9 de
septiembre de 2015
Por Marat
Los
comunistas que me conocen saben que no soy depositario de esencia ortodoxa
alguna ni persona cerrada en mis posiciones.
Pero desde
que un conjunto de comunistas de diversas procedencias y experiencias
comenzamos a coincidir en la necesidad de crear un espacio de encuentro
comunista y aquella idea fue tomando cuerpo en blogs, reuniones (muchas),
documentos de trabajo y texto de convocatoria, hemos observado ciertos
fenómenos que exigen clarificar a algunos lo que no somos, para que nadie se
llame a engaño. Esto sin pretender definir previamente el campo de juego pero
sí determinando a qué no vamos a jugar:
- No somos el
orfanato de nadie que se haya quedado o se esté quedando sin referentes,
siglas o partido. Eso dice muy poco de lo que cabe esperar de un
comunista.
- No somos la
agencia de colocación de quienes se hayan quedado sin cargos, salarios o
posibilidades de promoción dentro de alguna organización en proceso de
harakiri. Lo nuestro no es el parlamentarismo.
- No somos
ninguna plataforma de grupos comunistas de cara a un proceso de unidad ni
ante ninguna convocatoria electoral futura. Somos bastante menos
ambiciosos. Nos conformamos con la reconstrucción del diálogo, la
colaboración fraterna entre comunistas, la reconstrucción del discurso
marxista, la formación de cuadros y la preparación de un espacio de
intervención dentro de los procesos de luchas de clases. Casi nada.
- No somos
ningún proyecto “ilusionante” para “la gente” ilusa. Somos un agrupamiento
de trabajadores con conciencia de clase. Bienvenida sea la esperanza
siempre que se asiente en el trabajo militante y en razones concretas que
la justifiquen y no en el voluntarismo de quien espera que caigan las
manzanas del árbol por su propio peso sin esfuerzo ni compromiso alguno en
su recolecta.
- No somos tampoco un grupo de
dogmáticos con una concepción del marxismo encorsetado por 100 guiones y
concebido más como una "fe del carbonero" que como una teoría
viva para la praxis revolucionaria de agitar el mundo para cambiarlo de
base. Cuando decimos en nuestra convocatoria que “debemos dejar respirar al marxismo comoteoría viva y
transformadora para que refuerce su condición de terreno fértilen el que
se promueve el debate, la reflexión y la práctica, sin llavessecretas que
dan la razón a unos elegidos” es precisamente
porque eso es lo que pretendemos que sea la lectura del marxismo que debe
hacer un comunista y no otra.
- No somos un
partido virtual de ciberrevolucionarios ni vamos a propiciar el debate por
el debate en ese gallinero llamado redes sociales, donde no se sabe quién
es quién. El que se aburra que coja un libro o vea el “sálvame” político
de La Sexta. El debate político en el seno de las organizaciones y en las
asambleas pero con contenidos y objetivos concretos. Los bucles eternos
que no conducen a ningún lado queden para los residuos de la
“indignación”.
- No somos un
proyecto ciudadanista, interclasista ni transversal. Defendemos en primer
lugar los intereses de la clase trabajadora y la lucha de clases contra el
capital. Las clases intermedias que se han visto estos años golpeadas por
la crisis no nos son indiferentes pero tendrán que elegir en cuál de los
dos campos se sitúan: el del capitalismo o el del socialismo porque van a
ser cercenadas por el sistema. Y no vamos a supeditar la defensa de
nuestra clase para sacar, en primer lugar, las castañas del fuego a la
clase media, que fundamentalmente quiere volver a los buenos años dorados
del consumo a crédito.
- No somos un
proyecto que pretenda organizarse al margen de los partidos comunistas
existentes para crear otro partidito más sino un lugar en el que
comunistas con o sin partido puedan trabajar, debatir, pensar, formarse y
elaborar juntos, sin partido guía y sin representación de capillitas por
cuotas de representación.
- No negamos,
sino que afirmamos el carácter insurreccional de nuestro proyecto, la
destrucción, no reforma, del capitalismo y la dictadura del proletariado,
no esa necedad en la que han convertido el concepto de “hegemonía”
gramsciana los socialdemócratas y podemitas.
Puede que marquemos
el terreno de debate algo más de lo que muchos esperan pero no deseamos que
ninguna expectativa quede frustrada por una inexacta comunicación de cuáles son
nuestras líneas rojas.
Si éstas les
asustan a algunos, quédense con las syrizas españolas en su viaje a ninguna
parte. Con una en Grecia y las consecuencias de su experimento de disidencia
controlada de clase media ya tenemos de sobra quienes aspiramos a una sociedad
socialista por y para la clase trabajadora y no a un “capitalismo de rostro humano.”.
O con cualquiera de las marcas que el supermercado electoral les ofrece. Las
diferencias principales entre ellas son de nombre y envase.
Cualquier
intento de desembarco por parte de proyectos moribundos será cortado de raíz.
Marcadas
estas líneas rojas, de lo que somos y lo que seremos queda todo por decidir.
Que sea un proyecto abierto para un debate colectivo no significa que nos valga
todo o que perdamos el tiempo al estilo de esos movimientos o partidos burbuja
tan fáciles de pinchar por sus promotores en la sombra
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