Wilebaldo
Solano
Este texto tiene su origen en la ponencia presentada en un coloquio
organizado por el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de
Barcelona. Aunque data de octubre de 1986, conserva plena actualidad, y
constituye una breve síntesis de la trayectoria del POUM desde sus orígenes
hasta la Guerra Civil, pasando por su persecución bajo el gobierno de Negrín y
su organización clandestina. La versión anotada que aquí publicamos está tomada
del libro "El
POUM en la Historia. Andreu Nin y la Revolución Española", Wilebaldo
Solano, Ed. Libros de la Catarata-Fundación Andreu Nin, Madrid, 1999
De los
orígenes a la Alianza Obrera
El Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) fue fundado en
Barcelona, en plena clandestinidad, el 29 de septiembre de 1935, sobre la base
de la fusión del Bloque Obrero y Campesino y de la Izquierda Comunista. Su
creación se produjo en un período crucial de la historia del movimiento obrero
español: el comprendido entre la revolución de octubre de 1934 y la sublevación
militar-fascista de julio de 1936.
El Bloque Obrero y Campesino(1) había nacido en Tarrasa el 1º de marzo de
1931 —en vísperas de la caída de la monarquía y de la proclamación de la
República— como resultante de la fusión del Partit Comunista Catalá,
organización de jóvenes militantes (Jordi Arquer, Víctor Colomer, Joan Farré
Gassó, Josep Rodes, Josep Coll) procedentes del sindicalismo revolucionario y
del catalanismo radical y surgida durante la dictadura del general Primo de
Rivera, y la Federación Catalano-Balear del Partido Comunista de España
(Joaquín Maurín, Pedro Bonet, David Rey [seudónimo de Daniel Rebull Cabré].
Éstas organizaciones coincidieron en tres puntos capitales: el análisis del
carácter de la revolución española, la interpretación del problema de las
nacionalidades y la oposición a los métodos que la Internacional Comunista en
plena degeneración, bajo la dirección de Stalin, quería imponer en el
movimiento obrero de nuestro país.
La Federación Catalano-Balear había ocupado siempre una posición especial
en el seno del Partido Comunista. Sus animadores y su dirigente más destacado
procedían del movimiento anarcosindicalista, en el que habían asumido
responsabilidades importantes. En 1921-1922 formaron los Comités Sindicalistas
Revolucionarios, lanzaron La Batalla y levantaron la bandera
de la Revolución Rusa. Fueron, pues, con los jóvenes socialistas que fundaron
en Madrid el Partido Comunista en 1920 (Luis Portela y Juan Andrade, entre
otros), los pioneros del movimiento comunista en España y los más enérgicos
defensores de la revolución de Octubre.
La formación del Bloque Obrero y Campesino (BOC) consagró la ruptura de
la Federación Catalano-Balear con el Partido Comunista, que se encontraba
entonces en plena crisis. En efecto, en Madrid se había creado una Agrupación
Comunista autónoma y las organizaciones de Valencia, Castellón y ciertos
núcleos de Asturias mantenían relaciones políticas muy estrechas con "el
grupo de La Batalla", como se decía entonces. Por otra parte,
desde hacía algún tiempo, en el exilio (Francia y Bélgica) y en España (Madrid
y Asturias) había militantes significados que no ocultaban sus simpatías por la
Oposición de Izquierda Internacional animada por León Trotsky. En el espacio de
dos años apenas, el Bloque Obrero y Campesino se convirtió en el primer partido
obrero de Cataluña. Introdujo el marxismo en un movimiento obrero en el que
hasta entonces predominaba el anarcosindicalismo, se implantó sólidamente en el
movimiento sindical (las federaciones sindicales de Gerona, Tarragona y Lérida
fueron excluidas de la CNT por estar animadas por militantes del BOC), creó
potentes organizaciones campesinas como la Unión Agraria de Lérida y un
movimiento revolucionario de la juventud (la Juventud Comunista Ibérica). El
semanario La Batalla, los libros de Maurín y los folletos lanzados
por su servicio de publicaciones llevaron las ideas del BOC a todo el país y
facilitaron la extensión del partido a otras regiones de la Península, en
particular Valencia, Aragón y Asturias. En el congreso que el BOC celebró en
abril de 1934 se comprobó que la organización tenía 4.500 militantes, 74
secciones y 145 núcleos en período de formación. Estas cifras resultaban
relativamente importantes en una época en que los partidos obreros eran
partidos de cuadros y las centrales sindicales organizaciones de masas. Por
esta razón la importancia real de los partidos no se medía por el número de sus
militantes, sino por la influencia que éstas y aquéllos tenían en el rico
tejido social de entonces, formado por los sindicatos, las asociaciones, los
ateneos y todos los demás centros culturales y recreativos.
La Izquierda Comunista (ICE) procedía de la Oposición que en 1930 se
constituyó en el seno del Partido Comunista de España a partir de la plataforma
de la Oposición rusa e internacional creada por Trotsky(2). Formada por
militantes muy valiosos, como Nin, Andrade, García Palacios, Loredo Aparicio,
Fersen [seudónimo de Enrique Fernández Sendón] y tantos otros, la ICE realizó
una labor considerable de formación y educación política gracias a su revista
teórica Comunismo (3), a sus folletos y libros y a sus
conferenciantes y propagandistas; pero quizás por el hecho de aparecer durante
mucho tiempo como un grupo de oposición al Partido Comunista y no como una
organización plenamente independiente, no consiguió progresar al mismo ritmo
que el BOC (4). Sin embargo, sus ideas y sus militantes influyeron notablemente
en la evolución del movimiento obrero español, en particular en Madrid,
Asturias y Extremadura.
El Bloque Obrero y Campesino y la Izquierda Comunista actuaron por
separado durante los primeros años de la República, pese a que las diferencias
que les separaban no eran fundamentales y pese a que sus principales dirigentes
—Nin, Andrade y García Palacios, por una parte, Maurín, Bonet y Portela, por
otra— habían marchado juntos para defender la Revolución Rusa e introducir el
marxismo revolucionario en España. Pero éstos volvieron a encontrarse en el
seno de la Alianza Obrera (5) a finales de 1933 y comienzos de 1934.
La Alianza Obrera, creada en Cataluña por iniciativa del Bloque Obrero y
Campesino, tuvo la virtud de reunir en un período de reflujo, después de la
victoria electoral de la coalición Lerroux-Gil Robles, a todas las
organizaciones políticas y sindicales catalanas con la excepción de la CNT, que
se mantuvo en suapoliticismo tradicional. El éxito de esta iniciativa
de frente único favoreció la recuperación del movimiento obrero en toda la
Península.
El triunfo de Hitler en Alemania y sus graves consecuencias para el
movimiento obrero europeo dieron un fuerte impulso a los sentimientos unitarios
y a la lucha contra el fascismo en todas partes. La Alianza Obrera de Cataluña
se convirtió en el gran heraldo de la unidad en el momento en que el Partido
Socialista iniciaba una importante rectificación política tras los resultados
de su colaboración ministerial con los republicanos en el llamado "primer
bienio" (6). El Socialista de Madrid proclamó en un
célebre editorial que "Cataluña estaba a la cabeza". Y ello era tan
cierto que el ejemplo de Barcelona se imitaba en otros lugares. La Alianza
Obrera se extendió rápidamente a Valencia, Madrid y Asturias, y en esta última
región obtuvo el concurso entusiasta y precioso de la CNT.
Sin embargo, el movimiento revolucionario de octubre de 1934 fracasó
porque la Alianza Obrera no había logrado dotarse de las estructuras apropiadas
en todo el país y establecer una coordinación efectiva de las luchas obreras y
campesinas. La Comuna de Asturias —los trabajadores conquistaron el poder y se
mantuvieron durante quince días—apareció como una vanguardia aislada. La
Alianza Obrera organizó una huelga general impresionante en Cataluña sin el
concurso de la CNT, mas no pudo llevar la lucha a un nivel superior a causa de
la capitulación de la Generalitat y de la inhibición de los
anarcosindicalistas. Sin embargo, el fracaso mayor se produjo en Madrid y en
otras ciudades importantes, donde el Partido Socialista, fuerza predominante,
no fue capaz de organizar y dirigir la lucha.
Después del fracaso del movimiento de Octubre, todas las organizaciones
obreras hicieron, mejor o peor, el análisis crítico de la experiencia vivida.
El Bloque Obrero y Campesino y la Izquierda Comunista, cada día más próximos
desde la creación de la Alianza Obrera, coincidieron en la interpretación de
las causas del fracaso de Octubre y en la definición de las nuevas perspectivas
políticas. Para Nin, el movimiento no había podido triunfar a causa de las
insuficiencias del Partido Socialista y de la ausencia de un gran partido
revolucionario. Para el Bloque Obrero y Campesino, las lecciones de la
insurrección de Octubre conducían a replantearse toda la perspectiva política y
a fijarse los siguientes objetivos: "Unidad de acción: Alianza Obrera.
Unidad sindical: una sola central sindical. Unidad política: un solo partido
socialista revolucionario" (7). Tales eran las conclusiones de un largo
análisis de la situación política del movimiento obrero escrito en enero de
1935 y suscrito por el Bloque Obrero y Campesino y la Juventud Comunista
Ibérica.
Los problemas planteados por la ICE y el BOC estaban en discusión en
todos los sectores del movimiento obrero. Y la realidad es que en 1935 se abrió
en todo el país un importante proceso de reagrupación y de unificación. Las dos
principales tendencias de la CNT, organización que había sufrido graves crisis
y escisiones en los años anteriores, se reunificaron en el congreso de Zaragoza
en mayo de 1936. Las Juventudes Comunistas y las Socialistas se unieron en una
sola organización, las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que no tardó en
caer bajo la dependencia del estalinismo. Para ser más precisos, conviene decir
que el equipo de Carrillo-Melchor-Laín, que había mantenido excelentes
relaciones con la Izquierda Comunista, el Bloque Obrero y Campesino y la
Juventud Comunista Ibérica en su período de bolchevización, sobre
todo meses antes y meses después de octubre de 1934, y que había llegado a
solicitar que dichas organizaciones ingresaran en el Partido y las Juventudes
Socialistas para facilitar la radicalización del socialismo, dio un viraje
sorprendente en otoño de 1935.
Ese viraje consistió en una aproximación hacia Moscú y la Internacional
Comunista, el abandono de las tesis bolchevizadoras y la
aceptación de las concepciones del Frente Popular y del Frente de la Nueva
Generación. Todo concluyó en un viaje de Carrillo a Moscú, donde se
establecieron las bases definitivas de la unificación de las Juventudes
Socialistas y Comunistas. Este resultado iba a tener consecuencias enormes en
la correlación de fuerzas en el movimiento obrero y en las luchas políticas
antes y después de julio de 1936. Como se sabe, las Juventudes Socialistas
Unificadas salieron de la órbita del Partido Socialista y se situaron, en la
práctica, en el terreno del Partido Comunista.
El POUM,
la revolución y la guerra
El proceso de unificación se desarrolló de un modo diferente en Cataluña.
Se inició con todas las organizaciones políticas que figuraban en la Alianza
Obrera, puesto que todas habían comprobado juntas sus insuficiencias en octubre
de 1934. Esas organizaciones eran el Bloque Obrero y Campesino, la Izquierda
Comunista, el Partit Catalá Proletari, el Partit Comunista de Catalunya, la
Federación Catalana del PSOE y la Unió Socialista de Catalunya. Las principales
reuniones de discusión se realizaron los días 6 y 13 de abril de 1935. En la
primera reunión se fijaron unos puntos básicos de la discusión para la fusión
sobre la base del marxismo revolucionario (8). Pero no tardó en comprobarse que
en el fondo había dos bloques: los que se reclamaban del marxismo
revolucionario de un modo efectivo y los grupos reformistas que se acercaban
ideológicamente al estalinismo atraídos por la nueva política frentepopulista
de éste. Los primeros, que poseían secciones, militantes y simpatizantes en
diversas nacionalidades y regiones de la península, es decir, el Bloque Obrero
y Campesino y la Izquierda Comunista, se negaron a integrarse en una
organización reducida a Cataluña, y decidieron formar el Partido Obrero de
Unificación Marxista (POUM). Los segundos crearon más tarde, precipitadamente,
en julio de 1936, el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), formación
que no tardó en adherirse a la Internacional Comunista y en colocarse, como las
JSU, bajo la dependencia del estalinismo.
El POUM surgió, el 29 de septiembre de 1935, tras largas discusiones en
el seno de las dos organizaciones que lo formaron, con una triple finalidad:
llevar hasta el fin la estrategia de la Alianza Obrera, impulsar la unificación
de la CNT, la UGT y los sindicatos autónomos en una sola central sindical y
reunir a todos los marxistas revolucionarios en un solo partido. Estos
objetivos, largamente pensados y madurados, obedecían a un proyecto sin
equívocos: colocar al proletariado español en condiciones de coronar el proceso
político iniciado en 1930-1931 con la caída de la monarquía con la victoria de
la revolución socialista, único medio, tras el fracaso de la II República, de
transformar radicalmente la sociedad española, superando la impotencia de la
burguesía para realizar las tareas que la historia imponía desde hacía luengos
años.
El POUM no fue, por tanto, una improvisación de circunstancias, un
reflejo de un fenómeno exterior al país y a sus inquietudes profundas, sino el
producto de una larga elaboración en el seno mismo del movimiento obrero, que
arrancaba de la doble ruptura de los años 20 con el oportunismo socialdemócrata
y con el aventurerismo anarquista, bajo la influencia determinante de la
revolución de Octubre de 1917. Por eso mismo, una buena parte de los militantes
que se solidarizaron con Lenin y Trotsky y fundaron el Partido Comunista
volvieron a encontrarse en el POUM tras las experiencias del Bloque Obrero y
Campesino y de la Izquierda Comunista, organizaciones surgidas frente a la
degeneración burocrática de la Revolución Rusa y de la Internacional Comunista.
Se realizaba así una especie de síntesis de un largo proceso dialéctico. Era
natural, pues, que el nuevo partido se encontrara mejor armado que otros para
comprender e interpretar el proceso revolucionario hispano.
El POUM aparecía en la escena política española e internacional con su
tríptico unitario (frente único obrero, unidad sindical, unidad de los
marxistas revolucionarios) porque estaba firmemente convencido, como se puede
colegir de su literatura política, de que en la Europa avasallada por el fascismo,
donde la clase obrera había sufrido derrota tras derrota, se acercaba la hora
del enfrentamiento brutal entre las fuerzas reaccionarias y revolucionarias
españolas, enfrentamiento del que iba a depender el destino de Europa durante
largo tiempo.
Había que armarse ideológica, política y orgánicamente para vencer en
España y cerrar así el paso a la expansión del fascismo en Europa, impidiendo
la segunda guerra mundial y abriendo una perspectiva de liberación al
movimiento obrero de nuestro continente. Y el POUM desvelaba sus armas.
En el momento de su fundación, el POUM tenía unos 8.000 militantes y
cerca de 40.000 simpatizantes. En Cataluña, animaba la Federación Obrera de
Unidad Sindical (FOUS), formada por los sindicatos de Lérida, Tarragona y
Gerona excluidos de la CNT por "estar dirigidos por marxistas", y
multitud de sindicatos autónomos. Y animaba también potentes organizaciones
campesinas, como la Unión Agraria de Lérida, aparte de tener una influencia
nada desdeñable en la Unió de Rabassaires (9). Por otra parte, el POUM contaba
con una organización juvenil, la Juventud Comunista Ibérica, que era ya
bastante fuerte en Cataluña y Levante, organización que iba a conocer un
ascenso considerable algunos meses después.
EL POUM brotó como una gran esperanza y fue muy pronto algo más que la
suma de dos organizaciones. Fue en seguida el primer partido obrero de
Cataluña. Luego, con relativa rapidez, sobre la base de las posiciones que ya
tenía en Valencia, Madrid, Asturias, Andalucía y Extremadura, se fue extendiendo
por toda la Península. La organización de Galicia, en pleno desarrollo, estaba
celebrando un pleno en Santiago de Compostela el día que estalló la
insurrección militar-fascista, el 18 de julio. Según un documento del comité
ejecutivo del POUM del 10 de diciembre de 1935, la Izquierda Comunista había
aportado en el momento de la fusión secciones o núcleos en Pamplona, Astillero
(Santander), Gijón, Santiago de Compostela, Salamanca, Madrid, Villada
(Palencia), Llerena (Badajoz), Sevilla, Bilbao, Lugo "y otros repartidos
en las diversas provincias de España".
En el curso de los primeros meses de 1936, año que definió como "año
crucial"(10), el POUM, fiel a su política de unidad obrera, puso en
guardia a los trabajadores ante la euforia artificial del Frente Popular y
recordó sin descanso que la alternativa histórica se presentaba así: socialismo
o fascismo. Sin hipotecar su independencia de clase, formó parte de la
coalición obrero-republicana del 16 de febrero y contribuyó así a asegurar la
victoria electoral, que supuso la liberación de los presos de octubre de 1934 y
la apertura de una nueva etapa política en el país.
Los días 19, 20 y 21 de julio de 1936, los militantes del POUM se
movilizaron en todo el país para hacer frente a la agresión militar-fascista.
La intervención del POUM en las batallas de Barcelona, de Valencia, de Lérida y
en las luchas de Madrid y de otras ciudades está en la historia. Germinal
Vidal, secretario general de la JCI, murió en la plaza de la Universidad de
Barcelona junto con otros militantes, combatiendo contra los sublevados. En
Barbastro, la acción decidida de un grupo de soldados de la JCI y de José
Rodes, comisario político de Lérida, evitó que la brigada del coronel Villalba
se incorporara a la rebelión. En Galicia, Luis Rastrollo, secretario de la
Federación del POUM, se puso al frente de la resistencia armada. En Llerena
(Extremadura), los mejores militantes del POUM cayeron defendiendo la ciudad
contra las tropas de Queipo de Llano. En Asturias, Luis Grossi, Emilio García y
otros militantes valiosos murieron en los frentes de Oviedo.
Apenas terminados los combates de julio, el POUM organizó unidades de
milicias en Cataluña, Levante, Aragón y Madrid. La primera "brigada
internacional" que se formó en España fue la Columna Internacional Lenin,
creada por el POUM en el frente de Aragón en julio de 1936 (11). En ella
combatieron, junto con militantes revolucionarios de Italia, Alemania, Francia,
Bélgica y otros países, los grandes escritores George Orwell (12) y Benjamín
Péret (13). Las milicias de Cataluña, agrupadas en la División Lenin, más tarde
29ª División, combatieron en los frentes de Aragón. Centenares de militantes
sucumbieron en la desgraciada operación de Mallorca. Las milicias de Castellón
y Valencia intervinieron en la conquista de Ibiza, en el cerco de Teruel y en
la defensa de Madrid. La Columna motorizada del POUM de Madrid, inmortalizada
en el libro de la escritora argentina Mika Etchebéhère (Mi guerra de España (14)),
participa en la toma de Sigüenza y sus componentes se cubrieron de gloria
después, bajo el mando de Mika, en las trincheras de la Moncloa, en la División
de Cipriano Mera.
En los primeros meses del proceso revolucionario y de la guerra, el
impulso general aseguró la unidad de las organizaciones obreras y
antifascistas. El POUM participó en el Comité de Milicias (15) y en el Consejo
de Economía de Cataluña, en el Comité Ejecutivo Popular de Valencia, en el
Comité Revolucionario de Lérida y en infinidad de organismos y comités de
frente único que se constituyeron en toda la zona controlada por las fuerzas
obreras y republicanas. En cambio, no participó en la Junta de Defensa de
Madrid porque la embajada rusa opuso su veto directamente y el PCE y las JSU lo
impusieron a las demás organizaciones.
El POUM realizó un esfuerzo de información, de propaganda y de educación
sin precedentes. En la reunión del comité central ampliado celebrada en
Barcelona en diciembre de 1936 —en el preciso momento en que, bajo la presión
de los representantes de Stalin en España, se preparaba la eliminación del POUM
del Consell de la Generalitat de Cataluña—, el partido hizo un balance de
semejante esfuerzo (16). El POUM contaba con unos 45.000 militantes y una cifra
de simpatizantes mucho más importante. Publicaba seis periódicos diarios: La
Batalla (30.000 ejemplares) en Barcelona; Adelante en
Lérida, L'Espurna en Gerona, Front en
Tarrasa, El Pla de Bages en Manresa y El Combatiente
Rojo en Madrid. Tenía una serie de semanarios importantes: POUM en
Madrid, El Comunista de Valencia, L'Hora de
Barcelona, entre otros; más los publicados por la Juventud Comunista
Ibérica: Juventud Comunista, órgano central, en Barcelona (15.000
ejemplares), La Antorcha en Madrid, Juventud Roja en
Castellón, Combat en Lérida, Acció en
Tarragona. Por otra parte, la Secretaría internacional del POUM publicaba
regularmente La Revolución Española en francés, inglés, alemán
e italiano, y una revista teórica en francés, Juillet. A este
conjunto conviene añadir La Nueva Era, órgano teórico y,
asimismo, Generación Roja, revista de educación política de la JCI.
Toda esta labor en el dominio de la prensa fue completada con la actividad de
la Editorial Marxista que, bajo la dirección de Juan Andrade, lanzó al mercado
numerosos libros de teoría marxista y una serie impresionante de folletos de
divulgación política, y en particular muchas obras que los estalinistas no
publicaban ya o tenían proscritas a causa de los cambios que se habían operado
en Moscú en el período 1926-1936. Los nombres de Gregori Zinoviev (17), de
Víctor Serge, de Nikolai Bujarin (18) y de tantos otros volvieron a aparecer en
los kioscos y librerías con gran escándalo de los representantes de Stalin en
España.
Durante todo el curso de la revolución —incluso en el breve período de
participación en el Consell de la Generalitat de Cataluña (19), cuando Andreu
Nin organizó la justicia revolucionaria, impuso la mayoría de edad a los
dieciocho años y sentó las bases de una legislación liberadora de la mujer— el
POUM se afirmó claramente como una fuerza marxista revolucionaria, defendiendo
intransigentemente su concepción de la revolución democrático-socialista,
sosteniendo contra viento y marea que la guerra y la revolución eran
inseparables, buscando la alianza con las fuerzas susceptibles de conducir el
proceso revolucionario hasta la victoria. Su consigna central fue: "sobre
el fascismo haremos triunfar la revolución socialista" (20).
La lucha
contra el estalinismo en plena guerra
A mediados de 1936 y en los años 1937 y 1938, el POUM tuvo que
enfrentarse con una de las realidades más trágicas del proceso revolucionario:
la intervención declarada de la burocracia rusa (hecho que han terminado por
reconocer la mayor parte de los dirigentes del Partido Comunista) y la acción
contrarrevolucionaria del estalinismo. Mientras los oposicionistas rusos, los
compañeros de armas de Lenin y Trotsky sucumbían en condiciones ignominiosas
(procesos de Moscú (21)) o iban a parar a los campos del Gulag, en la otra
punta de Europa los militantes del POUM luchaban y morían para abrir una
perspectiva de renovación al movimiento surgido de la Revolución Rusa.
Tomando como pretexto las Jornadas de Mayo de 1937 —sublevación del
proletariado de Barcelona contra una provocación preparada para despojarle de
sus conquistas revolucionarias—, los consejeros extranjeros del PCE (Togliatti,
Stepanov, Gerö, Codovila, etc.) comenzaron por derribar el gobierno de Largo
Caballero, que, como se sabe, se había opuesto reiteradamente a sus exigencias,
y abrieron paso a la "fórmula Negrín", que les ofrecía casi todas las
garantías que Stalin reclamaba para proseguir su "ayuda a la República
Española", una ayuda pagada con creces económica y políticamente.
Eliminado Largo Caballero, los objetivos fueron la limitación drástica de la
autonomía de Cataluña (22), la neutralización de la CNT y la destrucción del
POUM.
El 16 de junio de 1937, una brigada de la policía estalinista, controlada
y dirigida por agentes de la GPU rusa, dio un golpe contra el POUM, sus
dirigentes, sus locales y sus medios de expresión, sirviéndose de los resortes
del aparato del Estado que estaban en sus manos o que no se atrevían a
resistirles. Andreu Nin y la mayor parte de los dirigentes del POUM fueron
detenidos y secuestrados sin que las autoridades de la Generalitat de Cataluña
fueran advertidas ni consultadas. Nin fue trasladado rápidamente a Valencia y
luego a Madrid y Alcalá de Henares, donde, al parecer, fue torturado y
asesinado. Todo esto sin que los ministros de Gobernación (el socialista
Zugazagoitia) y de Justicia (el nacionalista vasco Irujo) tuvieran la menor noticia
de lo sucedido. Juan Andrade, Pedro Bonet, Julián Gorkin [seudónimo de Julián
Gómez García], David Rey y José Escuder fueron trasladados de Barcelona a
Valencia, de Valencia a una checa (23) de Madrid y,
finalmente, de nuevo a Valencia, saliendo así de su incomunicación.
Evidentemente, para justificar semejantes desmanes y el crimen cometido
con Nin, la prensa estalinista, tras unos días de vacilaciones, lanzó una
campaña infamante presentando a los dirigentes del POUM como "espías"
y "agentes de Franco", insinuando que Nin podía estar "en
Salamanca o en Berlín". La reacción fue inmediata. Los militantes del
POUM, organizados en la clandestinidad, iniciaron una vasta campaña para exigir
aclaraciones públicas sobre la desaparición de Nin, la libertad de los
militantes detenidos y el retorno a la legalidad de su partido. Algunos
periódicos cenetistas y socialistas denunciaron los hechos represivos y
salieron en defensa del POUM. Pero nadie pudo contener el furor destructor de
la GPU y de los dirigentes estalinistas, que, desgraciadamente, ocupaban
posiciones cada vez más importantes en el aparato del Estado.
Contrariamente a lo que han sostenido algunos historiadores, el POUM no
desapareció tras el golpe del 16 de junio de 1937. Al contrario, las
organizaciones del POUM y de la Juventud Comunista Ibérica se mantuvieron en la
clandestinidad hasta el fin de la guerra. La mejor prueba de ello son sus
publicaciones, en particular La Batalla y Juventud Obrera, que se
publicaron con una regularidad asombrosa hasta mayo de 1938, semana tras
semana, provocando la irritación pública de los dirigentes del PCE, del PSUC y
de las JSU. Esas publicaciones constituyen una mina de informaciones para los
historiadores de hoy.
En medio de grandes dificultades, el POUM hizo frente a la campaña de
calumnias organizada por los estalinistas, protegió a sus militantes en los
frentes, mantuvo relaciones regulares con todas las organizaciones
antifascistas y, en particular, con la CNT y la izquierda socialista de Largo
Caballero —a los que incitó constantemente a la resistencia al terrorismo y a
las manipulaciones estalinistas— y alimentó una campaña internacional destinada
a denunciar los asesinatos de Andreu Nin, Kurt Landau (24), Camillo Berneri
(25), José María Martínez y muchos otros, y a evitar que se reprodujeran en
España los procesos de Moscú.
Porque la intención era esa: descubrir y condenar a "traidores
trotskistas" en España para justificar a posteriori los
procesos de Moscú contra las primeras figuras del bolchevismo, procesos que
habían suscitado un movimiento de repulsa y de horror en los círculos más
avanzados del movimiento socialista y de la intelectualidad europea de
izquierda.
Después de un golpe policiaco destinado a desbaratar el aparato
clandestino del POUM, del que fuimos víctimas los dirigentes del POUM y de la
JCI que habíamos logrado escapar a la represión de junio de 1937 (José Rodes,
Joan Farré, Jordi Arquer y yo), golpe que tuvo consecuencias bastante desastrosas
para la resistencia organizada de los poumistas, se aceleraron los preparativos
del gran proceso que tenía que justificar toda la operación
estalinista, confundir a los dirigentes del POUM y reducir a la impotencia a la
tendencia Largo Caballero-Araquistain e incluso a la propia CNT. Más todo esto
fracasó estrepitosamente gracias al sacrificio de Andreu Nin y a la resistencia
de sus compañeros más representativos.
España, pese a todo, no era la Rusia de Stalin. El Tribunal Central
Especial de Espionaje y Alta Traición estaba formado por hombres que
simpatizaban con el socialismo y que no se rindieron ante las presiones que se
ejercieron sobre ellos (26). Por lo demás, aparte de que personalidades como
Francisco Largo Caballero, Luis Araquistain, Federica Montseny y Josep
Tarradellas garantizaron públicamente que los procesados eran militantes
revolucionarios con un brillante historial político, Andrade, Bonet, Gorkin,
Gironella [seudónimo de Enrique Adroher Pascual] y Escuder defendieron su honor
de revolucionarios, refutaron todas las acusaciones estalinistas y denunciaron
vigorosamente el asesinato de Nin.
El tribunal descartó en seguida todas las acusaciones de "espionaje
y alta traición" y condenó a unos años de cárcel a los encausados por su
actuación durante... las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona. En la sentencia
se hacía casi un elogio de los procesados al recordar y destacar su prestigiosa
historia militante. La decepción y el furor de la GPU y de los dirigentes
estalinistas fueron tan grandes que la censura del gobierno Negrín, controlada
por ellos, prohibió la publicación de la sentencia del tribunal, razón por la
cual ésta se convirtió en un documento político de propaganda en favor del
POUM.
Este hecho, como muchos otros que se produjeron en los meses siguientes,
demostró que España no podía ser sometida a un régimen de democracia
popular como los que iban a organizarse diez años después en varios países
del Este europeo. No obstante, la intención era ésa, como ha confesado el
propio Santiago Carrillo en declaraciones recientes (27). Es decir, instaurar
un régimen en el que el Partido Comunista, a través de sus organizaciones y de
sus compañeros de viaje (28) instalados en el aparato del Estado,
el Ejército y la Policía, pudiera ejercer francamente su dictadura, eliminando
a todos los que se oponían a sus designios y, en primer término, al POUM, a la
CNT y a la izquierda socialista de Largo Caballero.
En todo caso, el POUM no cedió, no transigió, no capituló ni en los
frentes ni en la retaguardia, ni en las prisiones ni ante los tribunales de
represión. Sus militantes prosiguieron la guerra contra Franco en todos los
frentes y militaron por la causa del socialismo hasta el último día. Andreu
Nin, torturado y asesinado en condiciones odiosas, simboliza en la historia la
resistencia heroica del movimiento obrero español, en plena revolución, a la
reacción estalinista. Y, con él, todos los militantes que, como el economista
vasco José Mª Arenillas, el comisario político Marciano Mena, los maestros Juan
Hervás, Joan Baptista Xuriguera y Jaime Trepat, animadores de la Escuela Nueva
Unificada de Cataluña, fueron también víctimas de los crímenes del estalinismo.
El caso del POUM no tiene precedentes ni puede compararse con ningún
otro. Mientras Joaquín Maurín y muchos otros militantes destacados se
encontraban en las prisiones de Franco acusados de comunistas o marxistas —por
lo que no pocos comparecieron ante los pelotones de ejecución, como José Luis
Arenillas, secretario del partido en Euskadi, Luis Rastrollo, secretario del
partido en Galicia, Julio Alutiz o Eusebio Cortezón, miembros del comité
central—, Nin era asesinado en la zona republicana y se organizaba un proceso y
una violenta represión contra el POUM y la JCI, represión que se cebaba también
con los oficiales y los soldados del POUM que combatían en el Jarama y el Ebro,
en las riberas del Segre y en el corazón de Cataluña, a los que no se vacilaba
en acusar de ser "agentes de Franco". Los principales organizadores
de la derrota, los que a la sombra de Negrín preparaban el desastre o la
capitulación, contrajeron así una inmensa responsabilidad ante la
historia.
La
clandestinidad franquista y el exilio político
Terminada la Guerra Civil, los militantes del POUM que por las causas más
diversas permanecieron en España, pasaron sin solución de continuidad de la
resistencia al estalinismo a la nueva resistencia al terror franquista. Uno de
los primeros periódicos clandestinos que aparecieron en 1939 en el país
fue El Combatiente Rojo, órgano de nuestros camaradas de Madrid. En
Cataluña el Frente de la Libertad, primera organización de resistencia, fue
creada y animada por militantes del POUM. Entre 1944 y 1950, es decir, en los
años más duros del franquismo, La Batalla, Adelante, Catalunya
Socialista y otras muchas publicaciones aseguraron la presencia del
POUM en las luchas contra la dictadura. Estas actividades, así como las
realizadas durante la revolución y la guerra, supusieron para los militantes
que cayeron en manos de la policía muchos y largos años de prisión o de
presidio.
Pero tampoco el exilio fue fácil para los que lograron salir de España.
No hubo en ninguna parte cuarteles de invierno. Los principales
dirigentes del POUM —los que nos encontrábamos en la Prisión del Estado de
Barcelona— fuimos evacuados de Barcelona por orden de González Peña, ministro
de Justicia socialista, y conducidos cerca de la frontera; consiguieron
liberarnos y fuimos acogidos por un grupo especial del Partido Socialista
Obrero y Campesino de Francia (PSOP) organizado por Marceau Pivert y Daniel
Guerin, que logró trasladarnos a París. Pero millares de militantes fueron a
parar a los campos de concentración de Argelés y de Barcarés, de Bram y de
Vernet, de donde no fue tarea fácil arrancarlos.
Dentro o fuera de los campos de concentración, encerrados o asignados a
residencia en poblaciones donde se carecía de los derechos más elementales, la
vida de los exiliados en Francia fue muy ingrata en los primeros años y durante
la Segunda Guerra Mundial. En noviembre de 1941, un tribunal francés, bajo la
presión de la Gestapo, condenó a largas penas de prisión o de trabajos forzados
a varios militantes del POUM acusados de haber reorganizado su partido en
Francia y de mantener contactos con los primeros grupos franceses de
resistencia a la ocupación por los nazis. Este proceso injusto y bárbaro supuso
largos años de encarcelamiento para hombres como Rodes, Andrade, Solano, Farré
Gasso, Coll, Iglesias, Comabella o Zayuelas. Algunos de ellos fueron deportados
a Alemania en 1944, donde coincidieron a veces con otros militantes del POUM
detenidos en otros lugares de Francia y enviados a Dachau, Mauthausen o
Buchenwald...
De un modo general puede decirse que, en contacto con la organización
clandestina de España, los militantes exiliados del POUM aportaron su apoyo a
las organizaciones socialistas revolucionarias clandestinas y facilitaron la
evasión por España de numerosos combatientes y perseguidos de distintas
nacionalidades. Por otra parte, ciertos militantes tuvieron la posibilidad de
incorporarse a las guerrillas organizadas en Francia o de crear grupos de
combate españoles, como en el caso del batallón Libertad que,
junto con una brigada vasca, contribuyó a reducir los últimos fortines de la
resistencia alemana en la costa sur del Atlántico.
Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, el POUM pudo operar en la
legalidad en el exilio, manteniendo sus organizaciones y publicando su prensa,
en particular La Batalla, que ha asegurado la continuidad del
marxismo revolucionario durante más de treinta años, celebrando sus
conferencias, realizando múltiples actividades, estableciendo lazos de
camaradería y de fraternidad con las tendencias más avanzadas del movimiento
obrero internacional. Toda esta labor se desarrolló en el marco de la lucha
global contra la dictadura franquista y por la reconstrucción del movimiento
obrero en nuestro país, en relación constante con los grupos clandestinos del POUM
y con las nuevas organizaciones que fueron surgiendo en la clandestinidad,
inspirándose a veces en nuestra tradición histórica y en el marxismo
revolucionario.
Para todas las organizaciones obreras, incluso las más fuertes y las que
contaban con mayores apoyos internacionales, fue muy difícil resistir en los
años más duros de la represión y el terror y, luego, en la época de reflujo de
los años 1950 a 1962, conservar y renovar sus cuadros militantes clandestinos.
Esta tarea resultó todavía más ingrata para el POUM, víctima, a la vez, de la
represión franquista y de las campañas de calumnias del estalinismo.
La reconstrucción del movimiento obrero a través del movimiento
huelguístico de 1962 y el proceso iniciado tras la muerte de Stalin y el XX
Congreso del Partido Comunista de la URSS (PCUS) en 1956, comenzaron a
modificar fundamentalmente la situación y las perspectivas. La lucha histórica
del POUM contra la degeneración estalinista y su interpretación de la
revolución española de 1936 —evolución socialista y no mera "guerra de
independencia nacional"— comenzaron a insertarse en la nueva realidad
española. Y ello provocó la aparición de nuevos grupos y organizaciones,
formados generalmente por jóvenes obreros y estudiantes, muchos de los cuales
se situaban en el terreno del marxismo revolucionario y de la renovación del
socialismo frente al despotismo burocrático. Pero esto es ya otra
historia.
NOTAS
- Un
buen trabajo monográfico sobre el Bloque Obrero Campesino es el de Andrew
Charles Durgan, BOC 1930-1936 (El Bloque Obrero y Campesino),
Barcelona, Editorial Laertes, 1996.
- La
Oposición de Izquierda (bolchevique-leninista) fue creada por Trotsky en
1923 como fracción organizada contra el creciente burocratismo. Tras el
exilio de Trotsky en Prinkipo estableció un contacto más estrecho con los
grupos oposicionistas de otros países, constituyéndose en 1930 la
Oposición de Izquierda Internacional como fracción de la IC que perseguía
el objetivo de hacerla volver a sus principios revolucionarios. Hasta 1933
lucharon por la reforma de la IC y de sus partidos, aunque estaban
expulsados de su seno. Después de la victoria de Hitler en Alemania, los
partidarios de Trotsky empiezan a impulsar la formación de una nueva
internacional, tomando el nombre de Liga Comunista Internacional que, a
partir de la conferencia de Ginebra de 1936, dio paso al Movimiento por la
Cuarta Internacional, antecedente para la fundación oficial de ésta en
septiembre de 1938.
- Una
antología de la revista Comunismo (1931-1934) fue
publicada en 1978 por Editorial Fontamara, Barcelona.
- Un
estudio riguroso sobre la Izquierda Comunista de España puede encontrarse
en la obra de Pelai Pagès El movimiento trotskista en España
(1930-1935), Barcelona, Ediciones Península, 1977.
- La
Alianza Obrera representó una experiencia de unidad de la izquierda
política y sindical, para oponerse al avance del fascismo. Surgió en
Cataluña, extendiéndose especialmente a Levante, Andalucía, Asturias y
Madrid. Su mayor trascendencia se produjo en Asturias, donde la Alianza
Obrera desempeñó, gracias a la participación en ella de UGT y CNT, un
papel fundamental durante la revolución de octubre de 1934. La Alianza
Obrera representaba en aquel momento una expresión de la táctica de frente
único, cuyo objetivo es permitir la unidad de los trabajadores contra un
enemigo común, aun cuando estén divididos en organizaciones reformistas o
revolucionarias de diferente signo. Esta idea del frente único fue objeto
de expresión programática en el II Congreso de la IC (1920). Tras la
consolidación del dominio estalinista en la IC se abandona la idea del
frente único por los partidos comunistas.
- La II
República atravesó, desde abril de 1931 hasta julio de 1936, tres etapas
básicas: el "primer bienio" social-azañista, el bienio
radical-cedista y el Frente Popular. Durante el "primer bienio"
la dirección política correspondió a los socialistas (mayoritarios en las
Cortes) aliados a la izquierda burguesa representada por Manuel Azaña. En
1933 se produjo el triunfo electoral de la derecha, la CEDA, gobernando
inicialmente los radicales de Lerroux. La entrada de la CEDA en el
gobierno, en octubre de 1934, desencadenó la insurrección de Asturias. El
Frente Popular obtuvo su victoria electoral en febrero de 1936.
- "Las
lecciones de la insurrección de Octubre", fechado a 1 de enero de
1935 y publicado clandestinamente en Barcelona, en febrero de 1935 por el
BOC (este texto está incluido en el apéndice documental de la obra de
Víctor Alba, La Alianza Obrera (Historia y análisis de una táctica
de unidad en España), Madrid, Ediciones
Júcar, 1977, pp. 214-231).
- La
primera reunión se celebró el día 3 de febrero de 1935 y a la misma
asistieron el Partit Catalá Proletari, el BOC, la Unió Socialista de
Catalunya, la Federación Catalana del PSOE, el Partit Comunista de
Catalunya y la Izquierda Comunista. En esa reunión se acordaron entre
otros puntos que esta fusión debía llevarse a cabo sobre la base del
marxismo revolucionario (el acta de la reunión se publicó en Justicia
Social, Barcelona, nº 8, 25 de mayo de 1935).
- La
Unió de Rabassaires fue una importante organización campesina de pequeños
arrendatarios, fundada a comienzos de los años veinte, que alcanzó un peso
social y político importante en Cataluña en los años siguientes. Ligada
especialmente a ERC, formó parte de la Alianza Obrera de Cataluña
constituida a finales de 1933 y de la coalición electoral Front
d´Esquerres en 1936. Durante la guerra estuvo representada en el Comité
Central de Milicias Antifascistas de Cataluña y participó en los sucesivos
gobiernos de la Generalitat.
- Editorial
de La Batalla del 3 de enero de 1936.
- La
decisión de formar las Brigadas Internacionales, bajo la iniciativa y el
control de la Internacional Comunista, tuvo lugar, según la mayoría de los
historiadores, en septiembre de 1936. El 12 de octubre de 1936 llegaron a
Alicante los primeros voluntarios alistados en las Brigadas
Internacionales. Desde allí se dirigieron a su base de entrenamiento en
Albacete. En dicha fecha ya combatían en España un cierto número de
militantes antifascistas extranjeros integrados en diversas unidades.
- George
Orwell es el nombre literario de Eric Blair (1903-1950). A mediados de los
años treinta simpatizó con el ILP británico, de cuyo periódico New
Leader fue corresponsal al inicio de la Guerra Civil española, en
la cual participó en el frente de Aragón encuadrado en una unidad del
POUM. Las jornadas de mayo de 1937 le sorprenden en Barcelona y, acosado
por los estalinistas, debe abandonar España. De su etapa en España es
reflejo su famoso y magistral testimonio Homenaje a Cataluña.
La experiencia española marcó su evolución política posterior, en el marco
de una izquierda antitotalitaria, y ese antitotalitarismo está presente en
sus obras más conocidas, Rebelión en la granja y 1984.
Homenaje a Cataluña
- Benjamin
Péret (1899-1959) fue un destacado poeta surrealista. Al poco tiempo de
estallar la Guerra Civil española llegó a Barcelona, como integrante de
una delegación del POI, partido trotskista francés, junto a Jean Rous,
para incorporarse posteriormente a las milicias en el frente de Aragón.
Regresó a París en abril de 1937. Con motivo de la Segunda Guerra Mundial
se exilió en México, donde mantuvo una fuerte colaboración con G. Munis y
Natalia Sedova, junto a quienes desarrolló un proceso de ruptura con la IV
Internacional que se materializó en 1948.
- Mika
Etchebéhère, Mi guerra de España, Barcelona, Plaza y Janés,
1987.
- Se
refiere al Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, producto
de la situación revolucionaria creada el 19 de julio, creado formalmente
por decreto de la presidencia de la Generalitat de Cataluña el 23 de julio
de 1936, que tenía por objeto "aniquilar los últimos núcleos
fascistas existentes y prevenirse contra posibles peligros de fuera",
así como atender a la "defensa de la República y a la lucha contra la
reacción". Desde el primer momento de su constitución se convirtió en
un órgano decisivo, símbolo del nuevo poder revolucionario en Cataluña,
pues de él dependían los abastecimientos, la administración de justicia,
la formación de unidades milicianas y su envío a los frentes, el orden
público, los problemas económicos, etc. El 1º de octubre de 1936 el Comité
acordó su autodisolución y sus unidades se fueron integrando en el ejército
regular de la República. Sus competencias fueron asumidas por el gobierno
de la Generalitat formado el 28 de septiembre de 1936 por Josep
Tarradellas.
- En
esta reunión, celebrada los días 12, 13, 14, 15 y 16 de diciembre,
coincidiendo con la exclusión del POUM del Consell de la Generalitat se
aprobaron una serie de resoluciones que fueron publicadas en su día por la
Editorial Marxista y que han sido recogidas en una antología a cargo de
Víctor Alba (La revolución española en la práctica, Madrid,
Ediciones Júcar, 1977, p. 104 y ss.).
- Gregori
Zinoviev (1883-1936) fue un bolchevique de la vieja guardia, estecho
colaborador de Lenin y dirigente de la IC. Junto a León Kamenev (editor dePravda en
1917) ayudó a Stalin en la campaña contra el trotskismo, pero
posteriormente formaron un bloque con la Oposición de Izquierda,
capitulando ante Stalin en 1927. En 1932 fue expulsado del PC ruso,
readmitido en 1993, sentenciado a diez años de prisión en 1935 y
ejecutado, junto a Kamenev, bajo falsas acusaciones tras el primer proceso
de Moscú.
- Nikolai
Bujarin (1888-1938) fue un militante histórico bolchevique. Se alió con
Stalin frente a la Oposición de Izquierdas de Trotsky. Fue presidente de
la IC entre 1926 y 1929. A partir de 1929 encabezó la oposición de
derecha contra Stalin y fue expulsado del partido. Capitulo ante
Stalin y fue ejecutado tras el tercer proceso de Moscú en 1938.
- El 28
de septiembre de 1936 se formó, con Josep Tarradellas a la cabeza, un
Consell de la Generalitat con presencia de ERC (3), CNT (3), PSUC (2),
Unió de Rabassaires, Acció Catalana Republicana, dos independientes y, por
el POUM, Nin como conseller de Justicia. El 16 de
diciembre de 1936 se formó un nuevo Consell, presidido también por
Tarradellas, en el que a la expulsión del POUM, y a la formalista retirada
voluntaria del PSUC, se acompañaba una mayor presencia comunista, no como
PSUC, sino a través de tres representantes de la UGT que fueron Joan
Comorera, Miguel Valdés y Rafael Vidiella, conocidos miembros del comité
ejecutivo del PSUC que, a las pocas semanas se convirtieron en miembros
del comité central del PCE.
- Véase
el discurso de Andreu Nin en el mitin del Gran Price de Barcelona el 6 de
junio de 1936 en el cual destaca las ideas clave reseñadas por Solano de
que la revolución y la guerra son inseparables y de que el proletariado no
lucha por la república democrática. Para Nin "contra el fascismo sólo
hay un medio eficaz de lucha: la revolución proletaria". Ese discurso
está incluido en Andreu Nin, Los problemas de la revolución
española, Ruedo Ibérico, Barcelona, 1978.
- En
agosto de 1936, enero de 1937 y marzo de 1938 se celebraron en Moscú otros
tantos procesos contra "el centro terrorista
trotskysta-zinovietista", el "centro trotskista antisoviético"
y "el bloque antisoviético de derechistas y trotskistas". A
través de dichos procesos fueron ejecutados los miembros más destacados de
la vieja guardia bolchevique que junto a Lenin habían dirigido la
revolución y los primeros pasos del estado soviético. El principal acusado
de los procesos, León Trotsky, estuvo ausente, aunque sería finalmente
asesinado en 1940 por Ramón Mercader, un agente de la GPU. Para esclarecer
las acusaciones contra Trotsky se creó una comisión de encuesta
independiente formada por personalidades de prestigio, bajo la presidencia
del filósofo norteamericano John Dewey, que se reunió en abril de 1937 y
declaró a Trotsky inocente de las acusaciones formuladas en Moscú. Los
procesos de Moscú fueron acompañados de la etapa más cruel de
deportaciones en masa a los campos de exterminio del Gulag. Las víctimas
de esta represión, el gran terror, fueron millones de obreros
y campesinos, entre ellos numerosos militantes comunistas.
- La
derrota de la sublevación militar en Cataluña puso, a partir de julio de
1936, en manos de la Generalitat, primero de hecho y luego de derecho,
importantes funciones no previstas en el estatuto de Auronomía de 1932 en
materia de economía, justicia, orden público y defensa. A raíz de las
Jornadas de Mayo de 1937 el gobierno republicano central recuperó con
crces sus competencias, llegando a nombrar un delegado de Orden Público.
- Se
llaman checas a los locales, muchas veces secretos,
utilizados por la policía política estalinista. El nombre es una
derivación de la CHEKA —Comisión Pan-rusa Extraordinaria de Lucha contra
la Contrarrevolución, la Especulación y el Sabotaje—, policía política
soviética, creada por Lenin en diciembre de 1917 y reemplazada en 1922 por
la GPU.
- Kurt
Landau (1903-1937): ex-miembro del PC austriaco, fue uno de los dirigentes
de la Oposición de Izquierda trotskista hasta 1931. Llegó a España en
noviembre de 1936, colaborador de La Batalla. Detenido el 23
de septiembre de 1937 y asesinado, con toda probabilidad, por agentes de
la GPU en España.
- Camillo
Berneri (1897-1937): filósofo y periodista anarquista, una de las grandes
figuras del pensamietno libertario del siglo XX. Exiliado de Italia tras
la victoria del fascismo, llega a España en 1936, se incorporó a la
columna miliciana Ascaso, colaboró con la emisora de radio de la CNT-FAI
de Barcelona, ciudad en la que edita el periódico Guerra di classe.
Fue asesinado durante las Jornadas de Mayo. Su muerte es un misterio sin
resolver, siendo la hipótesis más probable su muerte a manos de agentes de
la GPU, aunque también se ha atribuido a la policía secreta de Mussolini.
Uno de los últimos textos que escribió fue "En defensa del POUM"
(incluido en la recopilación de textos de Camillo Berneri, Humanismo
y anarquismo, Madrid, Los Libros de la Catarata, 1998).
- En el
apéndice de este libro se publica, por vez primera en España, un extracto
del informe del comunista Luigi Longo, uno de los máximos dirigentes de
las Brigadas Internacionales, en el que se describen los esfuerzos del
estalinismo en relación con el proceso al POUM.
- Las
declaraciones a las que se refiere Solano fueron realizadas a la profesora
francesa Lilly Marcou y recogidas en el libro Le Communisme malgré
tout (Entretiens avec Santiago Carrillo), Éditions PUF, París, 1984.
- En la
literatura política dedicada al estalinismo reciben ese calificativo
quienes sin ser afiliados de los partidos comunistas colaboran de forma
activa con éstos, prestándoles una imagen de pluralismo en sus
actuaciones.
Wilebaldo Solano El POUM en la Historia
ResponderEliminarhttp://www.trasversales.net/i44ws.htm
LA SIGNIFICACIÓN HISTÓRICA DEL POUM
ResponderEliminarWILEBALDO SOLANO
http://www.nodo50.org/espacioandaluz/materiales/cuadernos/poumsolano.pdf