Escrito: 17 de
abril de 1912
Fuente de
esta edición: Aparecido en Ouvrier communiste, nº 1, agosto
de 1929. La fuente alemana no se precisa y no figura en nuestra edición de las
Gesammelte Werke, Nota de Bataille Socialiste de cuya versión francesa
traducimos.
Fuente digital y traducción: Grupgerminal.org
Fuente digital y traducción: Grupgerminal.org
HTML: Rodrigo Cisterna, 2015.
Para el pensamiento anarquista la especulación directa sobre la
Revolución es un hecho superficial y accesorio. Lo que es esencial es
la forma abstracta y antihistórica de plantear la huelga general como medio que
condiciona toda la lucha proletaria. Para los anarquistas existen solo dos
cosas como premisas materiales de sus especulaciones revolucionarias: el sueño
utópico y la buena voluntad y el coraje para sacar a la humanidad del valle de
miseria en el que la mantiene el capitalismo. Del sueño destaca el
razonamiento, con sesenta años de vida ya, que la huelga general es el medio
más expeditivo, más seguro y más fácil, para saltar a un orden social mejor. Es
en el sueño donde encuentra su justificación la especulación mediante la cual
la lucha económica se plantea como la única y verdadera "acción directa de
las masas" y, en consecuencia, la única lucha revolucionaria (aquí está el
nuevo antojo de los "sindicalistas" franceses e italianos). Lo que ha
resultado fatal para los anarquistas no ha sido solamente la vertiente utópica
de sus métodos de lucha improvisados en el sueño sino la realidad imprevista
que los transfirió del terreno de las especulaciones revolucionarias al de la
práctica, donde se convirtieron de hecho en agentes de la reacción.
Quienes han querido fijar en Alemania, mediante la deliberación de una
dirección, el día preciso para desencadenar la huelga general, y quienes
igualmente, en los congresos sindicales de Colonia, han pretendido (prohibiendo
la propagación de esta solución del problema) hacer desaparecer del mundo la
huelga general, se colocan en el mismo terreno y consideran el problema del
mismo modo abstracto y antihistórico. Estas dos tendencias, retomando la
concepción anarquista, pretenden que la huelga general es un simple medio
técnico de lucha que se puede desencadenar o prohibir a su gusto. La huelga
general es para ellos una especie de navaja de bolsillo que se guarda y de la
que uno se sirve cuando quiere.
Los adversarios de la huelga general pretenden tener en cuenta el terreno
histórico y las condiciones materiales de la actual situación en Alemania, en
oposición a los "románticos de la revolución" que vuelan entre las
nubes y no quieren tener en cuenta la realidad y sus posibilidades e
imposibilidades. "Hechos y cifras, hechos y cifras", gritan como el
personaje de la novela de Dickens. Lo que los adversarios sindicales de la
huelga general entienden por "terreno histórico" y "condiciones
materiales" es, por una parte, la debilidad del proletariado, por la otra,
la fuerza del militarismo prusiano alemán. La insuficiencia de las
organizaciones obreras, la situación de la caja y la amenaza de las bayonetas
prusianas, he ahí los "hechos y cifras" sobre los que esos dirigentes
de los sindicatos basan en un momento determinado su política práctica. Ahora
bien, las cajas de los sindicatos y las bayonetas prusianas son fenómenos muy
materiales e históricos, pero la concepción basada en esos elementos no es un
materialismo histórico en el sentido de Marx sino un materialismo policíaco en
el sentido de Puttkamer. Los representantes del estado policiaco y capitalista
tienen en cuenta ellos mismos la fuerza real del proletariado organizado y al
mismo tiempo de la fuerza material de las bayonetas y, habiendo considerado dos
series de cifras, no siempre extraen la conclusión tajante que vemos aquí: el
movimiento obrero revolucionario siempre es provocado por los instigadores y
cabecillas de disturbios, pues tenemos en nuestras prisiones y con nuestras
bayonetas un medio suficiente para controlar este desagradable "fenómeno
pasajero".
La clase obrera consciente de Alemania ha comprendido desde hace mucho
tiempo el papel burlesco de la teoría de los policías, teoría que pretende que
todo el movimiento obrero moderno es el producto artificial y arbitrario de
hechos y gestas de un puñado de cabecillas y agitadores sin conciencia.
Pero es justamente la misma concepción la que ve la luz cuando bravos
camaradas se asocian para poner al proletariado alemán en guardia contra la
propaganda peligrosa de algunos "románticos de la revolución", y
contra su concepción de la huelga general; o bien cuando, por otra parte, se
abre camino a una campaña lagrimosa de esas gentes que se mecen en ilusiones
sobre la posibilidad de un desencadenamiento de la huelga general a
consecuencia de acuerdos confidenciales entre la dirección del partido y la comisión
general de las organizaciones sindicales.
Si las huelgas generales dependiesen de la "propaganda
incendiaria" de los románticos de la Revolución o de las decisiones
confidenciales o públicas de los jefes de partidos no habríamos tenido en Rusia
ni una sola huelga general. En ningún país se soñaba tan poco como en Rusia
(como lo probé ya en marzo de 1905 en la Sachs Arbeiter Zeitung). En
Rusia no se trataba ni de propagar, ni incluso de "discutir", la
huelga general. Y han fracasado los ejemplos aislados de decisiones y acuerdos
de la dirección del partido ruso, que deberían haber provocado la huelga
general, como por ejemplo la última tentativa de agosto de este año tras la
disolución de la Duma.
Si la revolución rusa nos enseña algo es sobre todo esto: que la
huelga general no es un producto artificial, programado y decretado, sino un
fenómeno histórico que se produce necesariamente en un momento determinado
sobre la base de las relaciones sociales existentes. Este problema no
podría ser considerado y discutido a través de especulaciones abstractas sobre
la posibilidad e imposibilidad, la utilidad o la influencia dañina de la huelga
general sino solamente mediante el examen de las condiciones sociales e
históricas, de donde proviene ese fenómeno particular de la fase actual de la
lucha de clases. Con otras palabras, se trata no de un juicio subjetivo
determinado por lo que es deseable sino de un análisis de las fuentes de la
huelga general desde el punto de vista de la necesidad histórica.
En la libertad del análisis lógico y abstracto se puede demostrar
igualmente la imposibilidad absoluta y la cierta debacle o bien, por el
contrario, la total posibilidad y la indudable victoria de la huelga general.
El valor de la demostración es, en consecuencia, el mismo en ambos casos, es
decir nulo. Así como el miedo a la propagación de la huelga general que provoca
tantos anatemas contra los pretendidos culpables de ese crimen, es el simple
resultado de un educado quid pro quo. Es tan imposible propagar la huelga general
como medio abstracto de lucha como lo es propagar la revolución.
"Revolución" y "huelga general" son ideas que representan
simplemente una forma exterior de la lucha de clases y que sólo tienen una
significación y contenido en relación con el conjunto de las situaciones
políticas.
Quien se propusiese hacer de la huelga general, en tanto que forma de la
acción proletaria, el objeto de una agitación preordenada, y difundiese esa
"idea" para ganarse para ella, según él, poco a poco a la clase
obrera, perdería su tiempo en una actividad absurda e insensata. Sería lo mismo
si alguien quisiera hacer de la idea de la revolución y de la lucha de
barricadas un objeto de agitación. La huelga general ha devenido hoy en día el
punto central del interés vital de la clase obrera alemana e internacional,
pues es una nueva forma de combate y como tal el síntoma de una profunda
revolución en las relaciones y condiciones de la lucha de clases. Es una buena
prueba del sano instinto revolucionario y de la viva consciencia de la masa
obrera alemana que, a pesar de la resistencia encarnizada de sus dirigentes
sindicales, se gira hacia ese nuevo problema con un interés tan caluroso. No se
puede responder a este interés, a esta noble sed intelectual y a este
entusiasmo revolucionario por la acción, que se produce entre los obreros,
mediante una abstracta gimnasia cerebral sobre la posibilidad e imposibilidad
de la huelga general. Por el contrario, se debe responder clarificando el
desarrollo de la revolución rusa, sobre el significado internacional de esta
revolución, sobre la agudeza de los contrastes de clases en la Europa
Occidental, sobre las perspectivas ulteriores de la lucha de clases en Alemania
y el papel y tareas de las masas en la próxima lucha. Solo bajo esta forma puede
la discusión sobre la huelga general contribuir a ampliar el horizonte del
proletariado, agudizar su consciencia de clase, profundizar su pensamiento y
hacer resplandecer su fuerza de acción.
Si nos colocamos en este punto de vista, se verá todo el ridículo de los
procedimientos de que se sirven los adversarios de la huelga general para
condenar a aquellos que no han tratado el problema siguiendo al pie de la letra
la resolución de Jena. Los "hombres políticos con sentido práctico"
están completamente de acuerdo en declarar que esta resolución junta la
cuestión de la huelga general y la cuestión del sufragio universal, lo que les
permite creer que primero se debe asegurar por este medio un carácter defensivo
a la huelga general y, segundo, que ésta queda subordinada al parlamentarismo y
que la transforma en un simple accesorio del parlamentarismo.
La verdadera sustancia de la resolución de Jena en relación con esta
cuestión consiste en afirmar que un atentado de la reacción contra el sufragio
universal, en la actual situación, marcaría el principio de un período de
luchas políticas tempestuosas en el que se aplicarían seguramente, por primera
vez, la huelga general como medio de lucha. No podría delimitarse o acotarse el
campo de acción social e histórico de la huelga general por un congreso del
partido. Es una empresa que está tan limitada como la prohibición de discusión
sobre esta cuestión que fue planteada en el congreso sindical de Colonia. En la
resolución del partido de Jena, la socialdemocracia alemana ha levantado
oficialmente acta del gran cambio que la revolución rusa ha aportado a las
condiciones internacionales de la lucha de clases, y ha constatado su
posibilidad de desarrollo y de adaptación a las nuevas exigencias de la próxima
fase de la lucha de clases. Aquí radica la significación del congreso de Jena.
En lo que concierne a la aplicación de la huelga general en Alemania, será la
historia quien decidirá, como ya ha decidido en Rusia; la historia, en la cual
la socialdemocracia sin duda alguna, con sus decisiones, es un factor
importante pero solamente un factor entre otros.
En la actual discusión en Alemania se considera a la huelga general como
alguna cosa muy simple, clara y netamente precisada. Se habla de una huelga
general política. Se plantea un único y grandioso despliegue de las fuerzas del
proletariado industrial, preparado de antemano y desatado en un momento
determinado. Debería ser el resultado de un plan bien establecido, sobre la
base de un entendimiento entre la dirección del partido y la de las
organizaciones sindicales, plan en el que estaría ya preordenado el balance
material de la huelga general.
Si se compara este esquema teórico con la huelga general en la realidad,
como se produce en Rusia desde hace cinco años, se tendrá que estar de acuerdo
en que el plan que forma el substrato de la actual discusión en Alemania no se
corresponde casi en nada con las numerosas huelgas que se han producido en
Rusia; en que, por otra parte, esas huelgas tienen un aspecto tan variado que
es imposible hablar de "la" huelga de masas y de una huelga de masas
abstractamente esquematizada. Todos los momentos de la huelga general, así como
su carácter, no son diferentes en las diferentes ciudades y regiones del
territorio nacional sino que su carácter general ha cambiado en repetidas
ocasiones durante la revolución. Las huelgas de masas han tenido y tienen aún
en Rusia su historia particular. Quien habla de la huelga general en Rusia debe
tener, ante todo, su historia delante. ●
Rosa
Luxemburg. ¿Desgaste o lucha? 1910 (27 de mayo y 3 de junio)
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