Copiado del
libro, Juan Andrade, La revolución
española día a día. Edita: Editorial Nueva era y publicaciones trazo.
Primera edición: mayo 1979.
Prólogo y
notas: Pelai Pagés (NOTAS POLITICAS
DIARIAS)
Desde la página
21
Según
ciertos indicios, el barómetro político de Cataluña parece señalar, para muy en
breve, algunos cambios en la estructura gubernamental. Por lo menos, este es el
propósito de algunas fracciones, principalmente de una, aunque no es importante
por sí, lo es por el aval de que goza, que estas circunstancias es fundamental
y decisivo. De la actitud que adopten el resto de los partidos depende que la
crisis, tácitamente planteada ya, sea más o menos rápida, y que la solución se
oriente, en relación con la actual, más hacia el proletariado o más hacia la
burguesía (1).
Partiendo
del conocimiento de las posiciones frentepopulistas
del partido a que aludimos, es comprensible deducir que la variación que se
propugna no es de linaje más progresivo, en el sentido revolucionario, del
término que la presente. Los partidos pequeños- burgueses viven en la actualidad
coyuntura española exclusivamente de una beligerancia destacada que le conceden
organizaciones que se han desarrollado y acreditado como exponentes de los
intereses de clase de las masas proletarias, Y persiste la tendencia a seguir
fortaleciendo las posiciones demócratas burguesas.
El Consejo
de la Generalitat en su primitiva constitución, tenía un carácter de
provisionalidad que los mismos republicanos no podrían negarse a reconocer.
La
continuación del ritmo revolucionario obliga a buscar una variación más
progresiva en la composición ministerial, composición que no podía ser otra que
un Gobierno obrero apoyado en nuevos órganos de Poder, es decir, en comités de
obreros, campesinos y combatientes. En este momento preciso es cuando surgen
los “unificados” (2), para, fuertes
en el apoyo material que puedan prestarles sus inspiradores, frenar aún más el
curso clasista de la revolución. El stalinismo, o su edición catalana, los “unificados”,
se han convertido prácticamente en el factor más conservador en el desarrollo
de los acontecimientos revolucionarios en España.
Cuando los
trabajadores militantes en el comunismo oficial han expresado a los dirigentes
sus discrepancias por la política del Frente Popular, éstos les han explicado
que dicha táctica presuponía la previa formación de la unidad de acción
proletaria para hacer caer bajo la órbita de la clase trabajadora a todas las
fracciones de la pequeña burguesía. La realidad es absolutamente contraria a
esta estrategia. Se procura cada vez más obtener la firma de acuerdos unitarios
genéricos entre las dos grandes organizaciones sindicales y entre anarquistas y
socialistas y comunistas; pero el sentido de estos pactos, no es precisamente
fortalecer las posiciones de la clase trabajadora, sino someter a éstas a la
disciplina de las posiciones que adopten los gobernantes pequeño- burgueses.
La
aplicación continuada de este sistema, que no puede ser eficazmente contrarrestado
por un partido minoritario como el nuestro, da lugar a que la revolución, con
la complicidad de las grandes organizaciones obreras, vaya perdiendo posiciones
en lugar de seguir una marcha ascendente. A poco de surgir el actual movimiento
revolucionario, la democracia republicana había perdido totalmente las palancas
de mando. Actuaba exclusivamente en calidad de pariente pobre y a la zaga de la
clase trabajadora. Poco a poco, por las razones que ya hemos expuesto, han ido
los republicanos reconquistando posiciones y hoy hasta ya pueden permitirse el
intento de acoplar las aspiraciones de las masas obreras a sus determinaciones gubernamentales.
En el propósito de los “unificados” anima esencialmente el
deseo, incluso francamente expresado, de prescindir de nuestra colaboración, lo
cual ha sido forzada por la situación y por
renunciación de las otras organizaciones obreras a defender la absoluta
hegemonía del proletariado en la revolución. Este anhelo de no tropezar con
nuestra presencia, de constreñir nuestros medios de expresión e intervención en
el proceso revolucionario, lo quieren como garantía de impunidad en la
realización del nuevo frenazo que se disponen a realizar contra la propia
revolución.
Aún presa de
los constantes compromisos que se le ha obligado a firmar, la Confederación
Nacional del Trabajo tiene contraída en estos momentos una grave
responsabilidad histórica. Esencialmente de ella, representante de grandes
masas, depende el curso futuro de la revolución española. Se trata de que se
incline en su política diaria, no del lado de la organización de mayores
efectivos, sino de la que representa una política revolucionaria más progresiva
y justa. Ha llegado el momento de decir ¡basta! Al proceso de desnaturalización
de la revolución que viene operándose.
“La Batalla”, de 29 de noviembre de 1936
Nota
(1) La crisis del Consejo de la Generalitat tomó carácter
oficial el día 12 de diciembre de 1939,
aunque los rumores de crisis y la crisis latente procedían de bastante tiempo
atrás, derivada en gran parte del enfrentamiento progresivo existente entre el PSUC y el POUM y al interés del PSUC en eliminar al
POUM del Consejo. Es precisamente al PSUC a quien se refiere Andrade cuando
habla del propósito de una de las fracciones del movimiento obrero en plantear
la crisis. Dicho Consejo había sido constituido el 26 de septiembre de 1936 para sustituir al autodisuelto Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña,
y en él estuvieron representados, por primera vez, todas las fuerzas obreras de
Catalunya, incluidos CNT, PSUC y POUM. Su composición era: Consejero primero: Josep Tarradellas (ERC), Hacienda:
Josep Tarradellas (ERC), Cultura:
Ventura Gassol (ERC), Seguridad interior:
Artemi Ayguadé (ERC), Economía: Joan
P. Fábregas (CNT), Abastos: Joan J.
Domenech (CNT), Sanidad y asistencia
social: Antonio García Birlán (CNT), Servicios
públicos: Joan Comorera (PSUC), Trabajo
y obras públicas: Miguel Valdés (PSUC), Agricultura: Josep Calvet ( Unió de Rabassaires), Justicia y derecho: Andreu Nin (POUM), Defensa: Díaz Sandino )técnico), sin cartera: Rafael Closas ( Acció
Catalana).
(2) Referencia al Partit Socialista Unificat de Catalunya.
Generalidad
de Cataluña
Comitè Central de Milícies Antifeixistes de Catalunya // Comité
Central de Milicias Antifascistas de Cataluña
Proclamación
del Estado Catalán en octubre de 1934
El 6 de
octubre de 1934
Juan
Andrade. El primero de mayo a través del movimiento obrero (1 de mayo de 1937)
Juan Andrade
El marxismo y los problemas de la revolución española. Lenin y el Leninismo
No hay comentarios:
Publicar un comentario