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Copiado del libro, Juan Andrade, La revolución española día a día. Edita:
Editorial Nueva era y publicaciones trazo. Primera
edición: mayo 1979.
Prólogo y notas: Pelai Pagés (NOTAS POLITICAS DIARIAS)
Artículo
publicado en Generación Roja (revista teórica de la Juventud
Comunista Ibérica) nº 1, mayo de 1937
La Historia
nos ha reservado la suerte de vivir en una época en que la tensión de la
angustia económica, el mismo desarrollo de la técnica, la miseria originada
como consecuencia de la incompetencia capitalista para resolver sus propias
contradicciones, acercan a las clases productoras, como intérpretes del
progreso social, a la conquista del Poder político y al establecimiento de
normas nuevas para el gobierno de los hombres y de las cosas. Precisamente esta
perspectiva obliga más a delimitar el alcance de nuestros deseos, a seleccionar
la nueva moral, a adquirir consciencia de la herencia que dejamos a las
generaciones venideras.
La
revolución española ha surgido y se desarrolla cuando el capitalismo está en
descomposición, pero cuando al mismo tiempo, mediante el fascismo, trata la
burguesía de someter a una nueva esclavitud a las clases productoras. El
fascismo no es sólo un método de dominación violenta política y económica; es
también la esclavitud moral. Se esfuerza por crear una nueva mística nacional,
con sus figuras venerables y sus ritos. Aprisiona en la esclavitud moral a la
juventud, mediante la ostentación decorativa, la emulación atlética, la
insensibilidad, el espíritu gregario.
Sin embargo,
vivimos también otra experiencia malograda. Una gran nación se ha transformado
en Estado obrero, en laboratorio de la aplicación del socialismo, no sólo en el
dominio de la economía, sino también de la moral. El resultado viene siendo
negativo, porque habíamos aspirado a algo que no vemos realizado. El espíritu
gregario aparece donde habíamos soñado un espíritu libre. Con esta experiencia
a la vista, tenemos que afrontar la resolución del problema de la educación de
la nueva generación revolucionaria.
Para
resolverlo, hay que partir de la idea fundamental de que la aspiración hacia un
porvenir de equiparación económica, es también anhelo hacia la expansión plena
de la libertad del espíritu. El individuo enteramente libre, sometido
únicamente a las fuerzas naturales, es un libertado de los prejuicios divinos y
terrestres, que se mueve a su antojo hasta el límite de la libertad de los
demás. La disciplina que se acepta voluntariamente en la lucha contra los
poderes dominantes, y el sometimiento de la individualidad a los hombres que
asumen una autoridad delegada, sólo puede concebirla una mentalidad comunista,
que es una inteligencia en pugna por alcanzar su libertad ilimitada, a título
eventual y por imperio de la necesidad. Educar la personalidad humana en la
esclavitud moderna, explotada por el capital o por el fetichismo de los
hombres, es vincularla a la degradación moral. Somos comunistas precisamente
porque aspiramos a ser enteramente libres y no esclavos, esclavos de nuestros
prejuicios y de nuevos hombres. Por esto nuestros maestros se elevaron contra
Spencer cuando éste calificó al socialismo de "esclavitud moderna".
En este
sentido, la responsabilidad nuestra, de los marxistas revolucionarios españoles
crece en proporciones extraordinarias. Nuestra revolución ha surgido cuando el
movimiento obrero internacional se encuentra en una fase de cierta
desmoralización a consecuencia de los descalabros sufridos en virtud de falsos
métodos. Nuestra revolución se desarrolla también cuando tenemos ocasión de
conocer el resultado, con sus virtudes y defectos, del único movimiento obrero
triunfante en el mundo: La Unión Soviética. A la luz de su experiencia hemos
llegado a la conclusión de que hay mucho que corregir y errores que, elevados a
la categoría de principios, suponen el prevalecimiento de vicios para ejemplos futuros.
Es
significativo a este respecto el caso de los intelectuales, que rompen ahora
con su clase burguesa y se entregan al proletariado, mejor dicho, al
stalinismo. En general el intelectual suele adoptar ante la revolución y el
proletariado o la posición mística de la fe irrazonable o la actitud cínica del
medrador social. Ambas posiciones les distancian por igual del hallazgo de la
verdad y de la convicción consciente de la idea.
El místico
idealista se hace fuerte en la cerrazón de su fe y no anhela la crítica porque
para él presupone vacilación, y dudar puede ser comenzar a no creer. Se
convierte así en un espíritu conservador, pues el reaccionario niega por
sistema la posibilidad de superación de sus propias ideas; se siente
instintivamente movido al odio hacia el renovador. Un pensamiento temeroso le
limita el campo de sus perspectivas y su evidente buena voluntad le convierte
en palanca de retroceso social. Los intelectuales que así mismo se denominan
con el título genérico de "amigos de
la U.R.S.S.", son potencialmente seres de este género. Tan movediza es
su fe que no quieren someterla al contraste con ninguna realidad crítica.
Contendrían gustosos en su actual fase el desarrollo de una economía
socialista.
El
mesianismo que el movimiento stalinista ha fomentado, conduce a la clase obrera
a esperar su liberación exclusivamente de la iniciativa y del genio de un
superhombre. Reduce a los proletarios a la calidad de esclavos espirituales,
creyentes en la infalibilidad de un ser humano, en masoquistas del pensamiento.
Alienta la pereza intelectual. Y la pereza que los métodos de
organización crea en los militantes, inclina a éstos a no escuchar más
que aquéllos que, en su concepto, hablan porque tienen derecho a hablar. Se
crea así una organización jerarquizada, con desigualdad de derechos y
obligaciones para jefes y plebe.
Elementos
que han sido trabajadores revolucionarios de gran espíritu combativo y de
sacrificio, se transforman en seres conservadores de las conquistas obtenidas,
y limitan en ellas todas sus aspiraciones. Rosa
Luxemburgo dijo, refiriéndose a la socialdemocracia alemana que es la que
dentro del reformismo nos ha ofrecido siempre el caso más típico de sentido
reaccionario: "Lo inconsciente
precede a lo consciente y la lógica del proceso histórico objetivo precede a la
lógica subjetiva de sus protagonistas. El papel de los órganos directivos del
partido reviste en gran parte un carácter conservador, como lo demuestra la
experiencia, cada vez que el movimiento obrero conquista un terreno nuevo,
estos órganos lo laboran hasta sus límites más extremos, pero lo transforman al
mismo tiempo en un baluarte contra progresos ulteriores de mayor envergadura".
La misma
forma en que se organizan y se desarrollan los Congresos de los comunistas, e incluso
ahora también los de las Juventudes Socialistas Unificadas, a base
espectacular, es la demostración más completa del aniquilamiento de todo
espíritu crítico y la imposición de fórmulas establecidas sólo por la
burocracia dirigente. La manera en que se practica la organización celular, no
estimula la superación intelectual, el afán de capacitación política y, en
cambio, alienta el predominio de las camarillas domesticadas. Como hemos dicho
a la juventud se le educa, en suma, en la pereza mental y en una
disciplina militar, en una concepción jerarquizada que no siente la pasión de
la libertad integral.
Los
distintos períodos porque ha pasado el comunismo oficial en su actuación, los
rápidos y fundamentales virajes llevados a cabo, han podido conducirse a
término porque previamente había sido preparada una mentalidad propia a la
aceptación. Al aniquilar la facultad de discernimiento, se facilita el
reconocimiento mecánico de lo que ordenen "los de arriba—- De esta forma se explica que el stalinismo, que en
el pasado caricaturizó las consignas 'revolucionarias convirtiéndolas en
estridencias de energúmenos, haya podido evolucionar, sin apenas transición
alguna, a las posiciones republicanas de la pequeña burguesía. En el pasado,
mientras que la social-democracia expresaba y difundía sentimientos de
aristocracia obrera, el comunismo oficial se convirtió en una especie de
religión de parias. El marxismo, que ha surgido de un impulso hacia lo
concreto, en la interpretación staliniana ha caído en la logomaquia.
La teoría
providencial del "jefe querido",
que en su concepción genera ¡.exponen e interpretan tanto el fascismo como el
stalinismo, ha conducido a la cretinización de militantes y a la domesticación
de los espíritus. En "Pravda", de Moscú, del 25 de septiembre de
1935, se publicó el extracto de un informe sobre aeronáutica, en el que se
decía: "Al genial guía del
proletariado mundial, al camarada Stalin El Grande". Y es que se ha
formado entre la nueva generación una mentalidad que no se distingue precisamente
por un gran fervor hacia el ideal socialista, sino por una pasión soviética,
por un patriotismo soviético especial. Esto tiene sobre sus amigos de Occidente
proyecciones también especiales. Por ejemplo, ese cretinismo admirativo por
todo lo monumental, que se expresa en la contemplación de las fotografías de
las grandes fábricas, de las casas de reposo, etc. se sustituye el interés por
la evolución política, por el interés exclusivamente técnico.
El
socialismo, entre sus normas de conducta moral frente a la decadencia
capitalista, ha reivindicado siempre la de la verdad. La verdad siempre y en
todas las circunstancias, expuesta y difundida entre la clase trabajadora. La
mentira, el embuste y la calumnia son armas necesarias y útiles a la burguesía,
que sobre ellas construye su sistema de embaucamiento que permite la dominación
y la esclavitud de la clase trabajadora. El que sectores representativos del
proletariado recurran como sistema a estos procedimientos, indica, mejor que
nada, la profunda crisis moral que atraviesa i lo que podemos llamar, con un
criterio amplio y genérico, el socialismo. Temer la, verdad es reconocer que no
se tiene razón.
Hay una
honradez burguesa y una honradez proletaria, revolucionaria. Pero existe
nuestra propia honradez, que se olvida y se mancha. Cuando Parvus, que Fué un
eminente teórico, intentó hacer las paces con Lenin, éste se limitó a decir, al
que hacía de intermediario, que "Parvus
tenía las manos sucias". Parvus, de teórico marxista se había
transformado en negociante capitalista. Lenin expresaba con su frase y su
conducta hacia él una línea moral que ahora se ha olvidado y que no se
practica. La polémica política se sustituye por la difamación. Y han sido tales
los estragos causados por esta degeneración, que incluso grupos de oposición
que han surgido precisamente para reaccionar y reeducar a las nuevas
generaciones revolucionarias caen, más o menos conscientemente, en estos mismos
defectos fundamentales.
Las mismas
palabras, compañero y compañerismo han perdido casi totalmente su primitivo
significado, su alcance humano y su sentido profundo de anticipación de una
sociedad en que, desaparecidas las barreras fomentadoras de odio de la
dominación económica, los hombres constituyeran una verdadera hermandad
universal. La hostilidad entre compañeros es a veces superior a la propia
hostilidad entre trabajadores y capitalistas.
El problema
consiste para la nueva generación en ser capaz de educar seres libres, con
independencia crítica, con una gran pasión socialista, con odio firme hacia
todo fetichismo. La actual juventud, en su gran mayoría, está presa del veneno
autoritario. Le han inculcado el sentido de la disciplina mecánica; se le ha
pervertido con la admiración hacia los uniformes, con la ambición por los grados
jerárquicos, con el criterio servil de sometimiento a los jefes tengan o no
tengan razón. Eso no es el socialismo, ni la concepción de la libertad que los
socialistas han anhelado siempre.
Nuestra
juventud tiene una inmensa tarea ante sí. Ante todo, tiene que comprender
profundamente la importancia de la lucha que tiene entablada. Es una contienda
para destruir de raíz todos los vestigios del capitalismo. En su lucha contra
la burguesía tiene que aniquilar su poder económico, destruir toda su ideología
y hasta los sentimientos que han difundido y hecho prevalecer entre algunos
sectores del proletariado. Pero al mismo tiempo, tiene que reaccionar contra
nuevos defectos que se observen en la educación socialista de la nueva
generación. El socialismo atraviesa internacionalmente una profunda crisis
moral. Y el trabajo de su reeducación corresponde principalmente a los jóvenes
que militan en el movimiento marxista revolucionario independiente.
Edición
digital de la Fundación Andreu Nin, abril 2005
PROBLEMAS
DE LA REVOLUCIÓN Y DEL MOVIMIENTO OBRERO
Lenin y la
guerra 285
Marxistas
revolucionarios y anarquistas en la Revolución Española 293
El problema
de la educación socialista de la nueva generación 305
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