NOTA DEL
EDITOR DE ESTE BLOG: He traducido los artículos que están en inglés y le he
añadido algunos enlaces aclaratorios o complementarios.
Cuidadosamente
desinformados por los grandes medios de difusión, estadounidenses y europeos
ignoran la realidad del golpe de Estado de Kiev. Las televisiones
internacionales les mostraron grupos de «(contra)revolucionarios» en
uniformes militares de combate. Pero nada sabe la opinión pública
occidental sobre las organizaciones que agrupan a esos elementos y que
no tienen equivalente en Europa occidental. Esos individuos son ahora
parte del nuevo gobierno ucraniano, avalado y reconocido por las potencias de
la OTAN.
RED
VOLTAIRE | MOSCÚ (RUSIA) | 6 DE MARZO DE 2014
«–¿Hay
muchos fascistas en tu país?
–Hay muchos que lo son y no lo saben.
Pero se darán cuenta cuando llegue el momento»
Ernest Hemingway, Por quién doblan las campanas
–Hay muchos que lo son y no lo saben.
Pero se darán cuenta cuando llegue el momento»
Ernest Hemingway, Por quién doblan las campanas
El 22 de
febrero de 2014, pasaron a la acción los activistas y los matones de
Euromaidan. Recurriendo a la violencia armada, infringiendo todas las
disposiciones constitucionales, violando las leyes internacionales y pisoteando
los valores europeos, perpetraron un golpe de Estado neonazi. Con tal de hacer
prevalecer los intereses geopolíticos de Occidente, Washington y Bruselas –que
tanto proclamaron al mundo entero que Euromaidan
era la expresión pacífica de las aspiraciones del pueblo ucraniano– fomentaron
un golpe de Estado nazi, cuya realización se vio grandemente facilitada por la
cobardía de Viktor Yanukovich y su gobierno.
Después de
la conclusión oficial en Kiev –el viernes– de un acuerdo para salir de la
crisis desprovisto de toda credibilidad, la situación en el país escapó
rápidamente al control de los firmantes y sus «testigos». No se
aplicó ninguna de las cláusulas del acuerdo. Los representantes del poder legal
huyeron al extranjero, o trataron de hacerlo. En Kiev, los amotinados tomaron
por asalto los edificios oficiales. Y son los elementos más radicales los
que imponen sus reglas a los «jefes de pacotilla», que tratan
desesperadamente de tomar las riendas de Maidan.
Lo sucedido
en Ucrania el 22 de febrero de 2014 no es otra cosa que un golpe de
Estado, ejecutado por grupos radicales armados, anarquistas y nazis que han
gozado, durante las dos últimas décadas, de apoyo militar y diplomático, y
hasta de la ayuda de la religión para el alivio espiritual y la exhortación al
combate. Numerosas ciudades de Ucrania están siendo escenario de escenas de
saqueo, de agresiones, de actos de violencia y de represión política desatados
por los amotinados y se hunden en el caos.
Rápidamente
aparecieron los indicios que permitían presagiar el caos a través de las
dilaciones de las autoridades ucranianas durante los 3 meses de asedio que
impusieron a Kiev las brigadas de elementos radicales que llegaron de la región
de Galitzia para desatar la guerrilla urbana, con la cooperación de bandas de
delincuentes. Los representantes del Estado permanecieron mudos mientras las
hordas de fanáticos quemaban vivos a agentes desarmados de las fuerzas
antimotines (Berkuts) o los molían a golpes y les sacaban los ojos.
Nada hicieron por detener a los rabiosos «combatientes de la libertad»
que tomaban por asalto los centros administrativos de las regiones, humillaban
a las autoridades locales, saqueaban los arsenales de la policía y del ejército
en el oeste del país. No movieron un dedo cuando francotiradores
no identificados, apostados en lo alto de los edificios de Kiev,
asesinaban fría e indiscriminadamente a policías, manifestantes y todo el que
pasaba por allí. Llegaron incluso a proclamar una amnistía, y luego otra más,
a favor de quienes se habían hecho culpables de actos de violencia
criminal contra los policías y de gravísimas violaciones del orden público.
Con esa
actitud, el régimen de Yanukovich abrió él mismo las puertas de
Ucrania al amenazador espectro del desmantelamiento y de los desastres que
aparecieron con la guerra contra Libia
¿Son los
grupos que desataron esa guerra urbana la expresión de un movimiento
popular responsable de su organización y su discurso? Nada más lejos de la
realidad.
Desde el
derrumbe de la Unión Soviética, los lobbies internacionales han dedicado miles
de millones de dólares a incentivar asociaciones y políticos ucranianos
comprados para la «causa de la democracia». Cuando estimulaban a
los ucranianos «a volverse resueltamente hacia Europa y sus valores
democráticos», lo hacían a pesar de que sabían perfectamente de la
imposibilidad histórica de alcanzar a corto plazo el evidente objetivo final de
la política global que los occidentales están aplicando hacia el este:
convertir a Ucrania en enemiga de Rusia. Por eso han apostado por los
grupos nacionalistas extremistas y por la Iglesia uniata [1]
(iglesia greco-católica de rito oriental creada por la Santa Sede en
el siglo XVI) en un intento desesperado por sabotear los estrechos lazos
de los cristianos ortodoxos con Moscú, vínculos heredados de la difunta
República de las Dos Naciones (Rzeczpospolita) [2].
Desde 1990,
los uniatos gozaron del discreto respaldo de las nuevas autoridades de Kiev. La
táctica adoptada para debilitar la influencia de Rusia fue la ocupación por la
fuerza de las iglesias ortodoxas oficialmente vinculadas al Patriarcado de
Moscú. Predicar la penitencia y la paz está muy lejos de ser lo que
se hizo en las iglesias así asaltadas y ocupadas por los uniatos durante
todos estos años. Se lanzaron, por el contrario, llamados a una cruzada contra los
ortodoxos, estimulando y justificando las agresiones de carácter racial e
incluso los asesinatos.
¿Existe
entonces alguna diferencia con las arengas de los predicadores yihadistas
radicales que se justifican descaradamente invocando el islam? Para saberlo
basta con asistir a uno de los sermones de Mijailo Arsenich, cura de la
iglesia uniata de la región de Ivano-Frankovsk y oír su prédica:
Los
resultados de ese adoctrinamiento no se hicieron esperar. En 2004 se
abrieron varios centros de entrenamiento de la OTAN, en los territorios de los
países del Báltico, para entrenar a los militantes nacionalistas extremistas
ucranianos. El lector puede consultar aquí un reportaje
fotográfico (textos originales en ruso), (en castellano aquí)
realizado en 2006, sobre un curso de técnicas de acción subversiva seguido por
un grupo ucraniano en un centro de entrenamiento de la OTAN en Estonia.
Alexander
Muzychko. Hoy, en Kiev, y en 1994, en Chechenia.
No se
escatimó el respaldo financiero, ni la cantidad de hombres movilizados, para
reforzar las unidades paramilitares de los grupos radicales ucranianos
UNA-UNOS, Svoboda [3] y otras
organizaciones nacionalistas extremistas implantadas en el país. A partir de
los años 1990, esos matones participaron en la guerra de Chechenia y en las
guerras de los Balcanes, junto a los combatientes wahabitas y perpetrando
crímenes de guerra contra los soldados serbios y rusos capturados y contra los
civiles.
Uno de los
más abyectos combatientes de Chechenia, Alexander
Muzychko (también conocido como jefe de una pandilla de delincuentes que
encabezó bajo el nombre de «Sasha Biliy»), dirige hoy en día una de las
brigadas del «Pravyi Sector» [4],
el grupo radical que más a la vista estuvo en la organización del golpe de
Estado de Kiev.
Según su
biografía oficial (ver aquí
el vínculo en ruso),( en castellano aquí)
Alexander Muzychko recibió en 1994 la Orden de Héroe de la Nación, concedida
por Djokhar Dudaev, quien por entonces comandaba los terroristas chechenos en
el enclave de Ichkeria [5],
en reconocimiento por «sus brillantes victorias militares contra las tropas
rusas». Sus talentos militares eran muy especiales: montaba
operaciones de guerrilla, atrayendo a sus emboscadas las unidades rusas que
operaban en zonas apartadas de Chechenia, y después participaba personalmente
en la tortura y decapitación de los soldados rusos que lograba capturar. Al
regresar a Ucrania, en 1995, se puso a la cabeza de una pandilla de criminales
en Rovno. Fue finalmente juzgado y condenado a 8 años de cárcel
por el secuestro y asesinato de un hombre de negocios ucraniano. Se dedicó a la
política desde que salió de la cárcel, a finales de los años 2000.
Al terminar
las guerras de Chechenia y los Balcanes, los contratistas que realizaban
operaciones militares por cuenta de Estados Unidos y Gran Bretaña se
acostumbraron a reclutar mercenarios ucranianos para llevar a cabo sus
operaciones en Afganistán, Irak y Siria, entre otros países. El escándalo que
estalló en Gran Bretaña alrededor de las actividades en Siria de una de
esas empresas, Britam Defense [6],
sacó a la luz la utilización de combatientes clandestinos reclutados en Ucrania
para la realización de acciones encubiertas a favor de los objetivos políticos
de los occidentales en el Medio Oriente. Muchos de aquellos elementos fueron
enviados a Kiev para realizar allí el tipo de trabajo que ya saben hacer y por
el que se les paga: disparar simultáneamente contra policías y
manifestantes en la plaza Maidan desde los techos de los edificios colindantes.
Los
verdaderos dirigentes del movimiento de protesta ucraniano se expresaron
repetidamente en la prensa europea, revelando sin la menor ambigüedad sus
concepciones radicales. En ese sentido, resulta muy útil la lectura de la
entrevista de Dimitri Yarosh, el líder del ya mencionado Pravyi Sector,
y de diversos ecos publicados sobre el mismo tema en el diario británico The Guardian,
fácilmente consultables aquí (
en castellano aquí)y aquí.(
en castellano aquí)
Esos son los
individuos con los que los políticos europeos se disponen a cooperar. Son
esos los fanáticos que actualmente detentan el poder en Kiev. Aún antes de que
se secara la tinta de las firmas, estos individuos ya estaban pisoteando
los acuerdos firmados el viernes por 4 «dirigentes» ucranianos
y 3 representantes oficiales de la Unión Europea. La forma en que se comportaron
con Yulia Timochenko, luego del patético discurso que esta pronunció en la
noche del sábado en Maidan, mostró claramente que ellos tenían en sus manos su
posible entronización como jefe del fallido Estado ucraniano.
Los pedidos
de respaldo financiero lanzados a la Unión Europea y al FMI y la escucha que
han obtenido hacen pensar que se ha decidido comprar la docilidad de los
nacionalistas extremistas por el tiempo que dure el periodo de transición.
Es evidente que la tolerancia de los occidentales hacia los sublevados
radicales de Kiev en nada difiere de la complicidad de estadounidenses y
británicos con la llegada de Hitler al poder, en 1933, y con el posterior
advenimiento del III Reich.
Pero se
engañan los mandarines occidentales si creen poder controlar políticamente el
proyecto neonazi ucraniano que ellos mismos amamantaron y lograr utilizarlo
contra Rusia. Cuando la ola nazi, ahora envalentonada por sus éxitos
en Kiev, se vea ante la resistencia, la contraofensiva y la respuesta
de los ucranianos del este y del sur, acabará desbordando las fronteras e
irrumpiendo en el decadente paisaje político europeo, donde varios nazis y
hooligans ya constituyen actualmente un importante elemento
desestabilizador. Los vínculos que mantienen esas bandas con los grupos
islamistas radicales que ya se mueven en las sombras en territorio europeo
probablemente no contribuirán a aclarar un horizonte ya bastante
inquietante.
¿Es ese el
precio que los europeos están dispuestos a pagar para meter a sus vecinos del
este en «la gran familia de las naciones civilizadas»?
Fuente:
Oriental Review
Para más
información ver: «¿Quiénes
son los nazis en el gobierno ucraniano?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire,
3 de marzo de 2014
[1]
La Iglesia uniata es una iglesia greco-ortodoxa de rito oriental, vinculada a
Roma en 1596. Acusada de colaboración con las fuerzas del III Reich
durante la Segunda Guerra Mundial, en 1945 sus obispos fueron encarcelados y
condenados a trabajos forzados por las autoridades soviéticas. En 1946, los
sacerdotes uniatos fueron forzados a incorporarse a la Iglesia ortodoxa. Los
lazos de la Iglesia uniata con Roma fueron restablecidos en 1989, durante
el pontificado de Juan Pablo II.
[2]
«Rzeczpospolita», es el nombre polaco de la República de las
Dos Naciones conformada en 1569 a partir del reino de Polonia y del
Gran Ducado de Lituania. Incluía gran parte de Ucrania, de Bielorrusia y
la región rusa de Smolenks. La República de las Dos Naciones dejó de existir en
1795, con la división de Polonia.
[3]
Sobre los partidos políticos ucranianos, ver «Después de Yugoslavia,
¿le ha llegado el turno a Ucrania?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire,
6 de febrero de 2014.
[4]
En español “Sector de derecha”, organización de unos 3 000 hombres
particularmente activa en Maidan.
[5]
Ichkeria es otra denominación del territorio conocido como Chechenia.
[6] Britam
Defense es una empresa acusada, por el Daily Mail, de
estar implicada en la entrega de armas químicas para su uso en la región siria
de Homs. En junio de 2003, en el marco de un proceso judicial sobre ese caso,
el Daily Mail fue declarado culpable de haber levantado
acusaciones falsas y fue condenado a pagar a esa empresa una indemnización de
110 000 libras. Las pruebas presentadas por el Daily Mail resultaron
ser una serie de correos electrónicos manipulados.
La fuente:
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