Programa de la Liga Spartakus y otros escritos Rosa Luxemburg
ÍNDICE EN MEMORIA DEL PARTIDO
“PROLETARIO”.........................................................................3
I.................................................................................................................................................3
II................................................................................................................................................5
III.............................................................................................................................................12
IV............................................................................................................................................18
V.............................................................................................................................................24
VI............................................................................................................................................26
VII...........................................................................................................................................30
MILITARISMO, GUERRA Y CLASE
OBRERA.........................................................................34
LOS OBJETIVOS DE SPARTAKUS (PROGRAMA DE LA LIGA
SPARTAKUS)...............................................................................41
I...............................................................................................................................................41
II..............................................................................................................................................42
III.............................................................................................................................................43
(Notas sobre la guerra, la cuestión nacional y la
revolución)..............................................48
Programa del Partido Comunista Alemán
(Liga Espartaco)
Adoptada en su Congreso Fundacional
de 30 de diciembre 1918 al 01 de enero 1919 [1]
Liga
Espartaquista
LOS OBJETIVOS DE SPARTAKUS (PROGRAMA DE LA LIGA SPARTAKUS)
LOS
OBJETIVOS DE SPARTAKUS
Berlín 1918
I
El 9 de
noviembre los obreros y soldados han destruido al antiguo régimen de Alemania.
En los campos de batalla de Francia se habían desvanecido las sanguinarias
ilusiones de la dominación mundial del sable prusiano. Las criminales bandas
que propiciaron el incendio universal y sumergido a Alemania en un mar de
sangre han tenido el final que merecían. Y el pueblo, engañado durante cuatro
años, que al servicio de Moloch había olvidado su obligación cultural, su
sentido del honor y el más mínimo residuo humanitario, ha despertado después de
cuatro años de su pétreo letargo, y se ha encontrado al borde del abismo.
El 9 de noviembre el proletariado alemán se ha
sublevado y se ha sacudido tan infame yugo. Los Hohenzollern han sido
derribados y en su lugar han sido elegidos Consejos de obreros y soldados.
Sin embargo, los Hohenzollern nunca fueron más que brazos ejecutores de la
burguesía imperialista y de la aristocracia latifundista. La burguesía y su
hegemonía de clase: he aquí el verdadero culpable de la guerra mundial, tanto
en Alemania como en Francia, en Rusia como en Gran Bretaña, en Europa como en
América. Los capitalistas de todos los países: ellos son los auténticos
instigadores de la matanza de los pueblos. El capital internacional: he aquí al
monstruo insaciable que ha engullido millones de vidas humanas con su boca
rezumando sangre.
La
guerra mundial ha colocado a la sociedad frente a una alternativa: la
continuación del capitalismo, con nuevas guerras y un próximo holocausto en el
caos y la anarquía o bien la liquidación de la explotación capitalista.
El
término de la guerra mundial es el testimonio definitivo que debe privar a la
burguesía de sus derechos de existencia. La burguesía ya no es capaz de sacar a
la sociedad del terrible desastre económico que ha dejado la orgía
imperialista.
Infinidad de medios de producción han sido
destruidos, millones de obreros, los mejores y más laboriosos hombres de la
clase obrera, han sido sacrificados. A los que han quedado con vida, les
aguarda al regreso el desempleo. El hambre y las enfermedades amenazan con
destruir de raíz las fuerzas del pueblo. La bancarrota financiera del Estado se
anuncia como resultado inevitable de las deudas de guerra.
Para salir de ese desorden sangriento y
escapar al abismo, no hay otro recurso, no queda otra vía, otra salvación, que
el socialismo. Solamente la revolución mundial del proletariado puede
introducir la armonía en ese caos, puede asegurar pan y trabajo para todos,
puede poner punto final a la matanza entre los pueblos y aportar a la humanidad
agotada lo único que ansía después de tanta destrucci6n: la Paz, la Libertad,
una verdadera civilización. ¡Abajo la
explotación! He aquí la consigna del momento. El trabajo asalariado y la
hegemonía de clase deben sustituirse por el trabajo cooperativista. Los
instrumentos de trabajo deben de dejar de ser monopolio de una clase, deben ser
convertidos en bien común. ¡Basta de explotadores y de explotados! Regulación
de la producción y distribución de los productos en interés de la comunidad.
Abolición no sólo de las formas de producción actuales, basadas en Ia
explotación y el robo, sino también del actual comercio, que no es más que
fraude.
En lugar de los patronos y sus esclavos
asalariados, es necesario implantar la libre cooperación entre compañeros de
trabajo. El trabajo ya no será más una tortura cuando sea un deber para todo el
mundo. Una existencia humana digna para todo aquel que cumpla para con la
sociedad. Que el hambre deje de ser a partir de hoy la gran maldición del trabajo,
para ser el castigo de los parásitos.
Sólo en una sociedad así serán erradicados
el odio entre los pueblos y el vasallaje. Solamente a través del advenimiento
de esta sociedad la tierra dejara de ser violada por el asesinato de hombres.
Solamente entonces podremos decir: esta guerra es la última de las guerras.
En esta hora el socialismo es la única
esperanza de salvación de la humanidad. Por encima de las murallas del mundo
capitalista que se desmoronan, brillan con fulgor de fuego las palabras del
Manifiesto Comunista: “Socialismo o barbarie”
II
La realización del orden social socialista
es la tarea más gigantesca que jamás le haya correspondido a una dase y a una
revolución en toda la historia de la humanidad. Tal tarea implica una total
transformación del Estado, una subversión general de todas las bases económicas
y sociales del mundo actual.
Esa
transformación y esa subversión, no pueden ser decretadas por una autoridad
cualquiera, un comité o un parlamento. La iniciativa y su materialización
solamente pueden partir y ser realizadas por las masas populares.
En todas las revoluciones precedentes fue
una pequeña minoría del pueblo la que tome la dirección de una lucha revolucionaria,
la que le confirió una orientación y se sirvió de las masas como instrumento
para conducir a la victoria los intereses de la minoría. La revolución
socialista es la primera que puede alcanzar la victoria de los intereses de una
gran mayoría del pueblo, a través de la acción de la gran mayoría que son los trabajadores.
La masa proletaria está llamada no solamente
a marcar con nítidos conocimientos unos objetivos y orientaciones a la
Revolución. Debe también, por sí misma, por su propia actividad, poner en
marcha el socialismo, darle vida
La esencia de la sociedad socialista consiste
en que la gran masa de los trabajadores cesa de ser una masa dirigida, para
convertirse en una masa que vive ya por sí misma la vida en toda su plenitud
política y económica, y la encauza por autodeterminación.
Desde las instancias superiores del Estado
hasta el último rincón municipal, la masa proletaria debe liquidar los tradicionales
órganos de dominación producto de la hegemonía burguesa: consejos de Estado,
parlamentos, concejos municipales, para sustituirlos por sus propios órganos de
clase, los Consejos de obreros y soldados, con los que deberá ocupar todos los
cargos, asumir todas las funciones, calibrar todas las necesidades sociales y
adaptar sus intereses de clase a las tareas socialistas. Solamente una
recíproca influencia, permanentemente viva, entre las masas populares y sus
órganos, los Consejos de obreros y soldados, puede asegurar la evolución de la
sociedad en un espíritu socialista.
Igualmente, la transformación económica no
puede materializarse si no es a través de un proceso basado en la acción de las
masas proletarias. Los decretos escuetos emanados de instancias revolucionarias
superiores son en sí mismos fórmulas vacías. Solamente la masa obrera podrá clarificarse
los objetivos y las palabras. En lucha encarnizada contra el capital, cuerpo a
cuerpo, fábrica por fábrica, en la presión directa de las masas, mediante la
huelga, mediante la construcción de sus órganos permanentes, los obreros pueden
adueñarse del control de la producción y, finalmente, hacerse con la dirección
efectiva.
Las
masas proletarias deben aprender a superar su estadio de simples máquinas
muertas que el capitalista aplica al proceso de producción, y convertirse en dirigentes
pensantes, libres, protagonistas de esa misma producción social. Deben adquirir
el sentimiento de su responsabilidad como miembros de la colectividad, única
depositaria de toda la riqueza social. Deben de mostrar su celo cuando el
látigo patronal haya desaparecido y sostener una productividad que no requiera
la vigilancia capitalista. Disciplina sin control y orden sin dominación. El
más elevado idealismo en interés de la colectividad y el espíritu de iniciativa
de un auténtico civismo son para la sociedad socialista una base moral
indispensable, como la estupidez, el egoísmo y la corrupción lo son para el
capitalismo.
Todas estas virtudes cívicas del
socialismo, al igual que los conocimientos y las capacidades necesarias para
conducir las empresas socialistas, solamente pueden ser adquiridas por las
masas obreras a través de su propia actividad, de su propia experiencia.
La socialización de la sociedad no puede ser
alcanzada por otra vía que no sea la lucha infatigable de las masas obreras en
toda su profundidad y en todos los lugares en donde el trabajo se enfrenta al
capital, el pueblo a la dominación de clase de la burguesía. La liberación de
la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera.
III
En las revoluciones burguesas, la sangre
derramada, el terror y la muerte política fueron el arma indispensable
utilizada por las clases hegemónicas.
La revolución proletaria no precisa de
terror alguno para alcanzar sus objetivos. Odia y aborrece el asesinato. No
tiene necesidad de este medio de lucha, porque no combate a individuos, sino a
instituciones, porque no sale a escena con ingenuas ilusiones, cuyas
decepciones hubiera de vengar sanguinariamente. No es la tentativa desesperada
de una minoría que busca modelar el mundo a su imagen y semejanza por medios
violentos, sino la acción de amplias masas de millones de individuos llamados a
realizar la misión histórica y a transformar las necesidades históricas en
realidades.
Sin embargo, la revolución proletaria es al
mismo tiempo el velo fúnebre de todo vasallaje, de toda opresión. Por ello
todos los capitalistas, latifundistas, pequeñoburgueses, oficiales y todos los
aprovechados y los parásitos de la explotación y de la dominación de clase se
alzan como un solo hombre en esta lucha por la vida o la muerte en contra de la
revolución proletaria.
Es una ilusión creer que los capitalistas
se avendrán plácidamente a acatar los veredictos socialistas de un parlamento,
de una asamblea nacional. Es ilusorio creer que renunciarán a sus bienes, a sus
beneficios, a sus privilegios derivados de la explotación. Todas las clases
dominantes siempre han defendido encarnizadamente sus privilegios hasta el último
aliento. Tanto los patricios romanos como los barones feudales de la Edad
Media, los caballeros ingleses como los mercaderes de esclavos americanos, los
boyardos de Valaquia como los fabricantes textiles de Lyon, todos ellos han
sido los responsables de matanzas, todos ellos han vertido ríos de sangre, han
dejado rastros de cadáveres, cenizas y ruinas, han recurrido a la guerra civil
y a la alta traición con el único objeto de mantener sus privilegios y sus
poderes.
La clase de los capitalistas imperialistas,
último eslabón de las castas explotadoras, ha superado en brutalidad, en
cinismo y en maldad a todos sus predecesores. Para defender el sancta sanctorum
de su existencia, sus beneficios y privilegios de la explotación, esa clase
empleará los dientes y las uñas, utilizará al máximo cada uno de los métodos
fríamente implacables que han aparecido cotidianamente en la historia política
colonial y en la última guerra mundial. Esa clase desencadenará el cielo y el
infierno contra la revolución proletaria. Movilizará al campesinado contra las
ciudades, excitará a los sectores más atrasados e ignorantes del proletariado
contra su propia vanguardia. Hará de sus oficiales organizadores de masacres,
paralizará cada decisión socialista mediante las mil y una tretas de la
resistencia pasiva. Lanzará a la garganta de la revolución bandas de
delincuentes. Recurrirá incluso al enemigo exterior, al sable asesino de los
Clemenceau, Lloyd George y Wilson, para salvar su dominio interior.
Transformará el país en un caos de ruinas humeantes, antes de renunciar a
suprimir de buen grado la esclavitud del asalariado.
Todas esas resistencias deberán ser quebradas
paso a paso, una por una, con un puño férreo, con una energía infatigable. Es
necesario oponer a la violencia de la contrarrevolución burguesa la violencia
revolucionaria del proletariado. Frente a las emboscadas, las trampas y las
triquiñuelas de la burguesía, hay que oponer la claridad de objetivos, la
vigilancia y la iniciativa permanente de las masas proletarias. Frente al
peligro amenazador de la contrarrevolución, el armamento del pueblo y el
desarme de las clases poseedoras. Frente a las maniobras burguesas de
obstrucción parlamentaria, la intensa organización de las masas de obreros y
soldados. Frente a la omnipresencia y la potencia de los medios del poder de la
sociedad burguesa, la potencia elevada a su más alto grado de concentración, de
cohesión e intensidad de toda la clase trabajadora. Oponer el frente de todo el
proletariado alemán: meridional y septentrional, urbano y campesino, obrero y
militar, el contacto vivo y activo de la revolución alemana con la
Internacional: la ampliación de la revolución alemana para convertirla en
revolución mundial del proletariado, éste será el fundamento indispensable para
asegurar la edificación del futuro.
La lucha por el socialismo es la más
violenta de las guerras civiles que la historia haya presenciado jamás, y la
revolución proletaria debe tomar todas las disposiciones necesarias en vistas
de esa guerra. Debe aprender a utilizarlas, a combatir y a vencer
Este equipamiento de las masas compactas del
pueblo trabajador con todo el poder político para la revolución, no es otra
cosa que la Dictadura del Proletariado y, por consiguiente, la verdadera
democracia. No es allí donde los esclavos asalariados y los capitalistas, los
campesinos pobres y los latifundistas se sientan juntos, en pie de igualdad,
para debatir sus “intereses comunes” a la manera parlamentaria, sino allí donde
las masas proletarias, los millones de proletarios toman en sus manos
endurecidas por el trabajo el martillo del poder, como Júpiter el suyo,
golpeando con él en la nuca de la clase dominante, donde podrá realizarse la
verdadera democracia, aquélla que no es un engaño al pueblo.
Para posibilitar al proletariado el
cumplimiento de las citadas tareas, la Liga Spartakus exige:
A) Medidas inmediatas para la
protección de la Revolución
1) Desarme
de la policía, de los oficiales y de los soldados no-proletarios. Desarme de
todos los miembros pertenecientes a la clase dominante.
2) Incautación de todos los depósitos de
armamento y munición, así como de las fábricas de armamento, por los Consejos
de obreros y soldados.
3)
Distribución de armamento a toda la población proletaria masculina y adulta,
organizada como milicia obrera. Formación de una Guardia Roja formada por
proletarios, como sector activo de la milicia encargada de la defensa
permanente de la revolución contra los golpes de fuerza de la reacción y los
traidores.
4) Supresión
del mando de jefes, oficiales y suboficiales. Sustitución de la obediencia
ciega por la disciplina voluntaria de los soldados. Elegibilidad de todos los
superiores por la tropa, que podrá revocarlos en todo momento. Supresión de la
justicia militar.
5) Exclusión
de oficiales e individuos abandonistas de todos los Consejos de soldados.
6) Supresión
de todos los órganos políticos y administrativos del antiguo régimen, que serán
sustituidos por hombres de confianza de los Consejos de obreros y soldados.
7) Creación
de un tribunal revolucionario que, en última instancia, juzgará a los
principales responsables de la guerra y de su prolongación: los dos
Hohenzollern, Ludendorff, Hindenburg, Tirpitz y sus cómplices, al igual que a
todos los conspiradores y contrarrevolucionarios.
8)
Requisamiento inmediato de todos los alimentos para asegurar la alimentación
del pueblo
B) Primeras medidas políticas y
sociales
1)
Liquidación de los Estados autónomos dentro del Reich. Establecimiento de la
República socialista unitaria de Alemania.
2) Supresión
de todos los parlamentos y concejos municipales, cuyas funciones serán asumidas
por los Consejos de obreros y soldados y por los comités y órganos que éstos
deleguen.
3)
Elecciones de Consejos de obreros en toda Alemania por parte de toda la
población obrera de ambos sexos, en la ciudad y en el campo, sobre la base de
la empresa. Asimismo, elecciones para los Consejos de soldados por parte de la
tropa, excluyendo a los oficiales y los abandonistas. Derecho de los obreros y
soldados a revocar en cualquier momento a sus representantes.
4) Elección
de delegados de los Consejos de obreros y soldados de toda Alemania para el Consejo
central de los Consejos, en cuyo seno será elegido un Consejo ejecutivo como
instancia suprema del poder legislativo y ejecutivo.
5) Reunión
del Consejo central de los Consejos al menos cada tres meses (previa reelección
de todos los delegados) con el fin de mantener un constante control de la
actividad del Consejo Ejecutivo y establecer una viva relación entre la masa de
los consejos locales de obreros y soldados y el máximo organismo representativo
del país. Derecho de los Consejos locales de obreros y soldados a revocar y
reemplazar en cualquier momento a sus representantes en el Consejo central, en
caso de que éstos no se ajustasen al sentido de sus mandatos. Derecho del
Ejecutivo a nombrar y revocar a los comisarios del pueblo y a todas las autoridades
y los funcionarios de la administración central.
6) Abolición
de todos los privilegios de clase, órdenes y títulos. Igualdad completa de los
sexos ante la ley y ante la sociedad.
7)
Introducción de leyes sociales decisivas. Reducción de la jornada laboral con
el fin de solucionar el problema del desempleo, teniendo en cuenta la
disminución de las condiciones físicas de los obreros a causa de la guerra
mundial. Jornada laboral máxima de seis horas.
8) Transformación inmediata de las condiciones
de alimentación, vivienda, higiene y educación en el sentido y el espíritu de
la revolución proletaria.
C) Reivindicaciones económicas
inmediatas
1)
Confiscación de todas las fortunas e ingresos dinásticos en beneficio de la
colectividad.
2) Anulación de todas las deudas del Estado y
cualquier otro tipo de deuda pública, así como de todos los empréstitos de
guerra, a excepción de las suscripciones inferiores a cierto nivel, el cual
será establecido por el Consejo central de los Consejos de obreros y soldados.
3)
Expropiación de las tierras de todas las empresas agrarias, grandes y medianas.
Formación de cooperativas agrícolas socialistas bajo una dirección unificada y
centralizada en todo el país. Las pequeñas empresas agrícolas permanecerán en
manos de sus propietarios hasta que éstos decidan ingresar voluntariamente en
las cooperativas socialistas.
4) Nacionalización de todos los bancos, minas,
y de todas las grandes empresas industriales y comerciales por la República de
los Consejos.
5) Expropiación de todas las fortunas a partir
de determinado nivel, que será fijado por el Consejo central.
6) La
República de los Consejos se hará cargo de todos los transportes públicos.
7) Elección,
en cada fábrica, de un consejo que deberá gestionar los asuntos internos de acuerdo
con los Consejos de obreros, es decir, deberá establecer las condiciones de
trabajo, controlar la producción y, finalmente, sustituir a la dirección de la
empresa.
8) Formación
de una Comisión Central de Huelgas, que en constante contacto con los delegados
de los Consejos de fábricas, conferirá al movimiento huelguístico de todo el
país la necesaria coordinación, una dirección socialista y un enérgico apoyo
por parte del poder político de los Consejos de obreros y soldados.
D) Objetivos internacionales
Establecimiento inmediato de relaciones con
los partidos hermanos del extranjero para establecer la revolución socialista
sobre una base internacional y para imponer y mantener la paz por la fraternización
internacional y el levantamiento revolucionario del proletariado mundial.
E) Objetivos de la Liga Spartakus.
Porque Spartakus es el velador, el impulsor,
la consciencia socialista de la Revolución, es el objeto del odio, de las
persecuciones y de las calumnias de todos los enemigos declarados o secretos de
la revolución y del proletariado.
¡Crucificadla!, gritan los capitalistas que
tiemblan por sus cajas de caudales.
¡Crucificadla!, gritan los pequeñoburgueses,
los oficiales, los antisemitas, los lacayos de la prensa burguesa, que tiemblan
por la fuente de ingresos de la dominación burguesa.
¡Crucificadla!, claman los Scheidemann, que
al igual que Judas han vendido los obreros a la burguesía y que temen por las
treinta monedas de plata que han recibido por sus servicios.
¡Crucificadla!, suena todavía el eco de
sectores ignorantes y engañados de obreros y soldados, que no comprenden que,
en realidad, al revolverse contra la Liga Spartakus, están dirigiendo su furor
contra su propio cuerpo y su propia sangre.
En el odio y en la calumnia contra la Liga
Spartakus se dan cita todo contrarrevolucionario, todo individuo hostil al
pueblo, todo enemigo del socialismo, todo aquél que tiene una doble cara, todo
ignorante que no consigue descubrir la verdad. Ello demuestra que Spartakus es
el corazón de la revolución y que el futuro le pertenece.
La Liga Spartakus no es un partido que
pretenda el poder por encima o a través de las masas.
La Liga Spartakus únicamente pretende ser en
cualquier circunstancia el sector más consciente de un objetivo común. El
sector que a cada paso del camino recorrido por la gran masa obrera llama por
el presente consciente de las tareas históricas. El sector que en cada estadio
particular de la revolución recuerda los objetivos finales y que en cada
cuestión local o nacional recuerda los intereses de la revolución mundial de
los proletarios.
La
Liga Spartakus rechaza compartir el poder gubernamental con hombres de paja de
la burguesía, los Ebert-Scheidemann. Con ese tipo de colaboración traicionan
los principios del socialismo y refuerzan la contrarrevolución, paralizando la
revolución.
Asimismo, la Liga Spartakus rechazaría
acceder al poder porque los Ebert-Scheidemann hayan cubierto su ciclo, y porque
los Independientes, por su política colaboracionista, se encuentren en un
callejón sin salida.
Si la Liga Spartakus llegara a ocupar el
poder sería bajo la forma de voluntad clara e indudable de la gran mayoría de
las masas proletarias de toda Alemania, como expresión de la consciente
adhesión de esas masas a las perspectivas, objetivos y métodos de lucha
propagados por la Liga Spartakus.
La revolución proletaria no puede abrirse
camino hacia la total claridad y la plena madurez más que de modo gradual, paso
a paso, a lo largo de un amplio y largo camino de sufrimientos, plagado de
victorias y de derrotas. La victoria de Spartakus no se sitúa al principio de
ese camino, sino al final de la revolución. Ella se identifica con la victoria
definitiva de las masas, objetivo que ocupa ya a millones de mentes que acaban
de comenzar a caminar por la vía del socialismo.
¡En pie, proletario! ¡A la lucha! Hay todo
un mundo por conquistar y un mundo entero a combatir. En esta batalla de clases
de la historia mundial por los más elevados objetivos de la humanidad no existe
la posibilidad de diálogo con el enemigo. El único lenguaje que entiende ese
enemigo es el de los pulgares en los ojos y las rodillas sobre el pecho.
El
luxemburguismo en España: y 4. Obras
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