sábado, 5 de septiembre de 2015

Karl Marx: Prefacio a la Contribución a la Crítica de la Economía Política



NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:   Prefacio o “Prólogo"  es famoso porque  se considera la génesis del Materialismo Histórico, contiene una resumida y breve exposición del Materialismo Histórico. Por su importancia, he recurrido a diferentes libros, uno está en la red, he comprobado que la traducción de google la hace regular y otra razón que copio diferentes fuentes, porque las notas de los traductores lo enriquece.


Como este prefacio o prólogo lo escribió Carlos Marx en  enero de 1859, tenemos la ventaja de poner todas las obras que se hace referencia, por lo tanto lo he incluido.

Las fuentes que he incluido, las de dos libros.

[Libro] Contribución a la crítica de la crítica de la economía política. Edición de 1989 de Editorial Progreso, traducido por Marat Kuznetsov



[Libro] Contribución a la crítica de la crítica de la economía política, segunda edición 1.971. Editorial La oveja negra, traducido por Moises Melo (no está en la red)

Edición: Marxists Internet Archive, marzo de 2001) e inglés

[Libro]Los conceptos elementales del Materialismo Histórico, por Marta Harnecker (Siglo veintiuno editores, S.A. 1ª edición, abril 1969 (México) 36ª edición, diciembre 1976 (8ª.ed.España)




Karl Marx 1859 

Esta edición es de 1989 de Editorial Progreso, traducido por Marat Kuznetsov

                                            Prólogo o prefacio


 Examino el sistema de la economía burguesa en el orden siguiente: capital, propiedad agraria, trabajo asalariado, Estado, comercio exterior, mercado mundial.


Bajo las tres primeras rúbricas estudio las condiciones económicas de vida de las tres grandes clases en que se divide la sociedad burguesa moderna; la interconexión de las tres restantes salta a la vista. La primera sección del libro primero, que trata del capital, se compone de los capítulos siguientes: 1) la mercancía; 2) el dinero o la circulación simple; 3) el capital en general. Los dos primeros capítulos forman el contenido del presente fascículo. Tengo ante mis ojos todos los materiales en forma de monografías escritas con largos intervalos para mi propio esclarecimiento y no para su publicación; la elaboración sistemática de las mismas conforme al plan indicado dependerá de circunstancias externas.


Prescindo de una introducción general (1) que había esbozado, porque, bien pensada la cosa, me parece que el anticipar los resultados que todavía han de demostrarse podría ser un estorbo, y el lector que quiera realmente seguirme deberá estar dispuesto a remontarse de lo singular a lo general. Sin embargo, me parece oportuno dar aquí algunas indicaciones sobre la trayectoria de mis propios estudios de Economía política.


Aunque el objeto de mis estudios especializados fue la jurisprudencia, la consideraba sólo como una disciplina subordinada al lado de la filosofía y la historia. En 1842-1843, siendo director de la Rheinische Zeitung (2), me vi por primera vez en la embarazosa obligación de pronunciarme sobre lo que se llama intereses materiales. Las deliberaciones del Landtag renano sobre la tala furtiva y el fraccionamiento de la propiedad agraria, la polémica oficial sostenida entre el señor von Schaper, entonces gobernador de la provincia renana, y la Rheinische Zeitung acerca de la situación de los campesinos de la Mosela, y, finalmente, los debates sobre el librecambio y las tarifas
(1)Trátase de la Introducción inacabada que Marx escribió para un libro voluminoso sobre economía (véase la presente edición, pp.178-208).-5
(2) Rheinische Zeitung für Politik, Handel und Gewerbe (Periódico del Rin sobre política, comercio e industria): diario fundado por representantes de la burguesía renana opuesta al absolutismo prusiano y publicado en Colonia del 1 de enero de 1842 al 31 de marzo de 1843. Marx colaboró en este periódico a partir de abril de 1842, y desde octubre del mismo año fue uno de sus redactores. La Rheinische Zeitung publicó también varios artículos de Engels. Redactado por Marx, el periódico fue cobrando un carácter democrático y revolucionario cada vez más pronunciado. El Gobierno lo sometió a una censura severa y lo clausuró después.-5


proteccionistas me dieron los primeros impulsos para ocuparme de cuestiones económicas( 1) . Por otra parte, en esa época, cuando las buenas intenciones de "adelantarse" superaban con mucho el conocimiento de la materia, la Rheinische Zeitung dejaba traslucir un eco, ligeramente teñido de filosofía, del socialismo y el comunismo franceses. Me pronuncié contra ese diletantismo, pero al propio tiempo confesé francamente, en una controversia con la Allgemeine Augsbürger Zeitung (2), que mis estudios hasta entonces no me permitían arriesgarme a expresar juicio alguno sobre el tenor mismo de las tendencias francesas. Aproveché con apresuramiento la ilusión de los dirigentes de la Rheinische Zeitung, quienes esperaban que suavizando la posición del periódico iban a conseguir la anulación de la sentencia de muerte pronunciada contra él, para abandonar el escenario público y retirarme a mi cuarto de estudio.


El primer trabajo que emprendí para resolver las dudas que me asaltaban fue una revisión crítica de la filosofía hegeliana del Derecho, trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los Deutsch-Französische Jahrbücher(3) , publicados en París. Mis indagaciones me hicieron concluir que tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden ser comprendidas por sí mismas ni por la pretendida evolución general del espíritu humano, sino que, al contrario, tienen sus raíces en las condiciones materiales de vida, cuyo conjunto Hegel, siguiendo el ejemplo de los ingleses y franceses del siglo XVIII, abarca con el nombre de "sociedad civil", y que la anatomía de la sociedad civil debe buscarse en la Economía política. Comencé el estudio de esta última en París y lo proseguí en Bruselas, adonde me trasladé en virtud de una orden de expulsión dictada por el señor Guizot. El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, sirvió de guía a mis estudios puede formularse brevemente como sigue:


En la producción social de su vida, los hombres entran en determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a un determinado grado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. Estas relaciones de producción en su conjunto constituyen la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se erige la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social.

El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, político y espiritual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina su
(1 Se suponen los artículos de Marx Debates del sexto Landtag renano (artículo tercero). Debates sobre la Ley de la tala furtiva y Justificación del corresponsal de Mosela.-6
 2 Allgemeine Zeitung (Gaceta General): diario reaccionario alemán fundado en 1789; de 1810 a 1882 apareció en Augsburgo. En 1843 publicó una falsificación de las ideas del comunismo y el socialismo utópicos.-6

3 Deutsch-Franzósische lahrbücher (Anales germano-franceses) se publicaron en París bajo la dirección de C. Marx y A. Ruge en alemán. Salió sólo el primer fascículo, doble, en febrero de 1844. Insertaba las obras de Marx Contribución al problema hebreo y Contribución a la crítica de la Filosofía hegeliana del Derecho. Introducción, así como las de Engels Esbozos para la crítica de la Economía política y La situación de Inglaterra. Tomás Carlyle. "Lo pasado y lo presente". Estos trabajos marcaban el paso definitivo de Marx y Engels de la democracia revolucionaria al materialismo y el comunismo. La causa principal de que esta revista dejara de aparecer fueron las discrepancias esenciales entre Marx y Ruge.-6

ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. En cierta fase de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o bien, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad en el seno de las cuales se han desenvuelto hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se transforma más o menos rápidamente toda la superestructura inmensa. Cuando se examinan tales transformaciones, es preciso siempre distinguir entre la transformación material -que se puede hacer constar con la exactitud propia de las ciencias naturales- de las condiciones de producción económicas y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en breve, las formas ideológicas bajo las cuales los hombres toman conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Del mismo modo que no se puede juzgar a un individuo por lo que piensa de sí mismo, tampoco se puede juzgar a semejante época de transformación por su conciencia; es preciso, al contrario, explicar esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Una formación social no desaparece nunca antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen relaciones de producción nuevas y superiores antes de que hayan madurado, en el seno de la propia sociedad antigua, las condiciones materiales para su existencia. Por eso la humanidad se plantea siempre únicamente los problemas que puede resolver, pues un examen más detenido muestra siempre que el propio problema no surge sino cuando las condiciones materiales para resolverlo ya existen o, por lo menos, están en vías de formación. A grandes rasgos, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el burgués moderno pueden designarse como épocas de progreso en la formación social económica. Las relaciones de producción burguesas son la última forma antagónica del proceso social de producción, antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que emana de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para resolver dicho antagonismo. Con esta formación social se cierra, pues, la prehistoria de la sociedad humana

Federico Engels, con quien mantuve un constante intercambio escrito de ideas desde la publicación de su genial esbozo sobre la crítica de las categorías económicas (1) (en los Deutsch-Französische Jahrbücher), había llegado por una vía distinta (cf. su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo, y cuando, en la primavera de 1845, se instaló asimismo en Bruselas, acordamos formular nuestra concepción como antítesis de la concepción ideológica de la filosofía alemana, en realidad saldar las cuentas con nuestra conciencia filosófica anterior. Este propósito se realizó bajo la forma de una crítica de la filosofía posthegeliana. El manuscrito, dos gruesos volúmenes en octavo (2) , se encontraba hacía ya mucho tiempo en manos del editor en Westfalia, cuando nos enteramos de que algunas circunstancias nuevas impedían su pu-
(1) Se refiere al primer trabajo sobre economía de Engels titulado Esbozos para la crítica de la Economía política.-8
(2) Se trata del trabajo de Marx y Engels La ideología alemana.
blicación. Abandonamos el manuscrito a la crítica roedora de los ratones con tanto mayor gusto por cuanto habíamos alcanzado nuestra meta principal: dilucidar nuestras propias ideas. De los trabajos sueltos en que presentamos por aquel entonces al público uno u otro aspecto de nuestros puntos de vista, mencionaré solamente el Manifiesto del Partido Comunista, que Engels y yo escribimos en común, y el Discurso sobre el librecambio, publicado por mí. Los puntos decisivos de nuestra concepción fueron delineados por primera vez científicamente, si bien bajo una forma polémica, en mi trabajo Miseria de la filosofía, publicado en 1847 y dirigido contra Proudhon. La revolución de febrero y, como consecuencia, mi traslado forzoso de Bélgica interrumpieron la publicación de un ensayo sobre el Trabajo asalariado (1) , en el que recogía las conferencias que había dado sobre este particular en la Asociación Obrera Alemana de Bruselas (2) . La publicación de la Neue Rheinische Zeitung (3), (1848-1849) y los sucesos posteriores interrumpieron mis estudios económicos, que sólo pude reanudar en 1850 en Londres. La prodigiosa documentación sobre la historia de la Economía política acumulada en el Museo Británico, el puesto tan cómodo que Londres ofrece para la observación de la sociedad burguesa y, por último, la nueva fase de desarrollo en que parecía entrar ésta con el descubrimiento del oro de California y Australia, me indujeron a volver a empezar desde el principio, estudiando a fondo, con un espíritu crítico, los nuevos materiales. Esos estudios me condujeron, en parte por sí mismos, a cuestiones aparentemente alejadas de mi tema y en las que debí detenerme durante un tiempo más o menos prolongado. Pero lo que sobre todo mermaba el tiempo de que disponía era la imperiosa necesidad de ganar mi sustento. Mi colaboración desde hace ya ocho años en el primer periódico angloamericano, el New York Daily Tribune (4) , implicó una fragmentación extraordinaria de mis estudios, ya que me dedico a escribir para la prensa correspondencias propiamente dichas sólo a título de excepción. Sin embargo, los artículos sobre los acontecimientos económicos descollantes en Inglaterra y el continente formaban una parte tan considerable de mi colaboración que me veía constreñido a familiarizarme con detalles prácticos no pertenecientes al dominio de la propia ciencia de la Economía política
Este bosquejo sobre el curso de mis estudios en el terreno de la Economía política sólo tiende a mostrar que mis puntos de vista, júzguese de ellos como se juzgue y por
1 Se supone la obra de Marx Trabajo asalariado y capital.-8

 2 La Asociación Obrera Alemana de Bruselas fue fundada por Marx y Engels a fines de agosto de 1847 para dar instrucción política a los obreros alemanes residentes en Bélgica y propagar entre ellos las ideas del comunismo científico. Las actividades de la Asociación cesaron poco después de la revolución burguesa de febrero de 1848 en Francia, sus miembros fueron detenidos y expulsados por la policía belga.-8

3 La Neue Rheinische Zeitung. Organ der Demokratie (Nueva Gaceta del Rin. Órgano de la Democracia) salió todos los días en Colonia del 1 de junio de 1848 al 19 de mayo de 1849 bajo la dirección de Marx. La actitud enérgica e intransigente del periódico, su internacionalismo combativo y sus denuncias políticas dirigidas contra el Gobierno prusiano y las autoridades de Colonia lo expusieron desde los primeros meses de su existencia a las persecuciones del Gobierno e hicieron al fin y al cabo que dejara de publicarse.-8

 4 New York Daily Tribune (Tribuna Diaria de Nueva York): periódico norteamericano que apareció de 1841 a 1924. En las décadas del 40 y 50 del siglo XIX sostuvo posiciones progresistas y se manifestó contra la esclavitud. Marx colaboró en él desde agosto de 1851 hasta marzo de 1862; Engels escribió a su petición muchos artículos para este periódico.-9

poco que sean conformes a los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos años y de concienzuda investigación. Y en el umbral de la ciencia, como en la entrada del infierno, debiera exponerse esta consigna:

"Qui si convien lasciare ogni sospetto; Ogni viltá convien che qui sia morta" . Carlos Marx Londres, enero de 1859
"Déjese aquí cuanto sea recelo, Mátese aquí cuanto sea vileza". (Dante. La divina comedia)



Las obras de Marx y Engels, ordenado por fecha (en inglés)




Las obras de Marx y Engels, ordenado por fecha (en castellano)







Karl Marx: Prefacio  a la Contribución a la Crítica de la Economía Política

Fuente: Contribución a la crítica de la crítica de la economía política, segunda edición 1.971. Editorial La oveja negra, traducido por Moises Melo

                                           Prólogo o Prefacio

El sistema de la economía burguesa se presenta a mis ojos en el orden siguiente: capital, propiedad de la tierra, trabajo asalariado; Estado, comercio exterior, mercado mundial. Bajo los tres primeros títulos estudio las condiciones económicas de existencia de las tres grandes clases en las cuales se divide la sociedad burguesa moderna;  el enlace de los otros tres títulos salta a la vista. La primera sección del primer libro, que trata del capital, comprende los capítulos siguientes: 1º La mercancía, 2º El dinero o la circulación simple, 3º El capital en general. Los dos primeros capítulos dormán el contenido de este volumen.  Tengo a la vista el conjunto de materiales en forma de monográficos escritas con largos intervalos para mi propia ilustración, no para la imprenta, y cuya interrumpida elaboración, según el plan indicado, dependerá de las circunstancias. Suprimo una introducción general que había esbozado porque, después de reflexionar bien, me parece que anticipar resultados que quedan todavía por demostrar podría desconcertar, y porque el lector que tenga la bondad de seguirme tendrá que de decidir a elevarse de lo particular a lo general. En cambio algunas indicaciones sobre el curso de mis propios estudios de economía política podría encajar muy bien aquí.


Mi estudio profesional era la jurisprudencia, pero nunca dí a esta  disciplina más que un lugar subordinado respecto a la filosofía y la historia. Por los años 1842-1843, como redactor de la Rheinnische Zeitung (1) me vi en la obligación enojosa, por primera vez, dar mi opinión sobre los llamados intereses materiales. Las discusiones de la Dieta renana sobre los delitos forestales y el parcelamiento de la propiedad territorial, la polémica que von Shaper, primer presidente con la Rheinnische Zeitung, respecto a las condiciones de vida de los aldeanos del Mosela, y por último las condiciones sobre el libre cambio y la protección, me dieron motivos para ocuparme de las cuestiones económicas. Por otra parte,  en esta época en que el afán de “ir con la vanguardia” vencía a menudo a la verdadera sabiduría, el eco del socialismo y del comunismo francés tomaba en la  Rheinnische Zeitung resonancias discretamente filisóficas. Me pronuncié contra ese trabajo de aficionado, pero al mismo tiempo confesé claramente, en una controversia con la Allgemeine Augsburger Zeitung, que los estudios que yo había hecho hasta entonces no me permitían arriesgar un juicio de fondo respecto a la naturaleza de las tendencias francesas (2).


La ilusión de los directores de la lRheinnische Zeitung,  que creían conseguir desviar la sentencia de muerte pronunciada contra su periódico imprimiéndole una tendencia más moderada, me ofreció la ocasión que me apresuré a aprovechar, de dejar la escena pública y retirarme a mi gabinete de estudio.


El primer trabajo que comprendí para resolver las dudas que me asaltaban fue revisión Crítica de  la Filosofía del Derecho de Hegel (3), trabajo cuya introducción apareció en los Deustsch- Franzoesische Jahrbücher (4), publicados en París en 1844  mis investigaciones dieron el siguiente resultado:


Las relaciones jurídicas, así como las formas de Estado no pueden explicarse ni por sí misma, ni por la llamada evolución general del espíritu humano; se originan más bien en las condiciones materiales de existencia que Hegel, siguiendo el ejemplo de los ingleses y franceses del siglo XVIII,
Nota del traductor
(1)  Rheinnische Zeitung . Gaseta del Rin.- Diario radical que se publicó en Polinia en 1842 y 1843. Marx comenzó su colaboración en 1842 y fue redactor en jefe desde el 15 de octubre de 1842 hasta el 18 de marzo de 1843.
(2)  Se trata de un artículo publicado por Marx en la)  Rheinnische Zeitung del de octubre de 1842, con el título El Comunismo y la Augsburger Zeitung.
(3) Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, fue publicada por primera vez, tomada del manuscrito, por el  Instituto Marx y Engels de Moscú, en Marx Engels: Historich- Kritische Gesamtausgabe, Erste Arbteilung, publicado de 1927 a 1935. Mocú, Vol. I pp 401 a 553.
(4)  Anales Franco Alemanes, órgano de propaganda revolucionaria, editado por Marx en Paris en 1844.
comprendía bajo el nombre de “ sociedad civil”, y la anatomía de la “sociedad civil” debe buscarse en la economía política. Había comenzado el estudio de esta ciencia en Paris y lo continuaba en Bruselas, donde me había establecido como consecuencia de una sentencia de expulsión dictada por el Señor Guizot contra mí. El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, me sirvió de guía para mis estudios, puede formularse brevemente de este modo: en la producción social determinada, necesaria, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas materiales de producción. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas determinadas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona en general el desarrollo de la vida social, política e intelectual. No es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, es  por el contrario la existencia social la que determina su conciencia. En un cierto grado de su desarrollo, las fuerzas de producción materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existentes o conflicto con las relaciones de producción existentes o con lo que no es otra cosa que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. Hasta ayer formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas condiciones se transforman en pesadas trabas. Se inicia entonces una era de revolución social. El cambio producido en la base económica trastorna más o menos rápidamente todo el colosal edificio. Al considerar tales trastornos hay que distinguir siempre dos órdenes de cosas. Por un lado transformación material de las condiciones económicas de producción que se debe comprobar con el espíritu riguroso de las ciencias naturales, y también por otra parte, las formas jurídicas, políticas, religiosas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo llevan a sus últimas consecuencias. No se juzgan a un individuo por la idea que él tenga de sí mismo. No se juzga tampoco una época de revolución por la conciencia que ella tenga de sí misma. Esta conciencia se explicará más bien por las  contradicciones de la vida material, por el conflicto que opone a las fuerzas sociales de producción con las relaciones de producción. Una sociedad no desaparece nunca antes de que sean desarrolladas todas las fuerzas de producción nuevas y superiores no ocupan nunca su lugar en ella antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad. Por eso la humanidad no se propone nunca más que los problemas que puede resolver: considerando las cosas más de cerca se verá siempre que el problema mismo no se presenta más que cuando las condiciones materiales para resolverlo existen o están en trance de crearse. Esbozado a grandes rasgos, los modos de producción asiático, antiguo, feudal y burgués moderno aparecen como épocas progresivas de formación económica de la sociedad. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso de producción social. No se trata aquí de  proceso de producción social. No se trata aquí de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que nace de las condiciones sociales de existencia de los individuos; pero las fuerzas propductivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al mismo tiempo las condiciones materiales para resolver este antagonismo. Con eses sistema social termina, pues, la prehistoria de la sociedad humana.


Con Friedrich Engels (desde la publicación en los Deustsch- Franzoesische Jahrbücher de su genial esbozo de una crítica de las categorías económicas) sostenía por correspondencia un constante intercambio de ideas. El había llegado por otro camino- comparar su Situación de las Clases Trabajadoras de Inglaterra- al mismo resultado que yo, y cuando, en la primavera de 1854 vino también a domiciliarse en Bruselas, decidimos desarrollar nuestra ideas en conjunto, oponiéndolas a la ideología de la filosofía alemana. En el fondo, queríamos arreglar cuentas con nuestra antigua conciencia filosófica. El propósito lo realizamos en forma de una crítica a la filosofía posth-hegeliana. El manuscrito, dos gruesos volúmenes en octavo, hacía largo tiempo que se encontraba en poder del editor, en Westfalia, cuando nos advirtieron que un cambio de circunstancias impedía la impresión. Abandonamos el manuscrito a la roedora crítica de los ratones tanto más a gusto cuanto que habíamos alcanzado nuestro principal fin: Ver claro en nosotros mismos.


De los trabajos dispersos que sometimos al público en esta época y en los cuales expusimos nuestros puntos de vista sobre diversas cuestiones, sólo mencionaré el Manifiesto del Partido Comunista ( 5), redactado en colaboración con Engels, y mi Discurso sobre el Libre cambio (6). Nuestros puntos de vista decisivos fueron expuestos, científicamente, aunque bajo la forma de una polémica, en mi escrito aparecido en 1847, y dirigido contra ProudhonMiseria de Filosofía. La impresión de una disertación sobre el Trabajo Asalariado (7), escrita en alemán y compuesta de conferencia que yo había dirigido al grupo de obreros alemanes de Bruselas, fue interrumpida por  la revolución de Febrero y mi consiguiente expulsión de Bélgica.
Nota del traductor
(5) El Segundo Congreso de la Liga de los Comunistas, reunido en Londres a fines de Noviembre de 1847, encargó a Marx y Engels la redacción de un manifiesto. Fue editado en alemán en Londres a comienzos de 1848.

(6) Discurso sobre la cuestión del Libre Cambio, pronunciado en la Asociación Democrática de Bruselas, en la sesión pública del 9 de enero, por Karl Marx.

(7) Las conferencias a que se refiere fueron dictadas en diciembre de 1847, inmediatamente antes de la redacción del Manifiesto. Marx preparó el texto para un editor de Bruselas, pero sólo fue publicado en la Reinische Zeitung en abril de 1849 con el Título de Trabajo Asalariado y Capital.

La publicación de la Neue  Reinische Zeitung, en 1848-49 y los acontecimientos posteriores interrumpieron mis estudios económicos, que no puede proseguir hasta 1850, en Londres, La prodigiosa cantidad de materiales para la historia de la Economía política amontonada en el British Museum; la situación tan favorable que ofrece Londres para la observación de la sociedad burguesa parecía entrar, por  el descubrimiento del oro californiano y australiano, me decidieron a comenzar de nuevo por el principio y a someter a examen crítico los nuevos materiales. Estos estudios me llevaron por sí mismos a investigaciones que parecían alejarse de mi objetivo y en las que sin embargo, tuve que detenerme algún tiempo. Pero lo que abrevió sobre todo el tiempo de que disponía fue la imperiosa necesidad de trabajar para vivir. Mi colaboración, comenzada hacía ocho años, en el New York Tribune, el primer periódico angloamericano, trajo consigo, ya que no me ocupo más que excepcionalmente de periodismo propiamente dicho, una extraordinaria dispersión de mis estudios. Sin embargo, los artículos sobre los acontecimientos notables que tenían lugar en Inglaterra y en el continente, formaban una parte tan considerable de mis aportaciones, que tuve que familiarizarme con detalles prácticos que no son del dominio de la ciencia propia de la economía política.
Con este esbozo del curso de mis estudios en el terreno de la economía política he querido hacer ver únicamente que mis opiniones, de cualquier manera que se juzgue por otra parte y aunque concuerden tan poco con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos y concienzudos estudios. Pero en umbral de la ciencia, como a la entrada del infierno debe colocarse esta advertencia:
                                     Qui si convien lasciare ogni sospetto
                                     Ogni viltá convien che qui sia morta (*)


(*)                                 Aquí se debe dejar cualquier recelo.
                                         Toda cobardía debe morir aquí 
                                (Dante, La Divina Comedia) (Nota del traductor)
KARL MARX
Londres, enero de 1859.






C. Marx

Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política
Escrito: En 1859.
Digitalización: Germán Zorba.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, marzo de 2001
Mis estudios profesionales eran los de jurisprudencia, de la que, sin embargo, sólo me preocupé como disciplina secundaria, junto a la filosofía y la historia. En 1842‑1843, siendo redactor de “Gaceta Renana”[1] me vi por primera vez en el trance difícil de tener que opinar sobre los llamados intereses materiales. Los debates de la Dieta renana sobre la tala furtiva y la parcelación de la propiedad de la tierra, la polémica oficial mantenida entre el señor von Schaper, por entonces gobernador de la provincia renana, y Gaceta Renana acerca de la situación de los campesinos de Mosela y, finalmente, los debates sobre el librecambio y el proteccionismo, fue lo que me movió a ocuparme por primera vez de cuestiones económicas. Por otra parte, en aquellos tiempos en que el buen deseo de “ir adelante” superaba en mucho el conocimiento de la materia, “Gaceta Renana” dejaba traslucir un eco del socialismo y del comunismo francés, tañido de un tenue matiz filosófico. Yo me declaré en contra de ese trabajo de aficionados, pero confesando al mismo tiempo sinceramente, en una controversia con la “Gaceta General” de Ausburgo[2] que mis estudios hasta ese entonces no me permitían aventurar ningún juicio acerca del contenido propiamente dicho de las tendencias francesas. Con tanto mayor deseo aproveché la ilusión de los gerentes de “Gaceta REnana”, quienes creían que suavizando la posición del periódico iban a conseguir que se revocase la sentencia de muerte ya decretada contra él, para retirarme de la escena pública a mi cuarto de estudio.


Mi primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho[3], trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los “Anales francoalemanes”[4], que se publicaban en París. Mi investigación me llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política. En Bruselas a donde me trasladé a consecuencia de una orden de destierro dictada por el señor Guizot proseguí mis estudios de economía política comenzados en París. El resultado general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que , por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.


Federico Engels, con el que yo mantenía un constante intercambio escrito de ideas desde la publicación de su genial bosquejo sobre la crítica de las categorías económicas (en los Deutsch‑Französische Jahrbücher)[5], había llegado por distinto camino (véase su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1845, se estableció también en Bruselas, acordamos elaborar en común la contraposición de nuestro punto de vista con el punto de vista ideológico de la filosofía alemana; en realidad, liquidar cuentas con nuestra conciencia filosófica anterior. El propósito fue realizado bajo la forma de una crítica de la filosofía poshegeliana[6]. El manuscrito ‑dos gruesos volúmenes en octavo‑ ya hacía mucho tiempo que había llegado a su sitio de publicación en Westfalia, cuando no enteramos de que nuevas circunstancias imprevistas impedían su publicación. En vista de eso, entregamos el manuscrito a la crítica roedora de los ratones, muy de buen grado, pues nuestro objeto principal: esclarecer nuestras propias ideas, ya había sido logrado. Entre los trabajos dispersos en que por aquel entonces expusimos al público nuestras ideas, bajo unos u otros aspectos, sólo citaré el Manifiesto del Partido Comunista escrito conjuntamente por Engels y por mí, y un Discurso sobre el librecambio, publicado por mí. Los puntos decisivos de nuestra concepción fueron expuestos por primera vez científicamente, aunque sólo en forma polémica, en la obra Miseria de la filosofía, etc., publicada por mí en 1847 y dirigida contra Proudhon. La publicación de un estudio escrito en alemán sobre el Trabajo asalariado[7], en el que recogía las conferencias que había dado acerca de este tema en la Asociación Obrera Alemana de Bruselas[8], que interrumpida por la revolución de febrero, que trajo como consecuencia mi alejamiento forzoso de Bélgica.
La publicación de la “Nueva Gaceta Renana” (1848‑1849) y los acontecimientos posteriores interrumpieron mis estudio económicos, que no pude reanudar hasta 1850, en Londres. El enorme material sobre la historia de la economía política acumulado en el British Museum, la posición tan favorable que brinda Londres para la observación de la sociedad burguesa y, finalmente, la nueva etapa de desarrollo en que parecía entrar ésta con el descubrimiento del oro en California y en Australia, me impulsaron a volver a empezar desde el principio, abriéndome paso, de un modo crítico, a través de los nuevos materiales. Estos estudios a veces me llevaban por sí mismos a campos aparentemente alejados y en los que tenía que detenerme durante más o menos tiempo. Pero lo que sobre todo reducía el tiempo de que disponía era la necesidad imperiosa de trabajar para vivir. Mi colaboración desde hace ya ocho años en el primer periódico anglo‑americano, el New York Daily Tribune, me obligaba a desperdigar extraordinariamente mis estudios, ya que sólo en casos excepcionales me dedico a escribir para la prensa correspondencias propiamente dichas. Sin embargo, los artículos sobre los acontecimientos económicos más salientes de Inglaterra y del continente formaba una parte tan importante de mi colaboración, que esto me obligaba a familiarizarme con una serie de detalles de carácter práctico situados fuera de la órbita de la verdadera ciencia de la economía política.
Este esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el campo de la economía política tiende simplemente a demostrar que mis ideas, cualquiera que sea el juicio que merezcan, y por mucho que choquen con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos años de concienzuda investigación. Pero en la puerta de la ciencia, como en la del infierno, debiera estamparse esta consigna:
Qui si convien lasciare ogni sospetto;
Ogni viltá convien che qui sia morta[9]
Londres, enero de 1859.
Publicado en el libro; Zur Kritik der plitischen Oekonomie von Karl Marx, Erstes Heft, Berlín 1859.


[1] Gaceta renana (“Rheinische Zeitung”): diario radical que se publicó en Colonia en 1842 y 1843. Marx fue su jefe de redacción desde el 15 de octubre de 1842 hasta el 18 de marzo de 1843.
[2] Gaceta general (“Allegemeine Zeitung”): diario alemán reaccionario fundado en 1798; desde 1810 hasta 1882 se editó en Ausburgo. En 1842 publicó una falsificación de las ideas del comunismo y el socialismo utópicos y Marx lo desenmascaró en su artículo “El comunismo y el Allegemeine Zeitung de Ausburgo”, que fue publicado en Rheinische Zeitung en octubre de 1842.
[3] C. Marx, Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel.
[4] Deutsch‑französische Jahrbücher (“Anales franco‑alemanes”): órgano de la propaganda revolucionaria y comunista, editado por Marx en parís, en el año 1844.
[5] “Anales franco‑alemanes”
[6] Marx y Engels, La ideología alemana.
[7] Marx, Trabajo asalariado y capital.
[8] La Asociación Obrera Alemana de Bruselas fue fundada por Marx y Engels a fines de agosto de 1847, con el fin de educar políticamente a los obreros  alemanes residentes en Bélgica y propagar entre ellos las ideas del comunismo científico. Bajo la dirección de Marx, Engels y sus compañeros, la sociedad se convirtió en un centro legal de unión de los proletarios revolucionarios alemanes en Bélgica y mantenía contacto directo con los clubes obreros flamencos y valones. Los mejores elementos de la asociación entraron luego en la organización de Bruselas de la Liga de los Comunistas. Las actividades de la Asociación Alemana en Bruselas se suspendieron poco después de la revolución burguesa de febrero de 1848 en Francia, debido al arresto y expulsión de sus miembros por la policía belga.
[9] Déjese aquí cuanto sea recelo;/ Mátese aquí cuanto sea vileza. (Dante, La divina comedia).




NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: He comprobado que la traducción que hace google es deficiente, pero lo importante del texto  son las notas de R .Rojas

En inglés
Karl Marx 1859
la Contribución a la Crítica de la Economía Política
Prefacio
Fuente: K. Marx, Contribución a la Crítica de la Economía Política, Editorial Progreso, Moscú, 1977, con algunas notas de R. Rojas.
A. Como una segunda nota al pie del Manifiesto Comunista, Engels escribió en 1888:

En 1847, la prehistoria de la sociedad, la organización social existente previa a la historia, [era] casi desconocido. Desde entonces, August von Haxthausen (1792-1866) descubrió la propiedad común de la tierra en Rusia, Georg Ludwig von Maurer demostró ser la base social de la que todas las razas teutónicas comenzaron en la historia, y, poco a poco, las comunidades rurales resultaron ser, o haber sido, la forma primitiva de la sociedad en todas partes de la India a Irlanda. La organización interna de esta sociedad comunista primitiva quedó al desnudo, en su forma típica, por (1.818 a 1861) descubrimiento coronación de Lewis Henry Morgan de la verdadera naturaleza de la gens y su relación con la tribu. Con la disolución de las comunidades primitivas, la sociedad comienza a ser diferenciado en clases separadas y finalmente antagónicas. He intentado volver sobre esta disolución en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, segunda edición, Stuttgart, 1886.


Por lo tanto, como la ciencia de la comprensión pre-historia progresaba (prehistoria siendo ese momento existen registros escritos antes de la civilización humana), Marx y Engels cambiaron su entendimiento y descripciones en consecuencia. En el texto anterior, Marx menciona modos "asiáticos" de producción. En ese momento, habían pensado civilización asiática fue la primera que se podría hablar de la humanidad (un entendimiento basado en Hegel, verEl Reino Oriental). Después de escribir el Grundrisse, dejaron caer la idea de un modo asiático distinta de la producción, y se mantienen cuatro formas básicas: tribal, antiguo, feudal y capitalista.


Karl Marx 1859
Contribución a la Crítica de la Economía Política



Los conceptos elementales del Materialismo Histórico, por Marta Harnecker (Siglo veintiuno editores, S.A. 1ª edición, abril 1969 (México) 36ª edición, diciembre 1976 (8ª.ed.España)





El Materialismo Histórico De Karl Marx




J. V. Stalin
SOBRE EL MATERIALISMO DIALECTICO Y EL MATERIALISMO HISTORICO
Septiembre de 1938







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