sábado, 11 de noviembre de 2017

Juan Andrade. El problema militar de la revolución española





Este texto fue publicado originalmente por Andrade con el seudónimo de Emilio Ruiz. Fue incluido en el libro Notas sobre la guerra civil (Ediciones Libertarias, 1986), publicado después de su fallecimiento. En dicha publicación se suprimieron todos los párrafos relativos al texto de Claudín que Andrade comenta. En esta edición digital reproducimos el texto original íntegro.


Con este título, la revista francesa  Que faire?  publicó (...) un extenso y notable artículo de Fernando Claudín (1), que es posible que no haya tenido muchos lectores españoles, por ser su publicación poco conocida en nuestros medios. Sin embargo, merece que se destaque porque es el primer estudio serio, a mi parecer, aparecido hasta ahora sobre tan importante cuestión. Lo es sobre todo porque no se trata exclusivamente de un análisis estrictamente dedicado a la estrategia, a las batallas libradas y al desarrollo de la situación de los frentes, sino sobre el problema político de la táctica empleada con respecto al Ejército en el período prerrevolucionario y a la forma de llevar la guerra durante la revolución.

Al proclamarse la República el 14 de abril de 1931, la casi totalidad del Ejército profesional y del aparato de represión decidió replegarse, permanecer neutro. El jefe más representativo de dichas fuerzas, el general Sanjurjo, director de la Guardia Civil, hizo sumisión a la República. De esta manera, toda la jerarquía militar más reaccionaria puso en práctica y logró su mayor deseo: conservar la unidad del Ejército y esperar su ocasión de operar. Incluso la Brigada Social de la Dirección de Seguridad mantuvo sus mandos, que después habrían de prestar tantos servicios a la conspiración. El gobierno republicano-socialista no quería tampoco quebrantar la homogeneidad de las fuerzas del orden, ante la politización y radicalización de masas obreras y campesinas. Desoía incluso las advertencias de algunos generales y oficiales, verdaderamente leales, sobre el peligro del mantenimiento de ese status quo en el Ejército.

Pocos meses después del 14 de abril surgió la Sanjurjada, en Sevilla y la sublevación del cuartel de la Remonta de Madrid. La situación no estaba madura en aquel momento, los militares reaccionarios tenían todavía miedo y la clase obrera se movilizó con gran rapidez. A pesar de todo, el gobierno se vio obligado a tomar ciertas medidas represivas contra algunos militares. Pero era preciso, según él, mantener la intangibilidad del aparato militar. Como dice Claudín “el ejército heredado de la monarquía permaneció intacto. Los gobiernos republicanos, con participación socialista, no adoptaron la menor medida para depurar a los oficiales reaccionarios. Las reformas ´modernas´ de Azaña sirvieron para reforzar a éstos últimos, por lo cual la amenaza militar quedó suspendida permanentemente, como una espada de Damocles”.


Por otra parte, los partidos y sindicatos descuidaron el trabajo de zapa, de penetración en las filas del ejército y de organización de núcleos de subalternos y soldados. Concentraron principalmente su actividad en el exterior, los socialistas y el POUM en la organización de milicias y los anarcosindicalistas en la organización de comités de defensa. Aunque Claudín valoriza demasiado el trabajo hecho por el PCE ese camino, puede decirse que más que una labor real y efectiva, fue pura propaganda (lo que, por otra parte, no estaba mal), pero sin repercusión práctica porque los comunistas no tenían entonces peso para hacer semejante tarea.

Si bien, tanto las milicias socialistas y del POUM como los comités de defensa anarquistas, desempeñaron el papel fundamental en Madrid, Barcelona y Valencia en julio de 1936 para aplastar a los generales y oficiales felones y desmoralizar y dispersar a la tropa, fueron raros los casos en toda España de rebelión de los soldados contra sus propios jefes; por el contrario, en la marina, que estaba lejos por su situación de la influencia de los partidos y organizaciones obreras, la sublevación de los mandos fue aniquilada en el interior mismo de los buques por los subalternos y la marinería.

Una vez desencadenada la guerra civil, la política militar que se siguió fue el fruto de la propia confusión de la política general de unos y otros de los componentes del Frente Popular. “Los anarcosindicalistas trataron inmediatamente de instaurar la autogestión en las fábricas; de hecho se trataba mucho más de una gestión de los comités sindicales de la CNT que de una democracia directa de las masas, su posición sobre el Estado les impedía plantearse el problema de un poder revolucionario... Los socialistas de izquierda no tenían ninguna concepción de lo que debía ser un Estado revolucionario... El POUM había adoptado, desde antes de la sublevación militar, una posición muy clara sobre el carácter de la revolución española, que reconocía justamente como una revolución socialista, pero sus fuerzas estaban reducidas a Cataluña, e incluso allí era sumergido por la fuerza aplastante del anarcosindicalismo... El PC era el único de todas las organizaciones obreras españolas que podían contar con un apoyo exterior, no sólo por parte de la Internacional Comunista, sino sobre todo por parte del Estado Soviético...”.

Esta aportación material soviética, en una situación en que el gobierno frentepopulista se encontraba totalmente desamparado, dio al PC la hegemonía sobre todos, y un poder absoluto para aplicar la política internacional estalinista. Incluso, no muy seguro Stalin de que los comunistas españoles por su propia cuenta supieran aplicar la "política justa", llegó al extremo de dotar al PC de una superdirección integrada por Togliatti, Geroe, Codovila y Stepanov, y de consejeros militares como Koslov, con lo cual la suerte de la revolución estaba entre las manos del propio Stalin.

Claudín agrega: “Hay que señalar que esta política fue aceptada en 1936 por todas las fuerzas de la resistencia española, pero en función de consideraciones diferentes. Para los republicanos burgueses y los socialistas reformistas era el comienzo de un proceso, que en caso de victoria debía conducir a la restauración de la República tradicional; para el PC esto debía conducir a realizar la etapa democrática de la revolución; para la izquierda socialista, el POUM y los anarcosindicalistas, se trataba de un mal menor que permitiría continuar la guerra, con la perspectiva de resistencia a esta política desde que se pudiera”. Dejaré de lado esta explicación bastante simplista de la posición poumista, táctica que no tenía de común con la capitulación política de los socialistas de izquierda y de los anarcosindicalistas.

Nos apartamos mucho también de aceptar la argumentación de Claudín de que la derecha del gobierno quería prescindir de la influencia de los comunistas para llegar a un compromiso con Franco, que hubiera sido garantizado por las cinco grandes potencias. Es verdad que éste era el propósito de Azaña (que confirma tácitamente sus "Memorias") y el de Prieto; pero no es menos cierto que esta política coincidía también con la de Stalin, si no era la misma. Fueron los elementos más reaccionarios del gobierno del Frente Popular los que precisamente facilitaron la implantación de la política militar de los rusos, sin ponerles límites, con el pretexto de que los comunistas establecían "un orden" y aportaban una fuerza. Es cierto que Prieto trató finalmente de reaccionar, demasiado tarde, contra la infiltración total de los agentes estalinistas en el Ejército; pero lo hizo sólo como medio de ofrecer mayores garantías a las potencias capitalistas interesadas en lograr un pacto con los militares fascistas; sin embargo anteriormente había facilitado y suscrito todas las maniobras eliminatorias de los comunistas contra Largo Caballero, que llevaba a cabo un intento para la independencia de la revolución española.

Stalin no facilitó nunca una ayuda bastante sustancial para permitir la victoria, porque, precisamente, no quería el triunfo. Graduó su ayuda para que la revolución española no fuera aplastada demasiado pronto, pero también para impedirla vencer con un carácter socialista. De esto se derivó igualmente toda la política militar desarrollada por los rusos en España, que fue interpretada meramente desde un plano técnico, logístico, o sea como una guerra de tipo convencional, y es sabido que la sabiduría y la estrategia militar de los soviéticos durante la guerra española no se situó a gran altura; casi la única victoria decisiva, juntamente con la de Guadalajara, fue la defensa de Madrid, que fue posible por el mismo impulso y entusiasmo de la clase trabajadora y de las masas populares madrileñas que determinó la derrota de los militares el 18 de julio.

Esta táctica de una guerra de frentes, de maniobras de grandes unidades militares, se oponía, por razones políticas, a la guerra de partisanos, a los combates de guerrillas en la retaguardia enemiga que tan excelentes resultados dieron durante la rusa, cuya eficacia se demuestra cada día Vietnam y tan adecuada al temperamento español.

Son todos estos problemas, que merecen consideración, no sólo para hacer la historia, sino para establecer la táctica de la guerra revolucionaria. El artículo de Fernando Claudín es una valiosa contribución inicial, a base de la experiencia española, al estudio de estas cuestiones, por las enseñanzas que pueden deducirse para las luchas futuras en España y también en los demás países.
Notas
(1) Una explicación extensa de la interpretación de Claudín, que analiza Juan Andrade en este artículo, se encuentra en el apartado “La revolución inoportuna (España 1936-1939)”,de su obra La crisis del movimiento comunista. Páginas 168 a 197 de la edición de 1977 (Ibérica de Ediciones y Publicaciones S.A, Barcelona).  [Nota de la FAN]
 
  
Edición digital de la Fundación Andreu Nin, abril 2002

Juan Andrade. Crítica de la Crisis del movimiento comunista Tomo I: De la Komintern al Kominform de Fernando Claudín

Introducción del [libro] España Traicionada (Stalin y la guerra civil) Ronald Radosh, Mary R. Haberck (eds)






ÍNDICE

INTRODUCCION       7

NOTAS POLITICA DIARIAS

La verdad significación de la reunión del parlamento     19


A pesar de la revolución persiste la vieja burocracia    23

El mando único y el control político de las milicias combatientes  25

Se ha reunido el Parlamento del 16 de febrero   27


Para los militantes comunistas sólo deberes sin derechos. 31

La unidad sindical es ahora más posible que nunca     33 

El problema de los evacuados y el problema de estos  35


La significación del mitin del Gran Price    39

Sobre las alusiones frecuentes a un gobierno fuerte  41

Sigue planteado el problema del mando único  43

Los camaradas extranjeros en la Revolución Española  45


El “calumnia que algo queda”, o una táctica  desacreditada.  49

La propuesta de armisticio y el deseo de estrangular nuestra revolución  51

La actitud de la CNT es la solución de la crisis    53

Acerca del carácter y la significación del nuevo consejo de la Generalidad  55

La crisis de la Generalidad y el movimiento revolucionario internacional    57

¿Es que las fracciones obreras renuncian a la libertad de crítica?  59

Sobre la educación política de los nuevos adherentes a las organizaciones obreras   61

No se trata de un prurito sino de un problema político  63

Llevar la guerra hasta el fin significa ultimar la revolución social    65

La prensa debe estar, exclusivamente, al servicio de los intereses revolucionarios   67



Los nuevos órganos de expresión revolucionaria y los parlamentos  73

Hay que contener las actividades de los grupos incontrolados; pero también hay que impulsar la revolución   75

El balance del año  77

Las aspiraciones políticas de los combatientes   79

Las revoluciones ofrecen también sus peligros posteriores  81

Solidaridad proletaria internacional en torno a nuestro partido  83

Las fuerzas coactivas definen el carácter del régimen   85

La intervención germano-italiana en España   87

Unidad política y unidad sindical   89

Los demócratas burgueses quieren sobrevivir  91

La calumnia como arma burguesa    93

La admisión de nuevos militantes en las organizaciones obreras   95

El ejército y la revolución    97

“La Batalla”, 14 de enero de 1937

Por un nivel de vida de guerra     99

Odios imposibles  101

Los problemas militares y el POUM   103

Los anarquistas en la revolución  105

De la teoría a la práctica anarcosindicalista   107

De la comprensión a la acción  109

Contrarrépublica     111

Filtraciones burguesas  113

Unidad sindical  115


Se intensifica la ofensiva   119

Jóvenes y viejos   121

Voluntarios extranjeros  123

Ambiente valenciano    125

Artículo de Prieto     127

Censura “proletaria”    129

Ejemplo malagueño    131

Primer paso    133

Ganar una guerra     135

En torno a Málaga     137

Posición clara     139

Solidaridad tácita    141

Más sobre Málaga   143

Moral de guerra   145

Unidad sindical   147

Intervención internacional   149

La guerra es la guerra   151

Hegemonía proletaria     153

Selección de mandos    155

Actividad militante    157

Aliados naturales     159

Conjunción revolucionaria   161

Defensa de la revolución    163

Unificación sindical    165

Hablar claro    167

Absorción intolerable    169

Imperialismo partidista    171

¡Madrid, Madrid!    173

Nuestra bandera    175

Espíritu gregario    177

Desaliento fascista    179

Frente revolucionario    181

Concepto de responsabilidad     183

Revolución y retaguardia    185

La columna de hierro     187

¡Atención a Madrid!      189

Ofensiva italiana      191

El partido en pie     193

Imperialismo fraccional    195

Responsabilidad revolucionaria    197

Reanimación proletaria   199

Ocho meses   201

Nacionalización de extranjeros  203


Quinta columna     207

Reivindicaciones inmediatas     209

Saturación fraccional     211

Partido y sindicatos      213

Gobierno fuerte      215

Discrepancias socialcomunistas     217

Problemas vitales     219

Ofensivas económicas    221

Democracia obrera      223

Continuamos igual      225

Habla Araquistain      227

Sondeos de paz      229

Revolución o contrarrevolución     231

Cuestiones fundamentales     233

14 de Abril     235

Frente revolucionario     237

Disolución significativa    239

Manifestaciones contrarrevolucionarias    241

Pactos y conductas    243

Respuesta proletaria     245

“CNT-POUM”       247

Vigilancia Revolucionaria       249
“La Batalla”, 2 de mayo de 1937

COMENTARIOS

Lenin y el Leninismo          

Lenin y el Leninismo                         267

La composición social de los dirigentes fascistas   269

Solidaridad criminal   271

Burócratas satisfechos     273

La crisis periódicas de la Generalidad      275

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               NOTAS   279


PROBLEMAS DE LA REVOLUCION Y DEL MOVIMIENTO OBRERO

Lenin y la guerra  285


Marxistas revolucionarios y anarquistas en la Revolución Española 293






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