Los
desórdenes en Bosnia-Herzegovina no son diferentes de lo que está sucediendo en
la vecina Ucrania. Como en Kiev, Estados Unidos está detrás de los incidentes
de Sarajevo. La diferencia es que en este último caso el principal objetivo es
acabar con una región autónoma: la República Srpska.
Red Voltaire | Stefan Karganović
Ha llegado
la «revolución de color» [1] que se esperaba en Bosnia
desde hace un año. Pero lo más importante es que, al contrario de lo que
esperaban los analistas, el «cambio de régimen» va más allá
del componente serbio: la República Srpska. Se está produciendo un
putsch que se extiende a todo el país –la Federación de
Bosnia-Herzegovina– y que llegará finalmente a la República Srpska.
Se trata de
un hecho muy importante ya que sugiere que los servicios secretos
occidentales –y, por supuesto, también sus Estados– quieren limpiar el terreno
político en todo el país. El plan consiste en explotar la creciente
insatisfacción social –más que justificada– para provocar el caos total. Ese
caos, así como la ilusión de «una vida mejor», que los medios
occidentales y los centros de propaganda estimularán en la conciencia de
las masas populares, serán utilizados posteriormente para poner en el
poder un nuevo equipo de títeres, no sólo a nivel de las autoridades
regionales sino también en el poder central.
Milorad Dodik, presidente
socialdemócrata de la Republika Srpska
desde 2010.
El objetivo
principal sigue siendo deshacerse del presidente Milorad Dodik y acabar con
la política independiente de este dirigente en la Republika
Srpska para instalar en Banjaluka un equipo que permita la
incorporación de la entidad autónoma serbia al Estado bosnio centralizado.
Los demás objetivos son la incorporación de toda Bosnia-Herzegovina a
la OTAN y su adaptación total a las estructuras occidentales euro-atlantistas.
A la luz de
la Constitución en vigor todo eso es imposible sin el consentimiento del
gobierno de la Republika Srpska. Es por esa razón que el
primer paso tiene que ser instaurar un gobierno que “coopere”. Muy
rápidamente el actual protectorado –que goza de una autonomía local muy
limitada– se transformaría entonces en una colonia de Occidente.
Al igual que
los manifestantes de Kiev, los de Bosnia actúan movidos por la ilusión de que
lo único que hace falta es «echar a los malos» para lograr «una
vida mejor», de la que tienen una visión nebulosa y absolutamente
indefinida. Pero esa «vida mejor» nunca se logrará si su obtención
se pone en manos de los títeres que Occidente quiere instalar en el poder.
Como ya se
ha visto en Ucrania, sólo Rusia tiene la capacidad material necesaria para
ayudar a mejorar la calidad de vida de ese país. La Unión Europea ya ha dejado
muy claro que carece de medios materiales para contribuir a la
reconstrucción de Ucrania, aunque sí tiene suficiente dinero para pagar
las proezas callejeras de los hooligans. Y lo que es válido para Ucrania,
también lo es para Bosnia y para la Republika Srpska.
Los motines
registrados desde hace unos días en la Federación de Bosnia-Herzegovina,
inicialmente en Tuzla antes de extenderse a Sarajevo y a otras ciudades de la
región central de la Federación, se caracterizaron desde el primer momento por
la extrema violencia de los manifestantes. Teniendo en cuenta el hecho que las
operaciones de «cambio de régimen» generalmente se basan en el escenario
de «resistencia no violenta» trazado por Gene Sharp, puede
parecer extraño que en el caso de Bosnia se haya suprimido la fase
no violenta.
La primera
fase del esquema habitual –basado en una provocación inicial que desencadena una
explosión de desórdenes– prevé, por el contrario, provocar un ataque del
gobierno contra manifestantes pacíficos que serán presentados por la prensa
como víctimas inocentes. Sin embargo, parece que los organizadores occidentales
están impacientes por liquidar el asunto lo más rápidamente posible, tanto
en Ucrania como en Bosnia-Herzegovina. Quizás sea por eso que han decidido
acelerar el proceso de instalación de sus títeres en el poder ahora que todavía
están a tiempo de mantener la ilusión de «una vida mejor»
apadrinada por Occidente y antes de que las malas noticias sobre la crisis que
afecta a los países occidentales lleguen a oídos de las masas populares de los
países del este.
La manera
como se maneja la revuelta aparece brevemente reflejada en la siguiente imagen,
divulgada en uno de los sitios web que apoyan el movimiento antigubernamental.
OPTOR EN
BOSNIA
OPTOR EN
BOSNIA EN IMAGEN
Manual
USA para derrocar gobiernos (IV) - De Bosnia para el mundo
En esta
sugerente imagen se destacan como mínimo 3 cosas:
- La primera es el nivel de
agresividad callejera que practican los manifestantes y que incluye
la quema de neumáticos.
- La segunda es el conocido
símbolo de Otpor!, el puño en alto, que ha caracterizado
todas las operaciones similares desde la realización de la primera
revolución de color exitosa organizada bajo control occidental en
Belgrado, en octubre del año 2000, lo cual indica –por supuesto– de
donde proviene la fuerza motriz de los acontecimientos que estamos viendo.
- Finalmente, el texto en inglés,
algo fuera de lugar en un movimiento supuestamente bosnio. Se trata
evidentemente de un lapsus que seguramente se corregirá con el tiempo ya
que indica claramente quién se encuentra detrás de toda esta farsa.
Además de
los elementos que acabamos de señalar, también están presentes los demás rasgos
característicos de las operaciones orquestadas alrededor de los principios
trazados por Gene Sharp. La infraestructura para el cambio de régimen –que
los especialistas occidentales han venido construyendo pacientemente en Bosnia
durante 2 años– ha recibido finalmente la orden de activación. Lo que
estamos viendo es resultado de la actividad de redes muy organizadas y
vinculadas entre sí que cubren toda la Federación, incluyendo la Republika
Srpska, y que actúan de conjunto para alcanzar objetivos idénticos
utilizando para ello todos los medios de la tecnología moderna puestos a
su disposición. La demagogia, convenientemente nebulosa, menciona temas
no claramente definidos, como el «respeto de los derechos humanos»
y «un mañana mejor», pero que obviamente garantizan un amplio
respaldo en Bosnia –la erradicación de los efectos de la radioactividad
tendría el mismo éxito en Fukushima. Pero, ¡oh sorpresa!, ninguno de los
sublevados propone medidas políticas concretas para la realización de
tan nobles ideales.
La idea de
convidar a las fuerzas policiales a unirse a los manifestantes también
viene del método de Gene Sharp. Los organizadores anónimos de los
motines de Tuzla se presentan bajo el acrónimo «Udar» [en español «golpe»],
una manera muy transparente de referirse a la organización política del
ucraniano Vitali Klitschko [2].
Es evidente
que los gobiernos de las dos entidades que conforman Bosnia-Herzegovina
no están preparados para enfrentar el destino que se les depara. En la
Federación, los políticos musulmanes creyeron tontamente que el apoyo
táctico de Occidente era una garantía a largo plazo, cometiendo así el mismo
error que el presidente egipcio Hosni Mubarak, quien también creyó que su
posición era segura, mientras que Estados Unidos entrenaba activistas del
movimiento juvenil del 6 de abril con intenciones de derrocarlo.
Y en la Republika
Srpska, no es sólo la coalición que actualmente ejerce el poder quien
no ha tenido tiempo de evaluar la situación para tomar medidas eficaces.
Es posible que los líderes de la oposición se despierten un día dándose cuenta
de que sus mentores occidentales los han engañado con el único interés de
utilizarlos en contra del presidente Dodik y que un nuevo equipo de
protegidos, discretamente formados por Occidente, se instalará en el poder
dejando a la oposición nacional fuera del juego.
Stefan
Karganović
[1] Las «revoluciones de
colores» no tienen como objetivo la transformación de la sociedad sino
únicamente provocar cambios de régimen, aplicando para ello las teorías que
Gene Sharp elaboró para la OTAN. Cf. «La
Albert Einstein Institution: no violencia según la CIA», por Thierry
Meyssan, Red Voltaire, 10 de febrero de 2007.
[2] Vitali Klichko es un ex
boxeador ucraniano que llegó al mundo de la política en 2006 bajo la etiqueta
del partido Pora!, creado por los hombres de Gene Sharp como
homólogo del movimiento serbio Otpor!. En 2012, Klichko se puso a
la cabeza de una coalición, la Alianza Democrática Ucraniana para la Reforma,
cuyo acrónimo en lengua ucraniana, Udar, significa “el golpe”, lo que se
presenta como un juego de palabras sobre la capacidad del boxeador y la toma
del poder. NdlR.
Bosnia en
llamas (en este documento doy más datos sobre la revolución de colores en
Bosnia)
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