INTRODUCCION 7
LA Revolución Española, día a día (1936-1937) incluye la
casi totalidad de la producción política firmada por Juan Andrade durante los
meses de la guerra civil española que van desde noviembre de 1936 a mayo de 1937. Con una larga experiencia
periodística, actividad que cultivó desde muy joven- había colaborado en
numerosos periódicos y revistas; había dirigido “Renovación” y “La Antorcha”,
ambos portavoces del Partido Comunista de España, “ Comunismo”, el órgano teórico de la izquierda
Comunista de España: había sido redactor el periódico madrileño “El Sol”, etc-
Andrade nos muestra en todos sus artículos políticos un estilo periodístico
mordaz y polémico, brillante, y al mismo tiempo, exento de retórica y muy poco
metafórico para describir e interpretar la realidad. Pero, además, y superado
el estilo periodístico que los distingue, sus artículos nos desvelan las
posiciones políticas que sostuvo el Partido Obrero de
Unificación Marxista
(POUM) desde el inicio de la revolución, en julio de 1936, hasta los hechos de
mayo de 1937, cuando la campaña iniciada por el PCE y PSUC contra el POUM culminó en la eliminación política
de la única fuerza marxista revolucionaria existente en España, en el asesinato
de Nin y de otros muchos militantes poumistas y cenetistas, y en el
encarcelamiento de numerosos miembros del POUM , ente ellos, el propio Juan Andrade.
En efecto,
la actividad periodística de Andrade había ido estrechamente vinculada a su militancia política.
Se trataba de un periodismo militante cuyo objetivo y horizonte había sido
siempre la defensa de los intereses de la clase obrera. Cabe recordar,
esquemáticamente, que Andrade había sido miembro del grupo de Estudiantes
Socialistas, fundador del Partido Comunista Español, en abril de 1920,
perteneciendo a su Comité Ejecutivo hasta abril de 1926. Separado del PCE por
su oposición a la política que imponía el stalinismo en todas las secciones
nacionales de la Internacional Comunista, a principios de los años 30 había
sido fundador y dirigente de la Oposición Comunista de izquierda- denominada
Izquierda Comunista de España a partir de 1932-; y cuando esta organización se
fusionó con el Bloque Obrero y Campesino para constituir el POUM, en septiembre
de 1935, fue el máximo responsable del nuevo partido en Madrid.
Andrade
residió siempre en Madrid y en esta ciudad había sido firmante, en nombre del
POUM, del programa electoral del Frente Popular, en febrero de 1936, pero al
estallar la insurrección militar se desplazó a Barcelona para colaborar en las
tareas políticas y organizativas que había planteado la revolución, e
inmediatamente se integró en el Comité Ejecutivo del POUM. Durante los primeros
meses de la guerra y de la revolución. Andrade, desde este cargo de
responsabilidad, se había ocupado de la redacción de muchos de los artículos
editoriales de la “La Batalla”, pero la dureza con que arremetió contra la
formación del gobierno Largo Caballero, en septiembre de 1936, le obligó a
prescindir de esta tarea. A partir de entonces su colaboración en “La Batalla”
se concretó en la redacción de una “Notas
Políticas Diaria” y en trabajos esporádicos sobre cuestiones y problemas
más estructurales.
Es preciso
tener en cuenta la ubicación geográfica de Andrade, el hecho de su residencia
en Barcelona durante la guerra para comprender el contenido y los temas de
análisis de sus artículos, puesto que Cataluña fu donde la revolución social
que se desarrolló al iniciarse la guerra civil alcanzó un nivel de
profundización más elevado, donde la hegemonía obrera se evidenció desde el primer momento en todos los dominios de la
vida pública y donde el antiguo aparato de poder republicano sucumbió con más
facilidad para dar paso a nuevos organismos de poder controlados por las
organizaciones políticas y sociales de la clase obrera. La defensa
intransigencia de esta revolución social, su estructuración y organización, sin
ocultar para nada sus fallos y sus errores, supone el eje vertebrador de todos
los escritos de Andrade.
En cuerpo
central de La Revolución Española, día a
día (1936-1937) lo constituyen sus “Notas
Políticas Diaria”, donde mejor se reflejan las características
periodísticas y políticas que venimos comentando. Como relató el propio Andrade
en 1969, estos breves editoriales “escritos
a vuela pluma, aprovechando un momento en el quehacer cotidiano, exponían mi
comentario sobre los hechos que iban sucediéndose” (1). Pocos son en efecto, los problemas planteados por la
revolución que Andrade deja de abordar en sus “Notas”.
En primer
lugar, a través de ellas podemos seguir con detalle la evolución política de la
revolución y su progreso retroceso, tras las primeras semanas de euforia.
Andrade inicia sus “Notas” a finales de noviembre de 1936, en momento de
inflexión del proceso revolucionario, algunas semanas después de la formación
del Consejo de la Generalitat que supuso la disolución del Comité Central de
Milicias Antifascistas de Cataluña (septiembre de 1936), y de la inclusión en
el Gobierno autónomo de las fuerzas obreras catalanas, incluidas la CNT, el
POUM y el PSUC, y cuando las fuerzas sociales y políticas hostiles a la revolución-
la pequeña burguesía de Esquerra Republicana de Catalunya, aliada con el PSUC-
había iniciado una ofensiva para recuperar su hegemonía perdida y reconstruir
el orden político y social anterior a julio de 1936.
A finales de noviembre de 1936 las intenciones
y los objetivos de esta ofensiva, emprendida solapadamente en un primer
momento, se habían puesto claramente de relieve, no sólo Catalunya, sino
también en el resto del Estado. No es por casualidad que Andrade inicie sus
“Notas” con una referencia a la reunión del Parlamento surgido en las
elecciones del Frente Popular, de un Parlamento esquelético, reflejo de una
correlación de fuerzas superada por los acontecimientos y en el que no se hallaba
representada la CNT, fuerza hegemónica
en Catalunya y en otras zonas de la España republicana. Al poco tiempo, - a
principios de diciembre- el PSUC provocó una crisis en el Consejo de la
Generalitat con el objetivo de marginar al POUM del Gobierno catalán, objetivo
que consiguió a las pocas semanas. A partir de entonces la ofensiva
contrarrevolucionaria se irá desarrollando con una energía inusitada y con la
impotencia, a veces consciente y otras inconsciente, de una CNT que no supo
valorar el alcance de esta crisis ni la importancia del poder político para el
triunfo de la revolución. La crisis de diciembre, detalladamente analizada en
los artículos de Andrade, se enmarca, pues, en un proceso de reflujo de la
revolución que se acelerará rápidamente, culminando en la provocación que dio
lugar a los hechos de mayo de 1937. La última “Nota” de Andrade data del día 2 de
mayo, la víspera misma del inicio de los hechos.
La ofensiva
de las fuerzas hostiles a la revolución, para ir frenando su desarrollo y
desnaturalizar el contenido de sus conquistas, corre paralela a una acción
política de largo alcance que dará sus frutos definitivos, tras los hechos de
mayo de 1937: la represión contra el POUM. Difícilmente las fuerzas de la
burguesía y de la pequeña burguesía republicana hubiesen podido acometer la
tarea de enfrentarse a la revolución de no poseer poderosos aliados en el seno
del movimiento obrero: un PSOE reformista, disgregado en fracciones, oscilante
y a remolque de los acontecimientos; y un PCE-PSUC, completamente stalinizado,
cada vez más poderoso e influyente, y con una política enteramente sometida a
los dictados e intereses de la burocracia soviética. La alianza burguesía-
stalinista es fundamental para poder comprender la propia ofensiva contrarrevolucionaria,
ofensiva que inició, precisamente contra aquellas fuerzas política-sociales
situadas en el campo de la defensa de la revolución.
La represión
contra el POUM, primer objetivo del stalinismo para poder abordar en una
segunda fase la represión contra la CNT, se llevó a cabo de una manera
sistemática, en un doble frente interior e internacional. La campaña de
calumnias contra el POUM iniciada abiertamente antes de la crisis de la
Generalitat e incrementada tras su exclusión de ésta, tuvo una etapa de
preparación psicológica, con los procesos realizados en Moscú contra la vieja
guardia bolchevique (agosto de 1939) y contra el trotskismo (enero de 1937), ambos acusados de
actividades contrarrevolucionarias contra el gobierno de Stalin. Ya es sabido
que el POUM, aunque tuvo serias discrepancias con Trotski, era asimilado por el
stalinismo al trotskismo. Sus denuncias públicas contra los procesos de Moscú,
sus críticas a la URSS y al stalinismo y la solicitud de asilo político para Trotski que presentó el POUM al Consejo de
la Generalitat serían motivos y argumentos que utilizaron el PCE y el PSUC para
su campaña. En la temprana fecha del 7 de octubre de 1936, “Pravda”, el órgano
oficial del Gobierno soviético, escribía estas significativas líneas sobre el
POUM:
“Los trotskistas españoles intentan romper el
Frente Popular; siembran la desconfianza hacia el Gobierno, con lo cual cumple
directamente los propósitos de los generales facciosos alemán, que está detrás
de ellos, se dedican a la provocación y organizan el terror contra los jefes
abnegados de las masas populares.
En los días del proceso de Moscú
contra la caterva de trotskistas-zinovievistas, los trotskistas españoles
realizaron una sería de actos terroristas contra los comunistas.
En una noche e ataque aéreo a Madrid,
la banda de trotskistas se aprovechó de la oscuridad traidoramente, tras de una
esquina, mató a un grupo de militantes activos del Partido. En los días de la
heroica lucha de las milicias populares en la Sierra de Guadarrama, se descubrió,
un complot de los fascisto-trotskistas, los cuales preparaban al asesinato de
José Díaz, Dolores Ibarruri, Largo Caballero y Azaña” (2).
Las
características y el tono utilizado por los soviéticos en sus ataques no tienen
nada que envidiar a los utilizados también el PCE y el PSUC. Y cuando el cónsul
ruso en Barcelona, el antiguo trotskista Antonov Ovsesenko, desmintió la noticia publicada en
“Pravda” el 17 de diciembre de 1936, según la cual, “ la eliminación de
trotskistas y anarquistas ha empezado y continuará con la misma energía que en
la URSS”, se limitó a decir que “ no hay
ni puede haber lugar para ningún ataque contra el movimiento fraternal de los
trabajadores de España agrupados en la Confederación Nacional del Trabajo” (3), pero no negaba que estos ataques
pudieran producirse contra el POUM. Ya a finales de noviembre de 1936, el mismo
Antonov Ovssenko, a quien finalmente tampoco perdonaría Stalin su trayectoria
política, había acusado a “La Batalla” de estar en combinación con la prensa
fascista internacional (4).
La represión
contra el POUM, de la que tanto se ha hablado y de la que tanto queda aún por
esclarecer, se inició paralelamente a la campaña de calumnia y
difamaciones
emprendidas; y Madrid, donde el POUM era más débil numéricamente, fue el primer
blanco de ataque. A un asalto al local de la Juventud Comunista Ibérica (POUM)
por parte de jóvenes de las Juventudes Socialista Unificadas (PCE), el 22 de
octubre de 1936, le siguió la suspensión del semanario “POUM”, a mediados de
noviembre de 1936; y a principios de febrero de 1937 Radio POUM de Madrid era
incautada y “El Combatiente Rojo”, el órgano diario de la sección madrileña del
POUM, era suspendido.
A este
último respecto existen aún varios oscuros. Se trata de los dos telegramas
remitido por Largo Caballero, aún presidente del Consejo de Ministros del
gobierno central, al POUM cuando éste protestó contra la represión
desencadenada. En el primero de ellos Largo Caballero afirmaba:
"Consecuentemente vuestro telegrama ayer sobre suspensión Radio POUM
Madrid e incautación imprenta "Combatiente Rojo" es cuestión afecta
Gobierno Generalidad, no interviniendo el ello Gobierno Central" (5).
¿Significaba
esta imputación de Largo Caballero que el Consejo de la Generalitat poseía
tanta fuerza política que sus prerrogativas le permitían actuar incluso en
Madrid, al margen del Gobierno Central ubicado en Valencia? Nos atrevemos a
pensar que a la sobra de toda esta maniobra se hallaba el todopoderoso Antonov
Ovssenko que, a buen seguro, debía poseer más poder que el embajador soviético
en Madrid, Rosemberg; y que las ordenes de suspensión de "El Combatiente
Rojo" y de incautación de Radio POUM fueron ejecutadas por la Junta
delegada de Defensa de Madrid, cuya consejería de orden público fue ocupada
siempre por militantes comunistas: Santiago Carrillo, Serrano Poncela y José
Cazorla, respectivamente. No sería nada extraño- y lo aventuramos como
hipótesis- que Ovssenko "sugiriese" la represión contra el POUM de
Madrid al consejero de orden público de la Junta de Defensa, a través del
Consejo de la Generalitat, o de alguno de sus consejeros pertenecientes al
PSUC. De otra manera no se comprenden los telegramas de Largo Caballero.
Los peligros
que estos ataques suponían para la revolución, fueron continuamente denunciados
por Andrade a lo largo de sus artículos. No tanto porque quien sufría la
represión era su propio partido, sino sobre todo, porque la represión ejercida
contra una organización obrera, inequívocamente antifascista y revolucionaria,
lesionaba gravemente la necesaria democracia obrera y la ineludible libertad de
crítica que debe imperar en todo proceso de transformación social. Y además,
porque los ataques contra el POUM eran ataques directos contra uno de los
puntales políticos más sólidos en que se sustentaba la revolución. Pronto, muy
pronto, a pesar de la inopia que imperaba en ella y de que quiso desmarcarse
casi siempre el POUM, la CNT se vió inmersa en ataques parecidos. A mediados de
abril de 1937 eran suspendidos por las autoridades madrileñas los periódicos
confederales "Castilla libre" y "CNT" y el diario
anarquista "Nosotros", por haber publicado informaciones sobre el
asesinato cometido por militantes "controlados" contra seis
trabajadores de la CNT en el pueblo castellano de Torres de la Alameda (6).
Pero en sus
"Notas" Andrade no se limita a una defensa genérica de la revolución,
ni a una denuncia contra los atropellos stalinistas. Su defensa, sus denuncias,
siempre están en función del programa defendido por el POUM en todos los
problemas que se iban planteando. Con un tono polémico, como ya hemos señalado,
y a veces intransigentemente polémico, pero situándose siembre en el terreno de
la polémica política. Andrade no duda en entablar un debate serio y en
profundidad con la CNT, para desvelar a la central anarco-sindicalista los
errores y las contradicciones de su actuación y de sus interpretaciones, e intentar
atraérsela a sus posiciones. A este respecto. Andrade va exponiendo permanentemente
la política de alianzas que desarrolló el POUM.
Consciente
de su debilidad numérica y de su relativa incidencia en el seno del movimiento
obrero, el POUM define a partir de enero de 1937 la necesidad de constituir un
Frente Revolucionario, suficientemente coherente y poderoso para poder imponer
un ritmo revolucionario frente a los retrocesos operados y para recuperar el
terreno perdido. Este Frente Revolucionario debería estar compuestos por
aquellas organizaciones interesadas en potenciar la revolución hasta sus últimas
consecuencias, al margen de sus concepciones ideológicas. Y en este sentido,
rechaza una posible alianza con el PCE y con el PSOE, el Frente Único sólo
podía constituirlo la CNT, la FAI y el POUM. En repetidas ocasiones el POUM
emplaza a la CNT para llegar a acuerdos concretos, pero siempre, en todo momento,
la CNT desoye los llamamientos para seguir con su política de colaboración
gubernamental junto a socialistas y comunistas. Únicamente en dos ocasiones se
materializó este deseo del POUM: cuando se constituyó el Frente de las
juventudes Revolucionarias, el día 20 de febrero de 1937, entre las juventudes
anarquistas y la Juventud Comunista Ibérica; y durante las jornadas de mayo de
1937, cuando los militantes del POUM y de la CNT lucharon codo con codo en el
mismo lado de la barricada.
Se ha dicho
en alguna ocasión que esta política del POUM fue un error, puesto que
hipotecaba sus actividades y planteamientos a una problemática alianza con la
CNT, mientras en ningún momento intentó atraerse a la izquierda socialista.
Andrade, en sus "Notas" no elude el complejo y difícil tema de la
política de alianzas, y expone el por qué era imposible plantear una alianza
con sectores obreros que, aunque marxistas, desarrollaban una política de
defensa de los intereses de la pequeña y mediana burguesía republicana. Cuando
polemiza con la izquierda socialista- completamente integrada en las
instituciones republicanas- sus artículos se dirigen a criticar el carácter de
clase de su política y en ningún momento confía, ni se plantea, una posible
alianza con ella.
Si la creación
del Frente Revolucionario era una necesidad para impulsar la revolución, no
menos necesaria era la unidad sindical. Opuesto a la unidad orgánica de la
clase obrera en terreno político, y a los extraños pactos entre el PCE y el
PSOE, Andrade no ceja en su lucha para defender la unidad de los trabajadores
en una única central sindical. La batalla por la unidad sindical, una unidad
basada en el libre ejercicio de la democracia interna y en el respeto de todas
las ideologías y formas de pensar que coexisten en su seno, es el eje central
de la actuación del POUM desde su fundación, y a su consecución dirigirá todos
sus esfuerzos. Fue en plena guerra cuando el POUM disolvió la Federación Obrera
de Unidad Sindical, animada por militantes poumistas, en la UGT. Pero la
realización de esta unidad no era fácil. En Catalunya, la UGT no pasó de ser un
apéndice sindical del PSUC y en la práctica realizó su misma política, y
burocratizó su aparato directivo al máximo. Y a nivel del Estado, el Comité de
Enlace CNT-UGT, que se creó el 26 de noviembre de 1936, no llegó a ningún
resultado positivo.
Otro de los
aspectos que Andrade trata en sus "Notas", no menos importante que
hemos expuesto, es el relativo a los problemas militares de la revolución.
Andrade no olvida que la revolución social se desencadenó como consecuencia de
la guerra civil, y que por tanto, la revolución sólo se ganaría venciendo a los
militares fascistas insurrectos. Pero no olvida tampoco que la única garantía
para ganar la guerra es que en la retaguardia se gane la revolución por lo que
combaten los trabajadores en el frente. La "cuestión militar" se plantea
así en una doble problemática: en primer lugar, el ejército debe ser el
representante de la nueva situación surgida el 19 de julio, debe ser un
ejército proletario- cuyo embrión existe ya en las milicias- vinculado a los
intereses de la transformación social operada en la retaguardia. Pero, al mismo
tiempo, debe ser un ejército disciplinado y centralizado capaz de vencer a los
militares insurrectos. Ambos aspectos, sin embargo, no pueden presentarse
separadamente. En síntesis, las posiciones que Andrade define la disciplina y
la centralización en las acciones militares, a la existencia de una moral de
victoria que sólo será posible si el combatiente sabe que lucha por sus propios
intereses revolucionarios de clase.
Las preocupaciones
de Andrade en el terreno militar no se limitan a plantear teóricamente una
serie de proyectos o de peligros en que se puede incurrir, a tenor del
desarrollo político que se estaba operando. Sus preocupaciones por la política
militar se materializan en concreto con la caída de Málaga en manos insurrectas
(febrero de 1937), pérdida que puso de relieve una serie de graves deficiencias
que aquejaba el ejército republicano. Y por otra parte, el modelo de ejército obrero
lo estaba desarrollando el POUM, en la medida de sus posibilidades, a través de
sus propias milicias. Las oposición del POUM a la creación del ejército popular
no era, pues, sino una oposición al intento de reconvertir el ejército de clase
en un ejército burgués al servicio de la República.
Otros muchos
son los temas que Andrade aborda en sus "Notas Políticas". Hemos
expuesto algunos. Quizás los más importantes. Pero no podemos dejar de
mencionar -aunque sólo sea mencionarlos para no alargar más presente prólogo-
sus denuncias a la política abstencionista de las democracias occidentales
respecto a la conflagración española. La postura de la Sociedad de las Naciones
y la creación del Comité de No Intervención supusieron, en la práctica, una
clara complicidad con los fascismos europeos. Sus duros ataques contra la
solidaridad fascista que consiguieron los ejércitos de Franco. El problema de
los voluntarios extranjero que combatieron al lado de la República. Y su
defensa intransigente de una política de austeridad económica en la retaguardia,
para poder hacer frenar frente a los numerosos problemas que a este nivel se
presentaron.
Para
completar las "Notas Políticas" publicamos en un capítulo
diferenciado, una serie de seis "Comentarios" que Andrade escribió
para "L`´Hora", el semanario catalán del POUM que inició su publicación
en su tercera etapa, a partir de enero de 1937. De idéntica factura periodística
que las "Notas", los comentarios tratan de problemas más generales
que éstas. Analizan diversos aspectos concernientes al movimiento obrero
internacional, a la naturaleza del movimiento fascista español, etc y sólo en
una ocasión se ocupa de la coyuntura política, a raíz de la crisis del Consejo
de la Generalitat de abril de 1937.
Finalmente,
en un tercer capítulo, incluimos aquellos artículos y análisis sobre características
más globales de la revolución, y sobre aspectos teóricos del movimiento
comunista. En algunos de ellos Andrade profundiza en problemas ya tratados en
las "Notas", mientras en otras- "Lenin y la guerra", "
Los problemas de la construcción económica del socialismo",
" El problema de la educación socialista de la nueva generación"-
aborda aspectos aún no tratados hasta entonces en su amplia producción
política. A destacar también la incursión que realiza en el terreno de la
historia en su artículo " El 1º de mayo a través del movimiento obrero”.
Con todo
ello La Revolución Española día a día (1936-1937) ofrece una amplia exposición
del pensamiento político de Andrade y del POUM durante la revolución española,
un material de estudio útil no sólo para el conocimiento del hecho más trascendental
de la historia contemporánea de nuestro país, sino incluso para extraer
conclusiones y experiencias en el presente inmediato y en el futuro. El propio
Andrade escribía en 1969 refiriéndose a sus "Notas": Es posible que
los hechos comentados puedan servir de lección, sobre los peligros que amenazan
a una revolución desde el principio y las causas de su degeneración" (7). Si ello fuera así, esta obra
habría cumplido plenamente su cometido. Y sin ningún tipo de dudas, sería el
mejor homenaje que podría rendirse a su autor, Juan Andrade, un veterano
luchador de la causa del socialismo.
Pelai Pagés
Notas
(1) Prefacio a ANDRADE: Algunas "Notas
Políticas" de la Revolución Española (1936-1937), Suplemento del número
171 de "La Batalla", París, 1969, p.2
(2) "La Batalla", 30 de
octubre de 1936
(3) "La Batalla", 9 de enero
de 1937
(4) "Treball", 28 de noviembre de 1936
(5) "La
Batalla", 10 de enero de 1937
(6) Peirat: La CNT en la revolución española. Ed. Ruedo Ibérico,
Paris, 1971, T.II p.69
(7) Prefacio
a Andrade: Algunas "Notas Políticas" de la Revolución Española
(1936-1937), p.2
Libro Juan Andrade, La revolución
española día a día. Edita: Editorial Nueva era y publicaciones trazo.
ÍNDICE
INTRODUCCION 7
NOTAS
POLITICA DIARIAS
La verdad
significación de la reunión del parlamento 19
A pesar de
la revolución persiste la vieja burocracia 23
El mando
único y el control político de las milicias combatientes 25
Se ha
reunido el Parlamento del 16 de febrero 27
Para los
militantes comunistas sólo deberes sin derechos. 31
La unidad
sindical es ahora más posible que nunca 33
El problema
de los evacuados y el problema de estos 35
La
significación del mitin del Gran Price 39
Sobre las
alusiones frecuentes a un gobierno fuerte 41
Sigue
planteado el problema del mando único 43
Los
camaradas extranjeros en la Revolución Española 45
El “calumnia
que algo queda”, o una táctica desacreditada. 49
La propuesta
de armisticio y el deseo de estrangular nuestra revolución 51
La actitud
de la CNT es la solución de la crisis 53
Acerca del
carácter y la significación del nuevo consejo de la Generalidad 55
La crisis de
la Generalidad y el movimiento revolucionario internacional
57
¿Es que las
fracciones obreras renuncian a la libertad de crítica? 59
Sobre la
educación política de los nuevos adherentes a las organizaciones
obreras 61
No se trata
de un prurito sino de un problema político 63
Llevar la
guerra hasta el fin significa ultimar la revolución social 65
La prensa
debe estar, exclusivamente, al servicio de los intereses
revolucionarios 67
Vigilancia
Revolucionaria 249
“La
Batalla”, 2 de mayo de 1937
COMENTARIOS
Lenin y
el Leninismo
La
composición social de los dirigentes fascistas 269
Solidaridad
criminal 271
Burócratas
satisfechos 273
La crisis
periódicas de la Generalidad 275
NOTAS
279
PROBLEMAS
DE LA REVOLUCION Y DEL MOVIMIENTO OBRERO
Lenin y la
guerra 285
Marxistas
revolucionarios y anarquistas en la Revolución Española 293
Algunos
capítulos del [Libro] El POUM en la historia (Andreu Nin y la revolución
española)
Algunos
artículos del [Libro] La Nueva Era. Antología de una revista revolucionaria.
1930-36
Algunos
artículos del [Libro] Juan Andrade La revolución española día a día
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