por
las autoridades del Gulag a trabajar a destajo en la industria soviética;
véase: Blackwell, W.L.; The Industrialization of Russia, Crowell,
New York, 1970, p. 114. Los campos de trabajo forzado de la URSS se crearon en
abril de 1919 para los delincuentes, administrados por la CHEKA, que
evolucionaron rápidamente para contener a todos enemigos genéricos del regimen,
identificando el trabajo penitenciario de castigo con las formas más penosas de
trabajo necesario social. Véase: Gregory, Paul R. (Ed.); The
Economics of Forced Labour: The Soviet Gulag; Hoover Institut Press,
Stanford, 2004; y Davies, R.W.: “The Economics of Forced Labor: The Soviet
Gulag”; en: Journal of Cold War Studies 9 (1): 2007, pp. 165–167.
[35] Joseph
Roth trabajó de cronista en la URSS para el diario Frankfurter Zeitung;
esta crónica se titula significativamente “XI. Rusia va hacia América” (25 de
noviembre de 1926); en español: Viaje a Rusia; Editorial Minúscula,
Barcelona, 2008, p. 91.
[36] Benjamin,
Walter; Diario de Moscú; Taurus, Madrid, 1988, p. 90 y ss.
[37] Pessoa,
Fernando: Política y Profecía. Escritos Políticos: 1910-1935;
Montesinos, Mataró, 2013, p. 212.
[38] Sucesivamente
en las obras de Heidegger: 1) Einführung in die Metaphysik;
2) Die Geschichte des Seyns. I) Die Geschichte des Seyns (1938-1940);
II) KOINON. Aus der Geschichte des Seyns (1939-1940), y 3) Das
Ereignis (1941-1942).
[39] Alexei
A. Stakhanov, trabajador minero de origen humilde, encarnación prototípica en el
Stalinismo de las iniciativas “desde abajo” para aumentar la productividad y
complementar al Taylorismo rusificado; véase: Bedeian, A.G./ Phillips, C.R.:
“Scientific management and Stakhanovism in the Soviet Union: a historical
perspective”; en: International Journal of Social Economics, Vol.
17, 1990, pp. 28-35.
[40] En: Quaderno
4 , XIII, #52, “Americanismo y Fordismo”.
[41] Ibídem .
[42] En: Q7;
#34, apartado que lleva el título de: “Caduta tendenziale del saggio del
profitto”.
[43] Gramsci
califica la Ley sobre la tendencia decreciente de la tasa de ganancia enunciada
por Marx en Das Kapital de “teorema di prima approssimazione”.
[44] En: Quaderno
22 , V, #13, “Los altos salarios”.
[45] En: Q 4 ,#
49 ; # 76 .
David
Riazanov, editor de Marx, disidente rojo
David Riazanov
David
Riazanov: Humanista, editor de Marx, disidente rojo (I)
David Riazanov
[Libro]
"Marx y Engels"
David
Riazanov
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