Martes, 27 de mayo de 2014
La extrema derecha avanza imparable a lo largo y ancho de
toda Europa. Las políticas económicas impuestas por los
grandes consorcios financieros de los países centrales europeos han servido
nuevamente de incubadoras de los huevos de la serpiente fascista que ya viviera
este continente en la primera parte del siglo XX.
En esta ocasión - todo hay que decirlo - el
resurgimiento de estas fuerzas con aspiraciones totalitarias se ha
visto reforzado también por la ausencia en el panorama político europeo de la
réplica argumental de partidos revolucionarios que pudieran haber orientado
a amplios sectores sociales acerca de cuál es realmente la respuesta que
corresponde a un sistema económico que solo es capaz de generar miseria y dolor
en la mayor parte de la población.
Los resultados de las elecciones europeas vuelven a
poner de manifiesto que los pueblos han perdido la confianza en aquellas
organizaciones que, reclamándose pertenecientes al pensamiento de izquierdas,
han terminado integrándose en el sistema político
capitalista, participando en muchos casos de sus componendas y del
disfrute de privilegios recibidos a cambio de sus silencios y omisiones. El
discurso intencionadamente críptico de los voceros de esos partidos es menos
entendido ahora que nunca por la gente que, ahogada por el peso de los
problemas económicos, está reclamando alternativas claras y carentes de
ambigüedades.
LA
EXTREMA DERECHA Y LA CRISIS
Como ocurriera en las décadas de los años veinte y treinta
del pasado siglo, los grupos fascistas hacen uso de soflamas demagógicas
en las que ni siquiera creen, pero que utilizan para reflejar aspectos
veraces ocasionados por la crisis del sistema. Tal es el caso de las críticas
que estos grupos dirigen hacia la estructura política de ese gran
consorcio de mercaderes que hoy es la Unión Europea.
La situación que se nos presenta en la
actualidad no es una novedad histórica. Es más, aunque haya transcurrido más de
ochenta años desde la aparicion del fenómeno fascista, hay secuencias que
hoy se reiteran casi miméticamente. Los nazis, por ejemplo, en 1933
criticaban en sus discursos los efectos nefastos que una crisis muy
similar a la que ahora vivimos provocaba en Alemania. En ese país siete
millones de asalariados fueron empujados a las filas del paro, una cifra
parecida a la que hoy tenemos en España. Pero a la hora de formular
alternativas a la situación de caos que se vivía en el país, en lugar de
dirigir su dedo acusador hacia las clases hegemónicas germanas señalaban
solo a los pocos banqueros judíos instalados en el sistema financiero como
únicos culpables de las penurias del pueblo alemán.
Como también sucede hoy, los ultraderechistas europeos
pronuncian sonoros discursos incendiarios contra "la plutocracia", de la
que nunca proporcionan ni nombres ni apellidos. Pero omiten poner de
relieve cuáles son los mecanismos del sistema económico que generan el paro y
la miseria de importantes sectores sociales. Su iracundia la dirigen con
exclusividad contra los grupos más débiles de las
sociedades europeas: los emigrantes. Contra ellos orientan su
artillería propagandística, acusándolos de ser los causantes de que las filas
del paro hayan engordado desproporcionadamente en el curso de los últimos
años. Se trata de un argumento muy simple, torpe y fácilmente desmontable, pero
que en ausencia de la contra argumentacion de las fuerzas políticas
revolucionarias con incidencia social, es convertido en una poderosa
arma arrojadiza de muy fácil utilización.
EL
DESOLADOR PAISAJE DE LA IZQUIERDA
A diferencia de los años treinta, en
los que el fascismo tuvo sus momentos de auge, el panorama actual en la
izquierda europea es simplemente desolador.
Las organizaciones supuestamente de esta
filiación política se han mostrado incapaces de romper sus vínculos
con un proyecto de Unidad Europea diseñado desde el
momento mismo de su aparición por las clases hegemónicas de los
países más desarrollados del centro y norte del continente. En
ese proyecto de unidad de los grandes grupos financieros,
a los países del Sur se les otorgó el papel subsidiario de
importadores de productos provenientes del Norte. La
economía española, por ejemplo, fue desindustrializada como precio
inexcusable a su entrada en la Unión Europea. El desarme
industrial corrió a cargo del gobierno socioliberal de Felipe
González, que inició una autentica “revolución privatizadora” que
puso en manos de los consorcios europeos toda la infraestructura industrial
del país.
Mientras el sistema económico en su desarrollo
anárquico y depredador marchaba con aparente eficacia, los efectos de sus
disfunciones permanecieron ocultas, parapetadas tras el
crédito fácil y el endeudamiento a perpetuidad. En
cuanto la crisis estalló en los EE.UU., sin embargo, las fichas del
dominó de las finanzas mundiales empezaron a caer una tras otra. En
las economías europeas dependientes las "disfunciones" del
sistema emergieron con toda virulencia. El caos económico cundió,
particularmente, en los "países espejos" , también
denominados "pigs" (cerdos) por los medios de
comunicacion anglosajones - (p-i-g-s /Portugal, Italia,
Grecia, Spain) , que se limitaban a reflejar de manera engañosa una riqueza
cuya única madriguera se encontraba en la Banca del norte europeo. Y ese es,
justamente, el punto en el que nos encontramos hoy.
LA
EVOLUCIÓN DE LA IZQUIERDA EUROPEA
Durante las ultimas décadas, los partidos y sindicatos
pertenecientes a la izquierda histórica revolucionaria, que
durante casi un siglo abogaron por la erradicación del
sistema capitalista y su sustitución por otro de carácter socialista,
llegaron a creer que el erroneamente denominado "estado del
bienestar" de las sociedades europeas se proyectaría
indefinidamente en el tiempo, que las conquistas obtenidas por las clases
trabajadoras eran permanentes, fueran cuales fueran las circunstancias que se
presentaran en el futuro.
La verdad es que esa esperanza era tan solo un espejismo.
Las conquistas que los trabajadores lograron arrancar de sus patrones
obedecían a diversos factores que tenían carácter coyuntural. En primer lugar, a las duras luchas de los sindicatos
y organizaciones revolucionarias existentes. En segundo
lugar, a una determinada etapa económica del desarrollo del
capitalismo que tuvo lugar después de la II Guerra Mundial.
Y, finalmente, también, a la existencia de un sistema socialista
mundial y a un pujante movimiento de descolonización que obligó
a las clases hegemónicas europeas a hacer importantes concesiones en múltiples
terrenos.
La equívoca percepción de que el sistema
capitalista había entrado en una nueva fase, en la que iba a ser posible
desmontarlo "gradualmente" desde dentro,
insertándose en sus instituciones y "engrasando" sus
goznes, llevó a los partidos y sindicatos antaño políticamente revolucionarios
a convertirse, progresivamente, en nuevas piezas del propio
sistema.
A estas alturas del siglo XXI, el reformismo
socialdemócrata europeo, cuya influencia se extendió tambien a los
partidos comunistas, no solo ha terminado engullendo a los partidos
y sindicatos que históricamente libraron batallas decisivas contra la
expansión del fascismo y el sistema capitalista que lo sostiene,
sino que su discurso ha dejado de tener verosimilitud entre los
trabajadores.
Por otra parte, las viejas organizaciones y sindicatos han
ido perdiendo gradualmente sus vínculos sociales y políticos con los sectores
oprimidos de las sociedades europeas, - los parados, jóvenes, mujeres,
marginales, intelectuales etc.- , hasta tal punto que en la actualidad se
produce la insólita circunstancia de que la extrema
derecha se está nutriendo de los votos proporcionados
por los sectores más depauperados de la sociedad, comprendidos
entre ellos los asalariados y no asalariados.
¿Era posible esperar otros resultados? La
cuestión es que la dinámica social no asigna roles estrictos al
comportamiento de las clases sociales. Los grupos sociales no actúan solo
movidos por sus intereses objetivos. En su comportamiento inciden múltiples
factores. Si en momentos históricos determinados la demagogia de la extrema
derecha es capaz de señalar los efectos de determinadas políticas en la
ausencia de otras voces, las masas seguirán a los demagogos, aunque el
engaño pueda conducirlos a un despeñadero.
Pero, ultima ratio, no serán solo las masas
las responsables de sus comportamientos incongruentes. La responsabilidad
politica de que ello suceda de esa forma corresponderá a aquellas
fuerzas sociales organizadas que traicionaron el papel histórico que les
correspondía jugar.
LOS
RESULTADOS
Parece adecuado precisar que los votantes
europeos que han apoyado a los partidos de la extrema derecha no son lo
que sensu stricto entendemos por "fascistas".
El recuerdo de la estela de estragos, sangre y muerte que dejó el fascismo en
Europa permanece todavía muy vivo en el continente europeo.
Los electores franceses, austriacos, daneses, británicos, húngaros etc., se
pronunciaron contra la devastación económica ocasionada por las políticas
aplicadas por los gestores burocráticos de la crisis en Bruselas
Atendiendo a los porcentajes de los escrutinios que
obran en nuestro poder en las primeras horas de la mañana del lunes,
en Francia los ultraderechistas de Marie Le Pen se
convierten en el primer partido político del país con un 25% de
los votos. En Austria el FPO, Partido de la Libertad,
consiguió un 19,50%, aumentando el considerable apoyo que ya obtuvo
en el año2009. Tanto en Dinamarca como en Croacia los
partidos de extrema derecha fueron las opciones más votadas. Amanecer
Dorado, de Grecia, no cumplió con las expectativas que
auguraban algunas encuestas, quedando en poco más del 9%. En Reino
Unido, el UKIP pasó de obtener en las pasadas elecciones
del 2009 el 16,09 % de los votos a
convertirse ahora en el primer partido del país, con el apoyo del 29% de
los electores, un hecho historicamente sin precedentes. En Alemania,
el partido que aglutina todos los grupos neonazis entraría con un escaño en
el Parlamento Europeo. En Hungría, un
partido de extrema derecha que posee milicias dedicadas a la caza
de gitanos, obtiene nada menos que el 14% de los votos.
Nuestros lectores cuentan con el siguiente
cuadro estadístico para completar la evolución del voto de la extrema
derecha europea.
Pinchar el cuadro para verlo mejor
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