Anemoi 11-01-2014
1.- Introducción
Un grupo de
profesionales de las Fuerzas Armadas (FAS), preocupados por la deriva de la
situación política y social en España en el contexto de la crisis global actual
y estimulados por la creciente ola de protestas sociales, hemos decidido
participar en el debate público. Queremos aportar nuestros conocimientos del
medio militar para poner de relieve las amenazas y las limitaciones que el
actual modelo de fuerzas armadas representan para los cambios necesarios.
En primer
lugar se va a describir sucintamente el contexto político en el que nos
encontramos, para hacer a continuación una caracterización de las FAS españolas
en el presente. La denuncia de los rasgos que las definen como vigorosamente
opuestas a una evolución política respetuosa de los intereses del pueblo será
la principal tarea en la que nos hemos comprometido. Sigue una descripción de
lo que entendemos debe constituir el núcleo de la vertebración de unas FAS
verdaderamente democráticas en el marco de una nueva y necesaria forma de
expresión de la soberanía popular, para terminar señalando los cambios internos
necesarios para lograr su realización práctica.
Nuestra
concepción de la ciudadanía nos mueve a contribuir al debate público a través
de la publicación, en los medios no sometidos a los intereses económicos
dominantes, de una serie de artículos sobre la problemática militar. Ellos
versarán sobre multitud de aspectos que consideramos de importancia capital en
las actuales circunstancias y serán coherentes con los principios generales
aquí establecidos y que han sido aceptados solidariamente de forma consciente y
voluntaria. Cualquier militar (en activo o no) que, aceptando
estos mismos principios, esté interesado en compartir este esfuerzo, será
bienvenido a participar.
2.-Contexto
- En la actual situación de
crisis, la soberanía popular está secuestrada por los grandes poderes
económicos y financieros, nacionales y transnacionales. El pacto social
establecido con la Constitución de 1978 ha perdido toda su validez. El
estado de la Transición, lastrado en sus orígenes por la inclusión de los
poderes económicos del franquismo, se ha convertido finalmente en un
auténtico Régimen oligárquico en el que la “democracia” no es
más que una declaración formal vacía de contenido.
- Al mismo tiempo, los grandes
medios de comunicación privados y los falsamente públicos han
suministrado, durante décadas, una información parcial y favorable a los
intereses de los poderes reales del estado: los grandes grupos económicos
y financieros, y los partidos políticos mayoritarios que los sostienen.
- La respuesta popular contra la
crisis y, fundamentalmente, contra las terribles consecuencias de la
misma, ha avanzado desde la perplejidad y el miedo, hasta la resistencia
activa, pasando por las protestas masivas en la calle, la ocupación de las
plazas públicas y el intento de bloquear y denunciar en sus propias sedes
a los distintos poderes públicos.
- La represión del estado de la
Transición ha desarrollado métodos de control masivo de la población. Las
detenciones arbitrarias, los cacheos y fichajes de los ciudadanos en
manifestaciones y asambleas, y las amenazas a los dirigentes que alientan
las movilizaciones, predicen la preparación de mecanismos de represión
masivos si el movimiento popular sigue avanzando en organización,
movilización y determinación en las protestas.
- Las anunciadas reformas del
Código Penal, de la Ley de Seguridad Ciudadana y de la Ley de Seguridad
Privada, así como las que se avecinan sobre la Ley de Huelga y el Código
Penal Militar, constituyen todo un repertorio de instrumentos represivos
que vacían de contenido los derechos y libertades proclamados solemnemente
en la Constitución, en lo que muchos analistas consideran un “golpe de
estado” encubierto.
- La clave de bóveda del Régimen de
la Transición es la Monarquía y su conexión –constitucional y de
fidelidad- con las FAS. Su imagen de “salvadora” de la democracia tras el
golpe del 23 F ha caído en el descrédito más absoluto.
- Cada vez más las movilizaciones
sociales levantan la bandera de la República. Cada vez más la exigencia de
un “proceso constituyente” se plantea como el inicio de la solución a los
problemas de este país, que no puede provenir de los responsables del
desastre.
- El Régimen resistirá
apoyado en los recursos institucionales y represivos de su estado. La gran
pregunta de las organizaciones sociales y políticas emergentes, de los
sectores en lucha, de los que pretenden un mundo nuevo, es sobre cuál va a
ser el papel de las FAS y las Fuerzas de Seguridad ante los cambios que se
avecinan.
- En los últimos meses se han
hecho públicas diversas manifestaciones de militares que plantean la
fidelidad al Rey como Jefe Supremo de las FAS, subrayando el papel que les
ha reservado la Constitución como custodios de la misma y, sobre todo,
manifestando la existencia de un “patriotismo militar” que está por encima
de cualquier constitución y, por supuesto, de cualquier reclamo de
soberanía popular.
- Se plantea pues, en primer
lugar, la necesidad de neutralizar la posibilidad de intervención militar
cuando la revuelta popular resulte irresistible, cuando el choque social
se agudice.
3.-Caracterización
de las FF.AA.
Los
siguientes son los rasgos que caracterizan a las Fuerzas Armadas españolas:
- Han orientado su organización,
doctrina, estrategia y armamento hacia los patrones imperialistas
establecidos en las alianzas militares que sostienen el sistema económico
neoliberal.
- Las acciones militares de las
FAS españolas no se han lanzado para defender los intereses del pueblo
español, sino los del gran capital transnacional.
- Las FAS están estructuradas
constitucionalmente sobre la tradición franquista y sus valores:
- Obediencia directa a una
monarquía impuesta por la dictadura
- Su papel, definido en la
Constitución, se percibe como el garante de la perpetuación de un juego
institucional que impide un genuino ejercicio democrático que ponga en
cuestión la verdadera naturaleza de la estructura de poder heredada del franquismo.
- Su esquema de valores morales
sigue siendo esencialmente franquista, adaptado gradualmente a los
imperantes en las democracias liberales aliadas, especialmente los
contenidos en las llamadas “doctrinas de seguridad nacional” de los EE.UU.
- La iglesia católica conserva una
situación de privilegio para el control y manipulación de las conciencias
de sus componentes.
- El respeto a los derechos
humanos es percibido como un impedimento a la eficiencia del aparato
militar, tanto en su preparación como en combate.
- En el seno de las FAS, las
libertades civiles de los militares siguen siendo fuertemente
cuestionadas, como si se tratara de un cuerpo estanco sometido a sus
propias reglas de obediencia.
- Se mantiene como concepto clave
el de una disciplina orientada a la obediencia ciega y acrítica,
deliberadamente vaga en su definición como para poder reprimir el simple
disenso con la jerarquía.
- Perdura el sentido
patrimonialista de las castas familiares procedentes del franquismo, que
consideran a las FAS como de su entera y exclusiva responsabilidad.
- El sentido de casta ha
dificultado enormemente el progreso en la carrera militar de sus miembros
procedentes de tropa, blindando a la jerarquía de influencias externas a
sus propios valores.
- También ha determinado en gran
medida la promoción y el ascenso de los oficiales y la distribución de
poder interno dentro de sus Cuerpos y Armas.
- Alimenta un sentimiento
nacionalista extremo y excluyente de las diferencias que, además, favorece
la propagación de ideologías de extrema derecha en su seno.
- Tiene gran arraigo la mentalidad
machista, aunque se ha aceptado la incorporación de las mujeres como
impuesta por los patrones sociológicos de los ejércitos aliados.
- El respeto a la identidad
afectivo-sexual de sus componentes ha sido despreciado de manera
sistemática y nominalmente aceptado como imposición de “los políticos”.
- El sentimiento xenófobo está muy
extendido, aceptando a los extranjeros únicamente como recurso en una
época de reclutamiento insuficiente. Para éstos, su promoción profesional
está extraordinariamente restringida, a pesar de facilitarles,
nominalmente, el acceso a la nacionalidad.
- Los límites a la obediencia
debida no han sido asumidos en todas sus consecuencias. Aunque formalmente
introducidos en la reglamentación militar, no se han habilitado cauces de
denuncia para garantizar su respeto.
- No existen sistemas
independientes de vigilancia de las actuaciones ilegales, indebidas o
abusivas de los militares.
- La jurisdicción militar es
independiente de la jurisdicción ordinaria, contradiciendo el principio
democrático de jurisdicción única. Además la modificación prevista del
Código de Justicia Militar parece orientada a aumentar los delitos
considerados como militares, así como el ámbito de la jurisdicción
militar. En este sentido la posible inclusión de un delito de rebelión
aplicado a civiles, marcaría un hito en la militarización de la represión.
- Persiste una gran opacidad
alrededor de los temas militares, de manera que evidentes delitos, tales
como los de torturas en Irak, son sustraídos del conocimiento del
parlamento y de la opinión pública y se difiere o no se aplica la justicia
debida.
- La Ley de Secretos Oficiales ha
sido utilizada sistemáticamente para hurtar del escrutinio público
actuaciones irregulares, con el pretexto de la protección de la seguridad
nacional.
- En su conjunto, presenta rasgos
de ejército mercenario:
- Se moviliza al servicio de los
intereses estratégicos de los EEUU y sus aliados y bajo el mando supremo
de Washington.
- Recluta tropa con falsas llamadas
al aspecto humanitario de las operaciones en el exterior.
- Se han llegado a incorporar
unidades enteras de países con un pobre historial de respeto a los
derechos humanos.
- Los gastos militares están
orientados a un equipamiento al servicio de las guerras imperialistas y no
a las verdaderas amenazas militares. Esto favorece a la gran industria
militar, fundamentalmente de capital transnacional.
- Existe una excesiva relación
altos mandos militares-industria, que se prolonga a veces tras el pase al
retiro o a la reserva de aquellos. Esto ha facilitado la creación de un
complejo militar-industrial autónomo y antidemocrático que define la
política de defensa y dificulta la moderación en los gastos militares,
además de servir de pasto para todo tipo de corruptelas.
4.- Las
FAS con el pueblo
En estas
circunstancias, es preciso abordar una urgente y radical modificación de las
Fuerzas Armadas bajo las siguientes premisas:
- La soberanía corresponde al
pueblo, comoquiera que ésta se exprese. Su defensa también. Las FAS son
del pueblo, se deben al pueblo y obedecen al pueblo.
- Las FAS están para defender la
soberanía popular, nunca para condicionarla o doblegar su voluntad de
cambio real. La criminalización de las legítimas protestas populares y la
intervención represiva de las FAS son absolutamente inaceptables
- En situaciones como la actual,
en las que existe un conflicto abierto entre las instituciones y las
aspiraciones del pueblo, es preciso un proceso constituyente en el que
descanse la legitimidad democrática. Este proceso debe ser absolutamente
respetado y apoyado por la institución militar en su conjunto.
- La obediencia de las FAS al Rey
debe ser definitivamente quebrada. Únicamente es aceptable que la Jefatura
de las Fuerzas Armadas recaiga en quien que haya sido democráticamente
elegido. La III República es, pues, inaplazable.
- La defensa de la soberanía exige
la salida de nuestro país de las alianzas militares -la OTAN y todo el
sistema de alianzas ad hoc que los EEUU y sus aliados
están utilizando para la realización de su política imperialista- y la
eliminación inmediata de todas las bases e instalaciones extranjeras en
nuestro territorio.
- La “guerra contra el terror”
constituye una burda manipulación propagandística, sembrada desde los
centros de poder económico-financieros y militares, que justifica la
represión contra la disidencia política legítima en todos los órdenes.
- El único principio que puede
garantizar la paz y las buenas relaciones internacionales es el de buena
vecindad y la solución negociada de los conflictos. El recurso a la fuerza
está únicamente justificado en caso de agresión armada abierta o
encubierta. Debe adoptarse como principio el consagrado en la Constitución
de la Segunda República: España renuncia a la guerra como instrumento de
política nacional.
- Ningún tratado internacional
podrá dotar de impunidad a militares, agentes o funcionarios extranjeros
en el territorio del estado español, especialmente por los delitos
definidos en el Tratado de Roma y perseguidos por el derecho internacional
humanitario.
- Ningún tratado otorgará
impunidad a los militares y funcionarios españoles, como aliados de
potencias que se nieguen a acatar las normas del derecho internacional
humanitario referidas a los crímenes de guerra, lesa humanidad y
genocidio. El TPI tendrá plena jurisdicción en el estado español.
5.- El
militar ciudadano: hacia unas nuevas Fuerzas Armadas
En un nuevo
escenario republicano, los siguientes principios deben constituir los
fundamentos de unas Fuerzas Armadas plenamente democráticas:
- El militar es un ciudadano con
el derecho y la obligación de participar en el debate público. El derecho
a la libre expresión de los militares debe ser escrupulosamente respetado,
siempre que no ponga en riesgo la ejecución de sus misiones operativas
legalmente emprendidas.
- Los militares no respaldan
opciones políticas concretas, pero tienen el derecho y la obligación de
apoyar, de palabra y por escrito, de forma pública, la libre expresión de
la soberanía popular.
- Los presupuestos ideológicos
sobre los que deben asentarse las nuevas Fuerzas Armadas son los de
antifranquismo, republicanismo, democracia popular, laicismo, pluralidad
ideológica -excluyendo discursos de odio- y oposición a la
utilización de la coacción, la amenaza o la fuerza contra el pueblo.
- No se recurrirá a la fuerza más
que como defensa ante la agresión armada contra el pueblo que desea
manifestarse libre y pacíficamente.
- La desobediencia a las órdenes
ilegales es un deber militar y, en consecuencia, es obligada en los casos
de represión antidemocrática. Deben crearse los mecanismos que aseguren la
depuración de responsabilidades en las órdenes ilegales, independientes de
la cadena de mando.
- Es preciso dotar a las FAS de
mecanismos de supervisión democrática y de rendición de cuentas ante la
ciudadanía.
- Los servicios de información y
espionaje deben ser sometidos al escrutinio soberano. Las escuchas,
vigilancias, seguimientos o intromisiones en la privacidad de todo orden
deben ser autorizados por la ley y supervisados por el poder judicial.
- Es preciso revisar el Código de
Justicia Militar para purgarlo de todos los delitos que no sean
específicamente militares, cometidos por sus componentes. Debe eliminarse
el sistema procesal militar para encuadrarlo en un sistema único de
Justicia, salvo en los casos de guerra, garantizando entonces la
independencia del tribunal.
- Las violaciones de derechos
humanos cometidas por los miembros de las FAS deben excluirse de la
jurisdicción militar.
- El Régimen Disciplinario de las
FAS debe revisarse para definir con precisión lo que constituye el
concepto de disciplina y, consiguientemente, qué se considera lícito
establecer como limitaciones a los derechos civiles de los militares.
- Debe dotarse a las FAS de
sistemas que garanticen su absoluta transparencia; es necesario terminar
con la utilización de la ley de secretos oficiales como tapadera para
encubrir los abusos, la corrupción y las prácticas antidemocráticas.
- Las asociaciones militares deben
contar con capacidad reconocida y efectiva de defensa de los intereses
profesionales de sus componentes.
- Los valores democráticos deben
ser asumidos por las FAS como cauce de expresión de la soberanía popular.
- Las FAS tienen que ser purgadas
de los elementos simbólicos e ideológicos de la tradición franquista.
- La diversidad en todos los
órdenes (étnica, de nacionalidad, de identidad afectivo-sexual, etc) debe
ser explícitamente reconocida y aceptada como enriquecedora del colectivo.
El pueblo
español tiene que despertarse ya del profundo letargo inducido por tantos años
de mediocridad interesada y de ocultación sistemática. Los ciudadanos y
ciudadanas tienen que abandonar sus actitudes conformistas y de defensa de sus
pequeños intereses más inmediatos, en la conciencia de que vienen tiempos
difíciles y que solo la solidaridad y el esfuerzo conjunto pueden ofrecer
soluciones a largo plazo que satisfagan las verdaderas necesidades de la
mayoría.
La sociedad
civil tiene que rearmarse moralmente, denunciando los abusos del poder por
todas las vías posibles y exigiendo un proceso constituyente hacia una
verdadera democracia social, participativa, transparente y fraternal, sin
inhibiciones ante el mito de la fuerza represiva. Los profesionales de las
Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad van a entender este clamor
legítimo e imparable y no van a suponer un obstáculo añadido a los innumerables
ya existentes.
¡Basta de
políticas al servicio de los poderosos! ¡No a las alianzas militares! ¡Respeto
a la soberanía popular! ¡Por un proceso constituyente hacia la Tercera
República Federal!
Denunciamos
la Ley de Seguridad Privada, como la instauración de “cuerpos parapoliciales”
al servicio de la oligarquía y de su Régimen antidemocrático
Contra el
nuevo “golpe de estado encubierto”
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