viernes, 18 de septiembre de 2015

Programa de la Liga Spartakus y otros escritos Rosa Luxemburg



 Programa de la Liga Spartakus y otros escritos Rosa Luxemburg
ÍNDICE EN MEMORIA DEL PARTIDO “PROLETARIO”.........................................................................3 I.................................................................................................................................................3 II................................................................................................................................................5 III.............................................................................................................................................12 IV............................................................................................................................................18 V.............................................................................................................................................24 VI............................................................................................................................................26 VII...........................................................................................................................................30 MILITARISMO, GUERRA Y CLASE OBRERA.........................................................................34
LOS OBJETIVOS DE SPARTAKUS (PROGRAMA DE LA LIGA SPARTAKUS)...............................................................................41 I...............................................................................................................................................41 II..............................................................................................................................................42 III.............................................................................................................................................43 (Notas sobre la guerra, la cuestión nacional y la revolución)..............................................48



Programa del Partido Comunista Alemán
(Liga Espartaco)
Adoptada en su Congreso Fundacional
de 30 de diciembre 1918 al 01 de enero 1919 [1]



Liga Espartaquista


LOS OBJETIVOS DE SPARTAKUS (PROGRAMA DE LA LIGA SPARTAKUS)

LOS OBJETIVOS DE SPARTAKUS

Berlín 1918
                                                            I
El 9 de noviembre los obreros y soldados han destruido al antiguo régimen de Alemania. En los campos de batalla de Francia se habían desvanecido las sanguinarias ilusiones de la dominación mundial del sable prusiano. Las criminales bandas que propiciaron el incendio universal y sumergido a Alemania en un mar de sangre han tenido el final que merecían. Y el pueblo, engañado durante cuatro años, que al servicio de Moloch había olvidado su obligación cultural, su sentido del honor y el más mínimo residuo humanitario, ha despertado después de cuatro años de su pétreo letargo, y se ha encontrado al borde del abismo.


 El 9 de noviembre el proletariado alemán se ha sublevado y se ha sacudido tan infame yugo. Los Hohenzollern han sido derribados y en su lugar han sido elegidos Consejos de obreros y soldados.

 Sin embargo, los Hohenzollern nunca fueron más que brazos ejecutores de la burguesía imperialista y de la aristocracia latifundista. La burguesía y su hegemonía de clase: he aquí el verdadero culpable de la guerra mundial, tanto en Alemania como en Francia, en Rusia como en Gran Bretaña, en Europa como en América. Los capitalistas de todos los países: ellos son los auténticos instigadores de la matanza de los pueblos. El capital internacional: he aquí al monstruo insaciable que ha engullido millones de vidas humanas con su boca rezumando sangre.


    La guerra mundial ha colocado a la sociedad frente a una alternativa: la continuación del capitalismo, con nuevas guerras y un próximo holocausto en el caos y la anarquía o bien la liquidación de la explotación capitalista.


    El término de la guerra mundial es el testimonio definitivo que debe privar a la burguesía de sus derechos de existencia. La burguesía ya no es capaz de sacar a la sociedad del terrible desastre económico que ha dejado la orgía imperialista.


   Infinidad de medios de producción han sido destruidos, millones de obreros, los mejores y más laboriosos hombres de la clase obrera, han sido sacrificados. A los que han quedado con vida, les aguarda al regreso el desempleo. El hambre y las enfermedades amenazan con destruir de raíz las fuerzas del pueblo. La bancarrota financiera del Estado se anuncia como resultado inevitable de las deudas de guerra.
   Para salir de ese desorden sangriento y escapar al abismo, no hay otro recurso, no queda otra vía, otra salvación, que el socialismo. Solamente la revolución mundial del proletariado puede introducir la armonía en ese caos, puede asegurar pan y trabajo para todos, puede poner punto final a la matanza entre los pueblos y aportar a la humanidad agotada lo único que ansía después de tanta destrucci6n: la Paz, la Libertad, una verdadera civilización. ¡Abajo la explotación! He aquí la consigna del momento. El trabajo asalariado y la hegemonía de clase deben sustituirse por el trabajo cooperativista. Los instrumentos de trabajo deben de dejar de ser monopolio de una clase, deben ser convertidos en bien común. ¡Basta de explotadores y de explotados! Regulación de la producción y distribución de los productos en interés de la comunidad. Abolición no sólo de las formas de producción actuales, basadas en Ia explotación y el robo, sino también del actual comercio, que no es más que fraude.


   En lugar de los patronos y sus esclavos asalariados, es necesario implantar la libre cooperación entre compañeros de trabajo. El trabajo ya no será más una tortura cuando sea un deber para todo el mundo. Una existencia humana digna para todo aquel que cumpla para con la sociedad. Que el hambre deje de ser a partir de hoy la gran maldición del trabajo, para ser el castigo de los parásitos.


   Sólo en una sociedad así serán erradicados el odio entre los pueblos y el vasallaje. Solamente a través del advenimiento de esta sociedad la tierra dejara de ser violada por el asesinato de hombres. Solamente entonces podremos decir: esta guerra es la última de las guerras.


   En esta hora el socialismo es la única esperanza de salvación de la humanidad. Por encima de las murallas del mundo capitalista que se desmoronan, brillan con fulgor de fuego las palabras del Manifiesto Comunista: “Socialismo o barbarie”

                                                          II

   La realización del orden social socialista es la tarea más gigantesca que jamás le haya correspondido a una dase y a una revolución en toda la historia de la humanidad. Tal tarea implica una total transformación del Estado, una subversión general de todas las bases económicas y sociales del mundo actual.


     Esa transformación y esa subversión, no pueden ser decretadas por una autoridad cualquiera, un comité o un parlamento. La iniciativa y su materialización solamente pueden partir y ser realizadas por las masas populares.


    En todas las revoluciones precedentes fue una pequeña minoría del pueblo la que tome la dirección de una lucha revolucionaria, la que le confirió una orientación y se sirvió de las masas como instrumento para conducir a la victoria los intereses de la minoría. La revolución socialista es la primera que puede alcanzar la victoria de los intereses de una gran mayoría del pueblo, a través de la acción de la gran mayoría que son los trabajadores.


  La masa proletaria está llamada no solamente a marcar con nítidos conocimientos unos objetivos y orientaciones a la Revolución. Debe también, por sí misma, por su propia actividad, poner en marcha el socialismo, darle vida


  La esencia de la sociedad socialista consiste en que la gran masa de los trabajadores cesa de ser una masa dirigida, para convertirse en una masa que vive ya por sí misma la vida en toda su plenitud política y económica, y la encauza por autodeterminación.


  Desde las instancias superiores del Estado hasta el último rincón municipal, la masa proletaria debe liquidar los tradicionales órganos de dominación producto de la hegemonía burguesa: consejos de Estado, parlamentos, concejos municipales, para sustituirlos por sus propios órganos de clase, los Consejos de obreros y soldados, con los que deberá ocupar todos los cargos, asumir todas las funciones, calibrar todas las necesidades sociales y adaptar sus intereses de clase a las tareas socialistas. Solamente una recíproca influencia, permanentemente viva, entre las masas populares y sus órganos, los Consejos de obreros y soldados, puede asegurar la evolución de la sociedad en un espíritu socialista.


   Igualmente, la transformación económica no puede materializarse si no es a través de un proceso basado en la acción de las masas proletarias. Los decretos escuetos emanados de instancias revolucionarias superiores son en sí mismos fórmulas vacías. Solamente la masa obrera podrá clarificarse los objetivos y las palabras. En lucha encarnizada contra el capital, cuerpo a cuerpo, fábrica por fábrica, en la presión directa de las masas, mediante la huelga, mediante la construcción de sus órganos permanentes, los obreros pueden adueñarse del control de la producción y, finalmente, hacerse con la dirección efectiva.


    Las masas proletarias deben aprender a superar su estadio de simples máquinas muertas que el capitalista aplica al proceso de producción, y convertirse en dirigentes pensantes, libres, protagonistas de esa misma producción social. Deben adquirir el sentimiento de su responsabilidad como miembros de la colectividad, única depositaria de toda la riqueza social. Deben de mostrar su celo cuando el látigo patronal haya desaparecido y sostener una productividad que no requiera la vigilancia capitalista. Disciplina sin control y orden sin dominación. El más elevado idealismo en interés de la colectividad y el espíritu de iniciativa de un auténtico civismo son para la sociedad socialista una base moral indispensable, como la estupidez, el egoísmo y la corrupción lo son para el capitalismo.


    Todas estas virtudes cívicas del socialismo, al igual que los conocimientos y las capacidades necesarias para conducir las empresas socialistas, solamente pueden ser adquiridas por las masas obreras a través de su propia actividad, de su propia experiencia.


   La socialización de la sociedad no puede ser alcanzada por otra vía que no sea la lucha infatigable de las masas obreras en toda su profundidad y en todos los lugares en donde el trabajo se enfrenta al capital, el pueblo a la dominación de clase de la burguesía. La liberación de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera.

                                                            III


    En las revoluciones burguesas, la sangre derramada, el terror y la muerte política fueron el arma indispensable utilizada por las clases hegemónicas.


    La revolución proletaria no precisa de terror alguno para alcanzar sus objetivos. Odia y aborrece el asesinato. No tiene necesidad de este medio de lucha, porque no combate a individuos, sino a instituciones, porque no sale a escena con ingenuas ilusiones, cuyas decepciones hubiera de vengar sanguinariamente. No es la tentativa desesperada de una minoría que busca modelar el mundo a su imagen y semejanza por medios violentos, sino la acción de amplias masas de millones de individuos llamados a realizar la misión histórica y a transformar las necesidades históricas en realidades.


   Sin embargo, la revolución proletaria es al mismo tiempo el velo fúnebre de todo vasallaje, de toda opresión. Por ello todos los capitalistas, latifundistas, pequeñoburgueses, oficiales y todos los aprovechados y los parásitos de la explotación y de la dominación de clase se alzan como un solo hombre en esta lucha por la vida o la muerte en contra de la revolución proletaria.


    Es una ilusión creer que los capitalistas se avendrán plácidamente a acatar los veredictos socialistas de un parlamento, de una asamblea nacional. Es ilusorio creer que renunciarán a sus bienes, a sus beneficios, a sus privilegios derivados de la explotación. Todas las clases dominantes siempre han defendido encarnizadamente sus privilegios hasta el último aliento. Tanto los patricios romanos como los barones feudales de la Edad Media, los caballeros ingleses como los mercaderes de esclavos americanos, los boyardos de Valaquia como los fabricantes textiles de Lyon, todos ellos han sido los responsables de matanzas, todos ellos han vertido ríos de sangre, han dejado rastros de cadáveres, cenizas y ruinas, han recurrido a la guerra civil y a la alta traición con el único objeto de mantener sus privilegios y sus poderes.


   La clase de los capitalistas imperialistas, último eslabón de las castas explotadoras, ha superado en brutalidad, en cinismo y en maldad a todos sus predecesores. Para defender el sancta sanctorum de su existencia, sus beneficios y privilegios de la explotación, esa clase empleará los dientes y las uñas, utilizará al máximo cada uno de los métodos fríamente implacables que han aparecido cotidianamente en la historia política colonial y en la última guerra mundial. Esa clase desencadenará el cielo y el infierno contra la revolución proletaria. Movilizará al campesinado contra las ciudades, excitará a los sectores más atrasados e ignorantes del proletariado contra su propia vanguardia. Hará de sus oficiales organizadores de masacres, paralizará cada decisión socialista mediante las mil y una tretas de la resistencia pasiva. Lanzará a la garganta de la revolución bandas de delincuentes. Recurrirá incluso al enemigo exterior, al sable asesino de los Clemenceau, Lloyd George y Wilson, para salvar su dominio interior. Transformará el país en un caos de ruinas humeantes, antes de renunciar a suprimir de buen grado la esclavitud del asalariado.


  Todas esas resistencias deberán ser quebradas paso a paso, una por una, con un puño férreo, con una energía infatigable. Es necesario oponer a la violencia de la contrarrevolución burguesa la violencia revolucionaria del proletariado. Frente a las emboscadas, las trampas y las triquiñuelas de la burguesía, hay que oponer la claridad de objetivos, la vigilancia y la iniciativa permanente de las masas proletarias. Frente al peligro amenazador de la contrarrevolución, el armamento del pueblo y el desarme de las clases poseedoras. Frente a las maniobras burguesas de obstrucción parlamentaria, la intensa organización de las masas de obreros y soldados. Frente a la omnipresencia y la potencia de los medios del poder de la sociedad burguesa, la potencia elevada a su más alto grado de concentración, de cohesión e intensidad de toda la clase trabajadora. Oponer el frente de todo el proletariado alemán: meridional y septentrional, urbano y campesino, obrero y militar, el contacto vivo y activo de la revolución alemana con la Internacional: la ampliación de la revolución alemana para convertirla en revolución mundial del proletariado, éste será el fundamento indispensable para asegurar la edificación del futuro.


   La lucha por el socialismo es la más violenta de las guerras civiles que la historia haya presenciado jamás, y la revolución proletaria debe tomar todas las disposiciones necesarias en vistas de esa guerra. Debe aprender a utilizarlas, a combatir y a vencer
   Este equipamiento de las masas compactas del pueblo trabajador con todo el poder político para la revolución, no es otra cosa que la Dictadura del Proletariado y, por consiguiente, la verdadera democracia. No es allí donde los esclavos asalariados y los capitalistas, los campesinos pobres y los latifundistas se sientan juntos, en pie de igualdad, para debatir sus “intereses comunes” a la manera parlamentaria, sino allí donde las masas proletarias, los millones de proletarios toman en sus manos endurecidas por el trabajo el martillo del poder, como Júpiter el suyo, golpeando con él en la nuca de la clase dominante, donde podrá realizarse la verdadera democracia, aquélla que no es un engaño al pueblo.


   Para posibilitar al proletariado el cumplimiento de las citadas tareas, la Liga Spartakus exige:


A) Medidas inmediatas para la protección de la Revolución


1) Desarme de la policía, de los oficiales y de los soldados no-proletarios. Desarme de todos los miembros pertenecientes a la clase dominante.


 2) Incautación de todos los depósitos de armamento y munición, así como de las fábricas de armamento, por los Consejos de obreros y soldados.


3) Distribución de armamento a toda la población proletaria masculina y adulta, organizada como milicia obrera. Formación de una Guardia Roja formada por proletarios, como sector activo de la milicia encargada de la defensa permanente de la revolución contra los golpes de fuerza de la reacción y los traidores.


4) Supresión del mando de jefes, oficiales y suboficiales. Sustitución de la obediencia ciega por la disciplina voluntaria de los soldados. Elegibilidad de todos los superiores por la tropa, que podrá revocarlos en todo momento. Supresión de la justicia militar.


5) Exclusión de oficiales e individuos abandonistas de todos los Consejos de soldados.


6) Supresión de todos los órganos políticos y administrativos del antiguo régimen, que serán sustituidos por hombres de confianza de los Consejos de obreros y soldados.


7) Creación de un tribunal revolucionario que, en última instancia, juzgará a los principales responsables de la guerra y de su prolongación: los dos Hohenzollern, Ludendorff, Hindenburg, Tirpitz y sus cómplices, al igual que a todos los conspiradores y contrarrevolucionarios.


8) Requisamiento inmediato de todos los alimentos para asegurar la alimentación del pueblo


B) Primeras medidas políticas y sociales
1) Liquidación de los Estados autónomos dentro del Reich. Establecimiento de la República socialista unitaria de Alemania.


2) Supresión de todos los parlamentos y concejos municipales, cuyas funciones serán asumidas por los Consejos de obreros y soldados y por los comités y órganos que éstos deleguen.


3) Elecciones de Consejos de obreros en toda Alemania por parte de toda la población obrera de ambos sexos, en la ciudad y en el campo, sobre la base de la empresa. Asimismo, elecciones para los Consejos de soldados por parte de la tropa, excluyendo a los oficiales y los abandonistas. Derecho de los obreros y soldados a revocar en cualquier momento a sus representantes.


4) Elección de delegados de los Consejos de obreros y soldados de toda Alemania para el Consejo central de los Consejos, en cuyo seno será elegido un Consejo ejecutivo como instancia suprema del poder legislativo y ejecutivo.


5) Reunión del Consejo central de los Consejos al menos cada tres meses (previa reelección de todos los delegados) con el fin de mantener un constante control de la actividad del Consejo Ejecutivo y establecer una viva relación entre la masa de los consejos locales de obreros y soldados y el máximo organismo representativo del país. Derecho de los Consejos locales de obreros y soldados a revocar y reemplazar en cualquier momento a sus representantes en el Consejo central, en caso de que éstos no se ajustasen al sentido de sus mandatos. Derecho del Ejecutivo a nombrar y revocar a los comisarios del pueblo y a todas las autoridades y los funcionarios de la administración central.


6) Abolición de todos los privilegios de clase, órdenes y títulos. Igualdad completa de los sexos ante la ley y ante la sociedad.


7) Introducción de leyes sociales decisivas. Reducción de la jornada laboral con el fin de solucionar el problema del desempleo, teniendo en cuenta la disminución de las condiciones físicas de los obreros a causa de la guerra mundial. Jornada laboral máxima de seis horas.


 8) Transformación inmediata de las condiciones de alimentación, vivienda, higiene y educación en el sentido y el espíritu de la revolución proletaria.


C) Reivindicaciones económicas inmediatas
1) Confiscación de todas las fortunas e ingresos dinásticos en beneficio de la colectividad.


 2) Anulación de todas las deudas del Estado y cualquier otro tipo de deuda pública, así como de todos los empréstitos de guerra, a excepción de las suscripciones inferiores a cierto nivel, el cual será establecido por el Consejo central de los Consejos de obreros y soldados.


3) Expropiación de las tierras de todas las empresas agrarias, grandes y medianas. Formación de cooperativas agrícolas socialistas bajo una dirección unificada y centralizada en todo el país. Las pequeñas empresas agrícolas permanecerán en manos de sus propietarios hasta que éstos decidan ingresar voluntariamente en las cooperativas socialistas.

 4) Nacionalización de todos los bancos, minas, y de todas las grandes empresas industriales y comerciales por la República de los Consejos.

 5) Expropiación de todas las fortunas a partir de determinado nivel, que será fijado por el Consejo central.

6) La República de los Consejos se hará cargo de todos los transportes públicos.

7) Elección, en cada fábrica, de un consejo que deberá gestionar los asuntos internos de acuerdo con los Consejos de obreros, es decir, deberá establecer las condiciones de trabajo, controlar la producción y, finalmente, sustituir a la dirección de la empresa.

8) Formación de una Comisión Central de Huelgas, que en constante contacto con los delegados de los Consejos de fábricas, conferirá al movimiento huelguístico de todo el país la necesaria coordinación, una dirección socialista y un enérgico apoyo por parte del poder político de los Consejos de obreros y soldados.

D) Objetivos internacionales

    Establecimiento inmediato de relaciones con los partidos hermanos del extranjero para establecer la revolución socialista sobre una base internacional y para imponer y mantener la paz por la fraternización internacional y el levantamiento revolucionario del proletariado mundial.

E) Objetivos de la Liga Spartakus.

   Porque Spartakus es el velador, el impulsor, la consciencia socialista de la Revolución, es el objeto del odio, de las persecuciones y de las calumnias de todos los enemigos declarados o secretos de la revolución y del proletariado.

    ¡Crucificadla!, gritan los capitalistas que tiemblan por sus cajas de caudales.

   ¡Crucificadla!, gritan los pequeñoburgueses, los oficiales, los antisemitas, los lacayos de la prensa burguesa, que tiemblan por la fuente de ingresos de la dominación burguesa.


   ¡Crucificadla!, claman los Scheidemann, que al igual que Judas han vendido los obreros a la burguesía y que temen por las treinta monedas de plata que han recibido por sus servicios.

   ¡Crucificadla!, suena todavía el eco de sectores ignorantes y engañados de obreros y soldados, que no comprenden que, en realidad, al revolverse contra la Liga Spartakus, están dirigiendo su furor contra su propio cuerpo y su propia sangre.


   En el odio y en la calumnia contra la Liga Spartakus se dan cita todo contrarrevolucionario, todo individuo hostil al pueblo, todo enemigo del socialismo, todo aquél que tiene una doble cara, todo ignorante que no consigue descubrir la verdad. Ello demuestra que Spartakus es el corazón de la revolución y que el futuro le pertenece.


   La Liga Spartakus no es un partido que pretenda el poder por encima o a través de las masas.


   La Liga Spartakus únicamente pretende ser en cualquier circunstancia el sector más consciente de un objetivo común. El sector que a cada paso del camino recorrido por la gran masa obrera llama por el presente consciente de las tareas históricas. El sector que en cada estadio particular de la revolución recuerda los objetivos finales y que en cada cuestión local o nacional recuerda los intereses de la revolución mundial de los proletarios.


     La Liga Spartakus rechaza compartir el poder gubernamental con hombres de paja de la burguesía, los Ebert-Scheidemann. Con ese tipo de colaboración traicionan los principios del socialismo y refuerzan la contrarrevolución, paralizando la revolución.

   Asimismo, la Liga Spartakus rechazaría acceder al poder porque los Ebert-Scheidemann hayan cubierto su ciclo, y porque los Independientes, por su política colaboracionista, se encuentren en un callejón sin salida.


   Si la Liga Spartakus llegara a ocupar el poder sería bajo la forma de voluntad clara e indudable de la gran mayoría de las masas proletarias de toda Alemania, como expresión de la consciente adhesión de esas masas a las perspectivas, objetivos y métodos de lucha propagados por la Liga Spartakus.


    La revolución proletaria no puede abrirse camino hacia la total claridad y la plena madurez más que de modo gradual, paso a paso, a lo largo de un amplio y largo camino de sufrimientos, plagado de victorias y de derrotas. La victoria de Spartakus no se sitúa al principio de ese camino, sino al final de la revolución. Ella se identifica con la victoria definitiva de las masas, objetivo que ocupa ya a millones de mentes que acaban de comenzar a caminar por la vía del socialismo.


    ¡En pie, proletario! ¡A la lucha! Hay todo un mundo por conquistar y un mundo entero a combatir. En esta batalla de clases de la historia mundial por los más elevados objetivos de la humanidad no existe la posibilidad de diálogo con el enemigo. El único lenguaje que entiende ese enemigo es el de los pulgares en los ojos y las rodillas sobre el pecho.

El luxemburguismo en España: y 4. Obras






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