V. I. Lenin
Obras Completas, Tomo 36 (Marzo-julio de 1918) págs. 169-214
Notas:
593-657
Otra fuente: V. I. Lenin Tomo VIII (1918)
Las tareas inmediatas del Poder soviético pág. 38
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas08-12.pdf
Las tareas inmediatas del poder
soviético 74
Escrito
entre el 13 y el 26 de abril de 1918
Publicado el
28 de abril de 1918 en "Pravda" núm. 83, y en el Suplemento al periódico "Izbestia VTs/K'', núm. 85
Firmado: N. Lenin
74. La obra de Lenin Las tareas inmediatas del Poder soviético se titulaba en
el manuscrito Tesis acerca de las tareas del Poder soviético en el momento
actual. Estas Tesis se discutieron en la reunión del CC del Partido del 26 de
abril de 1918. El Comité Central las aprobó por unanimidad y dispuso que se
publicasen como artículo en Pravda y en el Izestia VTslK, así como en folleto
aparte. En 1918 aparecieron más de 10 ediciones del folleto: en Moscú,
Petrogrado, Sarátov, Kazán, Tambov y otras ciudades de Rusia: Ese mismo año se
editó también en inglés, en Nueva York, y en francés, en Ginebra; en Zurich,
bajo la redacción de F. Platten se editó en alemán un resumen, muy fiel a la
traducción, titulado Am Tage nach der Revolution (Al día siguiente de la
Revolución).
El Comité
Central encargó a Lenin que presentase un informe sobre las tareas inmediatas
del Poder soviético en la sesión del CEC de toda Rusia y preparase una breve
exposición de las tesis en forma de resolución (véase el presente volumen, págs. 285-288).-169. Seis tesis acerca de las tareas
inmediatas del poder soviético
Índice del contenido de la obra
La situación
internacional de la República Soviética de Rusia y las tareas fundamentales de
la revolución socialista.
La consigna
general del momento.
Nueva fase
de la lucha contra la burguesía
Importancia
de la lucha por una contabilidad y un control de todo el pueblo.
El aumento
de la productividad del trabajo.
La
organización de la emulación.
“Buena
organización” y dictadura.
El
desarrollo de la organización soviética.
Conclusión.
………………………………………………
La situación internacional de la
República Soviética de Rusia y las tareas fundamentales de la revolución
socialista.
Gracias a la
paz lograda -pese a todos los sacrificios que implica y a lo efímera que es-,
la República Soviética de Rusia obtiene durante cierto tiempo la
posibilidad de contratar todas sus
fuerzas en el punto más importante y difícil de la revolución socialista, en la
tarea de organización.
Esa tarea ha
sido planteada con claridad y precisión a todas las masas trabajadoras y
oprimidas en el 4 ° apartado (4 ª parte) de la resolución aprobada el 15 de
marzo de 1918 por el Congreso Extraordinario
de los Soviets celebrado en Moscú, en el mismo apartado (o en la misma parte)
de la resolución en que se habla de la autodisciplina de los trabajadores y de
la lucha sin cuartel contra el caos y la desorganización*.
* Véase el presente volumen, págs. 128-129. –Ed *4. Resolución sobre la ratificación del tratado de Brest
Lo efímero
de la paz lograda por la República Soviética de Rusia no depende, como es
natural, de que ésta piense reanudar ahora las hostilidades; excepto los
contrarrevolucionarios burgueses y sus acólitos (los mencheviques y otros), ningún político que esté en su sano juicio piensa en ello. Lo efímero
de la paz depende de que en los países imperialistas, que limitan con el Oeste
y el Este de Rusia y que poseen inmensa fuerza militar, puede triunfar de un
momento a otro el partido belicista, tentado por la debilidad momentánea de
Rusia y estimulado por los capitalistas,
que odian el socialismo y se desviven por expoliar.
En tal
situación, la única garantía de paz, real y no sobre el papel, nos la ofrecen
las disensiones entre las potencias imperialistas, que han alcanzado el punto
culminante y que se manifiestan, por un lado, en la reanudación de la matanza
imperialista entre los pueblos de Occidente y, por otro lado, en la competencia
imperialista, exacerbada hasta el extremo, entre el Japón y Norteamérica por el
dominio en el Océano Pacífico y sus costas.
Claro está
que la situación internacional de nuestra República Socialista Soviética, con
protección tan endeble, es sin duda crítica e insegura en extremo. Se necesita
una extraordinaria tensión de todas nuestras fuerzas para aprovechar la tregua
lograda en virtud de una concurrencia de circunstancias, con objeto de curar
las profundas heridas que la guerra ha inferido a todo el organismo social de
Rusia y para elevar el nivel económico del país, sin lo cual no puede ni
hablarse de un aumento algo serio de nuestra capacidad defensiva.
Es claro
también únicamente en la medida en que
sepamos resolver el problema de organización planteado podremos para una ayuda
sería a la revolución en Occidente, que
se ha retrasado en virtud de una serie de causas.
La condición
fundamental para resolver con éxito el problema de organización planteado ante
nosotros en primer término, es que los dirigentes políticos del pueblo, es decir, los afiliados al Partido Comunista (bolchevique) de Rusia y, tras ellos, todos los representantes conscientes de las
masas trabajadoras, comprendan perfectamente la
diferencia radical existente, en el aspecto que estamos analizando, entre las revoluciones burguesas anteriores
y la actual revolución socialista.
La misión
principal de las masas trabajadoras en las revoluciones burguesas estribaba en
llevar a cabo la labor negativa o destructora de aniquilamiento del feudalismo,
de la monarquía, del régimen medieval. El trabajo positivo o constructivo de
organización de la nueva sociedad la realizaba la minoría poseedora, la minoría
burguesa de la población. Y a pesar de la resistencia de los obreros y
campesinos pobres, esa minoría cumplía dicha tarea con relativa facilidad no
sólo porque la resistencia de las masas explotadas por el capital era entonces,
debido a su dispersión y atraso, débil en extremo, sino también porque la
principal fuerza organizadora de la sociedad capitalista, sociedad anárquica,
es el mercado nacional e internacional, que se amplía y ahonda de manera
espontánea.
En cambio,
la misión principal del proletariado y de los campesinos pobres, guiados por
él, estriba en toda revolución socialista -por consiguiente, también en la
revolución socialista _comenzada por nosotros en Rusia el 25 de octubre de
1917- en el trabajo positivo o constructivo de formación de una red
extraordinariamente compleja y sutil de nuevas relaciones de organización que
abarquen la producción y distribución metódicas de los productos necesarios
para la existencia de decenas de millones de hombres. Una revolución de esta
naturaleza sólo puede verse coronada por el éxito cuando la mayoría de la población, ante todo, la
mayoría de los trabajadores, demuestre una iniciativa creadora independiente en el plano histórico. La victoria de la revolución socialista quedará asegurada únicamente en
el caso de que el proletariado y los campesinos pobres logren el grado
suficiente de conciencia, firmeza ideológica, abnegación y tenacidad. Al crear un nuevo tipo de Estado, el Estado
soviético, que ofrece a las masas trabajadoras y oprimidas la posibilidad de
participar activamente en la construcción independiente de la nueva sociedad,
no hemos resuelto más que una pequeña parte de un difícil problema. La dificultad principal reside en el terreno
económico: llevar en todas partes una contabilidad y un control
rigurosísimos de la producción y distribución de los productos, aumentar la productividad
del trabajo, socializar la producción en la práctica.
……………..
El
desarrollo del Partido de los bolcheviques, que es en la actualidad el partido
gobernante en Rusia, nos muestra de manera palmaria en especial en qué consiste
el viraje histórico que estamos dando, viraje que constituye la peculiaridad
del momento político actual y que exige una nueva orientación del Poder
soviético, es decir, un nuevo planteamiento de las nuevas tareas.
La primera tarea de todo
partido del porvenir es la de convencer a la mayoría del pueblo de lo acertado
de su programa y de su táctica. Esta tarea se colocaba en primer plano tanto en el régimen
zarista como en el período de conciliación de los Chemov y los Tsereteli con
los Kerenski y los Kishkín. Hoy día esta tarea que, como es lógico está lejos
de haberse cumplido hasta el fin (y que jamás puede cumplirse hasta el fin), se
ha cumplido en lo fundamental, pues, como lo ha demostrado de manera
irrefutable el último Congreso de los Soviets, celebrado en Moscú, la mayoría
de los obreros y campesinos de Rusia apoya a todas luces a los bolcheviques.
La segunda
tarea de nuestro Partido consistía en
conquistar el poder político y aplastar la resistencia de los explotadores.
Esta tarea también se halla lejos de haber sido cumplida hasta el fin, y no se
puede pasarla por alto, pues los
monárquicos y los demócratas constitucionalistas, por un lado, y sus
acólitos y lacayos, los mencheviques y eseristas de
derecha, por otro, persisten en sus tentativas de agruparse para derrocar el
Poder soviético. Pero, en lo fundamental, el problema de aplastar la resistencia
de los explotadores ha sido resuelto ya en el período que media entre el 25 de
octubre de 1917 y (aproximadamente) febrero de 1918 o la rendición de
Bogaevski.
Ahora, la tercera
tarea inmediata que se nos plantea, tarea que caracteriza el momento que
atravesamos, es la de organizar la labor
de gobernar a Rusia. Está claro que esta tarea se planteó y comenzó a
cumplirse ya al día siguiente del 25 de octubre de 1917; pero hasta hoy, mientras la
resistencia de los explotadores adquiría todavía la forma de guerra civil
abierta, la tarea de gobernar el país no podía convertirse en la tarea
principal, central.
Ahora se
plantea ya así. Nosotros, el Partido de
los bolchevique, hemos convertidos a Rusia, se la hemos ganado a los ricos para
los pobres, a los explotadores para los trabajadores. Ahora debemos
gobernarla. Y toda la peculiaridad del momento en que vivimos, toda la
dificultad consiste en saber comprender las particularidades de la transición
de una tarea principal, como la de convencer al pueblo y aplastar por la
fuerza militar la resistencia de los explotadores, a otra tarea principal, la
de gobernar.
Por vez
primera en la historia universal, un partido socialista ha logrado coronar, en
términos generales, la conquista del poder y el aplastamiento de los
explotadores y abordar de lleno la tarea de gobernar el país. Es necesario que
resultemos dignos cumplidores de esta dificilísima (y muy grata) tarea de la
transformación socialista. Es menester tomar en consideración que para poder
gobernar con acierto hace falta, además
de saber convencer, además de saber triunfar en la guerra civil, saber
organizar de un modo práctico. Esta es la tarea más difícil, pues se trata
de organizar de un modo nuevo las más profundas bases de la vida de decenas y
decenas de millones de hombres, las bases económicas. Y ésta es la tarea más
grata de todas, pues únicamente después de cumplirla (en sus aspectos
principales y fundamentales) podrá
decirse que Rusia se ha convertido no sólo en república soviética, sino también
en república socialista.
La consigna general del momento.
La situación
objetiva que hemos descrito, debida a una paz extremadamente dura y efímera, a
una ruina penosísima, al paro y al hambre que nos han legado la guerra y el
dominio de la burguesía (representada por A. Kerenski y los mencheviques y eseristas de derecha que lo apoyaban): todo esto ha dado
ineludiblemente lugar a un cansancio inmenso y ha llegado incluso a agotar las
fuerzas de las grandes masas trabajadoras. Estas masas exigen imperiosamente -y
no pueden menos de hacerlo- cierto descanso. Al orden del día se nos plantean
las tareas de restablecer las fuerzas productivas, arruinadas por la guerra y
por el mangoneo de la burguesía; curar las heridas inferidas por la guerra, por
la derrota militar, la especulación y los intentos de la burguesía de restablecer
el derrocado poder de los explotadores; elevar
el nivel económico del país; mantener con firmeza un orden elemental. Puede
parecer paradójico, pero, en realidad y en virtud de las condiciones objetivas
indicadas, es absolutamente indudable que en estos momentos el Poder soviético
sólo puede asegurar el paso de Rusia al socialismo en el caso de que cumpla en
la práctica estas tareas, las más elementales, del mantenimiento del orden
social, y las cumpla, a pesar de la resistencia de la burguesía, de los mencheviques
y eseristas de derecha. Dadas las peculiaridades concretas de la situación
actual y la existencia del Poder soviético con
sus leyes sobre la socialización de la tierra, el control obrero, etc., el
cumplimiento práctico de estas tareas elementalísimas y la superación de las
dificultades de organización de los primeros pasos hacia el socialismo constituyen
ahora las dos caras de una misma medalla.
Lleva con puntualidad y honradez la
cuenta del dinero,
administra con economía, no seas
perezoso, no robes, observa la mayor
disciplina en el trabajo: éstas son precisamente las consignas que,
ridiculizadas con razón por el proletariado revolucionario cuando la burguesía
encubría con ellas su dominio como clase explotadora, se transforman hoy día,
después del derrocamiento de la burguesía, en las consignas principales e
inmediatas del momento. Por un lado, la aplicación práctica de estas consignas
por la masa de trabajadores constituye la única condición para salvar al país
desangrado casi totalmente por la guerra imperialista y por los rapaces
imperialistas (con Kerenski a la cabeza); y, por otro lado, la aplicación práctica de estas consignas
por el Poder soviético, con sus métodos, basándose en sus leyes, es necesaria y
suficiente para asegurar la victoria definitiva del socialismo. Esto es lo
que no pueden comprender quienes rechazan con desdén el planteamiento en primer
plano de consignas tan "gastadas" y "triviales". En un
país de pequeños campesinos, que
apenas hace un año ha derrocado el zarismo y menos de medio año que se ha
librado de los Kerenski, han quedado, naturalmente, bastantes elementos de
anarquismo espontáneo, acrecentados por el embrutecimiento y la barbarie,
eternos acompañantes de toda guerra prolongada y reaccionaria, y se ha
propagado a escala bastante grande el espíritu de desesperación y de irritación
abstracta, y si añadimos a esto la política provocadora de los lacayos de la
burguesía (mencheviques, eseristas de derecha y otros) se comprenderá
claramente cuántos prolongados y tenaces esfuerzos deben realizar los obreros y campesinos mejores y más conscientes
para lograr un viraje completo en el estado de ánimo de las masas y su paso a
un trabajo ordenado, consecuente y disciplinado. Este paso dado por la masa
pobre (los proletarios y semiproletarios) es el único capaz de coronar
la victoria sobre la burguesía y, particularmente, sobre la burguesía
campesina, la más obstinada y numerosa.
Nueva fase de la lucha contra la
burguesía
Hemos
vencido a la burguesía, pero todavía no
hemos logrado desarraigarla, aún no está aniquilada, ni siquiera quebrantada
por completo. Por eso se plantea al orden del día una nueva forma de lucha
contra la burguesía, una forma superior:
la de pasar de la tarea elemental de la expropiación consecutiva de los
capitalistas a una tarea mucho más compleja y difícil, la de crear unas
condiciones que imposibiliten la existencia y el resurgimiento de la burguesía.
Es evidente que esta tarea es incomparablemente más elevada y que el socialismo
puede darse por inexistente si no se cumple.
Si tomamos
por punto de referencia las revoluciones del Occidente de Europa, nosotros nos
encontramos aproximadamente al nivel alcanzado en 1793 y 1871. Podemos estar
orgullosos, y con plena razón, de haber alcanzado este nivel Y, en cierto
sentido, es indudable que hemos avanzado algo más, pues, hemos decretado e
implantado en toda Rusia un tipo superior de Estado: el Poder soviético.
Pero en modo alguno podemos darnos por satisfechos con lo que hemos logrado, pues
estamos tan sólo en el comienzo de la transición al socialismo, sin haber
aplicado todavía las medidas decisivas en este sentido.
Lo decisivo
en este caso es organizar la contabilidad y el control seve rísimos de la
producción y distribución de los productos a cargo de todo el pueblo. Sin embargo, no hemos logrado todavía establecer esa contabilidad
ni ese control en las empresas, en las diversas ramas de la economía e industrias
que hemos confiscado a la burguesía, sin lo cual no puede ni hablarse de la
otra condición, la condición material de la realización del socialismo, tan
sustancial como la anterior: el aumento de la productividad del trabajo a
escala nacional.
Por eso, no
sería posible definir la tarea del momento presente con una simple fórmula: continuar
la ofensiva contra el capital. A pesar de que no cabe duda que no hemos
rematado al capital y de que es incuestionablemente necesario continuar la
ofensiva contra este enemigo de los trabajadores, el planteamiento de nuestras
tareas no sería exacto ni concreto, pues no se tendría en cuenta la peculiaridad del
momento presente, cuando en aras del éxito de la ulterior ofensiva hay que
"interrumpir" en estos momentos la ofensiva.
Esto puede
explicarse mediante la comparación de nuestra
situación en la guerra contra el capital con la situación de un ejército
victorioso que se ha apoderado, digamos, de la mitad o de los dos tercios del
territorio enemigo y se ve obligado a interrumpir la ofensiva para acumular
fuerzas, aumentar sus efectivos y pertrechos, reparar y reforzar las vías de
comunicación, construir nuevos depósitos, reunir nuevas reservas, etc.
Precisamente en aras de la reconquista del resto del territorio enemigo, o sea,
de la victoria completa, la interrupción de la ofensiva del ejército victorioso
es, en las condiciones descritas, una necesidad. Quien no haya comprendido que
tal es, precisamente, el carácter de la "interrupción" de la ofensiva contra el capital, impuesta
por la situación objetiva del momento actual, no ha comprendido nada del
momento político que vivimos.
Por
supuesto, de una "interrupción" de la ofensiva contra el capital puede hablarse sólo entre comillas, es
decir, sólo en metáfora. En una guerra corriente puede darse una orden
general sobre la interrupción de la ofensiva y se puede, efectivamente, detener
el avance. En la guerra contra el capital no es posible detener el avance y no cabe ni
hablar de que renunciemos a seguir expropiando al capital. Se trata de cambiar
el centro de gravedad de nuestra labor económica y política. Hasta ahora se destacaban en primer plano
las medidas encaminadas a la expropiación inmediata de los expropiadores. Hoy colocamos en primer plano la organización
de la contabilidad y del control en las haciendas y empresas ya expropiadas a
los capitalistas y en todas las demás.
Si
quisiéramos hoy continuar expropiando al capital al ritmo anterior,
sufriríamos, sin duda, un fracaso, puesto que nuestra labor en el terreno de la
organización de la contabilidad y del control proletarios se ha retrasado a
todas luces (esto es evidente para toda persona que piense) de la labor de
directa "expropiación de los expropiadores". Si ahora
aplicamos todas nuestras fuerzas -a organizar la contabilidad y el control,
podremos resolver este problema, recuperaremos lo perdido, ganaremos toda
nuestra "campaña" contra el capital.
Pero
reconocer que hay que recuperar lo perdido ¿no implica, acaso, reconocer algún
error cometido? En modo alguno. Hagamos de nuevo una comparación de carácter
militar. Si podemos derrotar y hacer retroceder al enemigo empleando sólo
destacamentos de caballería ligera, debemos hacerlo. Ahora bien, si esto puede
hacerse con éxito sólo hasta cierto límite, es lógico pensar que, a partir de
ese límite, surgirá la necesidad de traer la artillería pesada. Al reconocer
que ahora hay que recuperar lo perdido en cuanto a la utilización de la
artillería pesada, en modo alguno reconocemos que la carga victoriosa de la caballería
ha sido un error.
Los lacayos
de la burguesía nos han reprochado con frecuencia que atacábamos al capital a
lo "Guardia Roja". Reproche absurdo, digno justamente de los lacayos
de la bolsa de oro. · Pues, en su tiempo, el ataque a lo "Guardia Roja"
contra el capital estuvo dictado categóricamente por las circunstancias:
primero, el capital oponía entonces una resistencia militar, personificada en
Kerenski y Krasnov, Sávinkov y Gots (aún hoy Gueguechkori resiste de esta
manera), Dútov y Bogaevki. Una resistencia militar no puede romperse más que
por medios militares, y los guardias
rojos realizaban la obra histórica más noble y grande de liberar a los
trabajadores y explotados del yugo de los explotadores.
Segundo, por
entonces no hubiésemos podido colocar en primer· plano los métodos de gobierno
en lugar de los de represión, aunque sólo fuese porque el arte de gobernar no
es innato en los hombres, sino producto de la experiencia. Entonces no
poseíamos esta experiencia, ahora sí. Tercero, entonces no podíamos tener a
nuestra disposición a especialistas de las diferentes ramas de la ciencia y de
la técnica, pues estos especialistas luchaban en las filas de los Bogaevski o
tenían aún la posibilidad de oponer, mediante el sabotaje, una resistencia
pasiva regular y tenaz. Ahora, este sabotaje ha sido vencido. El ataque a lo
"Guardia Roja" contra el capital ha sido eficaz y victorioso porque
hemos vencido tanto la resistencia militar del capital como la que éste oponía
mediante el sabotaje.
¿Quiere
decir esto, acaso, que el ataque a lo "Guardia Roja" contra el
capital es apropiado siempre, en todas las circunstancias, que no poseemos
otros medios de combatirlo? Sería infantil pensar así. Hemos vencido con
caballería ligera, pero también disponemos de artillería pesada. Hemos vencido
reprimiendo, pero también sabremos vencer gobernando. Hay que saber variar los
·métodos de lucha contra el enemigo cuando cambian las circunstancias. No
renunciaremos ni Por un instante a aplastar a lo "Guardia Roja" a los
señores Sávinkov y Gueguechkori, así como a todos los demás terratenientes y
burgueses contrarrevolucionarios. Pero no seremos tan tontos que pongamos en
primer plano los métodos a lo "Guardia Roja" cuando, en lo fundamental,
ha terminado la época en que eran necesarios los ataques de este tipo (y ha
terminado en nuestro triunfo) y· cuando llama a la puerta la época de la
utilización de los especialistas burgueses por el Poder estatal proletario para
remover el terreno de manera que en él no pueda crecer en absoluto ninguna
burguesía.
Es una época
peculiar o, más bien, una fase peculiar del desarrollo, y, para vencer
definitivamente al capital, tenemos que saber adoptar las formas de nuestra
lucha a las condiciones peculiares de esta fase.
Sin la
dirección de las diversas ramas de la ciencia, de la técnica, de la práctica
por parte de los especialistas es
imposible la transición al socialismo, ya que el socialismo exige un
avance consciente y masivo hacia una productividad del trabajo superior a la
del capitalismo y basada en lo alcanzado por éste. El socialismo debe
impulsar este avance a su manera, con métodos propios, y para ser más
concretos, con métodos soviéticos. Pero, debido a las condiciones de la vida
social que ha permitido a los especialistas hacerse especialistas, éstos pertenecen por fuerza y en masa a la
burguesía. Si después de tomar el
poder, nuestro proletariado resolviera rápidamente el problema de la
contabilidad, del control y de la organización a escala que abarque a todo
el pueblo (todo esto era irrealizable
a causa de la guerra y del atraso de Rusia), entonces, una vez vencido el
sabotaje y llevando a cabo una contabilidad y un control generales,
subordinaríamos también por completo a los especialistas burgueses. Como vamos
muy "atrasados" en la contabilidad y el control en general,
pese a haber conseguido vencer el sabotaje, no hemos creado todavía las
condiciones que puedan poner a nuestra disposición a los especialistas
burgueses. El grueso de los saboteadores "acepta el empleo", pero los
mejores organizadores y los más grandes especialistas pueden ser utilizados por
el Estado, ya sea a la antigua, a lo
burgués (es decir, mediante una elevada remuneración), o a lo nuevo,
a lo proletario (es decir, creando las condiciones que permitan ejercer la
contabilidad y el control desde abajo, por todo el pueblo, condiciones que,
por sí. solas, subordinarían y atraerían inevitablemente a los especialistas).
Hemos tenido
que recurrir ahora al viejo método, al método burgués, y aceptar los
"servicios" de los especialistas burgueses más reputados a cambio de
una remuneración muy elevada. Quienes conocen la situación lo comprenden; pero
no todos se detienen a meditar sobre el significado de semejante medida tomada
por un Estado proletario. Es evidente que
tal medida constituye un compromiso, una desviación de los principios
sustentados por la Comuna de París y por todo - poder proletario,
que exigen la reducción de los sueldos al
nivel del salario del obrero medio, que exigen se combata el arribismo con
hechos y no con palabras.
Pero esto no
es todo. Es evidente que semejante medida no es sólo una interrupción -en
cierto terreno y en cierto grado- de la ofensiva contra el capital (ya que el capital no es una simple suma de
dinero, sino determinadas relaciones sociales), sino también un paso atrás
de nuestro poder estatal socialista, soviético, que desde el primer momento
proclamó y comenzó a poner en práctica la política de reducción de los sueldos
elevados hasta el nivel del salario del obrero medio 75.
75
El Consejo de
Comisarios del Pueblo aprobó el 18 de noviembre (1 ° de diciembre) de 1917, a
propuesta de Lenin, el decreto Sobre las proporciones de la remuneración a los
comisarios del pueblo, y altos empleados y funcionarios (publicado el 23 de
noviembre (6 de diciembre) de 1917 en el núm. 16 de Gazeta Vrémennogo Rabechego
y Krestiánskogo Pravlte/stva (Periódico del Gobierno Provisional Obrero y
Campesino)). En este decreto que estipulaba que el sueldo mensual máximo de los
comisarios del pueblo fuese de 500
rublos con un plus de 100 rublos por cada miembro de la familia no apto para el
trabajo. Esta suma equivalía,
aproximadamente, al salario medio de un obrero. El 2 (15) de enero de 1918,
el Consejo de Comisarios del Pueblo, respondiendo a una interpelación del
comisario del Trabajo, A. G. Shliápnikov, aclaró que el decreto del 18 de
noviembre (1° de diciembre) de 1917 no prohibía retribuir a los especialistas
por encima del límite señalado, dando así su aprobación a que se pagase sueldos
más elevados a los especialistas de la ciencia y la técnica.-184.
Naturalmente,
los lacayos de la burguesía, sobre todo los de poca monta, como los
mencheviques, los de Nóvaya Zhizn y los eseristas de derecha, sonreirán
malignamente por haber reconocido nosotros que damos un paso atrás. Pero no
debemos hacer caso de esas sonrisitas. Debemos estudiar las peculiaridades del
camino, tortuoso en extremo y nuevo, que lleva al socialismo, sin velar
nuestros errores ni debilidades sino procurando coronar a tiempo lo que aún nos
queda por hacer.
Ocultar a
las masas que la incorporación de los especialistas burgueses mediante sueldos
muy elevados es apartarse de los principios de la Comuna sería descender al
nivel de los politicastros burgueses y engañar a las masas. En cambio, explicar
abiertamente cómo y por qué hemos dado este paso atrás, discutir públicamente
los medios de que disponemos para recuperar lo perdido significa educar a las
masas y, con la experiencia reunida, aprender junto a ellas a construir el
socialismo. No es probable que la historia conozca una sola campaña
militar victoriosa en la que el vencedor
no haya cometido algunos errores, no haya sufrido derrotas parciales, no haya
tenido que retroceder temporalmente en algo y en alguna parte. Y la
"campaña" contra el capitalismo, comenzada por nosotros, es un millón
de veces más difícil que la más dura expedición militar; por lo tanto, sería
necio y bochornoso dejarse dominar por el abatimiento a causa de una retirada
particular y parcial.
Abordemos
ahora la cuestión desde el lado práctico:
Admitamos que, para dirigir el trabajo
del pueblo con objeto de alcanzar el más rápido ascenso económico del país,
la República Soviética de Rusia necesita mil· especialistas y sabios de primera
fila en los diversos dominios de la ciencia, la técnica y la práctica.
Admitamos que a cada una de estas "estrellas, de primera magnitud"
(la mayoría de ellas está tanto más corrompida por las costumbres burguesas
cuanto más grato le es vociferar sobre la corrupción de los obreros) hay que
pagarle 25.000 rublos al año. Admitamos que esta suma (25 millones de rublos)
tiene que ser duplicada (en concepto de pago de primas por el cumplimiento más
rápido y mejor de los encargos técnicos y de organización más importantes) o,
incluso, cuadruplicada (por haber invitado a varios centenares de especialistas
extranjeros, que exigen más). Cabe preguntar: ¿puede considerarse excesivo o
imposible para la República Soviética el gasto de cincuenta o cien millones de
rublos al año para reorganizar el trabajo del pueblo según la última palabra de
la ciencia y de la técnica? Claro que no. La
inmensa mayoría de los obreros y campesinos conscientes aprobará este
gasto; aleccionados por la práctica, saben que nuestro atraso nos hace perder
miles de millones de rublos y que no hemos alcanzado aún el grado suficiente de
organización, contabilidad y control en nuestro trabajo para lograr la
participación general y voluntaria de las "estrellas" de la
intelectualidad burguesa.
Por
supuesto, el problema tiene también otro aspecto. Es indiscutible que los
sueldos altos influyen también, corrompiendo, tanto en el Poder soviético (con
tanto. mayor motivo que la rapidez de la revolución no ha podido impedir que se
arrime a este poder cierto número de aventureros y granujas, que, junto con
algunos comisarios ineptos o sin escrúpulos, no tienen inconveniente en llegar
a "estrellas" de... la malversación de fondos públicos) como en las
masas obreras. Pero todos los obreros y campesinos pobres honrados y que
piensan convendrán con nosotros y reconocerán que no podemos librarnos de golpe
y porrazo de la herencia nociva del capitalismo, que no podemos librar a la
República Soviética del "tributo" de cincuenta o cien millones de
rublos (tributo que pagamos por nuestro atraso en la organización de la contabilidad
y del control ejercidos desde abajo por
todo el pueblo), sino únicamente organizándonos, disciplinándonos más,
depurando nuestras filas de cuantos "guardan la herencia del
capitalismo" y "siguen las tradiciones del capitalismo", es
decir, de los haraganes, de los parásitos y de los malversadores de fondos
públicos (ahora toda la tierra, todas las
fábricas, todas las vías férreas constituyen el "Tesoro" de la
República Soviética). Si los obreros
y los campesinos pobres conscientes y avanzados, ayudados por las instituciones
soviéticas, logran en un año organizarse, disciplinarse, poner sus fuerzas en
tensión Y crear una fuerte disciplina del trabajo, podremos librarnos en un año
de este "tributo”, que incluso podrá ser reducido antes...
proporcionalmente a los éxitos de la disciplina laboral y organización
nuestras, de obreros y campesinos. Cuanto antes aprendamos nosotros mismos, los obreros y campesinos, a tener una
disciplina laboral mejor y una técnica del trabajo más elevada, aprovechando
para ello a los especialistas burgueses, tanto antes nos libraremos de todo
"tributo" a estos especialistas.
Nuestro
trabajo, dirigido por el proletariado, de organización de la contabilidad y el
control de la producción y distribución de los productos por todo el pueblo se halla muy rezagado de
nuestra labor directa de expropiación de los expropiadores. Es éste un
principio fundamental para comprender· las peculiaridades del momento presente
y las tareas del Poder soviético que de aquí se derivan. El centro de gravedad en la lucha contra la burguesía se desplaza hacia la
organización de esta contabilidad y de este control. Únicamente partiendo de esto
podremos determinar con acierto las tareas inmediatas de la política económica
y financiera en el terreno de la nacionalización de los bancos, de la
monopolización del comercio exterior, del control del Estado sobre la
circulación fiduciaria, del establecimiento de un impuesto sobre los bienes y
los ingresos aceptable desde el punto de vista proletario, de la implantación del trabajo obligatorio.
En todos
estos dominios (que son muy esenciales, esencialísimos), nuestra labor de
transformación socialista se ha retrasado de un modo extraordinario, y el
retraso se debe precisamente a la insuficiente organización de la contabilidad
y del control en general. Por supuesto, ésta es una de las tareas más
difíciles, que, con el desbarajuste
causado por la guerra, sólo admite una solución a la larga; pero no hay que
olvidar que es aquí justamente donde la
burguesía -sobre todo la pequeña burguesía y la burguesía campesina,
particularmente numerosas- nos presenta una batalla muy seria, socavando el
control que vamos estableciendo, socavando, por ejemplo, el monopolio de
cereales, conquistando posiciones para la especulación y el trapicheo.
Estamos aún lejos de haber llevado suficientemente a la práctica lo que ya ha
sido decretado, y la tarea principal del momento consiste precisamente en
concentrar todos los esfuerzos en la realización práctica, efectiva, de las
bases de las transformaciones que se han convertido ya en leyes (pero que no
son todavía una realidad).
Para
proseguir la nacionalización de los
bancos y marchar tesoneros hacia la
transformación de los mismos en puntos centrales de la contabilidad social en
el régimen socialista, es necesario, ante todo y sobre todo, lograr éxitos
reales en el aumento del número de sucursales del Banco Nacional, atraer las
imposiciones, facilitar al público las operaciones de depósito y entrega de
dinero, acabar con las "colas",
detener y fusilar a los concusionarios y granujas, etc. Hay que empezar
por poner en práctica con eficacia lo más simple, organizar de manera
satisfactoria lo existente y, luego ya, preparar lo complicado.
Afianzar y
poner en orden los monopolios del Estado (del cereal, el cuero, etc.) ya implantados y, con ello, preparar la monopolización del comercio exterior por
el Estado sin la cual no podremos "librarnos" del capital extranjero
mediante el pago de "tributos" 76
• Ahora bien, todas las posibilidades
de la construcción socialista dependen de que logremos poner a salvo durante
cierto período de transición nuestra independencia económica interior, pagando
cierto tributo al capital extranjero.
En cuanto a
la recaudación de impuestos en general, y de los establecidos sobre los bienes
e ingresos en particular, también llevamos mucho retraso. La imposición de
contribuciones a la burguesía -medida que, en principio, es absolutamente
aceptable y que merece la aprobación del proletariado- nos demuestra que, en
este terreno, nos hallamos todavía más cerca de los métodos de ganar (Rusia
a los ricos para los pobres) que de los métodos de gobernar. Pero, para
fortalecernos y pisar más firmes, debemos pasar a estos últimos métodos,
debemos sustituir la contribución exigida a la burguesía por un impuesto sobre
los bienes e ingresos, aplicado con regularidad y acierto, impuesto que rendirá
más al Estado proletario y que requiere de nosotros precisamente una organización
mayor de la contabilidad y del control y más orden en su ejercicio 77•
Nuestro
retraso en la implantación del trabajo obligatorio nos demuestra una vez más
que es precisamente la labor preparatoria y de organización la que se plantea
al orden del día, labor que, por un lado, debe consolidar definitivamente lo
conquistado y, por otro, es necesaria para preparar la operación que
"cercará" al capital y le obligará a "entregarse".
Deberíamos comenzar inmediatamente la implantación del trabajo obligatorio,
pero hay que hacerlo de una manera muy gradual y cautelosa, comprobando cada
paso en la práctica y, naturalmente, implantándolo en primer término para los
ricos. La implantación de la cartilla de trabajo y de la presupuestaria y de
consumo para todo burgués, incluida la burguesía rural, representaría un avance
serio hacia el "cerco" total del enemigo y hacia la creación de una
contabilidad y de un control verdaderamente popular de la producción y de la
distribución de los productos.
76
El control
del comercio exterior empezó a ejercerse desde los primeros días del Poder
soviético. Al principio, este comercio lo regulaba el Comité Militar
Revolucionario de Petrogrado, que estudiaba los pedidos de exportación e
importación de mercancías y vigilaba la labor de las aduanas. Por decreto del
Consejo de Comisarios· de Pueblo del 29 de diciembre de 1917 (11 de enero de
1918), el comercio exterior fue puesto bajo el control del Comisariado del
Pueblo de Comercio e Industria. Pero la organización del control y de la
protección aduanera no podía por si sola defender de modo seguro la economía
soviética frente al capital extranjero. Ya en diciembre de 1917, Lenin planteó la
necesidad de implantar el monopolio estatal del comercio exterior (véase O. C., T. 35, pág. 445). El decreto correspondiente fue aprobado por el Consejo de
Comisarios del Pueblo el 22 de abril de 1918.
-187.
Para el proyecto de decreto
sobre la nacionalización de la banca y las medidas conexas necesarias *
(pág. 444-445)
1. Borrador del
proyecto de decreto
2. Tesis del
proyecto de decreto
77
En los
primeros meses del Poder soviético una de las principales fuentes de ingresos
del presupuesto, sobre todo en las localidades, eran las contribuciones y los
impuestos extraordinarios. Con el fortalecimiento del Poder soviético se
planteó el problema de pasar a un sistema de pago regular de impuestos, en el
que el papel principal debían desempeñarlo los impuestos progresivos de
utilidades y bienes, que permitían descargar el peso fundamental de las
contribuciones sobre los sectores pudientes de la población. En el informe
presentado al I Congreso de toda Rusia de Representantes de las Secciones de
Hacienda de los Soviets, Lenin señaló: "Nos hemos planteado muchas cosas en esta esfera, descombrado el suelo
para poner los cimientos de este edificio, pero aún no los hemos puesto. Ahora
llega ese momento" (véase el presente volumen, pág. 363). El
Congreso aprobó la proposición de Lenin sobre la necesidad de establecer el impuesto de utilidades y bienes y
eligió una comisión especial para redactar la disposición correspondiente,
tomando como base las tesis de Lenin.
El 17 de
junio de 1918, el Consejo de Comisarios del Pueblo aprobó el Decreto sobre los
cambios y adiciones al del 24 de noviembre de 1917 sobre la exacción de los
impuestos directos que determinó un orden riguroso del cobro de los impuestos
de utilidades y bienes.-188.
El impuesto de utilidades y bienes
(pág. 363).
La segunda tarea que se nos presenta
es el planteamiento acertado del impuesto progresivo de utilidades y bienes. Ustedes
saben que todos los socialistas estamos contra los impuestos indirectos, pues
el único impuesto justo, desde el punto de vista socialista, es el impuesto
progresivo de utilidades y bienes. No oculto que, al implantar este
impuesto, tropezaremos con dificultades extraordinarias; la resistencia de las
clases poseedoras será desesperada.
Ahora la burguesía rehúye los impuestos,
sobornado a unos y utilizando sus relaciones con otros; debemos cerrarle todas
las escapatorias. Nos hemos planteado muchas cosas en esta esfera, descombrado
el suelo para echar los cimientos de este edificio, pero aún no los hemos
echado. Ahora llega ese momento.
La cuestión del impuesto de
utilidades es de tal índole que, para llevarlo a la vida, no bastan decretos
solos; hacen falta, además, métodos prácticos, experiencia.
Nuestra opinión es que necesitamos pasar a la
recaudación mensual del impuesto de utilidades. Aumenta la parte de la
población que obtiene ingresos del erario; debemos adoptar medidas para
recaudar este impuesto a dicha gente, descontándolo de los sueldos. .
El impuesto de utilidades se debe descontar de
todos los ingresos y salarios sin excepción; la emisión de cantidades excesivas
de papel moneda, que se venía practicando hasta el presente, se puede
justificar como medida temporal y debe ceder el paso al impuesto progresivo
de utilidades y bienes con frecuentes plazos de recaudación.
Les rogaría que detallaran esta medida y
determinasen en la práctica y con exactitud los planes que pudiéramos convertir
en brevísimo plazo en decretos e instrucciones.
Tratando de las contribuciones, Lenin
dice: No soy, en absoluto, enemigo de las contribuciones en general; para
acabar con la burguesía, el proletariado no puede prescindir de las
contribuciones; es una medida justa del período de transición, pero este
período transitorio ha acabado ahora, Y los impuestos sobre las clases pudientes
deben dar paso al impuesto estatal único y centralizado.
No cabe duda de que la burguesía
procurará eludir con todas sus fuerzas nuestras leyes y poner en juego el
pequeño engaño. Lucharemos contra eso a fin de quebrantar totalmente los restos
de la burguesía.
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo36.pdf
Importancia de la lucha por una
contabilidad y un control de todo el pueblo.
El Estado, que ha sido durante siglos
un órgano de opresión y expoliación del pueblo, nos ha dejado en herencia un odio y una desconfianza inmensos de las
masas por todo lo estatal. Vencerlos es una tarea ardua que sólo está al
alcance del Poder soviético, pero que también requiere de éste largo tiempo y
gran perseverancia. Sobre el problema de la contabilidad y del control
-problema cardinal con que la revolución socialista se enfrenta ya al otro .día
de haber derrocado a la burguesía-, esta "herencia" se deja sentir
con mucha agudeza. Pasará inevitablemente cierto tiempo hasta que las masas,
que· se vieron libres por primera vez después del derrocamiento de los
terratenientes y de la burguesía, comprendan -no por los libros, sino por su
propia experiencia, experiencia soviética- y sientan que sin una contabilidad y un control muy amplios y ejercidos
por el Estado sobre la producción y la distribución de los productos, el
poder de los trabajadores, la libertad de los trabajadores no puede sostenerse
y que el retorno al yugo del capitalismo es ineludible.
Artículo
33 de la Constitución Española (“sacrosanta” propiedad privada)
Artículo
38 de la Constitución Española (“sacrosanta" empresa privada)
Todos los
hábitos y todas las tradiciones de la burguesía en general, especialmente de la
pequeña burguesía, se oponen también al control estatal y defienden la inviolabilidad de la "sacrosanta propiedad
privada", de la "sacrosanta" empresa privada. Hoy
vemos con la mayor claridad hasta qué grado es exacta la tesis marxista de que el anarquismo Y el anarcosindicalismo
son corrientes burguesas; de que están en pugna inconciliable con el socialismo la dictadura del
proletariado, el comunismo. La lucha por inculcar a las masas la idea
de la contabilidad y del control ejercidos por el Estado, de la contabilidad y
del control soviéticos, la lucha por llevar a la práctica dicha idea, por romper
con el maldito pasado que ha acostumbrado a la gente a tener la conquista del
pan y del vestido por asunto "privado", la compraventa por un negocio
que "sólo a mí me incumbe", es una lucha grandiosa, de importancia
histórica universal, de la conciencia socialista contra la espontaneidad
anárquica burguesa.
Hemos
implantado el control obrero como una ley; pero en la práctica cotidiana, y aun
en la conciencia de las grandes masas proletarias, no hace más que empezar a
penetrar. En nuestra agitación hablamos poco, y nuestros obreros y campesinos
avanzados piensan y hablan poco, de que el no llevar la contabilidad ni ejercer
el control sobre la producción Y la distribución de los productos es la muerte
de los gérmenes del .socialismo, es malversar los fondos públicos (ya que todos
los bienes pertenecen al Tesoro, y el Tesoro es precisamente el Poder
soviético, el poder de la mayoría de los trabajadores), y que la negligencia en
la contabilidad y en el control significa una complicidad directa con los
Kornílov alemanes y rusos, que sólo pueden derrocar el poder de los
trabajadores en caso de que no logremos resolver el problema de la contabilidad
y del control, y que con ayuda de toda la burguesía campesina, con ayuda de los
demócratas constitucionalistas, los mencheviques y los eseristas de derecha nos
"acechan" en espera del momento propicio. Pero en tanto el control
obrero no sea un hecho, en tanto los obreros avanzados no hayan organizado y
llevado a efecto su cruzada victoriosa e implacable contra los infractores de
este control o contra los negligentes en este dominio no podremos, después de
haber dado este primer paso (el del control obrero), dar el segundo hacia el socialismo, es decir, pasar a la regulación de
la producción por los obreros.
El Estado socialista puede surgir
únicamente como una red de comunas de producción y consumo que calculen
concienzudamente su producción y consumo, economicen el trabajo, aumenten
incesantemente la productividad del mismo Y consigan con ello reducir la jornada laboral
hasta siete, seis y aun menos horas. Aquí no es posible eludir la
·organización de una contabilidad y un control completos rigurosísimos,
ejercidos por todo el pueblo, sobre el cereal y La obtención del cereal (y, a
continuación, de los demás productos indispensables). El capitalismo nos ha
legado organizaciones de masas capaces de facilitar el tránsito a la
contabilidad y al control a vasta escala de la distribución de productos: las cooperativas de consumo. En Rusia
están menos desarrolladas que en los países avanzados, pero, no obstante, han
abarcado a más de diez millones de asociados. El decreto promulgado hace
unos días sobre las cooperativas de consumo 78 tiene una significación extraordinaria y demuestra palpablemente
la peculiaridad de la situación y de las tareas de la República Socialista
Soviética en el momento presente.
El decreto es un acuerdo
concertado con las cooperativas burguesas y con las cooperativas obreras
que siguen manteniendo un punto de vista burgués. El acuerdo o compromiso consiste, primero, en que los representantes de
estas instituciones no sólo han participado en la discusión del decreto, sino
que, de hecho, han gozado durante la discusión del derecho de voto, pues las
partes del decreto a las que dichas cooperativas se oponían con denuedo, fueron
suprimidas. Segundo, el compromiso
consiste, en realidad, en que el Poder
soviético renuncia al principio del ingreso gratuito en las cooperativas (único
principio consecuentemente proletario), así como a la asociación de toda la población de un lugar dado en una
sola cooperativa. Al renunciar a este principio, único principio socialista
que responde al objetivo de la supresión de las clases, se ha autorizado a las
"cooperativas obreras de clase"
(que se llaman "de clase" en este caso únicamente porque se
subordinan a los intereses de clase de la burguesía) para seguir subsistiendo.
Por último, la propuesta del Poder soviético de excluir totalmente a la
burguesía de las directivas de las cooperativas también ha sido muy debilitada,
y la prohibición de entrar en las directivas de las cooperativas se ha hecho
extensiva sólo a los propietarios de las empresas comerciales e industriales de
tipo capitalista privado.
No habría
necesidad de tales compromisos si el proletariado hubiese conseguido, a través
del Poder soviético, organizar la contabilidad y el control a escala nacional
o, aunque sólo fuese, sentar las bases de dicho control. Mediante las secciones
de abastecimiento de los Soviets y los organismos similares anejos a los
Soviets agruparíamos a la población en una cooperativa única, dirigida por el
proletariado y sin la ayuda de las cooperativas burguesas, sin hacer
concesiones al principio puramente burgués de que la cooperativa obrera ha de
seguir subsistiendo como tal al lado de la cooperativa burguesa en vez de
supeditar totalmente la cooperativa burguesa, uniendo las dos y asumiendo toda
la dirección, tomando en sus manos el control del consumo de los ricos.
Al concertar
semejante acuerdo con las cooperativas burguesas, el Poder soviético ha
determinado de un modo concreto sus tareas tácticas y sus métodos peculiares de
obrar en la presente fase de desarrollo, a saber: aprovechar y dirigir a los
elementos burgueses, haciéndoles algunas concesiones parciales, con lo cual
creamos las condiciones para un avance que será más lento de lo que en un
comienzo suponíamos, pero que, al mismo tiempo, será más firme, tendrá mejor
aseguradas la base y las vías de comunicación y mejor fortificadas las
posiciones conquistadas. Por, lo demás, los Soviets pueden (y deben) evaluar
hoy día sus éxitos en la obra de la edificación del socialismo con un criterio
extraordinariamente claro, sencillo y práctico: en qué número exacto de
comunidades (comunas, pueblos o barrios, etc.) y en qué grado se aproxima el
desarrollo de las cooperativas a abarcar a toda la población.
78
El Decreto
sobre las Cooperativas de Consumo se publicó con la firma de Lenin en los
periódicos Pravda, núm. 71, del 13 de abril, e hvestia VTs/K, núm. 75, del 16
de abril.
El primer
proyecto de decreto, escrito -por Lenin (véase O. C., T. 35, págs. 219-221), tropezó con la
furiosa resistencia de los cooperativistas burgueses que defendían la
independencia de las cooperativas respecto de los órganos de Poder soviético.
Con el fin de utilizar el mecanismo cooperativista existente para organizar el
registro y el control de la distribución de comestibles, el Consejo de
Comisarios del Pueblo hizo algunas concesiones a los cooperativistas burgueses
durante las conversaciones sostenidas con ellos (marzo-principios de abril de
1918). El 9 y el 10 de abril el Consejo de Comisarios del Pueblo discutió el
proyecto de decreto presentado por los cooperativistas. Lenin hizo muchas
enmiendas y adiciones al proyecto (además
escribió completos los puntos 11, 12 y 13). El decreto fue aprobado por el
Consejo de Comisarios del Pueblo, con las enmiendas de Lenin, y luego ratificado
por el CEC de toda Rusia.-190.
Tomo 35 (págs. 219-221) Proyecto de decreto
sobre las comunas de consumo
1 Tesis preliminares
2 Proyecto de decreto
El aumento de la productividad del
trabajo.
En toda revolución socialista, una
vez resuelto el problema de la conquista del poder por el proletariado y en la
medida en que se va cumpliendo en lo fundamental la tarea de expropiar a los expropiadores
y aplastar su resistencia, va colocándose necesariamente en primer plano una tarea cardinal: la de
crear un tipo de sociedad superior a la del capitalismo, es decir, la tarea de
aumentar la productividad del trabajo y, en relación con esto (y para esto),
dar al trabajo una organización superior. Nuestro Poder soviético se encuentra
precisamente en una situación en que, gracias a las victorias sobre los
explotadores, desde Kerenski hasta Kornílov, ha obtenido la posibilidad de
abordar de lleno esta tarea y entregarse a ella por entero. Y aquí es donde se
ve en el acto que, si bien es posible apoderarse en pocos días del poder
central del Estado, si bien es posible aplastar en pocas semanas la resistencia
militar (y el sabotaje) de los explotadores, incluso en los diversos confines
de un país grande, no lo es menos que para cumplir con eficacia la tarea de
elevar la productividad del trabajo se necesitan, en todo caso (especialmente
después de una guerra de las más penosas y devastadoras), varios años. Lo
prolongado de esta labor se debe sin duda a circunstancias objetivas.
El aumento de la productividad del
trabajo exige, ante todo, que se asegure la base material de la gran industria:
el incremento de la extracción de combustible y de la fabricación de hierro,
maquinaria y productos químicos. En este sentido, la República Soviética de Rusia se
encuentra en condiciones favorables porque dispone, incluso después de la Paz
de Brest, de gigantescas reservas de minerales (en los Urales); de
combustible en Siberia Occidental (hulla), en el Cáucaso y Sureste (petróleo) y
en el Centro (turba); posee también inmensas riquezas forestales, energía
hidráulica y materias primas para la industria química (Kara Bogas), etc. La
explotación de estas riquezas naturales con los medios técnicos modernos echará
los cimientos para un progreso jamás visto de las fuerzas productivas.
Otra de las
condiciones del aumento de la productividad del trabajo es, en primer lugar,
elevar el nivel de cultura e instrucción de las grandes masas de la población.
Esta elevación marcha ahora con enorme celeridad, cosa que no ven los obcecados
por la rutina burguesa, incapaces de comprender cuán grande es el ansia de luz
y el espíritu de iniciativa que se extiende hoy entre las capas "bajas"
del pueblo gracias a la organización soviética. En segundo lugar, condiciones
del fomento de la economía son también el fortalecimiento de la disciplina de
los trabajadores, la ·elevación de la maestría y de la aplicación en el
trabajo, el aumento de la intensidad y una organización mejor del mismo.
En este aspecto, de creer a quienes se han
dejado intimidar por la burguesía o la sirven, guiados por intereses egoístas,
las cosas marchan entre nosotros muy mal e incluso no tienen solución. Estas
gentes no comprenden que no ha habido ni puede haber una revolución en la que
los partidarios del viejo régimen no griten a voz en cuello sobre el
desbarajuste, la anarquía, etc. Es natural que en las masas, que se acaban de
sacudir un yugo de increíble salvajismo, haya una profunda y amplia
efervescencia y agitación; que el proceso de formación por las masas de las
nuevas bases de la disciplina laboral sea muy largo y que ni siquiera pudiera
comenzarse antes de la victoria completa sobre los terratenientes y la burguesía.
Pero, sin
dejarnos llevar en absoluto de la desesperación, a menudo fingida, que propagan
los burgueses y los intelectuales burgueses (que han perdido las esperanzas de
poder defender sus viejos privilegios), nosotros en modo alguno debemos
encubrir un mal evidente. Todo lo contrario, lo iremos poniendo de manifiesto y
reforzaremos los métodos soviéticos de lucha contra este mal, ya que el triunfo del socialismo es
inconcebible sin el triunfo de la disciplina proletaria consciente sobre la
anarquía espontánea pequeñoburguesa, verdadera premisa de que pueda ser
restaurado el régimen de Kerenski o de Kornílov.
La
vanguardia más consciente del proletariado de Rusia se ha planteado ya la tarea
de fortalecer la disciplina en el trabajo. Por ejemplo, el Comité Central del
Sindicato de Obreros Metalúrgicos y el Consejo Central de los Sindicatos han
comenzado a redactar las medidas y proyectos de decretos respectivos 79 • Esta labor debe ser apoyada e
impulsada con todas las fuerzas. Se debe poner al orden del día la aplicación
práctica y el ensayo de la remuneración por unidad de trabajo realizados, el aprovechamiento de lo mucho que hay de
científico y progresista en el sistema Taylor, la observancia
de las proporciones entre el salario y los resultados generales de la
producción de artículos o de la explotación del transporte ferroviario,
marítimo, fluvial, etc., etc.
El ruso es
un mal trabajador comparado con los de las naciones adelantadas. Y no podía ser
de otro modo en el régimen zarista, dada la vitalidad de los restos del régimen
de la servidumbre. La tarea que el Poder soviético debe plantear con toda
amplitud al pueblo es la de aprender a trabajar. La última palabra del capitalismo en este terreno -el sistema Taylor-, al igual que todos los progresos del capitalismo, reúne
toda la refinada ferocidad de la explotación burguesa y varias conquistas
científicas de sumo valor concernientes al estudio de los movimientos mecánicos
durante el trabajo, la supresión de movimientos superfluos y torpes, la
adopción de los métodos de trabajo más racionales, la implantación de los
sistemas óptimos de contabilidad y control, etc. La República Soviética debe
adquirir a toda costa las conquistas más valiosas de la ciencia y- de la
técnica en este dominio. La posibilidad de realizar el socialismo quedará
precisamente determinada por el grado en que logremos combinar el Poder
soviético y la forma soviética de administración· con los últimos progresos del
capitalismo. Hay que organizar en Rusia
el estudio y la enseñanza del sistema Taylor, su experimentación y
adaptación sistemáticas. Al mismo tiempo, y con el propósito de elevar la
productividad del trabajo, hay que tener presentes las peculiaridades del
período de transición del capitalismo al socialismo que reclaman, por un lado, el establecimiento de las bases de la organización
socialista de la emulación y, por otro,
la aplicación de medidas coercitivas
para que la consigna de la dictadura del proletariado no quede empañada por
una blandenguería del poder proletario en la práctica.
79
La
organización de la producción social según los principios socialistas exigió
nuevas reglas de orden interno para las empresas nacionalizadas, un nuevo
reglamento sobre la disciplina laboral y la incorporación al trabajo
socialmente útil de todas las personas aptas para el mismo. Estas cuestiones
adquirieron especial importancia en el período de la tregua pacífica de la
primavera de 1918.
Los
sindicatos soviéticos junto con los organismos de economía elaboraron el primer
reglamento sobre la disciplina laboral. La elaboración del proyecto de
reglamento general sobre la disciplina laboral se encomendó al Consejo Central
de los Sindicatos de toda Rusia. El 1 ° de abril, el Presidium del Consejo
Superior de Economía Nacional examinó la resolución correspondiente redactada
por el Consejo Central de los Sindicatos y propuso darle la forma de decreto,
teniendo en cuenta las observaciones y propuestas de Lenin (véase el presente volumen, págs. 219-220). El Reglamento sobre
la disciplina laboral fue aprobado el 3 de abril, después de reelaborado, por
el Consejo Central de los Sindicatos de toda Rusia y se publicó en la revista
Naródne Jeciaistvo (Economía Nacional), núm. 2, correspondiente a abril de
1918. El Consejo de los Sindicatos
proponía introducir en todas las empresas estatales del país rigurosas reglas
de orden interno, establecer normas de trabajo y contabilidad de la
productividad, introducir el pago a destajo y un sistema de primas por el sobre
cumplimiento de las normas y aplicar severas medidas de castigo a los
infractores de la disciplina laboral. Sobre la base del Reglamento se
elaboraron en las fábricas normas concretas de orden interno que desempeñaron
un gran papel en la organización de la producción socialista.
El Comité Central del Sindicato de
Obreros Metalúrgicos fue uno de los primeros en comenzar a aplicar las indicaciones
de Lenin para elevar
la productividad del trabajo mediante la
introducción del sistema de pago a destajo y de primas. Cuando en el
Consejo Central de los Sindicatos se discutió el problema de la elevación de la
disciplina laboral, los representantes del Comité Central del Sindicato de
Obreros Metalúrgicos lograron que se incluyera en la resolución presentada el
10 de abril al Presidium del CSEN la tesis acerca de la necesidad de
introducir el pago a destajo. Basándose en las resoluciones aprobadas por
el Consejo Central de los Sindicatos, el CC del Sindicato de Obreros
Metalúrgicos envió en abril a todas las organizaciones de base las indicaciones
de aplicar el principio del pago a destajo y un sistema de primas en la
industria del metal.-194.
80.
Después de la
Revolución Socialista de Octubre, en casi todas las empresas el pago a destajo se sustituyó con el pago
por horas, lo que influyó de modo negativo en la productividad del trabajo
y la disciplina laboral.
El pago a destajo, que responde más
plenamente al principio socialista de la distribución según la cantidad y la
calidad del trabajo realizado, comenzó a aplicarse en las primeras empresas
nacionalizadas. En el período de la tregua pacífica, el pago a destajo tuvo
amplia difusión en la industria. Por ejemplo, en las empresas de Petrogrado,
hacia julio de 1918 la cuarta parte de los obreros había pasado al trabajo a
destajo. El principio del pago a destajo fue ratificado definitivamente por el
Código laboral publicado en diciembre de 1918.-194.
Emulación
socialista https://es.wikipedia.org/wiki/Emulaci%C3%B3n_socialista
V. I. Lenin
¿Cómo debe organizarse la emulación?
Escrito: Del
24 al 27 de diciembre de 1917 (del 6 al 9 de enero de 1918), firmado "V.
I. Lenin".
Primera publicación: El 20 de enero de 1919,
en el núm. 17 de Pravda.
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/24-xii-1917.htm
La organización de la emulación.
Al cúmulo de
absurdos que la burguesía difunde gustosa sobre el socialismo pertenece también
el de que los socialistas niegan la importancia de la emulación. Pero, en
realidad, sólo el socialismo, al suprimir las clases y, en consecuencia, la
esclavización de las masas, abre por vez primera el camino para la emulación a
escala amplia de verdad. Y es precisamente el régimen soviético el que, pasando
de la democracia formal de la república burguesa a la verdadera participación
de las masas trabajadoras en el gobierno, plantea por primera vez a gran escala
el problema de la emulación. Es mucho más fácil plantearlo en el terreno
político que en el económico; pero, para el éxito del socialismo, este último
es precisamente el que importa.
Examinemos
el problema de la publicidad como medio de organizar la emulación. La república
burguesa la garantiza únicamente de una manera formal, subordinando de hecho la
prensa al capital, distrayendo al "populacho" con nimiedades
políticas picantes, ocultando lo que sucede en los talleres, en las
transacciones comerciales, en los suministros, etc., bajo el manto del "secreto comercial" que cubre la
"sacrosanta propiedad". El Poder soviético ha suprimido el
secreto comercial 81 y emprendido
una nueva senda; pero aún no hemos hecho casi nada para aprovechar la
publicidad en beneficio de la emulación económica. Debe procurarse
periódicamente que, al mismo tiempo que se reprime sin piedad la prensa
burguesa, impregnada totalmente de falsedades y calumnias descaradas, se cree
una prensa que no se dedique a distraer y embaucar a las masas con anécdotas
picantes y nimiedades políticas, sino que someta al juicio de las masas los
problemas económicos cotidianos y les ayude a estudiarlos en serio. Cada
fábrica y cada aldea es una comuna de producción y consumo que tiene el derecho
y el deber de aplicar a su manera las leyes soviéticas generales ("a su
manera" no en el sentido de infringirlas, sino de la diversidad de formas
de su aplicación), resolver a su manera el problema de la contabilidad de la
producción y la distribución de los productos. En el capitalismo, esto era un "asunto privado" de
cada capitalista, de cada terrateniente o kulak. En el Poder soviético, esto no
es un asunto privado, sino público y de la mayor importancia.
Apenas si
hemos comenzado aún la inmensa, difícil y, a la vez, grata labor de organizar
la emulación entre las comunas, de implantar la rendición de cuentas y la
publicidad en la producción del cereal, del vestido, etc., de convertir los balances
burocráticos, escuetos y sin vida, en ejemplos vivos, unas veces repulsivos y
otras atrayentes. Con el modo capitalista de producción la importancia de cada
ejemplo por separado, digamos, de una cooperativa cualquiera de producción,
quedaba sin falta limitada hasta el último grado, y sólo la fantasía
pequeñoburguesa podía soñar con "corregir" el capitalismo con la
influencia de los ejemplos de las instituciones rebosantes de virtudes. Después
de pasar el poder político a manos del proletariado, después de la expropiación
de los expropiadores, la situación cambia de raíz y -conforme a las reiteradas
indicaciones de socialistas destacados- la fuerza del ejemplo adquiere por vez primera la posibilidad de ejercer su
influencia a vasta escala. Las comunas modelo deben servir y servirán de
ejemplo educador, instructivo y estimulante para las comunas atrasadas. La
prensa debe ser un instrumento de la construcción del socialismo que difunde
con lujo de pormenores los éxitos de las comunas modelo, analiza las causas de
estos éxitos y los métodos de organización de la hacienda de las mismas y pone,
por otro lado, en la picota a las comunas que se obstinan en conservar las
"tradiciones del capitalismo",
es decir, de la anarquía, la holgazanería, el desorden, la especulación. En
la sociedad capitalista, la estadística era de la incumbencia exclusiva de los
funcionarios públicos o de profesionales; nosotros debemos llevar a las masas,
popularizarla para que los trabajadores vayan aprendiendo poco a poco a
comprender y ver ellos mismos cómo y cuánto hay que trabajar, cómo y cuánto se
puede descansar; para que la comparación de los balances económicos de la
hacienda de las distintas comunas se transforme en objeto de interés y estudio
para todos, para que las comunas que se destaquen sean recompensadas en el acto
(reduciéndoles la jornada de trabajo durante cierto tiempo, aumentando en ellas
la retribución, concediéndoles mayores bienes y valores culturales o estéticos,
etc.).
Cuando en el
escenario histórico entra una clase nueva como jefe y dirigente de la sociedad,
por un lado, siempre hay un período de grandes "sacudidas",
conmociones, luchas y tempestades, y, por otro lado, tampoco falta un período
de titubeos, experimentos, vacilaciones y dudas respecto a la elección de
nuevos métodos correspondientes a la nueva situación objetiva. La nobleza
feudal agonizante se vengaba de la burguesía que triunfaba y que la desplazaba;
se vengaba no sólo mediante conspiraciones e intentos de insurrección y
restauración, sino también mediante torrentes de burlas a costa de la
incapacidad, la torpeza y los errores de esos "advenedizos" e
"insolentes" que se atrevían a empuñar el "sagrado timón"
del Estado sin poseer la preparación secular que para ello tienen los
príncipes, barones, nobles y aristócratas. Del mismo modo, los Kormlov y los
Kerenski, los Gots y los Mártov, toda esa cofradía de héroes de la chalanería y
del escepticismo burgués, se están vengando ahora de la clase obrera de Rusia
por su "atrevido" intento de tomar el poder.
Se
requieren, por supuesto, largos meses y años, y no semanas, para que la nueva
clase social, una clase hasta ahora oprimida y aplastada por la miseria y la
ignorancia, pueda familiarizarse con la nueva situación, orientarse, organizar
su trabajo y destacar a sus organizadores. Se comprende que el partido que
dirige al proletariado revolucionario no podía adquirir la experiencia ni los
hábitos de las grandes medidas destinadas a organizar a millones y decenas de
millones de ciudadanos, que el rehacer los viejos hábitos, que se reducían casi
exclusivamente a la agitación, es una obra muy larga. Pero en esto no hay nada
imposible, y lo conseguiremos en cuanto tengamos la clara conciencia de que ese
cambio es necesario, la firme decisión de realizarlo, la constancia
imprescindible en la lucha por este objetivo grande y difícil. Es inmenso el
número de organizadores de talento que existen en el "pueblo",
es decir, entre los obreros y los
campesinos que no explotan trabajo ajeno; el capital los oprimía, los
aplanaba y lanzaba por la borda por millares. Nosotros aún no sabemos
descubrirlos, animarlos, ponerlos en pie, destacarlos. Pero lo aprenderemos si
nos aplicamos a ello con todo el entusiasmo revolucionario, sin el cual no
puede haber revoluciones victoriosas.
No ha habido
ningún movimiento popular profundo y caudaloso en la historia que no llevara
esa inmunda espuma de aventureros y granujas, de fanfarrones y vocingleros que
se arriman a los innovadores sin experiencia; no ha habido movimiento sin ajetreos
absurdos, sin confusión, sin agitación vana, sin que algunos "jefes"
intenten hacer veinte cosas a la vez y no acabar ninguna. Que ladren y gruñan
los gozques de la sociedad burguesa, desde Belorússov hasta Mártov, a propósito
de cada astilla que salte al talar ese bosque grande y vetusto. Para eso son
gozques, para !adrarle al elefante proletario 82 • Que ladren. Nosotros seguiremos nuestro camino, tratando de
poner a prueba y estudiar pacientemente, con el mayor cuidado posible, a los
verdaderos organizadores, a los hombres demente clara y visión práctica, a los
hombres que reúnan la fidelidad al socialismo con la capacidad de organizar sin
alboroto (y a pesar del desorden y del alboroto) el trabajo unido, solidario. y
común de gran número de personas en el marco de la organización soviética. SóLo·
a hombres así, después de probarlos diez veces y pasarlos de los trabajos más
sencillos a los más complejos, debemos llevarlos a los puestos de
responsabilidad de dirigentes del trabajo del pueblo, de dirigentes administrativos. Todavía no hemos
aprendido a hacerlo. Pero aprenderemos.
81 Secreto comercial: derecho protegido por las leyes
burguesas a mantener en secreto las operaciones de producción, comercio y
finanzas, así como toda la documentación referente a ellas de las empresas
privadas capitalistas.
La
resolución Sobre la situación económica, aprobada en el VI Congreso del POSD
(b)R, exigió, como medida imprescindible para aplicar el control obrero, la
abolición del secreto comercial. Después de la Gran Revolución Socialista de
Octubre, el secreto comercial fue abolido por el Reglamento sobre el control
obrero, aprobado por el CEC de toda Rusia y el Consejo de Comisarios del Pueblo
el 14 (27) de noviembre de 1917.-196.
82 De la fábula EL elefante y el gozque, del poeta ruso l. A. Krilov.-198
“Buena
organización” y dictadura.
La tarea
primordial del momento que plantea la resolución del último Congreeso de los
Soviets, celebrado en Moscú, es crear una "buena ·organización" y fortalecer
la disciplina*. Hoy todos
"votan" y "suscriben" gustosos resoluciones de este género;
mas, por lo común, no se paran a pensar que su aplicación requiere el empleo de
la coerción, y, precisamente, de una coerción en forma de dictadura. Sin
embargo, sería la mayor torpeza y la más
absurda utopía suponer que se puede pasar del capitalismo al socialismo sin
coerción y sin dictadura. La teoría marxista se ha pronunciado hace mucho,
y del modo más rotundo, contra esta absurdidad democrática pequeñoburguesa y
anarquista. La Rusia de 191 7-1918 confirma con tal evidencia y de un modo tan
palpable y convincente la teoría de Marx sobre el particular que sólo tontos de
remate o empeñados en volver la espalda a la verdad pueden todavía
desorientarse en este terreno. O dictadura de Kornílov (si lo tomamos por el
tipo ruso del Cavaignac burgués) o dictadura del proletariado: no puede haber
otra salida para un país que se desarrolla con extraordinaria rapidez, con
virajes de excepcional brusquedad y en medio del terrible -desbarajuste
económico originado por la más penosa de las guerras. Todas las soluciones
intermedias serán o un fraude al pueblo, cometido por la burguesía, que no
puede decir la verdad, no puede declarar que necesita a Kornílov; o una
manifestación de la estupidez de los demócratas pequeñoburgueses, de los
Chemov, Tsereteli y Mártov, con su charlatanería acerca de la unidad de la democracia,
de la dictadura de la democracia, del frente democrático general y demás
tonterías por el estilo. Hay que considerar perdidos sin remedio a quienes no
han aprendido siquiera en el curso de la revolución rusa de 1917-1918 que las
soluciones intermedias son imposibles.
* Véase el presente volumen, págs. 128-129. –Ed (Resolución
sobre la ratificación del tratado de Brest)
Por otra
parte, no es difícil convencerse de que, en
toda transición del capitalismo al socialismo, la dictadura es imprescindible
por dos razones esenciales o en dos aspectos fundamentales. Primero,
es imposible vencer y desarraigar el capitalismo sin aplastar sin piedad la
resistencia de los explotadores, que no pueden ser privados de golpe de sus
riquezas, de las ventajas que les proporcionan su organización y sus
conocimientos y que, en consecuencia, se esforzarán inevitablemente, durante un
período bastante prolongado, por derrocar el odiado poder de los pobres. Segundo,
toda gran revolución, especialmente la revolución socialista, es inconcebible
sin guerra interior, es decir, sin guerra civil, aunque no exista una guerra
exterior. Y la guerra civil lleva implícita una ruina mayor aún que la
ocasionada por la guerra exterior; significa millares y millones de
vacilaciones y de deserciones de un campo a otro, un estado de terrible
incertidumbre, de desequilibrio y de caos. Como es natural, todos los elementos
de descomposición de la sociedad vieja, fatalmente numerosísimos y ligados,
sobre todo, a la pequeña burguesía (pues es la primera en quedar arruinada y
aniquilada por toda guerra y toda crisis), no pueden menos de
"manifestarse" en una conmoción tan profunda. Y los elementos de
descomposición sólo pueden "manifestarse" en un aumento de la
'delincuencia, de la golfería, del soborno, de la especulación y de toda clase
de escándalos. Para acabar con todo eso se requiere tiempo y hace falta mano de
hierro.
La historia no conoce ninguna gran
revolución en la que el pueblo no haya sentido eso por instinto y no haya
mostrado una firmeza salvadora, fusilando a los ladrones en el acto. La desgracia de las revoluciones
precedentes consistió en que el entusiasmo revolucionario de las masas, que las
tenía en tensión y les daba energías para reprimir sin piedad a los elementos
corruptores, duraba poco. La causa social, es decir, de clase, de esa falta de
solidez del entusiasmo revolucionario de las masas residía en la debilidad del
proletariado, único capaz (cuando es bastante numeroso, consciente y
disciplinado) de atraer a la mayoría de los trabajadores y explotados (a la
mayoría de los pobres empleando un término más sencillo y popular y sujetar el
poder en sus manos el tiempo suficiente aplastar por completo a todos los
explotadores y a todos los elementos corruptores.
Esta
experiencia histórica de todas las revoluciones enseñanza económica y política-
de alcance histórica universal fue resumida por Marx en su fórmula prevé,
precisa y brillante: dictadura del proletariado. Y la marcha triunfal de
la organización soviética por todos los pueblos y naciones de Rusia ha
demostrado que la revolución rusa ha abordado con acierto esta tarea de alcance
histórico universal. Pues el Poder soviético no es otra cosa que la forma de
organización de la dictadura del proletariado, de la dictadura de la clase de
vanguardia, que eleva a una nueva democracia y a la _participación efectiva en
el gobierno del Estado a decenas y decenas de millones de trabajadores y
explotados, los cuales aprenden de su misma experiencia a considerar que su
jefe más seguro es la vanguardia disciplinada y consciente del proletariado.
Pero la
palabra dictadura es una gran palabra. Y las grandes palabras no deben vocearse
al viento. La dictadura es un poder férreo, de audacia y rapidez revolucionarias,
implacable en la represión tanto de los explotadores como de los malhechores.
Sin embargo, nuestro poder es demasía blando y, en infinidad de ocasiones,
"°'se parece más a la gelatina que al hierro. No debe olvidarse ni por un
instante que el elemento burgués y pequeñoburgués lucha contra el Poder
soviético de dos maneras: por un lado, actuando desde fuera con los métodos de
los Sávinkov, Gots, Gueguechkori y Kornílov, con conspiraciones y alzamientos,
con su inmundo reflejo "ideológico", con torrentes de mentiras y
calumnias difundidas en la prensa de los demócratas constitucionalistas, de los
eseristas de derecha y de los mencheviques; por otro lado, este elemento actúa
desde dentro, aprovechando todo factor de descomposición y toda flaqueza, a fin
de practicar el soborno y aumentar la indisciplina, el libertinaje y el caos.
Cuanto más nos acercamos al total aplastamiento militar de la burguesía, más
peligroso se hace para nosotros el elemento de la anarquía pequeñoburguesa. Y
contra este elemento no se puede luchar únicamente con la propaganda, la
agitación, la organización de la emulación o la selección de organizadores; hay
que oponerle también la coerción.
A medida que
la tarea fundamental del poder deje de ser la represión militar para
convertirse en la labor administrativa, · la manifestación típica de la
represión y coerción no será el fusilamiento en el acto, sino el tribunal.
Después del 25 de octubre de 1917, las masas revolucionarias emprendieron el
camino justo en este terreno y demostraron la vitalidad de la revolución, empezando
a organizar sus propios tribunales obreros y campesinos, sín esperar que se
promulgasen los decretos de disolución del mecanismo judicial burocrático
burgués. Pero .nuestros tribunales revolucionarios y populares son de una
debilidad extraordinaria e increíble. Se nota que aún no se ha borrado del todo la opinión que
el pueblo tiene ·de los tribunales como de algo burocrático y ajeno, opinión
heredada de la época en que existía el yugo' de los terratenientes y de la
burguesía. Todavía no se comprende bastante que el tribunal es un órgano
llamado a incorporar precisamente a todos los pobres a la gestión pública del
Estado (pues la actividad judicial es una de las funciones administrativas del
Estado), que el tribunal es un órgano de poder del proletariado y de los
campesinos pobres, que el tribunal es un instrumento para inculcar la
disciplina.
No se
comprende bastante el hecho simple y evidente de que si el hambre y el paro son las mayores plagas de Rusia, estas plagas
no podrán ser vencidas con ningún movimiento impulsivo, sino sólo con una
organización y una disciplina en todos los órdenes, extensivas a todo y a todo el pueblo, que permitan aumentar la
producción de pan para la gente y de pan para la industria (combustible),
transportarlo a tiempo y distribuirlo acertadamente; que, por eso, cuantos
infringen la disciplina del trabajo en cualquier fábrica, en cualquier empresa
o en cualquier obra son los culpables de los tormentos causados por el hambre y
el paro; que es necesario saber descubrir a los culpables, entregarlos a los
tribunales y castigarlos sin piedad. El elemento pequeñoburgués, contra el que
habremos de luchar ahora con el mayor tesón, se manifiesta precisamente en la
insuficiente comprensión de la relación económica y política existente entre el
hambre y el paro, por un lado, y el relajamiento de todos y cada uno en el
terreno de la organización y la disciplina, por otro; en que sigue muy
arraigado el punto de vista del pequeño propietario: sacar la mayor tajada
posible y, después, ello que sea sonará!
En el
transporte ferroviario -que tal vez sea donde se plasman con mayor evidencia
los vínculos económicos del organismo creado por el gran capitalismo- se
manifiesta con singular relieve esta lucha entre el elemento relajador
pequeñoburgués y el espíritu proletario de organización. El elemento
"administrativo" proporciona en gran abundancia saboteadores y
concusionarios; la mejor parte del elemento proletario lucha por la disciplina;
pero en uno y otro hay, como es natural, muchos vacilantes, muchos
"débiles", incapaces de no caer en la "tentación" de
especular, dejarse sobornar y sacar provecho personal a costa de deteriorar
todo el mecanismo, de cuyo buen funcionamiento depende el triunfo sobre el
hambre y el paro.
Es
sintomática la lucha entablada en este terreno en torno al último decreto sobre
la administración de los ferrocarriles, sobre la concesión de poderes dictatoriales
(o "ilimitados") a ciertos dirigentes 83 • Los representantes conscientes (y en su mayoría,
probablemente, inconscientes) del relajamiento pequeñoburgués han querido ver
en la concesión de poderes "ilimitados" (es decir, dictatoriales) a
ciertas personas una abjuración de la norma de dirección colectiva, de la
democracia y de los principios del Poder soviético. En algunos lugares, entre
los eseristas de izquierda se emprendió una agitación
francamente propia de maleantes contra el decreto sobre los poderes
dictatoriales, es decir, una agitación en la que se apelaba a los bajos
instintos y al afán del pequeño propietario de "sacar" la mayor
tajada posible. La cuestión planteada tiene, en efecto, inmensa importancia:
primero, se trata de una cuestión de principio, de saber si el nombramiento de
determinadas personas investidas de poderes dictatoriales ilimitados es, en
general, compatible con los principios cardinales del Poder soviético; segundo,
de saber qué relación guarda este caso -o este precedente, si se quiere- con
las tareas especiales del poder en el momento concreto actual. Ambas cuestiones
deben ser examinadas con la mayor atención.
La
experiencia irrefutable de la historia muestra que la dictadura de ciertas
personas ha sido con mucha frecuencia, en el curso de los movimientos
revolucionarios, la expresión de la dictadura de las clases revolucionarias, su
portadora y su vehículo. No ofrece duda alguna que la dictadura personal ha
sido compatible con la democracia burguesa. Pero los detractores burgueses del
Poder soviético, así como sus segundones pequeñoburgueses, recurren siempre al
escamoteo y dan pruebas de gran destreza en este punto: por una parte, declaran
que el Poder soviético es algo simplemente absurdo, anárquico, salvaje, eludiendo
con el mayor cuidado todos nuestros
paralelos históricos y las pruebas teóricas de que los Soviets son la forma
superior de democracia, más aún, el comienzo de la forma socialista de
democracia; por otra parte, exigen de nosotros una democracia superior a la
burguesa y dicen: la dictadura personal es absolutamente incompatible con su
democracia soviética, bolchevique (o
sea, no burguesa, sino. socialista).
Los
razonamientos no pueden ser peores. Si no somos anarquistas, debemos admitir la
necesidad del Estado, es decir, la coerción, para pasar del capitalismo al
socialismo. La forma de coerción está determinada por el grado de desarrollo de
la clase revolucionaria correspondiente, por circunstancias especiales -como
es, por ejemplo, la herencia recibida de una guerra larga y reaccionaria- y por
las formas de resistencia de la burguesía y de la pequeña burguesía. Así pues,
no existe absolutamente ninguna contradicción de principio entre la democracia
soviética (es decir, socialista) y el
ejercicio del poder dictatorial por ciertas personas. La dictadura proletaria
se diferencia de la dictadura burguesa en que la primera dirige sus golpes
contra la minoría explotadora, y a favor
de la mayoría explotada; además en que la primera es ejercida -también por conducto de
ciertas personas- no sólo por las masas trabajadoras y explotadas sino asimismo
por organizaciones estructuradas de manera que pueden despertar precisamente a
esas masas y elevarlas a hacer la historia ( a este género de organizaciones
pertenecen los Soviets).
Por lo que
se refiere a la segunda cuestión (el significado precisamente del poder
dictatorial unipersonal desde el punto de vista de las tareas específicas del
momento presente), debemos decir que toda gran industria maquinizada -es decir,
precisamente el origen y la base material, de producción, del socialismo-
requiere una unidad de voluntad absoluta y rigurosísima que dirija el trabajo común
de centenares, miles y decenas de miles de personas. Esta necesidad es evidente
desde tres puntos de vista -técnico, económico e histórico-, y cuantos pensaban
en el socialismo la han tenido siempre por una condición para llegar a él.
Pero, ¿cómo puede asegurarse la más rigurosa unidad de voluntad? Supeditando la
voluntad de miles de personas a la de una sola.
Si
quienes participan en el
trabajo común posee una conciencia y disciplina que puede recordar más bien la
suavidad con que conduce un director de orquesta. Si no existen esa disciplina
y esa conciencia ideales la supeditación puede adquirir las formas tajantes de
la dictadura. Pero, de uno u otro modo, la supeditación incondicional a una
voluntad única es absolutamente necesaria para el buen éxito de los
procesos del trabajo, organizado
al estilo de la gran industria maquinizada. Para los ferrocarriles, ello es el
doble y el triple necesario. Y esta transición de una tarea política a otra,
que no se le parece en nada por fuera, constituye la peculiaridad del momento
que vivimos. La revolución acaba de romper las cadenas más antiguas, más
fuertes y pesadas, con las que se sometía a las masas por la fuerza. Eso
sucedía ayer. Pero hoy, esa misma revolución, en beneficio precisamente de su
desarrollo y robustecimiento, en beneficio del socialismo, exige la supeditación
incondicional de las masas a la voluntad única de los dirigentes del proceso de
trabajo. Está claro que semejante transición es inconcebible de golpe. Está
claro que sólo puede llevarse a cabo a costa de enormes sacudidas y
conmociones, con retornos a lo viejo, mediante una tensión colosal de las
energías de la vanguardia proletaria que conduce al pueblo hacia lo nuevo. En
esto no piensan quienes se dejan arrastrar por el histerismo pequeñoburgués de
Nóvaya Zhizn o Vperiod 84, Delo Naroda o Nash Vek 85 •
Tomemos la
psicología del individuo medio, de base, de la masa trabajadora y explotada y
comparémosla con las condiciones objetivas, materiales, de la vida social del
mismo. Hasta la Revolución de Octubre no había visto aún en la práctica que las
clases poseedoras las clases explotadoras le hubiesen sacrificado o cedido realmente algo de importancia para
ellas. No había visto aún que esas clases le hubiesen dado la tierra y la libertad,
tantas veces prometidas, que le hubiesen dado la paz, que hubiesen renunciado a sus intereses ?e "nación dominante" y a
los tratados secretos imperialistas, que hubiesen sacrificado algo de su
capital y de sus ganancias. Lo ha visto únicamente después del .25 de octubre
de 1917, cuando él mismo hubo de conquistarlo todo esto por la fuerza y
defenderlo también por la fuerza frente a los Kerenski, los Gots, los Gueguechkori,
los Dútov y los Kornílov. Se comprende que, durante cierto tiempo, toda su
atención, todos sus pensamientos, todas sus fuerzas espirituales hayan tendido
a una sola cosa: a respirar libremente, a erguirse, explayarse y gozar de los
bienes inmediatos que le ofrecía la vida y le negaban los explotadores
derrocados. Se comprende que haga falta cierto tiempo para que el individuo de
las masas vea, se convenza y, además, sienta que no se puede simplemente
"tomar'>, echar el guante a algo y llevárselo, que esto aumenta el
desbarajuste, el desastre, que trae de vuelta a los Kornílov. El viraje
correspondiente en las condiciones· de vida (y, por tanto, en la psicología
también) de las masas trabajadoras sencillas no hace más que empezar. · Y toda
nuestra misión, la misión del Partido Comunista (bolchevique), intérprete
consciente del afán de emancipación de los explotados, es conocer este viraje,
comprender que es necesario, ponerse a la cabeza de las masas cansadas, que
buscan con ansiedad una salida, guiarlas por el buen camino, por el camino de
la disciplina laboral, enseñarles a compaginar las discusiones públicas acerca
de las condiciones de trabajo con el sometimiento incondicional a la voluntad
del dirigente soviético, del dictador, durante el trabajo.
Los burgueses,
los mencheviques, los de Novaya Zhizn, que sólo ven caos, desorden y
explosiones de egoísmo de pequeños propietarios, se burlan de las
"discusiones públicas'' o las denigran, furiosos, con más frecuencia aún.
Pero sin las discusiones públicas, la masa de oprimidos jamás podría pasar de
la disciplina impuesta por los explotadores a la disciplina consciente y
voluntaria. Las discusiones públicas son, precisamente, la verdadera
democracia, el enderezamiento, el despertar de los trabajadores a la nueva
vida; son los primeros pasos que dan por un terreno que ellos mismos han
limpiado de reptiles (explotadores,
imperialistas, terratenientes y capitalistas) y que ellos mismos quieren
aprender a organizar a su manera, para sí, respaldándose en los principies de
su propio poder, del Poder soviético, y no de un poder ajeno, señorial o burgués.
Ha sido precisa la victoria conquistada en octubre por los trabajadores sobre
los explotadores, ha sido precisa toda una etapa histórica de discusión inicial
por los propios trabajadores de las nuevas condiciones de vida y de las nuevas
tareas, para poder pasar con firmeza a formas superiores de la disciplina de
trabajo, a una asimilación consciente de la idea de que es necesaria la
dictadura del proletariado, a un sometimiento incondicional a las órdenes
personales de los representantes del Poder soviético en las horas de trabajo.
Hemos
cumplido con éxito la primera tarea de la revolución, hemos visto cómo preparan
las masas trabajadoras en su propio seno la condición fundamental para el
triunfo de esa revolución: la unificación de los esfuerzos contra los
explotadores a fin de lograr su derrocamiento. Etapas como las de octubre de
1905 86 y febrero y octubre de 1917 tienen una importancia histórica
universal.
Hemos
cumplido con éxito la segunda tarea de la revolución: despertar y alzar a esos
mismos "sectores bajos" de la sociedad que los explotadores habían
echado al fondo y que sólo después del 25 de octubre de 1917 obtuvieron la
plena libertad de derrocar a esos explotadores y de comenzar a orientarse y a
organizar la vida a su manera. Esta segunda gran etapa de la revolución estriba
en las discusiones públicas precisamente de las masas trabajadoras más
oprimidas, más atrasadas y menos preparadas, el paso de éstas a los
bolcheviques, la instauración por ellas de su organización soviética en todas
partes.
Empieza la
tercera etapa. Hay que afianzar lo conquistado por nosotros mismos, lo que
hemos decretado, legalizado, discutido y proyectado: hay que afianzarlo
mediante formas estables de una disciplina de trabajo diaria. Es la tarea más
difícil, pero también la más grata, pues únicamente su cumplimiento nos
permitirá implantar el orden socialista hay
que aprender a conjugar la democracia de las discusiones públicas de las masas
trabajadoras, que fluye tumultuosa como las aguas primaverales desbordadas,
con la disciplina férrea durante el
trabajo, con el sometimiento incondicional a la voluntad de una sola persona,
del dirigente soviético, en las horas de trabajo.
Todavía no
hemos aprendido a hacerlo.
Pero
aprenderemos.
La amenaza
de restauración de la explotación burguesa, personificada por los Kornílov, los
Gots, los Dútov, los Gueguechkori y los Bogaevski, se cernía ayer sobre
nosotros. Pero los hemos vencido. Esta restauración esta misma restauración nos
amenaza hoy bajo otra forma, bajo la forma del elemento de relajación anarquismo
pequeñoburgués , del espíritu del
pequeño propietario: "Eso no reza conmigo"; bajo la forma de ataques
e incursiones cotidianos, pequeños, pero numerosos, de este elemento contra la
disciplina proletaria. Debemos vencer este elemento de anarquía
pequeñoburguesa, y lo venceremos.
83
Se refiere al
decreto del Consejo de Comisarios del Pueblo Sobre la centralización de la
administración, La protección de los ferrocarriles y la elevación de su
capacidad de tráfico. Después de analizar, el 18 de marzo de 1918, el proyecto
de decreto propuesto por el Comisariado del Pueblo de Vías de Comunicación
sobre la no interferencia de las diversas instituciones en los asuntos del
Departamento de Ferrocarriles, el Consejo de Comisarios del Pueblo encargó a
una comisión especial rehacer el decreto sobre la base de las siguientes tesis
de Lenin: "1. Mayor centralización. 2. Nombramiento de responsables
ejecutivos en cada centro local, a elección de las organizaciones ferroviarias. 3. Cumplimiento obligatorio de sus
órdenes. 4. Derechos dictatoriales a
los destacamentos de protección militar encargados de mantener el orden. 5. Medidas para inventariar sin demora
el material rodante y su ubicación. 6.
Medidas para crear la sección técnica. 7.
Combustible". En el proyecto, que fue presentado por la comisión y
examinado el 21 de marzo en el Consejo de Comisarios del Pueblo, Lenin
introdujo enmiendas esenciales, después de lo cual fue aprobado por el
Gobierno. Como el decreto fue recibido con hostilidad por el Comité Ejecutivo
del Sindicato de Ferroviarios de toda Rusia (CESFR), en el que tenían gran
influencia los mencheviques y los eseristas de izquierda, el Comisariado del
Pueblo de Vías de Comunicación propuso en una reunión del Consejo de Comisarios
del Pueblo, el 23 de marzo, que se modificara el decreto. Los representantes
del CESFR presentes en la reunión atacaron el decreto, considerando que éste
"anulaba el papel del CESFR y lo sustituía por la dirección unipersonal
del comisario". Al rechazar los ataques de los adversarios del decreto,
Lenin explicó la necesidad de adoptar las medidas más firmes para desterrar el
sabotaje. y el desorden en los ferrocarriles y propuso enmiendas que hicieron
más categórico el decreto. Con estas enmiendas, el 23 de marzo fue aprobado
definitivamente el decreto por el Gobierno y el día 26 del mismo mes publicado
con la firma de Lenin en el núm. 57 de hvestia VTsJK.-203.
84 "Novaya Zhizn": véase la nota 26.
"Vperiod''
(Adelante): diario menchevique; se publicó en Moscú desde marzo de 1917 como
órgano de la organización menchevique de Moscú y más tarde como órgano de los
comités del POSDR (menchevique) de la organización de Moscú y de la Región
Central. A partir del 2 de abril de 1918 fue asimismo órgano del Comité Central
de los mencheviques; integraban su redacción L. Mártov, F. l. Dan y A. S.
Martínov. Después de la Revolución Socialista de Octubre la publicación fue
suspendida en dos ocasiones por su labor contrarrevolucionaria, y el 10 de mayo
de 1918 fue clausurado por decreto de la Cheka y sus dirigentes fueron
procesados. El 14 de mayo reapareció con el título de Vsegdá Vperiod! (
¡Siempre Adelante!), saliendo sólo un número, y reanudó su publicación en enero
de 1919. En febrero de 1919, por decreto del CEC de toda Rusia fue clausurado
definitivamente debido a su orientación contrarrevolucionaria. -206.
85 "Dew Naroda": véase la nota
26.
"Nash
Vek" (Nuestro Siglo): uno de los nombres del periódico Rech, órgano
central del contrarrevolucionario Partido Demócrata Constitucionalista, que
después de clausurado por orden del Comité Militar Revolucionario de
Petrogrado, del 26 de octubre (8 de noviembre) de 1917, siguió apareciendo
hasta agosto de 1918 con las denominaciones de .Nasha Rech (Nuestra Palabra),
Svohódnaya Rech (La Palabra Libre), Vek (El Siglo), N6vaya Rech (La Nueva
Palabra) y .Nash Vek.-206.
86 Octubre de 1905: período de apogeo de la primera revolución
rusa de 1905-1907. -208.
El desarrollo de la organización
soviética.
El- carácter socialista de la
democracia soviética -es decir, proletaria, en su aplicación concreta presente-
consiente, primero, en que los electores son las masas
trabajadoras y explotadas, quedando excluida la burguesía; segundo, en que desaparecen todas
las formalidades y restricciones burocráticas en las elecciones: las propias masas determinan las normas y el
plazo de las elecciones, gozando de plena libertad para revocar a los elegidos;
tercero, en que se crea la
mejor organización de masas de la vanguardia trabajadora, del proletariado
de la gran industria, la cual le permite dirigir a las más· vastas
masas de explotados, incorporarlas a una vida política independiente y
educarlas en el aspecto político, basándose en su propia experiencia; en que,
de este modo, se aborda por vez primera la tarea de que aprenda a gobernar y
comience a gobernar realmente toda la población.
Tales son
los principales rasgos distintivos de la democracia aplicada en Rusia, que
constituye un tipo superior de democracia, que significa la ruptura con la
deformación burguesa de la misma y el paso a la democracia socialista y a
condiciones que permitan el comienzo de la extinción del Estado.
Por
supuesto, el elemento de la desorganización pequeñoburguesa (que se dejará
sentir inevitablemente, bajo una u otra forma, en toda revolución proletaria,
y que en nuestra revolución se manifiesta
con fuerza singular en virtud del carácter pequeñoburgués del país, de su
atraso y de las consecuencias de la guerra reaccionaria) no puede menos de
imprimir también su sello en los Soviets.
Andreu Nin (1892 – 1937) Los Soviets: Su origen,
función y desarrollo (1932)
Hay que
trabajar infatigablemente para desarrollar la organización de los Soviets y el
Poder soviético. Existe la tendencia
pequeñoburguesa es a convertir a los miembros de los en parlamentarios' o de
otro lado e burócratas. Hay que
luchar contra esto, haciendo participar prácticamente a todos los miembros de los Soviets en el
gobierno del país.
En muchos lugares, las secciones de los ' Soviets se están transformando en
órganos que se funden paulatinamente con los comisariados. Nuestro objetivo es
hacer participar prácticamente a toda la población pobre en el gobierno del
país; y todos los pasos que se den para lograr este objetivo -cuanto más
variados, tanto mejor deben ser registrados, analizados y sistematizados
minuciosamente, deben ser contrastados con una experiencia más amplia y
refrendados por la ley. Nuestro objetivo
es lograr que cada trabajador, después de "cumplir la " de ocho horas
de trabajo productivo las funciones estatales. El paso a particularmente
difícil, pero sólo en él está la garantía de que se consolide definitivamente
el socialismo, Como es natural, y la dificultad del cambio motivan la
abundancia de pasos que se dan a tientas, por decirlo así; originan multitud de
errores y titubeos, sin los cuales no puede haber ningún avance rápido. Toda la
originalidad de la situación actual consiste, desde el punto de vista· de
muchos que desean considerarse socialistas,
en que la gente se ha acostumbrado a oponer en forma abstracta el capitalismo al
socialismo, intercalando entre uno y otro, con aire grave, la palabra
"salto" (algunos, recordando fragmentos aislados de cosas leídas en
las obras de Engels, agregaban con aire aún más grave: "salto del reino
de la necesidad al reino de la libertad" 87). La mayoría de los llamados socialistas, que del socialismo
"han leído en los libros", pero que jamás han profundizado en serio
en este problema, no saben pensar que los maestros del socialismo denominaban
"salto" al cambio brusco, considerado desde el punto de vista de los
virajes de la historia universal, y que
los saltos de esta naturaleza abarcan períodos de diez e incluso más años.
Es lógico que la famosa "intelectualidad" suministre en momentos como
éste una infinidad de plañideras: una
llora por la Asamblea Constituyente 88;
otra, por la disciplina burguesa; la tercera,
por el orden capitalista; la cuarta, por el terrateniente civilizado; la
quinta, por el espíritu imperialista de nación dominante, etc. , etc.
El verdadero
interés de la época de los grandes saltos consiste en que la abundancia de
escombros de lo viejo, amontonados a veces con mayor rapidez que despuntan los
brotes de lo nuevo (no siempre perceptibles al primer golpe de vista), requiere
que se sepa destacar lo más esencial en· la línea o en la cadena del
desarrollo. Hay momentos históricos en
que lo más importante para asegurar el éxito de la revolución consiste en
amontonar la mayor cantidad posible de escombros, es decir, hacer saltar el
mayor número de instituciones caducas; hay momentos en que, logrado
esto en grado suficiente, se plantea a la orden del día la labor
"prosaica" ("tediosa" para el revolucionario
pequeñoburgués) de descombrar el terreno; hay
momentos en que lo más importante es cuidar con solicitud los brotes ·de lo
nuevo, que surgen de entre los escombros en un terreno aún mal descombrado.
No basta con
ser revolucionario y partidario del socialismo o comunista en general. Es
necesario saber encontrar en cada momento peculiar eslabón articula al cual hay
que aferrarse con todas las fuerzas para sujetar toda la cadena cerrarán
sólidamente el paso al eslabón siguiente. El orden de los eslabones, su forma,
su engarce, la diferencia unos y otros no son tan simples ni tan burdos en la
cadena histórica de los acontecimientos como en una cadena corriente-forjada
por un herrero.
La lucha
contra la deformación burócrata de la organización soviética está garantizada por la solidez de vínculos
de los Soviets con el “pueblo” entendiese por tal a los trabajadores y
explotados por la flexibilidad y elasticidad de esos vínculos. Los pobres jamás consideran instituciones
suyas los paramentos burgueses, ni siquiera en la república capitalista más
democrática del mundo. Los
Soviets, en cambio, son instituciones "propias", y no ajenas, para la
masa de obreros y campesinos. A los actuales "socialdemócratas"
del matiz de Scheidemann o, lo que es casi igual, de Mártov les repugnan los
Soviets y les atrae el respetable Parlamento burgués o la Asamblea
Constituyente, del mismo modo que a Turguénev, hace sesenta años, le atraía la
moderada constitución monárquica Y aristocrática y le repugnaba el espíritu
democrático "plebeyo" de Dobroliúbov y Chernishevski.
Es precisamente esta proximidad de
los Soviets al "pueblo" trabajador la que crea formas especiales de
control desde abajo -derecho de revocación, etc.-, que deben ser desarrolladas ahora
con un celo singular. Por ejemplo, los Consejos de Instrucción Pública como
conferencias periódicas de los electores soviéticos con sus delegados para
discutir y controlar la labor de las autoridades soviéticas en este terreno,
son dignos de la mayor simpatía y apoyo. No hay nada más necio que transformar
los Soviets en algo anquilosado que se basta por sí solo. Cuanto mayor sea la
decisión con que debamos defender hoy la necesidad de un poder firme e
implacable, de <dictadura de ciertas personas para determinados procesos de
trabajo, en determinados momentos del ejercicio de funciones puramente
ejecutivas, tanto más variadas habrán de ser las formas y los métodos de
control desde abajo, a fin de paralizar toda sombra de posible deformación del
Poder soviético, a fin de arrancar reiterada y constantemente la mala hierba
burocrática.
87
Lenin se
refiere y cita la obra de F. Engels Anti-Dühring (véase C. Marx y F. Engels.
Obras, T. 20, pág. 295).-211
Anti-Dühring. La revolución de la ciencia por el señor
Eugen Dühring
Federico Engels
https://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/engels_antiduhring_interior.pdf
Anti-Dühring.
La revolución de la ciencia por el señor Eugen Dühring
Federico
Engels
https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/78ad/78AD.htm
88 En la declaración del Gobierno
Provisional del 2 (15) de marzo de 1917 se señalaba la fecha para convocar la Asamblea
Constituyente, que debía decidir acerca del sistema estatal de Rusia. Pero la
fecha de las elecciones se cambió varias veces, y se celebraron el 12 (25) de
noviembre de 1917, es decir, después de triunfar la Revolución Socialista de
Octubre. Se hicieron según un decreto ratificado por el Gobierno
Provisional y por listas preparadas antes de la Revolución de Octubre. La
Asamblea Constituyente se abrió el 5 (18) de enero de 1918 en Petrogrado. La
mayoría de los diputados eran representantes de partidos contrarrevolucionarios.
Rechazaron el paso del poder a los Soviets y se negaron a ratificar el Decreto
de la Paz y el Decreto sobre la Tierra, aprobados por el II Congreso de los
Soviets de toda Rusia. La Asamblea Constituyente fue disuelta por resolución
del CEC de toda Rusia el 6 (19) de enero.-211.
Conclusión.
Una
situación internacional extraordinariamente dura, difícil y peligrosa; la
necesidad de maniobrar y replegarse; un período de espera de nuevas explosiones
revolucionarias, que maduran con agobiante lentitud en los países occidentales;
dentro del país, un período constructivo lento y de implacable "acicate",
de lucha prolongada y tenaz de una severa disciplina proletaria contra los
elementos amenazadores de la relajación y de la anarquía pequeñoburguesas:
tales son, en pocas palabras, los rasgos distintivos de la etapa peculiar de la
revolución socialista que estamos atravesando. Tal es el eslabón de la cadena
histórica de los acontecimientos al que debemos aferrarnos ahora con todas
nuestras fuerzas para estar a la altura de nuestras tareas hasta el momento de
pasar al eslabón siguiente, eslabón que
nos atrae por su singular esplendor, por el esplendor de las victorias de la
revolución proletaria internacional.
Intentemos
comparar con el concepto corriente, habitual, del "revolucionario"
las consignas que surgen de las condiciones peculiares de la etapa que atravesamos:
maniobrar, replegarse, esperar, construir lentamente, espolear implacablemente,
disciplinar con severidad, combatir la relajación ... ¿Qué hay de extraño en
que, al oír esto, algunas "revolucionarios" sean presa de una noble
indignación y comiencen a "fulminarnos", acusándonos de haber
olvidado las tradiciones de la Revolución de Octubre, de conciliarnos con los
especialistas burgueses, de concertar compromisos con la burguesía, de tener un
espíritu pequeñoburgués, de haber caído en el reformismo, etc., etc.?
La desgracia
de .estos malhadados revolucionarios consiste en que ni siquiera los impulsados
por las mejores intenciones del mundo ni los adictos por completo a la causa
del socialismo llegan a comprender el estado singular y particularmente
"desagradable" por el que debe pasar sin falta un país atrasado,
devastado por una guerra reaccionaria y maldita y que ha iniciado la revolución
socialista mucho antes que los países más adelantados, consiste en que les falta
la firmeza imprescindible en los momentos difíciles de una difícil transición.
Naturalmente, la oposición "oficial" de este género a nuestro Partido
se la hace el partido de los eseristas
de izquierda. Es
evidente que existen y existirán siempre excepciones individuales que se
apartan de los modelos típicos de un grupo o de una clase. Pero los tipos
sociales quedan. En un país donde el
predominio de los pequeños propietarios sobre la población puramente proletaria
es enorme, la diferencia entre el
revolucionario proletario y el revolucionario pequeñoburgués tiene que
reflejarse de manera ineludible (y en ciertas ocasiones con extraordinario
contraste). El revolucionario pequeñoburgués duda y vacila ante cada giro de
los acontecimientos; pasa de un revolucionarismo furibundo, en marzo de 1917,
a glorificar la "coalición" en mayo, a odiar a los bolcheviques (o
lamentar su "aventurerismo") en julio, a apartarse temeroso de ellos
a fines de octubre, a apoyarles en diciembre y, por último, a decir en marzo y
abril de 1918, haciendo una mueca despectiva: "No soy de los que cantan
loas al trabajo 'orgánico', al practicismo y al avance pasito a paso".
La base
social de semejantes tipos es el pequeño propietario exasperado por los
horrores de la guerra, por la ruina súbita, por los insoportables sufrimientos
del hambre y el desbarajuste económico y que se debate histéricamente, buscando
salida y salvación, vacilando entre la confianza y el apoyo al proletariado, por
un lado, y los accesos de desesperación, por otro. Hay que comprender
claramente y recordarlo muy bien que con tal base social no es posible
construir el socialismo. Sólo la clase
que sigue su camino sin vacilaciones, que no se desanima ni desespera en los
tránsitos más duros, -difíciles y peligrosos puede dirigir a las masas
trabajadoras y explotadas. No necesitamos accesos de histeria. Lo que
necesitamos es el paso acompasado de los batallones de hierro del proletariado.
……
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo36.pdf
Bibliografía
imprescindible sobre la concepción marxista del poder (En Francia - Rusia-
Alemania-España)
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/11/bibliografia-imprescindible-sobre-la.html
Referencias de las notas
Seis tesis acerca de las tareas inmediatas
del poder soviético 128
Escrito
entre el 29 de abril y el 3 de mayo de 1918
Publicado el
9 de mayo de 1918 en el periódico "Bednotá", núm. 33
Obras Completas, Tomo 36: Marzo-julio 1918 (pág. 285-288)
1. La situación internacional de la República Soviética
es difícil y crítica en grado sumo, pues el capital y el imperialismo internacionales,
movidos por sus intereses más profundos y cardinales, aspiran no sólo a volver
las armas contra Rusia, sino también a llegar a un acuerdo sobre el reparto del
territorio de ésta y la estrangulación del Poder soviético.
Únicamente
el ensañamiento de la matanza imperialista de pueblos., en el Oeste de Europa y
la competición imperialista de Japón y de Norteamérica en Extremo Oriente
paralizan o frenan esas aspiraciones, y sólo en parte y por cierto tiempo,
probablemente corto.
Por ello, la
táctica obligatoria de la República Soviética debe consistir, por una parte,
en poner todas las fuerzas en máxima
tensión para lograr el fomento económico más rápido posible del país,
aumentar su capacidad defensiva y crear un poderoso ejército socialista; por
otra parte, en aplicar en la política internacional una táctica obligatoria de
maniobras, de repliegues y espera hasta el momento en que madure definitivamente
la revolución proletaria internacional, que está sazonando hoy con mayor rapidez
que antes en toda una serie de países adelantados.
2. En el terreno de la política interior, en la
actualidad se plantea al orden del día, de acuerdo con la resolución aprobada el 15 de marzo de 1918 por el Congreso de los
Soviets de toda Rusia, la tarea de organización. Precisamente esta tarea,
aplicada a la organización nueva y superior de la producción y de la
distribución de los productos, basadas en la gran producción {trabajo)
maquinizada socializada, constituye el contenido principal -y la condición
principal de la victoria completa- de la revolución socialista iniciada en
Rusia el 25 de octubre de 1917.
3. Desde el punto de vista puramente político, la clave del momento consiste en que han sido
cumplidas, en lo fundamental y a grandes
rasgos, la tarea de convencer a la Rusia trabajadora de que el programa de
la revolución socialista es justo y la tarea de ganar a Rusia para los
trabajadores, arrancándola de manos de los explotadores, planteándose al orden
del día la tarea principal: cómo gobernar a Rusia. Organizar con
acierto el gobierno del país y el estricto cumplimiento de las disposiciones
del Poder soviético: en eso consiste la
tarea esencial de los Soviets, la condición de la victoria completa del
tipo soviético de Estado, tipo que no basta con decretar oficialmente, que no
basta con instituir e implantar en todos los confines del país, sino que es
necesario, además, poner a punto y controlar prácticamente en la labor regular,
cotidiana de gobierno.
4. En el terreno de la construcción económica del
socialismo, la clave del momento consiste en que nuestra labor de organización
de la contabilidad y del control populares y universales de la producción y de
la distribución de los productos y de implantación de la regulación proletaria
de la producción se ha rezagado mucho de la labor de expropiación directa de
los expropiadores: los terratenientes y los capitalistas. Este es el hecho
fundamental que determina nuestras tareas.
De él se
desprende, por una parte, que la lucha contra la burguesía entra en una nueva
fase, a saber: que el centro de gravedad se desplaza a la organización de la
contabilidad y del control. Sólo así pueden afianzarse todas las conquistas
económicas arrancadas al capital y todas las medidas de nacionalización de
algunas ramas de la economía nacional aplicadas por nosotros desde octubre;
sólo así puede prepararse la feliz culminación de la lucha contra la burguesía,
es decir, el afianzamiento total del socialismo.
Del hecho
fundamental señalado se desprende, por otra parte, por qué el Poder soviético
se ha visto obligado en determinados casos a dar un paso atrás o ·aceptar un
compromiso con las tendencias burguesas. Uno
de esos pasos atrás y una desviación de los principios sustentados por la
Comuna de París fue, por ejemplo, la concesión de sueldos elevados a una
serie de especialistas burgueses. Uno de esos compromisos fue el acuerdo
con las cooperativas burguesas acerca de los pasos y medidas necesarios para
incorporar gradualmente a toda la población a las cooperativas. En tanto el
poder proletario no implante del todo el control y la contabilidad populares,
los compromisos de ese género serán imprescindibles, y nuestra tarea consiste,
sin silenciar en modo alguno al pueblo los aspectos negativos de esos
compromisos, en poner las fuerzas en tensión para mejorar la contabilidad y el
control como único medio y vía de llegar a la supresión total de semejantes
compromisos. En el momento actual, tales compromisos son imprescindibles como
único medio (dado nuestro atraso en la contabilidad y el control) de garantizar
un avance más lento, pero más seguro. La necesidad de esos compromisos
desaparecerá cuando se aplique por entero la contabilidad y el control de la
producción y la distribución de los productos.
5. Se plantean, en particular, al orden del día las
medidas orientadas a elevar la disciplina laboral y la productividad del
trabajo. Los pasos emprendidos ya en este sentido, sobre todo por los
sindicatos, deben ser apoyados, respaldados e intensificados con todas las
fuerzas. Entre ellos figuran, por
ejemplo, el establecimiento de la retribución por unidad de trabajo realizado,
la aplicación de lo mucho que hay de científico y progresista en el sistema Taylor, la correspondencia de los salarios
al balance general del trabajo de la fábrica o a los resultados de la
explotación del transporte ferroviario, fluvial y marítimo, etc. Figuran
también la organización de la emulación entre las distintas comunas de producción
y consumo, la selección de organizadores, etc.
6. La dictadura del proletariado es una
necesidad absoluta durante la transición del capitalismo al socialismo, y esta verdad se ha visto confirmada
plenamente en la práctica de nuestra revolución. Pero la dictadura presupone un
poder revolucionario verdaderamente firme e implacable en la represión tanto
de los explotadores como de los malhechores, y nuestro poder es demasiado
blando. Estamos muy lejos aún de haber asegurado plenamente el sometimiento incondicional,
durante el trabajo, a las disposiciones de una sola persona, de los dirigentes
soviéticos, de los dictadores,
elegidos o designados por las instituciones soviéticas, dotados de plenos
poderes dictatoriales (como lo exige, por ejemplo, el decreto ferroviario). En este terreno se manifiesta la influencia
del elemento pequeñoburgués, la influencia de las costumbres,
aspiraciones y estados de ánimo inherentes a los pequeños propietarios
privados, que se hallan en pugna abierta con la disciplina proletaria y el
socialismo. Todo lo que hay de consciente en el proletariado debe estar
orientado a la lucha contra este elemento pequeñoburgués, que se expresa de modo
directo ( en el apoyo de la burguesía y sus lacayos, los mencheviques,
eseristas de derecha, etc., a toda resistencia al poder proletario) e indirecto
( en la vacilación histérica que revelan ·en las cuestiones políticas
principales tanto el partido pequeñoburgués de los eseristas de izquierda como la corriente de los "comunistas de izquierda" en nuestro Partido, corriente que se desliza a los
procedimientos del revolucionarismo pequeñoburgués e imita a los eseristas
de izquierda)
Disciplina
férrea y dictadura del proletariado aplicada hasta el fin contra las
vacilaciones pequeñoburguesas: tal es la consigna general y concluyente del
momento.
128. Lenin escribió las Seis tesis acerca
tú las tareas inmediatas del Poder soviético por encargo del CEC de toda Rusia,
después de haberse discutido en dicho organismo, el 29 de abril de 1918, su
informe sobre las tareas inmediatas del Poder soviético. El 3 de mayo, el
Comité Central del Partido aprobó por unanimidad las tesis de Lenin, con
insignificantes enmiendas, y el 4 de mayo el Presídium del CEC de toda Rusia
las envió a los Soviets locales, indicando en una circular que las tesis de
Lenin "debían ser la base para la labor de todos los Soviets". -285.
Escrito
entre el 29 de abril y el 3 de mayo de 1918
Publicado el
9 de mayo de 1918 en el periódico "Bednotá", núm. 33
Se publica
según el texto de la segunda edición del folleto: Lenin. "Las tareas inmediatas del Poder soviético
ed. 1918, cotejado con el manuscrito.
Obras Completas, Tomo 36: Marzo-julio 1918 (pág. 285-288)
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo36.pdf
Rosa
Luxemburgo. La tragedia rusa (la capitulación del proletariado revolucionario
ruso al militarismo alemán) con la firma del Tratado Brest-Litovsk de 3 de
febrero de 1918).
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2021/06/rosa-luxemburgo-la-tragedia-rusa-la.html
Tratado de
Brest-Litovsk de 1918. Frenazo a la Revolución rusa. (Del Comunismo de guerra a
la Nueva Política Económica o capitalismo de Estado)
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2021/07/tratado-de-brest-litovsk-de-1918.html
Resolución sobre la ratificación del
tratado de Brest
4
Obras Completas, Tomo 36: Marzo-julio 1918 (págs. 128-129.)
Escrito el
13 o el 14 marzo de 1918
El Congreso
ratifica el tratado de paz suscrito por nuestros representantes en Brest-Litovsk
el 3 de marzo de 1918. El Congreso considera justo el proceder del Comité
Ejecutivo Central y del Consejo de Comisarios del Pueblo, que acordaron
concluir esta paz, extraordinariamente penosa, impuesta por la violencia y
humillante, en vista de que carecemos de ejército y de que la guerra ha agotado
hasta el extremo las fuerzas del pueblo, que, lejos de recibir en sus
infortunios la ayuda de la burguesía y de la intelectualidad burguesa, ha visto
cómo las mismas utilizaban esos infortunios para sus egoístas fines de clase.
El Congreso
considera también absolutamente justo el proceder de la delegación que ha
participado en las negociaciones de paz, la cual se negó a entrar en un examen
detallado de las condiciones alemanas de paz, puesto que tales condiciones se
nos han impuesto por vía de ultimátum manifiesto y de una violencia descarada.
El Congreso
plantea con la mayor insistencia ante todos los obreros, soldados y campesinos,
ante todas las masas trabajadoras y oprimidas la tarea principal e
impostergable del momento: elevar la disciplina y autodisciplina de los
trabajadores, crear por doquier organizaciones fuertes y bien cohesionadas, que
abarquen a ser posible toda la producción y toda la distribución de los
productos, y emprender una lucha sin cuartel contra el caos, la desorganización
y el desbarajuste, históricamente inevitables como legado de una guerra tan
penosa, pero que al mismo tiempo son el primer impedimento para la victoria
definitiva del socialismo y para la consolidación de las bases de la sociedad
socialista.
Ahora,
después de la Revolución de Octubre, después del derrocamiento del poder
político de la burguesía en Rusia, después de que hemos roto y hecho públicos
todos los tratados secretos imperialistas, después de que hemos anulado los empréstitos
extranjeros, después de que el Gobierno obrero y campesino ha propuesto una paz
justa a todos los pueblos sin excepción, Rusia, que se ha librado de las zarpas
de la guerra imperialista, tiene derecho a declarar que no participa en el
saqueo y sometimiento de países ajenos.
Desde ahora,
la República Federativa
Soviética de Rusia,
condenando unánimemente las guerras de rapiña, reconoce su derecho y su
deber de defender la patria socialista contra todos los posibles ataques de
cualquier potencia imperialista.
Por eso, el
Congreso reconoce que las masas trabajadoras tienen el deber inexcusable de
tensar todas sus fuerzas para restablecer y elevar la capacidad defensiva de
nuestro país, para restablecer su potencia militar sobre- la base de una milicia socialista -y de la instrucción militar general
de todos los adolescentes y ciudadanos adultos de ambos sexos.
El Congreso expresa la seguridad absoluta
de que el Poder soviético, que ha cumplido con firmeza todas las obligaciones
de la solidaridad internacional de los obreros de todos los países· en su lucha
contra el yugo del capital y por el socialismo, seguirá haciendo todo lo que
esté a nuestro alcance para coadyuvar al movimiento socialista internacional,
para asegurar y acelerar la marcha por el camino que conduce a la humanidad a
liberarse del yugo del capital y de la esclavitud asalariada, a crear la
sociedad socialista y una paz duradera y justa entre los pueblos.
El Congreso
expresa la convicción más profunda de que la revolución obrera internacional no
está lejana y de que la plena victoria del proletariado socialista está
asegurada, a pesar de que los imperialistas de todos los países no se detienen
ante los medios más feroces para aplastar el movimiento socialista.
Escrito el
13 o el 14 marzo de 1918
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo36.pdf
Para el
proyecto de decreto sobre la nacionalización de la banca y las medidas conexas
necesarias *
Obras completas, Tomo 35 (pág. 444-445)
Para el proyecto de decreto
sobre la nacionalización de la banca y las medidas conexas necesarias *
1. Borrador del proyecto de decreto
**
2. Tesis del proyecto de decreto
1. Borrador del proyecto de decreto **
5. Las
normas detalladas sobre los pagos bancarios y sobre las operaciones bancarias
de tramitación de cuentas privadas, transacciones crediticias, etc., serán
objeto de publicación aparte.
El pago por
productos alimenticios se descuenta en la proporción de un 50% del precio
habitual si se venden a sociedades de consumo y se pagan a través de cuentas
corrientes en los bancos * * *
7. Todo el
dinero de particulares, a excepción de 100-200 rublos por semana para uso
personal, deberá ser guardado en las cuentas corrientes del Banco del Estado y
sus secciones. El ocultamiento conlleva la pena de confiscación.
8. Las
personas de las clases adineradas vienen obligadas a tener cartillas laborales
y de consumo (presupuestarias) y hacer llegar semanalmente al Banco del Estado
los extractos de ellas.
9.
Pertenecen a las clases adineradas los propietarios de bienes inmuebles por la
suma) 25.000 rublos o rentas superiores a 500 rublos mensuales, o reservas
monetarias que excedan de los 1.000 rublos
10. El
Consejo Superior de Economía Nacional constituye grupos móviles de controladores
{inspectores, contables, tenedores de libros, etc.) y estos grupos provistos de
mandato del CSEN tienen derecho pleno y absoluto a inspeccionar cualquier
empresa y cualquier negocio privado.
11. El
comercio exterior pasa a ser monopolio del Estado.
* Véase el presente volumen, págs. 181-183.-Ed.
** No se
conserva la primera página del manuscrito .-Ed
* * * Este
párrafo está tachado en el manuscrito. Está omitido el número 6.-Ed.
2. Tesis del proyecto de decreto
1. Todas las
empresas por acciones pasan a ser propiedad del Estado.
2. Los
miembros de las directivas, los directores y los accionistas con un total · de
5.000 rublos en bienes responden con sus bienes y su libertad por una
administración escrupulosa ("enemigos del pueblo")
3. La
población es agrupada forzosamente en sociedades de consumo.
4. Ayuda a
los sectores humildes (campesinos en particular) en este sentido. Persecución
de especuladores y evasores: "enemigos
del pueblo".
5. Tenencia
del dinero en el banco, todo por encima de 500 rublos, so pena de
confiscación y detención (luego timbrado, cambio por otro papel moneda y
otras medidas). Norma de consumo no) 125 rublos semanales.
6. Trabajo
general obligatorio: primer paso - libretas laborales y de consumo,
presupuestario-laborales para los ricos, control de las mismas. Su
deber-trabajar en el sentido indicado, si no- "enemigos del pueblo".
7.
Saboteadores y funcionarios huelguistas - enemigos del pueblo.
8. Los ferrocarriles
transportan con urgencia, sin esperar turno , los víveres y cargas necesarias
guiándose ante todo por los libramientos del Consejo Superior de Economía
Nacional y los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos. Lucha
contra los especuladores, acoso general de los mismos.
9. Paso a la
fabricación de productos útiles y comienzo de un intercambio correcto de grano
por productos: trabajo desde abajo y desde arriba, búsqueda de pedidos,
materias primas y demás, acometer en todas las direcciones.
10. Se
anulan los empréstitos públicos. Protección y observancia de los intereses de
los pequeños depositantes.
11. Grupos
móviles de controladores (Consejo Superior de Economía Nacional y Soviets) con
participación de personas recomendadas por las organizaciones del Partido
12.
Evaluadores obreros (y campesinos) para la apreciación de la cantidad y calidad
del trabajo.
Escrito en
diciembre, no antes del
14 (27), de 1917
Publicado
por primara vez en 1957 en el libro "Decretos del Poder soviético",
tomo 1
Para el proyecto de decreto
sobre la nacionalización de la banca y las medidas conexas necesarias * (pág.
444-445)
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo35.pdf
Discurso
sobre la nacionalización de la banca pronunciada en la sesión del Comité
Ejecutivo Central de toda Rusia 14 (27) de diciembre de 1917 79
Véase el presente volumen, págs. 181-183.-Ed.
ACTA
El orador que
me ha precedido en el uso de la palabra ha intentado asustarnos diciendo que
vamos hacia el hundimiento seguro y hacia el abismo seguro. Pero esas
intimidaciones no son nuevas para nosotros. El mismo periódico que expresa el
punto de vista de la fracción a que pertenece el orador -Nóvaya· Zhizn- decía
en vísperas de los días de Octubre que de nuestra revolución no resultaría
nada, excepto pogromos y motines anarquistas. Por eso, las afirmaciones de que
marchamos por un camino falso son el reflejo de la psicología burguesa, con la
que no pueden romper ni siquiera gentes no interesadas. (Exclamación de
los internacionalistas:
"demagogia!" .) No, esto no es demagogia; en cambio, sus constantes
divagaciones acerca del hacha, eso sí que es demagogia auténtica.
Todas las
medidas que contiene el decreto son exclusivamente la verdadera garantía del
control.
Ustedes
hablan de la complejidad del aparato, de su fragilidad y de lo complicado cie
la cuestión. Es una verdad elemental, conocida por todos. Si esa verdad se
utiliza únicamente para frenar todas las iniciativas socialistas, nosotros
decimos que quien emprende ese camino es un demagogo, un demagogo pernicioso.
Queremos
comenzar la revisión de las cajas de caudales, pero se nos dice en nombre de
los sabios especialistas que en ellas no hay más que documentos y valores. ¿Qué hay de malo, entonces, en que las
controlen representantes del pueblo?
Si es así,
¿por qué se esconden esos sabios especialistas criticones? Ante todas las
decisiones del Soviet nos declaran que están de acuerdo, pero sólo en
principio. Es el sistema de los intelectuales burgueses, de todos los
conciliadores, que con su constante acuerdo en principio y su desacuerdo en la
práctica lo echan a perder todo.
Si son tan
expertos e instruidos en todos los asuntos, ¿por qué no nos ayudan, por qué en
nuestro difícil camino sólo encontramos sabotaje por su parte?
Ustedes arrancan de una acertada teoría
científica, pero nosotros consideramos que la teoría es la fundamentación de
las acciones emprendidas para estar seguros de ellas, y no para sentir un miedo
mortal. Naturalmente, las iniciativas son difíciles, y con frecuencia nos
acercamos a cosas frágiles; sin embargo, hemos sabido, sabemos y sabremos salir
airosos en esos asuntos.
Si los
libros sirvieran únicamente como freno y temor eterno a todo paso nuevo,
carecerían de valor.
Nadie, a excepción de los socialistas
utopistas, ha afirmado que se pueda vencer sin resistencia, sin dictadura del
proletariado y sin dejar caer la mano de hierro sobre el viejo mundo.
Ustedes han
aceptado también en principio esta dictadura,
pero cuando se traduce al ruso esa
palabra y se la denomina ''mano de hierro", aplicándola en la
práctica, advierten que el asunto es
frágil y embrollado.
Ustedes se
niegan obstinadamente a ver que esa mano de hierro, al destruir, construye.
Nuestra ventaja indiscutible consiste en que pasamos del principio a los
hechos. Para llevar a la práctica el control, llamamos a los banqueros y
convenimos con ellos unas medidas que aceptaron, a fin de, conservando el pleno
control y la rendición de cuentas, recibir créditos. Pero entre los empleados
de la Banca surgieron hombres que sienten como suyos los intereses del pueblo y
nos dijeron: "Les engañan, apresúrense a cortar su actividad criminal,
orientada directamente a perjudicarlos". Y nos apresuramos.
Sabemos que
es una medida difícil. Nadie de nosotros, ni siquiera los que tienen conocimientos económicos, se
comprometería a llevarla a la práctica. Llamaremos a los especialistas
dedicados a esos asuntos, pero sólo cuando tengamos las llaves en la mano.
Entonces sabremos incluso encontrar asesores entre los ex millonarios. Quienes
deseen trabajar serán recibidos con los brazos abiertos, siempre que no se
convierta en letra muerta cualquier iniciativa revolucionaria: no picaremos en
ese anzuelo. Las palabras "dictadura del proletariado" las
pronunciamos en serio y las llevaremos a la práctica.
Queríamos
seguir el camino del acuerdo con los bancos y les dimos créditos para subsidiar
las empresas, pero ellos emprendieron un sabotaje de proporciones inauditas y
la práctica nos llevó a ejercer el control con otras medidas.
El camarada
eserista de izquierda ha dicho que ellos votarán en principio a favor de la
inmediata nacionalización de los bancos para, después, determinar las medidas
prácticas en el plazo más breve. Mas eso es un error, pues nuestro proyecto
contiene únicamente principios. El Consejo Superior de Economía Nacional está
esperando ya para discutirlos, pero la no aprobación del decreto conducirá en
el acto a que los bancos adopten todas las medidas para desorganizar al máximo
la economía.
La aprobación del decreto es inaplazable, pues
de otro modo nos hundirán la resistencia y el sabotaje. (Aplausos que se
transforman en ovación.)
"Pravda",
núm. 216, 29 (16) de diciembre de 1917 e "lzvestia, núm. 253, 16 de
diciembre de 1917
79
V. I. Lenin
pronunció este discurso al debatirse en la reunión del CECR del 14 (27) de
diciembre de 1917 el decreto de nacionalización de la Banca.
La
preparación efectiva de esta medida comenzó inmediatamente después del triunfo
de la revolución socialista. El Banco del
Estado fue ocupado el 25 de octubre (7 de noviembre); tras de acabar con el
sabotaje de los funcionarios burgueses, el
Poder soviético no tardó en tomar posesión del Banco del Estado y de establecer el control sobre los bancos
privados como medida puente a su nacionalización. Pero el sabotaje de los
banqueros forzó al Gobierno soviético a acelerar la nacionalización de la Banca
privada. El 14 (27) de diciembre por la mañana, por disposición del Gobierno
fueron ocupados todos Los bancos e instituciones crediticias de Petrogrado por
destacamentos de obreros y soldados rojos. Aquel mismo día promulgó el CECR los decretos intitulados Sobre la
nacionalización de los bancos y Sobre la revisión de las cajas de caudales de
los bancos.
Ambos fueron
publicados el 15 (28) de diciembre en Jzveslia TsJK, núm. 252.-181.
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo35.pdf
Proyecto de decreto sobre las comunas
de consumo
Tomo 35 (págs. 219-221) Proyecto de decreto
sobre las comunas de consumo 96
1
Tesis preliminares
Los
proyectos del Comisariado de Abastecimiento sobre las "direcciones de
aprovisionamiento", los "comités de delegados", etc., así como
del Consejo Superior de Economía Nacional acerca de los "consejos económicos
distritales" 97, sugieren la necesidad de fusionar esas
organizaciones.
Tesis
preliminares:
(Etwa *): ¿Comabasventa? ¿Comités de abastecimiento y venta? **
* Aproximadamente.-Ed
** Funcionaban adjuntos a los Soviets de
diputados obreros, soldados y campesinos.-Ed.
Deben
constituir la célula las cooperativas subdistritales de producción y consumo
(mejor que las de acopies y comercio, etc.), que desempeñen el papel de comités
de abastecimiento y de organismos de venta. Los límites de los subdistritos
pueden ser modificados en caso de necesidad.
En las
ciudades podrían ocupar, quizá, un lugar semejante los comités de barriada o de
parte de las calles.
Si se
lograra constituir esos comités-células en las localidades, su fusión
proporcionaría una red capaz de organizar acertadamente el abastecimiento de
toda la población con cuanto sea necesario y organizar la producción a escala
de todo el país.
Quizá
pudiera tratarse, en lugar de "cooperativas",
de · "Soviets de diputados obreros y campesinos" con
participación de empleados de comercio, etc., etc.
Cada una de
esas cooperativas o comités o Soviets (o el comabasventa) se subdividiría en secciones o departamentos por
ramas de venta y por tipos de productos de abastecimiento para la regulación
general de la producción y del consumo (cada comabasventa debe tener su sección
de financiación, o de ingresos y gastos en dinero). Con la admisión del
impuesto de utilidades y del derecho a conceder créditos, sin intereses, a los
pobres, así como del trabajo general obligatorio, eso podrá constituir la
célula de la sociedad socialista. Los bancos subindustriales deberían
fusionarse entonces con las cajas de ahorros del Estado, transformándose en una
oficina de contabilidad de todo el Estado, en una suma de libros de
contabilidad del Estado.
Entonces se
permitiría el transporte y la compraventa de víveres únicamente de un comité de
abastecimiento y venta a otro, prohibiéndose toda venta individual. Con el certificado
de los comités de abastecimiento y venta subdistritales (en general, de los
"fundamentales", de los inferiores), pueden venderse también a
particulares víveres de los depósitos centrales, a condición de que figuren en
los libros de los comités de abastecimiento y venta subdistritales y otros ( excepto
en el seno de las pequeñas unidades o para minucias). No sería permitido ningún
transporte de víveres sin el certificado correspondiente del comité de
abastecimiento y venta.
Esto sería
la fusión de los Comisariados de Agricultura} de Comercio. e Industria de
Trabajo de Abastecimiento y del CSEN y de Hacienda y de Vías de Comunicación
NB:
"Comités de· abastecimiento y
venta": subdistritales, distritales rurales, provinciales, distritales
urbanos (:El:*= CSEN)
NB:
Las
barriadas ricas en las ciudades (o los poblados de veraneo ricos, etc.)
deberían estar subordinados a los emisarios de los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos; las barriadas, etc., en las
que el porcentaje de obreros y campesinos es inferior, pongamos por caso, al
60%
2
Proyecto de Decreto
La
guerra, que tiene su origen en la lucha entre los capitalistas por el reparto
de su botín rapaz, ha conducido a una ruina inaudita. La criminal especulación
y la caza de ganancias, sobre todo entre las clases acaudaladas, han agravado más aún esta ruina y han llevado a la tortura del hambre y
del desempleo a centenares de miles y a millones de personas. La necesidad
de adoptar medidas extraordinarias para ayudar a los hambrientos y combatir
implacablemente a los especuladores mueve al Gobierno obrero y campesino a
fijar, como ley de la República de Rusia, las siguientes reglas:
Todos los
ciudadanos del Estado deberán pertenecer a una sociedad local de consuma
(rural, subdistrital, de poblado o que agrupe a cierta parte de una ciudad,
parte de una calle, etc.).
El
agrupamiento de familias en sociedades de consumo será libre, con la única
limitación de que no menos de 2 /s del número de familias de cada sociedad
deberán pertenecer a las clases no acaudaladas (es decir, a los obreros, los
campesinos que no contraten en absoluto obreros asalariados, etc.).
Cada
sociedad de consumo dirigirá, además de la compra y la distribución de víveres,
la venta de los productos locales. Las directivas de las sociedades de consumo
formarán comités de abastecimiento, y sin un certificado por escrito del
correspondiente comité de abastecimiento no se autorizará ningún transporte de
víveres.
Son
nacionalizadas todas las sociedades de consumo existentes, imponiéndoseles la
obligación de incluir en ellas a toda la población, sin excepción alguna, de la
localidad correspondiente.
Los particulares podrán comprar también
víveres en los depósitos centrales, y no en el local, pero sólo a condición de
que sus compras sean registradas en los libros de la sociedad local de consumo.
El transporte y la compraventa de
víveres sin el certificado de un comité de abastecimiento se castigarán con la confiscación
de todos los bienes del infractor, el encarcelamiento por seis meses, como
mínimo, y la imposición de trabajos forzosos.
Los certificados que autorizan el
transporte y la compraventa de víveres deberán hacerse en dos ejemplares y estar
firmados por tres miembros, como mínimo, de la directiva del
correspondiente comité de abastecimiento, guardándose obligatoriamente un
ejemplar en el archivo de la directiva.
En cada
certificado deberá señalarse: qué sociedad de consumo envía el producto y a qué
sociedad deberá ser entregado.
Las oficinas
de Telégrafos transmitirán fuera de turno los telegramas de los comités de
abastecimiento.
Todos los
comités de abastecimiento actuarán bajo el control y por instrucciones de los Soviets locales de diputados obreros, soldados y campesinos.
Cada
ciudadano será libre de adquirir a través de su sociedad de consumo toda clase
de víveres sin limitación alguna, excepción hecha de las reglas restrictivas
que puedan ser establecidas para la importación de productos de otros países.
Los víveres
destinados a la venta serán entregados obligatoriamente al comité local de
abastecimiento de acuerdo con precios libres, excepto en los casos en que la
ley señale precios fijos. El dinero en pago de los productos será incluido en
la cuenta corriente del propietario en la sucursal local (rural, subdistrital,
urbana, fabril, etc.) del Banco Popular.
Cada Soviet de diputados obreros, soldados y campesinos estará obligado a formar grupos de
controladores, inspectores e instructores para ayudar a la población a
organizar sociedades de consumo (comités de abastecimiento) y para fiscalizar
sus cuentas y toda su gestión.
Serán
promulgadas especialmente instrucciones a los comités de abastecimiento acerca
de cómo deben llevar la contabilidad y la correspondencia.
Escrito el
24-27 de diciembre de 1917 (6-9 de mero de 1918)
Publicado
por primera vez el 22 de en ero de 1929, en el periódico "Izvestia",
núm. 18
96 Proyecto de decreto sobre las comunas de consumo:
escrito por Lenin; apareció el 19 de enero ( 1 de febrero) en /zyestia Ts/K
tras ser detallado por el Comisariado del Pueblo de Abastecimiento. Suscitó
encarnizada resistencia en los cooperativistas burgueses, que preconizaban para
las cooperativas independencia de los organismos del Poder soviético.
Considerando necesario utilizar el aparato cooperativo para la ordenación del
comercio y la distribución de las subsistencias entre la población, el Consejo
de Comisarios del Pueblo tuvo que acordar ciertas concesiones a los
cooperativistas. Negociaciones entre el consejo Superior de Economía Nacional,
y organizaciones cooperativas y abastecedoras, celebradas en marzo y principios
de abril de 1918, permitieron redactar un proyecto de decreto que fue estudiado
en el Consejo de Comisarios del Pueblo el 9 y 10 de abril y aprobado por éste,
con adiciones y enmiendas de Lenin, y convalidado el 11 de abril por el CECR.
Se aprobó una resolución del grupo bolchevique del CECR que señalaba que
"el decreto sobre las cooperativas de consumo es una solución de
compromiso con insuficiencias sustanciales" y que el CECR "aprueba el
decreto sobre las cooperativas de consumo como medida transitoria"
(Izvestia VTsIK, núm. 72, 12 de abril de 1918). El decreto fue publicado el 13
de abril en Pravda, núm. 71.-217.
97
V. l. Lenin
se refiere a la directriz a los Soviets locales para la organización del aparato de aprovisionamiento, redactada
por el Comisariado del Pueblo de Abastecimiento, al proyecto de dicho
comisariado sobre un Comisariado de Suministros y al reglamento del Consejo
Superior de Economía Nacional sobre los consejos zonales de economía nacional.
En vista de que los viejos organismos de
abastecimiento saboteaban los decretos del Poder soviético, el Comisariado del
Pueblo de Abastecimiento cursó el 22 de diciembre de 1917 (4 de enero de 1918)
una directriz a los Soviets locales que recomendaba buscar el apoyo de los
"comités de delegados" de las provincias y del ejército consumidores,
creados en los organismos de abastecimiento, para asumir las funciones de
abastecimiento y organizar su propio aparato al efecto. Paralelamente preparaba
el Comisariado del Pueblo de Abastecimiento un proyecto para reorganizarlo como
Comisariado de Suministros, que cuidaría de abastecer a la población no sólo de
subsistencias, sino también de todas las mercancías, señalándose una fuerte
reducción del comercio privado. Según este proyecto los organismos locales del
Comisariado de Suministros se transformarían en secciones de aprovisionamiento
adjuntas a los Soviets.
Con vistas a
organizar y reglamentar la vida económica de cada zona industrial, el 23 de
diciembre de 1917 (5 de enero de 1918), el Consejo Superior de Economía
Nacional aprobó el Decreto sobre los consejos de economía zonales (regionales)
y locales, que bajo la dirección de dicho organismo debían organizar y reglamentar
la producción localmente.-217.
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo35.pdf
Andreu Nin.
Los Soviets: Su origen,
función y desarrollo (1932)
Origen
y carácter de los Soviets
Los
Soviets antes de la toma del poder
·
El primer Soviet
·
El Soviet de Petersburgo
·
El Soviet de Moscú
·
Los Soviets en provincias
·
Estructura de los Soviets
·
Los Soviets y los partidos
·
Los Soviets y sus enemigos
Los
Soviets como órganos de Poder
·
Los Soviets y la Revolución de febrero
·
La victoria de Octubre y su significación
·
Los Soviet de campesinos y la Revolución de
octubre
La
estructura de la república de los Soviets
·
Los Soviets rurales
·
Los Soviets urbanos
·
Los Congresos de los Soviets y sus Comités
ejecutivos.
·
El derecho electoral
·
La democracia soviética
https://www.marxists.org/espanol/nin/1932/soviets.htm
FUNDACIÓN
ANDREU NIN
Los Soviets:
su origen, desarrollo y funciones
Andreu Nin
Publicado en
Cuadernos de Cultura, Valencia, 1932
https://web.archive.org/web/20150924020123/http://www.fundanin.org/nin18.htm
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/11/buceando-en-la-resolucion-reaccionaria_8.html
León
Trotski. Historia de la Revolución rusa
Tomo I
https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1932/histrev/tomo1/index.htm
León
Trotski. Historia de la Revolución rusa
Tomo II
https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1932/histrev/tomo2/index.htm
Bibliografía
imprescindible sobre la concepción marxista del poder (En Francia - Rusia-
Alemania-España)
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/11/bibliografia-imprescindible-sobre-la.html
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2018/11/andreu-nin-los-soviets-su-origen.html
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