España en
poder del estalinismo
Texto
incluido en la recopilación de escritos de Juan Andrade Notas sobre la
guerra civil (Actuación del POUM), Ediciones libertarias, Madrid, 1986.
El PC logró
recoger desde el principio de la guerra, y se hizo el intérprete, a la opinión
más conservadora de la zona republica del país, ante la que representaba y se
ofrecía como el único partido que deseaba garantizar el "orden", con un sentido de la
disciplina y de la organización, que combatía y contrarrestaba los "excesos", las posiciones
socialistas que luchaban contra el "caos anarcosindicalista”. Era el
partido del orden republicano-burgués contra las aspiraciones revolucionarias
socialistas, como ahora, más de treinta años después, es el partido de la
"reconciliación nacional”,
frente al espíritu radical de las nuevas generaciones. Todos los elementos más
reaccionarios, e incluso fascistas desamparados, se incorporaban al PC porque
encontraban en él una garantía de salvaguardia. Dado que poseían una
"instrucción", llegaban los fascistas emboscados a obtener empleos
burocráticos importantes, desde donde servían mejor al gobierno militar de
Burgos. Su poder gubernamental y administrativo comenzó a sentirse más,
llegando a ser omnímodo, al encontrarse la España antifascista aislada
internacionalmente, pudiendo contar sólo con la ayuda material de la URSS, y
cuando militares extranjeros más experimentados que los españoles, obedeciendo
disciplinadamente las órdenes de Moscú, lograron orientar su acción hacia la
colonización estalinista de todo el territorio republicano. Alternando su
penetración en los restos del aparato del Estado burgués, a través de
arribistas que hacían su política con consignas de organización que
correspondían en abstracto a las necesidades reales para la eficacia de la
guerra, pero que prácticamente tenían otro propósito, llegaron a abolir todo
régimen de democracia interna de las organizaciones obreras y de expresión
libre de la opinión, para establecer únicamente, y por primera vez, esas
especies de concentraciones plebiscitarias de masas perfectamente orientadas en
la línea del partido, que se hacían pasar por "la opinión emanante y directa de la totalidad del pueblo español”.
Bajo el lema de la unidad se llevaban a cabo" ¡'acciones de masas",
para imponer desde el exterior -incluso a "su gobierno" en el que eran nominalmente minoritarios- la
política de Stalin y coaccionar a socialistas y anarcosindicalistas, que frente
a ellos no tenían ninguna reacción definitiva, ninguna política definida ni
ninguna comprensión del proceso revolucionario. La corrupción y el engaño
desempeñan un gran papel en su táctica.
España fue
pues el primer campo de maniobras donde un partido comunista, en plena
decadencia estalinista, aplicó los métodos que después de la segunda guerra
mundial habían de dar, a otros partidos comunistas de Europa, el éxito que
obtuvieron para la imposición de las actuales “democracias populares”. Aunque sin gran tradición en
el movimiento, sin gran fuerza numérica, sin dirigentes que gozaran de
autoridad, amparado únicamente en el prestigio de la revolución rusa, el PC
español disponía ya, sin embargo, del tipo de organización jerarquizada que les
permite realizar los cambios más fundamentales de orientación y táctica, sin el
menor contratiempo ni oposición interior. Al comenzar la guerra civil disponía
de poca influencia efectiva con respecto a los socialistas y
anarcosindicalistas, pero se alimentó al poco tiempo con la fuerza que le
aportaron los socialistas, directa o indirectamente, y todos los elementos
pequeñoburgueses en masa.
El poderío
alcanzado por los comunistas a los pocos meses de comenzada la guerra fue
debido fundamentalmente al apoyo material soviético, aunque en regiones como la
asturiana y la vasca, donde el aparato y la ayuda aportados por Rusia no fueron
considerables, se conservó hasta su caída en poder de los facciosos la misma
relación de fuerzas obreras de julio de 1936, y los comunistas en manera alguna
fueron el factor decisivo ni llegaron a imponerse.
También es
forzoso reconocer que contribuyeron otras circunstancias que ayudaron a los
comunistas a lograr su influencia sobre la opinión general. No fue la menor la
beligerancia total, incluso en plano de igualdad con su propio partido, que a
partir de 1936 comenzó a concederles Largo Caballero. El Partido Socialista, ya
desde antes de la revolución de Asturias de 1934 y bajo la dirección del propio
Largo Caballero, se había hecho el intérprete de un revolucionarismo verbal muy
genérico, que encontraba un gran eco entre todas las masas obreras y campesinas
del país. El PC aparecía casi como un mero satélite, como una especie de
pariente pobre de la socialdemocracia española radicalizada, que en palabras
iba mucho más lejos que los estalinistas. Las Juventudes Socialistas, que se
aprovechaban de esta orientación de su partido para darle una expresión aún más
jacobina, llegaron incluso a proponer que el PC ingresase en el socialista,
puesto que, según ellos, sus aspiraciones revolucionarias de clase no tenían ya
razón de ser para un partido aparte, dado que eran las mismas de la
socialdemocracia hispánica renovada. (Poco
tiempo después las cosas cambiaron rápidamente: el PC iba a plantear el mismo
problema pero en sentido inverso, es decir, la formación de un partido obrero
único, pero dominado por él).
En mayo de
1937, los estalinistas decidieron emprender resueltamente la ofensiva para
eliminar del gobierno a un hombre molesto. Su prensa comenzó una campaña de acusaciones,
principalmente calificándole de inepto, tomando sobre todo como base la derrota
de Málaga, de la que hacía responsable injustamente al general Asensio, y al
mismo tiempo porque el hombre, Largo Caballero, se oponía a la hegemonía y
despotismo comunista. También había estado resistiendo a todas las
presiones de los representantes diplomáticos de la Unión Soviética para que ejerciera medidas represivas contra el POUM, y fue ésta, precisamente, la causa por la que Largo Caballero abandonó para siempre la presidencia del gobierno.
presiones de los representantes diplomáticos de la Unión Soviética para que ejerciera medidas represivas contra el POUM, y fue ésta, precisamente, la causa por la que Largo Caballero abandonó para siempre la presidencia del gobierno.
Los miembros
comunistas presentaron en el consejo de ministros una proposición para que el
POUM fuera disuelto y declarado fuera de la ley. Largo Caballero, a pesar de
que nosotros le habíamos combatido políticamente de una manera constante, se
opuso rotundamente a este deseo estalinista alegando que él nunca ejercería la
represión contra una organización obrera. No encontró apoyo resuelto ni
siquiera en los miembros de su propio partido ni entre los republicanos
moderados. La obsesión de obtener armas rusas era más determinante que toda
consideración política o de conciencia y les convertía en verdaderos títeres
manejados por Moscú. Estimándose en minoría, presentó su dimisión como jefe del
gobierno el 15 de mayo de 1937.
Largo
Caballero pasó de la inmensa popularidad a su total anulación política que
culminó el 21 de octubre de 1937 con
una disposición de arresto en su domicilio y la prohibición de trasladarse
fuera de él. El Partido Comunista había logrado imponer totalmente su hegemonía
y poder decisivo, y hacer aceptar como figura señera a la oportunista “Pasionaria”, con la complicidad o la
neutralidad de los otros sectores antifascistas.
El Partido
Comunista se asimiló la mayor parte de los militares profesionales republicanos.
Para éstos sólo se ofrecían dos caminos: servir al partido y obtener ascensos o
no hacerlo y quedar rezagados a pesar de todos los méritos e incluso algo más
grave, el de ser denunciados como agentes de los fascistas y perder la vida (1). En esta perspectiva, el
sometimiento de los intelectuales pequeño-burgueses no ofrecía gran dificultad
puesto que se llegaba provisionalmente a compensarles. Desde el poeta exquisito
y católico José Bergamín (2), que
había permanecido hasta entonces en el Olimpo y que descendía ahora de él para
firmar una petición de pena de muerte contra “los fascistas” del POUM, hasta el más minúsculo y venal periodista,
todos los intelectuales se dejaban seducir por "la eficacia de la política comunista", la aceptaban y
justificaban y eran remunerados.
El
desarrollo de esta situación política era evidente sobre todo para la minoría
del POUM que habiendo formado parte del PC en el pasado lo había abandonado
precisamente porque no aceptaba esta negación de los principios básicos del socialismo
y esta imposibilidad de convivencia. La ayuda internacional en combatientes era
sólo canalizada por los comunistas, casi en todos los casos.
Jamás se
había desencadenado hasta entonces, aparte la Unión Soviética, una campaña mayor de infamias y calumnias,
nunca tampoco se habían puesto en servicio tantos medios materiales para acabar
con un partido obrero a sangre y fuego.
Una gran
parte de la alta burocracia del mundo estalinista de entonces, desde Tito a
Togliatti, de Martí a Kadar, de Geroe a Luigi Longo, además de generales y
coroneles rusos con nombres españoles, se establecieron desde entonces en
España para cumplir los designios de Stalin y reducir el alcance de la
revolución española estrictamente a las conveniencias de la Política exterior
rusa de entonces.
Notas
(1) En
febrero de 1938, desde la cárcel de Valencia, el general Asensio escribió un pequeño
folleto, que probablemente circuló clandestinamente porque no lleva
indicaciones de imprenta ni de editor, en el que se defiende de todas cuantas
acusaciones era objeto. De ese folleto transcribimos la siguiente Dedicatoria:
“A los valientes milicianos, compañeros
de armas, que en Málaga, en el Guadarrama y en el Valle del Tajo fueron conducidos
tantas veces por mí al combate contra los traidores y los extranjeros
invasores y a cuantos han dado su sangre por defender la República, legítima,
fuerte e indestructible como régimen político emanado del pueblo español”.
(2)
“El fascismo no podía encargar a simples agentes para que abriesen la lucha
contra el Frente Popular Español, el gobierno republicano y el Ejército. El
POUM, fundado por Joaquín Maurín con un puñado de aventureros (Nin, Gorkin,
Andrade, etc.), expulsados del Partido Comunista Español, reunía para los
estados mayores fascistas un conjunto de condiciones especialmente ventajosas,
porque teniendo la apariencia de un partido revolucionario tenía la posibilidad
de infiltrar sus hombres en las organizaciones de trabajadores, en los
periódicos, en los sindicatos antifascistas, para descomponer el Frente Popular”
(...)
“Los acontecimientos de mayo de 1937 en
Barcelona mostraron que el POUM y sus dirigentes no eran un partido minúsculo
que traicionaba. El análisis de estos acontecimientos demostró además que no se
trataba de un partido, sino de una organización de espionaje y de colaboración
con el enemigo, no de una simple organización de convivencia con el enemigo
sino enteramente en sus manos, parte integrante de la organización fascista
internacional en España”(...)
“La guerra española ha dado al trotskysmo
internacional, al servicio de Franco, su figura exacta: la del caballo de
Troya. El lector de este libro sacará él mismo las consecuencias, es decir las
verdades que en razón de su evidencia manifiesta no son susceptibles de ser deformadas
o mentirosamente transformadas. Incluso por la pluma mágica y engañosa del
pirata Trotsky, jefe visible de estas organizaciones de espionaje y
falsificación revolucionaria, al servicio del fascismo internacional”.
José
Bergamín, prólogo a la edición francesa del libro Espionaje en
España, de Max Rieger, Paris,1938, Editions Denoël.
[Observación
de la Fundación Andreu Nin: Al contrastar los párrafos anteriores con la
edición en Barcelona de Espionaje en España (Ediciones Unidad,
1938) se observa que el primero de los párrafos no figura en dicha edición
española, probablemente para evitar las referencias directas a los dirigentes
del POUM. Sobre los párrafos segundo y tercero se ha mantenido la versión que
figura en el libro de Juan Andrade].
Edición
digital de la Fundación Andreu Nin, mayo 2002
Juan
Andrade. El derecho a discrepar es una garantía de porvenir
Primera
campaña de difamaciones y calumnias, en la que se identificaba al POUM con el
fascismo internacional, se intensificó desde finales de 1936 y en los primeros
meses de 1937
España
Traicionada (Stalin y la guerra civil) Ronald Radosh, Mary R. Haberck (eds).
Primera parte.
Algunas
notas sobre la represión del POUM en la zona republicana
Andrés Nin
1937 Declaración Final a la Policía (21 de junio de 1937) y otros documentos.
Extracto
(capítulos 48 y 49) del libro La Guerra Civil Española – Revolución y
Contrarrevolución por Burnett Bolloten
Juan Andrade
El asesinato de Andrès Nin: sus causas, sus autores, junio de 1939
Cartas desde
la cárcel de los presos del POUM al Gobierno republicano. Sentencia al POUM. 29
de Octubre de 1938
Tras el
triunfo electoral A todos los trabajadores! 16 de febrero de 1936
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