Véase Obras Completas, Tomo 34
Julio-octubre de 1917 (págs. 157-206)
Nota del
editor de este blog: He copiado el documento o folleto de
Lenin, de las obras completas, de la editorial que señala y las referencias que se hacen.
Referencias
La
catástrofe que nos amenaza y como combatirla
Los
bolcheviques deben tomar el poder
El marxismo
y la insurrección
Resoluciones
en el papel
¿Implantar
el socialismo o denunciar la dilapidación de fondos públicos?
Hay que
desenmascarar a los capitalistas.
Más vale
pájaro en mano que ciento volando
Frases y
hechos
Como ocultan
las ganancias los señores capitalistas (En torno al problema del control)
La crisis se
aproxima el caos económico aumenta.
Antes y durante de tomar el poder, Lenin defiende el capitalismo de estado
Una cita del
documento: ¿Se puede avanzar temiendo
marchar hacia el socialismo?
“Pues
bien, prueben ustedes a sustituir ese Estado de junkers y capitalistas, ese
Estado de terratenientes y capitalistas, con un Estado democrático
revolucionario, es decir, con un Estado que suprima revolucionariamente todos
los privilegios, que no tema implantar por vía revolucionaria la democracia más
completa. Y entonces verán que el capitalismo
monopolista de Estado, en un Estado democrático revolucionario de
verdad, representa inevitablemente, infaliblemente, i un paso, varios pasos
hacia el socialismo!”
Capitalismo de Estado y
capitalismo monopolista de Estado
Capitalismo
monopolista de Estado
https://www.ecured.cu/Capitalismo_monopolista_de_Estado
V. I. Lenin.
Acerca del infantilismo "izquierdista" y del espíritu pequeñoburgués.
1918
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2018/11/v-i-lenin-acerca-del-infantilismo.html
V. I. Lenin:
Cinco años de la revolución rusa y perspectivas de la revolución mundial
(capitalismo de Estado)
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2014/04/v-i-lenin-cinco-anos-de-la-revolucion.html
Lenin y
Trotsky: la consigna los Estados Unidos de Europa, el socialismo en un solo
país y el capitalismo de Estado
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2016/05/lenin-y-trotsky-la-consigna-los-estados.html
Nueva
Política Económica (Desde el 21 de marzo de 1922 hasta 1928.)
https://es.wikipedia.org/wiki/Nueva_Pol%C3%ADtica_Econ%C3%B3mica
Capitalismo
de Estado
https://es.wikipedia.org/wiki/Capitalismo_de_Estado
V. I. Lenin
La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla
Escrito
entre el 10 y el 14 de septiembre de 1917.
Este texto
es extraído de las obras escogidas en tres
tomos, editadas en
1961 por la editorial Progreso.
https://app.box.com/s/ee9jq1lk0qbz36lt3jkquc5kjxf96dl0
La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla 82
Escrito el
10-14 (23-27) de septiembre de 1917
Publicado en
un folleto a finales de octubre de 1917, en Petrogrado, por la Editorial Pribbi
Notas.
466-512
82 Lenin escribió el trabajo La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla
en Helsingfors, entre el 10 y el 14 (23 y 27) de septiembre de 1917, estando en
la clandestinidad. En el núm. 25 del periódico Raboclii Put del 14 (1°) de
octubre de 1917 se publicaron los dos últimos capítulos del trabajo: la guerra y la lucha contra la ruina y la
democracia revolucionaria y el proletariado revolucionario; al cabo de
algunos días, el 19 (6) de octubre, el mismo periódico anunció que "habla
aparecido el nuevo folleto de N. Lenin La catástrofe que nos amenaza y cómo
combatirla". - 157.
Índice
El hambre se
acerca
Pasividad
completa del Gobierno
Las medidas
de control son conocidas de todos y fácilmente aplicables
La nacionalización
de los bancos
La
nacionalización de los consorcios capitalistas
La abolición
del secreto comercial
La
agrupación obligatoria de los
capitalistas en consorcios
La
reglamentación del consumo.
El Gobierno
destruye la labor de las organizaciones democráticas
La
bancarrota financiera y las medidas para combatirla
¿Se puede avanzar temiendo marchar
hacia el socialismo?
La guerra y
la lucha contra la ruina. (La lucha
contra del desbarajuste y la guerra)
La democracia
revolucionaria y el proletariado revolucionario
¿Se puede avanzar temiendo marchar
hacia el socialismo?
“Pues bien, prueben ustedes a
sustituir ese Estado de junkers y capitalistas, ese Estado de terratenientes y
capitalistas, con un Estado democrático revolucionario, es decir, con un Estado
que suprima revolucionariamente todos los privilegios, que no tema implantar
por vía revolucionaria la democracia más completa. Y entonces verán que el
capitalismo monopolista de Estado, en un Estado democrático revolucionario de
verdad, representa inevitablemente, infaliblemente, i un paso, varios pasos
hacia el socialismo!”
El hambre
se acerca
Una
catástrofe inevitable se cierne sobre Rusia. El transporte ferroviario se halla
en un estado de increíble desorganización, que crece sin cesar. Los ferrocarriles
quedarán parados. Cesará la afluencia de materias primas y de carbón a las
fábricas. Cesará el suministro de cereales. Los capitalistas sabotean (dañan,
interrumpen, minan, frenan) deliberada y tenazmente la producción, confiando en
que una catástrofe inaudita originará la bancarrota de la república y de la
democracia, de los Soviets y, en general, de las asociaciones proletarias y
campesinas, facilitando así el retorno a la monarquía y la restauración de la
omnipotencia de la burguesía y de los terratenientes.
Nos amenazan
inexorables una catástrofe de proporciones sin precedente y el hambre. Todos
los periódicos han hablado ya de ello infinidad de veces. Los partidos y los
Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos ' han votado multitud de
resoluciones en las que se reconoce que la catástrofe es inminente, que está ya
muy cerca, que es preciso mantener contra ella una lucha desesperada, que el
pueblo debe hacer "esfuerzos heroicos" para conjurar el desastre,
etc.
Todo el
mundo lo dice. Todo el mundo lo reconoce. Todo el mundo lo hace constar.
Pero no se
toma ninguna medida
Llevamos medio año de revolución. La catástrofe está hoy más cerca.
Hemos llegado al desempleo en masa. i Quién
podría pensarlo: en el país no hay mercancías, el país perece por falta de víveres,
por falta de mano de obra, aunque existen cereales y materias primas en cantidad
suficiente! i Y en un país que se encuentra
en ·esas condiciones, en un momento tan crítico, ha aumentado el paro forzoso
en masa! ¿Se
quiere mejor prueba del que durante este medio año de revolución (que algunos califican de gran revolución,
pero que, por ahora, sería más justo denominar revolución podrida), con una república democrática, con gran
profusión de asociaciones, organismos e instituciones que se intitulan
orgullosamente "democráticos
revolucionarios", no se ha hecho en realidad nada serio, absolutamente
nada, contra la catástrofe, contra el hambre? Nos acercamos con celeridad
creciente al desastre, pues la guerra no espera, y el desbarajuste que origina
en todos los dominios de la vida del pueblo es cada día más profundo.
Sin embargo,
basta con fijarse y reflexionar, por poco que sea, para convencerse de que existen los medios necesarios de combatir la
catástrofe y el hambre; de que las medidas a adoptar son perfectamente claras y
sencillas, completamente realizables, plenamente asequibles a las fuerzas del
pueblo, y que si no se adoptan es
única y exclusivamente porque su implantación lesionaría las fabulosas
ganancias de un puñado de terratenientes y capitalistas.
En efecto.
Puede asegurarse que no encontrarán ni un solo discurso, ni un solo artículo en
los periódicos de cualquier tendencia, ni una sola resolución, sea cual fuere
la asamblea o institución en que se haya votado, en los que no se exponga de un
modo claro y concreto la medida fundamental y decisiva para combatir la
catástrofe y el hambre, para evitarlas. Esa medida es: el control, la fiscalización, la contabilidad, la reglamentación por el
Estado, la distribución acertada de la mano de obra en la producción y en el
reparto de los productos, el ahorro de fuerzas del pueblo, la supresión de todo
gasto superfluo de energías, su , economía. control,_ fiscalización,
contabilidad: eso es lo principal en la lucha contra la catástrofe y contra el
hambre. Eso es algo indiscutible y admitido por todos. Pero eso es
precisamente lo que no se !tace por miedo a atentar contra la omnipotencia de
los terratenientes y los capitalistas, contra sus ganancias desmedidas,
inauditas y escandalosas, obtenidas aprovechándose de la carestía y de los
suministros al ejército (y hoy, directa o
indirectamente, casi todos "trabajan" para la guerra); unas
ganancias que todo el mundo conoce, que todo el mundo ve y a propósito de las
cuales todo el mundo se lamenta y se escandaliza.
Sin embargo,
el Estado no hace absolutamente nada para implantar un control, una
contabilidad y una fiscalización más o menos serios.
Pasividad completa del Gobierno
Se observa
por doquier un sabotaje sistemático e incesante de todo control, fiscalización
y contabilidad, de cuantas tentativas emprende el Estado para organizarlos. Y
hace falta ser increíblemente ingenuo para no comprender -o profundamente
hipócrita para aparentar que no se comprende- de dónde parte ese sabotaje y qué
recursos emplea. Porque ese sabotaje de los! banqueros y los capitalistas, ese
torpedeamiento por ellos de todo
control, fiscalización y contabilidad, se
adapta a las formas estatales de la
república democrática, se adapta a la existencia de las instituciones
"democráticas revolucionarias".
Los señores capitalistas han asimilado a la perfección una verdad que reconocen
de palabra todos los adeptos del socialismo científico, pero que los
mencheviques y los eseristas procuraron olvidar en cuanto sus amigos ocuparon
los lucrativos puestos de ministros, viceministros etc.' Esa verdad consiste en que la esencia económica de la explotación
capitalista no experimenta el menor cambio por el hecho de que las formas
monárquicas de gobierno sean sustituidas con las formas democráticas republicanas/y en que, por consiguiente, ocurre
también lo contrario: basta con cambiar la forma de lucha por la intangibilidad
y la santidad de las ganancias capitalistas para salvaguardarlas en la
república democrática con la misma eficacia que en la monarquía autocrática.
El sabotaje
moderno, novísimo, democrático republicano de todo control, de toda
contabilidad y de toda fiscalización consiste en <que los capitalistas
reconocen de palabra "fervorosamente" el "principio" del
control y su necesidad (como hacen también, por supuesto, todos los
mencheviques y todos los eseristas); pero hacen hincapié en que ese control se
implante de una manera "gradual", regular, de acuerdo con una
"reglamentación establecida por el estado". En realidad, con esas
bellas palabras se quiere ocultar el sabotaje del control, su reducción a la
nada, a una ficción; se quiere ocultar una comedia de control, la demora de
todas las medidas eficaces y de verdadera importancia práctica, la creación de
organismos de control complicados, farragosos, inertes y burocráticos en
extremo, que dependen por entero de los capitalistas y no hacen ni pueden hacer
absolutamente nada.
Para no
hacer afirmaciones gratuitas, nos
remitiremos a testimonios de mencheviques y eseristas, es decir, precisamente
de quienes tuvieron la mayoría en los Soviets en los primeros seis meses de
revolución, participaron en el "Gobierno de coalición" y, por
ello, son responsables políticamente ante los obreros y los campesinos rusos de
la connivencia con los capitalistas y de que éstos hayan frustrado todo
control.
El periódico
oficial del organismo máximo entre los llamados organismos
"habilitados" ( bromas aparte!) de la democracia
"revolucionaria", Izvestia del CEC (es decir, del Comité Ejecutivo
Central del Congreso de los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos
de toda Rusia), publica en su núm. 164, del 7 de septiembre de 1917, una
disposición de una institución especial que se ocupa en los problemas del
control, creada por esos mismos mencheviques y eseristas y que se encuentra por
entero en sus manos. Esta institución especial es la "Sección de Economía"
del Comité Ejecutivo Central. En dicha disposición se reconoce oficialmente,
como un hecho, " la pasividad completa de los organismos centrales de
reglamentación de la vida económica anejos al Gobierno”.
¿Cabe testimonio
más elocuente que éste, suscrito por los propios mencheviques y eseristas, de
la bancarrota de la política menchevique y eserista?
La necesidad
de reglamentar la vida económica fue ya reconocida en tiempos del zarismo,
habiéndose creado para ello diferentes organismos. Pero, bajo el zarismo, la
ruina hada progresos cada día mayor, llegando a alcanzar proporciones
monstruosas. Se reconoció en el acto que era misión del Gobierno republicano,
del Gobierno revolucionario, adoptar medidas se rías y enérgicas para acabar con la ruina. Cuando se
formó, con la colaboración de mencheviques y eseristas, el Gobierno de
"coalición" publicó su solemnísima declaración del 6 de mayo, en la
que prometió públicamente establecer el control y la reglamentación estatales y
contrajo el compromiso de llevarlo a la práctica. Los Tsereteli y los Chemov, y
con ellos todos los lideres mencheviques y eseristas, juraron y perjuraron que
no sólo ellos respondían de la gestión del Gobierno, sino que, además, "los organismos habilitados de la democracia
revolucionaria", que se encontraban en sus manos, vigilaban de hecho
la labor del Gobierno y la controlaban.
Desde el 6
de mayo han transcurrido cuatro meses, cuatro largos meses, durante los cuales
Rusia ha sacrificado cientos de miles de soldados en la absurda
"ofensiva" imperialista, y la ruina y la catástrofe se han acercado
con botas de siete leguas, a pesar de que el verano ofrecía posibilidades
extraordinarias para hacer muchas cosas, tanto en el transporte por agua como
en la agricultura, en las exploraciones geológicas, etc., etc. i i Y al cabo de
estos cuatro meses, los mencheviques y los eseristas se ven obligados a
confesar oficialmente la "pasividad completa" de los organismos de
control anejos al Gobierno!!
iY hoy
(escribimos estas líneas precisamente en vísperas de la apertura de la
Conferencia Democrática, convocada para el 12 de septiembre 83), esos mismos mencheviques y
eseristas proclaman, con empaque de sesudos estadistas, que aún puede ponerse
remedio a la situación, sustituyendo la coalición con los demócratas
constitucionalistas por una coalición con los Kit Kítich 84 de la
industria y del comercio, con los Riabushinski, los Búblikov, los Teréschenko y
Cía.!
¿Cómo se
explica, puede preguntarse, esta asombrosa ceguera de los mencheviques y los
eseristas? ¿Debemos considerarlos "como recién nacidos en política",
que por su extremo candor y cortos alcances no saben lo que hacen y se
equivocan de buena fe? ¿O será que las abundantes poltronas de ministro,
viceministro, gobernador general, comisario, etc., etc., tienen la virtud de
originar una ceguera especial, "política"?
83
La Conferencia
Democrática de toda Rusia fue convocada por el CEC mencheviques-eseristas de
los Soviets para resolver el problema del poder. Sin embargo, el verdadero fin
que se señalaron sus organizadores consistía en desviar la atención de las
masas populares de la creciente revolución. Fue anunciada al principio para el
12 (25) de septiembre; más tarde se aplazó y tuvo lugar del 14 al 22 de
septiembre (27 de scptiembre-5 de octubre) de 1917, en Petrogrado, asistiendo a
ella más de 1.500 personas. Los líderes mencheviques y eseristas adoptaron
todas las medidas necesarias para disminuir la representación de las masas
obreras y campesinas y aumentar el número de delegados de diversas
organizaciones pequeñoburguesas y burguesas, asegurándose as! la mayoría en la
Conferencia. De ahí que se diera mayor representación a las administraciones
autónomas urbanas, que tuvieron 300 delegados; a los zemstvos, 200, y a las
cooperativas controladas por los mencheviques y eseristas, 120. A los Soviets
de diputados obreros y soldados, por el contrario, que representaban a la
inmensa mayoría del pueblo, se les concedió en total 230 puestos.
En su sesión
del 3 (16) de septiembre, el CC del POSO (b) de Rusia resolvió participar en la
Conferencia y envió a las organizaciones locales del Partido una circular en la
que instó a "empeñar todos los esfuerzos para crear el grupo más numeroso
y unido posible, integrado por los miembros de nuestro Partido que participen
en la Conferencia". Los bolcheviques asistieron a ese foro con el fin de
utilizarlo como tribuna para desenmascarar a los mencbeviques y los eseristas.
En la carta Los bolcheviques deben tomar el poder,
dirigida al Comité Central y a los comités de Petersburgo y Moscú del POSD (b)
de Rusia, y en la titulada El marxismo y
la insurrección, que dirigió al Comité Central del POSD (b) de Rusia (véase
el presente volumen, págs. 247-249, 250-256), Lenin trazó la táctica de los
bolcheviques en relación con la próxima Conferencia.
La
Conferencia Democrática acordó organizar el llamado Anteparlamento (Consejo
Democrático de toda Rusia), compuesto de delegados a la misma.
En la
primera sesión del Anteparlamento (23 de septiembre) se ratificó el acuerdo a
que habían llegado los eseristas y mencheviques con los demócratas
constitucionalistas de formar una nueva coalición gubernamental. El nuevo
Gobierno Provisional de coalición aprobó un Reglamento, según el cual el
Anteparlamento deberla denominarse Consejo Provisional de la República de Rusia
y no ser más que un organismo consultivo adjunto al Gobierno. Pasaron a formar
parte de él representantes de organizaciones e instituciones burguesas y
terratenientes (el Partido Demócrata Constitucionalista y otros). Fue un
intento de sembrar ilusiones parlamentarias entre el pueblo y frenar el
desarrollo de la revolución socialista
El 21 de
septiembre (4 de octubre), el CC del POSD (b) de Rusia acordó retirar a los
bolcheviques de la presidencia de la Conferencia, pero no abandonar esta
última. Se decidió, por 9 votos contra 8, no formar parte del Anteparlamento.
En vista de que los votos se hablan divididos por mitad, se decidió transmitir
la solución definitiva del problema a una conferencia del Partido, la cual
debla "organizarse en seguida con la minoría, que estaba reunida, de la
Conferencia Democrática". En el acta de la sesión del CC se dice más
adelante que en la Conferencia se acordó, por 77 votos contra 50, participar en
el Anteparlamento, acuerdo que fue ratificado por el Comité Central.
Lenin
criticó los errores de táctica de los bolcheviques respecto a la Conferencia
Democrática; exigió categorialmente que
los bolcheviques abandonaran el Anteparlamento y recalcó la necesidad de
consagrar todas las energías a preparar la insurrección. El Comité Central del
Partido discutió la proposición de Lenin y acordó que los bolcheviques se
retirasen del Anteparlamento, habiendo vencido la resistencia de Kámenev, Ríkov
y otros capituladores que defendían la participación. El 7 (20) de octubre, día
de inauguración del Anteparlamento, los bolcheviques dieron lectura a una
declaración y seguidamente lo abandonaron. -165.
84 Kit Kítich o Tit Títich: personaje de
la comedia Pagan justos por pecadores, del escritor ruso A. Ostrovski. Tipo de
déspota inculto, salvaje y cerril. -165.
Las medidas de control son conocidas
de todos y fácilmente aplicables
Puede surgir
la pregunta de si los medios y las medidas de control no son algo
extraordinariamente complicado, difíciles, jamás experimentados y hasta
desconocidos. ¿No se deberán las dilaciones a que los estadistas del Partido
Demócrata Constitucionalista, de la clase industrial y comercial, así como de
los partidos eserista y menchevique, llevan ya medio año esforzándose a
más no poder por indagar, estudiar y descubrir las medidas y los medios de
control, sin que hayan llegado todavía a una solución del problema, dada su
extraordinaria dificultad?
iNi mucho
menos! Lo que se quiere es "dar gato por liebre" y presentar las cosas
de esa forma a los mujiks incultos, analfabetos y oprimidos y a los pequeños
burgueses, que creen en todo y no ahondan en nada. La realidad es que incluso
el zarismo, incluso el "viejo régimen", al crear los comités de la
industria de guerra 85 conocía la medida fundamental, el medio principal y
la vía del control: agrupar a la población por profesiones, por firmes y ramas
de trabajo, etc. Pero el zarismo temía que la población se agrupase, y por ello
recurría a todo para limitar y obstaculizar artificialmente esa vía y ese medio
de control, tan universalmente conocidos, tan fáciles y tan aplicables.
85 Los comités de la industria de guerra fueron creados
en mayo de 1915 en Rusia por la gran burguesía imperialista para ayudar al
zarismo a hacer la guerra. El Comité Central de la industria de guerra estuvo
presidido por A. Guchkov, gran capitalista y líder de los octubristas. Tratando
de someter a los obreros a su influencia y de inculcarles ideas defensistas, la
burguesía organizó "grupos obreros" anejos a dichos comités para
mostrar asl que en Rusia se había establecido la "paz de clases"
entre la burguesía y el proletariado. Los bolcheviques declararon el boicot a
los comités de la industria de guerra y lo aplicaron eficazmente con el apoyo
de la mayor\a de los obreros. -166
Todos los
Estados beligerantes, que sufren el peso extraordinario y las calamidades de la
guerra, que sufren -en grado mayor o menor- la ruina y el hambre, han trazado,
determinado, aplicado y probado hace ya mucho toda una serie de medidas de
control, que se reducen casi siempre a agrupar a la población, a crear o
fomentar asociaciones de tipos diversos vigiladas por el Estado, en las que
participan sus representantes, etc., etc. Estas medidas de control son
conocidas de todos, y sobre ellas se ha hablado y escrito mucho. Las leyes
relativas al control dictadas por las potencias beligerantes más adelantadas
han sido traducidas al ruso o expuestas con todo detalle en la prensa de
nuestro país.
Si nuestro
Estado quisiera realmente aplicar el control de un modo serio y efectivo; si
sus instituciones no se hubiesen condenado ellas mismas a "la pasividad
completa" con su servilismo ante los capitalistas, le bastaría con extraer
a manos llenas medidas de control, ya conocidas y aplicadas, del copioso
depósito existente. El único obstáculo que se alza en ese camino -obstáculo que
ocultan al pueblo los demócratas constitucionalistas, eseristas y mencheviques-
era y sigue siendo que el control pondría al descubierto las fabulosas
ganancias de los capitalistas y las frustraría.
Para
esclarecer mejor esta cuestión importantísima (que equivale, en el fondo, a la
cuestión del programa de todo Gobierno realmente revolucionario que quiera
salvar a Rusia de la guerra y del hambre), enumeraremos y examinaremos por
separado las más importantes medidas de control.
Veremos que
a un Gobierno que se denominase democrático revolucionario no sólo en tono de
burla, le habría bastado con decretar (prescribir, ordenar), ya en su primera
semana de vida, la implantación de las principales medidas de control; con
imponer castigos serios, no irrisorios, a los capitalistas que pretendieran
burlar de manera fraudulenta esas medidas, e invitar a la población a vigilar
por sí misma a los capitalistas, a comprobar si cumplen o no honradamente las
disposiciones acerca del control, y éste habría sido implantado en Rusia hace
ya mucho.
He aquí las
medidas más importantes:
1. Fusión de
todos los bancos en un banco único y control por el Estado de sus operaciones,
o nacionalización de los bancos.
2.
Nacionalización de los consorcios, es decir, de las asociaciones más importantes,
monopolistas, de los capitalistas (consorcios azucarero, petrolero, hullero,
metalúrgico, etc.).
3. Abolición
del secreto comercial.
4.
Sindicación obligatoria (es decir, agrupación obligatoria) de los industriales,
los comerciantes y los patronos en general.
5. Agrupación obligatoria de la población en
sociedades de consumo o fomento y control de estas organizaciones.
Veamos ahora
qué importancia tendría cada una de estas medidas, siempre y cuando se
implantase por vía democrática revolucionaria.
La nacionalización de los bancos
Los bancos
son, como se sabe, centros de la vida económica moderna, los principales
centros nerviosos de todo el sistema capitalista de economía nacional. Hablar
de "reglamentar la vida económica" y eludir el problema de la
nacionalización de los bancos significa hacer gala de una ignorancia supina o
engañar a la "plebe" con frases pomposas y promesas altisonantes, que
de antemano se ha resuelto no cumplir.
Es un
absurdo querer controlar y regular el suministro de cereales o, en general, la
producción y la distribución de los productos si, al mismo tiempo, no se
controlan y regulan las operaciones bancarias. Es algo así como lanzarse a la
caza de unos "kopeks" problemáticos y cerrar los ojos ante millones
de rublos. Los bancos modernos están tan estrecha e indisolublemente
entrelazados con el comercio (con el de cereales y con todo el comercio en
general) y con la industria que sin "meterles mano" no se puede hacer
absolutamente nada serio, nada "democrático revolucionario".
Pero ¿quizá
eso de que el Estado "meta mano" a los bancos sea una operación muy
difícil y complicada? Habitualmente se pinta así la cosa -la pintan así, claro
está, los capitalistas y sus abogados, que se benefician con ello- para asustar
a los filisteos.
En realidad,
la nacionalización de los bancos, que no priva de un solo kopek a ningún
"propietario", no ofrece absolutamente la menor dificultad de orden
técnico o cultural, y si se demora es exclusivamente por la sórdida codicia de
un insignificante puñado de ricachones. Si
se confunde tan a menudo la nacionalización de los bancos con la confiscación
de los bienes privados, la culpa
de que se propague esta confusión de conceptos la tiene la prensa burguesa,
interesada en engañar a la gente.
La propiedad
de los capitales con que operan los bancos y que se concentran en ellos se
acredita por medio de certificados impresos o manuscritos, a los que se da el
nombre de acciones, obligaciones, letras de cambio, recibos, etc. Con la nacionalización de los bancos,
es decir, con la fusión de todos los bancos en un solo Banco del Estado,
no se anulada ni modificaría ninguno de
esos certificados. Quien poseyese quince rublos en su cartilla de ahorros
seguiría poseyendo los mismos quince rublos después
de implantada la nacionalización de los bancos, y quien poseyese quince
millones, seguiría poseyéndolos, incluso después de adoptada esta medida, en
forma de acciones, obligaciones, letras de cambio, resguardos de mercancías,
etc.
¿En qué
estriba, pues, la importancia de la nacionalización de los bancos?
En que es
imposible ejercer un verdadero control de los diferentes bancos y de sus
operaciones (aun suponiendo que se suprima el secreto comercial, etc.), pues no
se puede vigilar el complicadísimo, enredadísimo y astutísimo tejemaneje a que
se recurre al confeccionar los balances, al fundar empresas y sucursales
ficticias, al hacer intervenir a hombres de paja, etc., etc. Sólo la fusión de
todos los bancos en un banco único, sin que esto implique la menor modificación
de las relaciones de propiedad; sin que, repetimos, se le quite un solo kopek a
ningún propietario, ofrece la posibilidad de implantar un control efectivo, a
condición, claro está, de que se apliquen a la vez todas las demás medidas
antes mencionadas. Sólo nacionalizando
los bancos podrá conseguirse que el Estado sepa a dónde y cómo, de dónde y
cuándo se desplazan los millones y los miles de millones. Y sólo este control
de los bancos, del centro, eje principal y mecanismo básico de la circulación
capitalista, permitiría organizar de hecho, y no de palabra, el control de toda
la vida económica, de la producción y la distribución de los productos más
importantes, organizar "la reglamentación de la vida económica", que,
de otro modo, está condenada a seguir siendo inevitablemente un tópico de los
ministros para engañar al vulgo. Sólo el control de las operaciones bancarias,
a condición de que se concentren en un solo banco perteneciente al Estado,
permitirá organizar, previa aplicación de otras medidas fácilmente implantables,
la recaudación efectiva del impuesto de utilidades sin que haya ocultaciones de
bienes e ingresos, pues el impuesto de utilidades sigue siendo hoy, en gran
parte, una ficción.
Bastaría
precisamente con decretar la nacionalización de los bancos: sus propios
directores y empleados se encargarían de llevarla a la práctica. Para ello no
hace falta ningún mecanismo especial ni se requieren preparativos especiales
por parte del Estado. Esta medida puede ser implantada precisamente por
decreto, "de un solo golpe". Porque el propio capitalismo, que en su
desarrollo ha llegado a idear las letras de cambio, las acciones, las
obligaciones, etc., se ha encargado de crear la posibilidad económica de
aplicarla. Lo único que falta es unificar la contabilidad; y si el Estado
democrático revolucionario ordenara que en cada ciudad se convocasen
inmediatamente, por telégrafo, asambleas y, en las provincias y por todo el
país, congresos de directores y empleados de Banca para fusionar sin demora
todos los bancos en un solo Banco del Estado, esta reforma sería realizada en
el transcurso de unas semanas. Por supuesto, serían precisamente los directores
y los altos empleados quienes opondrían resistencia, quienes tratarían de
engañar al Estado, de dar largas al asunto, etc., pues esos caballeros -y ahí
está el quid de la cuestión perderían puestos muy rentables y la posibilidad de
operaciones fraudulentas muy lucrativas. Pero no existe la menor dificultad
técnica para la fusión de los bancos. Y si el poder del Estado fuese
revolucionario no sólo de palabra ( es decir, si no temiese romper con la
inercia y la rutina); si fuese democrático no sólo de palabra (es decir, si
obrase en interés de la mayoría del pueblo y no de un puñado de ricachos),
bastaría con decretar la confiscación de bienes y el encarcelamiento de los
directores, consejeros y grandes accionistas como castigo por la menor dilación
y por las tentativas de ocultar los saldos de cuentas y otros documentos;
bastaría con organizar aparte, por ejemplo, a los empleados pobres, y
premiarlos por descubrir fraudes y dilaciones de los ricos, para que la
nacionalización de los bancos avanzara lisa y llanamente, con la velocidad de
una centella.
La nacionalización de los bancos
reportaría ventajas inmensas a todo
el pueblo, y especialmente no a los obreros (pues
los obreros tienen poco que ver con los bancos), sino a la masa de campesinos e industriales modestos. El
ahorro de trabajo que ello representaría sería gigantesco, y suponiendo que el
Estado conservase el mismo número de empleados de Banca que hasta aquí, se
habría dado un gigantesco paso adelante en el sentido de universalizar el uso
de los bancos, multiplicar sus sucursales, hacer más asequibles sus
operaciones, etc., etc. Serían precisamente los pequeños propietarios, los
campesinos, quienes podrían obtener créditos en condiciones muchísimo más
fáciles y asequibles. Y el Estado tendría por vez primera la posibilidad:
primero, de conocer, sin que nadie pudiera ocultárselas, las operaciones
financieras más importantes; luego, de controlarlas; después, de regular la
vida económica y, finalmente, de obtener millones y miles de millones para las
grandes operaciones del Estado, sin necesidad de abonar a los señores
capitalistas "comisiones" fabulosas por sus "servicios".
Por eso -y sólo por eso-, todos los capitalistas, todos los profesores
burgueses, toda la burguesía y todos los Plejánov, Potrésov y Cía. a su
servicio se muestran dispuestos a luchar, babeando de rabia, contra la
nacionalización de los bancos; a inventar miles de objeciones a esta medida
facilísima y urgentísima, pese a ser una medida que, incluso desde el punto de
vista de la "defensa" del país (es decir, desde el punto de vista
militar), significaría una ventaja gigantesca: y reforzaría en grado
extraordinario la "potencia militar"
del país.
Se nos
podrá, quizá, objetar: ¿por qué, entonces, países tan avanzados como Alemania y
los Estados Unidos de Norteamérica practican una excelente "reglamentación
de la vida económica" sin pensar siquiera en nacionalizar los bancos?
Porque -respondemos- estos
Estados, aun siendo el uno monarquía y el otro república, son ambos no sólo
capitalistas, sino imperialistas. Y como tales, efectúan por vía burocrática reaccionaria las
reformas que necesitan. Pero nosotros hablamos aquí de la vía democrática
revolucionaria.
Esta
"pequeña diferencia" tiene una importancia muy esencial. Por lo
general, "no es costumbre'' pararse a meditar en ella. En nuestro país (y
principalmente entre los eseristas y los mencheviques), las palabras
"democracia revolucionaria" se han convertido casi en una frase
convencional, en algo parecido a la expresión de "A Dios gracias",
que emplean también personas no tan ignorantes como para creer en Dios, o a la
expresión de "respetable ciudadano", que se usa a veces dirigiéndose
incluso a los colaboradores de Den o de Edinzstv, aunque casi todas comprenden
que estos periódicos han sido fundados y son sostenidos por los capitalistas
para defender los intereses de los capitalistas y que, por lo tanto, la colaboración
en ellos de sedicentes socialistas tiene muy poco de "respetable".
Para quien
no emplee las palabras "democracia revolucionaria" como una pomposa
frase estereotipada, como un tópico convencional, y se pare a pensar en lo que
significan, ser demócrata es tener presentes de verdad los intereses de la
mayoría del pueblo, y no los de la minoría; ser revolucionario es demoler del
modo más resuelto e implacable todo lo nocivo y caduco.
Que nosotros
sepamos, ni los gobiernos ni las clases gobernantes de Norteamérica y Alemania
aspiran al título de "democracia revolucionaria", que reivindican
para sí (y prostituyen) nuestros eseristas y mencheviques.
En Alemania
son cuatro, en total, los grandes bancos
privados que tienen una importancia nacional; en los Estados U nidos, sólo dos.
A los reyes financieros de estos bancos les es más fácil, más cómodo y más
ventajoso asociarse en privado, en secreto, reaccionariamente, y no_ por
procedimientos revolucionarios; burocráticamente, y no por vía democrática;
sobornando a los funcionarios públicos (pues eso es norma general, lo mismo en
Norteamérica que en Alemania) y manteniendo el carácter privado de los bancos
precisamente para poder conservar el secreto de las operaciones, para poder
seguir estrujando a ese mismo Estado millones y más millones de
"superganancias" y asegurar fraudulentas manipulaciones financieras.
Tanto
Norteamérica como Alemania "reglamentan la vida · económica" de tal
modo que se crea un presidio militar para los obreros (y, en parte, también
para los campesinos) y un paraíso para los banqueros y capitalistas. Toda su reglamentación consiste en
"apretar" a los obreros hasta llevarlos al hambre, mientras que a los
capitalistas se les garantizan (bajo cuerda, por vía reaccionaria burocrática)
ganancias mayores que antes de la guerra.
Ese camino
es plenamente posible también para la Rusia republicana imperialista. Es el
camino que siguen, en efecto, no sólo los Miliukov y los Shingariov, sino
también Kerenski, al unísono con Teréschenko, Nekrásov, Bematski, Prokop6vich y
Cía., los cuales difunden asimismo, de un modo burocrático reaccionario, la
"intangibilidad" de los bancos y su derecho sagrado a percibir
fabulosas ganancias. Será mejor decir la verdad: en la Rusia republicana
reglamentarían de buen grado la vida económica por procedimientos burocráticos
reaccionarios, si no fuera porque tropiezan "a menudo" con la
dificultad que supone la existencia de los "Soviets", esos Soviets
que el Komilov número 1 no logró disolver, pero que tratará de disolver el
KornHov número 2 ...
Esa será la
verdad. Y esta verdad sencilla, aunque amarga, contribuirá más a abrir los ojos
al pueblo que las dulzarronas mentiras acerca de "nuestra"
"gran" democracia "revolucionaria”...
* * *
La nacionalización de los bancos
facilitaría extraordinariamente la nacionalización simultánea de los seguros, es decir, la fusión de todas las
compañías de seguros en una sola, la centralización de sus actividades y su
control por el Estado. Los congresos de empleados de esas compañías se
encargarían, también en este caso, de realizar la fusión inmediatamente y sin
ningún género de dificultades, tan pronto como el Estado democrático
revolucionario lo decretara y ordenara a los directores de los consejos de
administración y a los grandes accionistas efectuar esa fusión sin la menor
demora y bajo su estricta responsabilidad personal. Los capitalistas han
invertido en los seguros cientos de millones. Todo el trabajo lo hacen los
empleados. La fusión de las compañías de seguros contribuiría a rebajar las
primas del seguro, reportaría numerosas ventajas y facilidades a todos los
asegurados y permitiría ampliar ·el número de éstos con el mismo gasto de
medios y energías. Fuera de la inercia, la rutina y el egoísmo de un puñado de
personas que disfrutan de canonjias, no hay absolutamente nada que se oponga a
esta reforma, la cual, además, reforzaría la "capacidad defensiva"
del país, ahorrando trabajo del pueblo y brindando no de palabra, sino de
hecho, muchas y muy importantes posibilidades de "reglamentar la vida económica".
La nacionalización de los
consorcios capitalistas
El
capitalismo se distingue de los viejos sistemas económicos precapitalistas en
que ha creado la más estrecha conexión e interdependencia de las distintas ramas de la economía
nacional. De no ocurrir eso, sería técnicamente imposible -dicho sea de pasada-
el menor avance hacia el socialismo. Con el predominio de los bancos sobre la
producción, el capitalismo moderno ha llevado a su punto culminante dicha
interdependencia de las distintas ramas de la economía nacional. Los bancos están entrelazados
indisolublemente con las ramas más importantes de la industria y del comercio.
Eso quiere decir, de una parte, que es imposible nacionalizar sólo los bancos
sin adoptar medidas encaminadas a implantar el monopolio estatal de los
consorcios comerciales e industriales (del azúcar, del carbón, del hierro, del
petróleo, etc.), sin nacionalizarlos. Eso quiere decir, de otra parte, que la reglamentación
de la vida económica, si se realiza en serio, exige la nacionalización
simultánea de los bancos y de los consorcios.
Tomemos, por
ejemplo, el consorcio azucarero. Se creó ya bajo el zarismo y dio origen a una gran agrupación capitalista de fábricas
magníficamente montadas; y esta
asociación, empapada, como es lógico, del espíritu más reaccionario y
burocrático, garantizaba a los capitalistas ganancias escandalosas, mientras que para los' obreros y
empleados significaba la absoluta privación de derechos y un régimen de
humillación, opresión y esclavitud. El Estado controlaba y regulaba ya entonces
la producción en interés de los magnates, de los ricos.
En este
caso, bastara con transformar la
regulación burocrática reaccionaria en democrática revolucionaria
mediante simples decretos que convocasen un congreso de empleados, ingenieros,
directores y accionistas, implantasen un sistema único de rendición de cuentas,
el control de los sindicatos obreros, etc. Es la cosa más sencilla, i iy,
sin embargo, no se hace! ! La república
democrática sigue respetando, de hecho, la reglamentación burocrática
reaccionaria de la industria del azúcar, y todo continúa como antes:
despilfarro de trabajo del pueblo, estancamiento y rutina, enriquecimiento de
los Bóbrinski y los Teréschenko. Llamar a la democracia, y no a la burocracia,
Llamar a los obreros y los empleados, y no a los "reyes del azúcar",
a desplegar su iniciativa propia: eso es lo que podría y debería hacerse en
unos cuantos días, de un solo golpe, si los eseristas y los mencheviques no
alucinaran al pueblo con sus planes de "coalición" precisamente con
esos reyes del azúcar; de una coalición con los ricos, a causa y a consecuencia
de la cual es inevitable de todo punto "la pasividad completa" del
Gobierno en cuanto a la reglamentación de la vida económica *.
* Escritas estas líneas, leo en la
prensa que el Gobierno Kerenski implanta el monopolio del azúcar; i i huelga
decir que lo implanta de un modo burocrático reaccionario, sin reunir en
congresos a los empleados y los obreros, sin publicidad, sin meter en
cintura a los capitalistas!!
Fijémonos en
la industria petrolera. Ha sido ya "socializada" en proporciones
gigantescas por el desarrollo anterior del capitalismo. Un par de reyes del
petróleo maneja millones y cientos de millones, dedicándose a cortar cupones y
embolsarse ganancias fabulosas de un "negocio" que está ya, de hecho,
organizado técnica y socialmente a escala nacional y es dirigido ya por cientos
y miles de empleados, ingenieros, etc. La nacionalización de la industria
petrolera puede efectuarse inmediatamente y es, además, una medida obligada
para un Estado democrático revolucionario, sobre todo si ese Estado atraviesa
una crisis gravísima, en la que urge ahorrar a todo trance trabajo del pueblo y
aumentar la producción de combustible. Huelga decir que un control burocrático
no serviría de nada ni haría cambiar nada, pues los "reyes del petróleo"
vencerían a los Teréschenko y los Kerenski, a los Avxéntiev y los Skóbelev con
la misma facilidad con que vendan a los ministros zaristas. Los vencerían con
dilaciones, excusas y promesas y, luego, con el soborno directo e indirecto de
la prensa burguesa (la llamada "opinión pública", a la que
"tienen en cuenta" los Kerenski y los Avxéntiev) y de los funcionarios
públicos (a quienes los Kerenski y los Avxéntiev mantienen en sus antiguos
puestos en el viejo aparato estatal, hasta ahora in tacto).
Para hacer
algo serio hay que pasar, y pasar con
procedimientos verdaderamente revolucionarios, de la burocracia a la democracia,
es decir, declarar la guerra a los reyes del petróleo y a los accionistas,
decretar la confiscación de sus bienes y el encarcelamiento de cuantos den
largas a la nacionalización de la industria petrolera, oculten los ingresos o
los balances, saboteen la producción o no adopten las medidas conducentes a
elevarla. Hay que apelar a la iniciativa de los obreros y los empleados,
convocarlos sin demora a conferencias y congresos y poner en sus manos una
determinada parte de las ganancias, a condición de que asuman el control en
todos sus aspectos y velen por el aumento de la producción. Si esos pasos democráticos
revolucionarios se hubiesen dado sin dilación, inmediatamente, en abril de
1917, Rusia, uno de los países más ricos del mundo por sus reservas de
combustible liquido, habría podido hacer mucho, muchísimo, durante el
verano para abastecer por vía acuática al pueblo del combustible necesario.
Ni el
Gobierno burgués ni el Gobierno de coalición eserista- menchevique-demócrata
constitucionalista han hecho absolutamente nada: se han limitado a jugar
burocráticamente a las reformas. No se han atrevido a dar un solo paso democrático
revolucionario. Los mismos reyes del petróleo y el mismo estancamiento, el
mismo odio de los obreros y empleados a los explotadores, la misma
desorganización sobre esa base, el mismo despilfarro de trabajo del pueblo.
Todo sigue como en tiempos del zarismo, i lo único que ha cambiado es el
membrete de los papeles que salen y entran en las oficinas "republicanas”!
En la
industria hullera, no menos "preparada" para la nacionalización por
su nivel técnico y cultural, y administrada no menos desvergonzadamente por los
saqueadores del pueblo, por los reyes del carbón, podemos registrar numerosos y
muy evidentes hechos de sabotaje descarado, de franco deterioro y paralización
de la producción por los industriales. Hasta un órgano gubernamental
menchevique, Rabóchaya Gazeta, ha tenido que reconocer esos casos. ¿y qué se ha
hecho? No se ha hecho absolutamente nada; no se ha hecho más que reunir las
antiguas conferencias "paritarias", burocráticas y reaccionarias, informadas
en partes iguales por representantes de los obreros y de los bandidos del
consorcio hullero! ! i No se ha dado ni
un solo paso democrático revolucionario, no se ha hecho ni un asomo de
tentativa de implantar el único control efectivo, el control desde abajo, por
conducto del sindicato de empleados, a través de los obreros, aterrorizando a
esos industriales hulleros, que llevan al país a la ruina y paralizan la
producción! I Cómo se puede hacer eso, cuando "todos" somos partidarios de la
"coalición", si no con los demócratas constitucionalistas, por lo
menos con los medios comerciales e industriales! ¡y la coalición significa
precisamente dejar el poder en manos de los capitalistas, mantener su
impunidad, permitirles obstruccionar, inculpar de todo a los obreros, agravar
la ruina y preparar, de este modo, una nueva korniloviada !
La abolición del secreto comercial
Sin abolir
el secreto comercial, el control de la producción y de la distribución no irá
más allá de una promesa vacua, útil únicamente para que los demócratas
constitucionalistas engañen a los eseristas y a los mencheviques, y éstos, a su
vez, a las clases trabajadoras, o se realizará sólo con medidas y
procedimientos burocráticos reaccionarios. Y a pesar de que esto es evidente
para toda persona imparcial, a pesar del tesón con que Pravda * ha venido
insistiendo en la necesidad de abolir el secreto comercial (campaña que ha contribuido,
por cierto, en grado considerable a que el Gobierno Kerenski, sumiso al
capital, suspendiese el periódico), ni nuestro Gobierno republicano ni
"los organismos competentes de la democracia revolucionaria" han
reflexionado siquiera en esta exigencia elemental de todo control verdadero.
* Véase Obras Completas, Tomo 32, págs. 218-219, 340, 341-343,
418-420, 421-423, 424-426. -Ed.
Ahí está
precisamente la clave de todo control. Este es cabalmente el punto más sensible
del capital, que saquea al pueblo y sabotea la producción. Y ésta es justamente
la razón de que los eseristas y los mencheviques no se atrevan a tocar este
punto.
El argumento
habitual de los capitalistas, que la pequeña burguesía repite sin pararse a
pensar, consiste en que la economía capitalista no admite en absoluto la
abolición del secreto comercial, pues la propiedad privada de los medios de
producción Y la dependencia de las distintas empresas respecto del mercado
imponen la "sacrosanta intangibilidad" de los libros y de las
operaciones comerciales, incluyendo, como es natural, las operaciones bancarias.
Quienes
repitan, de una forma o de otra, este argumento u otro semejante, se engañarán a sí
mismos y engañarán al pueblo, cerrando los ojos ante dos hechos fundamentales,
importantísimos y universalmente conocidos de la vida económica actual. Primer
hecho: el gran capitalismo, es decir, las peculiaridades económicas de los
bancos, consorcios, grandes fábricas, etc. Segundo hecho: la guerra.
Es
precisamente el gran capitalismo moderno, que se está transformando por doquier
en capitalismo monopolista, el que priva de toda sombra de razón al secreto
comercial y lo convierte en una hipocresía, en un instrumento manejado
exclusivamente para ocultar las trampas financieras y las ganancias inauditas
del gran capital. La gran empresa capitalista es, por su propia naturaleza
técnica, una empresa socializada, es decir, que trabaja para millones de
personas y que agrupa con sus operaciones, directa e indirectamente, a cientos,
miles y decenas de miles de familias. iEs algo muy distinto de la empresa del
pequeño artesano o de la hacienda del campesino medio que, en general, no
llevan libros comerciales de ningún género y a quienes, por tanto, no afecta la
abolición del secreto comercial!
En la gran
empresa, las operaciones son conocidas, de todos modos, por cientos y cientos
de personas. La ley que garantiza el secreto comercial no tiende en este caso a
proteger las necesidades de la producción o del intercambio, sino que sirve a
la especulación y al lucro en su forma más brutal, al fraude descarado, que,
como se sabe, está extendido de manera singular en las sociedades anónimas y se
encubre con gran habilidad en las memorias y en los balances, aderezados
cuidadosamente para engañar al público.
Si en la
pequeña producción de mercancías -es decir, entre los pequeños campesinos y los
artesanos, donde la producción no está socializada, sino atomizada, dispersa-
el secreto comercial es inevitable, en la gran empresa capitalista, por el
contrario, proteger ese secreto significa salvaguardar los privilegios y las
ganancias de un puñado, literalmente de un puñado, de hombres contra todo el
pueblo. Esto lo reconocen ya hasta las leyes, por cuanto prescriben la
publicación de las memorias de las sociedades anónimas. Pero este control
-implantado ya en todos los países avanzados y que rige también en Rusia- es
precisa mente un control
burocrático reaccionario, que no abre los ojos al pueblo, que no le per mite
conocer toda la verdad acerca de las operaciones de esas sociedades.
Para
proceder como demócratas revolucionarios habría que dictar sin demora una ley
de carácter distinto, que declarara abolido el secreto comercial, obligara a
las grandes empresas y a los ricos a rendir cuentas con todo detalle y
concediera a cualquier grupo de ciudadanos lo suficientemente numeroso para
considerarlo democrático (digamos de unos 1.000 ó 10.000 electores) .el derecho
de comprobar todos los documentos de cualquier gran empresa. Esta medida es plena
y fácilmente aplicable por simple decreto; sólo ella daría vía libre a la
iniciativa popular en el control a través de los sindicatos de empleados, de
los sindicatos obreros y de todos los partidos políticos; sólo ella haría que
el control fuese serio y democrático.
A esto viene
a añadirse la guerra. La inmensa mayoría de las empresas comerciales e industriales
no trabajan hoy para "el mercado libre", sino para el Tesoro, para la
guerra. Por eso hube de decir en Pravda que mienten, y mienten tres veces, quienes pretenden refutamos con el argumento
de que es imposible implantar el socialismo, pues no se trata de implantar el
socialismo ahora, en el acto, de la noche a la mañana, sino de denunciar La
dilapidación de fondos públicos*.
* Véase Obras Completas, Tomo 32, págs.- 341-343. Ed
La economía
capitalista "al servicio de la guerra" ( es decir, la economía
directa o indirectamente relacionada con los suministros de guerra) es la
dilapidación de los fondos públicos sistemática y legalizada, y los señores
demócratas constitucionalistas, y con ellos los mencheviques y los eseristas,
que se oponen a la abolición del secreto comercial, no son más que cómplices y
encubridores de la dilapidación del Tesoro.
La guerra cuesta hoy a Rusia
cincuenta millones de rublos diarios. La mayor parte de esos cincuenta millones va a parar a
manos de los proveedores del ejército. De esos cincuenta millones, cinco
millones diarios, por lo menos, y muy probablemente hasta diez millones e incluso
más, constituyen "los ingresos no pecaminosos" de los capitalistas y
de los funcionarios públicos confabulados con ellos de una manera o de otra.
Las compañías y los bancos más importantes que adelantan el dinero para las
operaciones de suministros de guerra se embolsan de este modo ganancias
inauditas, se lucran precisamente dilapidando el Tesoro, pues no puede darse
otro nombre a este engaño y a esta esquilmación del pueblo "con
motivo" de las calamidades de la guerra, "con motivo" de la
muerte de cientos de miles y millones de hombres.
"Todos"
conocen esas ganancias escandalosas amasadas con los suministros de guerra,
"todos" tienen noticia de "las cartas de garantía"
ocultadas por los bancos, "todos" saben quiénes se enriquecen con la
carestía, cada vez mayor; en la "sociedad" se habla de ello con una
sonrisilla irónica, e incluso la prensa burguesa, que por lo general silencia
los hechos "desagradables" y elude los problemas
"delicados", contiene no pocas alusiones concretas a esos asuntos. i
i Todos lo saben y todos lo callan y lo _ toleran, todos transigen con el Gobierno,
que habla grandilocuentemente de "control" y de
"reglamentación"!!
Los demócratas revolucionarios, si fuesen
revolucionarios y demócratas de verdad, dictarían inmediatamente una ley que
aboliera el secreto comercial, que obligara a los proveedores y a los
negociantes a rendir cuentas y les prohibiera cambiar de actividad sin permiso
de las autoridades; una
ley que decretase la confiscación de bienes y el fusilamiento* para
castigar las ocultaciones y los fraudes al pueblo y organizase el control y la
fiscalización desde abajo, de un modo democrático, por el propio pueblo, por
los sindicatos de empleados, por los sindicatos obreros, por las asociaciones
de consumidores, etc.
* En la prensa bolchevique he señalado ya que la
aplicación de la pena de muerte por los explotadores contra las masas
trabajadoras, para defender la explotación, es el único argumento justo que
puede invocarse contra la pena capital. (Véase el presente volumen, págs. 98-1O1.
-Ed.) Un Gobierno revolucionario, sea el que sea, difícilmente podrá prescindir
de la pena de muerte contra los explotadores (es decir, contra los
terratenientes y los capitalistas).
Nuestros
eseristas y mencheviques se merecen plenamente la denominación de demócratas atemorizados, pues en
este problema no hacen más que repetir lo que dicen todos los pequeñoburgueses atemorizados: que los capitalistas
"huirían" si se aplicasen medidas "demasiado severas"; que
"nosotros" no podríamos salir adelante sin los capitalistas; que,
quizá, esas medidas "ofenderían" también a los millonarios
anglo-franceses, quienes, como se sabe, nos "apoyan", etc., etc.
Podría creerse que los bolcheviques proponemos algo nunca visto en la historia
de la humanidad, algo jamás ensayado, "utópico". Pero la realidad es
que hace ya más de ciento veinticinco años, en Francia, unos hombres que
eran auténticos "demócratas
revolucionarios", unos hombres realmente convencidos del carácter
justo y defensivo de la guerra que hadan, unos hombres que se apoyaban de veras
en las masas populares, sinceramente convencidas de lo mismo que ellos,
supieron implantar un control revolucionario sobre los ricos y obtener
resultados que admiraron al mundo entero. Y
en los ciento veinticinco años transcurridos desde entonces, el desarrollo
del capitalismo, con la creación de bancos, consorcios, ferrocarriles, etc.,
etc., ha hecho cien veces más fáciles y más simples las medidas de un control
verdaderamente democrático de los obreros y los campesinos sobre los
explotadores, sobre los terratenientes y los capitalistas.
En el fondo,
todo el problema del control se reduce a saber quién fiscaliza a quién, es
decir, qué clase es la fiscalizadora y cuál la fiscalizada. Con la participación
de "los organismos habilitados" de una pretendida democracia revolucionaria,
en nuestro país, en la Rusia republicana, se sigue reconociendo y manteniendo
hasta hoy en el papel de fiscalizadores a los terratenientes y los
capitalistas. Consecuencias inevitables de ello son el saqueo de los
capitalistas, que provoca la indignación general del pueblo, y la ruina,
mantenida artificialmente por los capitalistas. Hay que pasar de manera
resuelta y definitiva-sin temor a romper con lo viejo, sin temor a construir
con audacia lo nuevo- al control de los obreros y los campesinos sobre los
terratenientes y los capitalistas. Pero nuestros eseristas y mencheviques temen
eso más que al fuego.
La agrupación obligatoria de los capitalistas en consorcios
La
sindicación obligatoria, o sea, la agrupación obligatoria de los industriales,
por ejemplo, en consorcios, rige ya prácticamente en Alemania. Tampoco esta
medida tiene nada de nuevo. También en esto, por culpa de los eseristas y los
mencheviques, observamos un estancamiento completo en la Rusia republicana, a
la que esos poco honorables partidos "entretienen" con un rigodón,
que bailan emparejados con los demócratas constitucionalistas, o con los
Búblikov, o con Teréschenko y Kerenski.
La
sindicación obligatoria es, por un lado, una especie de impulso que el Estado
imprime al desarrollo capitalista, el cual conduce en todas partes a la
organización de la lucha de clases y al aumento del número, la variedad y la
importancia de las asociaciones. Por otro lado, este "asociamiento"
obligatorio es condición previa e imprescindible de todo control más o menos
serio y de todo ahorro de trabajo del pueblo.
La ley
alemana obliga, por ejemplo, a los fabricantes de curtidos de una determinada
localidad o de todo el Estado a organizarse en un consorcio, de cuyo consejo de
administración forma parte, con fines de control, un representante del Estado.
Directamente, es decir, de por sí, esta ley no afecta en lo más mínimo a las
relaciones de propiedad ni priva de un solo kopek a ningún propietario; tampoco
prejuzga si la forma, la tendencia y el espíritu del control serán burocráticos
reaccionarios o democráticos revolucionarios.
Leyes como
ésa podrían y deberían promulgarse en nuestro país inmediatamente, sin perder
ni una semana de tiempo precioso y dejando que las mismas condiciones de la vida
social determinasen las formas más concretas y el ritmo de aplicación de la
ley, los medios de controlar su aplicación, etc. Para dictar esta ley, el
Estado no necesita disponer de un aparato especial, ni recurrir a
investigaciones especiales ni a estudios previos de ningún género; sería
suficiente que estuviese dispuesto a romper con ciertos intereses privados de
los capitalistas, los cuales "no están acostumbrados" a esas
intromisiones y no quieren perder las superganancias que les asegura, a la par con
la falta de control, la administración a la antigua.
Para dictar
semejante ley no hacen falta ningún aparato ni ninguna "estadística"
(con la que Chernov pretendía suplantar
la iniciativa revolucionaria de los campesinos), pues su aplicación deberá encomendarse
a los mismos fabricantes o industriales, a las fuerzas sociales ya existentes,
bajo el control de fuerzas sociales (es decir, no gubernamentales, no
burocráticas) también existentes, pero que deben pertenecer obligatoriamente a
las llamadas "capas inferiores", o sea, a las clases oprimidas y
explotadas, que por su heroísmo, su abnegación y su disciplina camaraderil han
demostrado siempre, en todo el curso de la historia, ser infinitamente
superiores a los explotadores.
Supongamos
que tenemos un Gobierno verdaderamente democrático revolucionario y que este
Gobierno decreta: todos los fabricantes e industriales de cada rama de la
producción que empleen, digamos, no menos de dos obreros deberán agruparse sin
demora en asociaciones distritales y provinciales. La responsabilidad del
estricto cumplimiento de esta ley incumbirá, en primer lugar, a los
fabricantes, directores, consejeros y grandes accionistas (pues todos ellos son
los verdaderos jefes de la industria moderna, sus verdaderos amos). Se considerarán
desertores del ejército, imponiéndoseles el castigo correspondiente, a cuantos
pretendan eludir el cumplimiento inmediato de esta ley, haciéndoles responder
con todos sus bienes, según el principio de la caución solidaria: todos por uno
y uno por todos. Se harán responsables asimismo a todos los empleados,
obligándoles también a agruparse en un sindicato único, y a todos los obreros y
a su respectivo sindicato. La finalidad del "asociamiento" es
implantar la contabilidad más completa, más rigurosa y más precisa y, sobre
todo, centralizar las operaciones de compra de materias primas y de venta de
los productos, así como alcanzar recursos y energías del pueblo. Al agrupar en
un consorcio las empresas desperdigadas, este ahorro alcanzará proporciones gigantescas,
como enseñan las ciencias económicas y demuestra la experiencia de todos los
consorcios, cárteles y trusts. Repetimos una vez más que, de por sí, esta
sindicación no altera en lo más mínimo las relaciones de propiedad ni priva de
un solo kopek a ningún propietario. Hay
que hacer hincapié en esta circunstancia, pues la prensa burguesa no cesa de
"asustar" a los pequeños y medianos propietarios diciéndoles que los
socialistas, en general, y los bolcheviques, en particular, quieren
"expropiarlos": esta afirmación es una mentira a sabiendas, ya que
los socialistas, aun en el caso de una revolución socialista completa, no
quieren ni pueden expropiar a los pequeños campesinos y no los expropiarán.
Nosotros hablamos siempre sólo de las medidas inmediatas y más urgentes, ya
aplicadas en Europa Occidental, y que una democracia medianamente consecuente
debería aplicar también en Rusia sin demora para conjurar la inminente
catástrofe que nos amenaza.
La
sindicación de los propietarios más pequeños y modestos tropezaría con serias
dificultades técnicas y culturales, dados el extraordinario fraccionamiento y
el primitivismo técnico de sus empresas, así como el analfabetismo o la exigua
instrucción de los propietarios. Pero precisamente esas empresas podrían ser
eximidas del cumplimiento de la ley (como hemos dicho ya en el ejemplo citado
más arriba), y su no agrupamiento -sin hablar ya de su agrupamiento tardío-no
podría originar obstáculos serios, pues las pequeñas empresas, aunque muy numerosas,
desempeñan un papel ínfimo en el volumen global de la producción, en la
economía nacional en su conjunto, y, además, dependen a menudo, en una forma u
otra, de las grandes empresas.
Sólo las
grandes empresas tienen una importancia decisiva, y aquí existen los recursos y
las fuerzas técnicas y culturales necesarios para proceder al
"asociamiento". Lo único que falta para poner en juego esas fuerzas y
recursos es la iniciativa de un poder revolucionario, una iniciativa firme,
resuelta, severa e implacable con respecto a los explotadores.
Cuanto más pobre es un país en
personas con instrucción técnica, y en intelectuales en general, tanto más
imperiosa es la necesidad de decretar lo antes posible y con la mayor decisión
la sindicación obligatoria, empezando por aplicarla en las empresas muy grandes y grandes. Porque
precisamente la sindicación permitirá ahorrar fuerzas intelectuales,
aprovecharlas íntegramente y distribuirlas con mayor acierto. Si hasta los
campesinos rusos, en sus apartados rincones, luchando bajo el Gobierno zarista
contra las mil trabas que éste les ponía, supieron después de 1905 dar un
gigantesco paso adelante en la organización de asociaciones de todo género, es
evidente que en unos cuantos meses, si no antes, podría efectuarse la
sindicación de la gran y mediana industria y del comercio. La única condición
necesaria consistiría en que lo impusiera así un Gobierno verdaderamente
democrático y revolucionario, apoyado en la asistencia, la participación, el
interés y las ventajas de los "sectores inferiores", de la
democracia, de los empleados y de los obreros, un Gobierno que los invitase a
ejercer el control.
La reglamentación del
consumo.
La guerra ha
obligado a todos los Estados beligerantes y a muchos neutrales a reglamentar el
consumo. Las cartillas de racionamiento del pan vinieron al mundo, se
convirtieron en un fenómeno habitual, y tras ellas aparecieron otras. Rusia no
fue una excepción y racionó también el pan.
Pero precisamente este ejemplo nos permite
comparar, quizá del modo más claro, los métodos burocráticos reaccionarios de
lucha contra la catástrofe -que procuran limitarse a un mínimo de reformas- con
los métodos democráticos revolucionarios, que, si quieren ser dignos de este
nombre, deben señalarse la tarea inmediata de romper por la violencia con las
tradiciones caducas y acelerar todo lo posible el movimiento de avance.
Con las
cartillas del pan, el ejemplo más típico de la reglamentación del consumo en
los Estados capitalistas modernos, se plantea y cumple (se cumple en el mejor
de los casos) una tarea: distribuir las existencias de pan de manera que
alcancen para todos. Se establece una tasa máxima para el consumo no de todos
los artículos de consumo "popular",
ni mucho menos, sino sólo de los más importantes. Y eso es todo. Lo demás no
preocupa. Se calculan las existencias de grano y se distribuyen entre la
población, se señala una tasa de consumo, se aplica esa tasa, todo ello
burocráticamente, y ahí quedan las cosas. Los artículos de lujo no se tocan, pues
son, "de todos modos'\ tan escasos y tan caros que no están al alcance del
"pueblo". Por eso, en todos
los países beligerantes sin excepción, incluso en Alemania -país que, a mi
juicio, puede ser considerado indiscutiblemente modelo de la reglamentación del
consumo más meticulosa, más pedante y más rigurosa-, incluso en Alemania, vemos
que los ricos burlan a cada paso todas las "tasas" del consumo. Y eso
lo saben también "todos", de eso hablan también "todos" con
una sonrisa irónica, y en la prensa socialista alemana -y a veces hasta en la
prensa burguesa- aparecen constantemente, a pesar de la ferocidad y la rigidez
cuartelera de la censura de allí, noticias y sueltos acerca del
"menú" de los ricos, del pan blanco de que éstos disponen sin tasa en
tal o cual balneario ( esos balnearios los frecuentan, haciéndose pasar por
enfermos, todos ... los que tienen mucho dinero), de cómo los ricos sustituyen
los productos de consumo popular con artículos de lujo, refinados y raros.
El Estado
capitalista reaccionario, que teme socavar los cimientos del capitalismo, los
cimientos de la esclavitud asalariada, los cimientos de la dominación económica
de los ricos, teme fomentar la iniciativa de los obreros y de los trabajadores
en general, teme "atizar" sus exigencias; ese Estado no necesita
nada, excepto las cartillas del pan. Un Estado de ese tipo no pierde de vista
ni un instante, en ninguno de sus pasos, su meta reaccionaria: consolidar el
capitalismo, impedir su quebrantamiento, circunscribir "la reglamentación
de la vida económica" en general, y la del consumo en particular, a las
medidas estrictamente indispensables para que el pueblo pueda subsistir, guardándose bien de una reglamentación
efectiva del consumo mediante el control sobre los ricos, mediante un sistema
que en tiempos de guerra imponga mayores cargas a los ricos, que son, en
tiempos de paz, los más favorecidos, privilegiados, satisfechos y hartos.
La solución
burocrática reaccionaria del problema que la guerra ha planteado a los pueblos
se limita al racionamiento del pan, a la distribución equitativa de los
artículos de consumo "popular"
absolutamente indispensables para la alimentación, sin apartarse ni un ápice
del burocratismo y de la reacción, de su objetivo, que consiste en no alentar
la iniciativa de los pobres, del proletariado, de la masa del pueblo (del
"demos"), no permitir su control sobre los ricos y dejar el mayor
número posible de escapatorias para que los ricos puedan satisfacerse con
artículos de lujo. Esas escapatorias se dejan en gran abundancia en todos los
países, incluso, repetimos, en Alemania- i y no digamos en Rusia!-; en todas
partes, la "gente del pueblo"
pasa hambre, mientras que los ricos frecuentan los balnearios, completan las
parcas raciones oficiales con "extraordinarios" de todo género y no
se dejan controlar.
En Rusia, que acaba de hacer la
revolución contra el zarismo en nombre de la libertad y de la igualdad; en Rusia, que se ha convertido de
golpe, si nos atenemos a sus instituciones políticas efectivas, en una república
democrática, lo que más escandaliza al
pueblo, lo que suscita particular descontento, exasperación, cólera e
indignación de las masas es la facilidad, que todo el mundo ve, con que los
ricos burlan las "cartillas del pan". Esa facilidad es singularmente
grande. "Bajo cuerda" y pagando precios fabulosos, sobre todo cuando
se tienen " buenas relaciones” (y sólo las tienen los ricos), se consigue
lo que se quiere y en grandes cantidades. El pueblo pasa hambre. La reglamentación del consumo se limita al marco
burocrático reaccionario más estrecho. El Gobierno no manifiesta el menor
propósito ni la menor' solicitud por establecer una reglamentación basada en
principios auténticamente democráticos y revolucionarios.
"Todos"
sufren en las colas, pero... i pero los ricos mandan a las colas a sus criados,
e incluso toman criados especialmente para este servicio! I Ahí tienen la
"democracia"!
Una política
democrática revolucionaria no se limitaría, en estos momentos de calamidades
insólitas que atraviesa el país, a racionar el pan para combatir la catástrofe
inminente. Añadiría a ello, en primer lugar, la agrupación obligatoria de toda la población en cooperativas de
consumo, pues sin esa medida es imposible establecer un control integral
del consumo. En segundo lugar, impondría a los ricos el trabajo
obligatorio, haciéndoles prestar servicios gratuitos como secretarios de dichas
cooperativas o en otro trabajo semejante. En tercer lugar, distribuiría
por igual entre la población todos los artículos de consumo, para repartir de
un modo verdaderamente equitativo las cargas de la guerra. En cuarto lugar,
organizaría el control de tal manera que las clases pobres fiscalizasen
precisamente el consumo de los ricos.
La
instauración de una verdadera democracia en este terreno, dando pruebas de un
auténtico espíritu revolucionario en la organización del control,
encomendándoselo precisamente a las
clases más necesitadas del pueblo, sería un grandísimo estímulo para poner
en tensión todas las fuerzas intelectuales existentes, para desplegar las
energías verdaderamente revolucionarias de todo
el pueblo. Porque hoy, los ministros de la Rusia republicana y democrática
revolucionaria; lo mismo que sus colegas de los demás países imperialistas,
pronuncian frases altisonantes acerca del "trabajo común en bien del
pueblo" y de "la tensión de todas las energías", pero
precisamente el pueblo ve, percibe y siente toda la hipocresía de esas
frases.
Y ahí
tenemos, como resultado, el inmovilismo, el aumento incontenible del
desbarajuste y la proximidad de la catástrofe. Porque nuestro Gobierno -estando
todavía tan vivos en el pueblo las tradiciones, los recuerdos, las huellas, las
costumbres y las instituciones de la revolución- no pueden someter a los
obreros a un régimen de presidio militar al estilo de Kornílov o de Hindenburg,
según el modelo general imperialista. Nuestro Gobierno no quiere marchar
seriamente por la senda democrática revolucionaria, porque está impregnado
hasta la médula y atado de pies a cabeza por la dependencia respecto de la
burguesía, por la "coalición" con ella, y teme atentar contra sus
privilegios efectivos.
El Gobierno destruye la labor de las
organizaciones democráticas
Hemos examinado
los diversos medios y métodos de lucha contra la catástrofe y contra el hambre.
Hemos visto en todas partes el carácter inconciliable de la contradicción entre
la democracia, de una parte, y el Gobierno y el bloque de los eseristas y mencheviques que lo apoya, de
otra. Para probar que esas contradicciones existen en la realidad y no sólo en
nuestros escritos, y que su inconciliabilidad la demuestran en la práctica
conflictos de significación nacional, bastará con recordar dos
"resultados" muy típicos, dos enseñanzas del medio año de historia de
nuestra revolución.
Una de estas
enseñanzas es la historia del "reinado'' de Palchinski. Otra, la historia
del "reinado" y la caída de Peshejónov.
En el fondo,
todas las medidas que hemos apuntado para combatir la catástrofe y el hambre se
reducen a fomentar por todos los medios (llegando incluso a la coerción) el
"asociamiento" de la población, y en primer término de la democracia,
es decir, de la mayoría de los habitantes del país: o sea, ante todo, de las
clases oprimidas, de los obreros y los campesinos, principalmente de los
campesinos pobres. Y la población misma, de un modo espontáneo, ha empezado ya
a seguir ese camino para contrarrestar las inauditas dificultades, cargas y
calamidades de la guerra.
El zarismo
obstaculizaba por todos los medios el "asociamiento" voluntario y
libre de la población. Pero una vez derrocada la monarquía zarista, las
organizaciones democráticas comenzaron a brotar y a desarrollarse con rapidez
en toda Rusia. Emprendieron la lucha contra la catástrofe organizaciones
democráticas surgidas espontáneamente, comités de aprovisionamiento de todo
género, comités de abastecimiento, conferencias de combustible, etc., etc.
Pues bien,
lo más notable de todo este medio año de historia de nuestra revolución, en
cuanto al problema que estudiarnos, es que un Gobierno que se llama republicano
y revolucionario, un Gobierno apoyado por los mencheviques y los eseristas en nombre de "los organismos habilitados de la
democracia revolucionaria" i i ha combatido a las organizaciones democráticas y las ha derrotado!!
Palchinski
ha adquirido en esta lucha la más triste y vasta celebridad, una celebridad
nacional. Ha actuado al socaire del Gobierno, sin intervenir públicamente ante
el pueblo (del mismo modo que preferían actuar, en general, los demócratas
constitucionalistas, echando por delante a Tsereteli "para el
pueblo", mientras ellos arreglaban a la chita callando todos los asuntos
importantes). Palchinski ha frenado y saboteado todas las medidas serias de las
organizaciones democráticas constituidas por propia iniciativa, porque ninguna
de esas medidas serias podía llevarse a la práctica sin "detrimento"
de las inconmensurables ganancias y del despotismo de los Kit Kitich, de
quienes Palchinski era fiel abogado y servidor. Y tan allá fueron las cosas,
que Palchinski -la prensa dio cuenta del hecho- i i llegó a anular sin más ni
más los acuerdos de las organizaciones democráticas surgidas por, propia
iniciativa! !
Toda la
historia del "reinado" de Palchinski -y "reinó" muchos
meses, precisamente cuando eran "ministros" Tsereteli, Skóbelev y
Chernov- es un escándalo incesante y abominable, un sabotaje de la voluntad del
pueblo, de los acuerdos de la democracia, para complacer a los capitalistas,
para satisfacer su inmunda codicia. Por supuesto, los periódicos han podido
informar nada más que de una ínfima parte de las "hazañas" de
Palchinski; la investigación completa de cómo obstaculizaba la lucha contra el
hambre sólo podrá efectuarla un Gobierno verdaderamente democrático del
proletariado cuando éste conquiste el poder y someta al tribunal del pueblo,
sin ocultaciones, los negocios de Palchinski y consortes.
Se nos
objetará, quizá, que Palchinski era una excepción y que, al fin y al cabo, lo
arrinconaron... Pero de eso se trata precisamente: de que Palchinski no es la
excepción, sino la regla. Arrinconado Palchinski, las cosas no han mejorado en
lo más mínimo, pues han ocupado su puesto otros Palchinski con otros apellidos,
y toda La "influencia" de los capitalistas, toda la política de sabotaje
de la lucha contra el hambre, practicada para complacer a esos capitalistas,
sigue como antes. Porque Kerenski y Cia. no
son más que una pantalla que encubre la defensa de los intereses de los
capitalistas.
La prueba
más evidente de ello es que Peshejónov, ministro de Abastecimiento, ha salido
del Gobierno. Como se sabe, Peshejónov es un populista 86 de los más moderados. Sin embargo, quiso organizar el
abastecimiento concienzudamente, en contacto con las organizaciones democráticas
y apoyándose en ellas. La experiencia de su labor y su salida del Gobierno son
tanto más interesantes por cuanto este moderadísimo populista, afiliado al Partido "Socialista
Popular" y
dispuesto a cualquier arreglo con la burguesía, i se ha visto obligado, a pesar
de todo, a salir del Gobierno! i Porqué para complacer a los capitalistas, a
los terratenientes y a los kulaks, el Gobierno Kerenski ha subido los precios
fijos de los cereales!!
Veamos cómo
describe M. Smit, en el núm. 1 de Svobódnaya Zhizn 87, del 2 de septiembre, este "paso" y su importancia:
"Pocos días antes de que el
Gobierno acordase elevar los precios fijos, en el Comité Nacional de
Abastecimiento se desarrolló la siguiente escena: El represen tan te de las
derechas, Rolóvich, tenaz defensor de los intereses del comercio privado y
enemigo implacable del monopolio del trigo y de la intervención del Estado en
la vida económica, declaró a los cuatro vientos, con una sonrisa de
satisfacción, que le constaba que pronto iban a ser subidos los precios fijos
del trigo.
"El representante del Soviet de
diputados obreros y soldados le replicó que él no tenía la menor noticia de
ello; que mientras durase en Rusia la revolución, dicha medida no podría
aplicarse, y que, en todo caso, el Gobierno no podría aplicarla sin ponerse
antes de acuerdo con los organismos habilitados de la democracia, con el
Consejo de Economía y el Comité Nacional de Abastecimiento. A estas manifestaciones
se adhirió el representante del Soviet de diputados campesinos.
"Pero, iay!, la realidad vino a
enmendar muy cruelmente esta controversia, dando la razón al representa (!te de
los elementos poseedores y no a los representantes de la democracia. Resultó
que aquél estaba magníficamente informado del atentado que se fraguaba contra
los derechos de la democracia, aunque los representantes de esta última
rechazaron indignados la propia posibilidad de ese atentado".
Partido
Social-Revolucionario
o eseristas
Social-Revolucionarios
de izquierda o eseristas de izquierda
https://es.wikipedia.org/wiki/Social-Revolucionarios_de_izquierda
Partido
Socialista Popular (Rusia)
https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Socialista_Popular_(Rusia)
Unión por la
Regeneración de Rusia
https://es.wikipedia.org/wiki/Uni%C3%B3n_por_la_Regeneraci%C3%B3n_de_Rusia
86 Lenin llamó populistas a los miembros
de dos partidos pequeñoburgueses: los enesistas ("socialistas
populares") Y eseristas (socialistas revolucionarios). -190.
87 Svobódnaya Zizn (Vida Libre): diario que apareció en
Petrogrado, del 2 (15) al 8 (21) de septiembre de 1917, en lugar de Nóvaya
Zizn, clausurado por el Gobierno Provisional. Véase la nota 6. -190.
Es decir,
tanto el representante de los obreros como el representante de los campesinos
expresan de manera precisa su opinión en nombre de la mayoría abrumadora del
pueblo; i pero el Gobierno Kerenski hace todo lo contrario, en interés
de los capitalistas!
Rolóvich, representante <de los
capitalistas, resultó estar magníficamente informado a espaldas de la democracia;
de la misma manera que, como hemos visto siempre y vernos también ahora, los
periódicos burgueses, Reolt y Birzhovka, son los que están mejor informados de
lo que ocurre en el Gobierno Kerenski.
¿Qué denota
esa excelente información? Está claro: que los capitalistas tienen sus
"hilos" y que el poder está de hecho en sus manos. A. Kerenski no es más que un testaferro, que
utilizan cuando y como a ellos les place. Los intereses de decenas de millones de obreros y campesinos
son sacrificados para asegurar las ganancias de un puñado de ricachones.
¿y cómo
responden nuestros eseristas y mencheviques a estas burlas indignantes de que
se hace objeto al pueblo? ¿Tal vez
hayan dirigido a los obreros y a los campesinos un llamamiento para decirles
que, en vista de todo eso, el sitio de Kerenski y de sus colegas está en la
cárcel?
iDios nos
libre de ello! I Los eseristas y los mencheviques, por medio de la
"Sección de Economía", que tienen en sus manos, se han limitado a
votar la tremebunda resolución a que nos hemos referido! En ella declaran que
la subida de los precios del trigo por el Gobierno Kerenski es "una medida
funesta, que asesta un golpe extraordinariamente al régimen de abastos y a toda
la vida económica del país", y que estas medidas funestas i i se han
aplicado "violando " abiertamente la ley!!
I A eso
conduce la política de conciliación, la política de coqueteos con Kerenski y el
deseo de "tratarle con miramientos"!
El Gobierno
infringe la ley al adoptar, para complacer a los ricos, a los terratenientes y capitalistas,
una medida que echa por tierra todo control, el régimen de abastos y el
saneamiento de la Hacienda, quebrantada hasta más no poder. Pero los eseristas
y los mencheviques siguen hablando de un acuerdo con los medios comerciales e
industriales, siguen reuniéndose con Teréscbenko y tratando a Kerenski con
miramientos y se limitan a votar una resolución de protesta que se queda en el
papel, i i que el Gobierno archiva tranquilamente! !
Ahí tenemos, revelada de un modo bien patente,
la verdad de que los eseristas y los mencheviques han traicionado al pueblo y a la revolución; la verdad
de que los bolcheviques se están convirtiendo hoy en los verdaderos dirigentes
de las masas, incluso de las masas eseristas y mencheviques.
Porque es precisamente la conquista
del poder por el proletariado, con el Partido Bolchevique a la cabeza, lo único
que podría poner fin a los abusos de Kerenski y Cía., y restaurar la obra de las
organizaciones democráticas de abastos, aprovisionamiento, etc., saboteada por
Kerenski y su Gobierno.
Los
bolcheviques obran -el ejemplo aducido lo demuestra con toda claridad- como
representantes de los intereses de todo el pueblo, luchando por asegurar el
abastecimiento y el aprovisionamiento, por satisfacer las necesidades más
apremiantes de los obreros y de los campesinos, en contraposición a la política
vacilante e irresoluta
de los eseristas y de los mencheviques, i que es una verdadera traición y ha
llevado al país a una vergüenza como la subida de los precios del trigo!
La bancarrota financiera y las medidas para combatirla
El problema
de la subida de los precios fijos del trigo presenta, además, otro aspecto.
Acarrea un nuevo aumento caótico de la emisión de papel moneda, un paso más en
el proceso de agravación de la carestía, un incremento de la desorganización de
la Hacienda y la aproximación de la bancarrota financiera. Todo el mundo
reconoce que la emisión de papel moneda es un empréstito forzoso de la peor
especie, que empeora, sobre todo, la situación de los obreros, la parte más
pobre de la población, y es el mal principal del caos financiero.
iY ésa es
precisamente la medida a que recurre el Gobierno Kerenski, apoyado por los
eseristas y los mencheviques! Para combatir en serio la desorganización de la
Hacienda y su bancarrota inevitable no
hay más camino que romper por vía revolucionaria con los intereses del capital
e implantar un control verdaderamente democrático, es decir, "por abajo":
el control de los obreros y los
campesinos pobres sobre los capitalistas. Es el camino que hemos venido
propugnando a lo largo de nuestra exposición. La emisión ilimitada de papel
moneda estimula la especulación, permite a los capitalistas amasar con ella
millones y crea dificultades inmensas al tan necesario incremento de la
producción, pues la carestía de los materiales, la maquinaria, etc., sigue
aumentando y progresando a saltos. ¿Cómo poner remedio a la situación cuando se
ocultan las fortunas adquiridas por los ricos mediante la especulación?
Puede establecerse un impuesto de
utilidades, con tasas progresivas y muy elevadas para los ingresos grandes y
grandísimos. Nuestro
Gobierno, siguiendo las huellas de los demás gobiernos imperialistas, lo ha
implantado. Pero, en gran parte, no es más que una ficción, letra muerta:
primero, porque la moneda se deprecia con rapidez creciente, y, segundo, porque
la ocultación de los ingresos aumenta en proporción directa a la especulación,
como fuente de los mismos, y a
la protección del secreto comercial.
Para que
este impuesto sea real y no ficticio es imprescindible un control efectivo y no
simplemente en el papel. Mas el control sobre los capitalistas es imposible
mientras conserve su carácter burocrático, ya que la burocracia misma está
vinculada y entrelazada con la burguesía por miles de hilos. Por eso, en los Estados imperialistas de Europa
Occidental, sean monarquías o repúblicas, el saneamiento de la Hacienda se logra únicamente implantando un "trabajo
obligatorio" que representa para los obreros un presidio militar o una
esclavitud militar.
El control
burocrático reaccionario es el único medio que conocen los Estados
imperialistas, sin exceptuar las repúblicas democráticas de Francia y los
Estados Unidos, para hacer recaer las cargas de la guerra sobre el proletariado
y las masas trabajadoras.
La contradicción fundamental de la política de
nuestro Gobierno estriba precisamente en que -para no divorciarse de la
burguesía, para no deshacer la "coalición" con ella- se ve forzado a
practicar un control burocrático reaccionario, dándole el nombre de "democrático revolucionario",
engañando a cada paso al pueblo,
exasperando e irritando a las masas, que acaban de derribar el zarismo.
En cambio,
precisamente la aplicación de medidas democráticas revolucionarias, al agrupar
en asociaciones a las clases oprimidas, a los obreros y a los campesinos,
justamente a las masas, permitiría establecer el control más efectivo sobre los
ricos y combatir con la mayor eficacia la ocultación de los ingresos.
Se quiere
fomentar la circulación de cheques a fin de combatir la emisión excesiva de
papel moneda. Para los pobres, esta medida carece de importancia porque, de
todos modos, viven al día y su "ciclo económico" se realiza en una
semana, restituyendo a los capitalistas los contados kopeks que han conseguido
ganar. Para los ricos, la circulación de cheques podría tener una importancia
extraordinaria, pues permitiría al Estado -principalmente conjugada con medidas
como la nacionalización de los bancos y la abolición del secreto comercial-
establecer un control real sobre los ingresos de los capitalistas, imponerles
tributos efectivos y "democratizar'' (y, al mismo tiempo, ordenar) de
verdad el sistema financiero.
Pero el
obstáculo con que se tropieza es precisamente el miedo de atentar contra los
privilegios de la burguesía y romper la "coalición" con ella. Porque
sin medidas auténticamente revolucionarias, sin la más seria coerción, los
capitalistas no se someterán a ningún control, no descubrirán sus presupuestos
ni pondrán sus reservas de papel moneda "bajo la fiscalización" del
Estado democrático.
Nacionalizar los bancos, promulgar una ley que
haga obligatoria para todos los ricos la circulación de cheques, suprimir el
secreto comercial, castigar con la confiscación de los bienes la ocultación de
los ingresos, etc.: tales son las medidas que permitirían a los obreros y los
campesinos, agrupados en sus asociaciones, conseguir con extraordinaria
facilidad que el control fuese eficaz y universal, establecer el control
precisamente sobre los ricos, un control que reintegrarla al Tesoro público el
papel moneda, por él emitido, tomándolo de quienes lo tienen en su poder, de
quienes lo ocultan.
Mas para
ello es necesaria la dictadura
revolucionaria de la democracia, dirigida por el proletariado revolucionario;
es decir, para ello la democracia debe ser revolucionaria de verdad. Ahí está
el quid de la cuestión. Pero eso es lo que no quieren nuestros eseristas y
mencheviques, que se encubren con la bandera de la "democracia
revolucionaria" para engañar al pueblo y, de hecho, apoyan la política
burocrática reaccionaria de la burguesía, cuya divisa es siempre la misma:
Apres nous le déluge ( i Después de mi, el diluvio!).
Por lo
general, no nos damos cuenta siquiera de hasta qué punto han arraigado en
nosotros las costumbres y los prejuicios antidemocráticos relativos a la
"santidad" de la propiedad burguesa. Se considera justo y archilegal
que un ingeniero o un banquero haga públicos los ingresos y los gastos de un
obrero, los datos referentes a lo que gana y a lo que rinde con su trabajo. A
nadie se le ocurre ver en ello> un atentado contra la "vida
privada" del obrero ni "un acto de espionaje o una delación" del
ingeniero. La sociedad burguesa considera que el trabajo y los ingresos de los
obreros asalariados son un libro abierto que le pertenece, que cualquier
burgués tiene el derecho de consultar en todo momento para denunciar uno u otro
"lujo", una u otra manifestación de "haraganería" del
obrero, etc.
Pero ¿y el
control inverso? ¿Qué ocurriría si el Estado democrático invitase a los
sindicatos de empleados, del personal de oficinas, de la servidumbre doméstica
a controlar los ingresos y los gastos de los capitalistas, a publicar los datos
correspondientes, a ayudar al Gobierno en su campaña contra la ocultación de
los ingresos? I
Qué salvajes
aullidos lanzaría el campo burgués contra el "espionaje" y las
"delaciones" ! Se considera natural que los "señores"
controlen a: sus criados y que los capitalistas controlen a los obreros, pues
la vida privada de los trabajadores, de los explotados, no se considera
intangible, y la burguesía tiene el derecho de pedir cuentas a todo "esclavo asalariado", de dar a la
publicidad en cualquier momento la cuantía de sus ingresos y de sus gastos. I Pero
que los oprimidos intenten controlar a los opresores, sacar a la luz sus
ingresos y gastos, denunciar su lujo, aun en tiempo de guerra, cuando ese lujo
es la causa directa del hambre y de la muerte de los ejércitos en el frente!.
.. i Oh, no! I La burguesía no tolerará ni el "espionaje" ni la
"delación"!
El problema
se reduce siempre a lo mismo: el dominio de la burguesía es incompatible con
una verdadera democracia auténticamente revolucionaria. En el siglo XX, en un país capitalista, es imposible ser demócrata
revolucionario si se teme marchar hacia el socialismo.
¿Se puede avanzar temiendo marchar hacia el socialismo?
Cuánto hemos
expuesto podría suscitar fácilmente en un lector educado en las ideas
oportunistas, hoy en boga, de los eseristas y los mencheviques la siguiente
objeción: la mayor parte de las medidas descritas aquí no son, en el fondo,
medidas democráticas, i son ya medidas socialistas!
Esta
objeción corriente, habitual (en una u otra forma) en la prensa burguesa,
eserista y menchevique, es una defensa reaccionaria del capitalismo atrasado,
una defensa aderezada a lo Struve. Nosotros -dicen- no hemos madurado todavía
para el socialismo; sería prematuro "implantar” el socialismo, nuestra
revolución es burguesa; hay que ser, por ello, lacayos de la burguesía ( i a
pesar de que, hace ya ciento veinticinco años, los grandes revolucionarios
burgueses de Francia hicieron grande a su revolución por medio del terror
contra todos los opresores, contra los terratenientes y los capitalistas!).
Los
malhadados marxistas al servicio de la burguesía, a los que se han sumado los
eseristas y que ven las cosas de ese modo, no comprenden (si se consideran las
bases teóricas de su opinión) qué es el imperialismo, qué son los monopolios
capitalistas, qué es el Estado, qué es la democracia revolucionaria. Porque si
se comprende todo eso, habrá que reconocer forzosamente que es imposible
avanzar sin marchar hacia el socialismo.
Todo el mundo habla del imperialismo. Pero el
imperialismo no es otra cosa que el capitalismo monopolista.
Que el capitalismo se ha transformado en
capitalismo monopolista también en Rusia lo evidencian con toda claridad
Prodúgol y Prodamet, el consorcio del azúcar, etc. El mismo consorcio azucarero
nos demuestra palmariamente la
transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de
Estado.
¿Y qué es el Estado? Es la
organización de la clase dominante; en Alemania, por ejemplo, la organización de los junkers y
los capitalistas. Por eso, lo que los Plejánov alemanes (Scheidemann, Lensch,
etc.) llaman "socialismo de guerra",
sólo es, en realidad, un capitalismo
monopolista de Estado en tiempo de guerra, o, dicho en términos más
sencillos y más claros, un presidio militar para los obreros y un régimen de
protección militar para las ganancias de los capitalistas.
Pues bien,
prueben ustedes a sustituir ese Estado de junkers y capitalistas, ese Estado de
terratenientes y capitalistas, con un Estado democrático revolucionario, es
decir, con un Estado que suprima revolucionariamente todos los privilegios, que
no tema implantar por vía revolucionaria la democracia más completa. Y
entonces verán que el capitalismo
monopolista de Estado, en un Estado democrático revolucionario de verdad,
representa inevitablemente, infaliblemente, i un paso, varios pasos hacia el socialismo!
En efecto,
cuando una empresa capitalista gigantesca se convierte en monopolio, sirve a todo el pueblo. Si se convierte en
monopolio de Estado, el Estado (o sea, la organización armada de la población,
de los obreros y los campesinos, en primer lugar, si se trata de un régimen de
democracia revolucionaria) dirige toda la empresa. ¿En interés de quién?
- O bien en
interés de los terratenientes y los capitalistas, en cuyo caso no tendremos un
Estado democrático revolucionario, sino un Estado burocrático reaccionario, una
república imperialista,
- o bien en
interés de la democracia revolucionaria, en cuyo caso ello será precisamente un
paso hacia el socialismo.
Porque el socialismo no es otra cosa
que el paso siguiente después del monopolio capitalista de Estado. O dicho en otros términos: el socialismo no es otra cosa que el
monopolio capitalista de Estado puesto al servicio de todo el pueblo y que,
por ello, ha dejado de ser monopolio
capitalista.
No hay
término medio. El curso objetivo del desarrollo es tal que resulta imposible
avanzar, partiendo de los monopolios (cuyo número, papel e importancia ha
venido a decuplicar la guerra), sin marchar hacia el socialismo.
O se es
demócrata revolucionario de hecho, y en ese caso no hay por qué temer ningún
paso hacia el socialismo; o se temen y condenan los pasos hacia el socialismo,
como lo hacen Plejánov, Dan y Chernov, alegando que nuestra revolución es una
revolución burguesa, que no se puede "implantar" el socialismo, etc.,
etc., y entonces se rueda fatalmente hasta caer en los brazos de Kerenski,
Miliukov y Kornílov, es decir, hasta caer en la represión burocrática reaccionaria
de las aspiraciones "democráticas revolucionarias" de las masas
obreras y campesinas.
No hay
término medio.
Y en esto
estriba la contradicción fundamental de nuestra revolución.
En la
historia en general, y en épocas de guerra en particular, no se puede estar
parado. Hay que_ avanzar o retroceder. En
la Rusia del siglo XX, que ha conquistado la república y la democracia por vía
revolucionaria, es imposible avanzar sin marchar hacia el socialismo, sin
dar pasos hacia él (pasos condicionados y determinados por el nivel técnico y
cultural: en la agricultura basada en las pequeñas haciendas campesinas es
imposible "introducir" la gran explotación mecanizada; en la
fabricación de azúcar es imposible suprimirla).
Y tener
miedo a avanzar significa retroceder, que es precisamente lo que hacen los
señores Kerenski, con gran fruición de los Miliukov y los PlejPnov y con la
estúpida complicidad de los Tsereteli y los Chernov.
La guerra,
al acelerar en grado extraordinario la
transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de
Estado, ha acercado con ello extraordinariamente a la humanidad al
socialismo: tal es la dialéctica de la historia.
La guerra imperialista es la víspera de la
revolución socialista. Y no sólo porque la guerra engendra, con sus horrores,
la insurrección proletaria -pues no hay insurrección capaz de instaurar el
socialismo si no han madurado las condiciones económicas para él-, sino también
porque el capitalismo monopolista de Estado es la preparación material más
completa para el socialismo, su antesala, un peldaño de la escalera histórica
entre el cual y el peldaño llamado socialismo no hay ningún peldaño intermedio.
* * *
Nuestros
eseristas y mencheviques enfocan el problema del socialismo de una manera
doctrinaria, desde el punto de vista de una doctrina aprendida de memoria y mal
asimilada. Presentan el socialismo como un porvenir lejano, desconocido y
nebuloso.
Pero el
socialismo asoma ya por todas las ventanas del capitalismo moderno, el
socialismo se perfila de forma inmediata, prácticamente, en toda medida
importante que represente un paso adelante a partir del capitalismo moderno.
¿Qué es el trabajo general obligatorio?
Un paso
adelante sobre la base del capitalismo monopolista moderno, un paso hacia la
regulación de la vida económica en su conjunto, de acuerdo con un plan general
concreta, un paso hacia un régimen de ahorro de trabajo del pueblo para impedir su absurdo despilfarro
por el capitalismo.
En Alemania
son los junkers (los latifundistas) y los capitalistas quienes implantan el
trabajo general obligatorio; por eso, dicha medida se convierte inevitablemente
en un presidio militar para los obreros.
Pero tomemos la misma institución y
reflexionemos en la importancia que tendría en un Estado democrático
revolucionario. El trabajo general obligatorio, implantado, reglamentado y
dirigido por los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos, no sería todavía el socialismo, pero no
serla ya el capitalismo. Representaría un
paso gigantesco hacia el socialismo, un paso después del cual, si se
mantuviese una democracia plena, sería imposible retornar al capitalismo sin
recurrir a una violencia inaudita sobre las masas.
La guerra y la lucha contra la ruina.
(La lucha contra del desbarajuste y la
guerra)
El problema
de las medidas que deben adoptarse para combatir la catástrofe que se avecina
nos lleva a tratar otro importantísimo problema: el nexo de la política interior con la política exterior o, dicho
en otros términos, la relación entre la
guerra anexionista, imperialista, y la guerra revolucionaria, proletaria, entre
la criminal guerra de rapiña y la democrática guerra justa. Todas
las medidas de lucha contra la catástrofe descritas por nosotros reforzarían
extraordinariamente, como ya hemos señalado, la capacidad defensiva o, dicho de
otro modo, el poderío militar del país. Esto, por una parte. Pero, por otra parte, esas medidas no pueden
llevarse a la práctica sin transformar la guerra anexionista en una guerra
justa, sin transformar la guerra sostenida por los capitalistas en interés de
los capitalistas en una guerra sostenida por el proletariado en interés de
todos los trabajadores y explotados.
En efecto,
la nacionalización de los bancos y de los consorcios, unida a la abolición del
secreto comercial y a la implantación del control obrero sobre los
capitalistas, no sólo representaría un ahorro gigantesco de trabajo del pueblo
y la posibilidad de economizar fuerzas y recursos, sino que, además, mejoraría
la situación de las masas trabajadoras, es decir, de la mayoría de la población.
En la guerra moderna, como nadie ignora, la organización económica tiene una
importancia decisiva. En Rusia hay cereales, carbón, petróleo y hierro en
cantidad suficiente; en este aspecto, nuestra situación es mejor que la de
ningún otro país beligerante de Europa. Y si Rusia combatiera la ruina por los
procedimientos indicados, movilizara para esa lucha la iniciativa de las masas,
mejorara su situación, nacionalizara los bancos y los consorcios capitalistas,
podría aprovechar su revolución y su demoraría para elevar el país entero a un
nivel incomparablemente más alto de organización económica.
Si los eseristas y los mencheviques, en
vez de pactar una "coalición" con la burguesía -que frena todas las
medidas de control y sabotea la producción-hubieran puesto en abril el poder en
manos de los Soviets; si no hubiesen dedicado sus fuerzas a jugar al
"carrusel ministerial" y a calentar como burócratas, junto con los
demócratas constitucionalistas, las poltronas ministeriales, los sillones de
viceministros, etc., etc., sino a dirigir
a los obreros y campesinos en el ejercicio de su control sobre los
capitalistas, en su guerra contra los capitalistas, Rusia sería hoy un país
en plena transformación económica, en el que la tierra pertenecería a los
campesinos y los bancos estarían nacionalizados; o sea, nuestro país estaría en
ese sentido (es decir, en cuanto a estas medidas, que representan otras tantas
bases económicas importantísimas de la vida moderna) por encima de todos los
demás países capitalistas.
La capacidad
defensiva, el poderío militar de un país
con los bancos nacionalizados es mayor que el de un país con los bancos en
manos de particulares. El poderío militar de un país campesino con la
tierra en manos de comités campesinos es superar al de un país de gran
propiedad agraria.
Se invocan a
cada paso el heroico patriotismo y los prodigios de valentía militar de los
franceses en 1792 y 1793. Pero se olvidan las condiciones materiales, las
condiciones históricas y económicas, que hicieron posibles dichos milagros. El
aniquilamiento auténticamente revolucionario del feudalismo, ya caduco; el paso
de todo el país con rapidez, decisión, energía y abnegación, en verdad
revolucionarias y democráticas, a un modo de producción más elevado, a la libre
posesión de la tierra por los campesinos: tales son las condiciones materiales,
económicas, que salvaron a Francia con una rapidez "prodigiosa",
regeneran® y renovando su base económica.
El ejemplo
de Francia nos muestra_ una cosa, y sólo una: para conseguir que Rusia sea
capaz de defenderse y lograr que también en ella se hagan "prodigios"
de heroísmo en masa, hay que barrer con implacabilidad ''jacobina” 88
todo lo viejo y renovar, regenerar a Rusia en el aspecto económico. Pero, en el
siglo XX, esto no puede hacerse simplemente barriendo el zarismo (Francia no se
limitó a eso ciento veinticinco años atrás). Tampoco puede hacerse con la sola
abolición por la revolucionaria de la gran propiedad terrateniente ( i nosotros
ni siquiera eso hemos hecho, pues los eseristas y los mencheviques han
traicionado a los campesinos!), ni con la sola entrega de la tierra a los
campesinos. Porque vivimos en el siglo XX, y dominar la tierra sin dominar los
bancos no basta para regenerar y renovar la vida del pueblo.
88 Denominábase jacobinos a los representantes más
decididos de la burguesía del período de la revolución burguesa de fines del
siglo XVIII en Francia. -202.
La
renovación de Francia en el aspecto material, de la producción, a fines del
siglo XVIII fue unida a su renovación política y espiritual, a la dictadura de
la democracia revolucionaria y del proletariado revolucionario (del que la
democracia no se había separado aún y que estaba todavía casi fundido con
ella), a la guerra sin cuartel declarada a todo lo reaccionario. El pueblo
entero, y en particular las masas, es decir, las clases oprimidas, se sintieron
dominados por un entusiasmo revolucionario ilimitado; todo el mundo consideraba
la guerra, y lo era en realidad, una guerra justa, defensiva. La Francia
revolucionaria se defendía de la Europa monárquica reaccionaria. No fue en 1792
y 1793, sino muchos años más tarde, después de triunfar la reacción en el
interior del país, cuando la dictadura contrarrevolucionaria de Napoleón
transformó las guerras defensivas sostenidas por Francia en guerras de
conquista
¿y en Rusia?
Nosotros seguimos haciendo una guerra imperialista en interés de los
capitalistas, en alianza con los imperialistas y en virtud de los tratados
secretos concluidos por el zar con los capitalistas de Inglaterra, etc.,
prometiendo en ellos a los capitalistas rusos el saqueo de otros países,
prometiéndoles Constantinopla, Lvov, Armenia, etc.
La guerra
seguirá siendo injusta, reaccionaria y anexionista por parte de Rusia mientras
ésta no proponga una paz justa y no rompa con el imperialismo. El carácter
social de la guerra y su verdadera significación no son determinados (como
piensan los eseristas y los mencheviques, cayendo en la vulgaridad de un mujik
ignorante) por el lugar en que se encuentran las tropas enemigas. Ese carácter
depende de qué política continúa la guerra ("la guerra es la
continuación de la política"), de qué clase la sostiene y con qué
fines.
Es imposible llevar las masas a una guerra de
rapiña en virtud de tratados secretos y confiar en su entusiasmo. La clase
avanzada de la Rusia revolucionaria, el proletariado, comprende con creciente
claridad el carácter criminal de la guerra. La burguesía no ha logrado que las
masas cambien de opinión al respecto; antes al contrario: aumenta el
convencimiento de que la guerra tiene un carácter criminal. I El
proletariado de ambas capitales de Rusia se ha hecho internacionalista definitivamente!
i De
qué entusiasmo de las masas por la guerra puede hablarse!
Lo uno está
unido de manera indisoluble a lo otro, la política interior a la política
exterior. Es imposible hacer que un país tenga capacidad defensiva si no existe
un extraordinario heroísmo del pueblo,
que realiza con audacia y decisión grandes transformaciones económicas. Y no se
puede despertar el heroísmo de las masas sin romper con el imperialismo, sin
proponer a todos los pueblos una paz
democrática, sin transformar de ese modo la guerra criminal, rapaz y de
conquista, en una guerra justa, defensiva, revolucionaria.
Sólo
rompiendo sin reservas y de manera consecuente con _los capitalistas, tanto en
la política interior como en la exterior, podremos salvar nuestra revolución y
nuestro país, atenazado por las férreas garras del imperialismo.
La democracia revolucionaria y el proletariado revolucionario
Para ser revolucionaria de verdad, la
democracia de la Rusia actual debe marchar en estrecha alianza con el proletariado,
única clase consecuentemente revolucionaria, y apoyar su lucha.
Tal es la
conclusión a que nos lleva el análisis de los medios con que puede combatirse
la catástrofe inminente, de proporciones inauditas.
La guerra ha originado una crisis tan inmensa,
ha puesto en tensión hasta tal punto las fuerzas materiales y morales del pueblo y ha asestado tales golpes a
toda la organización de la sociedad moderna que la humanidad se ve colocada
ante un dilema: perecer o poner su destino en manos de la clase más
revolucionaria, a fin de pasar con la mayor rapidez y decisión a un modo de
producción más elevado.
En virtud de
diversas causas históricas -el mayor atraso de Rusia, las dificultades
especiales que presentaba para ella la guerra, la mayor putrefacción del zarismo y la extraordinaria vivacidad
de las tradiciones de 1905-, la revolución ha estallado en Rusia antes que en
otros países. La revolución ha hecho que, en unos cuan tos meses, Rusia alcance
por su régimen político a los países adelantados.
Esto es
posible, pues contamos con la experiencia vivida por gran número de países
adelantados y con los logros de su técnica y de su cultura. Nos prestan un
apoyo moral la creciente protesta contra la guerra en Europa y el clima de
revolución obrera mundial en ascenso. Nos estimula y acucia la libertad
democrática revolucionaria, extraordinariamente rara en una época de guerra
imperialista.
Perecer o
avanzar a todo vapor. Así plantea la historia la cuestión.
Y la actitud del proletariado ante el
campesinado en un momento así confirma - con la modificación correspondiente- la vieja tesis
bolchevique: arrancar al campesinado de la influencia de la burguesía. Esa es
la única garantía de salvar la revolución.
Y el campesinado es el representante más
numeroso de toda la masa pequeñoburguesa.
Nuestros
eseristas y mencheviques han asumido una misión reaccionaria: mantener al
campesinado bajo la influencia de la burguesía y llevarlo a una coalición con
ella, y no con el proletariado.
La
experiencia de la revolución enseña con rapidez a las masas. Y la política
reaccionaria de los eseristas y los mencheviques fracasa: han sido derrotados
en los Soviets de las dos capitales 89.
En ambos partidos democráticos pequeñoburgueses crece la oposición de
"izquierda". En Petrogrado, la conferencia eserista local dio el 10
de septiembre de 1917 una mayarla de dos tercios a los izquierdistas, que
tienden a la alianza con el proletariado y rechazan la alianza (coalición) con
la burguesía.
Los eseristas y los mencheviques repiten la
contraposición predilecta de la burguesía: burguesía y democracia. Pero, en el
fondo, semejante contraposición es tan absurda como lo serla comparar un pud
con una archina.
Hay
burguesía democrática y democracia burguesa: sólo quienes ignoran por completo
la historia y la economía política pueden negar esto. Los eseristas y los
mencheviques han necesitado de esa falsa contraposición para encubrir un hecho indiscutible: entre la burguesía
y el proletariado se encuentra la pequeña burguesía. Y ésta, en virtud
de su situación económica de clase, vacila de manera inevitable entre la
burguesía y el proletariado.
Los eseristas y los mencheviques arrastran a
la pequeña burguesía a una alianza con la burguesía. Esa es la esencia de toda
su "coalición", de todo el ministerio de coalición, de toda la
política de Kerenski, típico semidemócrata constitucionalista. En medio año de
revolución, esta política ha sufrido una bancarrota completa.
Los
demócratas constitucionalistas se refocilan: la revolución, según ellos, ha
fracasado, no ha podido acabar ni con la guerra ni con la ruina.
No es
verdad. Quienes han fracasado son los demócratas constitucionalistas y los
eseristas con los mencheviques, pues ha sido ese bloque (alianza) el que ha
gobernado a Rusia durante medio año, el que en medio año ha aumentado la ruina
y embrollado y agravado la situación militar.
Cuanto más
completo sea el fracaso de la alianza de la burguesía con los eseristas y los
mencheviques, tanto más rápidamente aprenderá el pueblo. Y con tanta mayor facilidad encontrará el camino
acertado: la alianza de los campesinos
pobres, es decir, de la mayoría del campesinado, con el proletariado.
89. El 31 de
agosto (13 de septiembre) de 1917, el Soviet de Petrogrado aprobó' en reunión
plenaria, por vez primera desde que se formó, una resolución del grupo
bolchevique en la que se rechazaba categóricamente la política de conciliación
con la burguesía. La resolución fue aprobada por 279 votos en pro, 115 en
contra y 50 abstenciones. Llamaba a transferir todo el poder a los Soviets y
contenta un programa de transformaciones revolucionarias en el país. Pocos días
después, el Partido Bolchevique conquistó una nueva gran victoria. El 5 (18) de
septiembre, el Soviet de diputados obreros y soldados de Moscú aprobó una
resolución análoga, a propuesta de los bolcheviques, por una mayoría de 355
votos.-205.
10-14 de
septiembre de 1917.
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo34.pdf
Obras Completas, Tomo 34
Julio-octubre de 1917
La catástrofe que nos amenaza y como
combatirla. págs. 157-206.
Notas. 466-512
Referencias:
En la carta Los bolcheviques deben tomar el poder,
dirigida al Comité Central y a los comités de Petersburgo y Moscú del POSD (b)
de Rusia, y en la titulada El marxismo y
la insurrección, que dirigió al Comité Central del POSD (b) de Rusia (véase
el presente
volumen, págs. 247-249, 250-256), Lenin trazó la táctica de los bolcheviques en relación
con la próxima Conferencia.
Obras Completas, Tomo 34 Julio-octubre de 1917
Los bolcheviques deben tomar el poder
93
págs.
247-249
Carta al
comité central y los comités de Petrogrado y Moscú del POSD (b) de Rusia
Después de
haber conquistado la mayoría en los Soviets de diputados obreros y soldados de
ambas capitales, los bolcheviques pueden y deben tomar en sus manos el poder
del Estado
Pueden, pues
la mayoría activa de los elementos revolucionarios del pueblo de ambas
capitales es suficiente para llevar tras de sí a las masas, vencer la
resistencia del enemigo, derrotarlo, conquistar el poder y sostenerse en él;
pueden, pues al proponer en el acto la paz democrática, entregar en el acto la
tierra a los campesinos y restablecer las instituciones y libertades
democráticas, aplastadas y destrozadas por Kerenski, los bolcheviques formarán un Gobierno que nadie podrá derrocar.
La mayoría
del pueblo nos apoya. Así lo ha demostrado el largo y difícil camino recorrido
desde el 6 de mayo hasta el 31 de agosto y hasta el 12 de septiembre: la
mayoría en los Soviets de ambas capitales es el fruto de la evolución del
pueblo hacia nosotros. Lo mismo demuestran las vacilaciones de los eseristas y mencheviques y el fortalecimiento de los internacionalistas entre ellos.
La
Conferencia Democrática no representa a la mayoría del pueblo revolucionario,
sino únicamente a las cúspides pequeñoburguesas conciliadoras. No debemos
dejarnos engañar por las cifras de las
elecciones, pues el quid de la cuestión no está en ellas: comparen las
elecciones a las Dumas urbanas de Petrogrado y Moscú con las de los Soviets.
Comparen las elecciones en Moscú y la huelga moscovita del 12 de agosto, ahí tienen los datos objetivos
referentes a la mayoría de los elementos revolucionarios que) guían a las masas
La
Conferencia Democrática engaña a los campesinos, no dándoles ni la paz ni la
tierra.
El Gobierno
bolchevique es el único que satisfará a los campesinos.
* * *
¿Por qué
deben los bolcheviques tomar el poder precisamente ahora?
Porque la
inminente entrega de Petrogrado hará cien veces más frágiles nuestras
probabilidades.
Y existiendo
un ejército encabezado por Kerensk.i y Cía., no estamos en condiciones de
impedir la entrega de Petrogrado.
No se puede
"esperar" a la Asamblea Constituyente, pues Kerenski y Cia. Podrán frustrarla
siempre con esa misma entrega de Petrogrado. Sólo nuestro Partido, tomando el
poder, puede asegurar la convocatoria de la Asamblea Constituyente y, después
de tomar el poder, acusará de demora a los demás partidos y demostrará su
acusación.
La paz por separado entre los imperialistas
ingleses y alemanes puede y debe ser impedida únicamente si se actúa con
rapidez.
El pueblo
está cansado de las vacilaciones de los mencheviques y eseristas. Sólo nuestra
victoria en ambas capitales hará que los campesinos nos sigan.
* * *
No se trata
del "día" de la insurrección, de su "momento", en el
sentido estrecho de la palabra. Eso lo decidirá únicamente la voluntad común de
los que tienen contacto con los obreros y los soldados, con las masas.
Se trata de
que nuestro Partido tiene ahora, de hecho, en la Conferencia Democrática su
Congreso, y este Congreso debe (quiéralo o no, pero debe) decidir el destino de
la revolución.
Se trata de
conseguir que esta tarea sea clara para el Partido: plantear al orden del día
la insurrección armada en Petrogrado y Moscú (comprendida la región),
conquistar el poder, derribar el Gobierno. Hay que pensar en cómo hacer
agitación en pro de esta tarea, sin expresarse así en la prensa.
Recuerden y
reflexionen sobre las palabras de Marx respecto a la insurrección: "La
insurrección es un arte” 94, etc.
* * *
Es ingenuo
esperar la mayoría "formal" de los bolcheviques: ninguna revolución
espera eso. Tampoco lo esperan Kerenski y Cía., sino que preparan la entrega de
Petrogrado. i Precisamente las ruines vacilaciones de la "Conferencia
Democrática" deben agotar, y agotarán, la paciencia de los obreros de
Petrogrado y Moscú ! La historia no nos perdonará si no tomamos ahora el poder.
¿Que no existe un aparato? Este aparato
existe: los Soviets y las organizaciones democráticas. La situación
internacional precisamente ahora, en vísperas de la paz por separado de los
ingleses con los alemanes, nos es favorable. Precisamente ahora, proponer la
paz a los pueblos significa triunfar.
Tomando el
poder simultáneamente en Moscú y Petrogrado (no importa quién empiece; quizá
pueda empezar incluso Moscú), triunfaremos de manera indefectible y segura.
93 Las cartas de Lenin Los
bolcheviques deben tomar el poder y El marxismo y la insurrección fueron
discutidas en una reunión del CC el 15 (28) de septiembre de 1917. El Comité
Central acordó celebrar poco después una nueva reunión para examinar los
problemas de táctica. Se puso a votación la propuesta de conservar un solo
ejemplar de las cartas de Lenin, con los siguientes resultados: 6 votos en pro,
4 en contra y 6 abstenciones. Kámenev, adversario de la orientación del Partido
hacia la revolución socialista, presentó un proyecto de resolución contra las
propuestas de Lenin de organizar la insurrección armada, pero el Comité Central
lo rechazó.-247.
94
Véase Revolución y contrarrevolución en Alemania (C.
Marx y F. Engels. Obras, t. 8, pág. 100).
F. Engels. Revolución y
contrarrevolución en Alemania
Escrito: Por Engels entre agosto de
1851 y septiembre de 1852.
https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/rca/index.htm
Esta obra fue escrita por Engels y se
publicó en 1851-1852 como una serie de artículos, firmados por Marx, en el
periódico New rork Herald Tribune. En un principio Marx habla pensado
escribirlos él mismo, pero, ocupado en las investigaciones económicas,
transfirió este trabajo a Engels. Al escribir esta obra, Engels se aconsejó
continuamente de Marx, a quien dio a conocer también los artículos antes de
enviarlos al periódico. Sólo con posterioridad, al publicarse la
correspondencia entre Marx y Engels, se supo que el autor de la obra era Engels.
- 249.
N. Lenin
Escrito el
12-14 (25-27) de septiembre de 1917
Publicado
por primera vez en 1921, en la revista "Proletarskaya Revoliutsía",
núm. 2
Fuente:https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo34.pdf
Bibliografía
imprescindible sobre la concepción marxista del poder (En Francia - Rusia-
Alemania-España)
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/11/bibliografia-imprescindible-sobre-la.html
El marxismo y la insurrección 250-256
Carta al
comité central del POSD (b) de Rusia
Escrito el 13-14 (26-27) de septiembre de 1917
Publicado
por primera vez en 1921, en la
revista "Proletárskaya revoliutsia”, núm.2
Entre las
tergiversaciones del marxismo más aviesas y, quizá, más difundidas por los
partidos "socialistas" dominantes figura la mentira oportunista de
que la preparación de la insurrección -y, en general, la concepción de ésta como
un arte- es "blanquismo" 95
El jefe del
oportunismo, Bernstein, se ganó ya una triste celebridad al acusar al marxismo
de blanquismo; y los oportunistas de hoy, en realidad, no renuevan ni "enriquecen"
en nada las pobres "ideas" de Bernstein al hablar a gritos de blanquismo.
I Acusar a
los marxistas de blanquismo porque consideran que la insurrección es un arte!
¿Cabe falseamiento más patente de la verdad, cuando ningún marxista niega que
fue el propio Marx quien se pronunció del modo más concreto, claro e
irrefutable sobre este problema, diciendo precisamente que la insurrección es
un arte, que hay que tratarla como tal, que es necesario conquistar un primer
triunfo y avanzar luego de éxito en éxito, sin interrumpir la ofensiva contra
el enemigo, aprovechándose de su confusión, etc., etc.?
La
insurrección, para poder triunfar, no debe apoyarse en una conjura, en un
partido, sino en la clase de vanguardia. Esto, en primer lugar. En segundo
lugar, debe apoyarse en el entusiasmo revolucionario del pueblo. Y,
en tercer lugar, debe apoyarse en el
momento crítico de la historia de la creciente revolución en que sea mayor
la actividad de la vanguardia del pueblo, en que sean mayores las
vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles,
inconsecuentes e indecisos de la revolución. Estas tres condiciones al plantear
el problema de la insurrección son precisamente las que diferencian el marxismo
y el blanquismo.
Pero, si se
dan estas condiciones, negarse a considerar que la insurrección es un arte
significa traicionar al marxismo y traicionar a la revolución.
Para
demostrar por qué precisamente en el momento actual es obligatorio para el
Partido reconocer que la insurrección ha sido puesta al orden del día por la
marcha objetiva de los acontecimientos y considerarla un arte; para demostrar
eso, lo mejor será, quizá, usar el método comparativo y trazar un paralelo
entre las jornadas del 3 y 4 de julio y las de septiembre.
El 3 y 4 de
julio se podía, sin faltar a la verdad, plantear el problema del modo siguiente:
lo más justo sería tomar el poder, pues, aunque no lo hagamos, los enemigos
nos acusarán igualmente de insurgentes y nos tratarán como a tales. Pero de ahí
no se podía deducir que fuera conveniente tomar el poder en aquel momento, pues
entonces no existían las condiciones objetivas necesarias para el triunfo de la
insurrección.
1) No nos
seguía aún la clase que constituye la vanguardia de la revolución.
No teníamos
aún la mayoría entre los obreros y los soldados de las capital Hoy tenemos ya
la mayoría en ambos Soviets. Esta mayoría es fruto únicamente de la historia de
los meses de julio y agosto, de la experiencia de las "represalias"
contra los bolcheviques y de las enseñanzas de la korniloviada.
2) Entonces
faltaba el entusiasmo revolucionario de todo el pueblo Hoy después de la
korniloviada, ese entusiasmo existe. Así lo demuestran la situación en las
provincias y la toma del poder por los Soviet en muchos lugares.
3) Entonces
no existían vacilaciones serias, de alcance político general, entran nuestros
enemigos ni entre la pequeña burguesía inconsecuente. Hoy, esas vacilaciones
son gigantescas nuestro enemigo principal, el imperialismo de los aliados y el
imperialismo mundial (¡¡mes los "aliados" se encuentran a la cabeza
de este último), empieza a vacilar entre la guerra hasta la victoria final y
una paz separada dirigida contra Rusia. Nuestros demócratas pequeñoburgueses,
que han perdido ya a ojos vistas la mayoría en el pueblo, vacilan también en
proporciones gigantescas, habiendo renunciado al bloque, es decir, a la
coalición con los demócratas constitucionalistas.
4) Por eso,
la insurrección habría sido un error el 3 y el 4 de julio: no habríamos podido
sostenernos en el poder ni física ni políticamente. Físicamente, pues, aunque
en algunos momentos tuvimos a Petrogrado en nuestras manos, nuestros propios
obreros y soldados no estaban dispuestos entonces a pelear y morir por la
capital: les faltaba todavía el "enfurecimiento" que existe
hoy, el odio ardiente tanto a los A. Kerenski como a los Tsereteli y los V. Chemov. Nuestros hombres no se habían templado aún con la experiencia de las
persecuciones contra los bolcheviques, efectuadas con participación de los
eseristas y los menchevique
Desde el
punto de vista político, el 3 y el 4 de julio no habríamos podido sostenernos
en el poder, pues, antes de la korniloviada, el ejército y las provincias podían
marchar, y habrían marchado, sobre Petrogrado.
El panorama
es hoy completamente distinto.
Nos sigue la
mayoría de la clase que constituye la vanguardia de la revolución, la
vanguardia del pueblo capaz de llevar tras de sí a las masas.
Nos sigue la
mayoría del pueblo, pues la dimisión de V. Chernov no es, ni mucho menos, el único indicio, pero es el más
claro y más patente, de que los campesinos no recibirán la tierra del bloque de
los eseristas (ni de los propios eseristas). Y ahí está la clave del carácter
popular de la revolución.
Estamos en
la situación ventajosa de un partido que sabe firmemente cuál es su camino en
medio de las mas inauditas vacilaciones de todo el imperialismo y de todo el
bloque menchevique- eserista.
Nuestro
triunfo es seguro, pues el pueblo se encuentra ya al borde de la
desesperación, y nosotros ofrecemos a todo
el pueblo la salida certera, al demostrarle "en los días de la
korniloviada" el significado de nuestra dirección, y, después, al proponer
una transacción a los del bloque y recibir de ellos una negativa, sin que hayan
terminado, ni mucho menos, sus vacilaciones.
Sería el
mayor error pensar que la transacción propuesta por nosotros no ha sido
rechazada todavía, que la Conferencia Demócrata puede aún aceptarla. La
transacción era una propuesta de un partido a otros partidos. No podía hacerse
de otro modo. Los partidos la rechazaron. La Conferencia Democrática es solo
una conferencia, y nada más. No debe olvidarse que en ella no está representada
la mayoría del pueblo revolucionario: los exasperados campesinos
pobres. Es una conferencia de la minoría del pueblo no debe olvidarse esta
verdad evidente. Seda el mayor error, el mayor cretinismo parlamentario, que
nosotros viéramos en la Conferencia Democrática un Parlamento, pues, aun
suponiendo que se hubiese proclamado Parlamento permanente y soberano de la
revolución, de todos mochos no resolvería nada: la solución está fuera de ella,
está en los barrios obreros de Petrogrado y de Moscú.
Existen todas
las premisas objetivas para una insurrección victoriosa. Contamos con las
excepcionales ventajas de una situación en la que sólo nuestra victoria en la
insurrección pondrá fin a las vacilaciones, que 'han extenuado al pueblo
y son la cosa más penosa del mundo; en la
que sólo nuestra victoria en la insurrección dará inmediatamente la tierra a
los campesinos; en la que sólo nuestra victoria en la insurrección
frustrará todas esas maniobras de paz por separado, enfiladas contra la
revolución, y las frustrará mediante la propuesta pública de una paz más
completa, más justa y más próxima, de una paz en beneficio de la revolución.
Por último,
nuestro Partido es el único que, triunfante en la insurrección, puede salvar a
Petrogrado, pues si nuestra propuesta de paz es rechazada y no se nos concede
siquiera un armisticio, nos haremos "defensistas", nos pondremos a la
cabeza de los partidos que propugnan la continuación de la guerra, nos
convertiremos en el partido más "belicista" y sostendremos una guerra
verdaderamente revolucionaria. Despojaremos a los capitalistas de todo el pan y
de todas las botas. Sólo les dejaremos cortezas y los calzaremos con
esparteñas. Enviaremos al frente todo el pan y todo el calzado.
Y así
defenderemos Petrogrado.
En Rusia son
todavía inmensamente grandes los recursos materiales y morales con que contarla
una guerra auténticamente revolucionaria; hay un 99 por 100 de probabilidades
de que los alemanes nos concedan, por lo menos, un armisticio. Y obtener hoy un
armisticio significa ya triunfar sobre el mundo entero.
* * *
Una vez
convencidos de que la insurrección de los obreros de Petrogrado y de Moscú es
absolutamente necesaria para salvar la revolución y salvar a Rusia del reparto
"separado" por los imperialistas de ambas coaliciones, debemos:
primero, adaptar nuestra táctica política en la Conferencia a las condiciones
de la creciente insurrección; segundo, demostrar que no aceptamos sólo de
palabra la idea de Marx de que es preciso considerar la insurrección como un
arte.
En la Conferencia debemos unir sin demora la
minoría bolchevique, sin preocuparnos del número ni temer que los vacilantes
sigan en el campo de los vacilantes: allí serán más útiles a la causa de la
revolución que en el campo de los que luchan por ella con decisión y sin
reservas.
Debemos
redactar una breve declaración de los bolcheviques, en la que se subraye con la
mayor energía la inoportunidad de los discursos largos y de los
"discursos" por discursear; la necesidad de actuar sin demora para
salvar la revolución; la necesidad absoluta de romper por completo con la
burguesía, de destituir totalmente al Gobierno actual, de romper por entero con
los imperialistas anglo-franceses, que están preparando el reparto
"separado" de Rusia; la necesidad de transferir en el acto todo el
poder a la democracia-revolucionaria, con el proletariado revolucionario a la
cabeza
Nuestra
declaración deberá formular esta conclusión en la forma más breve y tajante y
de acuerdo con los proyectos programáticos: paz
a los pueblos, tierra a los campesinos, confiscación de las ganancias
escandalosas y represión del escandaloso sabotaje de la producción por los
capitalistas.
Cuanto más
breve y tajante sea la declaración, tanto mejor. En ella deberán destacarse con
claridad otros dos puntos importantísimos: el pueblo está extenuado par tantas
vacilaciones, el pueblo ha sido martirizado par la indecisión de los eseristas
y los mencheviques.; nosotros rompemos definitivamente con esos partidos, pues
han traicionado a la revolución.
El otro
punto es éste: al proponer inmediatamente
una paz sin anexiones y romper en el acto con los imperialistas aliados, y con todos los imperialistas, obtendremos
o bien el armisticio inmediato, o bien la incorporación de todo el proletariado
revolucionario a la defensa; y la democracia revolucionaria, dirigida por él, emprenderá una guerra verdaderamente justa,
verdaderamente revolucionaria.
Después de
dar lectura a esta declaración, después de proclamar la necesidad de decidir y
no de hablar, de actuar y no de escribir resoluciones, deberemos enviar a toda
nuestra minoría a las fábricas y a los cuarteles: allí está su sitio, allí está
el nervio de la vida, allí está la fuente del salvamento de la revolución, allí
está el motor de la Conferencia Democrática.
Allí debemos exponer, en discursos fogosos y
apasionados, nuestro programa y plantear el problema así: o la aceptación
íntegra del programa por la Conferencia, o la insurrección. No hay término
medio. No se puede esperar. La revolución se hunde.
Si
planteamos así el problema y concentramos toda nuestra minoría en las fábricas
y en los cuarteles, podremos elegir con acierto el momento para comenzar la
insurrección.
Y para enfocar la insurrección al estilo
marxista, es decir, como un arte, debemos, al mismo tiempo y sin perder un
minuto, organizar un Estado Mayor de los destacamentos de insurgentes,
distribuir las fuerzas, lanzar los regimientos de confianza contra los puntos
más importantes, cercar el Teatro de Alejandro y tomar la Fortaleza de Pedro y
Pablo 96 , detener al Estado Mayor General y
al Gobierno y enviar contra los cadetes y contra la "división salvaje” tropas
dispuestas a morir antes que permitir al enemigo abrirse paso hacia los centros
de la ciudad; debemos movilizar a los obreros armados, llamándoles a una lucha
desesperada, a la lucha final; debemos ocupar inmediatamente las centrales de
Telégrafos y de Teléfonos, instalar nuestro Estado Mayor de la insurrección
junto a la Central de Teléfonos y poner en contacto telefónico con él todas las
fábricas, todos los regimientos, todos los puntos en que se desarrolle la lucha
armada, etc.
Todo esto
es, claro está, aproximadamente, sólo como un ejemplo de que en los momentos
actuales es imposible mantenerse fieles
al marxismo, a la revolución, sin considerar la insurrección como un arte.
N. Lenin
Escrito el 13-14 (26-27) de septiembre de 1917
Publicado
por primera vez en 1921, en la
revista "Proletárskaya revoliutsia”, núm.2
95
Blanquismo: corriente del movimiento socialista
francés encabezada por Louis Auguste Blanqui 1805-1881), eminente revolucionario
y destacado representante del comunismo utópico francés.
Los
blanquistas negaban la lucha de clases, esperando que "la humanidad se
emancipe de la esclavitud asalariada mediante la conspiración de un pequeño
grupo de intelectuales, y no mediante La lucha de clase del proletariado"
(O. C., t. 13, pág. 82). Sustituían la labor del partido revolucionario con
acciones de un puñado de conspiradores, no tenían en cuenta la situación
concreta necesaria para el triunfo de la insurrección y desdeñaban el contacto
con Las masas.-250.
96 Teatro de
Alejandro: teatro de Petrogrado en que se celebró la Conferencia Democrática.
Fortaleza de
Pedro y Pablo: fortaleza enclavada frente al Palacio de Invierno, en la orilla
opuesta del Neva. En ella se encarcelaba a tos presos políticos durante el
zarismo. Tenía un gigantesco arsenal y era un importante punto estratégico de
Petrogrado. -255.
Fuente:
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo34.pdf
V. I. Lenin.
El Marxismo y la insurrección
Carta al
Comité Central del POSD (b) de Rusia 1
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/13-ix-17.htm
F. Engels.
El programa de los emigrados blanquistas de la Comuna
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2017/11/f-engels-el-programa-de-los-emigrados.html
Bibliografía
imprescindible sobre la concepción marxista del poder (En Francia - Rusia-
Alemania-España)
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/11/bibliografia-imprescindible-sobre-la.html
Programa,
estatuto, actas y otros documentos, del Partido Obrero Socialdemócrata de
Rusia. (Adoptado por el II Congreso del Partido) 1903
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2021/05/programa-estatuto-actas-y-otros.html
Partido
Social-Revolucionario https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Social-Revolucionario
Bolchevique https://es.wikipedia.org/wiki/Bolchevique
Partido
Obrero Socialdemócrata de Rusia https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Obrero_Socialdem%C3%B3crata_de_Rusia
Rosa
Luxemburgo https://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Luxemburgo
Contra la
pena capital
https://www.marxists.org/espanol/luxem/12Contralapenacapital_0.pdf
https://www.marxists.org/espanol/luxem/index.htm
En inglés
https://www.marxists.org/archive/luxemburg/index.htm
Rosa
Luxemburgo .Un deber de honor (noviembre de 1918)
https://www.marxists.org/archive/luxemburg/1918/11/18c.htm
Rosa
Luxemburgo. Contra la pena capital
(noviembre de 1918)
https://www.marxists.org/archive/luxemburg/1918/11/18c-alt.htm
* En la prensa bolchevique he señalado ya que la
aplicación de la pena de muerte por los explotadores contra las masas
trabajadoras, para defender la explotación, es el único argumento justo que
puede invocarse contra la pena capital. (Véase el presente volumen, págs. 98-1O1. -Ed.) Un Gobierno revolucionario, sea el
que sea, difícilmente podrá prescindir de la pena de muerte contra los
explotadores (es decir, contra los terratenientes y los capitalistas).
Resoluciones en el papel
págs.
98-1O1.
"Rabochi",
núm. 2, 8 de septiembre (26 de agosto) de 1917
Irakli
Tsereteli https://es.wikipedia.org/wiki/Irakli_Tsereteli
Entre los
ministros "socialistas" y dirigentes de la pequeña burguesía el señor
Tsereteli es uno de los más charlatanes. Es preciso esforzarse para poder leer
hasta el final sus innumerables discursos. Tan vacíos y vulgares son estos
discursos absolutamente insustanciales, absolutamente evasivos, absolutamente
carentes de significado, verdaderamente "ministeriales". Lo que torna
aún más insoportables estas elocuentes declaraciones" (cuya vaciedad tenía
que convertir necesariamente a Tsereteli en el favorito de la burguesía) es la
infinita fatuidad del orador. Resulta a veces difícil decidir si sus frases
pulidas, suaves y melosas ocultan una extraordinaria necedad o un cínico
utilitarismo político.
Cuanto más
insustanciales son los discursos de Tsereteli, con tanta mayor energía hay que
recalcar algo completamente increíble y excepcional que le acaeció durante la
sesión plenaria del Soviet de Petrogrado el 18 de agosto 59 • Resulta increíble, pero es así: Tsereteli dejó escapar
algunas palabras sencillas, claras, sensatas y veraces. Dejó escapar unas
palabras que expresan correctamente una profunda y seria verdad política, una
verdad no de importancia casual, sino que resume toda la actual situación
política, sus rasgos principales, esenciales y sus características fundamentales.
Según
informa Rech, Tsereteli (los lectores recuerdan, por supuesto, que se oponía a
la resolución sobre la abolición de la pena de muerte), dijo:
" ... Ninguna de las resoluciones de ustedes
ayudará. Lo que se necesita no son resoluciones en el papel, sino hechos
reales... "
Lo que es
verdad, es verdad. Da gusto oír discursos sensatos...
Desde luego,
esta verdad golpea ante todo y sobre todo al propio Tsereteli. Porque,
precisamente él, uno de los dirigentes más significados del Soviet, contribuyó
a prostituir esta institución, a reducir su papel al de una lastimosa asamblea
liberal, cuyo legado al mundo será un archivo de deseos ejemplarmente piadosos
e impotentes. Tsereteli, que hizo aprobar por el Soviet, castrado por los eseristas y
mencheviques, centenares de "resoluciones
en el papel", tiene menos derecho que nadie a gritar contra las
"resoluciones en el papel", cuando se trata de adoptar una resolución
que molesta sensiblemente a él mismo. Se ha colocado en la muy ridícula
situación del parlamentario que ha preparado más resoluciones "parlamentarias"
que nadie, ha puesto por las nubes la importancia de las mismas, y se ha
ocupado de ellas más que nadie, pero cuando se aprueba una resolución contra
él, ·grita a voz en cuello "¡las uvas están verdes!", y que, en
rigor, la resolución es sólo una resolución en el papel.
Sin embargo,
una verdad, aunque dicha por un hombre falso en un tono falso, sigue siendo una
verdad.
La
resolución es una resolución en el papel no por la razón que dio el ex ministro
Tsereteli, quien supone ( ¡bromas aparte!) que para defender la revolución se
necesita la pena de muerte. Es una resolución en el papel porque repite la fórmula
estereotipada, aprendida de memoria y repetida sin sentido desde marzo de 191
7: "El Soviet exige del Gobierno Provisional". Están acostumbrados a
"exigir"·y repiten esta palabra por costumbre, sin advertir que la
situación ha cambiado, que la fuerza se ha perdido ya, y que una
"exigencia" que no se apoya en la fuerza es ridícula.
Más aún:
esta "exigencia" estereotipada fomenta en las masas la ilusión de que
la situación no ha cambiado, de que el Soviet es una fuerza, de que, al
formular su "exigencia", el Soviet ha cumplido con su tarea y puede
dormir el sueño de un "demócrata" (perdonen ... )
"revolucionario" que ha cumplido con su deber
Tal vez
algún lector pregunte: ¿acaso los bolcheviques, partidarios de la sensatez
política, de tener en cuenta las fuerzas y enemigos de la fraseología, debieron
abstenerse de votar en favor de la resolución?
No. Había
que votar en favor, aunque sólo fuera porque en un párrafo de la resolución (§
3) se expresa la certera y excelente idea (idea fundamental, principal y
decisiva) de que la pena de muerte es un arma contra las masas (otra cosa sería
si fuese un arma contra los terratenientes y los capitalistas). Había que votar
en favor de la resolución, aunque los eseristas pequeñoburgueses desfiguraron
el texto de Mártov y, en lugar de la referencia a los fines "imperialistas que son extraños a los
intereses del ·pueblo", intercalaron una frase absolutamente 'falsa,
destinada a engañar al pueblo y a embellecer la guerra de rapiña, sobre "la defensa de la patria y la revolución".
Había _que
votar en favor de la resolución, dejando constancia del desacuerdo con algunos
de sus pasajes y haciendo la ·siguiente -declaración: ¡Obreros! No crean que el
Soviet esté ahora en condiciones de exigir algo del Gobierno Provisional. No se
dejen ilusionar. Sepan que el Soviet ya es impotente para exigir, y que el
Gobierno actual se halla bajo el total imperio de la burguesía contrarrevolucionaria.
Piensen seriamente sobre esta ----amarga verdad. Nadie podía impedir a los
miembros del Soviet que votaran en favor, haciendo en una u otra forma tales
salvedades.
Y entonces
la resolución habría dejado de ser una resolución "en el papel".
Y entonces
habríamos pasado por alto la provocadora pregunta de Tsereteli, quien interrogó
a los miembros del Soviet si querían "derrocar" al Gobierno
Provisional, del mismo modo, exactamente del mismo modo que Katkov preguntaba a
los liberales, bajo Alejandro III, si querían "derrocar" a la
autocracia. Nosotros habríamos contestado al ex ministro: Querido ciudadano,
usted acaba de promulgar una ley draconiana
contra quién atenten o simplemente piensen “derrocar” al Gobierno (formado
por un acuerdo de los terratenientes y capitalistas con los traidores pequeñoburgueses
de la democracia). Comprendemos perfectamente que toda la burguesía le
elogiaría todavía más calurosamente, si usted "sometiera" a unos
cuantos bolcheviques a esa agradable (para usted) ley. Pero no se sor prenda si no nos molestamos en
ayudarle a encontrar pretextos para aplicar esa "agradable" ley.
***
En el
episodio del 18 de agosto se refleja, como el sol en una gota de agua, todo el
sistema político de Rusia. Un Gobierno bonapartista, la pena capital, la ley
draconiana, la dulcificación de todas estas cosas "agradables" (para
los provocadores) con frases exactamente iguales a las que empleaba Luis
Napoleón sobre la igualdad, la fraternidad, la libertad,· el honor y la
dignidad de la patria, las tradiciones de la gran revolución, el aplastamiento
de la anarquía.
Melifluos
hasta empalagar, los ministros y ex ministros pequeñoburgueses, que se golpean
el pecho-declarando que tienen alma, que condenan su alma al implantar y
aplicar contra el pueblo la pena de muerte y que lloran cuando lo hacen: es una
edición mejorada de aquel "maestro de escuela" de la década del 60
del siglo pasado, que seguía el consejo de Pirogov y azotaba, no de la manera
habitual, simplemente y a fa antigua, sino derramando lágrimas de piedad sobre
el vástago de un buen pequeño burgués, "legítima" y
"justicieramente'' azotado.
Los
campesinos, engañados por sus dirigentes pequeñoburgueses y que continúan
creyendo que del matrimonio del bloque de los eseristas y mencheviques con la
burguesía puede nacer... la abolición, sin rescate, de la propiedad privada de
la tierra.
Los obreros...
bueno, no diremos qué piensan los obreros hasta que el "humano"
Tsereteli derogue la nueva ley draconiana.
59 En la reunión plenaria
del Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado, del 18 (31) de agosto
de 1917, l. G. Tsereteli, líder de los mencheviques, se opuso categóricamente a una resolución que
proponla abolir la pena de muerte en el frente, implantada por el Gobierno
Provisional después de las jornadas de julio. La resolución de protesta contra
la pena de muerte fue aprobada por mayoría de votos. -98.
"Rabochi",
núm. 2, 8 de septiembre (26 de agosto) de 1917
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo34.pdf
Obras Completas, Tomo 32, Mayo-julio de 1917
¿Implantar el socialismo o denunciar
la dilapidación de fondos públicos?
Págs.-
341-343
"Pravda",
núm. 77, 22 (9) de junio de 1917
Es cosa ya decidida y sentada que en
Rusia no se puede implantar el socialismo. Así lo ha demostrado -casi
totalmente al modo marxista- el señor Miliukov en la reunión de los cavernícolas
del 3 de junio siguiendo al periódico ministerial menchevique Rabóchaya Gazeta.
En eso coincide el partido más grande de Rusia en general y del Congreso de los
Soviets en particular, el partido de los socialistas revolucionarios, que no es
sólo el partido más grande, sino también el que experimenta el más grande pavor
ideológico ( desinteresado) ante el desarrollo de· la revolución hacia el
socialismo.
En rigor,
una simple confrontación con la
resolución aprobada por la Conferencia bolchevique, celebrada entre el 24 y el
29 de abril de 1917, revela que los bolcheviques también consideran imposible
"implantar" inmediatamente el socialismo en Rusia. ¿A qué viene,
pues, el debate? ¿Por qué el alboroto? Muy sencillo, con la· bulla contra la
"implantación" del socialismo en Rusia muchos (algunos sin darse
cuenta) apoyan los esfuerzos de quienes se oponen a que se ponga al descubierto
la dilapidación de fondos públicos.
i No vamos a
discutir de palabras, ciudadanos! Eso es indigno no sólo de "demócratas
revolucionarios", sino incluso y en general de personas adultas. No
hablemos de la, "implantación" del socialismo rechazada "por
todos". Hablemos de poner al descubierto la dilapidación de fondos públicos.
Cuando los
capitalistas trabajan para la defensa, es decir, para el Estado, es evidente
que esto no es ya capitalismo "puro", sino una forma particular de
economía nacional. El capitalismo puro significa producción mercantil. Y la
producción mercantil· significa trabajar para un mercado desconocido y libre.
Pero el capitalista que "trabaja" para la defensa no
"trabaja" de ninguna manera para el mercado, sino por encargo del
Estado, muchas veces hasta con préstamos recibidos del erario público.
Según
nuestra opinión, ocultar el monto de las ganancias obtenidas en esas peculiares
operaciones y apropiándose de una ganancia superior a lo necesario para cubrir
los gastos de sostenimiento de una persona que realmente participa en la
producción, es dilapidación de fondos públicos.
Si ustedes
no comparten esta opinión, quiere decir claramente que discrepan de la abrumadora
mayoría de la población. No hay ni sombra de duda que los obreros y campesinos
de Rusia, en su inmensa mayoría, comparten esa opinión y la manifestarían
abiertamente si se les plantease la cuestión sin evasivas, sin excusas, sin
subterfugios diplomáticos.
Pero si comparten esta opinión, luchemos
juntos contra las excusas y los subterfugios.
Para mostrar
la mayor, transigencia en una empresa común como esta lucha y el máximo de
suavidad, proponemos al Congreso de los Soviets el siguiente proyecto de
resolución:
"El
primer paso para establecer no ya la regulación, sino aunque sea un simple
control sobre la producción y la distribución" ( advertencia al margen del
texto de la resolución: hasta el ministro Peshejónov prometió esforzarse para
asegurar "que se distribuya equitativamente todo lo que poseemos"),
"el primer paso para cualquier lucha seria contra el desastre económico y
la catástrofe que amenaza el país, debe
ser un decreto que suprima al secreto comercial (incluido el bancario) en todas
las transacciones relacionadas con los suministros al Estado o para la defensa
en general. Tal decreto se complementará inmediatamente con una ley que
castigue como un delito toda tentativa directa o indirecta de ocultar los
documentos o los hechos que se relacionan con la materia, ante la !l personas o
grupos con poderes de:
a) cualquier
Soviet de Diputados Obreros, Soldados o Campesinos;
b) cualquier
sindicato de obreros o empleados, etc.;
c) cualquier
gran partido político (debe definirse en términos precisos el concepto de
'gran' partido, por lo menos de acuerdo con el número de votos
obtenidos)".
Todo el mundo está de acuerdo en que
la implantación inmediata del socialismo en Rusia es imposible.
¿Pero todo el mundo está también de acuerdo en
que es imprescindible desenmascarar de inmediato la dilapidación de fondos
públicos?
"Pravda",
núm. 77, 22 (9) de junio de 1917
Págs.-
341-343
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf
* Véase Obras Completas, Tomo 32, págs. 218-219, 340, 341-343, 418-420, 421-423, 424-426.
-Ed.
Obras Completas, Tomo 32, Mayo-julio de 1917
Hay que desenmascarar a los capitalistas.
págs.
218-219
Pravda, núm.
67, 9 de junio (27 de mayo) de 1917
En Nóvaya
Zhizn , del 24 de mayo, V. Bazárov, a quien nadie negará su conocimiento del
estado de nuestra industria, escribe lo siguiente:
"El desastre económico y
financiero provocado por la guerra ha creado un estado de cosas tal que el
interés privado del empresario privado no tiende a consolidar y desarrollar las
fuerzas productivas del pafs, sino a destruirlas. Actualmente, es mucho más
lucrativo -en espera de que suban los precios- mantener inactivos los elementos
materiales del capital que ponerlos en circulación; es más lucrativo producir,
en las condiciones más ruinosas para el País, suministros militares totalmente
inservibles que satisfacer a conciencia las apremiantes necesidades de las
masas populares; y lo más ventajoso es construir -nuevas fábricas de ¡,¡erra que
jamás serán aprovechadas y que estarán en condiciones de funcionar sólo dentro
de dos o tres años. ¿Tiene algo de extraño que la llamada 'economía nacional
haya degenerado en nuestro país en una desenfrenada bacanal de merodeo, en
anarquía de la industria, en despojo sistemático del patrimonio del pueblo?
... .. ,¿Por qué un obrero ignorante,
e incluso un obrero con plena conciencia, ha de renunciar a un aumento
'excesivo' de salario, de 3 a 4 rublos, cuando ve que ante sus propios ojos se
roban y se convierten en humo cientos de millones?".
Ninguna
persona honesta puede negar que V. Bazárov dice la pura verdad.
Una
"bacanal de merodeo": no hay otra manera de calificar la conducta de
los capitalistas durante la guerra.
Esa bacanal arrastra a todo el país al
desastre. No debemos callar. No debemos tolerarlo.
Todo obrero
que sepa y comprenda qué está ocurriendo en "su" fábrica, todo
empleado de banco, de fábrica o de empresa comercial que no pueda permanecer
indiferente a la ruina de su país, todo ingeniero, estadístico, contador, todos
deben hacer cuanto esté a su alcance para reunir, aunque sea fragmentarios,
datos precisos y, si es posible, documentados sobre esta bacanal de merodeo, es
decir sobre los precios y las ganancias.
No debemos
callar. No debemos tolerarlo. Porque no somos criaturas para dejarnos adormecer
con promesas de ministros casi socialistas, ni con comisiones, departamentos y
subdepartamentos de funcionarios.
Si el Gobierno ruso no fuera prisionero de los
capitalistas, si estuviera formado por gente dotada de voluntad y capacidad
para obrar con decisión, para salvar a su país de la ruina, inmediatamente, sin
esperar un solo· día, una sola hora, dictaría una ley que ordenase la
publicación de todos los precios fijados en los pedidos de guerra, de todos los
datos, sobre sus ganancias.
Charlar del
desastre que se avecina y de salvar al país de la ruina sin proceder en esa
forma, significa descender al nivel de los que engañan al pueblo o convertirse
en juguetes en manos de embaucadores.
Serla pueril
e ingenuo esperar de un gobierno de capitalistas, esperar de los señores Lvov,
Teréschenko, Shingariov y ·cía.; de sus impotentes y grotescos
"apéndices", 10s Chernov, Tsereteli, Peshejónov, Skóbelev, que
dictaran semejante ley y que desenmascararan a los capitalistas. Sólo quien padezca de
"reblandecimiento cerebral ministerialista" puede esperar semejante
cosa.
Por eso
debemos estimular con más energía la iniciativa privada. iCamaradas y
ciudadanos! I Quienes deseen realmente salvar al país del hambre, deben reunir
y publicar inmediatamente todos los datos sobre precios y ganancias de que
dispongan!
Desenmascarar a los capitalistas es
el primer paso para poner freno a los capitalistas. Desenmascarar la bacanal de merodeo
es el primer paso en nuestra lucha contra los merodeadores.
Pravda, núm. 67, 9 de junio (27 de mayo)
de 1917
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf
Más vale pájaro en mano que ciento
volando
Pág. 340
"Pravda",
núm. 94, 12 de julio (29 de junio) de 1917
En su discurso,
el ministro Peshejónov pronunció muchas frases hermosas y altisonantes. Dijo
<que "debemos distribuir
equitativamente todo lo que poseemos", que "la resistencia de los
capitalistas, al parecer, está vencida" y otras cosas por el estilo.
Pero mencionó una sola cifra exacta, un solo
hecho concreto, al cual le dedicó seis líneas de un discurso· de ocho columnas.
He aquí este hecho: los clavos salen de la fábrica a 20 kopeks la libra, pero
llegan al consumidor a 2 rublos la libra.
¿No es posible, ya que "la resistencia de
los capitalistas está vencida", promulgar una ley que disponga que se
publiquen: 1) todas las cartas de garantía acerca de les precios de los suministros;
2) todas los precios de los suministros al Estado en general; 3) el precio de costo
de los productos entregados al Estado ; 4) ¿no es posible brindar a las
organizaciones obreras la oportunidad de verificar tocios estos hechos?
"Pravda",
núm. 76, 21 (8) de junio de 1917
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf
Frases y hechos
418-420
Matvéi
Ivánovich Skóbelev https://es.wikipedia.org/wiki/Matv%C3%A9i_Sk%C3%B3belev
El ministro
Skóbelev ha hecho público un mensaje a todos los obreros de Rusia. En nombre de
"nuestro" (así dice: nuestro) ideal socialista, en nombre de la
revolución, en nombre de los demócratas revolucionarios, etc., etc., se insta a
los obreros a aceptar las "cámaras de conciliación" y se
condena severamente cualquier acción "no autorizada".
Oigan qué
bien canta el casi socialista ministro menchevique Skóbelev:
"Ustedes (los obreros) tienen
todo el derecho de indignarse por el enriquecimiento de las clases poseedoras
durante esta guerra. El Gobierno zarista despilfarró miles de millones del
dinero del pueblo. El Gobierno revolucionario debe recuperar este dinero y
restituirlo al tesoro del pueblo".
Canta bien
el pájaro..., pero ¿dónde irá a posarse?
El mensaje del señor Skóbelev fue Publicado el
28 de junio. El gabinete de coalición se formó el 6 de mayo 144. iY durante todo este tiempo, mientras se acerca a pasos
agigantados el desastre económico y una catástrofe sin precedentes en nuestro
país, el Gobierno ha dado un solo paso
serio contra los capitalistas que se han embolsado "miles de millones''!
Para "restituir al tesoro del pueblo" esos miles de millones,
el 7 de mayo tendría que haberse
promulgado una ley que suprimiera todo secreto comercial y bancario y
estableciera un inmediato control sobre los bancos y los consorcios
capitalistas, pues de otro modo resultará imposible encontrar esos miles de
millones, y no hablemos ya de "restituirlos".
¿Cree de
veras el ministro menchevique Skóbelev que los obreros son criaturas a quienes
se puede engañar con promesas de lo imposible (lo imposible es
"restituir" los "miles de millones", y quiera Dios que se
pueda terminar con la dilapidación de fondos públicos y recobrar siquiera un
centenar o dos de esos millones) dejando de hacer, semana tras semana, lo
posible y lo necesario?
Como si fuera a propósito, el mismo día en que
el ministro menchevique Skóbelev
obsequiaba a los obreros otras de sus más floridas frases republicanas,
revolucionarias y "socialistas", el camarada Avflov, que desea
"unir” a los defensistas ( o sea, los chovinistas) y a los obreros, tuvo
la extraordinariamente feliz, la excepcionalmente feliz idea de publicar en
Nóvaya Zhizn un artículo que no contiene deducciones, pero sí hechos.
No hay en el
mundo nada tan elocuente como eses simples hechos.
El 5 de mayo
se constituyó el gabinete de coalición. En solemne declaración promete... el
control e incluso la "organización de la producción". El 16 de mayo,
el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado aprueba "directrices” para
sus ministros, exigiéndoles "la inmediata ( i escuchen esto!) y la más
enérgica implantación ( palabra de honor!, así dice!) de la regulación estatal
de la producción", etc., etc.
Comienza la
enérgica implantación.
El 19 de
mayo renuncia Konoválov, haciendo una muy "enérgica,, declaración contra
... i los "socialistas extremistas"! El 1 de junio los representantes
del comercio y la industria de toda Rusia realizan una Conferencia 145 • La Conferencia se pronuncia
resueltamente contra el control. Los tres viceministros que quedan después de
la renuncia de Konoválov comienzan una "enérgica implantación”: el primer
viceministro, Stepánov, en el conflicto provocado por los industriales hulleros
del Donets (quienes reduciendo la producción hunden la industria) apoya... a
los empresarios. Después de esto, los empresarios rechazan todas las propuestas
conciliatorias de Skóbelev.
El segundo
viceministro, Palchinski, sabotea la "conferencia sobre los
combustibles".
El tercer viceministro, Savvin, instituye una
"burda y ni siquiera ingeniosa caricatura" de regulación en forma de
no se sabe qué "reunión interdepartamental".
El 10 de junio, el primer viceministro,
Stepánov, presenta al Gobierno Provisional su "informe"... en el que
polemiza con el programa del Comité Ejecutivo.
El 21 de
junio, el Congreso de los Soviets aprueba otra resolución...
Desde abajo
el pueblo comienza a crear por propia iniciativa comités de abastecimiento.
Desde arriba se promete un gran "Consejo Económico". El segundo
viceministro Palchinski aclara: "Es difícil decir cuándo comenzará a
funcionar (el Consejo Económico) ... ".
Parece una
burla, pero estos son los hechos.
Los capitalistas se mofan de los
obreros y del pueblo, prosiguiendo una política de lockouts secretos y de ocultamiento de sus
ganancias escandalosas, mientras envían a los Skóhelev, Tsereteli y Chernov a
que "tranquilicen" a los obreros con frases vacías.
144
« El 6 (19)
de mayo de 1917, los periódicos burgueses, mencheviques y eseristas publicaron
la lista del grupo de ministros "socialistas" que habían entrado en
el Gobierno Provisional.-418.
145
Conferencia
de representantes de la industria. y el
comercio de toda Rusia: se realizó el 1 y 2 (14 y 15) de junio de 1917 en
Petrogrado. · En la Conferencia se discutió el estado de la industria y las
medidas de lucha contra el caos económico. A pesar de que su finalidad era
tratar cuestiones estrictamente económicas, las resoluciones de esa Conferencia
estaban saturadas de odio hacia la
clase obrera y la revolución socialista. Con la amenaza de cerrar
fábricas y talleres los grandes industriales exigieron al Gobierno Provisional que tomara medidas contra la implantación
de la jornada de ocho horas y el aumento de salarios. Para defender
mejor los intereses d los industriales, la Conferencia resolvió crear un
organismo único para toda Rusia, integrado por representantes de las
principales sociedades comerciales e industriales.-419.
"Pravda",
núm. 94, 12 de julio (29 de junio) de 1917
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf
Como ocultan las ganancias los
señores capitalistas (En torno al problema del control)
Pág. 421-423
"Prvada”,
núm. 94, 12 de julio (29 de junio) de 1917
I Se habla
muchísimo del control! !¡y qué poto contenido hay · en ese muchísimo! I Cómo se
elude la esencia de la cuestión con frases generales, con giros grandilocuentes
y "proyectos" solemnes que están condenados a no pasar de ser
eternamente proyectos! Mas la esencia de la cuestión consiste en que sin abolir el' secreto comercial y bancario, sin
promulgar inmediatamente una ley que ponga los libros de comercio a disposición
de las organizaciones obreras, todas las, frases acerca del control y todos
los proyectos de control serán la más vacua palabrería. · · He aquí un ejemplo
de ello, pequeño, pero aleccionador. Un camarada, empleado de Banca, nos
comunica los siguientes datos, que muestran cómo se ocultan las ganancias en
los balances oficiales.
En el número
18 de Véstnik Finánsov 146,
correspondiente al 7 de mayo de 1917, se ha publicado un balance del Banco de
Descuento y de Crédito de Petrogrado. Según este balance, las ganancias netas
del banco ascienden a 13 millones de rublos (la suma exacta es de 12.960.000
rublos; en lo sucesivo, citaremos en el texto las cifras redondas, y entre
paréntesis, las cifras exactas).
Pero al
examinar más a fondo el balance, cualquier conocedor del asunto descubre en el
acto que ésas son todas las ganancias,
ni mucho menos; que una parte
considerable de ellas ha sido ocultada astutamente en otras partidas, de
tal modo que jamás podrá descubrirla ningún "impuesto", ningún
"empréstito obligatorio" ni, en general, ninguna medida financiera, si
no es abolido por completo el secreto comercial y bancario. En efecto,
en la partida de capital especial de reserva se registra una suma de cinco
millones y medio de rublos. Y precisamente en esa llamada reserva o capital de
reserva se incluyen a cada paso las ganancias con el fin de ocultarlas. Si usted,
millonario, he obtenido unas ganancias de 17 millones de rublos y, de ellas,
"he reservado" (es decir, he guardado como reserva) cinco
millones, no tengo más que anotar esos cinco millones como "capital de
reserva", i y asunto concluido! i Habrán
sido burladas todas las leyes sobre "el control estatal", "los
impuestos del Estado sobre los beneficios", etc.!!
Prosigamos.
En la partida de ingresos en concepto de intereses y comisión del mismo balance
se señala una suma de casi un millón de rublos (825.000). "Surge una
pregunta -nos escribe el empleado de Banca-: ¿ ¿de qué sumas, en general, se
forman los beneficios del banco, si los ingresos en concepto de intereses no figuran
en las ganancias??"
Otro hecho.
En la partida de remanente de las ganancias de los años anteriores se indica la
suma de 300.000 rublos, i i que no figura en el total de ganancias! ! Así pues, junto
con el punto anterior, se ha ocultado también más de un milloncejo de
ganancias. De la misma manera, no se
incluyen en el total de ganancias los 224.000 rublos de "dividendos no
abonados a los accionistas", aunque todo el mundo sabe que los
dividendos se pagan de las ganancias netas.
Prosigamos.
En el balance figuran, además, 3.800.000 rublos como "sumas
transferibles". "A una persona que no participe directamente en el
asunto -escribe nuestro camarada- le será difícil determinar qué es eso de
sumas transferibles. Sólo es posible decir una cosa: con la denominación de
"sumas transferibles" se puede ocultar, al confeccionar el balance,
una parte de las ganancias para después pasarlas de allí "al lugar
debido".
Resumen: se
han indicado unas ganancias de 13 millones de rublos, pero, en realidad,
oscilan probablemente entre 9 y 24 millones, cerca del 80% del capital fijo,
que es de 30 millones de rublos.
146
Vdstnik
Fi.nánsov, Promís/,lennosti i Torgovli (Boletín de las Finanzas, la Industria y
el Comercio); semanario del Ministerio de Hacienda se publicó en Petersburgo desde noviembre de
1883 hasta 1917. En la revista se insertaban disposiciones del Gobierno, artículos
y resúmenes económicos. -421.
"Prvada”,
núm. 94, 12 de julio (29 de junio) de 1917
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf
La crisis se aproxima el caos
económico aumenta.
Pág. 424-426
"Pravda",
núm. 95, 13 de julio (3 de junio) de 1917
Debemos
tocar a rebato diariamente. Toda clase de gente tonta nos reprochaban que nos
"apresurábamos" a entregar todo el poder a los Soviets de
Diputados Soldados, Obreros y Campesinos. Piensan que sería más
"moderado y comedido" en "esperar" dignamente una digna
Asamblea Constituyente.
Hoy, hasta el más tonto de esos tontos
pequeñoburgueses puede observar que la vida no espera y que no somos nosotros
quienes nos "apresuramos", sino que el caos económico se apresura.
La cobardía
pequeñoburgueses, personificada en los partidos de los eseristas y los
mencheviques, ha resuelto dejar por ahora todos los asuntos en manos de los
capitalistas. I Quizás el caos económico "espere" hasta la Asamblea
Constituyente!
Los hechos
prueban, día a día, que tal vez el caos no espere hasta la Asamblea
Constituyente y que la catástrofe estalle antes.
Examinemos, por ejemplo, los hechos
publicados hoy. La sección económica del Comité. Ejecutivo del Soviet de
Diputados Soldados y Obreros de Petrogrado ha resuelto "poner en
conocimiento del Gobierno Provisional" que "la industria metalúrgica
de la región de Moscú ( 15 provincias) se halla en un estado sumamente
crítico"; que "la administración de la fábrica Guzhón desorganiza
manifiestamente la producción y deliberadamente provoca la paralización de la
empresa" y que por esta razón "el poder estatal" (que los
eseristas y los mencheviques han dejado en manos del partido de los Guzhón,
partido de los capitalistas contrarrevolucionarios que recurren al lock-out)
"debe hacerse cargo de la administración de la fábrica... y proveerla de
fondos de giro".
Los recursos
que se necesitan con urgencia llegan a 5 millones de rublos. La reunión (de la
sección económica y de una delegación de la sección de abastecimiento del
Soviet de Diputados Obreros de Moscú) "llama la atención del Gobierno
Provisional" ( i pobre, inocente Gobierno Provisional, ignorante como un
niño! iNo sabía nada! I El no es culpable! I El se enterará, lo convencerán, lo
persuadirán los Dan y los Cherevanin, los Avxéntiev y los Chernov !)
"sobre el hecho de que la reunión fabril · de Moscú y el buró provisional
del comité de abastecimiento de la región de Moscú, ya ha tenido que intervenir
para impedir la paralización de la fábrica de locomotoras de Kolomna y de las
fábricas de Sórmovo y de Briansk, en Bézhetsk*. Sin embargo, debido a una huelga obrera, la fábrica se Sórmovo ahora
no trabaja, y uno de estos días pueden paralizarse las fábricas restantes...
".
* Aquí se ha deslizado una errata, debe
leerse "Bézhitsa" .-Ed
La catástrofe no esperará. Se acerca con una
rapidez espantosa. A. Sandomirski, que sin duda conoce muy bien los hechos,
escribe hoy, en Novaya ZhiJl, acerca de la región de Donets:
"El círculo vicioso -falta de
carbón, falta de metal, falta de locomotoras y vagones, paralización de la
producción- se amplía cada vez más. Y mientras el carbón arde y en las fábricas
se acumula el metal, donde es necesario no lo consiguen".
El Gobierno,
apoyado por los eseristas y los mencheviques, frena abiertamente la lucha
contra el caos económico. A. Sandomirski nos informa de un hecho: Palchinski,
viceministro de Comercio y virtual colega de los. T$ereteli y los Chernov, ha
respondido a la queja de los industriales p11ohibiendo ( ! !) que comisiones
"espontáneas" ( ! !) de control intervengan en la encuesta instituida
por el Comité del Donets para determinar las existencias de metal.
Piénsese qué
manicomio es esto: el país se hunde, el pueblo está al borde del hambre y de la
ruina, hay escasez .de carbón y hierro, aunque se los puede extraer. El Comité
del Donets realiza por medio de los Soviets de Diputados Soldados y Obreros una
encuesta sobre las existencias de metal, es decir, busca hierro para el pueblo.
Pero un sirviente de los industriales, un sirviente de los capitalistas, el
ministro Palchinski, asociado a los Tsereteli y a los Chernov, prohíbe la
encuesta. Entretanto, la crisis sigue en aumento y la catástrofe se aproxima cada
vez más.
¿Dónde y
cómo se consigue el diniero? Es muy fácil "exigir" 5 millones de
golpe -para una fábrica, pero ciertamente hay que comprender que se necesita
mucho más para todas las fábricas.
¿No es evidente que sin adoptar las medidas
que nosotros exigimos y propugnamos desde principios de abril, sin la fusión de
sobre él, sin abolir el · todos los bancos en uno solo y sin el control secreto
comercial no es posible obtener dinero?
Los Guzhón y
demás capitalistas, con la cooperación de los Palchinsk.i, "deliberadamente" (la palabra fue
empleada por la sección económica), tratan de provocar la paralización de las
empresas. El Gobierno está, de su parte. Los Tsereteli y los Chemov son simples
figuras decorativas o nada más que peones de ajedrez.
¿No es hora
de comprender, señores, que los partidos eserista y menchevique, como partidos,
tendrán que responder ante el pueblo por la catástrofe?
"Pravda",
núm. 95, 13 de julio (3 de junio) de 1917
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf
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