12/3/2014
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Le he añadido algunos enlaces al artículo
Conocemos demasiados
casos de derrotas deshonrosas, asimilaciones dulces y adormiladas. La crítica
inmisericorde de la OTAN es más necesaria que nunca antes.
NOTA: Este texto es la base argumental de varias
charlas-debate a realizar en Euskal Herria sobre el significado y papel de la
OTAN en el contexto actual.. Adelanta algunas posibles reflexiones sobre
las relaciones entre la OTAN y la actual coyuntura electoral europea con la
voluntad de ampliar la crítica a aparatos de poder político-militar vitales en
la Unión Europea. Por último, se recomienda que en la medida de lo posible se
simultanee la lectura colectiva de esta ponencia con otra muy anterior, de
Septiembre de 2008 titulada Evolución y crisis de la
Unión Europea, a libre disposición en la Red, y que sirviera de encuadre en
la charla-debate habida en la Universidad de Filosofía de Valencia el pasado 17
de marzo.
1.-
En
mayo de 1982 el Estado español se convertía en miembro de la OTAN, pero fue
en marzo de 1986 cuando la parte del pueblo vasco bajo dominación española
rechazo mediante referéndum su incorporación definitiva. A pesar de la
abrumadora voluntad popular, fuimos metidos a la fuerza dentro de la máquina
militar imperialista que es la OTAN. Nosotros y también los pueblos catalán y
canario dijimos que queríamos estar fuera de ese monstruo de destrucción física
y control político creado en abril de 1949. Por tanto, nos encontramos en la
mitad de dos efemérides muy importantes: una, la pasada de marzo: 28 años de
injusto y antidemocrático encadenamiento a la OTAN; y otra, la próxima de
abril: 65 años de existencia de este cuerpo militar decisivo en la historia
reciente del imperialismo.
Además, la doble efeméride se produce en la coyuntura de las
elecciones europeas a celebrar a finales de mayo de 2014, que ya están
provocando debates de enjundia y calado, y en el contexto de una redoblada
ferocidad expansionista del capitalismo occidental que casi abarca a todo el
planeta y que recientemente ha endurecido sus presiones para desestabilizar
Europa del Este con el fin de debilitar a Rusia para obligarle a aceptar
futuras exigencias leoninas que pretenden ir más allá de los precios de los
recursos energéticos y minerales, para abarcar al potencial científico ruso;
todo ello dentro de un proyecto a largo plazo que busca estrechar el cerco
sobre China Popular. Teniendo esto en cuenta, resulta erróneo hablar de las
efemérides de la OTAN silenciando la coyuntura electoral europea y el contexto
imperialista, y sobre todo sin tener en cuenta las tendencias evolutivas
fuertes del capitalismo mundial, que no sólo el contexto del imperialismo
occidental.
Hemos dicho que la entrada en la OTAN era tan importante
para la burguesía española que no dudó en arriesgarse a convocar un referéndum
con el peligro de perderlo que ello implicaba. Pero esta burguesía, y la
internacional, contaban con la fidelidad incondicional de un peón servil que
por entonces empezaba a beneficiarse de las ganancias económicas y de prestigio
y estatus que el poder facilita en una economía y un Estado genéticamente
corruptos como el español. En efecto, tras una década de «transición» en la que
el PSOE había ido penetrando en niveles de poder
provincial, autonómico y estatal crecientes, sobre todo desde que llegó al
Gobierno a finales de 1982, y en la que había engullido a sectores cualificados
de la militancia ex revolucionaria trepadora y pesebrera, en esos años el PSOE
era para el capital la única fuerza política que todavía podía manipular la
credulidad de las masas con una sutil propaganda pro-imperialista oculta bajo
el discurso de la modernización, de la democracia y del progreso.
Significativamente la maniobra manipuladora fracasó en tres
naciones oprimidas que por su historia tenían especial conciencia
anti-imperialista: Canarias, Catalunya y Euskal Herria, mientras que en Galiza
la abstención superó el 61%. Pero para comprender por qué era tan importante
para el capitalismo español entrar en la OTAN, tanto que incluso se arriesgó a
convocar y perder el referéndum, primero es necesario saber quién, por qué y
para qué se creó ese aparato político-militar.
2.-
Al finalizar la que la historiografía eurocéntrica define
como II GM la situación europea era de auténtico caos y desastre, de crisis
pre-revolucionaria en varios Estados burgueses decisivos para el modo de
producción capitalista. Mientras que los EEUU no habían sufrido destrozo alguno
en su economía, la URSS tuvo más de 27 millones de muertos, la gran mayoría
jóvenes, perdiendo el 25% de su economía, destrucción casi total en la zona
ocupada por los nazis. En Europa, las hambrunas, enfermedades y migraciones
masivas se generalizaron desde otoño de 1945 llegando a ser terribles en el
frío invierno de 1946-47 en el que decenas de millones de personas tuvieron
insoportables problemas cotidianos porque alrededor de 16 millones de viviendas
habían sido destruidas o no estaban en condiciones de habitabilidad. En 1945 la
producción europea de cereales de grano grueso era el 60% de la de 1940,
habiéndose desplomado en los países del Este bajo ocupación nazi. Los
transportes, carreteras, puentes e infraestructuras en general estaban muy
seriamente dañados, sobre todo en el Este. El peligro real de hambruna no había
desaparecido todavía en 1949 porque la cosecha mundial de alimentos de 1947-48
había descendido en un 7%.
En la mayoría de los países ocupados por el nazi-fascismo la
gran burguesía estaba del todo desacreditada entre las clases explotadas por su
colaboracionismo activo y descarado o silencioso pero muy efectivo. La
deslegitimación social afectaba a amplios sectores de la mediana burguesía que
se había mantenido en una falsa «neutralidad» que le permitía cumplir
gustosamente con las exigencias productivas del ocupante, sobreexplotando a sus
trabajadores con la excusa de la implacable represión nazi. La casta artística
e intelectual, sobre todo en la Academia, no estuvo a la altura del mito del
«compromiso del intelectual» sino que la mayoría se escabulló como pudo. Aunque
en países como Dinamarca, Holanda y pocos más, sectores del bloque social
burgués habían resistido pasivamente e incluso ayudado a varios miles de
familias judías y de otros grupos perseguidos, aunque fue así, la mayoría de la
pequeña burguesía esperó a los últimos meses de la guerra para intervenir en la
resistencia.
Por el contrario, fueron los pueblos trabajadores de los
países ocupados los que cargaron sobre sus vidas los costos durísimos de la
resistencia y de la liberación. Los observadores yanquis y británicos, y los
muy contados resistentes burgueses en la Europa ocupada, eran muy conscientes
tanto del desprestigio de la burguesía como del prestigio del proletariado, y
en especial del hecho de que las armas y la capacidad organizativa mejorada
durante la resistencia, estaban del lado de las clases explotadas. Muchas
fábricas estaban en manos de los obreros porque sus propietarios
colaboracionistas o nazifascistas no se atrevían a presentarse en ellas. La
justicia popular era aplicada sin esperar a las dudas, silencios e indecisiones
cómplices de la justicia burguesa que no se había opuesto a la barbarie.
Los informes aliados muestran gran inquietud por la relación
de fuerzas sociales, y por la posibilidad de estallidos revolucionarios que
instaurasen regímenes como el de la URSS. Hay que recordar algo que es
sistemáticamente negado o menospreciado: que la victoria aliada fue debida en
primera y fundamental causa al Ejército Rojo, que destruyó el 80% del ejército
nazi, y destrozó sus mejores unidades. Además, empezaban a surgir tensiones
internas en los ejércitos norteamericano y británico porque cada vez más tropas
exigían la inmediata vuelta a sus casas, y emergía una autoorganización de
soldados con planteamientos democráticos básicos. El alto mando burgués estaba
dividido entre una minoría que no descartaba atacar a la URSS, una mayoría que
no quería y otra minoría más lúcida que avisaba del debilitamiento de la
disciplina y cohesión interna de sus ejércitos si se iniciaba una nueva guerra
contra el Ejército Rojo.
Las discrepancias internas afectaban también al futuro de
Alemania, pero no podemos entrar ahora en esta cuestión. Lo cierto es que el
imperialismo yanqui decidió buscar un respiro para reorganizarse y entre otras
medidas, lo encontró en el Plan Marshall de julio de 1947, que se aplicó para
reactivar lo más rápido posible la economía capitalista, relegitimar los
valores burgueses y luchar contra la ideología comunista. Todo ello era
imprescindible para dar salida a los productos y capitales yanquis que
necesitaban urgentemente expandirse por el mundo para no desencadenar una
crisis de sobreproducción interna que podía coincidir con el malestar creciente
de sus clases trabajadoras.
Pero fue sólo un paso intermedio en un proceso que había
comenzado antes de manera un tanto imprecisa, y que tomaría cuerpo definitivo
con la creación de la OTAN. Es cierto que los EEUU habían decidido no cometer
el error de 1918 cuando se retiraron de casi todos los conflictos, excepto en
el de la invasión de la recién nacida URSS, y en el reforzamiento de su poder
en las Américas, pero su plan estratégico se fue perfilando gradual aunque
rápidamente entre 1944 y 1945, cuando el diversas reuniones internacionales
impusieron las nuevas instituciones imperialistas simbolizadas en Bretton
Woods: FMI, BM, lo que al poco tiempo sería GATT y más tarde OMC, etc., así
como los pactos con la URSS, marginando a Gran Bretaña y sobre todo al Estado
francés. Dentro de este proceso general de reconfiguración del mundo según los
intereses yanquis, el Plan Marshall era un paso muy importante en todos los
sentidos: salvar al capitalismo eurocéntrico, empezar la tarea de derribo de la
URSS y crear un modelo de penetración y control de otros países mediante la
«ayuda económica», de manera que se invisibilizaba el control político-militar
interno, efectivo y decisivo.
La OTAN era coherente y necesaria con estos objetivos
fundamentales para el imperialismo yanqui. La OTAN era la armadura interna, el
puño de acero dentro del guante de seda de la «democracia occidental». Su
carácter de «necesidad» no respondía sólo a la urgencia coyuntural del momento
de crisis en la Europa capitalista y de prestigio de la URSS, aunque también;
tampoco respondía sólo a la necesidad contextual del imperialismo a medio
plazo, sino que sobre todo respondía y sigue respondiendo a la necesidad
esencial del modo de producción capitalista de disponer de un instrumento de
terror, terrorista, que garantice y agilice la acumulación ampliada de capital.
Las urgencias coyunturales y contextuales son importantes, pero lo
esencialmente decisivo es asegurar y acelerar la acumulación ampliada, como se
demostró en 1989-91 y ahora mismo.
Entre 1945-49 en lo relativo a la OTAN la coyuntura estaba
marcada por el avance lento de la influencia de las izquierdas comunistas y del
reformismo socialdemócrata, y los esfuerzos burgueses y de la Iglesia por
recomponer las fuerzas conservadoras, lo que planteaba el problema del orden
represivo interno, de las nuevas disciplinas de explotación laboral, el
problema del castigo de los nazifascistas y colaboracionistas, etc. El contexto
estaba marcado por el avance de los planes norteamericanos de fortalecer a la
Europa conservadora para enfrentarla a la URSS, plan inseparable de la
unificación de las fuerzas militares en los EEUU, de la creación de la CIA y
del NSA y de sus primeras intervenciones clandestinas en la Europa del Este
pero también del Oeste, en el apoyo a la masacre de Grecia por Gran Bretaña, en
las crecientes provocaciones a la URSS incumpliendo cínicamente la mayoría de
lo acordado con ella, como ocurrió con respecto a Alemania y la ciudad de
Berlín, etc. Recordemos, como ejemplo, la masiva intervención de la CIA en las
primeras elecciones italianas, invirtiendo centenares de millones de dólares
para manipular la opinión pública, negociar con el crimen organizado --Mafia, Camorra,
etc.-- su apoyo a la alianza entre la democracia cristiana, la Iglesia y los ex
fascistas, ocultar la implacable guerra sucia y presiones de todo tipo contra
el PCI, etcétera.
Fue en este conjunto de circunstancias cuando empezaron a
divulgarse ideas sobre la conveniencia de avanzar hacia alguna forma de «unidad
europea» y de «ciudadanía europea». Voces provenientes de sectores
conservadores impactados por el auge de las ideas socialistas y comunistas
entre las clases explotadas, por la fuerza de la URSS y del Ejército Rojo, por
el desprestigio de las burguesías colaboracionistas y por la aplastante derrota
del nazifascismo. Si la evolución de la coyuntura y el contexto reforzaban cada
vez más la necesidad de la OTAN, fue la misma naturaleza del capitalismo la que
le dio el impulso irreversible. Llegados a este punto, debemos realizar una
explicación un poco más detallada del papel de la violencia estatal en el
desarrollo capitalista por su decisiva importancia para entender lo que sigue.
3.-
La violencia es la partera de la nueva sociedad, y a la vez
es la retardataria de la muerte de la vieja sociedad. ¿Cómo puede ser posible
que la violencia sea dos cosas opuestas a la vez? Pues porque la primera es la
violencia revolucionaria y la segunda la reaccionaria. Cuando aquí hablamos de
nueva o vieja sociedad lo hacemos refiriéndonos a nuevo o viejo modo de
producción, donde esta verdad es axiomática, aunque también lo es muy
frecuentemente en los cambios en las sociedades concretas, en los sistemas
económico-sociales particulares dentro de un mismo modo de producción. Aclarado
esto hay que decir que el capitalismo nunca hubiera podido suplantar
definitivamente al feudalismo de no ser por la superioridad de su Estado y
poder militar, además de su superioridad económica innegable. Ésta segunda es
la decisiva como tendencia fuerte, pero su materialización concreta depende de
los resultados de las luchas de clases, y en especial de los de las guerras, es
decir, de los choques entre Estados.
La historia del capitalismo europeo también confirma esta
visión. Los Estados y sus ejércitos, y las violencias, han sido las fuerzas
materiales más o menos conscientes que han terminado por orientar el triunfo de
una de las posibilidades de futuro latentes en las tendencias activadas por las
contradicciones internas del sistema capitalista, primero en sus luchas con el
feudalismo, y después en las luchas internas al capitalismo en sí. Sobre la
base fundamental de la contradicción entre las fuerzas productivas y las
relaciones sociales de producción, los Estados han influido en las formas
concretas reales en la que se expresa el contenido de esa contradicción. Los
resultados de las guerras entre Estados han determinado las formas reales de
los acuerdos alcanzados o impuestos entre los bandos en lucha, entre vencedores
y vencidos. Podemos llamar reordenaciones a los Tratados, Convenios, Acuerdos,
etc., en los que se sancionan legalmente las ganancias y las pérdidas de los
bloques que han luchado en guerras decisivas.
Las reordenaciones y las guerras que las sancionan
legalmente, no son sino síntesis político-institucionales, dicho básicamente,
que reflejan las relaciones de fuerza establecidas por la evolución de las
contradicciones internas del capitalismo, que surgen de la unidad y lucha de
contrarios que caracteriza a la ley de concentración y centralización de
capitales, a la ley de perecuación, etc., que funcionan como parte de la ley de
la acumulación general. Todas ellas son tendenciales, no deterministas ni
mecánicas, sino interrelacionadas siempre con la lucha de clases con mayor o
menor determinación según las circunstancias concretas. Desde esta perspectiva,
la historia de la llamada «unión europea» en lo esencial no es sino la historia
del accionar siempre complejo y brutal a veces de las contradicciones
capitalistas. No es la «evolución de la idea europeísta» sino de la tasa de
beneficio sometida a caída tendencial que debe aplicar contratendencias para
recuperarse. No es tampoco el «proyecto democrático de la ciudadanía» sino la
lucha de fracciones burguesas diferentes que usan a los pueblos trabajadores
como peones ciegos y en caso extremo como carne de cañón.
Dicho con más detalle: los Estados y sus ejércitos han
jugado un papel directo en las tres reordenaciones del capitalismo europeo, y
lo están jugando en la cuarta pero de manera diferente por las razones que
veremos. En la primera de ellas, que se expresa en el Tratado de Westfalia de
1648, fueron los ejércitos holandés e inglés fundamentalmente los que
aplastaron al imperio español, abriendo una fase político-jurídica, cultural y
militar más adecuada para la expansión del capitalismo colonialista, acelerando
el retroceso feudal y preparando su derrota definitiva. En la segunda
reordenación, que se expresa en el Congreso de Viena de 1815, los ejércitos
internacionales dirigidos por Inglaterra vencieron al ejército francés
facilitando que la industrialización europea fuera dirigida por la burguesía
británica con la competencia creciente de su aliada prusiana. En la tercera
reordenación, que se expresa en los acuerdos de Teherán, Yalta y Potsdam entre
finales de 1943 y verano de 1945, salieron vencedores los EEUU y la URSS, pero
tan debilitada ésta por la agresión del imperialismo nazi que nunca pudo
superar al capitalismo, implosionando. La tercera reordenación está en la base
de los «treinta gloriosos» del capitalismo eurocéntrico, y la OTAN creada en
1949 fue decisiva para estabilizar ese período y es decisiva en la actual
cuarta reordenación en curso, que ha tenido en el Tratado de Maastrich de 1992
su pistoletazo oficial de salida.
4.-
Debemos decir que hay determinadas constantes y diferencias
en estas reordenaciones que no podemos resumir, pero que están desarrolladas en
la ponencia citada al inicio. En lo que toca a la OTAN, la gran diferencia
radica en que por primera vez en la historia del capitalismo europeo es una
potencia no europea, los EEUU, la que la dirige, controla y arma
cualitativamente, dependencia aceptada con gusto por todas las burguesías del
continente, estén integradas o no con plenos deberes y pocos derechos en esta
máquina de terror. Desde 1943-45 y sobre todo desde 1949, la evolución del
capitalismo europeo ha estado en lo fundamental controlada por el imperialismo
yanqui, porque antes casi lo estaba ya en la dependencia financiera.
Fundamental quiere decir capacidad de asegurar las condiciones de su
reproducción ampliada, o sea, además de la explotación asalariada interna y del
saqueo euroimperialista externo, también la defensa interna y externa, la
garantía de obtención de recursos energéticos y materiales y la garantía de
«respeto internacional», tanto durante la fase de mal llamada «guerra fría»
como durante la fase posterior, en la que el imperialismo eurocéntrico es
cuestionado de otra forma, pero cuestionado.
Si bien las sucesivas etapas de concreción de lo que ahora
se denomina «unidad europea» han ido avanzando incluso con tensiones puntuales
más o menos conocidas con los EEUU, la realidad es que, en lo fundamental, no
ha habido ninguna disputa insuperable entre el bloque de clases dominante en
Europa y los EEUU, cediendo el primero en lo decisivo y el segundo en lo
accesorio. La claudicación del nacionalismo imperialista francés frente a la
OTAN es un ejemplo aplastante, como antes lo había sido la claudicación
británica y francesa en la Guerra de Suez de 1957 y después lo sería la
claudicación europea en la guerra de descuartizamiento de Yugoslavia, por citar
algunos casos. Las políticas de unidad monetaria europea, del Ecu al Euro, no han
cuestionado nunca la supremacía del dólar, y cuando la moneda yanqui ha
mostrado debilidad ha sido por contradicciones internas suyas y por presiones
externas mundiales, no sólo europeas.
Otra diferencia es que ahora la OTAN tiene un contenido
militar-policíaco muy superior a los que tuvieron los ejércitos vencedores en
las reordenaciones pasadas, al de «los cien mil hijos de San Luís» de 1829, o a
los ejércitos colonialista occidentales que asolaron China desde 1839, o al
ejército internacional imperialista que invadió la URSS en 1918, por citar
algunos ejemplos. Además, este contenido no se expresa sólo pública y
oficialmente, sino que la OTAN tiene además sus aparatos de «guerra secreta»,
«guerra psicológica», «guerra mediática», etc., de los cuales la Red Gladio (http://www.bibliotecapleyades.net/sociopolitica/sociopol_gladio.htm
fue una puntita del iceberg, puntita que sigue
activa con otros nombres desconocidos. La efectividad de sus sistemas de
terrorismo e intimidación es inseparable de la efectividad de las varias
agencias yanquis al respecto, todas conectadas con la de uno de los Estados
terroristas por esencia, el de Israel. Pero la diferencia fundamental radica en
que la OTAN surge en una fase crítica del imperialismo, la de la 1949-91, y es
luego readecuada varias veces para responder a las nuevas necesidades de la
acumulación ampliada.
5.-
Desde la hecatombe de la autarquía franquista en la década
de 1950 y el cambio de modelo de 1959, si no antes, el bloque de clases
dominante en el Estado era consciente de la urgencia de engancharse no sólo a
los EEUU, como ya ocurría, sino también al Mercado Común Europeo. En lo
militar, la situación española era deprimente a pesar de las ayudas yanquis:
tan deprimente que apenas había munición para enfrentarse a la invasión
marroquí del Sahara bajo «protección» española. Durante la demoledora crisis
socieconómica y política de la «transición» las contradicciones internas del
Estado y las presiones externas de los EEUU y de la socialdemocracia de la RFA
determinaron que la «entrada en Europa» apenas sin condiciones y sí con muchas
cesiones fuera una de las medidas salvadoras, siendo la otra la Monarquía
post-franquista.
A finales de la década de 1970 y en especial bajo la
administración Reagan desde 1981 la denominada «segunda guerra fría» estaba
siendo llevada al extremo por la OTAN. Los EEUU aplicaban la doctrina de la
«guerra nuclear táctica» o «guerra nuclear localizada», además del uso de las
bombas de neutrones que destruían la vida pero no los edificios, fábricas e
instalaciones, y de otras armas biológicas y químicas de alta letalidad etc. En
el Estado español las fuerzas más reaccionarias preparaban diversas intentonas
de restauración de un franquismo sin el dictador Franco, mientras que la crisis
socioeconómica seguía a pesar de la humillante claudicación de la «izquierda»
reformista en los Pactos
de la Moncloa de 1977.
Todo indica que fue entonces cuando volvió a funcionar la
unidad de mando político-militar del imperialismo, y cuando la OTAN activó
todos sus poderes invisibles para salvaguardar los «intereses de occidente». La
segunda guerra fría en medio de una crisis general desencadenada a finales de
los ’60 y agravada en 1973 con la llamada «crisis del petróleo», exigía que la
península ibérica fuera una gigantesca reserva estratégica de la OTAN. Una de
las razones que explican el pseudo-golpe militar del 23 de Febrero de 1981,
además de otras de carácter interno a la crisis española, era la exigencia del
imperialismo de que el Estado español entrase de inmediato en la OTAN. Diez
días antes del golpe del 23-F el candidato a la presidencia de gobierno dijo
que uno de sus objetivos inmediatos era la entrada en la OTAN, como así sucedió
al cabo de 15 meses.
En realidad sólo se había sancionado legalmente una
situación de facto, pues existían bases yanquis desde la mitad de los ´50 y era
de sobra conocido que en caso de guerra el Estado español se convertiría
inmediatamente en reserva estratégica. Desde finales de 1982 el PSOE estaba en
el gobierno español asumiendo la disciplina de la OTAN y aplicando un programa
socioeconómico de supeditación absoluta a las exigencias del Comunidad
Económica Europea y del neoliberalismo. La presión imperialista contra la URSS
aumentaba día a día provocando situaciones críticas como la de 1983, cuando
nada menos que la reina Isabel de Inglaterra gravó ante las cámaras de
televisión la declaración oficial de estallido de la tercera guerra mundial,
catástrofe que se pudo evitar in extremis.
La clase dominante española necesitaba «entrar en Europa» a
cualquier precio para intentar recortar las crecientes distancias que le
separaban de las economías capitalistas más poderosas, y la OTAN era una de las
puertas de entrada más eficaces. Además, en el contexto de segunda guerra fría,
el imperialismo presionaba para que la península ibérica asumiera
incondicionalmente ser la retaguardia estratégica en caso de guerra. De este
modo, el gobierno organizó un referéndum en 1986 para zanjar definitivamente el
problema del rechazo a la OTAN por parte de las clases y pueblos explotados.
Para las naciones oprimidas por el Estado español la entrada
oficial y definitiva en la OTAN suponía un reforzamiento de las cadenas
imperialistas. En nuestro caso la base de las Bardenas Reales adquirían una
oficialidad imperialista en el pleno sentido, que no sólo español, lo que
dificulta su devolución al pueblo. Hay que recordar también que en esa época
existían planes para, en situación de crisis, militarizar la depresión del Ebro
como zona de llegada de refuerzos norteamericanos y de reorganización de la
OTAN tras un ataque del Pacto de Varsovia. El plan de militarización incluiría
la creación de autovías de uso rápido e intenso para cruzar la Cordillera
Pirenaica en ambas direcciones. De lo que se trataba era de reordenar el
espacio europeo tanto para la expansión del capital como para preparar su
defensa frente a un ataque del Pacto de Varsovia. Una muestra de ello implicaba
contra las naciones oprimidas la encontramos en las declaraciones de J. Delors
de 1989 cuando explicó que el Estado español sería en Europa como lo era
entonces Andalucía en el Estado español, o sea, retaguardia contra África, y
zona de turismo, toros y calor para las ricas burguesías del frío norte
europeo.
La OTAN era el nudo político-militar que sujetaba la
urdimbre compleja de esta red de poder que se estaba imponiendo contra los
pueblos. Por ejemplo, el sistema policial europeo estructurado desde Trevi en
1976 y Schengen en 1985-95, aparte de la Europol de 1995 actualizada en 2003,
este sistema tentacular tenía y tiene relaciones operativas con los servicios
secretos de una OTAN que en 2002 estudiaba la propuesta española, británica y
estadounidense de ampliar su campo de acción a los problemas de la seguridad
interna de sus miembros contra el «terrorismo», a la vez que penetraba más en
el antiguo «bloque soviético» celebrando la importante Cumbre de Praga.
Semejante proceso de judicialización policial y policialización judicial
ocultaba una realidad de fondo más tenebrosa: menos de un mes después de los
atentados del 11-S de 2001, los servicios secretos yanqui y británico
reactivaron los sistemas de acción alegal e ilegal, los «espacios grises», de
«penumbra legal» ya empleados por los grupos de guerra sucia activos desde 1944
hasta 1992, y después, para que sus agentes secretos pudieran «perseguir al
terrorismo» con impunidad absoluta, citando el Artículo Quinto de la Carta de
la OTAN: se volvieron a utilizar vuelos secretos de aviones con prisioneros no
declarados, «no-existentes», y los centros oculto de tortura y detención
indefinida en medio del silencio de los Estados. Prácticas que se conocieron
sólo a finales de 2005.
La llamada «opinión pública» no debía conocer estas y otras
atrocidades porque entonces hubiera podido reaccionar en contra. Pero tampoco
los Estados pertenecientes a la OTAN debían conocer los pormenores decisivos de
otras operaciones, o incluso debían desconocerlos hasta que se hubiesen
impuesto por los hechos, como ocurrió cuando los EEUU negociaron con Polonia y
República Checa la instalación de bases con misiles «defensivos» cerca de sus
fronteras con Rusia antes de 2007. Una vez firmados los acuerdos se informó al
resto de la OTAN de la puesta en práctica de unas medidas político-militares
que multiplicaban las tensiones con Rusia. Desde antes de iniciarse estas
negociaciones, los EEUU invertían más de 5000 millones de dólares en ONGs
«culturales», «humanitarias», «democráticas». etc., en Ucrania con el objetivo
de crear un «gran movimiento ciudadano» al estilo de las «revoluciones naranja»
de los ’90. La OTAN fue movilizando fuerzas neofascistas o directamente nazis
con esas y otras «ayudas humanitarias» cuyos resultados vemos ahora.
La manipulación del concepto de «terrorismo» abría todas las
puertas para intervenciones directas o indirectas de la OTAN en sus propios
pueblos. En la reunión de Lisboa en 2010 se decidió aumentar la lucha de la
OTAN contra la «insurgencia» de los pueblos, potenciar los misiles y otras
armas sofisticadas, y prepararse para ataques en el exterior, con la vista
puesta en no repetir los errores cometidos en la invasión de Afganistán de
2003. En noviembre de 2011 los rumores de un inminente golpe de Estado en
Grecia obligan al gobierno a destituir a la cúpula militar. La UE y la OTAN no
aceptaban que el pueblo griego ejerciera el derecho a referéndum para dar su
opinión sobre la política monetaria impuesta por la Troika: el gobierno dimitió
y no hubo referéndum.
La utilización de términos como «terrorismo» e «insurgencia»
facilitan que en verano de 2012 el gobierno alemán haya dado permiso a su
ejército para intervenir en su propio país, cosa que tenía totalmente prohibida
desde 1945. En la raíz de esta medida está la clara tendencia al aumento del
malestar social en Alemania, descontento que se ha expresado en las duras luchas
habidas en Hamburgo a comienzos de 2014 en la que la policía ha tenido que
emplear muchos efectivos para «controlar» la situación. Desde hace varios años
abundan las advertencias realizadas por instituciones como el BM, FMI y otras
sobre el riesgo de mayor tensión social en Europa y fuera de ella. Es en este
contexto en el que el Consejo Europeo de Defensa de diciembre de 2013 acepta
todas las decisiones de la OTAN, algunas de las cuales
refuerzan la opresión nacional de Andalucía al instalarse misiles en Rota y
reforzarse las tropas yanquis en Morón.
La re-militarización de la política alemana desde 2012 es
coherente con la estrategia global de la OTAN de rearmarse cara presionar lo
más posible a Rusia. Desde comienzos de 2011 los EEUU endurecieron el control
de las costas europeas con la intervención de navíos con los más sofisticados
misiles, dentro de un plan de largo alcance según el cual debería haber 234
misiles operativos para 2015, 356 para 2017 y 515 para 2020. Plan que a su vez
está inserto en otro más amplio que, entre otros capítulos en los que no
podemos extendernos, pretende mejorar las bombas nucleares tácticas por ahora
desplegadas oficialmente en Alemania, Turquía, Italia, Holanda y Bélgica dentro
de la parte continental de la OTAN. Viendo estos y otros planes de la OTAN
imaginamos fácilmente cómo se ha ido cercando a Ucrania hasta la situación
presente, cómo se puede seguir presionando a Polonia para que se pliegue aún
más a las exigencias imperialistas.
Tenemos el caso de Turquía, con un Estado corrupto, represor
en grado sumo, pero que es tratada de forma tan cuidadosa porque la OTAN quiere
instalar en ella más armas y más destructivas en las más de 20 bases otánicas
allí establecidas. El imperialismo va a establecer en Turquía uno de los
puestos de mando más sofisticados, el llamado LandCom con poderes sobre todas
las fuerzas militares que deben controlar la decisiva área formada por el sur
de Rusia, Irán, Siria y zonas amplias del Mar Caspio. Área tan estratégica que
los EEUU considera necesario el aumento de tropas europeas en Turquía. Tenemos
que partir de esta realidad militar para comprender la diferencia de trato de
la Troika y de la UE en su conjunto a Gracia si la comparamos con el recibido
por Turquía.
Ahora mismo, la estrategia polivalente de la OTAN se está
reforzando al ampliarse la táctica de «acoso económico» a los pueblos
resistentes e «insurgentes», incluso «terroristas», táctica ya aplicada durante
más de medio siglo contra Cuba y generalizada posteriormente. Además, con la
excusa del incremento de las tensiones y del caos, la OTAN está procediendo a
crear unidades de intervención rápida con un mínimo de 13000 efectivos, y
significativamente ha anunciado la realización en 2015 de grandes maniobras
militares con estas unidades dentro de Europa. El anuncio de reducción de gastos
y efectivos del ejército yanqui responde más a una reorientación de sus
inversiones para multiplicar la calidad y cantidad de destrucción en campañas
cortas e intensas, evitando largos conflictos que puedan generar movimientos de
solidaridad «anti-occidental».
En Julio de 2013 la Federación de la Industria Alemana (BDI)
y el Movimiento de Empresas de Francia (MEDEF), las dos más poderosas
organizaciones empresariales de ambas potencias y que al actuar unidas de ahora
en adelante forman un grupo de presión aplastante, sellaron un pacto
estratégico global en el que destacan dos objetivos esenciales para el
capitalismo eurocéntrico: presionar a Rusia para abaratar los costos de sus
materias primas, especialmente del gas, y negociar con los EEUU las condiciones
de la gran zona trasatlántica de libre comercio entre ambas orillas del océano.
Los dos objetivos involucran a la OTAN como la fuerza militar que debe
presionar a Rusia para que reduzca los precios, y como fuerza militar que
garantice la seguridad del tráfico marítimo, aéreo y de telecomunicaciones en
el Atlántico.
Muy probablemente la NSA norteamericana, es decir la OTAN,
haya espiado en tiempo real las conversaciones entre la gran patronal alemana y
francesa que llevaron al pacto firmado en Julio de 2013. Quiere eso decir que
muy posiblemente la gran patronal yanqui estuviera al tanto de lo fundamental
del acuerdo germano-francés. Y es que otra de las tareas de la OTAN es
conocerlo todo. El humillante espectáculo dado por la llamada «clase política» europea
al aceptar sin apenas protestas las meticulosas informaciones sobre el masivo
espionaje de sus sistemas de comunicación incluso personales e «íntimos» por
los servicios secretos, tal mansedumbre frente al «caso Snowden» y otros más
por ahora desconocidos, muestran tanto la jerarquía de mando en el imperialismo
como la dependencia europea. El que se diga que Alemania y el Estado francés,
además de otros que se sumen después, van a actuar unidos para proteger sus
«informaciones sensibles» no deja de ser una pataleta de los segundos con
respecto al mandamás.
6.-
La ampliación de las atribuciones y poderes de la OTAN
responde a la dinámica de militarización del capitalismo ya analizada por Marx
y Engels al decir este último que un acorazado venía a ser como una fábrica
capitalista que termina generando más gastos que beneficios, y luego confirmada
por Rosa Luxemburgo y por quienes estudiaron el imperialismo a comienzos del
siglo XX. Las investigaciones sobre el complejo industrial-militar como rama
productiva de novísima tecnología y sobre el keynesianismo militar como
estrategia político-económica que generan ganancias iniciales pero que se
convierten en gastos improductivos a la larga, están siendo confirmadas en todo
momento.
Un capítulo cada vez más importante de esta crítica al
militarismo imperialista y por ende a la OTAN es el que trata sobre el
contenido político del ejército como institución. Dado que el Estado es la
forma política del capital, y dado que el ejército es uno de los tres aparatos
decisivos del Estado, siendo los otros dos la economía y la justicia, entonces
sucede que el ejército es la forma político-militar del capitalismo, es decir,
que no sólo la guerra es la continuación de la política por otros medios, lo
cual es evidentemente cierto, sino que además el ejército como institución es
una de las formas políticas del capital. Quiere esto decir que la OTAN es una
de las expresiones políticas del capital. Saberlo así es decisivo para
cualquier elaboración de una teoría política revolucionaria que se plantee qué
hacer con la Unión Europea.
Si reducimos la OTAN a una mera máquina de terror sin
contenido político, más aún, sin autonomía política relativa alguna capaz de
operar entre bambalinas o al descubierto en situaciones decisivas, estamos
volviendo a la visión reformista que reduce la política burguesa a las
instituciones parlamentarias y el Estado a mero aparato neutral al servicio de
esas instituciones supuestamente representativas de eso que llaman «la voluntad
popular». Más claramente que otros muchos ejércitos, la OTAN es una fuerza
política, si por política entendemos la economía concentrada, según la fértil
definición de Lenin. Como fuerza política con contenido económico concentrado,
la OTAN está estructuralmente anclada en la raíz misma del capitalismo
imperialista actual. Debemos bucear en su concentrado económico y en su
contenido político para entender por qué el imperialismo no liquidó la OTAN al
hundirse el Pacto de Varsovia sino que la adaptó a la nueva fase financiero-industrial
que intentaba imponer al mundo entero.
Que la producción armamentística termine siendo improductiva
globalmente a medio y largo plazo no quiere decir que no rinda beneficios a
corto plazo a una fracción de la burguesía y al Estado en su política expansionista
y de represión interna. Una de las fuentes de ganancias extras en determinados
períodos proviene precisamente del poder de la violencia militar para saquear
otros pueblos: sin el terror policíaco-militar activo o preventivo, sin sus
amenazas directas o solapadas el neoliberalismo hubiera encontrado más
resistencias. El miedo es una fuerza psicopolítica que rinde jugosas ganancias.
Pero saberse poseedor de instrumentos que generan miedo reconforta a las gentes
autoritarias y reaccionarias, interesadas en mantener la explotación porque
ellas viven bien gracias a los beneficios que esta les produce. La OTAN, en
este sentido tan importante, es una fuente de seguridad, orgullo y
envalentonamiento para la derecha europea, tan amplia, poderosa e inmisericorde.
Decenas de millones de europeos saben o intuyen que la OTAN es imprescindible
para mantener su nivel de vida actual y están dispuestos a todo con tal de que
siga actuando.
La naturaleza político-militar y económico-política de la
OTAN no se desvirtúa sino que se refuerza con las adecuaciones que
periódicamente realiza. Por ejemplo, debido a que los costos militares aumentan
exponencialmente, el imperialismo vuelve a mercantilizar parcialmente la
guerra, como en los siglos XIII-XVIII, pero en las condiciones actuales. Las
empresas privadas asumen además tareas que todavía no son aceptadas plenamente
por la cínica doble moral burguesa ya que están aún muy vivas en la memoria las
atrocidades nazis, y las brutalidades imperialistas posteriores realizadas para
ahogar en sangre las luchas de liberación de los pueblos. Los «perros de la
guerra», que ayer fueron soldados, que hoy no lo son y que volverán a serlo
mañana, realizan estos «trabajos sucios» sin manchar con carne de de torturados
la civilización del capital.
Pero la creciente diversidad de formas de guerra --regular,
irregular, asimétrica, de geometría variable, de cuarta generación,
ciberguerra, guerra espacial, etc.--, sólo puede existir bajo el mando
unificado secreto o público del imperialismo. La «guerra larvada» sostenida
contra Ucrania es, por ahora, el ejemplo más reciente en Europa, y sigue el
modelo de las violencias organizadas por el imperialismo en el norte de África,
contra Venezuela, y a otro nivel contra otros muchos pueblos. Saber que el
ejército es la forma político-militar del capital, unida a su forma política
estatal, permite descubrir que la «guerra invisible» político-militar se
practica de tantas formas diferentes como enemigos diversos hay que destruir. Y
saber que es a la vez un concentrado económico en manos de la fracción burguesa
más poderosa permite comprender por qué el conjunto de la burguesía acepta
fervorosamente su existencia: porque siempre caen migajas de la mesa del poder.
Unas veces en la agresión prima más el componente político
sobre el militar, o viceversa, pero siempre en su irrompible unidad interna que
refleja la unidad interna de la explotación imperialista. Saber que esa forma
político-militar es también policial y carcelaria, y que, como el capital,
tiene incluso cuerpos privados, empresariales y hasta ilegales, de «guerra
sumergida», de «guerra en B», como la «economía sumergida» o la «contabilidad
en B», saber esto es imprescindible para no cometer las tontas torpezas que
leemos frecuentemente. Conocer que el narco-paramilitarismo es parte esencial
del narco-capitalismo y éste del capital financiero, saber que estos grupos
militarizados son empresas con torturadores y sicarios que actúan como
«trabajadores cualificados» en el mercado del crimen, saberlo así es vital para
comprender qué sucede con la producción de opio en el mundo, qué sucede en
Venezuela y otros pueblos en los que los ejércitos oficiales imperialistas no
intervienen a la luz pública porque lo hacen en la sombra mediante los modernos
condotieros, o mediante fanáticos manipulados por poderes político-religiosos
contrarrevolucionarios con siniestras conexiones con los servicios secretos
imperialistas.
7.-
Hemos empezado diciendo que nos encontramos en un contexto
que hace definitivamente imposible seguir analizando cada problemática en
aislado, como si fuera un corchito flotando a la deriva en un temporal sin
ninguna relación con otros corchitos. De las últimas elecciones europeas en el
2009 a las actuales de 2014, en este lustro, la OTAN está desarrollando una
estrategia unitaria con tácticas muy variadas, tanto que en su multicolor
externo logran ocultar la naturaleza única de esa estrategia.
La crisis desencadenada en 2007 pero negada con obstinado
fanatismo neoliberal hasta finales de 2008 nada menos que por la misma Reserva
Federal norteamericana, ha llevado a la OTAN a realizar su tercera gran
adecuación interna. La primera fue su propia fundación en 1949; la segunda fue
la realizada inmediatamente después del derrumbe del muy correctamente denominado
«socialismo realmente inexistente», y la tercer es la actual, la que grosso
modo expuesto tuvo en Lisboa en 2010 su punto de partida para salvar al
«capitalismo realmente existente». Cualquier proyecto de acción
político-parlamentaria en la UE que no tenga en cuenta esta creciente fuerza
político-militar y este concentrado económico que es la OTAN, está condenado a
la derrota honrosa porque se ha luchado y perdido, o a la derrota deshonrosa
porque no se ha luchado al degenerar en el reformismo parlamentarista integrado
en el sistema.
Conocemos demasiados casos de derrotas deshonrosas,
asimilaciones dulces y adormiladas. La única forma de evitar desde ahora que se
repitan en un futuro es multiplicar la crítica radical de la OTAN como puño de
acero dentro del guante de seda de la «democracia occidental». Una crítica que
si bien puede hacerse desde dentro de las instituciones sobre todo ha de
practicarse en las fábricas, calles, escuelas, universidades, movimientos,
sindicatos, colectivos de toda índole. Al margen de lo que cada persona, grupo
u organización decida sobre qué hacer en las próximas elecciones europeas,
sobre si abstenerse o votar, al margen ahora mismo de este debate lo que sí es
verdad es que la crítica inmisericorde de la OTAN es más necesaria que nunca
antes, tanto en sí misma como en sus ramificaciones tentaculares visibles e
invisibles, porque no habrá democracia socialista y libertad comunista mientras
exista la OTAN
España renueva el convenio bilateral de cooperación militar
con Estados Unidos
Los misiles lanzados desde el Mediterráneo contra Siria
salieron de territorio español y artículos complementarios
MANIFIESTO DE LA XXVIIIª CONVOCATORIA DE LAS MARCHAS CONTRA
LAS BASES MILITARES DE ANDALUCÍA
OTAN perpetró el 11-M para hacer presente en Europa la
"amenaza terrorista islámica”
La CIA en ESPAÑA, de Alfredo Grimaldos
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