NOTA DEL EDITOR DE ESTE
BLOG: Prefacio o
“Prólogo" es famoso porque se considera la génesis del Materialismo Histórico, contiene una resumida y breve
exposición del Materialismo
Histórico. Por su importancia, he recurrido a
diferentes libros, uno está en la red, he comprobado que la traducción de google
la hace regular y otra razón que copio diferentes fuentes, porque las notas de
los traductores lo enriquece.
Como este prefacio o prólogo lo escribió Carlos Marx en enero de 1859, tenemos la ventaja de poner
todas las obras que se hace referencia, por lo tanto lo he incluido.
Las fuentes que he incluido, las de dos libros.
[Libro] Contribución a la crítica de la crítica de la economía
política. Edición de 1989 de Editorial Progreso, traducido por Marat Kuznetsov
[Libro] Contribución a la crítica de la crítica de la economía
política, segunda edición 1.971. Editorial La oveja negra, traducido por Moises
Melo (no está en la red)
Edición: Marxists
Internet Archive, marzo de 2001) e inglés
[Libro]Los conceptos elementales del Materialismo Histórico, por
Marta Harnecker (Siglo veintiuno editores, S.A. 1ª edición, abril 1969 (México)
36ª edición, diciembre 1976 (8ª.ed.España)
Karl Marx
1859
Esta edición es de 1989 de Editorial Progreso, traducido por Marat
Kuznetsov
Prólogo
o prefacio
Examino el sistema de
la economía burguesa en el orden siguiente: capital, propiedad agraria, trabajo
asalariado, Estado, comercio exterior, mercado mundial.
Bajo las tres primeras rúbricas estudio las condiciones
económicas de vida de las tres grandes clases en que se divide la sociedad
burguesa moderna; la interconexión de las tres restantes salta a la vista. La
primera sección del libro primero, que trata del capital,
se compone de los capítulos siguientes: 1) la mercancía; 2) el dinero o la circulación simple; 3) el
capital en general. Los dos primeros capítulos forman el contenido del presente
fascículo. Tengo ante mis ojos todos los materiales en
forma de monografías escritas con largos intervalos para mi propio
esclarecimiento y no para su publicación; la elaboración sistemática de las
mismas conforme al plan indicado dependerá de circunstancias externas.
Prescindo de una introducción general (1) que había esbozado, porque, bien pensada la cosa,
me parece que el anticipar los resultados que todavía han de demostrarse podría
ser un estorbo, y el lector que quiera realmente seguirme deberá estar
dispuesto a remontarse de lo singular a lo general. Sin embargo, me parece oportuno
dar aquí algunas indicaciones sobre la trayectoria de mis propios estudios de
Economía política.
Aunque el objeto de mis estudios especializados fue la
jurisprudencia, la consideraba sólo como una disciplina subordinada al lado de
la filosofía y la historia. En 1842-1843, siendo director de la Rheinische
Zeitung (2), me vi por primera vez en la
embarazosa obligación de pronunciarme sobre lo que se llama intereses
materiales. Las deliberaciones del Landtag renano sobre la tala furtiva y el
fraccionamiento de la propiedad agraria, la polémica oficial sostenida entre el
señor von Schaper, entonces gobernador de la provincia renana, y la Rheinische
Zeitung acerca de la situación de los campesinos de la Mosela, y, finalmente,
los debates sobre el librecambio y las tarifas
(1)Trátase
de la Introducción inacabada que Marx escribió para un libro voluminoso sobre
economía (véase la presente edición, pp.178-208).-5
(2)
Rheinische Zeitung für Politik, Handel und Gewerbe (Periódico del Rin sobre
política, comercio e industria): diario fundado por representantes de la
burguesía renana opuesta al absolutismo prusiano y publicado en Colonia del 1
de enero de 1842 al 31 de marzo de 1843. Marx colaboró en este periódico a
partir de abril de 1842, y desde octubre del mismo año fue uno de sus
redactores. La Rheinische Zeitung publicó también varios artículos de Engels.
Redactado por Marx, el periódico fue cobrando un carácter democrático y
revolucionario cada vez más pronunciado. El Gobierno lo sometió a una censura
severa y lo clausuró después.-5
proteccionistas
me dieron los primeros impulsos para ocuparme de cuestiones económicas( 1) . Por otra parte, en esa época, cuando las buenas
intenciones de "adelantarse" superaban con mucho el conocimiento de
la materia, la Rheinische Zeitung dejaba traslucir un eco, ligeramente teñido
de filosofía, del socialismo y el comunismo franceses. Me pronuncié contra ese
diletantismo, pero al propio tiempo confesé francamente, en una controversia
con la Allgemeine Augsbürger Zeitung (2), que mis
estudios hasta entonces no me permitían arriesgarme a expresar juicio alguno
sobre el tenor mismo de las tendencias francesas. Aproveché con apresuramiento
la ilusión de los dirigentes de la Rheinische Zeitung, quienes esperaban que
suavizando la posición del periódico iban a conseguir la anulación de la
sentencia de muerte pronunciada contra él, para abandonar el escenario público
y retirarme a mi cuarto de estudio.
El primer
trabajo que emprendí para resolver las dudas que me asaltaban fue una revisión crítica
de la filosofía hegeliana del Derecho, trabajo cuya introducción apareció en
1844 en los Deutsch-Französische Jahrbücher(3) ,
publicados en París. Mis indagaciones me hicieron concluir que tanto las
relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden ser comprendidas por
sí mismas ni por la pretendida evolución general del espíritu humano, sino que,
al contrario, tienen sus raíces en las condiciones materiales de vida, cuyo
conjunto Hegel, siguiendo el ejemplo de los ingleses y franceses del siglo
XVIII, abarca con el nombre de "sociedad civil", y que la anatomía de la
sociedad civil debe buscarse en la Economía política. Comencé el estudio de
esta última en París y lo proseguí en Bruselas, adonde me trasladé en virtud de
una orden de expulsión dictada por el señor Guizot. El resultado general a que
llegué y que, una vez obtenido, sirvió de guía a mis estudios puede formularse
brevemente como sigue:
En la
producción social de su vida, los hombres entran en determinadas relaciones
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que
corresponden a un determinado grado de desarrollo de sus fuerzas productivas
materiales. Estas relaciones de producción en su conjunto constituyen la
estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se erige la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas
de conciencia social.
El modo de producción de la vida material condiciona el
proceso de vida social, político y espiritual en general. No es la conciencia
de los hombres la que determina su
(1 Se
suponen los artículos de Marx Debates del sexto Landtag renano (artículo
tercero). Debates sobre la Ley de la tala furtiva y Justificación del
corresponsal de Mosela.-6
2 Allgemeine Zeitung (Gaceta General): diario
reaccionario alemán fundado en 1789; de 1810 a 1882 apareció en Augsburgo. En
1843 publicó una falsificación de las ideas del comunismo y el socialismo
utópicos.-6
3 Deutsch-Franzósische lahrbücher (Anales germano-franceses) se publicaron en París bajo la
dirección de C. Marx y A. Ruge en alemán. Salió sólo el primer fascículo,
doble, en febrero de 1844. Insertaba las obras de Marx Contribución al problema
hebreo y Contribución a la crítica de la Filosofía hegeliana del Derecho.
Introducción, así como las de Engels Esbozos para la crítica de la Economía
política y La situación de Inglaterra. Tomás Carlyle. "Lo pasado y lo
presente". Estos trabajos marcaban el paso definitivo de Marx y Engels de
la democracia revolucionaria al materialismo y el comunismo. La causa principal
de que esta revista dejara de aparecer fueron las discrepancias esenciales
entre Marx y Ruge.-6
ser, sino,
por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. En cierta
fase de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran
en contradicción con las relaciones de producción existentes, o bien, lo que no
es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad en el
seno de las cuales se han desenvuelto hasta entonces. De formas de desarrollo
de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se
abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se
transforma más o menos rápidamente toda la superestructura inmensa. Cuando se
examinan tales transformaciones, es preciso siempre distinguir entre la
transformación material -que se puede hacer constar con la exactitud propia de
las ciencias naturales- de las condiciones de producción económicas y las
formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en breve,
las formas ideológicas bajo las cuales los hombres toman conciencia de este
conflicto y luchan por resolverlo. Del mismo modo que no se puede juzgar a un
individuo por lo que piensa de sí mismo, tampoco se puede juzgar a semejante
época de transformación por su conciencia; es preciso, al contrario, explicar esta
conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto
existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de
producción. Una formación social no desaparece nunca antes de que se
desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás
aparecen relaciones de producción nuevas y superiores antes de que hayan
madurado, en el seno de la propia sociedad antigua, las condiciones materiales
para su existencia. Por eso la humanidad se plantea siempre únicamente los
problemas que puede resolver, pues un examen más detenido muestra siempre que
el propio problema no surge sino cuando las condiciones materiales para
resolverlo ya existen o, por lo menos, están en vías de formación. A grandes
rasgos, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el burgués
moderno pueden designarse como épocas de progreso en la formación social
económica. Las relaciones de producción burguesas son la última forma
antagónica del proceso social de producción, antagónica, no en el sentido de un
antagonismo individual, sino de un antagonismo que emana de las condiciones
sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se
desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las
condiciones materiales para resolver dicho antagonismo. Con esta formación
social se cierra, pues, la prehistoria de la sociedad humana
Federico Engels, con quien mantuve un constante intercambio
escrito de ideas desde la publicación de su genial esbozo sobre la crítica de
las categorías económicas (1) (en los
Deutsch-Französische Jahrbücher), había llegado por una vía distinta (cf. su
libro La situación de la clase obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo, y
cuando, en la primavera de 1845, se instaló asimismo en Bruselas, acordamos
formular nuestra concepción como antítesis de la concepción ideológica de la
filosofía alemana, en realidad saldar las cuentas con nuestra conciencia
filosófica anterior. Este propósito se realizó bajo la forma de una crítica de
la filosofía posthegeliana. El manuscrito, dos gruesos volúmenes en octavo (2) , se encontraba hacía ya mucho tiempo en manos del
editor en Westfalia, cuando nos enteramos de que algunas circunstancias nuevas
impedían su pu-
(1) Se refiere al
primer trabajo sobre economía de Engels titulado Esbozos para la
crítica de la Economía política.-8
blicación.
Abandonamos el manuscrito a la crítica roedora de los ratones con tanto mayor
gusto por cuanto habíamos alcanzado nuestra meta principal: dilucidar nuestras
propias ideas. De los trabajos sueltos en que presentamos por aquel entonces al
público uno u otro aspecto de nuestros puntos de vista, mencionaré solamente el
Manifiesto del Partido Comunista, que Engels y yo escribimos en común, y el
Discurso sobre el librecambio, publicado por mí. Los puntos decisivos de
nuestra concepción fueron delineados por primera vez científicamente, si bien
bajo una forma polémica, en mi trabajo Miseria de la filosofía, publicado en
1847 y dirigido contra Proudhon. La revolución de febrero y, como consecuencia,
mi traslado forzoso de Bélgica interrumpieron la publicación de un ensayo sobre
el Trabajo asalariado (1) , en el que recogía
las conferencias que había dado sobre este particular en la Asociación Obrera
Alemana de Bruselas (2) . La publicación de la Neue Rheinische Zeitung (3), (1848-1849) y los sucesos posteriores
interrumpieron mis estudios económicos, que sólo pude reanudar en 1850 en
Londres. La prodigiosa documentación sobre la historia de la Economía política
acumulada en el Museo Británico, el puesto tan cómodo que Londres ofrece para
la observación de la sociedad burguesa y, por último, la nueva fase de
desarrollo en que parecía entrar ésta con el descubrimiento del oro de
California y Australia, me indujeron a volver a empezar desde el principio,
estudiando a fondo, con un espíritu crítico, los nuevos materiales. Esos
estudios me condujeron, en parte por sí mismos, a cuestiones aparentemente alejadas
de mi tema y en las que debí detenerme durante un tiempo más o menos
prolongado. Pero lo que sobre todo mermaba el tiempo de que disponía era la
imperiosa necesidad de ganar mi sustento. Mi colaboración desde hace ya ocho
años en el primer periódico angloamericano, el New York Daily Tribune (4) , implicó una fragmentación extraordinaria de mis
estudios, ya que me dedico a escribir para la prensa correspondencias
propiamente dichas sólo a título de excepción. Sin embargo, los artículos sobre
los acontecimientos económicos descollantes en Inglaterra y el continente
formaban una parte tan considerable de mi colaboración que me veía constreñido
a familiarizarme con detalles prácticos no pertenecientes al dominio de la
propia ciencia de la Economía política
Este bosquejo sobre el curso de mis estudios en el terreno de
la Economía política sólo tiende a mostrar que mis puntos de vista, júzguese de
ellos como se juzgue y por
1 Se supone la obra de Marx Trabajo asalariado y capital.-8
2 La Asociación
Obrera Alemana de Bruselas fue fundada por Marx y Engels a fines de agosto de
1847 para dar instrucción política a los obreros alemanes residentes en Bélgica
y propagar entre ellos las ideas del comunismo científico. Las actividades de
la Asociación cesaron poco después de la revolución burguesa de febrero de 1848
en Francia, sus miembros fueron detenidos y expulsados por la policía belga.-8
3 La Neue Rheinische Zeitung. Organ der Demokratie (Nueva
Gaceta del Rin. Órgano de la Democracia) salió todos los días en Colonia del 1
de junio de 1848 al 19 de mayo de 1849 bajo la dirección de Marx. La actitud
enérgica e intransigente del periódico, su internacionalismo combativo y sus
denuncias políticas dirigidas contra el Gobierno prusiano y las autoridades de
Colonia lo expusieron desde los primeros meses de su existencia a las
persecuciones del Gobierno e hicieron al fin y al cabo que dejara de
publicarse.-8
4 New York Daily
Tribune (Tribuna Diaria de Nueva York): periódico norteamericano que apareció
de 1841 a 1924. En las décadas del 40 y 50 del siglo XIX sostuvo posiciones
progresistas y se manifestó contra la esclavitud. Marx colaboró en él desde
agosto de 1851 hasta marzo de 1862; Engels escribió a su petición muchos
artículos para este periódico.-9
poco que
sean conformes a los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el
fruto de largos años y de concienzuda investigación. Y en el umbral de la
ciencia, como en la entrada del infierno, debiera exponerse esta consigna:
"Qui si
convien lasciare ogni sospetto; Ogni viltá convien che qui sia morta"∗ . Carlos Marx Londres, enero de 1859
"Déjese
aquí cuanto sea recelo, Mátese aquí cuanto sea vileza". (Dante. La divina
comedia)
Las obras
de Marx y Engels, ordenado por fecha (en inglés)
Las obras
de Marx y Engels, ordenado por fecha (en castellano)
Karl
Marx: Prefacio a la Contribución a la
Crítica de la Economía Política
Fuente:
Contribución a la crítica de la crítica de la economía política, segunda
edición 1.971. Editorial La oveja negra, traducido por Moises Melo
Prólogo o Prefacio
El sistema
de la economía burguesa se presenta a mis ojos en el orden siguiente: capital,
propiedad de la tierra, trabajo asalariado; Estado, comercio exterior, mercado
mundial. Bajo los tres primeros títulos estudio las condiciones económicas de
existencia de las tres grandes clases en las cuales se divide la sociedad
burguesa moderna; el enlace de los otros
tres títulos salta a la vista. La primera sección del primer libro, que trata
del capital, comprende los capítulos siguientes: 1º La mercancía, 2º El dinero
o la circulación simple, 3º El capital en general. Los dos primeros capítulos
dormán el contenido de este volumen.
Tengo a la vista el conjunto de materiales en forma de monográficos
escritas con largos intervalos para mi propia ilustración, no para la imprenta,
y cuya interrumpida elaboración, según el plan indicado, dependerá de las
circunstancias. Suprimo una introducción general que había esbozado porque,
después de reflexionar bien, me parece que anticipar resultados que quedan
todavía por demostrar podría desconcertar, y porque el lector que tenga la
bondad de seguirme tendrá que de decidir a elevarse de lo particular a lo
general. En cambio algunas indicaciones sobre el curso de mis propios estudios
de economía política podría encajar muy bien aquí.
Mi estudio
profesional era la jurisprudencia, pero nunca dí a esta disciplina más que un lugar subordinado
respecto a la filosofía y la historia. Por los años 1842-1843, como redactor de
la Rheinnische Zeitung (1) me vi en la
obligación enojosa, por primera vez, dar mi opinión sobre los llamados
intereses materiales. Las discusiones de la Dieta renana sobre los delitos
forestales y el parcelamiento de la propiedad territorial, la polémica que von
Shaper, primer presidente con la Rheinnische Zeitung, respecto a las condiciones
de vida de los aldeanos del Mosela, y por último las condiciones sobre el libre
cambio y la protección, me dieron motivos para ocuparme de las cuestiones
económicas. Por otra parte, en esta
época en que el afán de “ir con la vanguardia” vencía a menudo a la verdadera
sabiduría, el eco del socialismo y del comunismo francés tomaba en la Rheinnische Zeitung resonancias discretamente
filisóficas. Me pronuncié contra ese trabajo de aficionado, pero al mismo tiempo
confesé claramente, en una controversia con la Allgemeine Augsburger Zeitung,
que los estudios que yo había hecho hasta entonces no me permitían arriesgar un
juicio de fondo respecto a la naturaleza de las tendencias francesas (2).
La ilusión
de los directores de la lRheinnische Zeitung,
que creían conseguir desviar la sentencia de muerte pronunciada contra
su periódico imprimiéndole una tendencia más moderada, me ofreció la ocasión
que me apresuré a aprovechar, de dejar la escena pública y retirarme a mi
gabinete de estudio.
El primer trabajo
que comprendí para resolver las dudas que me asaltaban fue revisión Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (3), trabajo cuya introducción apareció en los Deustsch- Franzoesische
Jahrbücher (4), publicados en París en
1844 mis investigaciones dieron el
siguiente resultado:
Las relaciones jurídicas, así como las formas de Estado no
pueden explicarse ni por sí misma, ni por la llamada evolución general del
espíritu humano; se originan más bien en las condiciones materiales de
existencia que Hegel, siguiendo el ejemplo de los ingleses y franceses del
siglo XVIII,
Nota del traductor
(1) Rheinnische Zeitung . Gaseta del Rin.- Diario
radical que se publicó en Polinia en 1842 y 1843. Marx comenzó su colaboración
en 1842 y fue redactor en jefe desde el 15 de octubre de 1842 hasta el 18 de
marzo de 1843.
(2) Se trata de un artículo publicado por Marx en
la) Rheinnische Zeitung del de octubre
de 1842, con el título El Comunismo y la Augsburger Zeitung.
(3) Crítica de la Filosofía del
Derecho de Hegel, fue
publicada por primera vez, tomada del manuscrito, por el Instituto Marx y Engels de Moscú, en Marx
Engels: Historich- Kritische Gesamtausgabe, Erste Arbteilung, publicado de 1927
a 1935. Mocú, Vol. I pp 401 a 553.
comprendía
bajo el nombre de “ sociedad civil”, y la anatomía de la “sociedad civil” debe buscarse
en la economía política. Había comenzado el estudio de esta ciencia en Paris y
lo continuaba en Bruselas, donde me había establecido como consecuencia de una
sentencia de expulsión dictada por el Señor Guizot contra mí. El resultado
general a que llegué y que, una vez obtenido, me sirvió de guía para mis
estudios, puede formularse brevemente de este modo: en la producción social
determinada, necesaria, independientes de su voluntad; estas relaciones de
producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas
materiales de producción. El conjunto de estas relaciones de producción
constituye la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual
se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas
determinadas de conciencia social. El modo de producción de la vida material
condiciona en general el desarrollo de la vida social, política e intelectual.
No es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, es por el contrario la existencia social la que
determina su conciencia. En un cierto grado de su desarrollo, las fuerzas de
producción materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de
producción existentes o conflicto con las relaciones de producción existentes o
con lo que no es otra cosa que su expresión jurídica, con las relaciones de
propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. Hasta ayer formas de
desarrollo de las fuerzas productivas, estas condiciones se transforman en
pesadas trabas. Se inicia entonces una era de revolución social. El cambio
producido en la base económica trastorna más o menos rápidamente todo el
colosal edificio. Al considerar tales trastornos hay que distinguir siempre dos
órdenes de cosas. Por un lado transformación material de las condiciones
económicas de producción que se debe comprobar con el espíritu riguroso de las
ciencias naturales, y también por otra parte, las formas jurídicas, políticas,
religiosas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas bajo las
cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo llevan a sus
últimas consecuencias. No se juzgan a un individuo por la idea que él tenga de
sí mismo. No se juzga tampoco una época de revolución por la conciencia que
ella tenga de sí misma. Esta conciencia se explicará más bien por las contradicciones de la vida material, por el
conflicto que opone a las fuerzas sociales de producción con las relaciones de
producción. Una sociedad no desaparece nunca antes de que sean desarrolladas
todas las fuerzas de producción nuevas y superiores no ocupan nunca su lugar en
ella antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones
hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad. Por eso la
humanidad no se propone nunca más que los problemas que puede resolver:
considerando las cosas más de cerca se verá siempre que el problema mismo no se
presenta más que cuando las condiciones materiales para resolverlo existen o
están en trance de crearse. Esbozado a grandes rasgos, los modos de producción
asiático, antiguo, feudal y burgués moderno aparecen como épocas progresivas de
formación económica de la sociedad. Las relaciones burguesas de producción son
la última forma antagónica del proceso de producción social. No se trata aquí
de proceso de producción social. No se
trata aquí de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que nace de las
condiciones sociales de existencia de los individuos; pero las fuerzas
propductivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al
mismo tiempo las condiciones materiales para resolver este antagonismo. Con
eses sistema social termina, pues, la prehistoria de la sociedad humana.
Con
Friedrich Engels (desde la publicación en los Deustsch- Franzoesische Jahrbücher de su genial esbozo de una
crítica de las categorías económicas) sostenía por correspondencia un constante
intercambio de ideas. El había llegado por otro camino- comparar su Situación de las Clases
Trabajadoras de Inglaterra- al mismo resultado que yo, y cuando,
en la primavera de 1854 vino también a domiciliarse en Bruselas, decidimos
desarrollar nuestra ideas en conjunto, oponiéndolas a la ideología de la
filosofía alemana. En el fondo, queríamos arreglar cuentas con nuestra antigua
conciencia filosófica. El propósito lo realizamos en forma de una crítica a la
filosofía posth-hegeliana. El manuscrito, dos gruesos volúmenes en octavo,
hacía largo tiempo que se encontraba en poder del editor, en Westfalia, cuando
nos advirtieron que un cambio de circunstancias impedía la impresión.
Abandonamos el manuscrito a la roedora crítica de los ratones tanto más a gusto
cuanto que habíamos alcanzado nuestro principal fin: Ver claro en nosotros mismos.
De los trabajos dispersos que sometimos al público en esta
época y en los cuales expusimos nuestros puntos de vista sobre diversas
cuestiones, sólo mencionaré el Manifiesto del Partido
Comunista ( 5), redactado en colaboración con Engels, y mi Discurso
sobre el Libre cambio (6). Nuestros
puntos de vista decisivos fueron expuestos, científicamente, aunque bajo la
forma de una polémica, en mi escrito aparecido en 1847, y dirigido contra
Proudhon:
Miseria de Filosofía. La impresión de una disertación sobre el Trabajo Asalariado (7), escrita en
alemán y compuesta de conferencia que yo había dirigido al grupo de obreros
alemanes de Bruselas, fue interrumpida por
la revolución de Febrero y mi consiguiente expulsión de Bélgica.
Nota del traductor
(5) El
Segundo Congreso de la Liga de los Comunistas, reunido en Londres a fines de
Noviembre de 1847, encargó a Marx y Engels la redacción de un manifiesto. Fue
editado en alemán en Londres a comienzos de 1848.
(6) Discurso sobre la cuestión del Libre Cambio,
pronunciado en la Asociación Democrática de Bruselas, en la sesión pública del
9 de enero, por Karl Marx.
(7) Las conferencias a que se refiere fueron dictadas en
diciembre de 1847, inmediatamente antes de la redacción del Manifiesto. Marx
preparó el texto para un editor de Bruselas, pero sólo fue publicado en la
Reinische Zeitung en abril de 1849 con el Título de Trabajo Asalariado y Capital.
La
publicación de la Neue Reinische
Zeitung, en 1848-49 y los acontecimientos posteriores interrumpieron mis
estudios económicos, que no puede proseguir hasta 1850, en Londres, La
prodigiosa cantidad de materiales para la historia de la Economía política
amontonada en el British Museum; la situación tan favorable que ofrece Londres
para la observación de la sociedad burguesa parecía entrar, por el descubrimiento del oro californiano y
australiano, me decidieron a comenzar de nuevo por el principio y a someter a
examen crítico los nuevos materiales. Estos estudios me llevaron por sí mismos
a investigaciones que parecían alejarse de mi objetivo y en las que sin
embargo, tuve que detenerme algún tiempo. Pero lo que abrevió sobre todo el
tiempo de que disponía fue la imperiosa necesidad de trabajar para vivir. Mi
colaboración, comenzada hacía ocho años, en el New York Tribune, el primer
periódico angloamericano, trajo consigo, ya que no me ocupo más que excepcionalmente
de periodismo propiamente dicho, una extraordinaria dispersión de mis estudios.
Sin embargo, los artículos sobre los acontecimientos notables que tenían lugar
en Inglaterra y en el continente, formaban una parte tan considerable de mis
aportaciones, que tuve que familiarizarme con detalles prácticos que no son del
dominio de la ciencia propia de la economía política.
Con este
esbozo del curso de mis estudios en el terreno de la economía política he
querido hacer ver únicamente que mis opiniones, de cualquier manera que se
juzgue por otra parte y aunque concuerden tan poco con los prejuicios
interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos y concienzudos
estudios. Pero en umbral de la ciencia, como a la entrada del infierno debe
colocarse esta advertencia:
Qui si
convien lasciare ogni sospetto
Ogni viltá
convien che qui sia morta (*)
(*) Aquí se debe
dejar cualquier recelo.
Toda
cobardía debe morir aquí
(Dante, La
Divina Comedia) (Nota del traductor)
KARL MARX
Londres, enero de 1859.
C. Marx
Prólogo a
la Contribución a la Crítica de la Economía Política
Escrito: En 1859.
Digitalización: Germán Zorba.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, marzo de 2001
Digitalización: Germán Zorba.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, marzo de 2001
Mis estudios profesionales eran los de jurisprudencia,
de la que, sin embargo, sólo me preocupé como disciplina secundaria, junto a la
filosofía y la historia. En 1842‑1843, siendo redactor de “Gaceta Renana”[1] me vi por primera vez en el trance difícil de
tener que opinar sobre los llamados intereses materiales. Los debates de la
Dieta renana sobre la tala furtiva y la parcelación de la propiedad de la
tierra, la polémica oficial mantenida entre el señor von Schaper, por entonces
gobernador de la provincia renana, y Gaceta Renana acerca de la situación de
los campesinos de Mosela y, finalmente, los debates sobre el librecambio y el
proteccionismo, fue lo que me movió a ocuparme por primera vez de cuestiones
económicas. Por otra parte, en aquellos tiempos en que el buen deseo de “ir
adelante” superaba en mucho el conocimiento de la materia, “Gaceta Renana”
dejaba traslucir un eco del socialismo y del comunismo francés, tañido de un
tenue matiz filosófico. Yo me declaré en contra de ese trabajo de aficionados,
pero confesando al mismo tiempo sinceramente, en una controversia con la
“Gaceta General” de Ausburgo[2] que mis estudios hasta ese entonces no me
permitían aventurar ningún juicio acerca del contenido propiamente dicho de las
tendencias francesas. Con tanto mayor deseo aproveché la ilusión de los
gerentes de “Gaceta REnana”, quienes creían que suavizando la posición del
periódico iban a conseguir que se revocase la sentencia de muerte ya decretada
contra él, para retirarme de la escena pública a mi cuarto de estudio.
Mi primer trabajo emprendido para resolver las dudas
que me azotaban, fue una revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho[3], trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los
“Anales francoalemanes”[4], que se publicaban en París. Mi investigación me
llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de
Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general
del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones
materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los
ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que
la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política. En
Bruselas a donde me trasladé a consecuencia de una orden de destierro dictada
por el señor Guizot proseguí mis estudios de economía política comenzados en
París. El resultado general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo
conductor a mis estudios puede resumirse así: en la producción social de su
vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes
de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase
determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de
estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la
base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la
que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de
producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política
y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser
sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al
llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales
de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción
existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las
relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De
formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten
en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la
base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa
superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones
hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las
condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud
propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas,
religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas ideológicas en
que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo.
Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de
sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su
conciencia, sino que , por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por
las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las
fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación
social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que
caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de
producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan
madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone
siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se
encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo
menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A
grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la
formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo,
el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la
última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el
sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de
las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas
productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo
tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con
esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad
humana.
Federico Engels, con el que yo mantenía un constante
intercambio escrito de ideas desde la publicación de su genial bosquejo sobre
la crítica de las categorías económicas (en los Deutsch‑Französische
Jahrbücher)[5], había llegado por distinto camino (véase su libro La
situación de la clase obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo. Y
cuando, en la primavera de 1845, se estableció también en Bruselas, acordamos
elaborar en común la contraposición de nuestro punto de vista con el punto de
vista ideológico de la filosofía alemana; en realidad, liquidar cuentas con
nuestra conciencia filosófica anterior. El propósito fue realizado bajo la
forma de una crítica de la filosofía poshegeliana[6]. El manuscrito ‑dos gruesos volúmenes en octavo‑ ya
hacía mucho tiempo que había llegado a su sitio de publicación en Westfalia,
cuando no enteramos de que nuevas circunstancias imprevistas impedían su
publicación. En vista de eso, entregamos el manuscrito a la crítica roedora de
los ratones, muy de buen grado, pues nuestro objeto principal: esclarecer
nuestras propias ideas, ya había sido logrado. Entre los trabajos dispersos en
que por aquel entonces expusimos al público nuestras ideas, bajo unos u otros
aspectos, sólo citaré el Manifiesto del Partido Comunista escrito conjuntamente
por Engels y por mí, y un Discurso sobre el librecambio, publicado por mí. Los
puntos decisivos de nuestra concepción fueron expuestos por primera vez
científicamente, aunque sólo en forma polémica, en la obra Miseria de la
filosofía, etc., publicada por mí en 1847 y dirigida contra Proudhon. La
publicación de un estudio escrito en alemán sobre el Trabajo asalariado[7], en el que recogía las conferencias que había dado
acerca de este tema en la Asociación Obrera Alemana de Bruselas[8], que interrumpida por la revolución de febrero, que
trajo como consecuencia mi alejamiento forzoso de Bélgica.
La publicación de la “Nueva Gaceta Renana” (1848‑1849)
y los acontecimientos posteriores interrumpieron mis estudio económicos, que no
pude reanudar hasta 1850, en Londres. El enorme material sobre la historia de
la economía política acumulado en el British Museum, la posición tan favorable
que brinda Londres para la observación de la sociedad burguesa y, finalmente,
la nueva etapa de desarrollo en que parecía entrar ésta con el descubrimiento
del oro en California y en Australia, me impulsaron a volver a empezar desde el
principio, abriéndome paso, de un modo crítico, a través de los nuevos
materiales. Estos estudios a veces me llevaban por sí mismos a campos
aparentemente alejados y en los que tenía que detenerme durante más o menos
tiempo. Pero lo que sobre todo reducía el tiempo de que disponía era la
necesidad imperiosa de trabajar para vivir. Mi colaboración desde hace ya ocho
años en el primer periódico anglo‑americano, el New York Daily Tribune, me
obligaba a desperdigar extraordinariamente mis estudios, ya que sólo en casos
excepcionales me dedico a escribir para la prensa correspondencias propiamente
dichas. Sin embargo, los artículos sobre los acontecimientos económicos más
salientes de Inglaterra y del continente formaba una parte tan importante de mi
colaboración, que esto me obligaba a familiarizarme con una serie de detalles
de carácter práctico situados fuera de la órbita de la verdadera ciencia de la
economía política.
Este esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el
campo de la economía política tiende simplemente a demostrar que mis ideas,
cualquiera que sea el juicio que merezcan, y por mucho que choquen con los
prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos años de
concienzuda investigación. Pero en la puerta de la ciencia, como en la del
infierno, debiera estamparse esta consigna:
Qui si convien lasciare ogni sospetto;
Londres, enero de 1859.
Publicado en el libro; Zur Kritik der plitischen
Oekonomie von Karl Marx, Erstes Heft, Berlín 1859.
[1] Gaceta renana (“Rheinische Zeitung”): diario
radical que se publicó en Colonia en 1842 y 1843. Marx fue su jefe de redacción
desde el 15 de octubre de 1842 hasta el 18 de marzo de 1843.
[2] Gaceta general (“Allegemeine Zeitung”): diario
alemán reaccionario fundado en 1798; desde 1810 hasta 1882 se editó en
Ausburgo. En 1842 publicó una falsificación de las ideas del comunismo y el
socialismo utópicos y Marx lo desenmascaró en su artículo “El comunismo y el
Allegemeine Zeitung de Ausburgo”, que fue publicado en Rheinische Zeitung en octubre
de 1842.
[4] Deutsch‑französische Jahrbücher (“Anales franco‑alemanes”):
órgano de la propaganda revolucionaria y comunista, editado por Marx en parís,
en el año 1844.
[8] La Asociación Obrera Alemana de Bruselas fue
fundada por Marx y Engels a fines de agosto de 1847, con el fin de educar
políticamente a los obreros alemanes residentes en Bélgica y
propagar entre ellos las ideas del comunismo científico. Bajo la dirección de
Marx, Engels y sus compañeros, la sociedad se convirtió en un centro legal de
unión de los proletarios revolucionarios alemanes en Bélgica y mantenía
contacto directo con los clubes obreros flamencos y valones. Los mejores
elementos de la asociación entraron luego en la organización de Bruselas de la
Liga de los Comunistas. Las actividades de la Asociación Alemana en Bruselas se
suspendieron poco después de la revolución burguesa de febrero de 1848 en
Francia, debido al arresto y expulsión de sus miembros por la policía belga.
NOTA DEL
EDITOR DE ESTE BLOG: He comprobado que la traducción que hace google es
deficiente, pero lo importante del texto
son las notas de R .Rojas
En inglés
Karl Marx
1859
la Contribución a la Crítica de la Economía Política
la Contribución a la Crítica de la Economía Política
Prefacio
Fuente: K. Marx, Contribución
a la Crítica de la Economía Política, Editorial Progreso, Moscú,
1977, con algunas notas de R. Rojas.
En 1847, la prehistoria de la sociedad, la organización social existente
previa a la historia, [era] casi desconocido. Desde entonces, August von
Haxthausen (1792-1866) descubrió la propiedad común de la tierra en Rusia,
Georg Ludwig von Maurer demostró ser la base social de la que todas las razas
teutónicas comenzaron en la historia, y, poco a poco, las comunidades rurales
resultaron ser, o haber sido, la forma primitiva de la sociedad en todas partes
de la India a Irlanda. La organización interna de esta sociedad comunista
primitiva quedó al desnudo, en su forma típica, por (1.818 a 1861)
descubrimiento coronación de Lewis Henry Morgan de la verdadera naturaleza de
la gens y su relación con la tribu. Con la disolución de las comunidades
primitivas, la sociedad comienza a ser diferenciado en clases separadas y
finalmente antagónicas. He intentado volver sobre esta disolución en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, segunda edición,
Stuttgart, 1886.
Por lo tanto, como la ciencia de la comprensión pre-historia progresaba
(prehistoria siendo ese momento existen registros escritos antes de la
civilización humana), Marx y Engels cambiaron su entendimiento y descripciones
en consecuencia. En el texto anterior, Marx menciona modos
"asiáticos" de producción. En ese momento, habían pensado
civilización asiática fue la primera que se podría hablar de la humanidad (un
entendimiento basado en Hegel, ver: El Reino Oriental). Después de
escribir el Grundrisse, dejaron
caer la idea de un modo asiático distinta de la producción, y se mantienen
cuatro formas básicas: tribal, antiguo, feudal y capitalista.
Karl Marx
1859
Contribución
a la Crítica de la Economía Política
Los
conceptos elementales del Materialismo Histórico, por Marta Harnecker (Siglo
veintiuno editores, S.A. 1ª edición, abril 1969 (México) 36ª edición, diciembre
1976 (8ª.ed.España)
https://uhphistoria.files.wordpress.com/2011/02/conceptos-elementales-del-materialismo-historico.pdf
El
Materialismo Histórico De Karl Marx
J. V.
Stalin
SOBRE EL
MATERIALISMO DIALECTICO Y EL MATERIALISMO HISTORICO
Septiembre
de 1938
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