16-04-2012
(*)
Traducido para Rebelión por Caty R.
Mientras que la estación que vio emerger muchedumbres en las calles árabes no tenía nada que ver con la primavera, Birmania nos ofrece una auténtica «revolución primaveral» sin «¡váyanse!» ni «¡fuera!». Más todavía, el cambio innegable que experimenta en la actualidad la vida política birmana se está operando sin la ayuda de Facebook, Twiter u otras redes sociales, herramientas de protesta por excelencia de las «primaveras árabes». Sin embargo las revoluciones árabe y birmana presentan una sorprendente sincronía: la primera comenzó con la trágica autoinmolación a fuego de Mohamed Bouazizi, el 17 de diciembre de 2010, y la segunda con la liberación de la militante Aung San Suu Kyi por la junta militar birmana el 13 de noviembre de 2010, es decir, un mes antes. ¿Cómo explicar la flagrante diferencia entre los modos operativos de las profundas transformaciones del panorama político de esas dos regiones del mundo
Para ello
tenemos que remontarnos a veinte años antes, la época en la que los disidentes
birmanos no consiguieron llevar a cabo la primera de las revoluciones de
colores.
Las
revoluciones de colores
Las
revoluciones de colores se refieren a las revueltas que sacudieron algunos
países del Este o antiguas repúblicas soviéticas a principios del siglo XXI. Es
el caso de Serbia (2000), Georgia (2003), Ucrania (2004) y Kirguistán (2005).
Es de dominio público que aquellas revoluciones fueron financiadas, enmarcadas
y apoyadas por los organismos estadounidenses de «exportación de la democracia»
como el United States Agency for International Development (USAID), el National
Democratic Institute for International Affairs (NDI), la Freedom House (FH) o
el Open Society Institute (OSI) (1).
Esas
revoluciones estuvieron lideradas por movimientos que agrupaban a jóvenes
activistas locales, pro occidentales, formados, que luchaban por la
democratización de sus países. Todos esos movimientos que consiguieron derrocar
los regímenes autocráticos establecidos utilizaron los métodos de acción no
violentos teorizados por el filósofo estadounidense Gene Sharp y aplicados por
Robert Helvey, un excoronel del ejército estadounidense, especialista en
acciones secretas y decano de la Escuela de Formación de Agregados Militares de
las Embajadas Estadounidenses (2). Fue ese militar quien formó a los activistas
serbios del movimiento «Otpor» el cual, una vez barrido de la escena política
el régimen de Milosevic, fundó a su vez el «Center for Applied Non Violent
Action and Strategies» (CANVAS), bajo la dirección de Srdja Popovic. Este
centro, financiado por los organismos estadounidenses de «exportación de la
democracia» (3) se especializó en la formación en la lucha no violenta. Se
ocupó tanto de la formación de los disidentes de las demás revoluciones de
colores como de los activistas tunecinos y egipcios, aquéllos incluso que desempeñaron
un papel decisivo en la caída de los regímenes de Ben Alí y Mubarak,
respectivamente (4)
Gene
Sharp, clandestino en Birmania
Los métodos
de acción no violentos preconizados por Gene Sharp están en su libro De
la dictadura a la democracia, traducido a 25 idiomas,
incluidos el árabe y el birmano. De hecho, para ser más preciso, ese libro no
está escrito para los activistas serbios, sino para los disidentes birmanos. En
efecto, la primera versión de la obra data de 1993. En esa época Aung San Suu Kyi
estaba en arresto domiciliario tras las revueltas de 1988 que causaron casi
3.000 víctimas.
Robert
Helvey, agregado militar en la embajada estadounidense de Rangún entre 1983 y
1985, conoció a Gene Sharp en Harvard con ocasión de una beca de investigación.
Se inició en las teorías del filósofo y se convirtió en un adepto a la no
violencia. En 1992 se retiró y se consagró a la enseñanza de la resistencia
pacífica a los revolucionarios birmanos. En 1992 organizó la entrada
clandestina por barco de Gene Sharp en Birmania. «Aquí estábamos en esta selva,
leyendo los trabajos de Gene Sharp a la luz de las velas», recuerda (5, 6). Fue
tras esta aventura cuando nació la primera versión del libro De la
dictadura a la democracia.
Entre 1992 y
1998 Helvey efectuó 15 viajes a Birmania durante los cuales se entrevistó con
más de 500 miembros del Consejo Nacional de la Unión de Birmania, un grupo de
organizaciones birmanas pro democráticas, e impartió cursos sobre la teoría de
Gene Sharp (7).
Pero fue en
vano. Todos los esfuerzos desplegados por los organismos estadounidenses de
promoción de la democracia y todos los financiamientos de los movimientos
revolucionarios birmanos que se sucedieron durante muchos años estuvieron
destinados al fracaso. Preguntado sobre este fiasco, Gene Sharp invoca varias
razones, incluida la existencia de un mini-ejército en cada uno de los grupos
de oposición: «Todos los grupos armados pensaban que podrían vencer al
ejército, pero pienso que era una opinión estúpida por su parte, que el ejército
era más grande, más fuerte y tenía más armas» (8).
A principios
de los años 2000, la atención «pro democrática» estadounidense se volvió hacia
los países del Este y a las antiguas repúblicas soviéticas, y al contrario del
caso birmano el éxito del enfoque no violento de Sharp fue rotundo. Eso no
quiere decir en ningún caso que Estados Unidos perdiera el interés por
Birmania, muy al contrario. En efecto, un comunicado de prensa publicado por el
Departamento de Estado estadounidense en 2003 señalaba que «Estados Unidos
apoya a las organizaciones como la National Endowment for Democracy (NED), el
Open Society Institute (OSI) e Internews, que trabajan dentro y fuera de la
región en un amplio abanico de actividades de promoción de la democracia». Y
añadía: «La NED está en la vanguardia de nuestros esfuerzos para promover la
democracia y la mejora de los derechos humanos en Birmania desde 1996.
Aportamos 2,5 millones de dólares en el ejercicio de 2003 (…). La NED utilizará
esos fondos para apoyar a las organizaciones pro democráticas birmanas y las de
las minorías étnicas» (9). Las actividades de esos organismos estadounidenses
de «exportación de la democracia» citados por el Departamento de Estado se
detallan en el informe de 2006 del «Burma Campaign UK» (10).
En 2007, la
«revolución azafrán», por el color del hábito de los monjes budistas que se
unieron a la protesta social, fue la mayor manifestación popular birmana desde
los disturbios de 1988. A ese respecto, FW Engdahl escribe: «La “revolución
azafrán” en Birmania, así como la “revolución naranja” en Ucrania o la
“revolución de las rosas” en Georgia y las diversas revoluciones de colores
incitadas estos últimos años contra los países que rodean estratégicamente a
Rusia, es un ejercicio bien orquestado por parte de Washington para cambiar los
regímenes» (11).
La no
violencia según Aung San Suu Kyi
Aung San Suu Kyi,
icono de la lucha contra la junta birmana y galardonada con el Premio Nobel de
la Paz en 1991, ha pasado alrededor de 15 de los últimos 20 años privada de
libertad. Promoviendo también ella un enfoque auténticamente no violento, no
busca el enfrentamiento con los militares. «Yo no deseo la caída de los
militares», declaró tras su liberación. «Deseo que los militares se alcen a las
alturas plenos de dignidad, profesionalidad y auténtico patriotismo» (12).
Hay que
recordar que su padre, el general Aung San, además de un héroe de la
independencia birmana, también está considerado como el fundador de «Tatmadaw»,
el poderoso ejército birmano (13). Pero esa «docilidad» de la «Dama de Rangún»
probablemente tiene menos de un hipotético factor hereditario que de un
conocimiento profundo de las fuerzas presentes y de las reglas del juego
político birmano. ¿Cómo no resignarse? Los años de activismo político apoyado
por los muy poderosos organismos estadounidenses pro democracia no consiguieron
repetir en Birmania lo que se consiguió fácilmente en Serbia, Ucrania, Georgia,
Kirguistán y más recientemente en Túnez y en Egipto.
A la
liberación de Aung San Suu Kyi en noviembre de 2010 le siguió la autodisolución
de la junta militar en marzo de 2011 y una liberalización inesperada del campo
político birmano por un poder que se calificaba de «civil» pero que en realidad
seguía ampliamente en manos de los antiguos caciques del régimen. Sin embargo,
las múltiples señales de apertura del gobierno (14), las sucesivas reformas y
el brillante éxito del partido de Aung San Suu Kyi, la Liga Nacional para la
Democracia (LND), en las últimas elecciones primaverales son muy buenos augurios.
Hay que rendirse a la evidencia de que arrebatar 44 de los 45 escaños vacantes
parecía un milagro hace apenas unos meses.
Primavera
árabe frente a primavera birmana
Ahora es
importante señalar que el enfoque no violento de la «Dama de Rangún», bien sea
ideológico o circunstancial, es diferente del teorizado por Gene Sharp y
popularizado por Robert Helvey y el CANVAS. En efecto, no solo Aung San Suu Kyi
no pretende enfrentarse a los militares ni juzgarles (15), sino que además
lucha en un auténtico partido con militantes, ejecutivos y, sobre todo, con un
programa político bien definido.
En términos
absolutos, la debilidad del modus operandi de la visión de
Sharp de la revolución no violenta viene del hecho de que los jóvenes
disidentes o ciberactivistas formados en ese enfoque sólo sirven para
desestabilizar el régimen y expulsar a los dirigentes establecidos. Una vez que
cumplen su misión su papel se termina, porque no tienen base política ni otro
programa salvo descabezar al gobierno. A menos, claro, que eso forme parte de
la estrategia de los organismos que mueven los hilos entre bastidores.
Aprovechando
el vacío de poder, son las formaciones políticas más estructuradas, a menudo
muy antiguas y perseguidas por los regímenes establecidos, las que colman el
vacío dejado por decenios de régimen autocrático. Entonces se apoderan de las
riendas del poder en detrimento de los activistas que entregaron su juventud,
su pasión, su compromiso y a veces su vida por la que consideraban su causa. Es
la situación que podemos observar actualmente en Túnez y en Egipto, que deja un
regusto de amargura y una sensación de inacabado a los que desafiaron todos los
peligros y durante semanas invadieron la avenida Bourguiba y la plaza Tahrir.
Al comentar
el papel de Aung San Suu Kyi en su lucha paciente, obstinada y perseverante
contra los militares birmanos, Gene Sharp expresaba, en marzo de 2011, una
crítica apenas velada de su enfoque: «Aung San Suu Kyi, con todas sus
cualidades maravillosas, su heroísmo y su inspiración para aquéllos que creen
en los derechos democráticos y en los derechos de las personas birmanas, no es
una estratega, es una lideresa moral. Eso no basta para planificar una
estrategia» (16).
Hay que
reconocer que la actualidad política birmana está demostrando lo contrario al
filósofo estadounidense y mostrándole que la estrategia de la Pasionaria de
Rangún, aunque es intrínsecamente más lenta y más laboriosa, tiene la ventaja
de posicionar a los auténticos protagonistas del cambio en el panorama
político, y sobre todo ahorra vidas. Las cifras son elocuentes al respecto: al
contrario del recuento macabro que acompañó la Primavera Árabe, no se ha
contado ninguna víctima en Birmania desde noviembre de 2010, fecha de la
liberación de la famosa disidente birmana.
El pasado
mes de junio Aung San Suu Kyi declaró que «la Primavera Árabe es una
inspiración para el pueblo birmano» (17). Tal como van las cosas en Birmania y
a la vista de lo que ha nacido de la Primavera Árabe, es muy probable que en un
futuro próximo los pueblos árabes expresen una opinión similar, pero con
respecto a la primavera birmana. Mientras tanto, se prevé un acontecimiento
histórico en Birmania: Aung San Suu Kyi se sentará por primera vez en el
Parlamento el 23 de abril de 2012. Una verdadera eclosión primaveral
"American
Arabesque: El papel de los Estados Unidos en las revueltas de la calle
árabe" por Ahmed Bensaada
Notas:
(1) Ahmed
Bensaada, «Arabesque américaine: Le rôle des États-Unis dans les révoltes de la
rue arabe», Michel Brûlé, Montreal (2011), Synergie, Argel (2012).
(2) Ahmed
Bensaada, «Libye:
les limites de la théorie de la non-violence de Gene Sharp», Le
Grand Soir, 21 de septiembre de 2011.
Cómo empezar
una revolución de colores
(3). Ahmed
Bensaada, «Le
rôle des États-Unis dans les révoltes de la rue arabe: le cas de l’Égypte»,
Mondialisation, 24 de febrero de 2011.
(4) Ahmed
Bensaada, «Arabesque américaine: Le rôle des États-Unis dans les révoltes de la
rue arabe», Op. Cit.
(6) David
Caviglioli, «Le
gourou des révolutions arabes», Le Nouvel Observateur, 11 de
marzo de 2011.
(8) Simon Roughneen, «Gene Sharp: Why Burmese Resistance Has Failed
So Far», The Irradaway, 22 de marzo de 2011.
(9) U.S. Department of State, «Report on Activities to Support
Democracy Activists in Burma as Required by the Burmese Freedom and Democracy
Act of 2003», Bureau of East Asian and Pacific
Affairs, 30 de octubre de 2003.
(10) The Burma Campaign UK, «Failing the People of Burma. A call
for a review of DFID policy on Burma», diciembre
de 2006.
A falta
de las personas de Birmania?
18 de
diciembre 2006 Un informe de Burma Campaign UK
pidiendo una revisión de la política del DFID sobre Birmania
(11) F. William Engdahl, «Burma Regime Change - The Geopolitical Stakes
of the Saffron Revolution», The Market Oracle,
15 de octubre de 2007.
(12) AFP, «Aung
San Suu Kyi prône une "révolution non violente"», Le
Point.fr, 15 de noviembre de 2010.
(13) AFP, «Birmanie:
le père d’Aung San Suu Kyi, défunt héros d’une campagne familiale», Le
Figaro.fr, 28 de marzo de 2012.
(14) Antoine
Clapik, «Le
pouvoir birman multiplie les ouvertures», Le Monde, 13 de enero
de 2012.
(15) Le
Monde.fr con AFP, «Aung
San Suu Kyi ne veut pas d’un procès contre l’ancienne junte birmane», 23 de
febrero de 2012.
(16) Simon Roughneen, «Gene Sharp: Why Burmese
Resistance Has Failed So Far», Op. Cit.
(17) AFP, «Aung
San Suu Kyi: le "printemps arabe" est une "inspiration"
pour les Birmans», L’Express, 28 de junio de
(*) Ahmed
Bensaada, doctorado en Física, profesor y escritor argelino, vive en Canadá
desde hace 22 años. Enseña Física en escuelas e institutos, escribe artículos
políticos y sociales en diversas publicaciones y es autor de varios libros. Su
web es:http://www.ahmedbensaada.com/
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